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Pedro Calderón de la Barca
Retrato de Pedro Calderón de la Barca.jpg
Retrato de Pedro Calderón de la Barca por Pedro de Villafranca, grabado
calcográfico, Madrid, 1676 (Biblioteca Nacional, Madrid).
Información personal
Nacimiento 17 de enero de 1600 Ver y modificar los datos en Wikidata
Madrid (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 25 de mayo de 1681 Ver y modificar los datos en Wikidata (81
años)
Madrid (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Española
Lengua materna Español medio Ver y modificar los datos en Wikidata
Religión Iglesia católica Ver y modificar los datos en Wikidata
Orden religiosa Orden Franciscana Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Padres Diego Calderón
Ana María de Henao
Educación
Educado en
Universidad de Alcalá
Reales Estudios de San Isidro (1608-1613)
Universidad de Salamanca (Bachiller; hasta 1615) Ver y modificar los datos en
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Información profesional
Ocupación Dramaturgo, poeta, escritor, militar y sacerdote Ver y modificar los
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Cargos ocupados Capellán Ver y modificar los datos en Wikidata
Movimiento Literatura del barroco Ver y modificar los datos en Wikidata
Géneros Poesía, teatro y comedia Ver y modificar los datos en Wikidata
Miembro de Orden de Santiago Ver y modificar los datos en Wikidata
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Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 17 de enero de 1600-ibidem, 25 de mayo de 1681)
fue un escritor español, caballero de la Orden de Santiago, conocido
fundamentalmente por ser uno de los más insignes literatos barrocos del Siglo de
Oro, en especial por su teatro.
Índice
1 Biografía
2 Obra
3 El teatro cómico de Calderón
4 Los personajes de Calderón
5 La dramaturgia calderoniana
6 Lenguaje y estilo
7 Temas e ideología
8 Icono cultural e identitario de signo conservador
9 La escuela dramática de Calderón
10 Obras más importantes
10.1 Piezas dramáticas datables
10.2 Dramas
10.3 Comedias
10.4 Autos sacramentales
10.5 Teatro breve (bailes, entremeses, jácaras y mojigangas)
10.6 Obras en colaboración
10.7 Obras atribuidas
11 Ediciones históricas de obras de Calderón
12 Obras de creación inspiradas en argumentos calderonianos
13 Notas
14 Referencias
15 Enlaces externos
Biografía
Pedro Calderón de la Barca y Barreda González de Henao Ruiz de Blasco y Riaño nació
en Madrid el viernes 17 de enero de 1600 y fue bautizado en la parroquia de San
Martín. Su padre, Diego Calderón, era hidalgo de origen montañés (Viveda,
Cantabria) y por herencia paterna había asumido el cargo de secretario del Consejo
y Contaduría Mayor de Hacienda, sirviendo en él a los reyes Felipe II y Felipe III.
