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Por tanto, podemos afirmar que la comunicación es de doble vía, ya que va de el/la emisor/a a
el/la receptor/a y viceversa.
Se trata, en definitiva, de dar a conocer una información a través de un mensaje, sin necesidad de
recibir una retroalimentación o feedback.
Y por si aún te queda alguna duda, y prefieres recurrir a fuentes de información más fiables como
diversos diccionarios de los que disponemos, te diré que la definición exacta que utilizan algunos
sobre el hecho de informar es “enterar o dar noticia de algo”.
Con respecto al término “comunicar”, recogen en su diccionario que se trata de “hacer a una
persona partícipe de lo que se tiene”, “descubrir, manifestar o hacer saber a alguien algo”,
“conversar, tratar con alguien de palabra o por escrito” o “transmitir señales mediante un código
común al emisor y al receptor”.
Una vez explicados los conceptos arriba mencionados, es importante tener en cuenta los
elementos que intervienen en cualquier proceso de comunicación y que no los debemos pasar por
alto.
Parece algo sencillo y que todos/as conocemos, pero, en ocasiones, me encuentro con personas
que aún los confunden y/o desconocen.
Para que no te quede la menor duda, a continuación, te detallo cuáles son los elementos que
citaba:
Receptor/a: es el/la destinatario/a del mensaje, es decir, aquella persona que recibe el mensaje y
lo interpreta.
Retroalimentación: llegados a este punto, el/la emisor/a del mensaje puede comprobar, en gran
medida, si el/la receptor/a ha recibido y comprendido adecuadamente su mensaje.
Por tanto, es importante tener claro que existen muchos tipos de comunicación (verbal, no verbal,
horizontal, vertical, organizacional, etc.), aunque bien es cierto que algunos de ellos son más
conocidos e indispensables.
La comunicación verbal se caracteriza por las palabras que se utilizan en la interacción entre el/la
emisor/a y el/la receptor/a, así como por el tono de nuestra voz.
Aun así, dichas palabras se pueden expresar a través de la comunicación oral -mediante signos
orales o palabras habladas- y la comunicación escrita -a través de códigos escritos-.
2. Comunicación no verbal
A pesar de que la comunicación verbal es la más evidente que conocemos, y que está regulada por
diversas normas que nos enseñan desde muy pequeños/as, existe otro tipo de comunicación igual
de influyente y que puede variar o cambiar el significado de la citada comunicación verbal: la
comunicación no verbal.
La “no verbal” es aquella que se lleva a cabo sin el uso de palabras, y en muchos casos, sin apenas
darnos cuenta. El contacto visual, los movimientos de manos y brazos, la expresión facial o la
postura y la distancia corporal son algunos ejemplos.
En este caso, tanto la emisión de mensajes como la interpretación de los mismos se realizan de
manera involuntaria, la mayoría de las veces.
De todas formas, debemos tratar siempre de que nuestras palabras -o la llamada comunicación
verbal- coincidan siempre con nuestra conducta no verbal.
Aunque la comunicación verbal y la no verbal son dos de las más importantes que conocemos, no
podemos obviar tampoco otros tipos de comunicación, que forman parte de nuestro día a día, y
que conviene tenerlos en cuenta. Por ejemplo:
4. Colectiva:
5. Intrapersonal:
Un/a determinado/a individuo/a se comunica consigo mismo/a. Aun así, muchos/as ponen en
duda si este tipo se puede considerar comunicación.
6. Interindividual:
Ocurre cuando dos personas se comunican entre sí, de manera verbal o no verbal.
7. Intragrupal:
En este caso, dos o más personas de un mismo colectivo se comunican entre sí.
8. Intergrupal:
9. Masiva:
Hablamos del mensaje que se recibe a través de la vía olfatoria. Por ejemplo, el acto de recibir la
información que transmite alguien por su olor.
Es aquella información de tipo político, que, en general, tiene una fuerte carga ideológica. Ocurre,
por ejemplo, cuando acudimos a un evento en el que un cargo político pretende convencernos de
algo y ganar su voto.
Más tipos de comunicación:
Es la que se da entre diferentes niveles jerárquicos dentro una empresa u organización, bien sea
de arriba hacia abajo (de directivos/as a empleados/as) o de abajo hacia arriba (de los/as
empleados/as a los mandos superiores).
Ocurre dentro del mismo nivel en una organización, empresa o institución. Por ejemplo, entre
departamentos iguales o empleados/as de una misma área.
Es la que se da entre diferentes rangos dentro de la empresa. Se utiliza para transmitir una serie
de órdenes que tienen que llevar a cabo los empleados/as.
Es la que se da entre los/as empleados/as que están en un mismo nivel jerárquico (o no) dentro de
una empresa u organización. Surge de manera espontánea, sin necesidad de que tengan que
relacionarse entre sí dentro de la empresa.
Es aquella que utilizan personas sordomudas y sordas y todas aquellas que forman parte de su
entorno para establecer una comunicación eficaz.
