TEORIAS Y PRINCIPIOS DE INTERVENCION EN UN BIEN CULTURAL:
MÁS ALLÁ DE LA REGLAMENTACIÓN TÉCNICA
La restauración tiene como objetivo devolver
la eficacia a un bien y se aplica a todo tipo de
objetos desde muebles hasta inmuebles
culturales e incluso al patrimonio natural
mediante la recuperación del paisaje. En el
primer caso, a través de la historia, las
restauraciones efectuadas en obras de arte
se centraban únicamente en recuperar el
estilo y plástica, adaptándolas a los gustos de
la época. De esta manera, su historicidad,
tecnología, arquitectura y otros valores eran
alterados y degradados en nombre de la
“uniformidad estética”. A lo largo del siglo
XX, surgen debates y regulaciones que
cambian la visión de la obra para que,
además de una pieza de valor estético,
también defienda un significado histórico,
ideológico, educativo, social e incluso
arqueológico.
A finales del siglo XIX, surgieron dos
tendencias que influyeron en las siguientes
corrientes teóricas posteriores. Por un lado,
estaban los partidarios de la restauración
estilística que buscaba la recuperación de lo
que creían fue el original y uniformizar en
una sola lectura el objeto (como sucedían
con las intervenciones de Viollet Le Duc). Y,
por otro, estaban los seguidores de la
conservación anti restauradora que
consideraba las pautas de Ruskin de
conservar lo más que se pueda lo que del
original existe. Como esta información era
insuficiente, se empezaron a realizar
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Arq. Carlos Chiroque Céspedes
debates, charlas, congresos y a elaborar
documentos de mayor alcance a fin de
salvaguardar el patrimonio.
Al principio se tenía una concepción aislada
del monumento, como si fuese una pieza de
exhibición, únicamente. La Carta de Venecia
modifica eso y lo cambia por el hecho de
“salvaguardar tanto la obra como el
documento histórico”. Así se fijan las bases
de los principios reconocidos en la actualidad
y defendidos por la conservación. Cesare
Brandi acepta que la obra tiene un valor
estético pero además añade que tiene un
valor histórico, el cual se relaciona con el
primero y del cual no se puede desvincular.
Por tanto, de esto deriva principio
fundamental: antes de intervenir
directamente sobre la obra, es preciso hacer
un estudio e investigación de sus
componentes estéticos, históricos y
tecnológicos, para comprender todo el
significado del objeto y poder conservarlo
adecuadamente según el estado en que llegó
pero sin alterar o desvirtuar su integridad.
Por otro lado, según la Carta de Venecia, la
restauración es una operación de carácter
excepcional y multidisciplinario,
anteponiéndose siempre la conservación. Es
decir, las técnicas primero deben orientarse
a documentar y asegurar el estado actual de
la obra antes que modificarla. Y si esto no es
posible, entonces dicha modificación debe
ser mínima, respetando sus valores, esencia,
significado; revelando lo auténtico, pero sin
hacer conjeturas o hipótesis de cómo pudo
haber sido y menos aún añadir elementos
que pueden resultar inexactos (eso sería caer
en la restauración de Le Duc).
La conservación es la actuación que
prevalece antes de la restauración; pero las
técnicas de los restauradores son un gran
aporte que se añade al conjunto de acciones
para asegurar la vida de un bien cultural. Sin
embargo, se ha de tener presente que para
conservar un bien no basta no debe limitar a
restaurar la parte física sino que debe haber
una visión integral. Por eso la Carta del
Restauro define a la conservación como: “el
conjunto de actuaciones de prevención y
salvaguarda referidas a asegurar una
duración pretendidamente ilimitada a la
configuración material del objeto”.
Al respecto de estas medidas y debido a la
confusión generada, el ICOM, durante la XV
Conferencia Trianual celebrada en Nueva
Delhi en 2008, unificó los términos
agrupando las operaciones según las
siguientes definiciones:
Conservación: Todas aquellas
acciones que tenga como objetivo la
salvaguarda del patrimonio cultural
tangible, asegurando su
accesibilidad a generaciones
presentes y futuras. Comprende la
conservación preventiva, la
conservación curativa y la
restauración, las cuales deberán
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respetar el significado y propiedades
físicas del bien cultural en cuestión.
