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Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz.

En este mundo afrontarán aflicciones,


pero ¡Anímense! Yo he vencido al mundo.
Juan 16:33

Primera edición:
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01 Domingo
El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu.
Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado.
Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.
Friedrich Nietzsche.

Llegó el día que salía el listado del liceo militar, mi madre lo había buscado en el periódico y aparecí en la
lista, había quedado entre los diez primeros puestos de aspirantes, de verdad que no me había esforzado
al 100% y había disfrutado esos días con mi padre, la publicación salió a los cinco días de igual manera
que cuando presenté en el seminario y era por eso que en cualquier momento llegaría mi padre a
buscarme de nuevo; ya con anterioridad habíamos vuelto al liceo en otras oportunidades, primero para
llevar los resultados de unos exámenes de sangre, la constancia de salud junto con unas radiografías de
tórax y después regresamos otra vez cuando salí elegido en el listado, ya que fuimos a comprar los
uniformes y equipos que necesitaría, además de los útiles escolares y los libros obligatorios para el
primer año de bachillerato; mi madre al fin me había convencido tras varios días de guerra psicológica y
por eso esté día era mi partida involuntaria pero obligatoria, ella me dijo enfáticamente: “Iras tan solo a
probar como es ese liceo militar” y le anexó una promesa solemne por su parte: “Sí en diciembre no
estas contento te podrás retirar y tu padre en persona te ingresará al seminario”, claro, ¡Sí todavía ese
era mi deseo!, no estaba totalmente convencido pero era mi madre y nunca me había mentido. No podía
decir que “NO”.

Esa madrugada pasaban los minutos y nada que llegaba mi padre, mama estaba sentada en la sala,
renegaba del día que se había divorciado y de otras cosas que no valen la pena recordar, era extraño
cuando ella fumaba y a esa hora más, fumaba y refunfuñaba, por eso me había quedado en mi cuarto,
era una situación más tranquila y no tendría que tragarme su humo; se oía el tic tac del reloj del
comedor y parecía que nunca iba a terminar de despegar ese día, hubo un momento después que
marcara las campanadas de las 5 que todo esto se me tornó en una espera sin fin y en ese preciso
instante el miedo se apoderó de mi cuerpo, temblé de la cabeza a los pies y sentí como se me aceleró el
corazón, me estaba costando aceptar que ya pronto me iría de mi casa sin saber cuándo volvería, así lo
había decidido y ahora lo enfrentaría con lo mejor de mí porque ese día me enrumbaba hacia una nueva
vida totalmente desconocida y que en ese preciso momento no era ni decisión mía, ni de mi gusto. De
repente se oyó el motor de un potente auto, que ya me era familiar y se detuvo en las puertas de la casa,
pero la neblina era densa y la oscuridad arropaba todo, se oyó una puerta, unos pasos y era mi padre...

– Hola Mary, ¿Cómo estás?, Buen día, vaya frio el de hoy... – Se lo oía de verdad congelado –

– Hola, ¿Cómo estas Jesús?, Si está bastante frio este día, deberían apurarse... hoy has llegado un poco
tarde. – De alguna cosa tenía que quejarse mi madre –

– Tranquila, tú sabes que me rinde la carretera y... ¿Mi genio dónde está? – Otra vez –

– Sentado en su cama. Esperándote.


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– Con tu permiso, voy a buscarlo.

– Si claro pasa.

Oí los pasos fuertes de mi padre y se detuvo en el marco de la puerta de mi cuarto y se me quedó


mirando. – Vamos genio muévete, hoy comienzas una nueva vida, se acabó la primaria, ¡Ya serás
bachiller! y en “el mejor liceo militar del país”. – Y dale de nuevo con lo de genio –

– Bendición padre.

– Dios te bendiga hijo, vamos ayúdame con tus otras cosas mientras llevo la maleta grande.

Cargamos todas mis cosas recién compradas, limpias, relucientes, brillantes, costosas y pesadas,
metimos todo en la maleta del auto nos montamos y arrancamos en mitad de esa neblina. Rebobinaba
todo mentalmente mientras veía como pasaban rápidamente las luces de las casas entre la oscuridad y la
neblina, sin darme cuenta estaba recordando las lágrimas de mi madre cuando me dio su bendición al
despedirnos, sentí una presión en el pecho, pero “un hombre no llora” como decían mis padres, el viento
frio golpeaba mi rostro y papá conducía a más de 150 km/h, como siempre, (Con el paso de los años
muchos alumnos del liceo que le pidieron que los llevara habían vomitado) la carretera estaba llena de
curvas cerradas y en ascenso hacia el primer páramo, ya casi me conocía alguna partes del camino.

Atravesamos el pueblo donde en lo alto quedaba el liceo militar y ascendimos hasta sus instalaciones, no
eran las siete de la mañana y el frío era brutal, vimos un espectacular amanecer sorteando las montañas,
pero nada que calentaba el sol; después de estacionarnos en el patio de honor comenzamos a sacar
todas las cosas de la maleta del carro y organizamos como llevarlas en un solo viaje hasta donde sería mi
nuevo dormitorio, alrededor nuestro estaban decenas de padres con sus hijos en la misma diatriba,
cargando lo que necesitarían sus críos en lo que sería su nuevo hogar, claro no eran tantos como el día
de las pruebas de admisión que estuvimos presentado como 800, pero solo había cupo para 200
aspirantes de los cuales terminarían el año unos 150, según nos contó el oficial amigo de mi padre.

A toda prisa llegamos al escritorio de la información y allí mi padre preguntó para cuál compañía1 tendría
que presentarme, rápidamente un oficial en traje blanco de la naval le informó en donde estaban los
listados con la distribución de los nuevos alumnos; de las tres que existían, yo estaría en la segunda
compañía, que era donde mi padre había estado durante los últimos tres años de su vida en el mismo
liceo y muy orgulloso me guio hasta el tercer dormitorio donde estaba la mayor parte del tercer
pelotón2, que era al cual me habían asignado, debimos subir desde la información por las escaleras hasta
el patio número uno para caminar por el pasillo del borde derecho del patio hacia el segundo edificio,
por ese pasillo se llegaba a la entrada principal de la segunda compañía y se subía al segundo piso que

1
Compañía: En el ámbito militar, es una unidad militar de infantería… integrada por 70-250 hombres, y es
equivalente a los escuadrones de caballería y baterías de artillería. Se compone normalmente por entre 3 y 5
secciones de distinto tipo según el país y el ámbito táctico para el que se esté adiestrando. Está típicamente
mandada por un capitán. https://es.wikipedia.org/wiki/Compa%C3%B1%C3%ADa_(milicia)
2
Un pelotón: en el ámbito castrense, es una pequeña unidad militar mandada típicamente por un sargento, pero
en un liceo militar lo comanda un alumno del último año y con jerarquía. Un pelotón incorpora dos o más
escuadras y varios pelotones forman una sección. https://es.wikipedia.org/wiki/Pelot%C3%B3n
9

era donde dormían los alumnos, todos los pasillos eran largos pero el de esta compañía era enorme, casi
no veía el final, pasamos por el primer y segundo dormitorio y pude ver después unos baños gigantes,
había mucha actividad de alumnos y representantes, se veían maletas y cajas por doquier.

Por fin llegamos al tercer dormitorio, era grande y cabían unas 30 camas literas, habían muchos
escaparates que bordeaban todas las paredes y algunos no tenían candado todavía, todo estaba pintado
de gris: los escaparates, tanto por fuera como por dentro, las literas y hasta las paredes que tenían dos
tonos de gris; los pocos muchachos antiguos presentes nos veían de reojo y nos dijeron que
escogiéramos el escaparate que quisiéramos, pero mi padre que si sabía lo que hacía buscó uno que
estuviera frente a una cama vacía, claro, en la parte alta de la litera, ya que solo los superiores podían
dormir abajo, dentro del escaparate en el interior de una de las puertas se encontraba pegada una copia
multigrafiada con la distribución oficial y aceptada de las cosas en los espacios y en las divisiones dentro
del escaparate, estos eran grandes y tendrían más de 20 años y estaban empotrados con la pared en
concreto y tenían puertas de acero, con unas argollas frontales que se acoplaban con otra que estaba en
un separador central metálico y una vez cerrados quedaban alineados y permitían colocar un gran
candado en la parte exterior como seguridad, las puertas no llegaban al piso ni cerraban completamente
pero tampoco pasaba una mano.

Nos tardamos como una hora en sacar todo de las maletas y ordenarlo de acuerdo a la imagen de la
copia, mi padre me ayudó lo más que pudo hasta que le pidieron a los representantes que abandonarán
los dormitorios, solo faltaba terminar de colocarle las sábanas a la colchoneta que de ahora en adelante
sería mi pequeña cama en esa litera de acero llena de resortes y alambres, misteriosamente mi padre
reviso muy bien esa maraña y sus tubos, como había hecho con las dos literas anteriores, pero con la
tercera hizo la señal de aprobación, explicándome que todos los alambres debían estar derechos y
abiertos hasta su extensión total, los resortes que iban desde los bordes y se agarraban al tramado de
alambres tenían que estar jalando y presionando los alambres parejamente hacia el borde, para que de
esa manera la cama no se fuera hacia abajo y no se moviera mucho la litera cuando yo me subiera y así
no sonaría mucho (parecía que ese último detalle era muy importante también), me hizo subir y bajar
varias veces, sentí que algunos alumnos superiores me miraron asentando calladamente.

Inmediatamente pasó a revisar el escaparate, el cual también aprobó, después cuando estábamos
sacando todo me explicó el por qué había seleccionado éste en específico y más tarde, en la primera
visita, tendría que agradecerle lo que aprendí de la estructura de esas literas y lo importante de los
resortes y la trama de los alambres, también me explicó cómo tender la colchoneta, dándome el
ejemplo, ya que él armó una esquina y la otra la armé yo bajo su tutela, copiando exactamente el
procedimiento y confirmando que el resultado fuera el mismo.

Desde el momento que retiraron a los padres algunos de los muchachos antiguos que estaban en los
dormitorios se transformaron inmediatamente en sus rostros y en su actitud para con los que estábamos
ingresando como nuevos aspirantes, gritos iban y venían, órdenes y contraordenes, si algún aspirante
estaba organizando mal el contenido del escaparate de acuerdo al manual que estaba en las puertas, se
lo tumbaban al piso de una sola patada, era un golpe muy preciso desde la última tabla inferior de
división del escaparate y hacía arriba haciendo un efecto domino ascendente con el cual el resto de las
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divisiones se venían al piso desparramando todo y sin ninguna compasión, si eso no sucedía los
compañeros se burlaban del que había dado la patada y por supuesto que había dinero que cambiaba de
manos; todos los superiores se habían volcado sobre los aspirantes y los del segundo año eran los más
agresivos, se les sentía el resentimiento, pude ver el miedo en casi todos los rostros de mis compañeros
aspirantes y fue en esos momentos cuando empecé a oír mis primeros comandos militares: "Párese
firme aspirante, pega los dedos, párate derecho, saca pecho, pega los talones, mirada al frente...",
terminé de tender mi cama los más rápido que pude y cerré el escaparate, gracias a Dios mi padre como
ex alumno me había contado cómo eran esos momentos y yo tenía años oyendo sus fabulosas historias
del liceo militar, eso me ayudó a sortear el dormitorio y salir al pasillo para pasar por la oficina de la
compañía y entregar obligatoriamente una copia de la llave de mi candado a la secretaria, ella y el
comandante de la compañía, inmediatamente me asignaron mi código de alumno, mientras me alejaba
velozmente hacia las escaleras verificaba en mi mente que verdaderamente había dejado a la mano la
primera muda militar que me pondría para hacer el juramento de fidelidad a la institución, la bandera y
la nación.