Se casó en 1595 con Ana María de Henao, perteneciente a una familia también de
origen noble.nota 1 Pedro fue el tercero de los seis hijos que el matrimonio
alcanzó a tener (tres varones y tres mujeres, de los que solo cuatro pasaron de la
infancia: Diego, el primogénito;nota 2 Dorotea —monja en Toledo—;nota 3 Pedro y
Jusepe o Josénota 4nota 5 Estos hermanos estuvieron siempre bien avenidos, como
declaró Diego Calderón en su testamento (1647):
Siempre nos hemos conservado todos tres en amor y amistad, y sin hacer particiones
de bienes... nos hemos ayudado los unos a los otros en las necesidades y trabajos
que hemos tenido.2
Sin embargo tenían también un hermano natural, Francisco, que ocultaron bajo el
apellido de "González" y fue expulsado de la casa paterna por don Diego, aunque
este dejó escrito en 1615 que se le reconociera como legítimo a no ser que hubiera
contraído matrimonio "con esa mujer con quien trató de casarse", en cuyo caso sería
desheredado.nota 6
Decidió dejar los estudios religiosos por la carrera militar y llevó una vida algo
revuelta de pendencias y juego. Hubo también problemas en el ámbito familiar, pues
los hermanos hicieron declaración oficial en 1621 de su estado de penuria y
tuvieron que vender un censo o renta de bienes heredados para poder subsistir.nota
8 Además, en el verano de ese mismo año él y sus hermanos Diego y José anduvieron
enredados en el homicidio de Nicolás Velasco, hijo de Diego de Velasco, criado del
condestable de Castilla, y tuvieron que refugiarse en casa del embajador de Austria
hasta que lograron un concierto con los querellantes que exigió el pago de una
crecida indemnización.8 Acaso por estas estrecheces económicas tuvo Pedro que
entrar al servicio de Bernardino Fernández de Velasco y Tovar, VI duque de Frías y
XI condestable de Castilla, con quien viajó por Flandes y el norte de Italia entre
1623 y 1625 participando en varias campañas bélicas, según su biógrafo Juan de Vera
Tassis,9 aunque falta documentación que lo confirme, y en 1625 marchó como soldado
al servicio del citado Condestable. Su primera comedia conocida, Amor, honor y
poder, fue estrenada con éxito en Palacio con motivo de la visita de Carlos,
príncipe de Gales, el 29 de junio de 1623, por la compañía de Juan Acacio Bernal;
siguió en ese mismo año Judas Macabeo, representada por la de Felipe Sánchez de
Echeverría, así como otras muchas; en 1626 el primogénito Diego Calderón, ya mayor
de edad, pudo vender el oficio de Secretario del Consejo de Hacienda de su padre en
la persona de Duarte Coronel a cambio de 15.500 ducados; con ello la familia logró
salir de sus apuros económicos.
Con estas y otras comedias fue ganándose incluso el aprecio del mismísimo rey
Felipe IV, quien empezó a hacerle encargos para los teatros de la Corte, ya fuera
el salón dorado del desaparecido Alcázar o el recién inaugurado Real Coliseo del
Buen Retiro, para cuya primera función escribió en 1634 El nuevo Palacio del
Retiro. Asimismo, eclipsada ya la estrella de Lope en los teatros, se ganó el
aprecio del público en general en la década de los treinta con sus piezas para los
corrales de comedias madrileños de la Cruz y del Príncipe. En 1635 fue nombrado
director del Coliseo del Buen Retiro y escribió El mayor encanto, Amor, La vida es
sueño y El médico de su honra, entre otros muchos y muy refinados espectáculos
dramáticos, para los cuales contaba con la colaboración de hábiles escenógrafos
italianos, como Cosme Lotti o Baccio del Bianco, y expertos músicos para las
primeras zarzuelas que se escribieron, como Juan Hidalgo. En estos encargos
palatinos cuidaba de todos los aspectos y detalles de la representación y asistía
además a los ensayos. En 1635 se estrenó en un escenario flotante del estanque del
Retiro El mayor encanto amor, sobre el tema de Ulises y Circe, con efectos de
Lotti, del cual se conserva la Memoria para esta pieza.11 Y en el 24 de junio de
1636, por ejemplo, se representó en el gran patio del Palacio Real otra comedia aún
más aparatosa y complicada sobre tres escenarios alineados que desarrollaban tres
acciones en tres continentes separados: Asia, Europa y África: Los tres mayores
prodigios, también asistido por Cosme Lotti.11 Es más, Calderón fue el que firmó el
acta de creación del teatro musical español el 17 de enero de 1657 al representar
la primera "zarzuela", El golfo de las sirenas, que entonces se llamó égloga
piscatoria, en un lugar llamado La Zarzuela adonde se solían desplazar las
compañías teatrales para solazar a los reyes. Era una pieza en un acto con canto y
música, y por el lugar este género de obras se llamaría en lo sucesivo zarzuelas.