Conservación preventiva: Todas
aquellas acciones que tengan como
objetivo evitar o reducir futuros
deterioros o pérdidas. Se realizan
sobre el contexto circundante al bien
o grupo de bienes. Estas medidas son
indirectas, no interfieren en los
materiales y las estructuras de
dichos bienes. No modifican su
apariencia. Por ejemplo: registro y
almacenamiento, control de
condiciones de luz y humedad,
planificación ante emergencias,
sensibilización al público, protección
legal.
Conservación curativa: Todas
aquellas acciones aplicadas de
manera directa sobre el bien o grupo
de bienes que tengan como objetivo
detener los procesos dañinos
presentes o reforzar su estructura.
Estas medidas solo se realizan
cuando el bien se encuentra en un
estado de fragilidad notable o se
está deteriorando a un ritmo elevado
por lo que podría perderse en un
tiempo breve. Estas acciones a veces
modifican su aspecto. Por ejemplo:
desinfestación de plagas,
desalinización de cerámicas,
estabilización de metales corroídos,
remoción de maleza en paredes.
Restauración: Todas aquellas
acciones aplicadas de manera
directa a un bien individual que tiene
como objetivo facilitar su
apreciación, comprensión y uso.
Estas medidas solo se realizan
 cuando el bien ha perdido una parte
de su significado o función a través
de una alteración o un deterioro. Se
basan en el respeto del material y
técnica original pero modifican su
aspecto. Por ejemplo: retoque de
pintura mural, ensamblaje de
pilastra rota, reintegración de partes
perdidas de una pared.
La escuela italiana no solamente considera a
Brandi. Antes de él, dos expertos plantearon
un equilibrio entre el deber de conservar y la
necesidad de restaurar. Pero también admite
una mínima acción restauradora, cuando es
necesario la adición de partes nuevas para
evitar la pérdida. Sin embargo, en este caso,
las adiciones deberán ser reconocibles como
elementos actuales a fin de evitar
falsificaciones. Admite la reconstrucción
porque un edificio puede ser destruido por
un desastre natural o por una guerra y esta
medida puede ayudar a superar la pérdida.
Boito, divide la restauración en tres grupos:
arqueológica (ruinas de valor arqueológico),
pictórica (edificios medievales) y fueron construidos pero que deben ser
arquitectónica (edificios clásicos y
modernos). En el Congreso de Arquitectos e
Ingenieros Civiles de Roma de 1883, este
arquitecto presentó 8 pautas para la
reconstrucción a fin de evitar el
falseamiento:
1) Diferenciar el estilo antiguo del
nuevo.
2) Diferenciar los materiales originales
y nuevos.
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3) Exponer en un lugar cercano al
monumento los materiales que se
hayan removido.
4) Suprimir decoraciones en las partes
nuevas.
5) Añadir la fecha de intervención en
cada pieza nueva.
6) Colocar una placa descriptiva de los
trabajos que se realizaron en el
monumento.
7) Describir, fotografiar y documentar
las fases del trabajo y cada paso de la
intervención.
8) Divulgación y publicación del trabajo
en los medios de comunicación.
El otro representante de esta escuela es
Gustavo Giovanonni, quien añade la
restauración científica a las ideas de su
maestro. Por esta se entiende la
conservación sistemática y cuidadosa del
bien cultural. Clasificó los monumentos en
muertos (ruinas arqueológicas y medievales
que deben ser respetados como fueron
concebidos y no ser reavivados ni
reutilizados) y en vivos (edificios históricos
que pueden tener un uso afín para el que
oportunamente evaluados para encontrar un
destino útil). Así mismo, clasifica la
restauración en cinco tipos:
Restauración de simple
consolidación: Para reforzar y
defender de agentes patógenos,
siempre diferenciando las partes
nuevas que se hayan puesto.