Bajé de los dormitorios tan pronto pude, entre gritos, ordenes e insultos, me dirigí hasta el patio número
uno donde se encontraban reunidos los padres y representantes y me llevé una gran sorpresa, ¡Mi
madre había llegado!, estaba con una tía, mi hermano menor y unos primos, estaban todos con mi padre
hablando y los sorprendí... Mi madre inmediatamente me preguntó porque aún estaba con el cabello
largo, de jeans y camisa civil, a lo que mi padre le respondió que todavía no había empezado el acto de
juramentación y que pronto comenzaría, de verdad que me alegró ver a mi madre, ella me miraba con
tristeza pero con orgullo, era extraña esa mirada mezclada de sentimientos, pero su presencia allí quería
decir que estaba de acuerdo con mi estadía en el liceo militar… Por otra parte mis primos me
preguntaban cómo eran los dormitorios y casi que los llevo a verlos, pero mi padre nos explicó que no
era permitido hacerlo en un día de recibimiento de los nuevos, es más que era el único día que los
padres y representantes subían a ayudar a cargar todas las cosas del hijo.

Hacía un sol bastante fuerte y eran casi las nueve de la mañana, llamaron a formación a los aspirantes a
alumnos del liceo militar que ingresaban ese glorioso día – literal – y allí mismo en ese inmenso patio con
piso de asfalto se empezó a formar el batallón3 ante la mirada de los representantes, que se replegaron
hacia los pasillos que bordeaban el patio por dos de sus costados, yo empecé a preguntar cuál era la
segunda compañía y cuando llegué era fácil ubicarme en el tercer pelotón, en la primera escuadra donde
me habían asignado.

Adelante de los pelotones estaban los alumnos superiores de quinto hasta segundo año, formados en
orden descendente por año, antigüedad4 y tamaño, con sus uniformes de aula con pantalones verdes y

3
Batallón: es una unidad militar de alrededor de 1.000 hombres (puede ir de 300 a 1.500) formada, usualmente,
por dos a seis compañías y mandada típicamente por un comandante. Cada Batallón puede tener de 3 a 6
compañías y cada compañía de 4 a 6 pelotones, cada pelotón debe tener 4 escuadras o escuadrones.
https://es.wikipedia.org/wiki/Batall%C3%B3n
4
Antigüedad: Es un estatus individual que se calcula en base a dos variables, la primera es el año que se cursa
porque sería el tiempo de permanencia, la segunda sería la jerarquía ganada en base al promedio de notas, que
incluye la evaluación del espíritu militar demostrado, que le confiere mando y ciertos derechos reglamentarios,
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camisas blancas, en la parte de atrás de los pelotones en total contraste con tanto verdor estábamos los
nuevos aspirantes en posición de firmes, que era lo que hasta el momento habíamos aprendido, no
podíamos movernos, estábamos escuchando y viendo lo que hacían los antiguos ante cada nuevo
comando, "Oído", "Atención Firmes", "A discreción", "Vista a la izquierda", "Saludo", "Vista al frente" ... y
cuando me di cuenta ya le estaba agarrando el ritmo y la cadencia de cómo se hacían las cosas; de
repente un oficial leyó en voz alta una descripción del acto por el cual estábamos reunidos allí ese día.

A continuación los aspirantes fuimos pasando ordenadamente al frente de todo el batallón y nos
formaron en columnas por pelotón y al frente de cada columna había un alumno del quinto año con una
tijera en la mano, su mirada estaba llena de satisfacción acompañada con una sonrisa sádica, sarcástica y
misteriosa; después de la orden impartida por el comandante del cuerpo de alumnos los de quinto año
dieron media vuelta y con las tijeras empezaron a cortar las pollinas de cada uno de los aspirantes
varones y el largo del cabello de las chicas; cuando me tocó el turno vi como la tijera bajo el sol brillaba
menos que la mirada del alumno de quinto año, en realidad gozaba con cada mechón que caía al piso, yo
no pude ni moverme, solo vi como cayó mi cabello al piso de asfalto y era más negro, hacía rato que
estaba sudando, había mucho calor, ya habían pasado por las tijeras a todos los aspirantes y el
comandante del cuerpo de alumnos gritó "Al trote mar" y los aspirantes salimos corriendo a subir a cada
dormitorio asignado para cambiarnos las ropas, yo me vestí lo más rápido posible, ya estaba vestido de
verde, todo lo había dejado a la mano y me costó un poco quitarme lo que me había quedado encima de
los cabellos cortados, menos mal la gorra llamada cristina5 me tapaba la trasquilada en la pollina, el
uniforme me quedaba muy bien después de haberlo mandado a ajustar, un poco grande porque se
suponía que crecería muy rápidamente aquí, pero me quedaba bien en realidad.

Bajé corriendo a toda prisa, porque habían estudiantes del quinto año gritándonos que hiciéramos todo
para ya, “Rápido nuevos, corran, muévanse, ¡Mi hermanita corre más rápido que ustedes!, ¿Que me
miras nuevo?, el que llegue de ultimo tendrá castigo esta noche en la hora de casino”. Así que volví a la
formación ubicándome en la parte posterior de mi pelotón, de acuerdo a mi estatura, cuando ya
habíamos bajado todos los aspirantes y estábamos en los escuadrones, nos pasaron al frente del batallón
en una fila, pero ordenadamente desde el primer escuadrón, del primer pelotón, de la primera
compañía, después los del segundo escuadrón del primer pelotón, de la primera compañía... eran un
total de 4 escuadrones por pelotón y de igual manera 4 pelotones por cada compañía, pero eran 5
compañías para formar el batallón de alumnos, la quinta era la mágica compañía de mujeres, desde lejos
las veía pero igual las podía oler, eran olores a azahares, flores y primavera, claro eran externas y no
dormían dentro de las instalaciones, así era también con la cuarta compañía que era de externos, eran

incluso sobre sus mismos compañeros de año, dentro de las jerarquías, la antigüedad se respeta estrictamente en
base a la clasificación general del promedio o posición en el cuadro de méritos.
5
Cristina: Es una gorra militar lateral plegable con lados rectos y una corona arrugada o hueca inclinada hacia la
parte posterior donde se divide. Se lo conoce como gorra de guarnición o límite de vuelo (en los Estados Unidos),
pilotka (en Rusia), tope de cuña (en Canadá) o tope de servicio de campo oficial en el Reino Unido y países de la
Commonwealth. Sigue el estilo que se originó con el llamado tope austríaco en la década de 1890. También había
una versión anterior conocida como "torin", que tenía una línea superior mucho más curva cuando se ve desde un
lado. Una característica muy conveniente de esta gorra es que cuando el propietario está bajo techo y no se
dispone de un gancho para guardarla, se puede almacenar fácilmente doblándola sobre la correa o,
extraoficialmente, colocándolo debajo de una correa para el hombro. https://en.wikipedia.org/wiki/Side_cap
12

muchachos que no pudieron entrar internos por el índice académico muy bajo para cubrir los cupos
internos o porque vivían en los pueblos cercanos a la sede de la institución, otros porque sus padres no
quisieron que fueran internos y por otras variables, habían aproximadamente unos seiscientos alumnos
o más, ese había sido un año exitoso en el reclutamiento de los nuevos aspirantes, muchos éramos hijos
de ex alumnos en sus 25 años de existencia.

Por fin le tocó el turno a mí pelotón y en forma ordenada fuimos incorporándonos a la fila que se había
formado al frente de las autoridades para hacer el juramento ante la gran bandera que en sus brazos
sujetaba el coronel comandante del cuerpo de alumnos, yo estaba acelerado, sentía el corazón latir en
mi pecho, estaba pendiente de como lo habían hecho los que pasaron delante mío y cuando fue mi
momento hice todo de acuerdo al protocolo y hasta me tomaron una foto que aún conservo como
recuerdo inmortal de ese domingo de septiembre en que no sabía todavía nada aun del dichoso cerro
rojo.

Cada uno de los aspirantes que hacían el juramento regresaban a su lugar en formación y cuando la
última muchacha del ultimo escuadrón se ubicó en su posición inicial comenzó el momento de los
discursos, que para mí fueron interminables, cada minuto que pasaba parado en posición de firme era el
equivalente a medio siglo en la historia de la humanidad; me sentía mal, sudaba, las manos se me
pusieron frías, la espalda se me torcía sola, los pies me dolían y la vista a ratos se hacía nublosa, tenía
que resistir, ya se habían desmayado algunos aspirantes, ¡Y dos antiguos también!, inmediatamente los
retiraban por la parte posterior de los pelotones y nos dijeron que los llevaban cargados hasta la
enfermería, nosotros no podíamos estar volteando.

Pude ver a un aspirante de la cuarta compañía que se estaba tambaleando y parecía una gelatina, hasta
que de repente vómito manchando a varios a su alrededor y generando una reacción en cadena de
vómitos posteriores de aquellos que habían sido sus víctimas iniciales, así que siete muchachos tuvieron
que ser retirados y fue a tiempo porque ya estaba terminando el acto.

Una vez culminada la juramentación, se dio la orden para retirar el Batallón, ya que eran las 11:30 am
faltaba poco para el almuerzo y dejaron que los padres se despidieran de sus hijos aspirantes en esos
magníficos y gloriosos minutos, pero, insistentemente por los parlantes notificaban cuantos minutos les
quedaban para que se fueran, todos habíamos bajado por el pasillo principal hasta el patio de honor al
inevitable dolor de despedirnos, mi madre volvió a llorar y me encomendó con todos los millones de
ángeles, arcángeles y querubines; se me quedo viendo mientras se alejaban en el carro y mi padre
esperó a que ella se fuera para decirme una sola cosa: “Hijo, con lo perspicaz que eres, te voy a pedir que
tan solo por las primeras semanas, lo más inteligente que harás es hacerte pasar por un idiota, porque
los idiotas odian con furia a los inteligentes y saben cómo joderlos, eso sí saben hacerlo y muy bien”,
después me dio la bendición y fue una de las pocas veces, contado con mi mano, que me abrazó y me
dijo “te quiero”, luego se montó en su carro y partió, yo quedé sumergido en medio de un huracán de
sensaciones y sentimientos, hasta quise salir corriendo detrás de su auto… pero ya era tarde, estaba en
donde no quería, pero donde debía estar para cumplir mi destino.

