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En esta carta se señala que a los científicos de los países capitalistas se les obliga a perfeccionar
en secreto el arma bacteriológica y química de exterminio masivo, a crear nuevos
microorganismos y nuevas sustancias sicógenas y excitantes mortales de enorme fuerza.
"Los pueblos de la Tierra -se dice en la carta- han mirado siempre con respeto y esperanza el
abnegado trabajo de los científicos para terminar con las enfermedades y el hambre; han
salvado los esfuerzos para crear nuevas sustancias y materiales que sirvan para el florecimiento
de la cultura y la civilización".
Reflexión
El hombre ha manipulado desde tiempos remotos humos, gases, vapores y nieblas artificiales
para molestar a sus enemigos y obligarlos a abandonar sus fortalezas y rendirse. Porque, desde
los primeros momentos de la historia, el ser humano ha sentido el impulso de luchar contra sus
semejantes y para ello se ha valido de todo tipo de armas. Nos referimos a la utilización de
microorganismos o sus productos como instrumento letal, las que ahora llamamos armas
biológicas, analizando su impacto en el planeta y las consecuencias de su uso. Bacterias como
las que producen el cólera, virus como el de la viruela o el ébola forman parte del denigrante
cuadro de honor de los microorganismos nocivos que han atraído la atención como posibles
armas de devastación humana.
Cuando se trata de agentes bacteriológicos que son usados como armas, hablamos de guerras
biológicas donde son manejados en estados o países en guerra en caso de bioterrorismo cuando
el objetivo a llevar es de imponer sus ideas mediante el terror, lo que se abarca es el empleo
criminal de microorganismos patógenos, toxinas o sustancias dañinas contra la población con el
propósito de generar enfermedad, muerte, pánico y terror. Se trata de un acto criminal, puesto
que en realidad nadie debería usarlas, ni crearlas ni almacenarlas, pues la manipulación de
armas bacteriológicas está terminantemente prohibida por las Naciones Unidas. Sin embargo,
hay países donde se cuentan que en sus depósitos no sólo se manipula con bombas, sino
también con gérmenes y toxinas letales.
PÁRRAFO 2
Existe en el mundo tres clases de personas: los Altos, los Medianos y los Bajos.
Se han subdividido de muchos modos, han llevado muy diversos nombres y su número relativo,
así como la actitud que han guardado unos hacia otros, ha variado de época en época; pero la
estructura esencial de la sociedad nunca ha cambiado.
Los fines de estos tres grupos son inconciliables. Los Altos quieren quedarse donde están. Los
Medianos tratan de arrebatarles sus puestos a los Altos. La finalidad de los Bajos, cuando la
tienen, consiste en abolir todas las distinciones y crear una sociedad en que todos los hombres
sean iguales. Así, vuelve a presentarse continuamente la misma lucha social. Durante largos
períodos, parece que los Altos se encuentran muy seguros en su poder, pero siempre llega un
momento en que pierden la confianza en sí mismos o se debilita su capacidad para gobernar, o
ambas cosas a la vez. Entonces son derrotados por los Medianos, que llevan junto a ellos a los
Bajos porque les han asegurado que ellos representan la libertad y la justicia. En cuanto logran
sus objetivos, los Medianos abandonan a los Bajos y los relegan a su antigua posición de
servidumbre, convirtiéndose ellos en los Altos.
De los tres grupos, solamente los Bajos no logran sus objetivos ni siquiera transitoriamente. Y
aunque sería exagerado afirmar que en toda la Historia no ha habido progreso material,
ninguna reforma, ni revolución alguna ha conseguido acercarse ni un milímetro a la igualdad
humana.
Reflexión