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La Ilíada (en griego antiguo Ἰλιάς: Iliás; en griego moderno Ιλιάδα: Iliáda) es una

epopeya griega, atribuida tradicionalmente a Homero. Compuesta en hexámetros


dactílicos, consta de 15 693 versos (divididos por los editores, ya en la
antigüedad, en 24 cantos o rapsodias) y su trama radica en la cólera de Aquiles
(μῆνις, mênis).1 Narra los acontecimientos ocurridos durante 51 días en el décimo y
último año de la guerra de Troya. El título de la obra deriva del nombre griego de
Troya, Ιlión.

Tanto la Ilíada como la Odisea fueron consideradas por los griegos de la época
clásica y por las generaciones posteriores como las composiciones más importantes
en la literatura de la Antigua Grecia y fueron utilizadas como fundamentos de la
pedagogía griega.2 Ambas forman parte de una serie más amplia de poemas épicos de
diferentes autores y extensiones denominado ciclo troyano; sin embargo, de los
otros poemas, únicamente han sobrevivido fragmentos.
Datación y autoría
Artículo principal: Cuestión Homérica
La fecha de su composición es controvertida: la opinión mayoritaria la sitúa en la
segunda mitad del siglo VIII a. C., pero hay algunos estudiosos que pretenden
situarla en el siglo VI a. C., mientras otros defienden que hay algunas partes del
poema que deben ser muy anteriores, como el catálogo de naves del canto II.

Por otro lado, la mayoría de la crítica opina que el canto X, denominado Dolonia,
es una interpolación tardía, puesto que no parece tener conexión con el resto del
poema ni hay en este canto referencias a sucesos narrados en el resto del poema.
Algunos estudiosos, en cambio, defienden su autenticidad.

Tanto la Ilíada como la Odisea se atribuyen generalmente a un mismo poeta, Homero,


quien se estima que pudo vivir en el siglo VIII a. C., en Jonia (actual Turquía).
No obstante, se discute su autoría, e incluso la misma existencia de Homero, así
como la posibilidad de que ambas obras hayan sido compuestas por una misma persona.
Estas discusiones se remontan a la antigüedad grecolatina y han continuado durante
la época moderna. El siglo XX no ha cerrado ese debate, pero la datación más común
remite al siglo VIII a. C.

Argumento

Primeros versos de la Ilíada


Canta, oh musa, la cólera del pélida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos
males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes
hizo presa de perros y pasto de aves; cumplíase la voluntad de Zeus desde que se
separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.
Este poema épico narra la cólera de Aquiles, hijo del rey Peleo y de la nereida
Tetis, su causa, su larga duración, sus consecuencias y su posterior cambio de
actitud. La ira del pélida Aquiles termina junto con el poema, cuando se reconcilia
con Príamo, padre de su enemigo Héctor, momento en que se celebran los funerales de
este.

Tetis, tras la cólera de Aquiles, suplica a Zeus para que este permita que los
troyanos adquieran ventaja. Jean-Auguste-Dominique Ingres.
Canto I: La peste y la cólera
Después de nueve años de guerra entre aqueos y troyanos, una peste se desata sobre
el campamento aqueo. El adivino Calcante, consultado sobre ello, vaticina que la
peste no cesará hasta que Criseida, esclava de Agamenón, sea devuelta a su padre
Crises. La cólera de Aquiles se origina por la afrenta que le inflige Agamenón,
quien al ceder a Criseida, arrebata a Aquiles su parte del botín, la joven
sacerdotisa Briseida. Al haberse producido todo esto Aquiles se retira de la
batalla, y asegura que solo volverá a ella cuando el fuego troyano alcance sus
propias naves. Le pide a su madre Tetis, que convenza a Zeus para que ayude a los
troyanos. Este acepta, ya que Tetis lo había ayudado cuando sus hermanos divinos se
le rebelaron.

