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¿Cómo debe ser la educación del siglo XXI?

Nadie cuenta con una receta definitiva ni con una fórmula mágica. Cada lugar tiene
necesidades educativas que deben ser cubiertas de manera específica. No obstante, sí pueden
señalarse algunos rasgos que debería tener la educación del siglo XXI para que se convierta en
un motor de desarrollo:

Debe ser flexible y lo más alejada posible de modelos rígidos, pues el mundo cambia
constantemente y es preciso que los niños y los jóvenes se adapten a nuevos contextos y
circunstancias. Nada es definitivo.

Es necesario que promueva valores sociales como la igualdad, la justicia, la cooperación y la


ayuda humanitaria, pues de esta forma se anima a los ciudadanos del mañana a ser motores
de cambios estructurales y a tomar conciencia de las necesidades reales de su entorno.

Debe insistir en el modelo de desarrollo sostenible como una meta a la que todos debemos
contribuir. Los actos de las personas que en algunas décadas guíen los destinos del mundo no
pueden obviar la sostenibilidad de la Tierra ni el cuidado de los recursos naturales

En último término, la importancia de la educación en el siglo XXI radicará en su capacidad para


transmitir valores que nos ayuden a construir una sociedad más justa, igualitaria, dinámica y
diversa, acudiendo a los diversos recursos tecnológicos que nos proporciona el mismo
contexto.

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