Inmediatamente a las 12 del mediodía en punto se oyó el toque de un corneta, era tan fuerte que se
escuchó en todo el liceo, el cerro de al lado y la montaña del frente ayudaban a que se hiciera un eco,
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era el llamado a comer, de pronto venían marchando en perfecta formación los pelotones de alumnos,
brillaban los adornos metálicos sobre los uniformes y entraron al patio de honor por la carretera
asfaltada del lado derecho, los nuevos nos pegamos atrás del que nos correspondía; ya no quedaban
parientes, ni padres o representantes, ya eras tú contra “el mejor liceo militar del país”, rápidamente
entramos en el gran auditorio cubierto debido a que al otro lado se encontraba el nuevo comedor, antes
de entrar los alumnos se iban quitando las cristinas, el reglamento especificaba que no se debían usar
“bajo techo”.

Este auditorio era multipropósito, ya que también había sido el antiguo comedor, así como todavía era
usado como teatro, cine, sala de conciertos, salón de fiesta, espacio para la exposición de la feria
científica anual y hasta para las graduaciones anuales; pero debido a la gestión y una inversión cuantiosa
por parte del gobierno y los ex alumnos organizados, se había logrado la construcción del nuevo
comedor, diseñado únicamente para ese fin, era más amplio, ventilado e iluminado; para ingresar de
todas formas había que hacer la cola dentro del auditorio, en los seis carritos de servicio que se
apostaban en las tres puertas de acceso hacia el comedor, debías tener mucha paciencia sin importar
que tanta hambre tuvieras, era mucha gente queriendo comer al mismo tiempo, ya que éramos más de
480 alumnos internos que recibíamos los alimentos en el comedor; como regla general los externos de la
cuarta compañía y las alumnas de la quinta compañía tenían que comer fuera de la institución, no existía
un semi internado como tal, pero unos pocos de ellos comían en dos mesas en un rincón del inmenso
comedor y eran los que vivían en las localidades vecinas y les era imposible ir a comer a sus casas y
regresar a tiempo para el resto de las actividades culturales o deportivas de las tardes.

La cola estaba fluida, pero poco a poco me fui acercando al carrito de servicio, era la primera vez que lo
hacía, me sentía tenso, preocupado y angustiado, en la medida en que me iba acercando al carrito crecía
más la preocupación, estaba atento a todo lo que hacían los que estaban adelante mío, por lo cual me di
cuenta que debía recoger dos cosas para ser servido: una bandeja llamada menaje6 con cinco espacios o
huecos para separar los diferentes alimentos a recibir, además de los cubiertos; cuando me tocó mi
turno para ser servido coloqué el menaje frente a un mesonero y me sirvió lo que había ese día como
menú: un trozo de carne asada, arroz, una ensalada cruda con cebolla y un pan pequeño salado.

Inmediatamente entré al comedor manteniendo el equilibrio para que no se cayera la bandeja, ya me


habían dicho en la cola que si eso sucedía tendría un día de arresto simple7, yo no entendí muy bien
aquel castigo, pero eso de "arresto" me sonó a que la iba a pasar muy mal y tendría que evitar a toda
costa que se me cayera cualquier cosa, de pronto ya tenía todo servido y miraba hacia donde iba
caminando, debía buscar el lugar donde se encontraba mi escuadrón comiendo, allí debía sentarme;
calculaba muy concentrado mis pasos y prestaba atención a que nadie me metiera el pie o me
atravesarán algo en el camino, en aquel inmenso espacio lleno de mesas bien distribuidas unas detrás de
las otras pude ubicar a los de mi escuadrón, con toda la calma del mundo y en completo control de mis
movimientos me acerqué a la mesa, como observé y había escuchado en el afanoso trayecto, pedí

6
Menaje: En algunos cuerpos militares, vajilla y cubertería, servicio de mesa en general.
7
Arresto Simple: Castigo con duración de un día durante el fin de semana, es decir un día sin salida de permiso y
reclusión en las instalaciones, con castigos de ejercicios físicos, orden cerrado y limpieza de zonas comunes.
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permiso al comandante del escuadrón para sentarme y lo hice en el asiento que me indicó que sería mi
puesto el resto del año, coloqué todo sobre la mesa y me dispuse a sentarme.

No había tenido tiempo para pensar como sacaría la cebolla de la ensalada cuando de repente se oyó
hablar a un compañero aspirante de mi mesa.

– Disculpe mi brigadier8, yo no como sopa, permiso para continuar con el resto del almuerzo. – De
verdad él debió gritar para hacer esa solicitud, pero su tono fue como si le estuviera hablando a su
madre en la casa. –

En ese momento caí en cuenta que en ambos extremos de la mesa estaban servidos unos postres de
manjares de piña, dos jarras con jugo de naranja y dos soperas con capacidad para unos 8 platos cada
una, yo tenía que servirme un plato metálico de los que estaban dispuestos al lado de cada sopera, me
serví y me llevé otra sorpresa, sopa de arroz y… ¡Con cebolla también!, ¡Dios mío este es el paraíso de las
cebollas!, que pesadilla, ¿Cómo voy a salir de esta cebollada?, fueron milisegundos cuando pensé:
“¡Claro! Diré igual que el gordito y no como sopa, ni la cebolla de la ensalada, fácil... ¡oh, oh! pero un
momento… eso no fue lo que me contó mi padre”.

– ¡Aspirante, repítame lo que le acaba de decirle al brigadier! – Esa voz retumbó en todo el comedor –

Todos voltearon a ver a quien había gritado en ese momento, resultó que era nada más y nada menos
que el oficial de guardia en su inspección rutinaria en lo que era el servicio del almuerzo.

– ¿Co... co... como dice, señor?

– Repita lo que acaba de decirle al brigadier, levántese de la silla y párese firme cuando hable con un
oficial, ¡Rápido, muévase! – Eso fue gritado y muy rápido, se le veía abultada una vena de la frente. –

– ¡Sí señor! – Allí si grito el gordito y se levantó pálido como un papel –

– ¡Señor!, Dije que no comería esa sopa porque yo no como sopa, ¡Señor! – Su respuesta casi podía oírse
en los carritos de servicios –

– Ahhh entonces usted no come sopa, ¿Por qué no come sopa?, ¿Se puede saber?...

– Señor yo no como sopa... – En ese instante entramos en un limbo, no había ningún tipo de ruido o
sonido en el inmenso comedor, nadie se movía, nadie caminaba, ninguno respiraba, todos estaban
atentos a lo que pasaba con el aspirante, y en ese preciso momento todos nos dimos cuenta de que el
futuro del gordito en el liceo dependería de lo que alegará en esos segundos – ¡Yo no como sopa porque
no me gusta, señor! –

El capitán, que era el oficial de guardia ese día, cambio inmediatamente su rostro de incógnito a
supremamente molesto y gritó. – Canberra9, Canberra, ¡Venga acá ya! – Se oyeron unos pasos corriendo

8
Brigadier: En los liceos militares (unidades educativas militares), los alumnos de 4º y 5º año pueden ostentar las
jerarquías especiales de sub-brigadier, brigadier, primer brigadier y brigadier mayor, basado en los méritos
alcanzados por dichos alumnos. https://es.wikipedia.org/wiki/Brigadier.
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y se detuvieron en seco cuando el capitán de la Guardia Nacional levantó su mano para que se detuviera,
y con un nuevo grito le ordenó al mesonero más antiguo del liceo que trajera otra sopera llena hasta su
tope.

En cuestión de segundos al gordito le retiraron su comida, tenía delante de él solo un plato lleno de sopa
y al lado una sopera casi llena, esperando para que solo él se la comiera.

– Bueno nuevo, le voy a explicar que va a hacer, se va a comer absolutamente todo el contenido de esa
sopera, ¡Completa!, sin dejar nada, tiene toda la tarde para hacerlo, ¿Entendió? – Se notaba que estaba
controlando su temperamento. –

– Pero señor yo no como sopa, nunca me ha gustado, ya se lo dije. – Casi lloraba en ese momento –

– ¡Aquí no importa lo que a usted le guste o no! – Le estaba gritando como un perro rabioso – Aquí se
come todo lo que se sirve en la mesa y punto, yo no le estoy pidiendo que por favor lo haga, ¡Le estoy
dando una orden! – Eso fue a puro grito, ya no contenía la rabia ante la insolencia del nuevo. –

– ¿Entendió? – Hasta los bigotes babeados temblaron con este último grito. –

– ¡Sí señor! – Su lenguaje corporal fue de resignación total. –

– ¡No lo oí alumno!

– ¡Sí señor! – Me parece que ese grito si lo oyeron como hasta en la información que estaría como a 150
metros. –

Todo el comedor comenzó su accionar natural en ese momento, el brigadier mayor gritó ¡Cesar! Y todos
pusieron sus manos apoyadas al borde de la mesa con los puños cerrados, comenzaron con la oración de
agradecimiento por la comida, después el mismo brigadier mayor gritó algo que no entendí y un alumno
de cuarto año leyó en voz alta el manual de urbanidad y buenas costumbres, para este almuerzo el
capítulo tocó el tema del respeto para con las damas en la calle y como tratarlas, la interacción con ellas
en los lugares cerrados, salones de clases y otros eventos, todos los que iban entrando tarde con sus
menajes en las manos siguieron caminando hacia sus mesas, los aspirantes evitando que se les cayeran
al piso, nadie tocaba la comida hasta que el oficial diera la orden y se leyera la parte diaria de ese
capítulo del manual de urbanidad que cambiaba en cada comida y sería preguntado ese día por todos los
superiores a los subalternos insistentemente durante las horas que faltaban para irse a dormir, con
castigo de un día de arresto simple sino respondían a lo leído antes de cada comida – Todo tenía castigo
aquí, pero eso del arresto era como el peor –

9
Canberra era el apodo con el que le llamaban, era uno de los empleados fundadores, además de ágil y veloz
mesonero, también ayudaba a quien le ayudaba, era un avión para los negocios, incluso era el más rápido después
de tantos años trabajando en el liceo y se había ganado este apodo gracias a su agilidad y a alguien se le ocurrió
llamarlo igual al English Electric Canberra que era un bombardero de reacción de primera generación fabricado en
grandes cantidades durante los años 1950. El avión estuvo en servicio con la Royal Air Force hasta el 23 de junio de
2006, 57 años después de su primer vuelo. https://es.wikipedia.org/wiki/English_Electric_Canberra
16

El capitán continuó caminando y me di cuenta que iba a chocar con un aspirante debido a que él estaba
más concentrado en que el gordito se comiera sin rechistar la sopera completa y miraba hacia atrás
mientras caminaba y se secaba los bigotes con un pañuelo, el compañero aspirante miraba más el piso
en su espacio inmediato delante a él y no vio al oficial que venía a toda prisa, además de enfurecido,
algunos rostros quisieron decir algo, pero no hubo tiempo.

