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DIRECTOR REDACCIÓN
Fernando Martín Aduriz Ángela González, Nuria Gutiérrez,
Luis Agustín Martínez y
CONSEJO DE REDACCIÓN José Manuel de Manuel
José María Álvarez, Alfredo Cimiano,
Antonio García Cenador y Luis Salvador SUSCRIPCIONES
Pedro de la Torre
ASESOR
Vicente Palomera
COLABORADORES-CORRESPONSALES
SUMARIO
EDITORIAL Las cuerdas de los locos, las palabras de los
cuerdos
Celebrando el nacimiento de Freud
Javier Carreño ......................................... 63
José María Álvarez ..................................... 9
El pecio en el agua, o la alegría del naúfrago
CLAROS DEL BOSQUE Francisco Ferrández .................................. 67
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Revista de psicoanálisis y cultura de Castilla y León Número 13 - Noviembre 2006
EDITORIAL
Con paso firme, nuestra revista Análisis prosigue su andadura por las tierras de Castilla. Como en tan-
tos otros lugares del planeta, también en estos páramos han prendido las semillas que el médico vienés
Sigmund Freud extendiera por doquier a manos llenas. Más de un siglo ha pasado desde que el Señor
Profesor comenzara a espolvorear sus granos de verdad. Se quiera o no, guste más o menos, desde la
aparición del psicoanálisis nuestro mundo ya no es el que fue.
Haciéndose eco del ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Freud, la prensa ha venido publi-
cando algunos textos a lo largo de estos meses de 2006. Los hay, a decir verdad, para todos los gustos:
unos son laudatorios y agradecidos, otros despectivos y críticos; se advierte en algunos un conocimiento
que autoriza sus argumentos y conclusiones, sean o no favorables, mientras que muchos parecen haber
surgido de una ciega pasión por la ignorancia o de abruptas reacciones internas que delatan el pathos
de sus autores. A todos ellos se puede aplicar, en cualquier caso, aquella máxima de Cicerón
(Académicas, I, 12) que advertía: “Nada más indigno que dar paso a la aserción y a la decisión antes
de la percepción y del conocimiento”.
Comoquiera que en esta época se ha convertido en costumbre la inmoralidad de opinar sobre lo que
se tercie, se sepa o no de lo que se habla, son numerosos los que han acudido a la cita con la impru-
dencia. Aunque se publicó hace ya unos meses, recuerdo aún una columna de Elvira Lindo publicada en
El País, la cual ejemplifica a la perfección la falta de recato y la osadía de autorizarse a escribir sobre
algo que le cae tan a trasmano. Entre otras lindezas, la columnista –a la que se le llenaba la boca al
hablar de no se sabe qué ciencia– proponía el manido argumento de que el psicoanálisis está pasado
de moda, cosa que animaría a una reflexión cabal siempre y cuando se argumentase con fundamento.
Sin embargo, para afianzar su punto de vista, la autora explicaba que en España buena parte de la for-
mación de los psiquiatras incluía el conocimiento profundo de la obra de Freud. Dando por hecho que
esto era así, concluía que el descrédito del psicoanálisis entre los psiquiatras era la prueba más palmaria
de la obsolescencia que envolvía la doctrina freudiana.
No merece la pena gastar munición para ahuyentar a las moscas; tampoco conviene personalizar lo
que, a fuerza de repetirse, se ha convertido en acendrado prejuicio. “¿Qué juicio es más difícil de reba-
tir que un prejuicio?”, se preguntaba el escritor vienés Stefan Zweig al comienzo de su magnífica obra La
curación por el espíritu. Doy por cierto que dislates como el apuntado en el párrafo anterior se subsana-
rían pidiendo opinión a quienes en verdad tienen algo que decir, aquéllos que han demostrado que su
palabra vale en proporción a su experiencia y saber. Mas al pervertirse el respeto por las figuras de auto-
ridad, ninguna contribución surgida en el ámbito de las ciencias o las letras está libre de depreciarse
mediante opiniones tan impropias como interesadas. Sucede de esta guisa que, a la inversa de lo que
debería ser, quienes dedican su vida a esclarecer y aplicar cierto ámbito del saber se ven obligados a
replicar las opiniones aireadas por los legos. Guardo también en mi memoria, en este sentido, el breve
y hermoso texto firmado por Clara Bardón, donde esta psicoanalista y psiquiatra desgranaba algunos
comentarios destinados a “ser justos con Freud”, por evocar aquí las palabras de Derrida.
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Revista de psicoanálisis y cultura de Castilla y León Número 13 - Octubre 2006
EDITORIAL
Que Freud sigue vivo siglo y medio después de que viera por primera vez la luz me parece evidente
al comprobar las polémicas que suscita. Su influjo actual conserva tal fortaleza que en modo alguno se
detiene en el ámbito de la psicología clínica y la psiquiatría, sospechosamente empeñadas en conside-
rarlo aún el enemigo a batir; extiende su radio de acción al conjunto de la cultura; ha cambiado nuestras
costumbres y sigue horadando a martillazos muchas compasivas creencias en el más allá y en el más acá.
“Me encantan la genialidad y la belleza de las teorías de Freud”, escribió Sándor Márai en su autobio-
grafía Confesiones de un burgués. No concibo, por mi parte, una teoría que siendo verdadera no sea al
mismo tiempo hermosa; desde el principio, esa es la armonía que hallé en las páginas de Freud.
Comprometida a nombrar los mejores prosistas en lengua alemana, la reciente premio Nobel de lite-
ratura Elfriede Jelinek adelantó dos: Freud y Nietzsche. Su prosa, en efecto, llama la atención por la dis-
creción, la mesura y la claridad. Freud tenía grandes verdades que transmitir, razón por la cual se limitaba
a exponerlas sin alardes ni ostentación. De haber leído a Michel de Montaigne, habría estado de acuer-
do en considerar “la arrogancia […] enemiga capital de la disciplina y de la verdad” (Ensayos, III). Sus
biógrafos y quienes le conocieron y trataron coinciden en destacar tanto su circunspección como su fir-
meza. “Nada menos perverso, me parece, que la vida de Freud”, afirmó Lacan en la conferencia pro-
nunciada con ocasión del centenario del nacimiento del maestro. Por su aspecto, sus modales y su porte,
este enjuto médico judío pasó desapercibido entre sus convecinos. Pero los ecos de sus descubrimientos,
defendidos con una firmeza insólita, no han dejado de resonar desde entonces.
Este número de Análisis. Revista de Psicoanálisis y Cultura de Castilla y León recoge algunas de las
comunicaciones que presentamos en el acto conmemorativo del ciento cincuenta aniversario del naci-
miento de Freud, celebrado en León el día 5 de mayo de 2006. Se publica también la conversación entre
el escritor José María Merino, uno de los participantes en la celebración, y la redactora Ángela González.
Asimismo, del Simposio sobre la psicosis que nos reunió en Palencia en el mes de mayo de 2006, se pre-
sentan en este número los trabajos de tres residentes de psiquiatría del Hospital Dr. Villacián de Valladolid.
Por su parte, la sección Claros del Bosque incluye en esta ocasión los textos de nuestros colegas D.
Cosenza (Milán), S. Tendlarz (Buenos Aires) y A. Cimiano (Palencia). Los trabajos que acaban de men-
cionarse, así como el resto que compone este número trece, constituyen una buena prueba de la actuali-
dad de Sigmund Freud.
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CLAROS DEL BOSQUE
Revista de psicoanálisis y cultura de Castilla y León Número 13 - Noviembre 2006
El cuerpo en la clínica de la
obesidad
Doménico Cosenza
(Il corpo nella clinica dell’obesità).