Canto II: El sueño de Agamenón y la Beocia


Zeus, inquieto por la promesa que le había hecho a Tetis, aconseja por medio de un
sueño a Agamenón que arme a sus tropas para atacar Troya. Sin embargo, Agamenón,
para probar a su ejército, propone a los aqueos regresar a sus hogares, pero la
propuesta es rechazada. A continuación se enumera el catálogo de las naves del
contingente aqueo y el de las fuerzas troyanas.

Canto III: Los juramentos y Helena en la muralla


El jefe de las tropas troyanas, Héctor, increpa a su hermano Paris por esconderse
ante la presencia de Menelao. Ante ello, Paris decide desafiar a Menelao en combate
singular. Helena, el rey Príamo y otros nobles troyanos observan la batalla desde
la muralla, donde Helena presenta a algunos de los jefes aqueos (teichoscopía). La
batalla se detiene para la celebración del duelo singular, con la promesa de que el
vencedor se quedaría con Helena y sus tesoros. Menelao está a punto de matar a
Paris pero este es salvado por Afrodita, y es enviado junto a Helena.

Canto IV: Violación de los juramentos y revista de las tropas


Tras una pequeña asamblea de los dioses, estos deciden que se reanuden las
hostilidades, por lo que Atenea, disfrazada, incita a Pándaro para que rompa la
tregua lanzando una flecha que hiere a Menelao y tras la arenga de Agamenón a sus
tropas, se reanuda la lucha, en la que Ares y Apolo por una parte y Atenea, Hera y
otras divinidades, ayudan respectivamente a los troyanos y a los aqueos.

Canto V: Principalía de Diomedes


Entre los aqueos destaca en la batalla Diomedes, asistido por Atenea, que está a
punto de matar a Eneas, y llega a herir a Afrodita. Mientras, Ares y Héctor
comandan a las tropas troyanas y también destaca Sarpedón, caudillo de los licios,
que mata entre otros al rey de Rodas, Tlepólemo. Luego, Diomedes, amparado
nuevamente por Atenea, hiere a Ares.

Canto VI: Coloquio de Héctor y Andrómaca


Ante el empuje de los aqueos, Héleno, también hijo de Príamo y adivino, insta a
Héctor a que regrese a Troya para encargar a las mujeres troyanas que realicen
ofrendas en el templo de Atenea. Mientras, en la batalla, Diomedes y el licio
Glauco reconocen sus lazos de hospitalidad y se intercambian las armas
amistosamente. Héctor, tras realizar el encargo de su hermano Héleno, va en busca
de Paris para increparle para que regrese a la batalla y se despide de su esposa
Andrómaca.

Canto VII: Combate singular de Héctor y Áyax


Tras el debate entre Atenea y Apolo, interpretado por Héleno, Héctor desafía en
duelo singular a cualquier aqueo destacado. Los principales jefes aqueos, arengados
por Néstor, aceptan el desafío y tras echarlo a suertes, Áyax Telamonio es el
elegido. El duelo singular tiene lugar pero la llegada de la noche pone fin a la
lucha entre ambos y se intercambian regalos (don y contra-don). Héctor entrega una
espada (con la que Áyax luego se suicidaría) y Áyax un cinturón púrpura. Néstor
insta a los aqueos a construir una muralla y una fosa que defienda su campamento.
Los troyanos en asamblea debaten si deben entregar a Helena y su tesoro (postura
defendida por Antenor), o solo su tesoro (postura defendida por Paris). Príamo
ordena que se traslade a los aqueos la propuesta de Paris. La propuesta es
rotundamente rechazada, pero se acuerda una tregua para incinerar los cadáveres.

Canto VIII: Batalla interrumpida


Zeus ordena al resto de los dioses que se abstengan de intervenir en la contienda.
Los troyanos, animados por Zeus, avanzan en la batalla y hacen retroceder a los
aqueos. Por parte de los aqueos, Teucro causa graves daños en las filas troyanas
con sus flechas. Atenea y Hera tratan de ayudar a los aqueos, pero Iris les envía
la orden de Zeus de que no intervengan. Al llegar la noche, los troyanos acampan
cerca del campamento aqueo.