De estas escribió además El laurel de Apolo y La púrpura de la rosa, esta última,
también en un acto, ya una verdadera ópera aunque todavía muy breve. Su autor la
denominó "representación música".12
En esta Primera parte se incluye La vida es sueño y otras once piezas, con sus loas
correspondientes, que podrían fecharse antes de 1630, a juicio de Don Cruickshank.
En 1637 escribe El galán fantasma y entra al servicio del Duque del Infantado y,
aunque se suele decir que se distinguió como soldado al servicio del almirante de
Castilla Juan Alonso Enríquez de Cabrera durante la lucha contra el sitio de
Fuenterrabía (1638) que había sido puesto por el duque de Enghien, futuro príncipe
de Condé, no está demostrado documentalmente según Ángel Valbuena-Briones; lo
cierto es que participó su hermano José, quien fue herido en la pierna derecha; sí
es verdad que Pedro Calderón compuso entonces un Panegírico dedicado al citado
caudillo de las tropas españolas.nota 10 Por el contrario, sí participó en la
guerra de secesión de Cataluña (1640) en la compañía de caballería de coraceros al
mando de Álvaro de Quiñones. Estuvo en la toma de Cambrils y fue herido en una mano
en una escaramuza cerca de Vilaseca, aunque la guerra no era menos peligrosa que la
estancia en el mundo teatral de la Corte: poco antes, en ese mismo año de 1640,
mientras se ensayaba una de sus comedias para los carnavales en el palacio del Buen
Retiro surgió una disputa, hubo cuchilladas y Calderón fue herido también, algo que
señala José Pellicer de Ossau en uno de sus Avisos, el del 20 de febrero en
concreto.13 Entró victorioso en Tarragona y se portó con valentía en el asalto a
Martorell; tras intentar asediar Barcelona, tuvieron que volver otra vez en
Tarragona, donde Calderón soportó con entereza el asedio de franceses y catalanes
sufriendo hambre y viendo morir de la misma a varios compañeros. Al fin el 20 de
agosto de 1641 se logró rechazar el sitio y Pedro Calderón volvió a la Corte a
informar al conde-duque de Olivares en calidad de correo de Su Majestad. Participó
luego en el fracasado intento de tomar Lérida (otoño de 1642) como cabo de escuadra
en la compañía de guardas reales, en la vanguardia de la caballería dirigida por
Rodrigo de Herrera. De su vocación militar guardó siempre un buen recuerdo, como
plasmó en unos famosos versos:
Este ejército que ves / vago al yelo y al calor, / la república mejor / y más
política es / del mundo, en que nadie espere / que ser preferido pueda / por la
nobleza que hereda, / sino por la que él adquiere; / porque aquí a la sangre excede
/ el lugar que uno se hace, / y, sin mirar cómo nace, / se mira cómo procede. /
Aquí la necesidad / no es infamia; y, si es honrado, / pobre y desnudo un
soldado, / tiene mejor cualidad / que el más galán y lucido; / porque aquí, a lo
que sospecho, / no adorna el vestido el pecho, / que el pecho adorna al vestido. /
Y así, de modestia llenos, / a los más viejos verás / tratando de ser lo más / y de
parecer lo menos. / Aquí, la más principal / hazaña es obedecer; / y el modo cómo
ha de ser / es ni pedir, ni rehusar. / Aquí, en fin, la cortesía, / el buen trato,
la verdad, / la firmeza, la lealtad, / el honor, la bizarría, / el crédito, la
opinión, / la constancia, la paciencia, / la humildad y la obediencia, / fama,
honor y vida son: / caudal de pobres soldados; / que, en buena o mala fortuna, / la
milicia no es más que una / religión de hombres honrados.
