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OTRO CRIMEN SIN CULPABLES NI INVESTIGADO

 Colombia es un Estado social de derecho democrático, así lo reza el artículo primero de

nuestra Constitución. Situado en américa del sur tropical, el cual posee una gran diversidad y una

riqueza incalculable dado que terrenos rebosan de oro, níquel, carbón, entre otros. Por ellos se

pelean los elefantes mientras mueren las hormigas. Importante es resaltar la multiculturalidad en

una diversidad de idiomas, etnias, grupos sociales, provincias, departamentos, municipios y

ciudades. Posee entre el Amazonas y el departamento del Chocó, fauna y flora que ocupa un

grandioso porcentaje frente a otros países de América y del mundo, haciendo que sea el

segundo con mayor biodiversidad. Es sin lugar a dudas en palabras de Hegel, el mejor de países

posibles. En él encontramos el departamento de Antioquia lleno de gente hermosa, con mujeres

de cuerpos esbeltos y de ojos claros como sol de mediodía, que embellece estas agrestes

montañas, mujeres educadas y cariñosas; sus calles se cubren de hombres y mujeres que saben

decir permiso, por favor, qué pena, disculpe, eres tan amable… en fin, gente que sabe amar y

respetar y que se educa para no asesinar su cultura, representada a nivel gastronómico por un

plato típico, uno de los tantos rostros culinarios de nuestra región que sufre persecución y se

encuentra en la circular roja de la globalización. 

Una de esas tardes en las que llega la noche y sabes que tienes tanto por hacer, pero tu

cuerpo no da para mucha cosa aprovechable más que ver las noticias sensacionalistas cuyo

contenido es estólido pues carece de relevancia ya que realmente importa vender

desinformación, contar cosas que distraen de lo central y desviar la atención. Con todo ese

panorama desolador no podía quedarme sentado mirando cómo nos matan los sueños así que me

dediqué a escribir este corto texto, al ver que mi país, importa más de lo que exporta mientras

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que su identidad se desvanece entre las cosas del extranjero desde donde se realiza toda una

estratagema para perpetrar un crimen que no quiero que se pase la existencia de este mundo

relativo sin que de ello se diga nada. El asesinato de la cultura local a nombre de la universal.

Colombia, el otrora país del Sagrado Corazón que se vuelve corrupto cuando ve muchos

billetes verdes con la foto de Carlos Lleras Restrepo, la palma de cera del Quindío, el pájaro

Barranquero y la flor del siete cueros, tiene una capacidad de producción de 31,6 millones de

toneladas de alimentos al año, pero al no poseer una buena política agraria, no podemos

disminuir el 50% de sus importaciones, estamos importando lo que tenemos, y peor aún, lo que

nos sobra en gran cantidad. En el Urabá, región rica y que pronto van a explotar económica y

demográficamente en sobremanera; un plátano vale alrededor de doscientos pesos y un huevo de

las gallinas del campo, quinientos pesos, sí, esos huevos que sobre la bandeja paisa reposan para

ser llevados al paladar de paisas y extranjeros y personas de otras regiones del país que nos

visitan.

Importamos 4,4 toneladas de maíz desde los EE.UU, con el cual preparamos las arepas

para la bandeja. ¡Es insólito! Porque el  país tiene 22 millones de hectáreas para su cultivo,  y

disculpe quien lee mi sencilla elucubración, pero… qué carajos nos pasa.

US$1.689 millones gastó Colombia durante el 2014 en importaciones de maíz, trigo,

cebada, avena, centeno, arroz, millo y otros cereales. Entre enero y mayo del 2015 esas compras

sumaron US$866 millones. El 50% de esas importaciones proviene de EE.UU. Solo en maíz se

compran 4,4 millones de toneladas al año. Colombia importa arroz del Ecuador. (El País, 2015)

Estamos bajo un régimen de distribución agraria como las notas calificativas que yo

sacaba en las clases de artística en mi primaria y bachillerato, insuficiente. Y así en realidad no

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podemos seguir ¿Cómo es posible alimentar una economía de importación, que pone obesos a

los gordos y obliga a la dieta a los flacos?