Por supuesto que chocaron y un poco de la comida terminó sobre el oficial y el resto sobre algunos
alumnos superiores sentados a su alrededor, en fin este muchacho no pudo ni sentarse a comer, el
oficial dio la orden para que el alumno más antiguo manchado por la comida se llevara al nuevo trotando
alrededor suyo hasta que se cambiarán todos los afectados y volvieran a terminar su comida, media hora
después todavía tenían a ese muchacho trotando alrededor de los manchados por su comida, todavía el
castigado no comía y yo había terminado con todo lo que me sirvieron, incluyendo la cebolla, tuve que
ingeniármelas para no vomitar, lo que hacía era llenarme la boca de carne, arroz y un poquito de cebolla
y así me la iba tragando... mientras veía al gordito amarillento ya, cuchareando su plato infinito de sopa.

En la mesa respetuosamente le pregunté al comandante de mi escuadrón que íbamos a hacer después


de almorzar y él nos explicó que después de cada comida, menos en el desayuno, venía la hora de casino
o descanso de la comida, al mediodía hasta las 2:00 pm o las 1400 horas, después del almuerzo; en la
noche era desde las 7:00 pm o 1900 horas y hasta las 8:00 pm o las 2000 horas, después de la cena;
además insistió en que tendríamos que adaptarnos al horario militar10 de 24 horas, como nos explicó a
los aspirantes, ademas esta tarde teníamos hasta las cinco de la tarde o las 1700 horas para ir a la
barbería y que nos dejarán afeitados sin cabello alguno y debíamos terminar de organizar los
escaparates, los cuadernos para el otro día y marcar la ropa con los códigos de alumno que nos habían
asignado.

Al terminar de comer nos llevaron marchando en formación hasta el patio número dos y nos dejaron
subir a los dormitorios para terminar de hacer todo lo que debíamos en esa tarde; a las 1500 horas le
notificaron al comandante de mi dormitorio que yo debía recibir un paquete, por lo cual tuve que bajar
al patio de honor que se encuentra en la entrada del liceo, y lo hice por las escaleras que comunicaban
éste con el patio número uno y no había nadie por ningún lado, cuando llegué al patio de honor vi al
muchacho que desparramó su comida en el almuerzo, estaba parado firme con el sol encima, no se le
veía bien y cuando volteé a ver de nuevo a la información, allí apareció de la nada el oficial de guardia
que estaba vigilándolo, no supe por donde llegó; entonces me acordé del gordito, no lo había visto en
toda la tarde, me atreví a escabullirme al comedor y allí estaba él todavía, le calentaban lo que quedaba
de la sopa y se lo servían sobre lo que le quedaba en el plato con todo y vómitos, oí el retumbar de unos
pasos y salí corriendo de allí antes de que me vieran.

Esperé en las bancas del patio de honor, no me atrevía a moverme a ningún otro lado y se me acercó un
alumno superior a preguntarme lo que hacia allí, le mostré la factura y él se alejó hacia la información,

10
El sistema de 24 horas es una convención de medición del tiempo en la que el día se desarrolla de medianoche a
medianoche y está dividido en 24 horas, indicado por la cantidad de horas contadas a partir de la medianoche, de 0
a 23. Es también el estándar internacional de notación de tiempo (ISO 8601).
https://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_horario_de_24_horas
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así que tendría que aguardar hasta que llegara la señora que me traía la máquina de escribir portátil, que
mi padre había pagado con anterioridad y que me entregarían este día en la tarde, según lo acordado en
el anterior viaje que habíamos hecho. Pasado un rato llegó la señora, había entrado a saludar a unas
empleadas amigas de ella, muy amablemente me entregó la caja con la factura de compra y yo le devolví
la copia de la factura que me dejó mi padre.

De regreso subí tras unos superiores que iban hacia el patio número dos y lo hicimos por la carretera que
se abría por la derecha del patio de honor y pasaba por detrás del edificio de la tercera compañía;
busque la barbería debajo de la segunda compañía y me metí en la cola, como a los diez minutos le dije
al compañero que estaba parado detrás mío que ya volvería, que iría a llevar la máquina de escribir a mi
escaparate, volví en unos quince minutos porque me habían agarrado junto a otros nuevos para que
recogiéramos unas hojas secas que estaban regados en buena parte del patio número dos, que era
mucho más pequeño que el patio número uno, se encontraba entre la segunda y la tercera compañía,
contaba con una cancha de basquetbol; en realidad era grande el liceo, debía apurarme, estaba
desesperado por no perder mi puesto en la cola, terminamos de hacer la limpieza rápidamente, unos
todavía no nos habíamos afeitado y otros no habían terminado de arreglar sus escaparates y marcar sus
ropas.

En el transcurso de la tarde casi todos los superiores estaba ordenando sus escaparates o puliendo sus
botas y sus hebillas, debían quedar como espejos, claro espejos negros, dorados o plateados, pero te
tenías que ver el rostro reflejado allí, sino, no estaban bien pulidos; antes era una tradición que los
nuevos tenían que hacerlo por los de quinto y cuarto año, era como si fueran esclavos privados de cada
superior, hasta que por fin en los primeros años de los setentas determinaron que era una inmoralidad,
cada quien debía mantener limpias sus cosas, así era como debía ser moralmente aceptable.

Por fin me tocó el turno para que me cortaran el resto del cabello, ¡No lo podía creer!, toda mi vida había
usado el cabello largo, – Tenía doce años de edad – era parte de mi personalidad, ¿Cómo me vería sin
él?, de nuevo estaba nervioso, me temblaban las manos, esto no era normal en mí, ¡Por supuesto!, nada
de lo que me estaba pasando habría sido normal jamás en mi vida civil; el barbero prendió la máquina y
la paso la primera vez dejando un surco profundo hasta mi cuero cabelludo y en cuestión de tres
minutos lo que alguna vez había sido mi cabellera, se encontraba puliendo el piso de la barbería, me dio
frio en la cabeza, me toqué y era una sensación extraña, algo me faltaba, ¡Claro mi cabello!

Regresé al dormitorio y al entrar vi mí colchoneta con la sábana, la cobija y la almohada en el piso, en mi


litera estaba otra cama armada y tendida, inmediatamente la fui a sacar de allí y cuando me encontraba
a un metro de distancia se me atravesó un muchacho, aspirante como yo, quien era más alto, ya lo había
visto en el dormitorio y en mi pelotón en la formación de la mañana.

– ¡Hey!, ¿Qué crees que vas a hacer? – Eso fue un aullido más que un grito –

– Quitar esa cama y volver a montar la mía, ¿Por qué? – Además de indignado también estaba alterado,
pero en control –
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– Bueno resulta que esa es mi cama ahora, así que busca en donde montar tu cama, hay varias vacías
todavía. – Eso fue en tono de orden con patanería todo revuelto –

¿Debía poner la otra mejilla y quedarme quieto como decía la biblia?, – pensé que era lo correcto – yo lo
miraba y a pesar de ser tan nuevo como yo me llevaba unos 2 años, era mucho más alto y más
corpulento, estaba en una lucha interna, porque no me podía sacar de mi cabeza lo que siempre me
decía mi madre: "No te dejes someter por nadie y menos permitas que alguien haga una injusticia sin
luchar contra ella", claro, no debía usar la violencia con este tarado, a pesar de que ya había dado “la
orden” de que me mudara y eso que él era tan aspirante como yo, ¡Esto tampoco era normal!, ¡Para
nada!, era un abuso por parte de él, tenía que imponerme, ya fuera alegando las reglas que ya me sabia
o físicamente, la otra alternativa era quedarme quieto y allí sí que me iba a complicar la vida, ya que me
iban a maltratar los demás por lo que ya había visto ese día en los dormitorios, porque una cosa era
hacerme pasar por idiota, como me había recomendado mi padre, pero otra muy diferente era dejarme
pisotear delante de todos.

– Mira yo no quiero problemas, pero no te voy a permitir tirar mis cosas al piso porque a ti te dio la gana,
yo llegué antes que tú y ya tenía armada mi cama, ¡Somos dos nuevos aspirantes!, tenemos el mismo
nivel de antigüedad y jerarquía por ahora, así que mejor recoge tus cosas y no ha pasado nada. – Traté
de sonar imponente y ecuánime ante la situación, pero firme en mi posición –

De repente sentí murmullos, volteé a ver qué pasaba y en la puerta del dormitorio estaban varios
alumnos de todos los años parados viendo lo que sucedía, cuando regresé la mirada, él me había lanzado
un golpe a la cara mientras me gritaba: "¡Mala suerte, ahora es mi cama!".

Apenas pude reaccionar y detener el golpe con mis brazos en equis, era más fuerte y lo que hice fue
retroceder para golpearlo con una patada en la entrepierna, ni vio cuando lo golpeé, solo se oyó su grito,
empujó unas literas al caer, no le había pegado con todo, solo lo suficiente para quitármelo de encima,
me llegué hasta mi litera y le tiré su cama encima, recogí mis cosas y pensé que no se levantaría por un
buen rato, así que cuando estaba tendiendo mi cama se me lanzó encima de nuevo y me empujó, caímos
los dos al piso, rodamos y caí sobre él, pero llevó la peor parte en la caída por su peso, la furia por la
impotencia se apoderó de mí e inmediatamente y sin pensarlo lo sorprendí dándole un golpe con los dos
puños agarrados entre si sobre su cara, sentí cuando se partió algo en su nariz y le salía la sangre, en ese
momento alguien me levantó del cuello.

Era un alumno de quinto año, me batió y lanzó por los aires como un papel, caí sobre otras literas e
inmediatamente me gritó: – ¡Firme nuevo! – Medía como un metro ochenta y yo no llegaba al metro
treinta, tenía que levantar la cara para verlo. – ¿Qué has hecho nuevo?, yo di la orden para que mi
hermano cambiara su cama con la tuya, ¿Qué te pasa?, ¡Te volviste loco! – Aullaba igual que el aspirante,
ambos tenían un tono de voz agudo.

Todavía estaba aturdido por el golpe en la cabeza contra el acero de las literas y me había cortado en el
brazo derecho con algún borde cortante. Me levanté como pude y por supuesto que no me paré firme,
me cuadré por si acaso me iba a golpear, lo miraba mientras recordaba lo que me enseñó mi padre en
los días previos al ingreso acerca de ciertas normas, reglas y valores aplicados en la vida militar.
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– Eso que usted ordenó es una inmoralidad y va en contra de las reglas, su hermano tenía que haber
llegado antes que yo y escoger esa litera, pero no fue así, por lo tanto, su orden no es legal y mucho
menos moral, usted lo sabe mi alumno… Y peor aún es que de forma arbitraria botara mis cosas al piso y
menos legal es que su hermano me venga a golpear porque le dio la gana. – Lo dije con tono altanero –

Estaba enfocado en las manos del alumno de quinto año y también miraba a su hermano en el piso
revolcándose del dolor, me cuadré por si alguno me atacaba. De repente se oyó una fuerte voz.