P. Calderón, Comedia famosa. Para vencer a amor, querer vencerle, Valencia, 1689,
pero escrita en 1650
Por entonces se amplía el palacio del Retiro y se construye un gran estanque de
agua, en cuya isla central estrenará en 1640 Certamen de amor y celos. Pero, herido
durante el citado sitio de Lérida, obtuvo la licencia absoluta o retiro en 1642 y
en 1645 una pensión vitalicia de treinta escudos mensuales como recompensa no solo
de sus servicios, sino de los de su fallecido hermano José en Cataluña, aunque se
pagó malamente y tras reiteradas reclamaciones del poeta. Estrena sus obras más
ambiciosas, las que requieren música (zarzuelas) y más escenografía. Calderón es
por entonces un discreto pero activo cortesano y llega a convertirse en un
personaje muy respetado e influyente, modelo para una generación entera de nuevos
dramaturgos e incluso para talentos tan grandes como los de Agustín Moreto y
Francisco Rojas Zorrilla, sus más importantes discípulos. Es más, a partir de 1642
una importante serie de autores franceses e ingleses empiezan a imitar sus dramas y
comedias sin empacho, destacando en especial por su constancia Antoine Le Métel
d'Ouville, Thomas Corneille y François Le Métel de Boisrobert,14 mientras que otros
imitan solo piezas sueltas. Entre los ingleses destacan William Wycherley, a quien
pudo conocer en persona en 1664 en Madrid, cuando se publicaba la Tercera parte de
sus comedias y había acudido como miembro de una embajada. Allí se incluye El
maestro de danzar, de la que tomó el argumento para su The Gentleman Dancing-Master
(1672) y también había adaptado Mañanas de abril y mayo en su Love in a Wood
(1671). John Dryden y Aphra Behn también se inspiraron en obras suyas estrenadas en
vida de Calderón.15
Cesaron las crisis interior y exterior al reabrirse los teatros en 1649, año en que
estrena El gran teatro del mundo; además, ingresó en los terciarios (Tercera orden
de San Francisco) el 11 de octubre de 1650 y se ordenó sacerdote el 18 de
septiembre de 1651. Precisamente ese año se publica El alcalde de Zalamea con el
título de El garrote más bien dado y en 1652 se representa en el Coliseo del buen
Retiro La fiera, el rayo y la piedra. Poco después (1653) obtuvo la capellanía que
su padre tanto ansiaba para la familia, la de los Reyes Nuevos de Toledo, y, aunque
siguió escribiendo comedias (por ejemplo, en ese mismo año estrenó en palacio La
hija del aire) y entremeses, desde entonces dio prioridad a la composición de autos
sacramentales, género teatral que perfeccionó y llevó a su plenitud, pues se avenía
muy bien con su talento natural, amante de la pintura y de las sutilezas y
complejidades teológicas. Nada más llegado a Toledo ingresó en la Hermandad del
Refugio, institución que acogía a pobres y enfermos y donde años más tarde lo
seguiría su discípulo Agustín Moreto. Por otra parte, el cardenal Baltasar Moscoso
y Sandoval le encargó componer unas canciones que glosaran la inscripción Psale et
sile o Canta y calla que se lee sobre las puertas del coro de la catedral toledana.
Siguió componiendo espectáculos para los reyes en el Palacio del Buen Retiro y para
la fiesta teológica del Corpus, pero ahora se inclina por los temas mitológicos,
huyendo así su fantasía de una realidad tan áspera como la que demuestra el
fallecimiento de su hijo natural Pedro José en 1657 y la firma de la Paz de los
Pirineos en 1659. Entonces ya era el dramaturgo más celebrado de la corte. En 1660
escribe Celos aun del aire matan, Céfalo y Pocris y La púrpura de la rosa, y en
1661 compone los dramas mitológicos Eco y Narciso y El hijo del Sol, Faetón.
Todavía en 1663 el Rey siguió distinguiéndolo al designarlo como su capellán de
honor, hecho que lo obligó a trasladar definitivamente su residencia a Madrid; en
1664 se publica la Tercera parte de sus comedias, que incluyen otra obra maestra,
En la vida todo es verdad y todo mentira. La muerte del monarca en 1665 marcó un
cierto declive en el ritmo de su producción dramática. Es nombrado capellán mayor
del nuevo rey Carlos II en 1666. En 1672 se publica la Cuarta parte de sus comedias
y en 1677 la Quinta.