1. Consultar, sobre la obesidad como estado del cuerpo, P. E. Bossola, “L’obesità”, en Attualità lacaniana. Rivista della Scuola Lacaniana di Psicoanalisi,
Franco Angeli, 2004, n. 2, pp. 28-30
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2. K.Abraham, “Ricerche sul primissimo stadio evolutivo pregenitale della libido” (1916), in Opere, ac. di Johannes Cremerius, Bolati Boringhieri, Torino 1997, p.271
3. J. Dargent, Le corps obèse. Obésité, science et culture, Champ Vallon, Seyssel 2005, p. 9.
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En este cuadro clínico, la desfalicizacion del él. Demanda a la que responde con el emerger
cuerpo en la obesidad, que se produce por la del punto de angustia, que le lleva a la devora-
cancelación de las formas corporales y de los ción del alimento como respuesta compulsiva-
semblantes del deseo sexual, permite en el sujeto compensatoria a lo insostenible del encuentro
una doble operación. Por un lado le permite elu- angustioso con tal demanda deseante. El recha-
dir lo insoportable que supone la pérdida del zo del cuerpo como sexuado, presente también
objeto primario de satisfacción a través de su en la anorexia, con la desaparición de las formas
negación vía devoración-incorporación del ali- corpóreas de la mujer y la amenorrea por efecto
mento. Al mismo tiempo le consiente evitar el del rechazo del alimento ejercita, pues, en la
encuentro insostenible con el deseo del Otro que obesidad tal función de defensa del real de la
interpela al sujeto a que responda como un ser pulsión contenido en la mirada deseosa del Otro.
deseoso y sexuado –es decir, desde la posición Y en efecto, perder peso, adelgazar, se convier-
de hombre o mujer–. Convertir el propio cuerpo te en la obesidad en sinónimo de adquirir una
en no deseable, no fálico, es a todas luces la imagen femenina ante la mirada deseosa del
maniobra propia del sujeto obeso para apagar la Otro que angustia al sujeto, ya que lo hace reen-
mirada del Otro sobre su cuerpo, la función sexual contrarse, como dijo una paciente mía, con un
del deseo, y la demanda que está implicada para “plus de deseo” insostenible.
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girl=phallus de su infancia la fantasía se transfor- dolor surge de la tensión que se produce con el
ma hasta llegar a precisarse como que alguien Ideal. En el creciente empuje al objeto a en detri-
pague por ella. El revestimiento del ideal román- mento del Ideal, que Miller escribe a mayor que I,
tico no hace más que dar un velo a ese fantasma. cabe preguntarse la incidencia en las relaciones
En ella hace existir al objeto mirada bajo la for- amorosas de las mujeres y sus vínculos con los
mar de dar a ver. En las contingencias del semblantes que ofrece el mundo contemporáneo.
encuentro, un partenaire le permite la realización
de este fantasma. Pero cuando efectivamente da
3. DEL SÍNTOMA AL ESTRAGO
el paso de aparecer como el ojo que la mira, ella
retrocede angustiada. El objeto mirada debe ser Al final de la enseñanza de Lacan se vuelven
velado. De eso se encarga justamente el fantas- a encontrar el síntoma y el fantasma. Uno y otro
ma. El partenaire-fantasma forma parte de esa se vuelven envoltorios del goce. En tanto el sujeto
realización. Pero sufre de ese amor en la medida se enlaza a un partenaire en forma esencial,
que queda en oposición al ideal. puede encarnar su síntoma puesto que deviene la
envoltura del objeto a. “El partenaire fundamental
En contraposición, otra paciente se presenta para los dos sexos, dice Miller, es finalmente el
como el ojo que espía. De pequeña, estaba al que es capaz de volverse su síntoma”. Y esto es
acecho de las peleas de los padres, mirando en la medida de que da una respuesta acerca de
expectante lo que sucedía entre ellos. Con el qué hacer con el otro sexo.
tiempo, con la emergencia de la vida amorosa,
Para ilustrarlo, Miller presenta el caso de una
el sujeto queda entre dos: el hombre que ama y
mujer que asume el abandono precoz de su
la otra. La realización fantasmática la lleva a
padre con el designio de que “Nadie pagará por
cabo espiando, sin que su amante lo sepa, cómo
mí”. Su traducción en la vida amorosa se expre-
le es infiel con otra mujer. El partenaire-fantasma
sa en el matrimonio con un hombre homosexual
le permite la realización de este fantasma.
que, literalmente, no quiere pagar por una mujer.
Nuevamente encontramos la misma tensión entre
Cada uno paga sus cuentas. Cuando el análisis
goce e ideal.
examina la base sintomática de su pareja, ella
Esto nos permite afirmar que cuanto mayor comienza a desear que otro pague por ella. El
realización fantasmática involucra la relación con contrato inicial que dejaba a cada uno de ellos
el partenaire en una mujer, tanto más se aleja del casado con su propio síntoma se deshace, y ella
cumplimiento del Ideal. El sujeto es feliz, al decir atraviesa su fantasma: “necesidad de nadie”, lo
de Lacan, goza en ese amor, y, al hacerlo, pade- llama Miller.
ce de una posición que no necesariamente cum- Si bien cada sujeto apunta al Otro para
ple los requerimientos de sus ideales. Rougemont extraer de él su plus-de-goce, y este es un nivel
presentaba a este amor como el amor-pasión por que funciona de la misma manera en hombres y
fuera del artificio del matrimonio. mujeres, del lado femenino se añade un elemen-
En el fantasma, el partenaire se vuelve un to diferente: la relación con la falta en el Otro.
medio de goce. En ese contexto, dice Miller, en Esto tiene consecuencias en la vida amorosa.
la medida en que se trata de un goce agradable, Para el hombre una mujer siempre es un obje-
se opone al síntoma que involucra al dolor. ¿Así to a, es un “partenaire-síntoma” que involucra un
se diferencia el partenaire-fantasma del partenai- goce limitado, circunscrito. Mientras que la mujer
re-síntoma? tiene también relación con el Otro barrado, por
En los casos presentados, ninguno de los dos lo que se vincula con un lugar que no tiene lími-
sujetos sufre por la realización de su fantasma. El te, de acuerdo a la lógica de lo infinito. Aparece
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así la dimensión de un hombre que se vuelve un ser sexuado, no hace pareja a nivel del significan-
“partenaire-estrago” en la medida en que se aloja te puro, sino a nivel del goce, de allí que la rela-
en S(A) barrado. ción con el partenaire siempre sea sintomática.
Miller retoma aquí un segundo caso. Una En el goce femenino, llamado goce suple-
mujer se queja de que su pareja es especialmen- mentario, el goce se produce en el cuerpo sin
te descortés con ella y, en la vida cotidiana, llega que llegue a hacer un Todo; no es una unidad, es
al punto de injuriarla. Su entorno la conmina a No-Uno. El cuerpo femenino es Otro, la “alteri-
que lo deje. ¿Qué le encuentra?, dicen azora- dad radical” invocada por Lacan en los años 50.
dos. Ante la presión, decide iniciar una consulta. El No-Uno se vuelve equivalente al Otro; esto
Allí se descubre que ella anda bien y prospera. impide hablar de un para todas, de un universal.
Luego de la injuria, ella trabaja, goza sexual- De esta manera, del lado masculino se encuentra
mente. Su goce se concentra en el partenaire el Uno y del lado femenino el Otro, el No-Uno.
humillante, como un estrago que la degrada, El amor en las mujeres involucra esencialmen-
pero, al mismo tiempo, en lo demás queda libre te la demanda de amor. En tanto que la posición
en sus posibilidades subjetivas. En realidad, ella femenina comporta el no todo – ella es “no toda”,
obtiene con esta injuria un goce de la palabra dice Lacan– esta demanda posee un carácter
que evoca el profundo desprecio de su propio absoluto y potencialmente infinito. En la medida
padre por la feminidad. Del lado de su partenai- en que el partenaire se ubica del lado del S(A)
re, la degradación es la condición de su deseo. barrado, el retorno invertido de esta demanda ili-
Del lado del sujeto, el Otro de la injuria conme- mitada es desvastadora.
mora el síntoma del padre y se satisface de su
propio síntoma. La relación entre uno y otro se Demanda de amor
establece así a través del síntoma por su conso- No Toda——————————S(A) barrado
nancia entre el sujeto y el Otro.