– ¡Oye Méndez Castillo!, ¿Qué haces en mi dormitorio?, que yo sepa la primera compañía está al otro
lado del patio número uno. – Eso fue un rugido en realidad –

– Mira Zabala, ¡No me jodas!, mi hermano está en tu pelotón y vine a ayudarlo. – Se podía sentir el odio
en esa respuesta –

– ¡Sí!, ya veo que viniste a hacer de las tuyas, pero acuérdate que soy brigadier y el décimo más antiguo
de la promoción y no vas a pasar por encima de mis órdenes. – Era una autoridad concentrada lo que
emanó de la boca del comandante del dormitorio – ¡Tú!, nuevo, ¿Cuál es tu nombre? - Yo estaba
perplejo y asombrado viendo las caras de desubicados de los hermanos Méndez Castillo. -

– Yo me llamo Jesús. - Casi que respirando para adentro -

– ¡Nuevo, di tus apellidos! – Su rostro fue de decepción como queriendo darme un coscorrón -

– Rojewski Sayago, ¡Mi brigadier! – Grité lo más alto que pude –

– Ok, Rojewski Sayago, monta tu cama donde la tenías, ¡YA!

– ¡A la orden mi brigadier!

– ¿Es decir que el nuevo va a hacer lo que le dé la gana? – Le reclamó Méndez Castillo al comandante del
dormitorio –

– No, tú no vas a realizar una inmoralidad en mi dormitorio, que es otra cosa, no lo permitiré, así que el
año que viene que llegué más temprano, y que agarre la litera que le dé la gana para colocar su cama.

– ¡Entendido mi brigadier! – Lo gritó irónicamente y sin ponerse firme, solo lo veía con rabia – Bueno me
llevo a mi hermano a enfermería. – Ese tono era desafiante –

– No, qué pena, primero dejen el dormitorio como estaba, tú y tu hermano. ¡Es una orden alumno! – No
quedaban dudas de que debía ser cumplida de inmediato – No vas a venir a desorganizar mi dormitorio y
te vas a largar, ah por cierto que tu hermano limpie la sangre, todo debe quedar como estaba, limpio y
ordenado. – Ya se había impuesto el comandante del dormitorio por lo tanto estaba calmado –

Yo todavía no entendía lo sucedido, estaba aturdido y me zumbaban los oídos, los Méndez Castillo me
miraban con rabia, ya sabía que tendría que cuidarme de ellos; terminé de alinear la litera y de armar mi
cama de nuevo. Ellos arreglaron el resto de las literas y limpiaron la sangre del piso, me miraron cuando
salieron del dormitorio, yo fui a mi escaparate, lo abrí buscando el espejo para ver donde estaba cortado,
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me dolían las manos, la cabeza, la espalda, las piernas y el antebrazo derecho que era donde me había
cortado, en ese momento entró al dormitorio el gordito, estaba todo manchado y se le veía pálido y olía
a sopa con vómito, estaba a cinco escaparates del mío, se me quedo mirando y me dijo.

– Hey, ¿Qué te paso?, tienes un chichón en la cabeza y estás cortado en el brazo derecho.

– Mira, me caí y me golpeé, por favor dime, ¿Dónde me corté?

– Mira, vamos a la enfermería, ya sé dónde queda, vengo de allá.

– Mejor esperamos unos minutos… claro que se dónde queda la enfermería, allá nos hicieron el examen
físico o ¿Es que a ti no te revisaron?… De todas formas, estoy seguro de que me vendrán a buscar, le
partí la nariz a un compañero, ya vendrán por mí y tú debes ir a cortarte el cabello antes de que te metas
en otro problema.

– Si claro el examen físico, por supuesto, este, claro… – Hubo mucha duda en esa respuesta –

– ¡Firmes nuevos!, yo soy el alumno de segundo año Ramírez Urrutia – Señalando las rayas en sus
hombros, pero era un alumno raso sin jerarquía – soy del tercer escuadrón y duermo allí, los oí hablar y
mejor es que vayas en unos 20 minutos a que te curen, nadie va a venir a buscarte, ganaste limpiamente,
el hermano dirá que se cayó y ¡Ya!, eso fue todo, nadie acusa a nadie, no hace falta, además ¡Aquí se cae
mucho la gente!, – eso fue una total ironía – en otro momento les cuento sobre la ley del silencio. Pero
por ahora eso incluye que el gordito no le diga nada a sus padres de lo que sucedió en el comedor hoy; lo
que pasa en el liceo se queda en el liceo, ¿Están entendiendo? – ¿Cómo era eso?, me quedé paralizado
cuando dijo que no podíamos decir nada en casa… es decir que ni mis padres podrían saber lo que me
sucediera aquí, y si me pasaba algo grave, ¿Qué les diría?, ¡Más mentiras!, porque callar era una mentira
también, ya que al omitir la verdad estabas mintiendo, así de sencillo y eso para mí en ese momento era
uno de los peores pecados, ¿En dónde me había metido mi padre?, en ese instante pensé que
definitivamente esto parecía más una cárcel que un liceo. –

– ¡Si señor! – Respondimos al unísono los dos –

– Por cierto Rojewski Sayago, te salvaste porque el Brigadier Zabala Chacón y el alumno Méndez Castillo
son enemigos acérrimos, se han golpeado varias veces y todo empezó, según oí por una muchacha del
pueblo, eso sucedió cuando estaban en tercer año y hasta ese momento eran los mejores amigos del
mundo; Méndez Castillo perdió hasta su antigüedad por un rollo que hubo entre ellos, que ironía que le
asignen a su hermano menor aquí, ¿No?, ¿Eso parece o es karma?, que buena cobranza de la vida… Y tu
cuídate Rojewski Sayago, cuando vayas a la enfermería dirás que te resbalaste con una prenda de ropa y
te caíste para atrás, nada más. Bueno deberán cerrar la boca no dirán nada a nadie, ¿Están entendiendo?
– De nuevo respondimos los dos "Si señor", estábamos parados firmes lo mejor posible –

– Por cierto no han notado que mucha gente ha salido corriendo a los baños, eso es muy común de vez
en cuando, se activa como una diarrea colectiva, yo tengo como retorcijones y eso sí es malo aquí,
porque muy poco se respeta una diarrea. ¿Tú, cómo se te llamas gordito?
21

– Mi alumno yo me llamo Plark Marcano, por favor no me diga gordito.

Casi al mismo tiempo también hablé yo. – Disculpe mi alumno me está doliendo el estómago, es extraño.
– De verdad me sentía con retorcijones –

– Plark vete a cortar el cabello, es aquí debajo de la compañía al final del pasillo, en el pozo de la
trucha11, ya no hay tanta gente, pronto se irán los barberos y viene la hora de baño, así que apresúrate,
¡Corre!

– Tú, Rojewski Sayago, ¿Tienes alcohol y algodón?, después iras al baño o ¿Quieres ir ya?

Plark pidió permiso para retirarse y se despidió, yo busqué el alcohol y el algodón, de verdad que no
había entendido para que lo pedían cuando los compramos, ¡Pero ahora sí!, el alumno Ramírez Urrutia
me revisó donde estaba cortado y algunos compañeros aspirantes estaban a nuestro alrededor de
curiosos, me ardió la cortada, me dijeron que no era muy grande, pero que por el golpe en la cabeza si
tendría que ir para que me revisaran.

Abrí el escaparate saqué algo de papel higiénico y pasé primero por el baño, de verdad estaba flojo del
estómago, pero al llegar me llevé una nueva sorpresa, ¡Por Dios es que ni haciendo número dos podía
estar uno en privado!, los inodoros no tenían puertas, así que veías a todos los que estaban haciendo sus
necesidades fisiológicas directamente a los ojos, claro habían unas divisiones entre los inodoros que eran
unas láminas de metal, pero eso de que no hubieran puertas era algo inaudito y los olores insoportables.

Una vez en la enfermería, primero revisé por las ventanas para verificar que ya se habían marchado los
hermanos Méndez Castillo y como no estaban, entré y me revisó la enfermera de turno, era una mujer,
alta, blanca de cabello negro, madura y bastante amargada, ni su nombre me dijo y claro que la primera
pregunta fue: ¿Cómo se cayó?, la respuesta fue que me había resbalado y me había caído hacia atrás y
me había golpeado fuertemente contra una litera. Me dio algo para el dolor y lo sacó de un frasco de
vidrio enorme lleno de las mismas pastillas, – ¡Como que las usaban mucho! – también me dio un anti
inflamatorio, el frasco era mucho más pequeño.

Tenía que ir al otro día en la mañana a las 0900 horas para que me sacaran una radiografía de la cabeza y
si me seguía doliendo en las próximas seis horas, debía regresar a la enfermería, no podía dormirme
hasta que se cumpliera ese tiempo, tendría que estar despierto hasta las 12 y eso era muy tarde para mí;
mientras caminaba de regreso al dormitorio, pensaba en lo vivido hasta ese momento, no era muy
alentador el panorama, ya que otros aspirantes ingresaron llevándome hasta tres años de edad de
ventaja, algunos tenían novias y hasta mujeres, además se afeitaban y el resto de nosotros apenas
teníamos erecciones nocturnas o soñábamos con besar a una linda chica, tampoco me cuadraba la
diferencia tan marcada con los que estaban en quinto año, ellos debieron entrar de 15 años porque eran
hombres de 20 años en su mayoría. Es decir que ingresé en un momento de cambio generacional en la

11
El Pozo de la Trucha: Una década antes a mi ingreso, en una naciente natural que fluye desde que se inauguró el
liceo, se construyeron unos tanques en concreto y las llenaron con truchas para la cría y la barbería que quedaba al
lado la nombraron “El Chorrito” en forma alegórica al manantial de agua totalmente pura que estaba a su costado.
22

sociedad. Era bastante difícil congeniar tres generaciones porque había: hombres, adolescentes y niños,
pero la pega que los aglutinaba era la disciplina militar.

De regreso al dormitorio no conseguía la llave del candado del escaparate, busque y en ninguno de mis
bolsillos estaba el llavero, cuando me venía retornando por el pasillo vi mucha gente entrando a los
baños con papel higiénico en la mano, era extraño en realidad, ¿Estaban coordinadas también las idas al
baño?, ¿Sería una virosis?… Me tuve que devolver por donde había venido de la enfermería, nada que
veía las llaves por el piso y estaba llegando hasta allá, cuando de repente me recordé que me había
asomado por la ventana y tuve que saltar, salí a buscarlas por la parte exterior y allí estaban las benditas
llaves, en el jardín, en medio de la grama, de nuevo me asomé por la ventana de la enfermería y vi a otro
alumno que estaban atendiendo, otro más que se cayó misteriosamente por lo que pude ver.

