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Para efectos del caso materia de este proceso es necesario establecer las
orientaciones atinentes a la que, dentro de la infracción legal genérica, se
denomina específicamente “violación de ley”, o sea la transgresión de normas
superiores que el autor del acto debía acatar y a la “nulidad por vicios de forma”,
pues las demás causales de anulación no han sido aducidas. La primera de ellas
se presenta cuando el acto acusado es contrario a disposiciones jerárquicamente
superiores, creadores de situaciones jurídicas generales, por separarse del texto o
del espíritu o por error respecto de los hechos sobre los cuales actúa. La segunda
se desprende de que los actos administrativos deben formarse mediante
procedimientos previstos en la ley y de que la observancia de la forma es la regla
general, no sólo como garantía para evitar la arbitrariedad, sino porque la actividad
de la administración es instrumental para asegurar la certeza documental, y para
constituir pruebas de los actos respectivos, que permitan examinarlos respecto a
su validez, al revés de lo que sucede en la actividad privada, que muchas veces
se ejerce mediante negocios jurídicos que se perfeccionan con el simple
intercambio del consentimiento de las personas que en ellos intervienen. La
doctrina divide las formas en tres categorías a saber: Las previas o requisitos que
es menester llenar antes de dictar el acto administrativo correspondiente; las
concomitantes que deben adoptarse al tiempo de la expedición del acto, y las
posteriores cuando la ley las establece para ser cumplidas después de la emisión
del acto. Aunque generalmente las formalidades hacen parte integrante de la
manera de manifestarse la voluntad de la administración, no toda omisión de ellas
acarrea la nulidad del acto, pues como dice Albert, en su obra “Controle
Jurisdiccionel de L’administration”, “Débese precaver de las matemáticas jurídicas,
ya que proclamando que la nulidad se presume, no habría administración posible
si el Consejo de Estado anulase los actos administrativos por omisión de
formalidades insignificantes o de formalidades cuyo cumplimiento no habría, en la
realidad de los hechos, podido procurar ninguna garantía suplementaria a los
administrados”. A su turno Walline opina: “Si el Consejo de Estado anulase
despiadadamente por vicios de forma, los actos en cuyo cumplimiento se hubiese
deslizado la menor incorrección de forma, la administración sería incitada para
evitar la anulación de sus actos a exagerar la minuciosidad del formalismo y se
vendría con ello a dilatar aún más los procedimientos burocráticos que ya de por sí
pecan de complicados, ocasionando frecuentemente a los administrados una
incomodidad excesiva”. Para distinguir entre las formas sustanciales y las
accidentales, los Tribunales deben examinar cada caso, con base en que sólo las
que constituyan una verdadera garantía y, por ende, un derecho para los
asociados, su incumplimiento induce a nulidad. A este propósito el mismo Walline
dice: “En cuanto a la determinación de cuando la formalidad tiene carácter
sustancial y cuando no lo es, por lo general es una cuestión de hecho. La directiva
jurisprudencial a este respecto es la siguiente: ¿Cuál habría sido la decisión final si
se hubieran seguido las formas legales dejadas de lado? ¿Habría sido la misma
que la establecida en el acto? ¿Habría sido otra? La jurisprudencia no exige el
cumplimiento regular de todas las formalidades prescritas a los administradores,
sino solamente aquellas cuya observancia ha podido tener alguna influencia sobre
las decisiones respectivas” (Cita de Alberto Preciado, Conferencia de Derecho
Administrativo Especial, Universidad Javeriana, 1966).