Canto IX: Embajada a Aquiles


Fénix, Áyax Telamonio, Odiseo y dos heraldos son enviados como embajada, por
consejo de Néstor, donde dan a Aquiles disculpas por parte de Agamenón
(ofreciéndole regalos, la devolución de Briseida y a cualquiera de sus hijas como
esposa) y le suplican que regrese a la lucha, pero este se niega a pesar del
consejo de Fénix.

Canto X: Gesta de Dolón


Diomedes y Odiseo, nuevamente por consejo de Néstor, realizan una misión de
espionaje nocturna, en la que matan al troyano Dolón, que igualmente había sido
enviado en misión de espionaje por Héctor. Luego, con la información conseguida a
través de Dolón, asesinan a soldados tracios y a su rey Reso mientras duermen y se
llevan sus caballos.

Canto XI: Gesta de Agamenón


Amanece, se reanuda la batalla y los aqueos empiezan llevando la iniciativa.
Destaca entre ellos Agamenón, hasta que resulta herido por Coón y debe retirarse.
Entonces toman la iniciativa los troyanos. Los aqueos contraatacan, pero Diomedes,
Eurípilo y el médico Macaón son heridos por flechas de Paris. El troyano Soco muere
a manos de Odiseo, pero consigue herirle; Patroclo es enviado por Aquiles a la
tienda de Néstor para tener noticias de la batalla.

Canto XII: Combate en la muralla


Los troyanos, siguiendo primero los consejos de Polidamante, atraviesan el foso
previo al muro de los aqueos pero luego desoyen su consejo de no asaltar el muro.
El licio Sarpedón abre una brecha en el muro que es atravesado por las tropas
troyanas con Héctor a la cabeza, a pesar de la resistencia de Áyax y Teucro.

Canto XIII: Batalla junto a las naves


Poseidón se indigna al ver el favoritismo de Zeus hacia los troyanos y toma la
forma de Calcas para animar a los aqueos. Se desata un combate en el que Poseidón
ayuda a los aqueos y Zeus a los troyanos. Poseidón acude a la batalla para animar a
los aqueos a resistir las cargas de los troyanos. Entre los aqueos se destaca
Idomeneo, rey de Creta. Héleno y Deífobo deben retirarse tras ser heridos por
Menelao y Meríones. Pero Héctor prosigue en su avance hasta que se le opone Áyax.

Canto XIV: Engaño de Zeus


Véase también: Engaño de Zeus
Hera concibe un plan para engañar a Zeus y con ayuda del cinturón de Afrodita
seduce a Zeus y con la de Hipnos lo hace dormir. Después encarga a Poseidón que
intervenga en favor de los aqueos. Áyax Telamonio hiere de gravedad a Héctor, que
es retirado del combate por sus compañeros y llevado cerca a la ciudad. A pesar de
la resistencia de Polidamante y su hermano Acamante, los aqueos toman una breve
iniciativa en la batalla.

Canto XV: Nueva ofensiva desde las naves


Zeus descubre el engaño del que ha sido objeto y ordena a Poseidón a través de Iris
que deje de ayudar a los aqueos. Luego insta a Apolo a que infunda nuevas fuerzas a
los troyanos. Ares tiene el propósito de ir a combatir al lado de los aqueos para
vengar la muerte de su hijo Ascálafo pero Atenea le advierte que será objeto de la
ira de Zeus. Héctor recobra las fuerzas y los troyanos llegan combatiendo hasta las
naves de los aqueos. Incluso Áyax Telamonio tiene que retroceder.