Estrago
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Recientemente, Eric Laurent ha indicado cómo quedan articulados en las mujeres, sin construir en
el amor al padre, que de ningún modo es el modo alguno un universal, sino que atraviesa, del
padre de la realidad, es una función que en las lado femenino, la posición de no toda al padre aun-
mujeres toma el valor del mito de las dos caras que busque ser solo una, solo ella, por amor.
de Jano: por un lado, fija un límite y, por otro La cuestión que se plantea entonces a nivel de
lado, garantiza el relanzamiento del goce del la relación con el partenaire es cómo este amor
lado femenino. al padre interviene en la elección del hombre
Esto nos lleva a visualizar en el corazón de la amado y en su fijación de goce.
homeostasis de goce que relanza la demanda de El no toda y el no uno no hacen uno de todas,
amor, el amor al padre, al que también se le sino que en cuestiones del amor no se puede más
demanda amor. De esta manera, el padre y el goce que responder de a una.
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SEMBLANZA BIOGRÁFICA:
FREUD EN FREIBERG
(PRÍBOR)
Alfredo Cimiano
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insólita y atrevida empresa fue su genial Die El alumbramiento tuvo lugar en el nº 117 de
Traumdeutung y la invención de un nuevo método una calle de Freiberg que en aquel entonces se
de tratamiento psíquico: el psicoanálisis. En esa llamaba Schlossergasse. La constelación familiar
carta remitida a W. Fliess escribió lo siguiente: que le acogió estaba compuesta por Jakob Freud
«Ahora todo retrocede hacia la primera época de (41 años), su esposa Amalia Nathansohn (20
mi vida, hasta los tres años». años), los dos hijos de Jakob habidos en un pri-
Pues bien, ¿cuáles fueron los hitos biográficos mer matrimonio del que luego hablaré, Emmanuel
y las anécdotas más importantes que conocemos y Philipp Freud (de 23 y 20 años respectivamen-
de esta primera infancia de Sigmund Freud? te), y la esposa (Marie, 20 años) y el hijo (Hans,
Sabemos —aunque ha sido motivo de cierta de 16 meses) del mayor de ellos. Jakob y Amalia
polémica que más adelante abordaré— que tenían alquilada la mitad —unos cuarenta metros
nació el martes día 6 de mayo de 1856, a las cuadrados— del piso superior de una modesta
seis y media de la tarde, y que vino al mundo casa a otra familia checa (llamada Zajíc), pro-
«cubierto», es decir, con los restos de las mem- pietaria del inmueble, que se dedicaba a la
branas ovulares tapándole la cabeza a modo de cerrajería desde hacía cinco generaciones. Por
cofia. Una anciana campesina le pronosticó a su eso sólo se usaba el piso de arriba como vivien-
madre un futuro prometedor para su hijo pues el da —que compartían las dos familias— pues el
nacer así era interpretado entonces como un piso inferior servía como taller de fragua. Según
seguro augurio de buena suerte en la vida. relataría posteriormente la hija de Johann Zajíc, el
Quisiera apuntar el hecho de que Freud se topa- hijo mayor del propietario de esta vivienda, su
ría, mucho tiempo después (concretamente en padre —que había sido compañero de juegos de
enero de 1910), con otro sujeto al que le había Freud en la infancia aunque era seis años mayor
sucedido lo mismo: Sergueï Konstantinovich que él— recordaba a «Sigi» como un chico vivaz
Pankejeff, más conocido como «el Hombre de los a quien le gustaba jugar en el taller y fabricar
Lobos». En mi opinión, es muy probable que este pequeños juguetes con los restos de metal.
evento que ambos compartían, el de haber naci- Philippe, su hermanastro soltero, vivía en la casa
do «cubiertos» —aunque Sergueï no lo sabía por- de enfrente (en el número 416) y Emmanuel, con
que Freud nunca se lo comunicó—, tuviese una su mujer y su hijo, en una casa junto a la plaza
influencia decisiva como elemento transferencial del mercado, en Marktplatz 42.
del análisis (todos los indicios apuntan a que éste El pueblo de Freiberg, que por aquel enton-
fue uno de sus pacientes favoritos a lo largo de ces pertenecía a Moravia, en la región nordeste
su amplia actividad profesional), aunque, cierta- del Imperio Austrohúngaro, no lejos de las fronte-
mente, ninguno de los numerosos estudiosos de ras de Prusia y de Polonia, distaba unos 240 kiló-
este caso clínico y biógrafos de Freud, al menos metros de Viena. Después de la Primera Guerra
que yo sepa, han realizado comentario alguno a Mundial pasó a ser parte de Checoslovaquia y
este respecto. se cambió su nombre por el de Príbor. En la
Es de reseñar que «Sigi» —el sobrenombre actualidad pertenece a la República Checa. En
que recibió y que su madre siguió usando hasta la época que nació Sigmund Freud, Freiberg con-
que murió, a los 95 años, llamándole «mein gol- taba con 628 casas y 4.596 habitantes que en
dener Sigi» (que podría traducirse como «Sigi, su mayoría eran checos católicos (sólo había
mi tesoro» o bien «mi áureo Sigi»)— tenía al 130 judíos y también unos pocos checos protes-
nacer una melena tan negra y revuelta que ésta tantes). Allí se había establecido, procedente de
le dio la bienvenida llamándole «mi morito» y una localidad de la Galitzia Oriental —actual-
«mi negrito». mente perteneciente a Ucrania— llamada
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dedicaba a la misma actividad que los Freud—, mesa, con tal mala suerte que se resbaló y se dio
llamado Emil Fluss. Como antes indiqué, también un fuerte golpe en la mandíbula con el borde de
jugaba con el hijo mayor de los Zajíc, Johann, ésta, haciéndose una herida de cierta importan-
seis años mayor. cia que hubo de ser suturada y que se acompa-
Amalia, su joven madre, pronto se va a que- ñó de una abundante hemorragia; como
dar embarazada por segunda vez. Dará a luz resultado de este accidente doméstico le quedó
otro hijo —en octubre de 1857— a quien pon- una cicatriz muy visible hasta que se la ocultó
drá el nombre de Julius, como su hermano menor, bajo la barba.