Seguí mi camino de regreso, noté mucho movimiento en las compañías, ya eran las 1700 horas y cuando
subí a los dormitorios vi a muchos alumnos en las puertas de los baños con sus batas puestas, me asomé
al baño cercano a mi dormitorio y estaban bañándose en las largas duchas colectivas, sin separadores ni
nada, salía el vapor del agua caliente por las puertas de los baños, corrí hasta mi escaparate y me
desvestí, hasta quedarme con los interiores puestos, me puse la bata encima agarré el estuche del jabón
de baño y el champú, cuando llegué a las puertas del baño habían muchos muchachos que entraban y
salían, por fin al poder entrar vi a los compañeros míos, aspirantes como yo, bañándose totalmente
desnudos en los lavamanos, con potes plásticos se echaban el agua congelada que llegaba al liceo desde
los páramos en las montañas, pero que era exageradamente fría, no entendía lo que hacían, si habían
regaderas con agua caliente con suficiente espacio, ya que a cada rato salía alguien, claro no existía
ningún lugar con privacidad, pero ¿Por qué se bañaban con agua fría en los lavamanos?, bueno, como
estaban todos desnudos tendría que regresar al escaparate a quitarme el interior también, en el
seminario eran baños grandes también, pero con separadores individuales, claro no era tan viejo como el
liceo militar. Cuando me iba a regresar tuve que pasar de nuevo a los sanitarios, me habían dado ganas
de nuevo y traía el papel en la bata.

Me regresé sin nada debajo de la bata y cuando llegué al baño pasé, me ubiqué al lado de donde se
guindaban las batas y las toallas, yo estaba mirando la pared, sentía que todo el mundo me estaba
mirando cuando me quité la bata, se me hizo una eternidad, sudaba y un frio me recorrió el cuerpo, las
piernas me temblaron y cuando me sentí en control giré hacia los demás, cada quien estaba en lo suyo,
nadie me miraba… que porquería cuando la mente supone cosas malas, o serían los traumas de la niñez
que desconocía que tenía, lo más seguro era que estaba acostumbrado a bañarme en mi regadera
individual con la puerta del baño cerrada con llave; allí estaban los locos bañándose en los lavamanos y
los demás entrando o saliendo hacia las regaderas comunales, me dirigí a estas últimas y entré, todo
normal hasta el momento, busqué una que estuviera desocupada y cuando me iba a meter los dos
antiguos que estaban a mi lado me gritaron que solo los superiores desde el segundo hasta el quinto
años se bañaban en las regaderas.

– Nuevo que le pasa, está loco, aquí solo se bañan los antiguos. ¡Salga y se baña en los lavamanos! – De
nuevo otros gritos insultantes y denigrantes –

– ¡Entendido mi alumno! – Que locura, ahora entendía la cola de nuevos afuera en los lavamanos –
23

– ¡Brigadieres, nuevo faltón! – Respondió uno de ellos, pero estaban desnudos, ¿Cómo sabría si tenían
jerarquía?, era la primera vez que los veía –

– ¡Entendido mis brigadieres!

Fui hasta donde estaba la bata me la volví a poner me regresé hasta el escaparate, lo abrí de nuevo,
empecé a buscar que podía usar para mojarme y gracias a Dios había llevado el pote plástico de helado
de un kilo que traía su tapa, allí tenía guardado lápices y colores ya muy gastados que me quedaban de
primaria, los eché todos en una bolsa y la escondí detrás de las medias en la tabla de arriba y me devolví
al baño.

Por Dios que ya ni me importaba si estaba desnudo, solo pensaba en la temperatura a la que estaría el
agua de los lavamanos, entré, guindé la bata y me dirigí rápidamente hasta el lavamanos que tenía
menos compañeros en cola, porque había que hacer cola, de paso… Cuando me tocó el turno y me eché
el primer pote de agua, sentí como se me cerraban todos los poros de la piel, era de congelador esa
agua, solo le faltaban los hielos saliendo por el grifo, nadie gritaba por el frio, solo se oían los dientes
chocando entre sí, no podría bañarme como usualmente lo hacía en casa, sería un baño veloz, ya entendí
por qué trasquilaban a los alumnos, era rápido el lavado del cabello o mejor dicho del cuero cabelludo,
me eché una buena enjabonada y mientras lo hacía sentí la mirada de rabia de los que estaban haciendo
la cola detrás mío para bañarse también, era como que me estaba echando un baño de novia porque me
había echado champú dos veces, quería quitarme muy bien los restos de cabello de la afeitada de esta
tarde, a estas alturas del baño tampoco sentía el frio del agua, solo la presión para terminarme de bañar
y salir de allí, tampoco me afectaba que me miraran desnudo, total eso ya no era importante tampoco.

Salí corriendo al dormitorio me sequé bien, lo más rápido posible y me vestí lo mejor que pude, era tanto
el frio que tenía, que sentía el calor de la ropa a pesar de que me quedaba un poco grande y tenía
doblados los ruedos y mangas, pero como dijo mi madre “Pronto crecerás y todo te quedará muy bien”,
pero por el momento era fácil identificar a mis compañeros los aspirantes, con tan solo ver cómo les
quedaban los uniformes, éramos los únicos paquetes mal envueltos en todo el liceo; iba caminando por
el pasillo hacia las escaleras pensando como siempre, sonó otra corneta y después por los parlantes
dijeron que quedaban cinco minutos para la otra formación, ¿Otra formación?, ¿Cuántas formaciones
eran al día?

– ¡Nuevo apúrate!, tienes que bajar al patio número uno donde hicimos la formación esta mañana,
¡Muévete!

Bajé corriendo las grandes escaleras y seguí hasta que llegué donde se estaba formando mi compañía, ya
habían hecho la alineación12 de las columnas y establecido el espacio entre los pelotones, me ubiqué en
la columna de mi escuadrón y estuve en posición de firme y mirando al frente, con las manos a los lados,

12
Alineación: Es el acto de tomar la distancia entre los cabeza de cada columna de una formación o pelotón,
llamado intervalo. También se toma la distancia del espacio que separa dos elementos colocados uno detrás de
otro. Esa distancia también se debe cuidar entre tropas formadas, desde la última fila de la Unidad de adelante,
hasta la primera fila de la Unidad que está detrás, bien sea de individuos, animales o vehículos.
24

pegando los dedos y los brazos un poco arqueados, ya lo sabíamos porque todos los superiores se lo
gritaban a nosotros los nuevos, ya pronto quedaría sordo de tantos gritos en la oreja.

En cuestión de minutos estaba formado el batallón de las tres compañías de internos y como pude
entender en la medida que se desarrolló el acto, la cuestión era así: los comandantes de escuadrón eran
del quinto año, pero con jerarquía ya que eran brigadieres, contaban a los integrantes del mismo,
pasaban los cuatro al frente y presentaban lo que se llama lista y parte13 al comandante del pelotón; los
cuatro comandantes de pelotón también daban su lista y parte al alumno más antiguo de quinto año de
la compañía con jerarquía de primer brigadier; después los tres primeros brigadieres de las compañías
reportaban su “lista y parte” al alumno de quinto año más antiguo del batallón, con jerarquía de
brigadier mayor y este último hacía lo mismo con el oficial de guardia, así sabrían cuántos alumnos
estaban presentes y hábiles para asistir a la cena, se excluían los que estaban en enfermería o presos ya
que la comida se la llevaban hasta allá, también se especificaban los que estaban de permiso o enfermos
en sus casas y si la suma total cuadraba con el total de alumnos internos pues entonces no existía
ninguna novedad y por lo tanto no habían escapados o evadidos de la institución.

Esta rutina se repetía tres veces al día; para antes de las comidas del mediodía y de la noche, la otra era
después del desayuno en las mañanas antes de ir a clases. Además de ser una medida de control y
verificación también era la mejor forma de darle tiempo a la gente de la cocina para que tuvieran todo
listo a nuestro arribo al comedor.

Marchamos en formación por la parte trasera de la tercera compañía hacia el patio de honor y fuimos
entrando ordenadamente hasta el auditorio, donde se repitió el procedimiento del mediodía, si estabas
callado en la cola podías oír mucha información de las noticias del día que nadie debía saber, así fue
como pude ver a lo lejos al muchacho que no había podido almorzar a tiempo por lanzar su comida por
los aires al chocar con el oficial, al menos estaba vivo, lo habían tenido de pie toda la tarde, pero si
comió, cuando nosotros subimos lo dejaron comer y lo llevaron a afeitarse la cabeza, pero no pudo
descansar su comida, tenía hasta mañana para tener listo su escaparate, ningún alumno debía ser
despertado mientras lo hacía, me pareció que iba a pasar una larga noche en estilo mimo libre; me tocó
el turno al carrito de comida, me sirvieron un pan salado pequeño de nuevo y más nada, me quedé
desconcertado, ¡Solo un pan!, ¿Qué íbamos a cenar?

– Disculpe, ¿Y el resto de la cena?

– Ya está en las mesas, ¡Nuevo! – El "nuevo" era en forma de juego –

– Ahhh gracias, disculpe.

Ya no tenía la tensión de que se me cayera el menaje con el pedazo de pan, total… bueno eso pensaba
yo, al llegar a la mesa de mi escuadrón pude ver la cena, era un atol o algo de ese tipo hecho con
hojuelas de avena, jugo de lechosa, las jarras con café con leche y unos platos con una especie de manjar

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El lista y parte: Es una relación detallada de los efectivos y novedades del día o del momento de una unidad; es
obligatorio para las formaciones de Lista y Parte de cada día, puede ser requerido, además, antes y después de
cada evento o actividad. Manual de Orden Cerrado y Ejercicios Militares a Pie Firme, FAN Venezuela. 1977.
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dulce como postre, después de la lectura obligatoria del manual de urbanidad y buenas costumbres, que
versó sobre los modales que debíamos tener en una visita social en una casa ajena y en serio que era
bastante protocolo, muchísimo más del que me habían enseñado en mi casa, me costó mucho comerme
el atol era muy espeso y demasiado baboso, se le sentía la fibra pero a pesar de ser dulce no me gustaba
para nada, el gordito casi vomita varias veces y le dijeron que si lo hacía se comería una sopera llena de
eso, claro yo también casi me voy en vómito, pero más disimulado y con la ventaja que no tenía la
atención de todo el comedor, el café estaba desabrido pero que podías pedir de una comida para
cientos, lo único que sobresalió fue el manjar, era de piña y estaba muy bueno en realidad.

Ahora venía la hora de casino, salí del comedor antes que terminara mi escuadra y pensé en ir al casino a
ver qué tan fabulosa era esa hora, ya había estado allí con mi padre, era donde se compraban los
uniformes y otras cosas de la lista para el ingreso al liceo, caminé rápidamente hasta el casino siguiendo
los grupos de antiguos por detrás de la tercera compañía, ya desde lejos mientras atravesaba el patio
número dos, se oía la bulla que hacían los alumnos, se oían gritos y risas, ¡Por lo visto la iba a pasar bien!,
por primera vez desde que había entrado al liceo; habían muchos alumnos parados en la entrada y todos
eran superiores, pasé por el medio de ellos pidiendo permiso y evitando tocar a cualquiera, eso daría el
inicio a unos cuantos minutos de ejercicios extenuantes y todos ellos sabían cómo desgastar físicamente
a cualquiera muy rápidamente, una vez adentro y después de caminar unos 18 pasos pude ver el
panorama completo.