Restauración de recomposición:
Añadiendo elementos nuevos de
 partes accesorias que no constituyen los de carácter histórico y de significancia
su cuerpo central y pueden cultural pues afirma que cada monumento u
sustituirse. Siempre diferenciándose obra del pasado exige una forma particular
del original. de decisión y un ajuste de los criterios
generales establecidos. Recomienda que la
Restauración de liberación: Cuando
intervención no interfiera en la lectura y
elementos que carecen de
comprensión de la obra. Sus principios
importancia, como simples muros,
fundamentales son:
ocultan piezas como molduras,
grabados o frescos. Estos elementos
simples solamente se respetan
1) El material original jamás será
cuando tienen una intención y valor
reemplazado. Se debe conservar el
artístico.
estado antiguo, pero jamás
Restauración de completamiento: pretender retornar ni devolver al
Concibe dar al monumento forma estado original.
integral, añadiendo las partes que le 2) Cada intervención de restauración
faltan solamente cuando son deberá ser diferenciada y con
secundarias y accesorias. materiales distintos, acentuando así
los límites en la materia original y la
Restauración de innovación: Añade
de restauración
partes esenciales, renovando para
3) En la restauración se deben usar
reconstruir o para ampliar el edificio
materiales compatibles, en lo posible
y dar utilidad. Se adiciona una parte
originales o que no generen una
arquitectónica por razones
incompatibilidad con la obra.
funcionales.
4) Cada obra a restaurar es un caso
distinto, por eso no se pueden
aplicar reglas estrictas o normas
A diferencia de restaurar únicamente por el
generales a las intervenciones. Se
estilo (es decir, dando valor únicamente a la
debe estudiar y analizar cada caso
forma del objeto), Giovanonni practicó un
siguiendo estos principios.
método científico, basado en la filología que
5) La intervención debe ser la justa y
es el estudio del lenguaje, la literatura y otras
necesaria para conservar el
manifestaciones escritas por considerarlas la
monumento, impedir su deterioro,
evidencia de una comunidad cultural. Este
mantenerlo vivo y asegurar su uso
arquitecto considera al edificio como un
para las generaciones futuras.
documento.
6) Hay una cuarta dimensión en
arquitectura y es el tiempo. La vida
misma del edificio que ha dejado
Volviendo a Brandi, sus aportes mejoran las
marcas y la mutación de sus
ideas de sus antecesores creando la
materiales. Se debe conservar este
restauración crítica. El arquitecto considera
envejecimiento positivo del
además de los valores estéticos y artísticos,
monumento y no intentar que la

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 intervención recupere el estado
original.
7) La restauración incluye no solo los
procesos que conservan la materia
física sino también los procesos que
facilitan la comprensión de la obra.
En otra escuela, denominada vienesa, resalta
la figura de Max Dvorak, cuyas ideas van más
allá de la noción de patrimonio histórico
antiguo y se extiende a todo tipo de
construcciones independientemente de su
estilo, época o importancia artística.
Considera que los monumentos también
aportan al bienestar espiritual pero que esas
sensaciones dependen también del paisaje y
su relación con el medioambiente. También
considera que la conservación debe
extenderse a todas las obras por igual: no
son importantes solamente las catedrales y
los palacios, también lo son las capillas de
pueblo o una ruina cubierta de maleza.
Coincide con la escuela italiana en la
conservación de todas las aportaciones del
monumento condenando la práctica de
uniformizar el estilo a costa de eliminar esos
elementos que fueron agregados durante el
paso de los siglos. Sus principios básicos son:
1) Conservar al máximo los
monumentos en su función, forma y
ambientación original.
2) En el caso de las ruinas, evitar las
reconstrucciones. La restauración no
debe resaltar de forma estridente en
el aspecto general de la ruina y la
vegetación solo debe eliminarse
donde daña, no donde embellece.
3) Proteger de la humedad los
monumentos antiguos todavía en
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uso y restaurar daños pequeños
impidiendo que se vuelvan mayores.