con quien tenía una relación afectiva muy intensa Un personaje fundamental para «Sigi» en
y que se encontraba desahuciado por los médi- estos primeros años de vida fue Monika Zajícova,
cos porque padecía una tuberculosis que le lle- una mujer checa de alrededor de cuarenta años
varía a la tumba cinco meses después. Parece ser que se hizo cargo de su cuidado tras ser desteta-
que ella también estuvo afectada de la misma do por su madre (que fue más bien pronto si tene-
enfermedad poco después de que naciera «Sigi», mos en cuenta que Amalia, además de haberse
circunstancia por la que debió de realizar duran- quedado embarazada de nuevo, padecía tuber-
te tres meses (mayo, junio y julio de 1857) una culosis). Esta niñera, una ferviente devota católica
estadía en Roznau, acompañada de su pequeño —que también cuidaba a los hijos de Emmanuel
hijo y de una mujer contratada al efecto llamada Freud—, le contaba historias piadosas, le habla-
Rosi Wittek. Haciendo cuentas, «Sigi» tenía ba de Dios, del infierno, de la salvación y de la
entonces un año, y cuando nació Julius contaba resurrección, y le llevaba a los oficios religiosos
un año y medio de edad. Esta circunstancia pro- que se realizaban en la enorme iglesia del pue-
vocó en él unos intensos celos fraternos y el deseo blo, dedicada al Nacimiento de María, una igle-
de muerte hacia ese recién llegado que le había sia con una impresionante imaginería religiosa,
destronado y copaba el centro de las atenciones con diez altares, varias capillas anexas y de un
de la familia y del amor de su madre. Por des- alto (60 metros) y puntiagudo campanario famo-
gracia ese deseo se verá cumplido con el óbito so en toda la comarca por el repique de sus
de Julius Freud a los 6 meses (el 15 de abril de campanas. De regreso de la iglesia, «Sigi» se
1858), posiblemente a consecuencia de una dedicaba a contar a su familia las cosas que
infección intestinal. Sigmund Freud comentará hacía el Dios Todopoderoso (es decir, el sacer-
después a Fliess, en la carta a la que anterior- dote, pues «Sigi» pensaba que él era ese Dios del
mente me he referido, que en el transcurso de su que le hablaba de continuo Monika). También, a
autoanálisis había hallado que la muerte de su pesar de que era muy tajante y exigente (sobre
hermanito en las circunstancias reseñadas consti- todo en cuestiones relativas al aseo personal y al
tuyó el germen de posteriores autorreproches y de control esfinteriano), le inculcó una elevada opi-
intensos sentimientos de culpa. nión sobre sí mismo y le enseñó el checo, idioma
Cuando contaba más de dos años, como en el que ambos conversaban. Freud contó de
mojase la cama por las noches —«Sigi» padeció este modo a Fliess la importancia que esta niñera
enuresis nocturna, además de ceceo, durante una tuvo para él: «... honraré la memoria de aquella
parte de su infancia—, su padre le reprendía por vieja mujer que en una época tan temprana de la
las mañanas. En una ocasión, en respuesta a la vida me preparó los medios para vivir y seguir
regañina, le dijo: «No te preocupes, papá. Te viviendo».
compraré una nueva cama roja». A esa misma Este fuerte vínculo con su niñera fue interrum-
edad, un día se subió en un taburete para tratar pido bruscamente poco antes de que viniese al
de alcanzar una golosina que había en una mundo su hermana Anna, cuando «Sigi» contaba
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dos años y medio. Sucedió que su hermanastro dispersarse. Sus dos hermanastros, la esposa de
Philipp la descubrió cometiendo un pequeño robo Emmanuel y sus tres sobrinos —su tercera sobrini-
(monedas y algunos juguetes del niño), la denun- ta, Bertha, había nacido en febrero de 1859,
ció y ésta fue enviada a prisión, donde estuvo cuando él tenía dos años y nueve meses— emi-
diez meses encerrada. Nunca más volvió a verla. graron a Inglaterra y se establecieron en
La separación de su querida niñera, una segunda Manchester, donde llegaron a hacer cierta fortu-
madre para él, le provocó mucha tristeza y angus- na en la industria textil. En octubre de 1859,
tia. Se pasaba el rato mohíno, llorando y gritan- «Sigi», su hermanita Anna y sus padres abando-
do. Cuando le preguntó a su hermanastro naron Freiberg rumbo a Leipzig —lugar donde
adónde había ido la niñera éste le contestó que vivieron durante un año sin prosperar nada— y
estaba «encajonada». Poco después, su madre después a Viena, ciudad en la que su madre
desapareció para dar a luz a su hermana Anna tenía algunos familiares, donde le nacieron cinco
—que nació el 31 de diciembre de 1858— lo hermanos más (Rosa, Marie, Adolfine, Pauline y
que perturbó aún más al pequeño, quien, inter- Alexander) y en la que residió de modo ininte-
pretando literalmente las palabras de su medio rrumpido hasta que tuvo que emprender el amar-
hermano, pensó que su madre también había go camino del exilio, en la primera semana de
sido «encajonada», por lo que no hacía más que junio de 1936, cuando ya contaba ochenta años
berrear y abrir todos los cajones que se encon- de edad.
traba por la casa, buscándola. En cuanto a los diversos motivos que dio tanto
En cuanto a su hermanita Anna, la nueva usur- Freud como su biógrafo oficial (E. Jones) acerca
padora, parece ser que tampoco fue nada bien de la quiebra del negocio familiar —depresión
recibida por él; aunque terminó resignándose económica por la guerra italo-austríaca, introduc-
sabemos que, en adelante, nunca le demostró ción de la maquinaria en el negocio textil, crea-
simpatía y que a lo largo de toda su vida siempre ción de una nueva línea férrea que había
la tuvo cierto grado de ojeriza. A modo de anéc- soslayado Freiberg, incluso cierta hostilidad anti-
dota, contaré que para la infantil mente de «Sigi» semita de la población local al considerar a los
la recién llegada era hija de su madre y de su comerciantes textiles judíos como responsables
hermanastro soltero Philippe (el culpable de la de la difícil situación—, algunos estudios de
desaparición de su amada niñera), pues ambos reciente publicación sobre el asunto han revelado
casi tenían los mismos años. Es decir, que el niño que dichas interpretaciones carecen de funda-
había hecho «parejas» entre aquellos que le rode- mento: en esa época la economía local estaba
aban con arreglo a su edad: Jakob con Monika en período de expansión y no existían más pre-
(la niñera), Emmanuel con Marie, y Philippe con juicios contra los judíos que los que había habido
Amalia. Sólo más tarde llegó a comprender — siempre. Posiblemente ésta fuera la historia ama-
por ciertas indagaciones de orden sexual que ble, la mentira piadosa, que le contaron a «Sigi»
realizó, tales como entrar en el dormitorio de sus para explicarle el éxodo familiar. Pero es mucho
padres, para espiarlos, lo que le valió una repri- más probable que la ruina viniese por el lado de
menda del padre— que, a pesar de la diferencia la incompetencia profesional de Jakob Freud —
de edad, Jakob y Amalia constituían una pareja. de quien sabemos que, a lo largo de toda su
Cuando «Sigi» tenía tres años y medio sucedió vida, no se le dieron nada bien los negocios—,
lo que muchos años después describiría como «la porque su paisano Ignaz Fluss, compañero de
catástrofe fundamental que impregnó toda mi exis- emigración que se dedicaba, como reseñé ante-
tencia»: el negocio de la familia Freud cayó en la riormente, al mismo negocio, se convirtió en
bancarrota y sus miembros se vieron obligados a aquellos mismos años en el exitoso propietario de
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una fábrica textil en Freiberg. También es posible En el verano de 1872, cuando «Sigi» se
que Jakob pretendiera evitar que tanto él como había convertido en un tímido adolescente de 16
sus dos hijos adultos fuesen llamados para ir al años, regresó a Freiberg —acompañado de un
frente en la guerra que había estallado entre condiscípulo suyo, Horaz Ignaz Rosanes— y vivió
Austria e Italia. una temporada (desde primeros de agosto hasta
Marianne Krüll (Freud und sein Vater. Die mediados de septiembre) en casa de los Fluss,
Entstehung der Psychoanalyse und Freuds unge- aquella familia amiga de la suya que, como ya
löste Vaterbindung, 1979) ha sostenido, dije antes, prosperó mucho en el negocio en el
haciendo gala de una generosa imaginación, que fracasara su padre. Por diversas cartas que
que esta disolución familiar fue debida a que le envió desde allí a su compañero de estudios
Amalia y su hijastro Philippe estaban efectiva- vienés Eduard Silberstein —con quien había for-
mente «liados» (es decir, que no eran fantasías mado una «Academia Castellana» (A.C.) cuya
surgidas de la mente infantil de «Sigi» el poner- actividad consistía en leer las novelas ejemplares
los en relación amorosa sino una cruda reali- de Cervantes y mantener correspondencia entre
dad) y que Jakob, cuando finalmente se enteró ellos dos en castellano—, y también por lo que él
del affaire, desterró a su hijo, al que acompa- mismo relata (poniéndolo, para despistar, en
ñó la familia de su hermano mayor, con el fin boca de un paciente fóbico al que había tratado)
de separarlos para siempre. en su texto «Los recuerdos encubridores», sabe-
Esta partida del pueblo natal, este desmem- mos que Freud se enamoró allí, en Freiberg, por
bramiento familiar, dejó en él huellas indelebles, primera vez en su vida. A los dieciséis años,
que Freud investigó después en su autoanálisis. curiosamente, a la edad en la que se había casa-
Fue un primer viaje en ferrocarril muy angustioso: do su padre por primera vez. Fue de Gisela Fluss,
antes de partir temió que se fueran sin él, que le la hermana pequeña de su compañero de infan-
dejasen abandonado, y, cuando pasaron por la cia Emil Fluss, una joven tres años menor que él,
estación de Breslau, creyó que las lámparas del con la que en realidad mantuvo sólo relaciones
alumbrado a gas, que nunca había visto hasta frías y distantes pero que la imaginación enfebre-
entonces, eran almas de difuntos ardiendo en ese cida del adolescente teñía de un apasionado
infierno al que su niñera le decía que terminaría romanticismo. Pasión no menor de la ardiente
yendo si se portaba mal. Estas traumáticas viven- admiración que profesaba hacia la madre de la
cias precoces cristalizaron, un tiempo después, niña, la Sra. Eleonora Fluss, que era en realidad
en forma de una tenaz fobia a los viajes, que se —como lo muestra la carta que le envió a
prolongó durante doce años (de 1887 a 1899), Silberstein fechada en Freiberg el 4 de septiem-
y que terminó resolviendo —una vez que logró bre— el verdadero centro del interés libidinal de
rememorar en su autoanálisis este episodio infan- este «Sigi» ya un tanto crecidito.