«Yo, señor, juzgué siempre, dejándome llevar de humanas y divinas letras, que el
hacer versos era una gala del alma o agilidad del entendimiento que no alzaba ni
bajaba los sujetos, dejándome a cada uno en el predicamento que le hallaba... Y
aunque es verdad que ocioso cortesano la traté con el cariño de habilidad hallada
acaso, no dejé de desdeñarla el día que tomé el no merecido estado en que hoy me
veo, pues para volver a ella fue necesario que el señor don Luis de Haro me lo
mandase de parte de Su Majestad... sin haber tomado la pluma para otra cosa que no
fuese fiesta de Su Majestad o fiesta del Santísimo... merced [que] me ha retirado
la objeción de no sé quién que juzga incompatibles el sacerdocio y la poesía...
[si] es justo... no se me obste; y si es malo, no se mande». (1651)16
Pese a tantos honores, al final de su vida sufrió algunas estrecheces económicas,
hasta el punto de que en 1679 se le concedió por cédula real una ración de cámara
en especie para que pudiera abastecerse en la despensa de palacio "en atención a
sus servicios de tantos años a esta parte y hallarse con tan crecida edad y con muy
cortos medios";17 pero con motivo del primer matrimonio de Carlos II y el domingo
de Carnaval del 3 de marzo de 1680 compondrá su última comedia, Hado y divisa de
Leonido y de Marfisa, inspirada en los libros de caballerías. Se estrenó en el
teatro del Buen Retiro, con música de Juan Hidalgo, y dirigió la tramoya el célebre
pintor Dionisio Mantuano, construyendo la escenografía Josef Candi, artista
valenciano discípulo de Cosme Lotti. En ese mismo año envía una lista de sus obras
al duque de Veragua, que se la había pedido, y al siguiente escribe su último auto
sacramental, El cordero de Isaías. Tras dictar testamento el 20 de mayo, falleció a
las doce y media de la mañana del domingo 25 de mayo de 1681, dejando a medio
terminar el auto sacramental encargado para ese año, La divina Filotea. Su entierro
fue austero y poco ostentoso, como deseaba en su testamento: «Descubierto, por si
mereciese satisfacer en parte las públicas vanidades de mi mal gastada vida».18 Su
cuerpo fue enterrado en la capilla de San José de la iglesia de San Salvador, donde
estuvo durante ciento cincuenta y nueve años. Así dejaba huérfanos los teatros
quien fue considerado uno de los mejores escritores dramáticos de su época.19202122
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Legó sus bienes a la Congregación de sacerdotes naturales de Madrid, a la que
pertenecía, y sus manuscritos a su fiel amigo el cura de San Miguel, Juan Mateo y
Lozano. En 1682, el Vicario de Madrid encargó a un amigo de Calderón, el trinitario
fray Manuel de Guerra y Ribera, que redactara una "Aprobación" a la Verdadera
quinta parte de comedias de don Pedro Calderón, y su entusiasmo le hizo excederse
tanto que, en vez de las pocas líneas habituales escribió una auténtica apología de
47 folios del teatro de su tiempo y en especial del de su amigo, lo que suscitó
algunas respuestas por parte de los enemigos del teatro.27 La casa de Calderón de
la Barca en que vivió y murió en Madrid era de dos pisos y estaba ya en la ruina en
1859; el escritor Ramón Mesonero Romanos impidió que se demoliera, pero se le
agregaron dos pisos más y una placa conmemorativa. Poseía un pequeño balcón y se
situaba en la antigua calle de las Platerías, hoy calle Mayor número 61. Los
madrileños dedicaron a su memoria una hermosa escultura en mármol de Juan Figueras
y Vila que fue situada en la plaza de Santa Ana en 1880, frente al castizo Teatro
Español.
Obra
La obra teatral de Calderón de la Barca significa la culminación barroca del modelo
teatral creado a finales del siglo XVI y comienzos del XVII por Lope de Vega.
