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Constitución de 1857

Los Diputados Constituyentes


Valentín Gómez Farías, Francisco Zarco, Guillermo Prieto, Pedro Escudero y
Echánove, Santos Degollado, Ignacio Ramírez, José María del Castillo Velasco,
León Guzmán Isidoro Olvera, Ponciano Arriaga, José María Mata, Ignacio L.
Vallarta, Mariano y Vicente Riva Palacio, Melchor Ocampo y José María Lafragua,
fueron  electos diputados constituyentes, estos dos últimos prácticamente no
llegaron a intervenir en las sesiones parlamentarias.
La mayoría de los diputados poseían una regular cultura política y algunos
conocían con cierto detalle el texto de la Constitución norteamericana y habían
leído el libro de Tocqueville sobre La democracia en América, así como las obras
de los principales tratadistas de esa Constitución. Además, el funcionamiento de
las instituciones constitucionales de Inglaterra, España y especialmente Francia,
no les era desconocido. Trabajaron sobre El modelo de Filadelfia, haciendo del
gobierno un equilibrio de fuerzas, disposiciones que rompieron fundamentalmente
el equilibrio constitucional: la cámara única, la supresión del veto presidencial, la
acción congresional ininterrumpida, el juicio político sin garantías de justicia, en
una palabra, la omnipotencia del legislativo.
Casi cuatro meses tardó en elaborarse el proyecto de Constitución, los
debates que más dividieron a los constituyentes, fueron sobre todo los relativos a
las materias religiosas y a la organización del propio Congreso. Los temas que se
debatieron, la altura y seriedad del propio debate, el modelo histórico que se vivía,
la formación intelectual y la responsabilidad de los constituyentes más destacados
permiten afirmar que el Congreso Constituyente de 1856-1857 es el más
importante de la historia constitucional mexicana.
Esta Constitución significó el triunfo del Federalismo y el inicio de la
Reforma liberal. Organizó al país en una República representativa y democrática,
y estableció un sistema unicameral que fortaleció al Poder Legislativo. Su capítulo
fundamental es el que se refiere a las Garantías Individuales.
Principales artículos
- Artículo 3º Libertad de enseñanza.
- Artículo 4º Libertad de trabajo. Todo hombre es libre de abrazar la profesión que
mejor le acomode.
Artículo 5º Ningún contrato puede significar la pérdida de la libertad, ya sea por
causa de trabajo o de voto religioso.
Artículo 6º No puede ser coartada la manifestación de las ideas, salvo que violen
principios de carácter moral o derechos de terceros.
Artículo 7º Es inviolable la libertad de Imprenta. Los delitos sobre la misma serán
juzgados por la Ley que corresponda.
Artículo 13º Nadie debe ser juzgado por leyes privadas ni tribunales especiales.
Ninguna persona ni corporación pueden tener fueros.
Artículo 23º Queda abolida la pena de muerte, salvo en casos que la Ley prevé.
Artículo 27º Ninguna corporación civil o eclesiástica podrá ser propietaria o
administrar bienes raíces, salvo los edificios destinados al objeto de la institución.
Artículo 123º El poder federal intervendrá en materia de culto religioso, de acuerdo
a la Ley

En el parlamento
Los debates más significativos fueron los relativos al proceso de reforma que
tímidamente había comenzado bajo el gobierno de Juan Álvarez, en concreto la
libertad de culto y la relación con la Iglesia, el nuevo equilibrio entre los poderes
ejecutivo y legislativo; el restablecimiento de la Constitución federal de 1824; y el
problema de la propiedad inmueble. Un asunto no fue puesto a discusión: la

forma republicana del gobierno. Desde Ayutla, quedó claro que los
monárquicos mexicanos estarían excluidos. El Congreso Constituyente, como
fruto de una revolución pre republicana, impidió que fuera discutida abiertamente
la cuestión más urgente del momento y la que a la larga costaría tanto

derramamiento de sangre: la forma de gobierno.