Así pasan los años y los gobiernos sin hacer nada por esclarecer este crimen del que

hablo, el crimen de nuestra hierática bandeja paisa. Este plato típico nació en los hogares

antioqueños que se dedicaban a la arriería y que en sus envueltos llevaban semejantes alimentos

necesarios para suplir las proteínas y carbohidratos gastados en las largas jornadas de trabajo

bajo el sol. Otrora el plátano era sembrado en los alrededores de las mismas casas de esas

familias, los huevos se sacaban del galpón detrás de la casa, el aguacate se tomaba del que caía

del árbol de la finca, el maíz era sembrado en las montañas de Antioquia, el arroz entre los llanos

y en el Urabá, y sin duda, los marranos esos que se preparaban para el chicharrón de veinte cinco

patas que se salía del plato, corrían por toda la casa mientras crecían y engordaban, comiendo de

lo que los abuelos tiraban de la mesa, y hasta uno lloraba cuando había que comer chicarrón,

claro, era la mascota. Pues hoy ya los platos típicos no son típicos, porque ya no los hacen con

los productos de la región, ya no los cosechan aquí y los frijoles los traemos en latas y de la lata

pasan a los platos porque vienen pre-cocidos. 

Es totalmente inaudito que Colombia al año está importando alrededor de 14 millones de

toneladas de alimentos, entre cereales y carnes, lácteos y legumbres, frutas… y es así como

traemos los marranos para el chicharrón de la bandeja desde Argentina, y eso que no hablo de la

carne de res. Nos llega de EE.UU el café con el que pasamos el proceso digestivo luego de una

“buena bandeja”, el 85% el maíz para las arepas también debemos importarlo debido a la

creciente demanda interna de producto y sin duda a la baja productividad de los terrenos de

nuestros campesinos que carecen de maquinaria necesaria para labrar y sembrar en ellos, los

plátanos nos lo envía Ecuador mientras que a los agricultores medianos de Urabá y el

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Magdalena, se los pagan aquí a precio de miseria, el arroz nos llega de Ecuador, entre otras

muchas cosas, como exportar petróleo a precio de lo que le dé la gana al comprador que es quien

pone el precio. Maldita economía criminal y mortífera como le llamará Eduardo Galeano, el

autor de Las Venas Abiertas de América Latina

En una cumbre de la OEA un hombre revolucionario de Nacionalidad argentina llamado

Ernesto “Che Guevara”, dijo:

“El pueblo que compra, manda; el pueblo que vende, sirve. Hay que equilibrar el

comercio para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo; el pueblo

que quiere salvarse vende a más de uno. El influjo excesivo de un país en el comercio de otro, se

convierte en influjo político”. (Hugo Gambini, El Ché Guevara, la Biografía, 236). Es por ello

que debemos generar una nueva política agraria en Colombia y ello es posible desde la

responsabilidad política que cada uno tiene desde donde está y con lo que sabe hacer, puesto que

no es necesario ser parlamentario para dar una nueva orientación a las estrategias

gubernamentales en bien de toda una sociedad, hay que unirse y dejar de pensar como islas

asociales y ejercer nuestro patriotismo ciudadano.

Y ahora nos podemos preguntar: ¿Quién es el culpable de semejante crimen en

Antioquia? La verdad no puedo culpar más que a un señor feudal, terrateniente de la economía

mundial que hace propaganda como los políticos de este país donde a la gente la empobrecen

para luego comprarle el voto con un tamal o una hoja de eternit para que no se moje con la gotera

que ese mismo politiquero llegó a hacer; ese señor se llama Globalización y no es más que un

lobo que se vistió de oveja y que se las devora sin piedad en cada esquina de las ciudades que

conocemos, nadie le dice nada porque es el dueño de las leyes, de las prisiones como dice el

escritor Latinoamericano Eduardo Galeano y que tiene en sus manos los poderes el mundo. Es

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amigo de los que hacen las leyes [Dice Stephenie Meyer en su novela La Química] y por eso no

le preocupan esos estatutos legales. La globalización que se asemeja a un señor que hace

propaganda política en cuerpo de otro como hacía el Señor Donoso en una novela que se llamaba

“El Cuerpo del Deseo”, nos hace creer mediante una politiquería unificada de los lagartos del

mundo, que sólo tomando su mano podremos caminar hacia del desarrollo y la innovación, sin

darnos muchas veces cuenta de que caminamos hacia el abismo gracias a su empobrecimiento.