til que he relatado—, aunque sólo parcialmente Esta fue la primera y la última vez que Freud
pues es bien sabido que Freud, cuando empren- visitó Freiberg. Como ya indiqué antes, a partir
día alguno de sus viajes, se angustiaba mucho de 1918 la localidad pasó a denominarse Príbor
pensando que perdería el tren, por lo que acudía y la calle en la que había nacido se llamó, en
a la estación de ferrocarril con un excesivo tiem- checo, Zámecnická. En 1931, siendo ya famoso
po de antelación. Una vez allí, se afanaba en —tanto por haber descubierto un nuevo método
contar y revisar de modo obsesivo el equipaje; para tratar las llamadas enfermedades nerviosas
esta angustia, finalmente, cedía una vez que él, como por su maestría literaria (el 28 de agosto
sus maletas y sus bártulos de viaje se encontraban del año anterior se le había concedido nada
ya dentro del vagón. menos que el Premio Goethe de las Letras
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Alemanas)—, tuvo la oportunidad de volver. Con Muchos son los azares que desde esos tiempos
gran alegría recibió una invitación para un acto he tenido: cuantiosos esfuerzos, algunos pesares,
de «Descubrimiento de una Placa Redordatoria en también felicidad y cierto éxito, como suelen mez-
la Casa Natal del Profesor Dr. Sigmund Freud en clarse en toda existencia humana. A mí, que he
Príbor-Freiberg, Moravia» que había decidido alcanzado los setenta y cinco años, no me resul-
realizar el Ayuntamiento de la localidad. Pero ta fácil volverme a esa época temprana de mi
como se encontraba en muy mal estado de salud, existencia, de cuyo rico contenido sólo escasos
debido a su padecimiento canceroso, excusó su restos asoman a mi recuerdo. Pero de algo sí
asistencia y envió una delegación formada por puedo estar seguro: hundido muy en lo profundo,
sus hijos Jean Martin y Anna, por su hermano sobrevive todavía en mí el feliz niño de Freiberg,
Alexander y por sus discípulos Paul Federn y Max el hijo primogénito de una madre juvenil, que en
Eitingon. El sábado día 25 de octubre de 1931 esos aires y en ese suelo recibió las primeras
el pueblo entero fue engalanado con banderitas impresiones inextinguibles. Así, séame permitido
y constituyó todo un orgullo para sus habitantes el cerrar estas palabras de gratitud con los más cor-
que el inventor del psicoanálisis hubiera nacido diales deseos de felicidad para ese lugar y para
precisamente allí. La calle Zámecnická pasó a lla- sus habitantes».
marse Freudova y se colocó una placa de bron- Como anuncié al comienzo de mi interven-
ce conmemorativa en aquel edificio de la familia ción, quisiera referirme ahora a cierta polémica
Zajíc donde viera por primera vez la luz. Quiero erudita suscitada a partir de este acto conmemo-
reseñar que tanto la casa como la calle y la placa rativo realizado por el Ayuntamiento de Príbor.
conmemorativa siguen existiendo en la actualidad Resulta que cuando un Comité de ciudadanos,
y que el Gobierno checo tiene la intención (según formado para realizar los preparativos para colo-
he leído en una noticia de prensa) de inaugurar car la placa conmemorativa, consultaron en el
allí, el próximo 26 de mayo —aprovechando libro de actas del Registro Civil, se encontraron
esta efemérides del 150 aniversario de su naci- con que en la anotación del mes de nacimiento
miento—, un museo. En el transcurso de la cere- de «Sigi» más bien parecía escrito el mes de
monia participaron diversas autoridades e marzo que el de mayo. Al parecer, el empleado
invitados. Paul Federn leyó unas notas elogiosas checo que escribió en el Registro —y que no
sobre el fundador del psicoanálisis y Anna Freud dominaba el alemán— usó en vez de Mai la
leyó, a su vez, un texto de Freud dirigido al bur- forma más anticuada Mäi, que en escritura góti-
gomaestre (alcalde) de Príbor que, por su breve- ca resulta parecida a März (marzo). Cuando le
dad, transcribo en su totalidad: preguntaron a Freud sobre este asunto, parece ser
«Agradezco al señor burgomaestre de la ciu- que mostró indiferencia, aunque le molestó que
dad de Príbor-Freiberg, a los organizadores de alguien hubiese intentado hacerle dos meses más
este homenaje y a todos los presentes el honor viejo, y afirmó que la fecha de su nacimiento (el
que me demuestran al ornar mi casa natal con 6 de mayo) la había sabido por su madre, que,
esta placa conmemorativa, ejecutada por mano al fin y al cabo, debía saberla mejor que nadie.
de artista. Tanto más es apreciado este honor Este equívoco ha dado origen a que tanto
cuanto que el así honrado vive aún y sus coetá- Wladimir Granoff (Filiations, 1975) como Marie
neos de ningún modo son unánimes en la apre- Balmary (L’homme au statues. Freud et la faute
ciación de su obra. He abandonado Freiberg a la cachée du père, 1997) hayan elucubrado acer-
edad de tres años, y sólo volví a visitarla a los die- ca de un posible embarazo prematrimonial de
ciséis como estudiante en vacaciones, huésped de Amalia Nathansohn que Jakob, su marido, habría
la familia Fluss, sin retornar desde entonces. ocultado anotando en la Biblia familiar el 6 de
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incluye a los clásicos y contemporáneos alema- también se podría definir la teoría del psicoanáli-
nes, sino a un conjunto que abarca la Biblia, sis como un territorio conquistado por Freud, desde
Dante, Shakespeare, Cervantes –además del su genial intuición científica –si se me permite la
Quijote, las Novelas Ejemplares, pues con algún expresión- a la ficción, a la invención literaria.
amigo escolar jugó a llamarse con los nombres Estos conocimientos de la materia literaria
del “Coloquio de los perros”- e infinidad de libros hacen que, al estudiar “El chiste y su relación con
y escritores más. lo inconsciente”, resuma las técnicas de lo que
Su destreza de lector avezado reluce conti- podría considerarse un género narrativo, como
nuamente en su obra, que a veces ha entrado a experto en psicología pero también en literatura.