Había un gran espacio vacío en todo el medio del gran salón. a la derecha al fondo había solo un televisor
pegado a la pared y estaba en control de los de quinto año, bueno del más antiguo presente, no me
incomodé por eso ya que solamente se veían 3 canales y la programación era bastante mala, en lo
personal prefería leer un buen libro, fue entonces que detallé que varios de mis compañeros aspirantes
estaban parados firmes alrededor de donde estaba el grupo de superiores viendo la televisión, solo que
mis compañeros estaban mirando al techo y eran gritados por los superiores. En ese momento me sentí
en un campo minado, se me desapareció la euforia, estos eran los gritos y las risas, ¡Eran de los
superiores!, me paralicé en el momento, esto había sido una muy mala idea y mi mente daba vueltas
pensando como saldría de esta situación tan peligrosa, quedé en medio de esa gran sala sin poderme
mover.

Mientras que estaba paralizado me puse a detallar a mi alrededor y al lado izquierdo de la sala estaba la
barra donde nos vendieron los uniformes y en ese momento solo se veía una manada de alumnos con
una furia enardecida tratando de comprar: refrescos, caramelos, dulces, ponqués, chicles y todo tipo de
comida chatarra salada; sin darme cuenta me había descongelado y ya estaba caminando hasta allá,
traté de llegar a la barra en medio de esa maraña pero era imposible pedir algo, para comprar los
superiores respetaban la antigüedad hasta de sus compañeros.

Definitivamente los nuevos no podían comprar; algunos aspirantes estaban dándole dinero a los de
cuarto y quinto año para que les compraran, claro por una comisión, esa iba a ser la única manera de
comprar aquí porque la otra era llegar de primero, es decir comer rápidamente y salir corriendo para el
casino, pero era una misión imposible, además a los pocos que lograban comprar les caían encima los
compañeros que no tenían dinero y les pedían una prueba o un poquito, al menos no abusaban de su
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poder los superiores en esa parte, de verdad que el hambre era notable, irónicamente era prohibido
traer este tipo de comida chatarra al liceo y era confiscada tan pronto era conseguida en los equipajes.

Busqué entre los superiores que estaban comprando a ver quién era el que más compraba, el más rápido
y efectivo, me ubiqué a un lado de la gran barra y desde donde estaba veía a los 4 empleados lidiando
con la marabunta de hambreados, vi a varios superiores que no tenían jerarquía ganándose un dinero
comprándole a los aspirantes, era cuestión entonces de preguntar cuánto cobraban, mientras tanto
tenía la boca llena de babas por un refresco.

Uno de ellos me cobraba una pequeña cantidad para comprarlo, pude ver que tardaba poco en ser
atendido, alguna tramoya había, le di el dinero, él se metió en la marejada y de repente pensé, ¿Y si se va
con mi dinero?... esperé unos 5 minutos y llegó con mi refresco, me lo entregó y de inmediato me
cayeron encima como seis alumnos nuevos que ni conocía, todos querían que les dieran un poquito, me
puse en posición de defensa con el refresco en mi mano izquierda y cerca de mi cuerpo mientras con mi
mano derecha los mantenía raya, pensé y pensé como saldría de esta situación y como buen católico
debería compartir mi bebida y les propuse lo siguiente, yo me tomaría la mitad y la otra mitad se la
repartirían entre ellos, todos asentaron con la cabeza, me tomé mi mitad mientras se le salían las babas
a ellos y le entregué la botella a uno, giré y me marché de allí hacia la gran puerta.

Hacia el rincón opuesto a la barra de la cantina habían unas mesas de billar y otras de tenis de mesa, por
supuesto solo jugaban superiores y los pocos subalternos que habían también estaban pagando
plantón14, no tenía nada que buscar allí tampoco, había pasado como una media hora en mi
descubrimiento de la famosa hora de casino, abandoné el lugar lo más rápido posible y evitando
tropezar con ninguno de los que estaban en la puerta; pensé que lo mejor era irme a dormir, no quería
saber más nada de nadie por el momento, me dirigí hasta el edificio de mi compañía y subí las escaleras
y estaban cerradas las gigantes rejas de ingreso de la puerta principal, bajé y di la vuelta para entrar por
las escaleras del medio y la reja estaba entre abierta, entré y me dirigí hasta mi dormitorio y cuando iba
a mitad del pasillo oí un grito.

– ¡Nuevo alto allí! … ¿Qué piensas que haces en los dormitorios?, ¿Nadie te ha dicho que no se puede
ingresar hasta el toque de estudio o de silencio? – Quien gritaba de verdad que estaba muy molesto y de
todas maneras si estaba prohibido entrar a los dormitorios ¿Qué hacia el aquí? –

– No mi alumno, nadie me advirtió que no debía subir al dormitorio, y disculpe, ¿Cómo se cuál es el
toque de estudio o el de silencio? – Espere desviar su ira hacia mi pregunta, hasta el momento había
funcionado muy bien –

– ¿Nuevo nadie te ha dicho nada en tu escuadrón?, ¿De qué pelotón eres? – Ese grito me taladró el
cerebro –

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Plantón: Acción de castigo de desgaste físico moderado, donde el castigado debe permanecer de pie, en posición
firme, mirando hacia la izquierda y sin posibilidad alguna de moverse a voluntad, solo puede hacer bajo la orden de
quien lo comanda.
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– ¡Soy del tercer pelotón mi brigadier! – Ahora si lo podía ver bien, era de quinto año y tenía jinetas de
brigadier en su hombro y un cordón dorado tejido guindando en su hombro derecho –

– Ok, ok, te vas de aquí ¡YA!, cuento hasta cinco y no te veo, uno, dos, tres, cuatro…

Ya estaba bajando por las escaleras cuando dejé de oír al alumno, por lo visto en esta historia fabulada
era todos contra los nuevos, no podíamos hacer ni lo que quisiéramos, estoy seguro de que en el
seminario estaría ya acostado y esperando otro día emocionante, ¿Ahora qué haría?, me paré un
momento a pensar cerca del patio número uno, pero como buena fabula debería haber una moraleja.

– ¿Nuevo que hace por aquí? – Otra vez, me agarraron desprevenido, no era bueno pensar por aquí –

– Vengo del baño mi alumno y voy hacia el casino, con su permiso. – Era un alumno de tercer año –

– Nuevo cinco y no te veo, uno, dos, tres…

Ya estaba corriendo más rápido por lo visto, dejé de correr cuando iba por la mitad del patio número
dos, no podía regresar al casino, tenían a varios aspirantes en formación de escuadra, evité acercármeles
y a lo lejos podía oír que les gritaban en las orejas algo de un cerro rojo, ¿Qué haría?, tratar de ver
televisión sería imposible, era una trampa con miel para las hormigas que éramos nosotros, a todos los
nuevos que se acercaban hasta el televisor y el grupo de quinto año que lo rodeaban mientras veían un
juego de beisbol, eran inmediatamente puestos firmes y los ponían a ver el cielo raso, bueno por lo
menos oían; mucho menos acercarme a las mesas de juegos, tampoco podía regresar al dormitorio,
¿Podría ir hasta el patio de honor?, ¡Lo intentaría al menos!, cuando iba bajando las escaleras hacia la
información venia subiendo el oficial de guardia, de inmediato un miedo me recorrió el cuerpo, sentí la
adrenalina correr por mis venas, se me aceleró el corazón, lo mire de reojo.

– ¿Nuevo que haces por aquí? – ¿Otra vez?, es que no sabían decir más nada que eso –

– Tuve que voltear a verlo de frente y pararme firme, saludar con la mano y contestarle, “Buenas noches
mi capitán, estaba tratando de llegar al patio de honor, pensaba en sentarme en las bancas de allí y
pensar un poco en todo lo que ha pasado en el día”.

– No estarás pensando en escaparte por la puerta principal, ¿Verdad? – El me detallaba con mirada
implacable –

– ¡No, no, no Capitán Dagostino!, ¿Cómo se le ocurre? – Después del incidente del almuerzo su apellido
había sonado en todas las mesas –

– Bueno, entonces me acompañaras en mi recorrido, caminaras a mi lado nuevo, ¿Cómo te llamas?, no


leo muy bien tu porta nombre.

– ¡Rojewski Sayago, señor! – Solo dije los apellidos esperaba haberlo hecho bien –

– Ahhh ya veo, difícil de pronunciar, estuviste en enfermería esta tarde, eres del tercer pelotón de la
segunda, cuéntame, ¿Qué fue lo que te paso en realidad?
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– ¿Sobre qué señor? – Y entre 600 alumnos el capitán sabía quién era yo, ¡caramba!, sería por apellido o
por el golpe en mi cabeza –

– Muy bien, por lo que veo… ¿Ya te hablaron de la ley del silencio?, espero que entiendas que no todo el
tiempo debes nadar contra la marea, faltan cinco minutos para la hora de estudios y una hora más para
el toque del silencio, deberías esperar cerca de las entradas de tu compañía.

– Disculpe señor, pero en realidad no sé de qué me habla sobre una ley del silencio, gracias de todas
formas por su consejo. – La verdad que ni idea de que me estaba hablando –

– Pero me gustaría saber, claro si usted puede y me explica, ¿Que es el toque del silencio?, ¿Cómo lo
diferencio del toque de estudios?, disculpe la preguntadera.

– De nada, hoy has oído varios toques solitarios de corneta, ¿verdad?

– Si, me dijo mi padre que lo toca un alumno y le llaman “corneta” porque toca ese instrumento, y marca
la hora de formación para ir a comer y otras cosas, sabe, mi padre fue alumno en el liceo. – Lo dije con
mucho orgullo –

– Que bien por lo menos sabrás algunas cosas del liceo gracias a tu padre, pero no te contó sobre el
toque de silencio… bueno, eso es un toque de corneta que se remonta entre los años de 1861 y 1865 con
el cual se anunciaba el fin del día, además de la orden de apagar la iluminación e irse a dormir, y el
comienzo de los turnos de guardia nocturna, pero también se hizo muy importante en los actos de
homenaje funerario durante la guerra civil norteamericana.

A mí me contaron en la academia que había una versión francesa anterior llamada “Tattoo” desde 1835
y que estaba descrita en un manual militar norteamericano por el Mayor General Winfield Scott, pero,
siempre en estas historias existe un pero, un General de Brigada llamado Daniel Butterfield le pidió a un
joven soldado de 22 años de edad, llamado Oliver Wilcox Norton, que montara una nueva composición a
esa melodía para tocarla esa misma noche y fue tan buena que pronto se institucionalizó en las fuerzas
armadas de la unión. Todo esto lo recuerdo muy bien porque fue pregunta de un examen en la
academia, claro existía otra versión más cursi, pero en la academia aceptaban esta.

– Ya entiendo lo del toque de silencio, realmente muchas gracias, pero y ¿El de la hora de estudio?

