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J. G. Bougerol, Introduction à Saint Bonaventure, Paris, Vrin, 1988, p. 56 y ss.
2
B. Reyes Oribe, “La voluntas ut natura en Juan de La Rochelle”, Revista de Filosofía, U. Católica de
Concepción (Chile), vol. 7, n. 2, 2008: 59-68. O. Lottin, “La psichologie de l’acte humain chez S. Jean
Damascène et les théologiens du XIIIe siècle occidental”, Problemes de psichologie I, Gembloux, 1957,
pp. 395-396.
3
In II Sententiarum d 24, p 1, a 2, q 3, Opera omnia S. Bonaventurae, Ad Claras Aquas (Quaracchi),
1885, Vol. II, (565-567) y In III Sent d 17, a 1, q 2, 1887, vol. III, (365-367).
4
Hugo de S. Victore, De quatuor voluntatibus in Christo libellus, PL vol. 176, T. III, col 841 - 846 C.
Cfr. J. G. Bougerol, Introduction à Saint Bonaventure, pp. 102-103.
5
S. Piron, « Franciscains et victorins. Tableau d’une réception », in Dominique Poirel (éd.), L’école de
Saint-Victor de Paris. Influence et le rayonnement du Moyen Age à l’époque moderne, Brepols
(Bibliotheca victorina), 2010 : 521-545.
6
J. G. Bougerol, Introduction à Saint Bonaventure, p. 94.
2
Es importante agregar unas breves aclaraciones sobre los posibles caminos que
un estudioso de la noción medieval de voluntas naturalis puede emprender. En primer
lugar, se trata de precisar el significado que el autor da a la locución. En segundo lugar,
es conveniente concentrarse en las funciones mentadas y buscar nuevamente por si la
misma realidad es presentada con otro nombre. Este es el proceso que hemos seguido
con provecho al estudiar el tema en Tomás de Aquino y en Juan de La Rochelle. Funda
este método, el hecho de que todos estos autores procuran incorporar y explicar
nociones de las varias tradiciones ya mencionadas. Asimismo, nos parece importante
para nuestro propósito, descartar toda comparación entre autores que suponga tomar
como término comparativo la locución o el nombre. Por el contrario, nos parece más útil
retener la función y rastrear entonces cómo es presentada por cada uno. En esta
ponencia, seguiremos el procedimiento mencionado, pero acotando el estudio al
Comentario de las Sentencias.
División de las voluntades
Tal como nos hemos propuesto, comenzamos por preguntarnos con el Seráfico
Doctor si se trata aquí de una distinción de potencias. El santo resume las posibles
maneras de dividir las potencias según otros filósofos7. En primer lugar, según sus
naturalezas las potencias se dividen en vegetales, sensibles y racionales; y estas últimas,
en intelectiva y afectiva. Dice Buenaventura que ésta es la única división de potencias
que cuenta. En segundo lugar, hay otros modos de clasificarlas. Según las funciones,
por ejemplo, la ratio se divide en superior e inferior. Según el estado, como es el caso
del intelecto especulativo que se hace práctico al unirse a la voluntad y a la obra,
dictando y rigiendo. Según el grado –aspectus–, como cuando se divide la potencia
cognitiva en ratio, intellectus e intelligentia8. Otra posibilidad es hacerlo según los
actos, por ejemplo, la potencia cognitiva se divide en inventiva y iudicativa. Finalmente,
es posible dividirlas según el modo de mover; y así llegamos a la división que nos
interesa: en natural y deliberativa. Observamos que nuestro autor no se adentra en estas
distintas posibilidades ni desarrolla los aspectos antropológicos del asunto, sino que se
limita a enunciarlas para mostrar que existen varios modos de clasificar las potencias,
pero solamente uno las divide esencialmente.
Ahora bien, dice Buenaventura que existen dos maneras posibles de entender la
distinción propuesta en el paso comentado9: considerar el objeto o el modo de operar.
Desde el punto de vista del objeto, existe un apetito que se dirige a un único tipo de bien
7
In II Sent d 24, p 1, a 2, q 3, concl. (Quaracchi II, 566)
8
S. Magnavacca, Léxico técnico de filosofía medieval, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2005, p. 97. Se
podría traducir directamente por “aspecto”, según propone J. G. Bougerol, Lexique saint Bonaventure,
Paris, Éd. Franciscaines, 1969, p. 21. (Agradezco al bibliotecario Pedro Puente Olivera, bibliotecario de
Biblioteca Provincial Fray Mamerto Esquiu, de la Prov. Franciscana de la Ssma. Virgen de la Asunción
del Río de la Plata, San Antonio de Padua, por escanear y enviar el texto completo) Pero, si consideramos
la traducción francesa que Bougerol propone, “regard”, es posible traducir en castellano por
“perspectiva”, siempre y cuando se entienda la diversificación de grados de conocimiento racional
relativos también a un orden de la misma realidad: lo que es inferior a la potencia cognoscitiva, lo que es
igual y lo que es superior.