estudiar ejemplos literarios. En “Dostoiewsky y el Pero un ensayo freudiano donde brilla especial-
parricidio”, demuestra que el tema no está traído mente su capacidad para descubrir lo que puede
por el azar de un hallazgo de especialista, ya escamotearse detrás de una ficción, es “Lo sinies-
que conoce a la perfección otras obras que tra- tro”, donde toma como principal objeto de análi-
tan del mismo asunto, como el Edipo de Sófocles sis ese “nocturno” de Hoffmann denominado “El
o el Hamlet de Shakespeare. Cuando escribe “El hombre de la arena” y otro cuento del mismo
malestar en la cultura”, sus profundos y extensos autor, “Los elixires del diablo”, en que aparece el
conocimientos literarios le permiten ir anotando tema del doble. En el ensayo surgen, con la habi-
sus reflexiones con ejemplos de la ficción: al tual naturalidad, otros mitos como el de
hablar del enfrentamiento entre Eros y Tánatos Pigmalión, y otros poetas y autores de ficciones,
–conceptos que, por cierto, vienen de la ficción como Andersen, Schiller y Oscar Wilde.
mítica- cita con toda naturalidad el parlamento en Sin embargo, hay que proclamar que Freud
que Mefistófeles se presenta a Fausto, en la obra devolvió con creces a la ficción lo que de ella
de Goethe; más adelante, al hablar de cómo las había tomado para construir sus teorías. Al mar-
circunstancias hacen variar las reacciones mora- gen del espacio estrictamente científico –psicoló-
les de los seres humanos, utiliza como referencia gico o psiquiátrico-, la ficción, en todas sus
un cuento de Mark Twain; al considerar el “senti- formas, se ha nutrido a su vez de los frutos del
do de culpabilidad” que exalta la cultura, ilumina territorio colonizado por Freud.
la idea con otro verso de Goethe… Esa iluminación de “lo siniestro”, de lo
En esa obra tan descomunal como fructífera angustioso, inquietante, desasosegante en lo
que es “La interpretación de los sueños”, ya familiar, ese acceso al mundo del sueño y del
desde sus inicios nos está hablando un lector que delirio, entra con fuerza en la literatura y los
conoce, no solo a muchísimos estudiosos del modos de imaginación contemporáneos. El
tema, coetáneos suyos, sino también a Lucrecio, expresionismo convierte lo inquietante en una
Cicerón, Aristóteles y hasta a aquel curioso pre- apariencia familiar de la realidad, que llega
cursor, en la interpretación onírica, que se llama- hasta nuestros días en innumerables formas y
ba Artemidoro de Daldia. A lo largo del texto, las espectáculos audiovisuales. Y cuando André
alusiones a las tragedias de Shakespeare o de Breton define el surrealismo en su Manifiesto,
Sófocles, a escritores antiguos y modernos, salpi- como “resolver las condiciones, en principio
can los argumentos del discurso con toda natura- contradictorias, del sueño y la realidad, en una
lidad. Thomas Mann, citado por el imprescindible realidad absoluta, en una suprarrealidad” está
Jones, hablaba de que Freud había definido su haciendo fructificar una semilla, literaria y plásti-
doctrina de los sueños como “una parcela de tie- ca, que procede del ámbito descubierto por
rra virgen conquistada por la ciencia a la creen- Freud, y que concederá al delirio y al absurdo
cia popular y a la mística”. En cierto modo, unas posibilidades artísticas que desbordan las
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vanguardias del siglo veinte e impregnan todas antes. Incluso la poesía ha adquirido otra tonali-
las formas expresivas contemporáneas. dad. Por todo ello, sin duda Sigmund Freud, tan
A partir de sus estudios, las motivaciones y con- grande en la historia de la ciencia, en la historia
ductas de los personajes, en la narrativa literaria, de la exploración del alma, merece también un
teatral y cinematográfica, ya no son lo que eran espacio de honor en la historia de la literatura.
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del poema, la completa autonomía del arte. Los de que las grandes naciones no sepan resolver
sentimientos de decadencia, de depresión, carac- sus diferencias de otro modo y de la brutalidad
terizan el espíritu simbolista. El poeta simbolista en la conducta de los individuos, en la que aflo-
evoca de mejor gana la luna que el sol, el otoño ran los instintos más elementales y primitivos.
que la primavera, la lluvia que el azul del mar, la Del estado emocional que provoca la Gran
tristeza, el abatimiento, la desilusión, la soledad, la Guerra en la intelectualidad europea surgen el
aflicción de vivir en un mundo en agonía. Se Dadaísmo y el Surrealismo. Dada, con una pos-
coquetea con lo más profundo del hombre, esa ins- tura desafiante, destructiva, iconoclasta, procla-
tancia oscura que Freud está empezando a sacar ma de forma airada su rechazo hacia una
a la luz, se experimenta en los abismos del desor- sociedad que de manera tan pavorosa evidencia
den, en las tinieblas de un universo alejado del uni- su fracaso. Frente al nihilismo sin salida de Dada,
verso de las cosas reales, y el poeta se transforma negador de toda posibilidad de esperanza en un
en el que descifra ese lenguaje secreto. mundo tan degradado, se irá imponiendo la acti-
Mallarmé, Verlain, Rimbaud. tud mas esperanzadora del surrealismo.
Rimbaud nos habla desde el infierno: En 1916, Hugo Ball funda en Zurich el
Cabaret Voltaire, sede del primer grupo dadaísta
“Una tarde me senté a la belleza en las rodillas. y donde artistas como Hans Arp, Marcel Janco y
Y la encontré amarga. el poeta Tristan Tzara, desarrollan actividades
Y la descubrí de insultos. profundamente provocadoras en las que se
advierte una clara tendencia a lo subversivo, una
Logré que se desvaneciera en mi espíritu toda preferencia por lo irracional. El juego, la algara-
la esperanza humana. bía, la mascarada, lo bufonesco, el estar en con-
Sobre toda alegría, para estrangularla, salté tra de todo sistema, el no concebir ni una remota
como una fiera, sordamente. posibilidad de atenerse a normas. En definitiva,
Llamé a los verdugos, para, mientras perecía, el predominio del principio del placer y del azar.
En poesía el verso debe ser libre hasta el punto
Morder las culatas de sus fusiles.
de que Tristan Tzara recomienda la siguiente rece-
Llamé a las plagas para ahogarme en la ta para hacer un poema: “Coja un periódico.
arena, en la sangre. Coja unas tijeras. Escoja en el periódico un artí-
La desgracia fue mi dios. culo de la longitud que piensa darle a su poema.
Me tendí en el lodo. Recorte el artículo. Recorte enseguida con cuida-
do cada una de las palabras que forman el artí-
Me dejé secar por el aire del crimen
culo y métalas en una bolsa. Agítela suavemente.
Y le hice muy malas pasadas a la locura. Ahora saque cada recorte uno tras otro. Copie
Y la primavera me trajo la horrorosa risa concienzudamente en el orden en que hayan
Del idiota. salido de la bolsa. El poema se parecerá a
usted”. Junto a su libertad extrema hay también en
Freud, en su artículo de 1915, Dadá una agresividad verbal que llega al insulto
“Consideraciones de actualidad sobre la guerra del asombrado y anonadado lector y que busca
y la muerte”, expresa la terrible decepción que su reacci6n negativa y escandalizada:”ustedes
trajo la guerra “en la que no queríamos creer… son unos idiotas”, dice Tzara. Él mismo no duda
Derriba con ciega cólera cuanto le sale al paso, en calificarse de idiota, farsante, bromista, feo,
como si después de ella no hubiera de existir futu- sin expresi6n en el rostro y pequeño, para llegar
ro alguno ni paz entre los hombres”. Se espanta a la conclusi6n de que “soy como todos ustedes”.