Canto XVI: Gesta de Patroclo


Héctor logra prender fuego a una de las naves de los aqueos. Patroclo pide permiso
a Aquiles para tomar sus armas y repeler el ataque y, al mando de los Mirmidones,
hace huir a los troyanos, que creen que en realidad se trata de Aquiles. Mata,
entre otros, a Sarpedón, rey de Licia e hijo de Zeus. Pero Apolo acude en ayuda de
los troyanos y golpea a Patroclo, que después es herido por Euforbo y rematado por
Héctor.

Canto XVII: Gesta de Menelao


Menelao consigue matar a Euforbo y defiende el cuerpo sin vida de Patroclo, en
torno al cual se entabla un duro combate. Los troyanos lo hacen retroceder y Héctor
despoja a Patroclo de sus armas. Después acuden refuerzos aqueos al combate y
consiguen llevar su cuerpo a las naves.

Canto XVIII: Fabricación de armas

Tetis entrega a Aquiles la armadura fabricada por Hefesto. Hidria ática de figuras
negras, ca. 575-550 a. C.
Antíloco da a Aquiles la noticia de la muerte de Patroclo, a manos de Héctor y este
decide volver a la lucha para vengar su muerte. Cae la noche y los troyanos se
reúnen. Polidamante es partidario de ir a Troya y refugiarse tras sus muros, pero
prevalece la opinión de Héctor de seguir luchando en campo abierto. La diosa Tetis
consigue que Hefesto fabrique armas nuevas para su hijo Aquiles.

Canto XIX: Aquiles depone la ira


Aquiles se reconcilia con Agamenón, que le devuelve a Briseida junto con varios
regalos, además de hacer un juramento de que nunca estuvo con Briseida como es
costumbre entre hombres y mujeres.

Canto XX: Combate de los dioses


Zeus da permiso al resto de los dioses para que intervengan en la batalla y ayuden
a quien prefieran. Aquiles inicia un furioso ataque en el que lucha con Eneas,
quien finalmente es salvado por Poseidón. Mata a Polidoro, hijo de Príamo, y se le
enfrenta Héctor, pero Atenea ayuda a Aquiles y Apolo aleja a Héctor del combate.

Canto XXI: Batalla junto al río


Aquiles mata, entre otros, a Licaón, hijo de Príamo y a Asteropeo, que consigue
herirlo levemente. El dios del río, Escamandro, lo rodea con sus aguas y está a
punto de ahogarlo, pero Hera acude a su hijo Hefesto para que aleje las aguas del
río con las llamas. El resto de los dioses pelean entre ellos, unos a favor de los
aqueos y otros a favor de los troyanos. El rey Príamo ordena abrir las puertas de
Troya para que sus tropas se refugien tras sus muros. Apolo consigue, mediante un
ardid, alejar momentáneamente a Aquiles de los muros de Troya.

Canto XXII: Muerte de Héctor

Los troyanos llevan el cuerpo de Héctor a la ciudad. Sarcófago romano en el Louvre.


Las fuerzas troyanas se refugian en la ciudad, pero Héctor queda fuera, con ánimo
de pelear contra Aquiles. Una vez los dos guerreros están frente a frente, Héctor
huye y da varias vueltas alrededor de la ciudad. Pero luego aparece Atenea y se
hace pasar por Deífobo, engañando así a Héctor. Este, al creer que será una batalla
de dos contra uno, se enfrenta por fin cara a cara a Aquiles, que lo mata, ata su
cadáver a su carro de combate y vuelve a su campamento subido en él.

Canto XXIII: Juegos en honor de Patroclo


Artículo principal: Juegos fúnebres en honor de Patroclo
Se celebran los juegos funerarios en honor de Patroclo con las siguientes pruebas:
carrera de carros, pugilato, lucha, carrera, combate, lanzamiento de peso, tiro con
arco y lanzamiento de jabalina.