– Muchacho vivimos bajo un régimen de disciplina y horario militar, además somos muchos en un liceo
bastante grande, por eso se usa al corneta de guardia, quien debe seguir un horario para tocar la
corneta, notificando las formaciones o las otras actividades, pero todos menos el toque de silencio
suenan igual, además la principal diferencia entre ellos es la hora y el momento, si acabas de cenar,
después viene un toque y es el del comienzo de la hora de casino, el toque siguiente marcará el inicio de
la hora de estudio obligatorio hasta que sean las 2100 horas y es cuando sonará el toque de silencio que
avisará el momento de ir a dormir para quienes así lo decidan…

– Mi capitán, aprovechando el momento, disculpe, pero que es eso del cerro rojo que a cada rato oigo
que lo gritan, pero no lo he podido oír bien… es que estuve algo ajetreado en la tarde… – De repente se
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oyó otro toque de corneta y los superiores salieron corrieron hacia los dormitorios a buscar sus
cuadernos y libros, algunos llevaban sus máquinas de escribir y se metían en los salones que se
encontraban en la parte inferior de los edificios de las compañías, no todos, pero si la mayoría. –

– Bueno Rojewski debo hacer otras cosas, hasta aquí me acompañas, cinco y no te veo, uno, dos…

No pude dar ni las gracias y no quería saber qué pasaría si no salía corriendo del lugar cada vez que
alguien empezaba a gritar “Cuento cinco y no te veo…”, estaba decidido, en esta fábula llena de tantos
animales esta sería la moraleja del día: “Corre lo más fuerte que puedas cuando alguien empieza a
contar…”.

Jamás había caminado y corrido tanto en un solo día, hasta el momento nadie me había podido decir
nada del cerro rojo, me parecía que era algo importante, sino, no lo nombrarían tanto, pero yo solo oía
cuando decían “… el cerro rojo … “, ya me molestaban las piernas y los pies, mas no me dolían, tal vez
era el efecto de lo que me dieron para el dolor en la tarde, no me dolía la cabeza a menos que me tocara
el chichón, ni de broma pasaría por el casino, así que pasé el resto de la hora de estudio escondido hasta
el próximo toque, estaba caminando cerca de la enfermería para entrar exactamente en ese momento,
sería mejor que me dieran algo más para el dolor y así poder dormir.

Durante esa espera obligatoria, vencido por el cansancio, extrañamente en un lugar donde habían tantos
muchachos y estábamos en medio del mayor de los silencios, de repente vi alumnos superiores que se
metían detrás de los edificios hacia la zona verde que rodeaba la parte superior del liceo, ellos no me
veían, pero yo si a ellos desde donde me escondí, se infiltraban dentro de los pinos en la oscuridad, claro
primero enviaban a uno del grupo y recorría la zona y cuando nadie los estaba viendo, ¡Supuestamente!,
se desaparecían, ¡Algún día sabría que hacían en esos pinos!

Yo estaba casi dormido cuando de repente se rompió el silencio reinante, de algún rincón cercano
sonaba una melodía triste pero solemne, en ese momento y tras segundos de oírla entendí porque le
llamaban el toque del silencio, eran exactamente las 2100 horas y empezaron a salir los superiores que
estaban estudiando en los salones y desde el casino los aspirantes que quedaron allí atrapados y
literalmente los estuvieron torturando, todos iban en dirección hacia los dormitorios, me incorporé al
patio número uno y fui directo a la enfermería.

– ¡Buenas noches!

– Aja, ¿Quién es?, disculpa espera un momento allí, estoy ocupada.

– Ok, yo vine esta tarde.

Pasarían unos minutos y apareció la enfermera.

– Dime, como seguiste del golpe, ¿Te duele?

– Tengo una molestia todavía pero ya no me duele tanto, ¿Podría darme lo mismo que me dio esta
tarde?, el analgésico digo, para que amanezca sin ningún problema, por favor.
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– Si claro, por eso te dije que si eran las nueve de la noche vinieras, me imagine que tendrías malestar
todavía, espera aquí, siéntate. – Se tardó unos minutos más, mientras llenaba el papeleo por la pastilla
que me iba a suministrar. – Claro era una civil, no usaba el horario militar –

– Ya sabes, si tienes dolor o molestias vendrás a las 3:00 am de nuevo, pon tu despertador, dale cuerda y
colócalo debajo de tu almohada, ten, toma esta pastilla.

Me tomé el analgésico y me despedí, por fin iba a dormir, ¡Dios se había acordado de mí!, bueno eso era
lo que yo creía… Subí a los dormitorios de mi compañía, algunos alumnos estaba corriendo para los
baños a cepillarse los dientes en sus pantuflas de madera, para evitar los hongos, decían, con sus toallas
al hombro y en pijamas, la pijama debía ser azul claro obligatoriamente ni muy oscura o demasiado clara,
era exactamente ese azul denominado “cielo”, algunos también llevaban apuradamente su rollo de
papel higiénico hacia los baños, seguía la diarrea por lo visto; entré a mi dormitorio y lo primero que me
percaté fue que Méndez Castillo se había marchado, en su cama estaba otro aspirante, alguien había
cobrado favores, seguí hasta mi escaparate y al abrirlo ya estaba casi dormido, de repente Ramírez
Urrutia me llamó a su escaparate.

– Nuevo se llevaron a tu “amigo” Méndez Castillo a la primera compañía, su hermano habló con el
comandante del cuerpo de alumnos y trajeron a un nuevo que no quería quedarse en la primera.

– Bueno, muchas gracias mi alumno, yo lo que quiero es dormir, espero que le vaya bien, uno menos por
quien estar preocupado, de nuevo gracias mi alumno.

– Estas equivocado, su hermano no olvidará tu ofensa, lo conozco, no bajes la guardia y debes estar
pendiente de ellos cuando estén cerca tuyo o si los ves por esta compañía, está seguro de que vendrán
por ti.

– Ok, lo voy a tener en cuenta y de nuevo muchas gracias mi alumno.

Volví a mi escaparate, me cambié y saqué el cepillo de dientes lo llené de crema, puse mi toalla en mi
hombro, agarré el papel sanitario y me fui feliz al baño, me dirigí hacia los inodoros, tuve que esperar un
poco, hice del cuerpo de nuevo lo más rápido posible, sentía el estómago extraño, después me fui a
cepillar los dientes, para variar tendría que hacer cola también.

Cuando por fin retornaba al dormitorio me detuve un momento fuera del baño, estaba pensando cómo
hacer para bañarme con agua caliente, esa idea revoloteaba mi mente desde el baño con agua
congelada de esta tarde, en fin, no pude concentrarme en un plan, me ganó el cansancio, así que me fui
a dormir, regresé al dormitorio guardé mis cosas y cuando me iba a montar en la litera, el alumno de
cuarto año Brown Cervantes que dormía en la parte de debajo de la litera de una vez me gritó.

– ¡Nuevo ni se te ocurra despertarme cuando te vayas a subir a la litera!

– ¡Si señor!, disculpe mi alumno, ¿Por dónde me puedo subir? – Nada más que por puro joder lo dije –

– Nuevo ese es tu problema, usted verá por donde sube, pero si me despierta no se podrás subir hasta
que me quede dormido, ¿Entendido?
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– ¡Si señor! - Me puse a detallar la litera y me dispuse a practicar la subida de nuevo, aprovechando que
Brown Cervantes estaba despierto todavía. –

– Nuevo, si se cae no lo voy a levantar, ¿Entendido? – La amargura en pote pequeño, porque no llegaba a
medir 1,45 metros y eso que tenía como 17 años –

– ¡Si señor!, muy claro señor. – Era ese tipo de personas cascarrabias, amargado y obstinado de la tan
corta vida que tenía, casi no hablaba en realidad, pareciera como si estuviera obligatoriamente en el
liceo, ni por equivocación estaba allí por su propia elección, todo el tiempo mostraba su mejor cara de
desdicha ambulante, además sus compañeros le apodaban como “El Enano Siniestro”.

Después de varias peripecias en cámara lenta me pude subir a la cama otra vez, cuando ya me estaba
arropando, apagaron las luces normales y prendieron una luz llamada imaginaria, que era muy tenue y
podía ser de color verde, azul o roja, eran bombillos pintados, se veía todo entre sombras, pensé que no
importaba esa luz y me dispuse a dormir plácidamente, casi de inmediato caí en un sueño profundo… De
imprevisto alguien me estaba sacudiendo en la cama, pensé que habían pasado algunas horas y que era
de madrugada, me desperté como pude y cuando por fin me enfoqué en quien me estaba despertando y
lo que me estaban gritando, me dejó atónito.

– ¡Nuevo despiértate YA!, es una orden, ¿Estas amotinado o que te pasa?

– Disculpe mi alumno, estoy muy cansado, estaba profundamente dormido. – Mi mente estaba en ese
momento fuera de servicio –

Me estaba despertando, luchaba por salir del estupor, estaba arropado y calientito, de repente levanté
la mirada sobre los escaparates y allí estaban mis compañeros aspirantes parados firmes y estaban
interpretando muy mal una canción que me parecía familiar, mire mi reloj y escasamente habían pasado
veinte minutos desde que me había acostado hasta que me levantaron a hacer el papel de payaso, ¿Sería
una muy mala broma?

– ¿Cómo qué alumno? No ves mis jinetas15, ¡Soy brigadier nuevo!, párate sobre la cama. No es mi
problema si estás muy cansado, levántate o te tumbo de la cama.

– Si mi Brigadier, a la orden, ya me levanto. – Era otro antiguo del quinto año del pelotón, a partir de ese
momento era mejor decirle “brigadier” a todos los que tuvieran jinetas –

– Nuevo apúrate y súbete sobre los escaparates con tus compañeros, deprisa, ¡Muévete NUEVO!

– ¡Si señor!

Me arrimé hasta la parte de la litera que estaba más próxima al borde de los escaparates, como pude me
levanté de sobre la cama, brinqué y caí muy bien, el techo de los escaparates era de concreto, de

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Jinetas: Insignias Militares ubicadas entre el borde del hombro y las mangas de la camisa, tienen forma de "Y"
invertida, usada por los alumnos con jerarquía, distinguidos del primer hasta el tercer año, sub brigadier para los de
cuarto año y para los de quinto año brigadieres, primeros brigadieres y brigadier mayor.
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inmediato me puse firme al lado de uno de mis compañeros y estuve un rato haciendo la mímica de que
cantaba, pero en realidad estaba oyendo la canción y congelándome completamente porque estaba solo
en pijama, al rato de escuchar la melodía me había aprendido la letra y me dispuse a cantarla con mis
compañeros del coro nocturno, cuando estábamos casi dormidos en pie o cantábamos muy mal, algún
alumno de quinto año gritaba: “¡Nuevos se cae el techo!”, y teníamos que subir los brazos como si lo
tocáramos y estuviéramos evitando que se cayera y debíamos seguir cantando, el primero que bajaba los
brazos le tocaba ponerse a hacer 100 saltos de rana en absoluto silencio y nosotros podíamos bajar los
brazos de nuevo, eso sucedió tres veces más en una noche tan linda como esa.

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