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propiamente dicha. No ocultó, años más Para mí tengo (y así lo digo a quien quiera
tarde, el hecho de que no se sentía a gusto en dejar que se lo diga) que esta época que nos ha
la profesión médica y que no tenía la impresión tocado vivir, llámese como se llame, esa cosa
de ser un miembro regular de la misma. Puedo oscura y resbaladiza que hemos dado en llamar
recordar como afirmaba, suspirando, en una la realidad personal y social se entiende mucho
época tan lejana como 1910, que le agrada- mejor (o solamente se entiende) desde la forma
ría poder retirarse de la práctica médica, para en que nos enseñaron a mirar y a miramos dos
dedicarse a la tarea de descifrar los problemas judíos que, mira tú por donde, coinciden en más
de la cultura y la historia, en última instancia, el de una cosa y a quien no me importa reconocer
gran problema de cómo el hombre ha llega- como mis propios abuelos (el materno, Sigmund
do a ser lo que es1. Freud y el paterno Carlos Marx).
De todos modos, queda en pie la pregunta De ellos hemos aprendido, por igual, que la
que, según dije, tal vez debería plantearme: metáfora más apropiada para entender qué es el
“¿Hay alguna razón por la que yo, profesor de hombre o la realidad, no es la de un bloque de
Filosofía, crea que debo hablar de Freud como mármol presente a nuestros ojos que la razón,
autor fundamental de un programa de con sus normas y cánones laicos, absolutos y neu-
Antropología Filosófica?”. trales ha ido tallando a la vista de todo aquel que
se le acerque.
Pues bien, si hiciera caso de las sugerencias
de Antonio Caparrós con las que abre su ensayo Que la metáfora más ajustada sería la del
Iceberg: El hombre y la realidad (cualquier cosa
“El pensamiento antropológico de S. Freud”, tal
que ambos sean) sólo se entienden desde la idea
vez debería renunciar:
de que se trata de un conglomerado que se man-
“Buena parte de los celosos guardianes de la tiene en situación constante y frágil de equilibrio
ortodoxia freudiana reaccionarían ante nues- y de tensión entre fuerzas opuestas, en un medio
tro título si no con indignación y recelo, si al fluido y cambiante y que, puestos así, es más
menos con despectiva indiferencia. No se grande y más importante la parte sumergida que
negarían a reconocer que Freud articuló su la que flota, que sólo ella es capaz de explicar lo
discurso en distintos niveles, pero estos no que se ve, que la parte flotante no está tallada
rebasarían los estrictamente metodológicos, por las normas y cánones de una razón laica,
terapéuticos o científicos. El legado de Freud absoluta y neutral, sino que solamente es el resul-
se reduciría a unos métodos terapéuticos y de tado visible de la negociación dialéctica entre
investigación psicológica, a una teoría de las esa trastienda sumergida y ese medio fluido que
neurosis y de los trastornos psíquicos y, como la arrastra, la constriñe y la sostiene.
máximo, a una teoría científica psicológica Los dos judíos coinciden en poner como pie-
general. Pero es aquí donde se encuentra el dras angulares de toda esta maquinaria dinámi-
Rubicón de la ortodoxia freudiana; es el salto ca, no las grandes divinidades del pasado o de
del freudismo como ciencia psicológica empí- la Modernidad (La Razón, la Libertad, el Espíritu,
rica al freudismo como antropología lo que la Historia el Amor o la Verdad) sino algo tan sos-
les da vértigo. A lo que se resisten es a expli- pechoso y “embarrado” como la sexualidad o el
citar la concepción del hombre que se deriva trabajo.
de los escritos de Freud”2.
Los dos judíos, maestros y padres de la sos-
Pero si él no tuvo en cuenta estas considera- pecha, que consiguieron introducir en la cultura de
ciones ¿por qué habría de tenerlas yo? Occidente un pensamiento divergente gracias a
1. JONES, E, Vida y Obra de Sigmund Freud, Barcelona, Anagrama, 1981, tomo 1, pgs. 51-52
2. CAPARRÓS, A. “El pensamiento antropológico de S. Freud” en SAHAGÜN LUCAS, J. (Dir.) , Salamanca, Sígueme, 1976, pg.38
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haber tenido la valentía de romper con la ortodo- oportunidades, nos está empujando a la “inte-
xia, se han visto (¿secuestrados?) por una férrea riorización de la culpa y del fracaso” (de la
escolástica de sucesores, discípulos e intérpretes conciencia de la explotación a la conciencia
dispuestos a acuchillarse mutuamente por mante- neurótica).
ner una ortodoxia que, seguramente, es lo más • Que la sexualidad no está reprimida, sino
opuesto a los orígenes. orientada a la reproducción, como herra-
Pero, al final, en algún momento del proceso, mienta del dominio patriarcal. Lo que está
porque se vea la proximidad y complemento de reprimido es el sentido orgiástico de la vida.
ambas interpretaciones, ha ido surgiendo eso • Que en la sociedad del capitalismo tardío no
que, a veces, se llama Freudomarxismo. es que hayan desaparecido las situaciones
Y quien esto está diciendo, admirador de de explotación, alienación o represión, sino
cuanto dijeron los abuelos, pero habiendo asesi- la fuerza del discurso con que se denuncia-
nado al padre sin grave interiorización de la ban. Más que “la lucha de clases”, el momen-
culpa, según creo, descreído de cualquier orto- to de “la lucha del discurso”.
doxia y de sí mismo, se ha visto alentado muchas Ya sé. Tal vez esto sólo sean etiquetas.
veces por ideas tales como que: Quizás no haya entendido nada. Tampoco me
preocupa. Sólo sé que estos dos judíos me han
• La represión no es solamente una cuestión psi-
ayudado y me siguen ayudando para entender el
cológica individual, sino una herramienta en
mundo en el que vivo y para reconciliarme con-
manos del poder.
migo mismo, consciente de que, gracias a mis
• Que la represión, como herramienta de domi- contradicciones, sobrevivo. Contradicciones que
nio, es frágil e inestable Mucho más eficaz, voy negociando entre la ley y el deseo, entre los
para ello, parece “el retardo indefinido del intereses personales y los intereses generales,
placer”. entre lo que digo creer y lo que resulta de mis
• Que el Neocapitalismo, amparándose en el actos.
espejismo de la libertad y la igualdad de Y así vamos tirando. Que no es poco.
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cuyo elegante atuendo promueve su confianza. Tras describir su voz impostada, su ropa anti-
Éste, el Dr. Finchatton, inicia la tertulia comentan- cuada y otros detalles desagradables, Georgie
do su interés científico por temas como la defen- concluye: «En resumen, se parecía mucho más a
sa ante los gases de guerra y otras armas un actor cualquiera en busca de un papel, que a
semejantes, pero pronto su relato se enrarece con un psiquiatra» (pp. 89-90). A los pocos minutos
argumentos que mezclan el espiritismo y la antro- de conversación, «[…] no tenía el menor deseo
pología, y cuenta con todo lujo de detalles cómo de volver a ver jamás al psiquiatra, pues desde el
llegó a la convicción de que en una comarca primer instante de nuestro encuentro experimenté
donde ejerció la medicina, llamada Cainmarsh por él una violenta antipatía. De buenas a prime-
(Marisma o Pantano de Caín), todos los hombres ras me disgustó su manera de hablar que parecía
y quizá también él mismo estaban influidos por decir: “Tú-y-Finchatton-sois-dos-conejos-a-los-que-
fantasmas de antepasados que se remontaban voy-inmediatamente-a-disecar”. Tampoco me gus-
hasta más allá de la Edad de Piedra, los cuales taban su envolvente voz, ni sus ojos, ni sus cejas
les obligaban a teñir de malvada brutalidad cual- demasiado pobladas, ni, finalmente, su modo de
quiera de sus acciones y pensamientos. dominar a todo el mundo» (p. 94). «Supongo que
Finchatton confiesa también a su interlocutor que en todos los tiempos, es decir, desde que el
se hospeda en un sanatorio, situado a sus espal- mundo existe, ha ocurrido a personas decentes
das, para reponerse de la conmoción nerviosa como yo tener que oír tales chácharas» (p.112).