Canto XXIV: Rescate de Héctor


Príamo y un viejo heraldo se dirigen hacia el campamento aqueo: en el camino
encuentran a Hermes (enviado por Zeus), que los ayuda a pasar inadvertidos hasta la
tienda de Aquiles. Príamo ruega a Aquiles que le entregue el cadáver de Héctor y
ofrece regalos, que Aquiles conmovido acepta. Luego Príamo pide a Aquiles un lecho
para que lo acoja el sueño, y el hijo de Peleo ordena que se dispongan dos lechos;
uno para Príamo y otro para su heraldo. Después de eso, Aquiles da, a petición del
anciano Príamo, once días para los funerales de Héctor, de modo que el duodécimo
día los troyanos volverían a pelear.

Estilo
Los análisis del estilo de la Ilíada suelen destacar principalmente dos elementos:
el carácter específico de su habla («Kunstsprache» o «lenguaje poético»), la cual
sirve como base argumental para reconstruir la llamada «poesía de improvisación
oral», que, viniendo de la época micénica, culminaría en la Ilíada y la Odisea; así
como su modo de secuencia sintáctica y semántica, marcada por la yuxtaposición, la
parataxis de elementos, y la autonomía de las partes. Los análisis narratológicos
se enfrentan a su vez a la tarea de describir el carácter del narrador, que sería
heterodiegético, distanciado y, como se ha dicho a menudo, objetivo, por muchas
matizaciones que este adjetivo requeriría.

Temas
Nostos
Nostos, el regreso, ocurre siete veces en el poema (2.155, 2.251, 9.413, 9.434,
9.622, 10.509, 16.82). Temáticamente, el concepto de regreso es muy explorado en la
literatura griega antigua, especialmente en la suerte que tuvieron los atreidas,
Agamenón y Ulises. Así, el regreso es imposible sin haber saqueado Troya.

Kleos
Kleos («κλέος», «gloria», «fama») es el concepto de gloria ganado en batalla
heroica.3Para la mayoría de los invasores griegos de Troya, notablemente Odiseo,
kleos se gana en un nostos victorioso (regreso a casa). Sin embargo, Aquiles debe
elegir solo una de las dos recompensas, ya sea nostos o kleos.4En el Libro IX
(IX.410–16), le dice de manera conmovedora a los enviados de Agamenón (Odiseo,
Fénix y Áyax) suplicando su reincorporación a la batalla por tener que elegir entre
dos destinos (διχθαδίας κήρας, 9.411).5

Al renunciar a su nostos, ganará la mayor recompensa de kleos aphthiton («κλέος


ἄφθιτον», «fama imperecedera»).5En el poema, afhthiton («ἄφθιτον», «imperecedero»)
se emplea otras cinco veces,6 cada aparición denota un objeto: el cetro de
Agamenón, la rueda de Hebe, el carro, la casa de Poseidón, el trono de Zeus, la
casa de Hefesto. El traductor Lattimore7hace que kleos afhthiton sea siempre
inmortal y como siempre imperecedero, lo que connota la mortalidad de Aquiles al
subrayar su mayor recompensa al regresar a la batalla de Troya.

Kleos es a menudo dado representación visible por los premios ganados en la


batalla. Cuando Agamenón toma a Briseis de Aquiles, le quita una parte de los kleos
que se había ganado.

El escudo de Aquiles, elaborado por Hefesto y entregado por su madre Thetis, lleva
una imagen de estrellas en el centro. Las estrellas evocan imágenes profundas del
lugar de un solo hombre, sin importar cuán heroicas sean, en la perspectiva de todo
el cosmos.

Timê
Parecido al kleos es timê («respeto» u «honor»), el concepto que denota el respeto
que un hombre acumula a lo largo de su vida. Los problemas griegos empiezan por el
comportamiento poco honorable de Agamenón. El odio de Aquiles ante tal
comportamiento lleva a la ruina de la causa militar aquea.
Ira
El poema empieza con la palabra μῆνιν («ira», «cólera», «furia»), que es el tema
principal de la Ilíada: la ira de Aquiles. Su ira personal y su vanidad herida
impulsan la historia: los griegos pierden las batallas, Patroclo muere a manos de
Hector y la caída de Troya. Enfadado por los actos de Agamenón, Aquiles pide a su
madre Tetis que persuada a Zeus para que ayude a los troyanos. Mientras, Hector
lidera a los troyanos atacando a los griegos. Después de la muerte de Patroclo,
vuelve Aquiles a la batalla.