CREACION DE MUNICIPIOS - Requisitos de forma y requisitos de fondo;
facultad discrecional de la Asamblea por motivos de conveniencia
Son requisitos o formas previas para la expedición de una Ordenanza que crea un
municipio las indicadas en los artículos 148 a 151 del Código de Régimen Político
y Municipal y 1º, numeral 4º de la Ley 49 de 1931, las que pueden resumirse así:
a) La solicitud de más de la mitad de los ciudadanos y vecinos que residan dentro
de los límites que se pidan para el nuevo Municipio, cuyas firmas deberán
autenticarse ante el Juez de uno de los Distritos que sufren la segregación; b)
Acompañar a esta solicitud un plano general del territorio respectivo y las pruebas
de los demás hechos o condiciones previstas en el artículo 1º de la Ley 49 de
1931; c) El informe que el Gobernador deberá pedir sobre el asunto a los
Concejos Municipales que han de suministrar el territorio para el nuevo pudiendo
tal funcionario si no halla suficientes las pruebas ordenarlas completar; d) La
confección por parte del Gobernador de un expediente con tales documentos y
con un concepto sobré la suficiencia de las pruebas y la conveniencia de la
creación del Municipio. Los requisitos de fondo son los que siguen, de acuerdo
con el artículo 1º de la Ley 49 de 1931, 1º de la Ley 62 de 1939 y 4º de la Ley 38
de 1942: a) Que el nuevo Municipio tenga por lo menos diez mil habitantes y que
cada uno de los Municipios de los cuales se segrega, quede cuando menos con
una población no menor de quince mil habitantes; b) Que en cada uno de los tres
años anteriores haya aportado a las rentas del Distrito o Distritos de que se
segrega, una suma no menor de seis mil pesos, y que esté en capacidad de
organizar rentas y contribuciones, cuyo monto anual no sea menor de catorce mil
pesos; c) Que tenga una población en donde residan 150 familias, por lo menos, y
suficiente número de personas aptas para servir los destinos públicos municipales;
que existan locales adecuados para escuelas, casa municipal, cárcel y hospital;
que en caso de no ser, propios del Municipio que se va a crear, éste cuente con
los suficientes recursos para construirlos; c) Que cada uno de los Distritos que
sufren la segregación quede cuando menos con las dos terceras partes de su
territorio. Para la Sala, si bien la prueba de los requisitos de fondo debe figurar
como requisito formal en el expediente que origina la Ordenanza de creación del
Municipio según lo preceptúa el artículo 148 del C. P. M., su valorización queda
sujeta al criterio del Gobernador (artículo 149 ibídem), y luego de la Asamblea,
quien se presume que realiza la creación por hallarla suficiente. La creación por
cierto no es obligatoria, pues a pesar de que obre prueba suficiente, cuando dicha
entidad no estima conveniente la formación del nuevo Municipio, no la efectúa.
En todas las normas que contemplan los requisitos para la creación de nuevos
municipios, se busca evitar que nazcan a la vida jurídica entidades municipales
precarias, sin población suficiente y sin arbitrios rentísticos para su sostenimiento
sin recursos suficientes y sin vida propia, que no corresponden a una verdadera
necesidad administrativa, convirtiéndose, por el contrario, en un lastre para la
entidad departamental a la cual pertenecen, sin beneficio ningún para el desarrollo
y prosperidad del territorio con que fue integrado.
CONSEJO DE ESTADO
SECCION PRIMERA
Consejero ponente: ALFONSO MELUK
Bogotá, D. E., veinticinco (25) de mayo de mil novecientos sesenta y ocho (1968)
Actor:
Mas antes de definir la cuestión planteada, conviene sentar los principios de orden
jurídico que en seguida se enuncian, varios de los cuales han sido reiterados por
la jurisprudencia del Consejo.
Estos postulados los acoge el artículo 66 del C. C. A. cuando dice que la acción de
nulidad procede contra los actos administrativos no sólo por los motivos
expresados en los artículos 62 a 65, que contemplan la transgresión de normas
superiores “sino también cuando han sido expedidos en forma irregular, o con
abuso o desviación de las atribuciones propias del funcionario o corporación que
los profiere”. Y la competencia obviamente se infiere de las normas que fijan la
aptitud de cada funcionario o corporación, para proferir determinados actos.
Para efectos del caso materia de este proceso es necesario establecer las
orientaciones atinentes a la que, dentro de la infracción legal genérica, se
denomina específicamente “violación de ley”, o sea la transgresión de normas
superiores que el autor del acto debía acatar y a la “nulidad por vicios de forma”,
pues las demás causales de anulación no han sido aducidas.
La doctrina divide las formas en tres categorías a saber: Las previas o requisitos
que es menester llenar antes de dictar el acto administrativo correspondiente; las
concomitantes que deben adoptarse al tiempo de la expedición del acto, y las
posteriores cuando la ley las establece para ser cumplidas después de la emisión
del acto.
Para distinguir entre las formas sustanciales y las accidentales, los Tribunales
deben examinar cada caso, con base en que sólo las que constituyan una
verdadera garantía y, por ende, un derecho para los asociados, su incumplimiento
induce a nulidad. A este propósito el mismo Walline dice: “En cuanto a la
determinación de cuando la formalidad tiene carácter sustancial y cuando no lo es,
por lo general es una cuestión de hecho. La directiva jurisprudencial a este
respecto es la siguiente: ¿Cuál habría sido la decisión final si se hubieran seguido
las formas legales dejadas de lado? ¿Habría sido la misma que la establecida en
el acto? ¿Habría sido otra? La jurisprudencia no exige el cumplimiento regular de
todas las formalidades prescritas a los administradores, sino solamente aquellas
cuya observancia ha podido tener alguna influencia sobre las decisiones
respectivas” (Cita de Alberto Preciado, como las anteriores, en sus apuntes sobre
la Conferencia de Derecho Administrativo Especial, Universidad Javeriana, 1966).