El contenido, en este caso, es de tipo sexual, bien sea a través del lenguaje verbal o a través de
otro tipo de soportes, como vídeos o fotografías.
Una vez definidos los conceptos y los tipos de comunicación más importantes, no podemos obviar
cuáles son las técnicas o principales habilidades comunicativas que debe poseer un/a buen/a
comunicador/a, tanto en su vida personal como en la profesional.
Pero tranquilo/a, si careces de alguna o varias habilidades comunicativas, siempre estás a tiempo
de poder aprenderlas.
En mayor o menor medida, todos/as -o casi todos/as- carecemos de alguna de ellas. Aun así,
nunca es tarde para entrenarnos a fondo y poder adquirirlas.
Las principales habilidades comunicativas que debes tener en cuenta son las siguientes:
Escucha activa:
Dichas personas jamás lograrán establecer una comunicación perfecta con sus interlocutores/as
hasta no darse cuenta de que escuchar, principalmente, es lo que los/as hará grandes y los/as
convertirá en personas y profesionales diez.
Tal y como lo decía el biógrafo y ensayista griego Plutarco: “Para saber hablar es preciso saber
escuchar”. Y ojo, en esto, quien más o quien menos, estoy seguro de que debe y debemos
mejorar. Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
Por cierto, ya de paso, no confundas los términos “escuchar” con “oír”. Al escuchar debemos
prestar atención a lo que oímos y el simple hecho de oír se refiere a percibir con el oído los
sonidos de algo o alguien.
Empatía:
Validación emocional:
Llegados a este punto, debemos hacer comprender a la otra persona que entendemos lo que
siente y que aceptamos lo que dice y muestra.
Lenguaje no verbal:
El lenguaje no verbal o la comunicación no verbal comunica igual, a veces incluso más, que el
lenguaje verbal o la comunicación verbal.
De hecho, según un estudio publicado por Albert Mehrabian, en una conversación entre dos
personas, el componente verbal supone un 35 % y el restante 65 % la comunicación no verbal.
Al hablar del lenguaje no verbal nos referimos al contacto visual, los gestos, la postura corporal e
incluso el afecto. Aspectos muy a tener en cuenta, todos ellos, en las distintas facetas de nuestra
vida (familiar, laboral…).
Resolución de conflictos:
Aprender a resolver los conflictos que surgen en cualquier relación laboral, familiar o de amistad
es esencial. Para ello, lo adecuado es mantener una actitud calmada y respetuosa y no estar a la
defensiva.
Controlar nuestras propias emociones hará que nos comuniquemos de manera más eficaz con
nuestros interlocutores/as, y eso, indudablemente, facilitará las relaciones entre las personas.
Lenguaje verbal:
Aunque algunos/as lo lleven innato, ser un buen comunicador/a también es algo que se aprende
con el tiempo, siempre y cuando le dediquemos esfuerzo, constancia y pasión al asunto.
Personalmente, resumiría las siguientes cualidades básicas para ser un/a buen/a comunicador/a:
ser claro/a y capaz de controlar los ritmos, las pausas y el tiempo del discurso, tener la suficiente
capacidad para improvisar ante situaciones distintas, así como saber vocalizar de manera correcta.
Leer y escribir:
Dos cuestiones que aprendemos desde bien pequeñitos/as, y que algunas personas descuidan o
dejan de darle importancia conforme avanzan en sus vidas. Ambas resultan primordiales y son
armas poderosas para defendernos en nuestro día a día.
La lectura posibilita, sin duda, el desarrollo intelectual y ayuda a comprender la realidad, mientras
que la escritura nos permite tener un buen dominio de la comunicación escrita y relacionarnos con
las demás personas libremente.
Respeto:
Es la norma básica para establecer una comunicación real y efectiva entre dos personas. Si
mostramos el respeto hacia las personas, estarán más abiertas a comunicarse con nosotros/as y a
mostrar realmente sus impresiones y/o sentimientos.
Persuasión:
El arte de persuadir o convencer a las personas es clave, ya que transforma ideas, creencias o
viejos patrones que tenemos interiorizados, e intenta contentar y satisfacer las necesidades de
ambas partes.
Siempre y cuando se utilice con la mejor voluntad, es recomendable aprovechar ese don para
crear un entorno de trabajo, familiar o social mejor.
Credibilidad:
Irremediablemente, está unida con la persuasión. Jamás lograremos persuadir de manera eficaz a
las personas si no demostramos un mínimo de credibilidad.
Nuestras palabras, hechos o acciones serán los que, en gran medida, sustenten las bases de una
confianza y, con ello, nos ayuden a generar credibilidad.
Conclusión
Si algo debe quedarnos claro es que cualquier mínimo gesto, palabra o silencio, y a través de
cualquier medio o canal, comunica. Por tanto, está en nuestras manos el hecho de mejorarlo o no
y aprender a superarnos, así como lograr comunicar de manera eficaz.