Destino
Destino (también llamado fatum, «hado» o «sino») impulsa la mayoría de los eventos
de la Ilíada. Una vez establecidos, los dioses y los hombres lo soportan, ni son
capaces ni están dispuestos a cuestionarlo. Se desconoce cómo se establece el
destino, pero se lo dice el Fates y el Zeus mediante el envío de presagios a los
videntes como Calchas. Los hombres y sus dioses hablan continuamente de aceptación
heroica y evasión cobarde de su destino programado.8 El destino no determina todas
las acciones, incidentes y sucesos, pero sí determina el resultado de la vida;
antes de matarlo, Héctor llama tonto a Patroclo para evitar cobardes su destino,
intentando su derrota; | fecha = noviembre de 2016}} réplicas de Patroclo: 9

No, el destino mortal, con el hijo de Leto, me ha matado,


y de los hombres era Euphorbos; eres solo mi tercer asesino.
Y guarda en tu corazón esta otra cosa que te digo.
Tú mismo no eres alguien que vivirá mucho tiempo, pero ahora ya
La muerte y el destino poderoso están a tu lado,
para bajar bajo las manos del gran hijo de Aiakos, Achilleus.10

Aquí, Patroclo alude a la muerte predestinada por la mano de Héctor, y la muerte


predestinada de Héctor a la mano de Aquiles. Cada uno acepta el resultado de su
vida, sin embargo, nadie sabe si los dioses pueden alterar el destino. La primera
instancia de esta duda ocurre en el libro XVI. Al ver a Patroclo a punto de matar
[a Sarpedon], su hijo mortal, Zeus dice:

Ah, yo, que está destinado que el más querido de los hombres, Sarpedón,
Debe bajar bajo las manos del hijo de Menoitios, Patroclo.11

Sobre su dilema, Hera le pregunta a Zeus:

Majestad, hijo de Kronos, ¿qué tipo de cosas ha hablado?


¿Deseas traer de vuelta a un hombre que es mortal, uno desde hace mucho tiempo?
condenado por su destino, por una muerte que suena mal y lo libera?
Hazlo entonces; pero no todos los demás dioses lo aprobaremos.12

Al decidir entre perder un hijo o un destino permanente, Zeus, el Rey de los


Dioses, lo permite. Este motivo se repite cuando considera a Hector, a quien ama y
respeta. Esta vez, es Atenea quien lo desafía:

Padre del rayo brillante, oscuro empañado, ¿qué es esto que dijiste?
¿Deseas traer de vuelta a un hombre que es mortal, uno desde hace mucho tiempo?
condenado por su destino, por una muerte que suena mal y lo libera?
Hazlo entonces; pero no todos los demás dioses lo aprobaremos.13

Nuevamente, Zeus parece ser capaz de alterar el destino, pero no lo hace,


decidiendo en cambio cumplir con los resultados establecidos; sin embargo, al
contrario, el destino ahorra a Eneas, después de que Apolo convence al troyano
superpuesto a luchar contra Aquiles. Poseidón habla cautelosamente:

Pero ven, déjanos alejarlo de la muerte, por temor


el hijo de Kronos puede enojarse si ahora Achilleus
mata a este hombre Está destinado a que él sea el sobreviviente,
que la generación de Dardanos no morirá ...14
Con la ayuda divina, Eneas escapa de la ira de Aquiles y sobrevive a la guerra de
Troya. Ya sea que los dioses puedan o no alterar el destino, lo soportan, a pesar
de que contradice sus lealtades humanas. Así, el misterioso origen del destino es
un poder más allá de los dioses. El destino implica la división tripartita y
primitiva del mundo que Zeus, Poseidón y Hades efectuaron al deponer a su padre,
Cronos, por su dominio. Zeus tomó el Aire y el Cielo, Poseidón las aguas y Hades el
Inframundo, la tierra de los muertos, pero comparten el dominio de la Tierra. A
pesar de los poderes terrenales de los dioses olímpicos, solo los Tres Destinos
establecen el destino del Hombre.