Son requisitos o formas previas para la expedición de una Ordenanza que crea un
municipio las indicadas en los artículos 148 a 151 del Código de Régimen Político
y Municipal y 1º, numeral 4º de la Ley 49 de 1931, las que pueden resumirse así:
a) La solicitud de más de la mitad de los ciudadanos y vecinos que residan dentro
de los límites que se pidan para el nuevo Municipio, cuyas firmas deberán
autenticarse ante el Juez de uno de los Distritos que sufren la segregación; b)
Acompañar a esta solicitud un plano general del territorio respectivo y las pruebas
de los demás hechos o condiciones previstas en el artículo 1º de la Ley 49 de
1931; c) El informe que el Gobernador deberá pedir sobre el asunto a los
Concejos Municipales que han de suministrar el territorio para el nuevo pudiendo
tal funcionario si no halla suficientes las pruebas ordenarlas completar; d) La
confección por parte del Gobernador de un expediente con tales documentos y
con un concepto sobré la suficiencia de las pruebas y la conveniencia de la
creación del Municipio.
Los requisitos de fondo son los que siguen, de acuerdo con el artículo 1º de la Ley
49 de 1931, 1º de la Ley 62 de 1939 y 4º de la Ley 38 de 1942:
a) Que el nuevo Municipio tenga por lo menos diez mil habitantes y que cada uno
de los Municipios de los cuales se segrega, quede cuando menos con una
población no menor de quince mil habitantes; b) Que en cada uno de los tres años
anteriores haya aportado a las rentas del Distrito o Distritos de que se segrega,
una suma no menor de seis mil pesos, y que esté en capacidad de organizar
rentas y contribuciones, cuyo monto anual no sea menor de catorce mil pesos; c)
Que tenga una población en donde residan 150 familias, por lo menos, y suficiente
número de personas aptas para servir los destinos públicos municipales; que
existan locales adecuados para escuelas, casa municipal, cárcel y hospital; que en
caso de no ser, propios del Municipio que se va a crear, éste cuente con los
suficientes recursos para construirlos; c) Que cada uno de los Distritos que sufren
la segregación quede cuando menos con las dos terceras partes de su territorio.
Para la Sala, si bien la prueba de los requisitos de fondo debe figurar como
requisito formal en el expediente que origina la Ordenanza de creación del
Municipio según lo preceptúa el artículo 148 del C. P. M., su valorización queda
sujeta al criterio del Gobernador (artículo 149 ibídem), y luego de la Asamblea,
quien se presume que realiza la creación por hallarla suficiente. La creación por
cierto no es obligatoria, pues a pesar de que obre prueba suficiente, cuando dicha
entidad no estima conveniente la formación del nuevo Municipio, no la efectúa.
Por ello, sin medios probatorios respecto a los requisitos de fondo no puede
formarse válidamente un nuevo Distrito, pues faltaría un elemento formal; pero es
el juicio de anulación la oportunidad para calificar a la luz de las pruebas que a él
se aporten, si en el momento de ser dictada la Ordenanza tales requisitos de
fondo existían, y, en caso afirmativo, ella no viola las normas superiores.
En cuanto a los requisitos formales, algunos tocan con la sustancia del acto
mismo, y su ausencia induce a nulidad, mientras otros son meramente
accidentales, de modo que su falta no puede producirla, sin sacrificar el derecho al
formulismo Es, entonces, indispensable distinguir entre aquellos que al obrar
habrían tenido alguna influencia sobre la decisión respectiva y los que no la
hubieran tenido.
Además, al folio 163, se halla un mapa del Municipio de Los Córdobas elaborado
por los ingenieros Alejandro Espinosa Moreno e Hiram. B. Preston, con matrículas
números 3501 y 4747 del Consejo Profesional de Cundinamarca, todo lo cual es
suficiente de acuerdo con la doctrina transcrita.