En restauraciones mayores se debe
atender a usar el mismo material y
reutilizar el material antiguo cuando
esté en buen estado. Evitar los
efectos desarmónicos en los
recubrimientos (para renovación de
exteriores es más oportuno el gris y
para renovación de interiores, el
blanco). En el caso de la piedra, no
debe revestirse de enlucido y en los
pavimentos es mejor reutilizar el
material precedente.
4) En restauraciones de iglesias, se
deben limitar los trabajos a una
limpieza cuidadosa, a asegurar
partes que amenazan caerse y a la
sustitución de pequeños trozos
faltantes. Repintar o retallar viejas
estatuas y altares es vandalismo.
5) En el caso de renovación de
decoración de edificios antiguos, no
se debe olvidar que el mejor
ornamento en interior y exterior es
la forma histórica y su carácter
antiguo. No deben colocarse nuevas
vidrieras de colores, es mejor
proveer ventanas blancas; y en caso
de decoración pictórica perdida, es
mejor sustituirla por un simple
enlucido.
6) En cuanto al aspecto del ambiente y
la ciudad, no se destruirá nada de lo
antiguo para sustituirlo por algo
nuevo. Se deben evitar cambios
injustificados en la estructura
urbanística y se debe atender a la
relación del nuevo edificio con el
entorno.
Finalmente, han aparecido nuevas
concepciones que corrigen o mejoran las
ideas anteriores. Como restauración objetiva
y restauración integral. La primera considera
la protección de un triple carácter del
monumento: arquitectónico, documental y
significativo. Para ello es importante conocer
el contexto que rodea el monumento,
reflexionar sobre los fines y criterios que
guían la intervención, ejecutar
meticulosamente las obras de restauración y,
finalmente, asegurar el mantenimiento
preventivo y permanente.
La restauración integral surge a partir de la
Carta de Restauración de Ámsterdam de
1975, ampliando la conservación no
solamente al monumento sino al sitio o
conjunto de interés. Entonces, se considera
el patrimonio no como un objeto sino como
un paisaje. De allí que la UNESCO defina al
paisaje cultural como “una obra de arte
artificial, construida por el hombre, a partir
de un espacio natural”. Así mismo, el
Convenio Euro-peo del Paisaje, hecho
público por el Consejo de Europa el 20 de
octubre en Florencia en el 2000, lo define
como “cualquier parte del territorio tal como
la percibe la población, cuyo carácter sea el
resultado de la acción y la interacción de
factores naturales y /o humanos”. Por
extensión, se aplica también a la ciudad
como paisaje cultural urbano e integra la
conservación hacia un objetivo más de la
planificación urbana y ordenamiento del
territorio.
Como se ha visto, las medidas y acciones de
conservación pueden ser simultáneas y a
veces tienen más de una finalidad. No se
pueden radicalmente delimitar. Por ejemplo,
remover el barniz de un marco puede ser
tanto restauración como conservación
curativa. Aplicar químicos de protección
puede ser tanto restauración como
conservación preventiva. A veces la
conservación requiere de la restauración; por
ejemplo, si un vitral original amenaza con
perderse porque la pared que lo enmarca
está a punto de colapsar, es necesario que
esta sea reforzada o supondría su caída y
pérdida irreversible de la obra. Incluso hay
algunas intervenciones que podrían ser
radicales pero necesarias si no queda otra
medida: arrancar una pintura mural de un
edificio que inexorablemente va a ser
demolido y donde es preferible hacerlo antes
que se produzca la pérdida (por supuesto, no
se debe llegar a este extremo).
La conservación-restauración no siempre
está bien delimitada pero, aunque no
pueden darse en el mismo nivel, sin duda
que son complementarias. Además, la
conservación es compleja y demanda
participación no solo de diferentes
profesionales sino también de expertos dado
los efectos que se pueden producir en el bien
cultural tangible. Observar, documentar e
investigar previamente, anteponer la
conservación a la restauración, utilizar
materiales compatibles y técnicas
reversibles, gestionar la protección y
eliminación de amenazas, son los principios
que debe tener un profesional al intervenir
en un monumento.