Menis

The Wrath of Achilles (1819), de Michel Drolling.


La palabra inicial del poema, μῆνιν (mēnin, acusativo de μῆνις, mēnis, «ira,
cólera, rabia, furia»), establece el tema principal de la Ilíada: la «Ira de
Aquiles».15 Su ira personal y la vanidad del soldado herido impulsan la historia:
los griegos se tambalean en la batalla, los asesinatos de Patroclo y Héctor y la
caída de Troya. En el Libro I, la Ira de Aquiles surge por primera vez en la
reunión convocada por Aquiles, entre los reyes griegos y el vidente Calchas. El rey
Agamenón deshonra a Chryses, el sacerdote troyano de Apolo, al rechazar con una
amenaza la restitución de su hija, Chryseis, a pesar del sacrificio ofrecido de
«regalos sin contar».16 El sacerdote insultado reza la ayuda de su dios, y una
lluvia de nueve días de flechas de plaga divina cae sobre los griegos. Además, en
esa reunión, Aquiles acusa a Agamenón de ser «el más codicioso para la ganancia de
todos los hombres».17 A eso, Agamenón responde:

Pero aquí está mi amenaza para ti.


Incluso cuando Phoibos Apollo está quitando mis Chryseis.
La devolveré en mi propia nave, con la mía
seguidores pero tomaré el Briseis de mejillas claras,
su premio, yo mismo voy a su refugio, para que pueda aprender bien
cuánto más grande soy que tú, y otro hombre puede retroceder
de compararse con mí y contender contra mí.18

Después de eso, solo Atenea mantiene la ira de Aquiles. Él jura nunca más obedecer
las órdenes de Agamenón. Furioso, Aquiles le grita a su madre, Thetis, que convence
a la intervención divina de Zeus, que favorece a los troyanos, hasta que se
restablezcan los derechos de Aquiles. Mientras tanto, Héctor lleva a los troyanos a
casi empujar a los griegos de vuelta al mar (Libro XII). Más tarde, Agamenón
contempla la derrota y su retiro a Grecia (Libro XIV). Nuevamente, la Ira de
Aquiles cambia el rumbo de la guerra en busca de venganza cuando Héctor mata a
Patroclo. Agraviado, Aquiles se rasga el pelo y ensucia el rostro. Thetis consuela
a su hijo de luto, quien le dice:

Así que fue aquí donde el señor de los hombres, Agamenón, me enojó.
Aun así, dejaremos que todo esto sea cosa del pasado y para todos nuestros
el dolor venció por la fuerza la ira profundamente dentro de nosotros.
Ahora iré, para adelantar al asesino de una vida querida,
Héctor; entonces aceptaré mi propia muerte, en lo que sea
el tiempo que Zeus desea provocar, y los otros inmortales.19

Aceptando la posibilidad de la muerte como un precio justo por vengar a Patroclo,


regresa a la batalla, condenando a Héctor y Troya, persiguiéndolo tres veces por
las paredes del troyano, antes de matarlo, y luego arrastrar el cadáver detrás de
su carro, de regreso al campamento.

Transmisión textual
Se conservan papiros con copias de la Ilíada del siglo II a. C., aunque se tiene
constancia de la existencia de uno anterior al año 520 a. C., que se utilizaba en
Atenas para recitarlo en las fiestas en honor de Atenea (las llamadas Panateneas).

Ya en la antigüedad clásica se consideraba este poema como historia real y a sus


personajes como modelo de comportamiento y heroísmo por imitar. Era práctica
habitual su estudio y la memorización de extensos episodios.