Ese es el crimen del que les quise hablar, porque me parece injusto que se haga esto en

nuestro país, con nuestra gente, con nuestros niños y niñas, con nuestros ancianos que viven y

caminan las deterioradas calles de El Peñol, donde los políticos prefieren una vaca de cemento

que una calle bien pavimentada (han llenado de esculturas horribles varios espacios del pueblo

en lugar de invertir dicho presupuesto en lo verdaderamente importante que urge en el momento)

donde no se accidente niños ni ancianos y quienes conducen; por aquí andan recordando entre

lágrimas de dolor de patria el despojo de sus tierras, casas y vecinos. Es así como esta economía

paupérrima del país nos lleva de promesas baladíes y luego nos mata con desnutrición física y

memorial. 

Hoy digo, basta, basta ya de mentiras señores políticos, no somos bebés sin dentadura que

no sabemos masticar lo que ustedes nos dan, ya no damos pasos de niños aprendiendo a caminar,

tampoco somos conejos a los que se les abre la puerta y se hacen en el rincón de la jaula por

miedo a la libertad, ya no balbuceamos entre sílabas, ya sabemos hablar porque como dice Jean

Paul Sartre, “cuando al hombre se le viola en su libertad, aún la muerte es una salida". Ya basta

de tener a este país corintio vestido con minifaldas debajo de las cuales Europa y los EE.UU

meten las manos cada vez que les da la gana mientras que a ellos nadie los toca en su intimidad.

Ya lo decía por allá en 1913 el presidente de este  país antes nombrado Woodrow Wilson, “Es

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que nosotros no damos concesiones” (Galeano, 1978). Es decir, aquí nadie se mete, pero ellos si

se meten en todo lado, violentando con el arma del dinero la soberanía de los países mal

llamados en vía de desarrollo a los que les sugieren por medios masivos de información y

articulitos sistemas de economía capitalista como el que adoran quienes detrás de la palabra

desarrollo despojan pueblos y desvisten al pobre para vestir a los multimillonarios.  Él estaba

seguro: “Un país [decía Wilson] es poseído y dominado por el capital que en él se haya

invertido”. (Galeano, 1978). Y tenía razón. Por eso Colombia es un decrépito, ajado y arrugado

país que no espera más que las migajas de los que viven del otro lado del Charco como dice

García Márquez cuando habla de Macondo, para comprar unas viejas muletas y así poder

moverse en su metro cuadrado de esclavitud mental al cual le pesan los grilletes para tomar un

buen libro e informarse sobre su realidad y así salir de su cruel realidad, porque educación es

igual a libertad, palabras de José Martí y quienes no se educan leyendo están condenados a ser

criminales de su cultura y sin duda de su historia. 

Por culpa del capital perseguido por los capitalistas es que tenemos una historia de la que

queda una cruz a mitad de las aguas y un templo hundido en las profundas aguas del lago de

Guatapé y una casa Museo que no alcanzó el nivel de la represa. Hoy detrás de tanta belleza se

esconde el rostro del dolor, la tristeza y la desgracia de quienes tuvieron que obedecer a voz de

los que mandan el país en el que asesinan a personas por encargo de autores intelectuales a los

que no se llega porque quizá son quienes hacen leyes para enjuiciar al pobre y meterle miedo,

porque donde no llega el saber, manda el miedo y este es el mejor sistema político universal.

Sistemas como la globalización basados en un desarrollo que destruye las verdaderas riquezas en

nombre del progreso que no es otra cosa que retroceso, es lo que nos tiene hoy mendigando lo

nuestro, la libertad y la soberanía de nuestras vidas y de nuestros suelos. 

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No podemos dejar que así como intentaron matar un pueblo entero y luego nos han

matado la bandeja paisa, maten nuestra libertad de hablar, de leer y de obedecer las leyes justas. 

Somos un pueblo libre donde se piensa y se lee, donde sabemos que la identidad es más

que un plato típico y que un lugar geográfico como el Viejo Peñol, y que aunque se acaben las

cosas queda la mente y con ella la inteligencia de hombres y mujeres que hoy pueden contar la

historia porque la vivieron en carne propia. Ayer fue un pueblo, hoy es una Bandeja, y a nuestros

hijos qué les van a quitar. Con seguridad diré que les despojarán de todo y de su esencia si

desconocen la historia.

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