Por la gracia de Dios, Juan, / eres de linaje limpio, / más que el sol, pero
villano. / Lo uno y otro te digo; / aquello, porque no humilles / tanto tu orgullo
y tu brío, / que dejes, desconfïado, / de aspirar con cuerdo arbitrio / a ser más;
lo otro, porque / no vengas desvanecido / a ser menos. Igualmente / usa de
entrambos designios / con humildad; porque, siendo / humilde, con recto juicio /
acordarás lo mejor / y como tal, en olvido / pondrás cosas, que suceden / al revés
en los altivos. / ¡Cuántos, teniendo en el mundo / algún defecto consigo, / le han
borrado por humildes; / y cuántos, que no han tenido / defecto, se le han
hallado, / por estar ellos mal vistos! / Sé cortés sobre manera; / sé liberal y
esparcido, / que el sombrero y el dinero / son los que hacen los amigos; / y no
vale tanto el oro / que el sol engendra en el indio / suelo, y que conduce el
mar, / como ser uno bienquisto. / No hables mal de las mujeres; / la más humilde,
te digo, / que es digna de estimación; / porque al fin de ellas nacimos. / No riñas
por cualquier cosa; / que cuando en los pueblos miro / muchos, que a reñir se
enseñan, / mil veces entre mí digo: / «Aquesta escuela no es / la que ha de ser».
Pues colijo / que no ha de enseñarse a un hombre / con destreza, gala y brío / a
reñir, sino a por qué / ha de reñir; que yo afirmo / que, si hubiera un maestro
solo / que enseñara prevenido, / no el cómo, el por qué se riña, / todos le dieran
sus hijos.
En otras ocasiones aborda las pasiones amorosas que ciegan el alma, en especial los
celos patológicos que aborda en El mayor monstruo, los celos o en El médico de su
honra, entre otros dramas.
En cuanto a dramas filosóficos, su obra maestra es, sin duda, La vida es sueño; El
médico de su honra y El alcalde de Zalamea en cuanto al drama de honor, aunque hay
también piezas comparables como El pintor de su deshonra (h. 1648) o A secreto
agravio secreta venganza (1635).
Tienen carácter melodramático comedias como No hay cosa como callar (h. 1639), No
siempre lo peor es cierto (entre 1648 y 1650) o La niña de Gómez Arias (h. 1651),
que poseen una mayor introspección y se acercan al universo trágico.
Comedias palatinas son El galán fantasma (1629), Nadie fíe su secreto, Manos
blancas no ofenden (h. 1640), o El secreto a voces (de la que se conserva un
manuscrito autógrafo de 1642).
Se acercó al drama histórico con piezas como La gran Zenobia (1625), La cisma de
Ingalaterra, Amar después de la muerte, o El tuzaní de la Alpujarra (1659) o El
mayor monstruo del mundo (1672).
Dramas filosóficos y simbólicos son La hija del aire en sus dos partes, donde se
pinta la ambición sin límites de la reina Semíramis, asesina de su marido Nino, y
Las cadenas del demonio (de atribución dudosa).
Compuso asimismo Calderón bastante teatro menor, por ejemplo entremeses como El
triunfo de Juan Rana.