9
In II Sent d 24, p 1, a 2, q 3, concl. (Quaracchi II, 566)
3
apetecible, propio de las sustancias racionales, y existe también otro apetito –natural en
cuanto que excluye lo racional–, que tiene por objeto un bien propio de otras sustancias,
como por ejemplo, los animales. Desde esta perspectiva, uno encuentra potencias
distintas; apetito racional y apetito animal, por ejemplo. Si, por el contrario, miramos el
modo de apetecer, hallamos que un mismo apetito puede apetecer y mover de modos
diferentes, uno natural y otro deliberativo. Así encontramos que la voluntas naturalis y
la deliberativa nombran modos de una misma potencia10. El ejemplo de voluntas
naturalis que puede ofrecerse es la synderesis. Debemos señalar que en este paso el
Seráfico evita identificar completamente ambas realidades, permaneciendo la synderesis
como un modelo11.
10
“[...] divisio potentiae per naturalem et deliberativam non variat eam secundum essentiam potentiae,
sed secundum modum movendi […]”. In II Sent d 24, p 1, a 2, q 3, concl. (Quaracchi II, 566)
11
“[...] ut cum appellamus synderesim esse voluntatem naturalem […]”. In II Sent d 24, p 1, a 2, q 3,
concl. (Quaracchi II, 566)
12
In III Sent d 17, a 1, q 2. (Quaracchi III, 366-367)
13
El mismo Pedro Lombardo, Juan Damasceno y Hugo de San Víctor.
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In III Sent d 17, a 1, q 2, a. 2 y 3, ad a. 1, 2 y 3.
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In III Sent d 17, a 1, q 2, ad a. 1, 2, 3. (Quaracchi III, 367) “[...] dicendum, quod ex illis auctoritatibus
non potest argui, quod in Christo sint plures voluntates quam tres, nisi accipiatur divisio voluntatis
secundum modos volendi ; per quem modum rationalis voluntas multiplicari habet in voluntatem rationis
et pietatis, hoc est secundum conditionalem et absolutam, dividi etiam habet in naturalem et
deliberativam. Sed per hoc non potest argui , quod praedicta divisio sit insufliciens, quia accepta est
secundum potentias; uni enim potentiae possunt respondere plures modi volendi […]”.
16
In III Sent d 17, a 1, q 2, ad a. 4. (Quaracchi III, 367).
4
segunda, al sensitivo17. Asimismo, nuestro autor avisa que toma voluntad en sentido
amplio como un afecto humano que procede a partir de la razón o el sentido18.
17
In III Sent d 17, a 1, q 2, concl. (Quaracchi III, 366-367) “[...] si humana, aut sequens cognitionem
sensitivam, aut sequens cognitionem intellectivam [...]”.
18
In III Sent d 17, a 1, q 2, ad 2. (Quaracchi III, 367) “[...] Magister autem et Sancti accipiunt voluntatem
large ad omnem humanum affectum, sive procedat ex ratione, sive procedat ex sensu [...]”.
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In II Sent d 24, p 1, a 2, q 3, ad 3. (Quaracchi II, 567): “[...] Mutabile vero et immutabile in potentia
accipi possunt respectu diversorum obiectorum, ut patet, cum aliqua voluntas est immutabilis respectu
finis, et mutabilis respectu eius quod est ad finem […]”.
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In II Sent d 24, p 1, a 2, q 3, concl.; (Quaracchi II, 566): “[…] Eadem enim est potentia, qua appeto
beatitudinem, et qua appeto virtutem, sive facere hoc bonum vel illud ad beatitudinem ordinatum; quae, ut
appetit beatitudinem, dicitur naturalis, quia immutabiliter appetitus eius ad beatitudinem inclinatur; ut
vero appetit hoc vel illud bonum facere, deliberativa dicitur, et secundum iudicium rationis potest ad
contrarium inclinari. […]”.
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In II Sent d 24, p 1, a 2, q 3, f 2. (Quaracchi II, 565-566): “[...] potentia, quae ordinat in finem et in id
quod est ad finem,4 non est alia et alia; sed voluntas nostra, ut est in finem, est naturalis, quia naturaliter
unusquisque appetit beatitudinem; ut est in rem ordinatam ad finem, est deliberativa: ergo etc. [...]”.
