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Es el único planeta del Sistema Solar que tiene una densidad menor
que el agua. Si encontrásemos un océano suficientemente grande,
Saturno flotaría.
Galileo observó por primera vez los anillos en 1610, pero los
confundió con satélites ya que su telescopio era todavía
rudimentario. En 1659 Christiaan Huygens, con un telescopio
mejorado, los vió claramente y sin dudas. Tuvieron que pasar dos
siglos hasta que, en 1859, James Clerk Maxwell demostró
matemáticamente que los anillos de Saturno estaban formados por
partículas. Hasta entonces se creía que eran sólidos.
Los anillos le dan a Saturno un aspecto muy bonito. Tiene dos
brillantes, A y B, y uno más suave, el C. Entre ellos hay aberturas.
La mayor es la División de Cassini. Cada anillo principal está
formado por muchos anillos estrechos. Su composición es dudosa,
pero sabemos que contienen agua. Podrían ser icebergs o bolas de
nieve, mezcladas con polvo.
Las partículas que forman los anillos de Saturno tienen tamaños que
van desde la medida microscópica hasta trozos como una casa. Con
el tiempo, van recogiendo restos de cometas y asteroides. Una
buena parte del material que los forma es hielo. Si fuesen muy
viejos, estarían oscuros por la acumulación de polvo. El hecho que
sean brillantes indica que son jóvenes.
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