La dramaturgia calderoniana
Calderón reduce el número de escenas que habitualmente empleaban Lope de Vega y sus
seguidores, porque cuida más la estructura dramática; restringe igualmente la
abundante polimetría del teatro anterior a octosílabo, endecasílabo y alguna vez
heptasílabo; también empobrece el repertorio estrófico a fin de lograr más unidad
de estilo. En vez de buscar temas nuevos, que también, prefiere usar temas ya
desarrollados por los comediógrafos anteriores de Lope o de su escuela, que
reescribe suprimiendo las escenas inútiles, débiles, sobrantes o poco funcionales,
o añadiendo las que cree necesarias; es decir, refundiéndolas. Por demás, sigue los
mismos mecanismos y convencionalidades de la comedia lopesca, con las aportaciones
añadidas de Antonio Mira de Amescua, Tirso de Molina y Juan Ruiz de Alarcón, pero
burlándose a veces de esos mecanismos recurriendo a la metateatralidad.31 Su estilo
utiliza las galas formales del culteranismo, pero también lo vulgariza con una
serie de metáforas en torno a los cuatro elementos que todo su público podía
entender, lo que lo vuelve más accesible. Asimismo, emplea símbolos en sus
comedias, muchas veces tomados de la filosofía neoplatónica que tanto le
influyó:nota 13 la caída del caballo, que representa la deshonra o la alteración
del orden natural; las casualidades no casuales, el significado profundo de la luz
y la oscuridad; el equilibrio natural entre los cuatro elementos, y algunas
técnicas dramáticas como la profecía u horóscopo inicial en la obra, que crea
expectativas engañosas para el público, por ejemplo en La cisma de Inglaterra o en
la misma La vida es sueño. Calderón se da cuenta a veces de lo artificial y
mecánica que resulta la fórmula dramática barroca y por ello se permite a veces
hacer juegos o bromas metateatrales permitiendo a sus actores hacer comentarios
jocosos sobre los tópicos que les salen al paso y se ven obligados a seguir.
El itinerario de la escuela dramática española describió así una línea circular que
comienza con la idea de la representación como espejo de costumbres para pasar a
concebir el género como un arte que crea una realidad poético-ideológica. En otras
palabras, del arte abierto de Lope de Vega se pasó a la manera intelectual,
perfecta, deshumanizada de Calderón, que alcanzó valor universal a través del
emblema y del símbolo.33
Lenguaje y estilo
En cuanto a su lenguaje, es manejado con solemnidad, enfatizando la belleza con el
uso de antítesis, metáforas e hipérboles; Calderón hace brillar su dominio de la
retórica y, aunque podría estimarse que es la culminación teatral del culteranismo,
procura que las metáforas puedan ser fácilmente desatadas por su público reiterando
un mecánico sistema de referencias cruzadas en torno a los cuatro elementos y
recurriendo a una Retórica de fáciles paralelismos, oposiciones, simetrías y
diseminaciones y recolecciones, o repitiendo los conceptos para que calen y sean
entendidos:
Estéril poeta es éste / pues en un campo le falta / yedra jazmín o arrayán / para
esconder unas damas [...] Pero, ¿no ves que estamos detrás / de San Jerónimo, y
basta / que finja tapias? Y aun esas / plegue al cielo que las haya (P. Calderón,
Hombre pobre todo es trazas)
ARCEO: Y si el galán y la dama / están ya desengañados, / aquí acaba la comedia. /
DON PEDRO: ¿Oísteis ya el desengaño, / don Juan? / DOÑA ANA: No soy tan dichosa yo.
/ DON PEDRO: ¿Cómo así? DOÑA ANA: Como cuando / yo entré, solo vi un hombre / que,
atrevido y temerario, / se echaba por la ventana / que hay, señor, a esos
tejados. / ARCEO: Pues no acaba la comedia... (P. Calderón, Mañanas de abril y
mayo)
También son frecuentes los diálogos fragmentados «al alimón», en que dos o más
personajes se van continuando y terminando las frases que dejan a medias sucesiva y
simétricamente. Por otra parte, la intratextualidad de Calderón es muy fuerte, pues
el autor a veces reutiliza o reescribe textos de unas comedias o autos en otros,
autoparodiándose con intención cómica o imitándose a sí mismo conscientemente.