22
In II Sent d 24, p 1, a 2, q 3, f 3. (Quaracchi II, 566): “[...] eadem potentia cognitiva est, qua
cognoscimus aliquid naturaliter, et per acquisitionem […]”.
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pero “[…] El bien no es uno entre muchos objetos deseables, sino la fuente y fin de todo
deseo. […]”23. De este modo, vemos que la voluntas naturalis está determinada, pero no
al modo del apetito natural de los no racionales. Por otra parte, la necesidad y
determinación de la voluntas naturalis le viene de su inmutabilidad, lo cual es propio e
interior a ella. La voluntad, entonces, solamente excluye la necesidad de coacción24.
Esto se da al punto de admitir alabanza para los actos de la voluntad que permanece
inmóvil en el bien.
voluntas carnis; y que por otro, también según el modo, se puede hablar de una división
de la voluntas rationalis en rationis et pietatis, condicional y absoluta, natural y
deliberativa29. Debemos estudiar ahora cada una de ellas.
29
In III Sent d 17, a 1, q 2, concl.; ad a. 1, 2, 3. (Quaracchi III, 366-367).
30
In III Sent d 17, a 1, q 3, concl. y ad 1. (Quaracchi III, 368-369).
31
In III Sent d 17, a 1, q 2, concl. y ad a. 4. (Quaracchi III, 367).
32
In III Sent d 17, a 1, q 3, ad a. 3; (Quaracchi III, 369).
33
In III Sent d 17, a 1, q 3 (Quaracchi III, 368).
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Hugo de S. Victore, De quatuor voluntatibus in Christo libellus, PL vol. 176, T. III, col 841 - 846 C.
35
Hugo de S. Victore, De quatuor voluntatibus, 842 B.
36
Hugo de S. Victore, De quatuor voluntatibus, 842 B. “[…] Bestia pati potest, compati autem
humanitatis est proprium […]”.
37
Hugo de S. Victore, De quatuor voluntatibus, 844 A y B.
7
Muy claro resulta el que la voluntas carnis –al igual que la voluntas pietatis–,
supone conocimiento, al menos en su ejercicio, si tomamos en cuenta que la misma en
Cristo se conforma por sujeción a la voluntad racional, y ésta, a su vez, a la Divina.
Además, se trata de movimientos afectivos que suponen el conocimiento de un mal
futuro: el dolor de la Pasión o la destrucción de la patria y la miseria del prójimo.
38
T. Ables, “Natura and the Christological problem of the exemplars in Hugh of St. Victor and
Bonaventure”, Patristic, Medieval and Renaissance Conference, Villanova, PA Oct. 22, 2011. Vid.
también E. Falque, “La conversión de la carne (Buenaventura)”, Sapientia Vol. 65, Fasc. 227-228, 2010:
111-152.
39
In III Sent d 17, a 1, q 3 (Quaracchi III, 367- 370).
40
Santo Tomás hace otras consideraciones que separan el caso de Cristo del de los demás hombres. En el
hombre virtuoso se reproduce hasta cierto punto la asimilación original de la que habla Buenaventura,
porque el gran amor de la voluntad arrastra a las otras potencias hacia ella. Y esto es natural, o sea, lo que
la perfección de la virtud produce de por sí. Por el contrario, Cristo preserva a cada potencia y a cada
voluntad en lo propio para manifestar su completa humanidad y lo puede hacer porque es Dios. Además,
este mantener a la sensualidad en lo suyo no disminuye el dolor y hace total el sacrificio. Tomás de
Aquino, In III Sent d 15, q 2, a 3 C, co. Cfr., Summa Theologiae III, q 15, a 9, ra 3.
8
Por otra parte, Buenaventura dice que los modos de querer también pueden
distinguirse en tanto condicionales o absolutos. La voluntas naturalis, la voluntas
pietatis, la sensualitas y la voluntas carnis son condicionales, ya que quieren algo en
tanto no se contradiga con la voluntad divina o con la racional43. Por el contrario, la
voluntas rationis puede ser absoluta. Esto se aclara en el comentario al primer libro de
las Sentencias, donde el Seráfico estudia precisamente el tema de la conformidad de la
voluntad humana a la Divina44. La voluntas rationis puede querer absolutamente, que en
este contexto significa que consiente sin condiciones a la voluntad divina. Ahora bien,
es interesante señalar que la voluntas pietatis es condicional, ya que es humana y
también supone la razón, pero puede merecer en la medida en que dicha condición está
dada por la voluntad Divina45. Esta compasión meritoria es también la de la Virgen
María y la de los Santos.
41
In III Sent d 17, a 2, q 2, resp. (Quaracchi III, 373) “[...] cum oratio sit petitio procedens ex voluntate et
desiderio; secundum quod voluntas humana fuit in Christo secundum triplicem differentiam, sic et oratio.