Posteriormente su transmisión se generalizó, sobre todo en Europa (a partir del


siglo XIII) y en Bizancio (siglos IX al XV).

Traducciones

Portada de la primera traducción impresa al español, por Ignacio García Malo, tomo
I, 1788.
Tradujeron la Ilíada en verso castellano Juan de Lebrija Cano, el maestro Francisco
Sánchez de las Brozas, Cristóbal de Mesa, el padre Manuel Aponte, Miguel José
Moreno, Francisco Estrada y Campos y un anónimo. Existe en el Museo Británico una
traducción en prosa castellana de los cinco primeros cantos de la Ilíada, pero no
es directa, sino desde la versión latina de Pedro Cándido Decinibre. Todas estas
traducciones son manuscritas y muchas de ellas perdidas o de localización ignorada,
como la de Manuel Aponte. En español la Odisea tuvo mejor suerte en la imprenta que
la Ilíada, ya que la primera traducción (impresa) de la Ilíada en castellano data
de fecha tan tardía como 1788 y fue realizada por el escritor y dramaturgo
neoclásico Ignacio García Malo (Madrid: Imprenta de Pantaleón Aznar, 1788); la
segunda fue en endecasílabos por el preceptista José Gómez Hermosilla (Madrid:
Imprenta Real, 1831). Entre las del siglo XX, si se deja aparte la incompleta y
libérrima de Alfonso Reyes Ochoa, pueden destacarse la fiel y rigurosa de Luis
Segalá (Barcelona, 1908; revisada en Obras completas en Barcelona: Montaner y
Simón, 1927), muy reimpresa;20 la de Alejandro Bon, en prosa (Barcelona: Ediciones
Populares Iberia, 1932); la José María Aguado (Madrid, 1935), que imita la épica
medieval castellana en verso octosílabo y rima asonante (romance); las más
recientes de Daniel Ruiz Bueno (Madrid, Hernando, 1956) en prosa rítmica; Fernando
Gutiérrez,21 en hexámetros castellanos (Barcelona, José Janés, 1953); Francisco
Sanz Franco (Barcelona: Ediciones Avesta, 1971); Antonio López Eire (1989); la
versión rítmica de Rubén Bonifaz Nuño22 (México: UNAM, 1996); y la de Emilio Crespo
(Madrid: Biblioteca básica Gredos, 2000). Mención aparte merece la versión rítmica
de Agustín García Calvo (Zamora: Lucina, 1.ª ed. 1995 2.ª corregida 2003), en
hexámetros asonantados y con un castellano que pretende alejarse de la lengua
literaria para recrear el estilo original.23 En el siglo XXI se ha hecho la de
Óscar Martínez García (Madrid: Alianza Editorial, 2010).24

Impacto cultural de la Ilíada


La repercusión de la Ilíada en la cultura occidental es enorme y se ha reflejado a
través de adaptaciones y versiones en prosa, verso, teatro, cine, televisión e
historieta.

Cine y televisión
Helena de Troya (Helen of Troy). Estados Unidos-Italia, 1956. Director: Robert
Wise. Intérpretes: Jacques Sernas, Rossana Podestà, Niall McGinnis, Robert Douglas,
Stanley Baker, Torin Thatcher. Recoge el episodio de Briseida, la despedida de
Héctor y Andrómaca y la muerte de este.
La ira de Aquiles (L'ira di Achille / Fury of Achilles). Italia, 1962. Director:
Marino Girolami. Intérpretes: Gordon Mitchell, Jacques Bergerac, Cristina Gaioni,
Gloria Milland, Piero Lulli, Roberto Risso.
Troya (Troy). Estados Unidos, 2004. Director: Wolfgang Petersen. Intérpretes: Brad
Pitt, Eric Bana, Orlando Bloom, Diane Kruger, Brian Cox, Peter O'Toole.

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