Para ir eliminando tachas, la Sala antes de analizar las pruebas que aparecen en
los autos acerca de los requisitos de fondo que el actor echó de menos, principia
por advertir que a más de los que han servido de base a sus argumentos tanto
iniciales como finales que lograron éxito en primera instancia, una de las
demandas afirma que el territorio del Municipio de Los Córdobas fue cercenado en
parte del Municipio de Arboletes, perteneciente al Departamento de Antioquia y
que determinados nombres de los Corregimientos que conformaron la nueva
entidad municipal no corresponden a la realidad. Mas se anota que el dictamen
pericial acredita que la conformación territorial del Municipio mencionado fue
regular, pues se constituyó con territorios de los Municipios de Montería y Cereté
(Fl. 335), a base de los Corregimientos señalados, de modo que sobre el particular
no ha surgido problema.
Por último los peritos deducen con fundamentos plausibles que si Cereté en 1963
produjo rentas por valor de $ 568.599.40, Montería en dicho año tuvo que producir
cantidad mayor.
Ello está demostrando que el Municipio de Los Córdobas cumplía cuando fue
creado, lo preceptuado por el artículo 2º de la Ley 49 de 1931 en materia de
rentas.
Considera el fallo apelado, en relación con este certificado, que no tiene valor
probatorio por no referirse a hechos que pasan ante los jueces en ejercicio de sus
funciones, y que tales hechos han podido acreditarse mediante una inspección
ocular practicada por un Juez de la Jurisdicción del Corregimiento de Los
Córdobas.
“La anterior diligencia fue cumplida por el señor Juez y su Secretario, citado
anteriormente, en virtud de una solicitud para tal efecto, formulada por los
señores Alfonso Carmona de los Ríos, Jesús María Zapata y la señora
Albertina de Garcés, calendada en Montería el 1º de octubre de 1960”.
(Folio 101). (Subraya la Sala).
A este respecto se acoge la vista fiscal que reza: “Ya se dijo anteriormente,
teniendo en cuenta el certificado del Departamento Administrativo de Estadística,
folio 308, cómo el número de habitantes era mayor de 12.000, o lo que es lo
mismo, el número de familias, necesariamente, tiene que ser mayor de 150.
Igualmente debe manifestarse que la diligencia de inspección ocular practicada
por la Corporación, 313, dice que hay edificio para la Alcaldía Municipal, Hospital
Materno-Infantil, Cuartel de Policía, Caja de Crédito Agrario, Oficinas de Telecom,
Oficina de Correos, Registraduría del Estado Civil, etc., con el personal apto para
desempeñar las funciones ‘correspondientes demostrándose en consecuencia,
que no hubo violación de la norma indicada”.
SALVAMENTO DE VOTO
Con el mayor respeto nos apartamos del fallo anterior y presentamos, a manera
de salvedad de voto, los siguientes apartes de la ponencia que fue presentada a la
Sala y que fue negada por la mayoría:
Se practicó por el Tribunal una inspección ocular sobre el expediente que sirvió a
la Asamblea para expedir la Ordenanza acusada. En tal diligencia sólo se
evidenció que la población de los corregimientos de El Ebano, Canalete, Los
Córdobas y Puerto Rey, que entraron a hacer parte del nuevo municipio asciende
a 5.744 habitantes. Tal cosa se ha hecho constar en una certificación expedida por
el Director de Estadística Municipal de Montería que obra a folios 14 del Cuaderno
1. Sobre la población del corregjmien0 de Santa Rosa de la Caña, que también
entró a formar el municipio de Los Córdobas, no se encontró dato ninguno en el
expediente.
En esta segunda instancia, el doctor José Joaquín Bernal Arévalo pidió como
prueba una inspección ocular, que el Consejo hubo de practicar. Se pidió que se
estableciera “si para la fecha en que se creó el municipio existían dentro de su
territorio más de diez mil habitantes; para lo cual se tendrán en cuenta, para el
cálculo, los datos del último censo de población que se presentaron en la
diligencia Y silos demás municipios de donde se segregó el territorio quedaron con
más de quince mil habitantes”.
Con razón dice el doctor Eustorgio Sarria apoderado en este juicio de los
demandantes que “las pruebas presentadas en la segunda instancia pueden ser
ciertas e intachables pero su valor probatorio inaplicable por tardío. Si esas
pruebas se hubieren agregado al informe presentado a la Asamblea, origen del
municipio de “Los Córdobas”, seguramente su legalidad sería inobjetable, pero lo
que se discute no es lo que el Municipio es en el presente sino lo que se demostró
que era el territorio que lo forma en el momento en que se expidió la Ordenanza 6
de 1963”. (subraya la Sala).