Nam quaedam oratio fuit exprimens sive procedens a voluntate rationis, quaedam a voluntate pietatis,
quaedam a voluntate carnis [...]”.
42
In III Sent d 17, a 2, q 2, ad arg. (Quaracchi III, 374).
43
In III Sent d 17, a 1, q 2, ad a. 1, 2, 3 (Quaracchi III, 367). In I Sent d 48, a 2, q 2, concl. (Quaracchi
858).
44
In I Sent d 48, passim (Quaracchi I, 850- 861).
45
In I Sent d 48, a 2, q 2, ad 4 (Quaracchi I, 859).
46
In I Sent d 48, a 1, q 1, concl. (Quaracchi I, 852).
9
Conclusiones
47
In II Sent d 37, a 2, q 1, ad 6 (Quaracchi II, 870).
48
In II Sent d 39, dub. 3 concl. (Quaracchi II, 917).
49
J. G. Bougerol, Introduction à l`étude de Saint Bonaventure, Tournai, Desclée, 1961, pp. 102-104.
50
In II Sent d 39, dub. 2, concl. (Quaracchi II, 916-917): “[...] voluntas naturalis, quae bonumm appetit,
non semper est in suo actu, quia non semper cogitat de bono, [...] semper dicat continuitatem quantum
ad habitum volendi, non quantum ad actum. [...]”.
51
In II Sent d 24, p 1, a 2, q 1, concl. (Quaracchi II, 559-560); cfr. Ch. Carpenter, La teología como
camino de santidad, trad. I. Ramírez Acevedo, Barcelona, Herder, 2002; p. 220 y ss. Sobre la
contemplación vid. G. Cresta, “La vera sapientia o contemplación mística en el De triplici via de San
Buenaventura”, Revista Internacional d’Humanitats 22, jul-set 2011.
10
la distinción está en los tipos de actos que elicita la voluntad52. Esto es interesante
porque Bougerol sostiene que el Aquinate debía tener la lectura del Maestro Menor
cuando redactaba su comentario53. En Buenaventura, se trata de la voluntad que es
afectiva y motiva de dos modos: uno, naturalmente, o sea, sin previa deliberación, y el
otro, supuesto el juicio de la razón. El Seráfico pone como ejemplo de voluntad natural
a la synderesis que inclina e instiga naturalmente al bien honesto. Sospechamos, pero no
podemos probarlo aquí, que no hay una identificación completa entre ambas.
La voluntas naturalis apetece la bienaventuranza, mientras que la deliberativa,
la virtud, es decir, el hacer tal o cual bien concreto ordenado a aquella. La primera es
inmutable y necesaria –necesidad que no impide el libre albedrío–, en tanto la segunda
es mudable en función de la variedad de bienes ordenados.
También se comportan de modo semejante la voluntas pietatis y la voluntas
carnis. Aunque Buenaventura, por seguir a Hugo de San Víctor, reserva el atributo de
natural para la segunda, en su explicación muestra que ellas comparten el seguir algo
propio del hombre, sea como racional, sea como animal. En este punto se echa de ver
cierta falta de unidad en la concepción antropológica que no podemos tratar aquí.
Por otra parte, constatamos que hay una reafirmación del valor de lo natural en
tanto bueno, creado y querido por Dios, ya que es la misma voluntad Divina la que
quiere que cada voluntad apetezca lo suyo. Y a tal punto es querido por Dios que hay
mérito en ello. También vemos que se manifiesta un orden según el cual la voluntas
deliberativa se volverá conforme a la Divina: primero la satisfacción de la justicia
Divina, segundo, la misericordia y finalmente, el sacrificio o la pena de la carne.
Finalmente, podemos decir que en estos pasos del Doctor Seráfico no está del
todo desarrollado el tema de la relación de la voluntas naturalis con el conocimiento. Se
da por supuesto, tanto en los dubia como en las determinationes, que no hay un
ejercicio de este modo de la voluntad sin algún conocimiento y que este ejercicio no es
el de la voluntas deliberativa. Buenaventura se inclina por abrir la voluntas naturalis en
habitual y actual, aunque es un tema que solamente encontramos esbozado.
52
Nos hemos ocupado en varios trabajos. Cfr. por todos: La voluntad del fin en Tomás de Aquino; Buenos
Aires, Vórtice, 2004, y “Persona, naturaleza y voluntad en el Comentario a las Sentencias de Pedro
Lombardo de Tomás de Aquino”, Scripta Mediaevalia, vol 2, n.1, 2009: 165-185.
53
J. G. Bougerol, Introduction à Saint Bonaventure, p. 46.