En materia religiosa el proyecto de la comisión incluyó las tres polémicas
leyes "pre reformistas". La ley Iglesias, que declaró no obligatorio el pago de los
derechos y de las obvenciones parroquiales; la de Juárez, que ordenó la supresión
de los fueros eclesiásticos  y militar en los juicios civiles y renunciable en los
criminales; y la ley Lerdo, que obligó a desamortizar la propiedad vinculada tanto a
corporaciones civiles como a la Iglesia. La libertad de cultos provocó las

más encendidas objeciones. Los que la favorecían argumentaron que la


república solo superaría sus graves dificultades si admitía una considerable
colonización de extranjeros, principalmente europeos, para lo cual se hacía
indispensable admitir la libertan de cultos. Los detractores afirmaron que con ella
se pondría en riesgo la unidad de los mexicanos.
El Constituyente aprobó el artículo 123 que dotó a los poderes federales de
la facultad de intervenir en las materias de culto religioso y disciplina externa, lo
que equivalía a reconocer el ejercicio de un cierto patronato sobre la Iglesia. Nadie
quedo plenamente satisfecho con la reglamentación que finalmente hizo la
Constitución de esta importante materia, que aceleró y legitimó el proceso de
secularización de la vida social de los mexicanos iniciado con las reformas de los
monarcas Borbones. Esta inconformidad fue una de las principales

causas del amplio rechazo al texto constitucional y de la posterior


guerra de Reforma, aunque no la única. Otra provino del
deficiente y endeble equilibrio que estableció entre poderes.

Inconformidad conservadora
Los Conservadores prácticamente excluidos del seno del Congreso Constituyente,
no ofrecieron un proyecto de Estado alternativo al propuesto en la nueva
Constitución. También divididos, coincidieron en la defensa de la religión -como el
último y único lazo de unidad entre los mexicanos- y de la propiedad - tanto de la
privada como de la corporativa, sin embargo, con o sin la ayuda de la Iglesia pero
si con la del ejército y la del pueblo, comenzaron a organizar la oposición,
defender la religión y la independencia nacional, que se respetasen la religión y los
fueros.
Durante todo el año de 1857 creció el descontento provocado por la
desamortización de las fincas rústicas y urbanas de las corporaciones civiles y
eclesiásticas y de las tierras comunales de los pueblos indígenas, y por el
juramento a la Constitución exigido por el gobierno a los sacerdotes y a los
empleados públicos. Rechazo generalizado a la Constitución, y finalmente a la

proclamación del Plan de Tacubaya, el 17 de diciembre , por parte del


general Félix Zuloaga, desconoció a la nueva Constitución  y

Comonfort, quien no podía verse transformado como un presidente


constitucional en cierta forma sometido al Congreso se adhirió al de
Tacubaya.
El texto de la Constitución de 1857 no satisfacía prácticamente a nadie y los
conservadores la rechazaron por irreligiosa e inmoral, y por estar plagada de
principios filosóficos abstractos, ajenos al pueblo mexicano.
El papa Pío IX atacó los artículos aprobados de la Constitución en materia
eclesiástica y religiosa, acusando al gobierno mexicano de injuriar a la religión, a
la Iglesia católica, a sus ministros y pastores, a sus derechos y a la propia
autoridad pontificia, por todo lo cual condenó y declaró "írritos y de ningún valor
los enunciados decretos". El 11 de enero de 1858 el mismo Zuloaga se

pronunció en contra de Comonfort y se convirtió en presidente


interino con su gabinete conservador.
La Guerra de Reforma, o de Tres Años, fue la más sangrienta e
intransigente de las conflagraciones civiles del siglo XIX mexicano independiente.
La libertad de cultos no se decretó hasta diciembre de 1860, días antes de finalizar
la guerra, lo que demuestra la cautela con la que se trataba el asunto de la
religión. Esta guerra inició con el Plan de Tacubaya.
PLAN DE TACUBAYA
(Fragmento)

Considerando: Que la mayoría de los pueblos no han quedado satisfechos con la


carta fundamental que le dieran sus mandatarios, porque ella no ha sabido
hermanar el progreso con el orden y la libertad, y porque la oscuridad en muchas
de sus disposiciones ha sido el germen de la guerra civil:

Considerando: Que la República necesita de instituciones análogas a sus usos y


costumbres y al desarrollo de sus elementos de riqueza y prosperidad, fuente
verdadera de la paz pública y del engrandecimiento y respetabilidad de que es tan
digna en el interior y en el extranjero:

Considerando: Que la fuerza armada no debe sostener lo que la nación no quiere,


y sí ser el apoyo y la defensa de la voluntad pública, bien expresada ya de todas
maneras, se declara:

Artículo 1º. Desde esta fecha cesará de regir en la República la Constitución de


1857. (…)

Tacubaya, diciembre 17 de 1857


Félix Zuloaga

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