Todos los requisitos que para la creación de Municipios exigen las leyes deben
cumplirse, como es obvio, cuando se pide a la Asamblea su creación y las
Asambleas tienen la obligación de comprobar en los casos concretos si están
satisfechos tales requisitos.
Los razonamientos que se acaban de exponer son válidos para los restantes
cargos de la demanda, pues para desvirtuarlos en la segunda instancia sólo se
trajeron pruebas que, como se ha dicho, hubieran sido pertinentes cuando la
Asamblea iba a expedir el acto acusado. Si en ese momento la Asamblea no las
tenía no podía ordenar la creación del municipio; y si lo hizo así violó la
Constitución Nacional en su artículo 187 que dice que a las Asambleas
Departamentales corresponde “crear y suprimir municipios, segregar o agregar
términos municipales y fijar límites entre los Distritos, llenando estrictamente los
requisitas que establezca la ley” (subraya la Sala).
2º. Que el Municipio de Los Córdobas se creó “sin haberse comprobado que en
los tres últimos años anteriores a su creación, es decir, en 1960, 1961 y 1962
hubiera aportado a las rentas de los distritos de que se segregó una suma no
menor de $ 6.000.00, y que esté en capacidad de organizar rentas y
contribuciones cuyo monto anual no sea inferior a $ 14.000.00”.
En el expediente que sirvió de base a la Asamblea figuran los datos de los años
1957 a 1960 referentes al monto de las rentas aportadas por los corregimientos de
“El Ebano” y “Corralete” ($ 2.604.30 y $ 5.281.55, respectivamente, para 1960).
Para las rentas aportadas por el corregimiento de “Los Córdobas” hay datos de
1957 a 1959 (v. folios 4, 5, 10 y 20 del cuaderno 1º). No hay datos sobre el
corregimiento de “Santa Rosa de la Caña”.
4º. Que el Municipio de “Los Córdobas” se creó sin haberse solicitado informe o
concepto sobre el particular a los Concejos de los municipios de Montería, Cereté
y Puerto Escondido, de donde se segregaron territorios para su formación.
La Sala acoge lo dicho por el Tribunal en los siguientes términos: “A folios 49, 40
vto, y 50; 51, 51 vto, y 52 del cuaderno 1º ‘A’ de los autos, aparecen dos
certificados expedidos, a solicitud del doctor Eugenio Giraldo (actor), por los
Presidentes y Secretarios de los Concejos Municipales de Montería y Cereté,
respectivamente, que en lo pertinente dicen:
“Los anteriores certificados fueron expedidos con las formalidades legales y por
funcionarios con capacidad jurídica, para aseverar con fuerza de plena prueba
sobre los hechos contenidos en ellos.
‘Es más, la inspección ocular de autos nos informa que en el expediente origen de
la Ordenanza cuya nulidad nos ocupa en esta ocasión, no existe ningún informe
rendido por los Concejos de Montería y Cereté, Distritos éstos de los cuales logró
territorios el de Los Córdobas para su formación, a solicitud del señor Gobernador
del Departamento, en obedecimiento de lo ordenado por el artículo 149 de la Ley 4
de 1913, el cual, con la omisión anotada, fue violado por el estatuto ordenanzal
aludido. Lo anterior nos induce a confirmar el cargo”.
La Sala observa que, según aparece tanto de la inspección ocular practicada por
el Consejo, como de las demás pruebas traídas en la segunda instancia, ha
habido un grande esfuerzo de los hijos de “Los Córdobas”, para dotar a su
municipio de todos los adelantos modernos y que, en efecto lo han dotado. Pero
es que, a pesar de ello, el origen del nuevo municipio está viciado ab initio por la
violación de las leyes por parte de la Asamblea al expedir la ordenanza acusada; y
la justicia contencioso administrativa está en la obligación de anular los actos
dictados con violación de la Constitución y de la ley”.
La tesis del fallo conlleva un peligroso antecedente, cual es el que las Asambleas
puedan crear o suprimir municipios sin el lleno de las exigencias legales, para que
luego y en el transcurso del tiempo se aduzcan pruebas tendientes a demostrar
que cuando una Asamblea dictó la Ordenanza, el nuevo municipio reunía los
requisitos que exige la ley. En esta forma se quita a las disposiciones legales toda
la rigurosidad que el legislador quiso darle a la materia en asunto tan delicado y
trascendental como es el de erigir municipios o segregar términos municipales.
Señores Consejeros,