Sobre todo en su teatro menor, su uso de la comicidad llega a resultar casi ubuesco
en boca del gracioso, subvertiéndose, entre otras convenciones, el sagrado sentido
del honor mediante el mecanismo de la parodia oblicua.35 Y así, en El toreador,
cuando un noble le dice a Juan Rana: ¿Y la honra, el honor? ¿Eso os escucho?,
responde este: Bien decís: el honor me aprieta mucho, lo que reitera en otra
ocasión: La reputación me ha puesto / en lance tan apretado / que el honor es lo de
menos. En cuanto a la nobleza de sangre, bien se dice en La casa de los linajes:
"¿Hay persona de más sangre / que una mondonguera?". Incluso se subvierte el
patriarcalismo machista, y cuando la esposa de Juan Rana insiste en que vengue su
honra mancillada dice este: Desafiadle vos, que a vos os toca (P. Calderón de la
Barca, El desafío de Juan Rana).36
Pero el recurso al que Calderón recurría con más confianza, porque satisfacía su
deseo de jugar con abstracciones y conceptos (algo que también podía ejercer en la
comedia mitológica) era la alegoría. De hecho, configuró ya definitivamente sobre
este recurso el género del auto sacramental, pieza alegórica en un acto de tema
eucarístico que se representaba en la festividad cristiana del Corpus Christi, con
gran aparato escenográfico. Calderón la definía así:
La alegoría no es más / que un espejo que traslada / lo que es con lo que no es, /
y está toda su elegancia / en que salga parecida / tanto la copia en la tabla / que
el que está mirando a una / piense que está viendo a entrambas (P. Calderón, El
verdadero dios Pan)
Pero a Calderón no se le ocultaba la artificialidad convencional del género y lo
resumió burlescamente, de nuevo mediante el recurso a la metateatralidad:
...Estaba en estilo puesto / que empiece el Hombre pecando, / que acabe Dios
redimiendo / y, en llegando el pan y el vino / subirse con él al Cielo / al son de
las chirimías... (P. Calderón de la Barca, Lo que va del hombre a Dios)
Temas e ideología
La formación jesuita de Calderón lo llevó a asimilar el pensamiento de San Agustín
y Tomás de Aquino a través de la interpretación de Domingo Báñez, Luis de Molina y
Francisco Suárez, y así Menéndez Pelayo lo creyó aristotélico, aunque la crítica
moderna (Michele Federico Sciacca, Jack Sage, Ángel Valbuena-Briones) ha valorizado
la enorme importancia que tuvo en Calderón la filosofía neoplatónica. Junto a esto
se percibe en su teatro un profundo pesimismo a pesar de la autonomía y validez de
la acción humana. Sus obras siempre suelen centrarse en la oposición o
confrontación entre:
Monólogo de Segismundo
MENÚ0:00
Acto II, escena 19. Monólogo de Segismundo.
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La vida es una peregrinación, un sueño, y el mundo es un teatro de apariencias. Su
pesimismo está atemperado por su fe en Dios y por el fuerte racionalismo que
asimiló de Tomás de Aquino. El sentido de la angustia de muchos de sus personajes
lo aproximan al existencialismo cristiano contemporáneo y al pesimismo de Arthur
Schopenhauer:
Pero, ¿qué mal no es mortal / si mortal el hombre es, / y en este confuso abismo /
la enfermedad de sí mismo / le viene a matar después? / Hombre, mira que no estés /
descuidado. La verdad / sigue, que hay eternidad / y otra enfermedad no esperes /
que te avise, pues tú eres / tu mayor enfermedad. / Pisando la tierra dura / de
continuo el hombre está, / y cada paso que da / es sobre su sepultura. / Triste
ley, sentencia dura / es saber en cualquier caso / cada paso ¡gran fracaso! / es
para andar adelante, / y Dios no es a hacer bastante / que no haya dado aquel paso.
El príncipe constante, jornada III
La vida es sueño. Detalle del monumento a Calderón de Madrid (Joan Figueras Vila,
1878).
Calderón posee un concepto providencialista de la historia, antigua o
contemporánea, que es huella de la voluntad divina y por lo tanto posee un sentido,
aunque Dios no permita que lo encontremos en la vida terrenal, y contempla esa
misma voluntad en el mundo natural, ordenado según los cuatro elementos y donde se
puede leer el plan y la promesa de Dios, aunque no adivinar su sentido último.
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