sobrevenida al descubrir todo lo que le ha relata- Georgie se escabulle con un pretexto pero su
do, y que su tratamiento está a cargo del Dr. esmerada educación no puede evitarle concertar
Norbert, psiquiatra director del establecimiento, una cita en la terraza para desayunar al día
el cual no tarda en aparecer en escena suscitan- siguiente. Para su sorpresa e incomodidad, al
do inmediatamente el desagrado de Georgie: amanecer sólo acude el Dr. Norbert, quien le
«Aborrecí la sombra de Norbert antes aún de explica que todo lo relatado por Finchatton sobre
volverme y haberle visto en persona. [...] Antes la inexistente comarca de Cainmarsh no es sino
de que él hubiese abierto la boca, ya me halla- un delirio elaborado por el enfermo para poder
ba en acecho, dispuesto a oponerme ferozmente soportar una realidad aún más ominosa: que la
a todo lo que pudiera decir o hacer». creencia en la bondad de la humana naturaleza
«No se trataba por completo del tipo de hom- no es más que un error, y que la confortable idea
bre que en mi opinión debería ser un psiquiatra. de que el mal puede ser dominado mediante las
Me parece que un psiquiatra debe tener ojos cal- normas de urbanidad o, simplemente, ignorado,
mosos y ponderados modales, así como también queda desmentida por las noticias que a diario
gran dominio de sí mismo. Pues bien, en lugar de traen los periódicos. Georgie no sabe ni quiere
una tez sana y fresca, el recién llegado presenta- saber nada de eso: su prensa favorita se limita a
ba un cadavérico aspecto. Alto, ancho, desase- los crucigramas del Times y, claro, a algunos artí-
ado, tenía una cabellera negra que se le culos sobre el deporte de las bolas de madera.
desbordaba sobre la frente en indomables Prosigue el Dr. Norbert explicándole que «la locu-
mechones, pobladas cejas e inquietante mirada. ra no es otra cosa que la réplica de la pobre
Unas veces hacía girar ferozmente sus ojos Naturaleza a los abrumadores hechos que se mul-
negros en el momento en que su locuacidad lle- tiplican en el mundo»; él mismo ha padecido esa
gaba a su apogeo, y otras los concentraba inmó- especie de ceguera pero la ha vencido, y hace
viles sobre uno, lanzando en los momentos un llamamiento a Georgie para que salga de sus
patéticos una mirada ardiente acompañada de costumbres y actúe contra el mal «para salvar al
un formidable fruncimiento de cejas». mundo de una catástrofe irremediable», si es de
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los que creen que «civilización no es una palabra publicación de El jugador de croquet, 1936, y
huera». Muy a su pesar, nuestro aburguesado en la Inglaterra de entonces, pues el ambiente
narrador percibe en el discurso de Norbert un prebélico –a lo mejor ya bélico– de nuestros días
acento de autenticidad que no recuerda para y el burdo debate sobre las guerras «preventivas»
nada a la locura transmitida abiertamente por el no se adecuan para nada a la elegancia de esta
de Finchatton, y confesará después que le ha novela singular).
dejado con la conciencia intranquila de por vida, Decíamos pues que prescindir de esa plausi-
pero la vehemencia –a su parecer, «intolerable»– ble intención de Wells de apelar a la conciencia
con que el psiquiatra le pide que abra los ojos y de sus coetáneos británicos nos resultaría tan difí-
salga de su pasividad, incluso antes de concre-
cil como resumir esta obra de múltiples facetas,
tarse en alguna propuesta de acción ya le horri-
que destila una finísima ironía sobre los compor-
pila, así que deja de prestarle atención y corta el
tamientos y convicciones de un rentista desocu-
diálogo –y la novela– rotundamente, prescindien-
pado, caricatura hiperrealista de su clase social,
do sólo un ápice de su buena educación: «Me da
quien para defender sus intereses caricaturiza a
lo mismo –dice levantándose para irse sin acabar
su vez defensivamente a cualquier interlocutor que
el desayuno–. El mundo puede perfectamente
le muestre una verdad, intuida o evidente, acerca
estallar, caer completamente pulverizado. […]
de la que nada quiere saber. Georgie describe al
Quizá se trata, como usted dice, del crepúsculo
psiquiatra en términos desfavorables, pero la téc-
de la civilización. Estoy desolado por ello, pero
nica literaria del autor utiliza este recurso para
no puedo intervenir en nada, esta mañana; tengo
poner un contrapunto a tan ridículo narrador: al
otros compromisos. Sea lo que sea […] me voy a
jugar al croquet con mi tía, hoy mismo, a las once deformar subjetivamente la imagen del médico, el
y media». gentleman pequeño-burgués no hace sino testi-
moniar sin darse mucha cuenta sus propias «mal-
El jugador de croquet suele ser reseñada formaciones» ideológicas y caracteriales. El
como «la obra más pesimista de H. G. Wells»,
doctor es aquí, además, una alegoría de cual-
como «una meditación sobre el miedo» y, a la
quiera que tenga conciencia de sí mismo y de su
vez, como «una amarga alegoría sobre la natu-
entorno: «[…] observe –dice a Georgie– que, de
raleza esencialmente maligna del ser humano».
hoy en adelante, los intelectuales de todo nuestro
Los críticos anotan siempre una relación con La
globo se volverán por fuerza locos. No lo igno-
isla del Dr. Moreau, donde Wells desarrollaba la
ran, puesto que ellos comprenden ya la lucha
opinión de que «la Humanidad no es otra cosa
contra este hombre de las cavernas que está por
que un animal al que se ha llegado a dar una
encima de nosotros, en nosotros, y que, en reali-
forma razonable, y que el puerco, el mono y el
dad, es uno con nosotros mismos» (p. 110).
loro siguen viviendo en numerosos seres de apa-
(Volviendo a nuestro pliego de descargo: escrita
riencia humana». Sin embargo, nos resulta difícil
hoy, quizás el narrador sería un iraquí, accionista
escapar a la idea de que esta corta novela, escri-
ta y publicada en 1936, no fuese una adverten- petrolero, y «el hombre de las cavernas que está
cia metafórica dirigida a iluminar la ceguera de por encima de nosotros», una bigotuda imitación
Inglaterra ante los belicosos ademanes de la del típico mascador de chicle americano).
Alemania hitleriana, ceguera históricamente criti- Desde otro punto de vista que también nos
cada tras la que quizá se escondían intereses interesa, los tópicos componentes de la descrip-
económicos de los inversionistas de la clase alta ción del psiquiatra a través de la mirada de un
e incluso de algunos miembros de la Casa Real. personaje que se confiesa de antemano predis-
(Dejemos bien claro sin lugar a dudas que esta puesto en contra, evocan la noción de una trans-
reflexión está contextualizada en el año de ferencia negativa incluso previa al encuentro, a lo
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CALLE MAYOR
largo del cual crecerán las resistencias pues el estructurar un delirio. En cuanto al Dr. Norbert,
psiquiatra espera que este sujeto se implique en concibe esa locura en términos bien freudianos (o
un proceso de cambio basado en una amplia- schreberianos, si se quiere), comprendiendo que
ción de su propia conciencia y responsabilidad, su paciente ha necesitado construir un delirio
proceso al que el individuo se opondrá con todas para soportar el torpedeo con que desde la rea-
sus fuerzas. Por otra parte, como reflejo de la psi- lidad se ha visto interpelado el andamiaje más
quiatría de la época, la detallada descripción de íntimo de su psique, aunque en otros momentos su
la locura de Finchatton (que no transcribimos por explicación parece más cercana a la teoría de la
no ser la «clínica literaria» objeto de este trabajo) vulnerabilidad, entonces aún no formulada, cosa
ejemplifica a la perfección la evolución sintomáti- esta última que no debe extrañar a nadie, pues
ca típica de las psicosis delirantes: fenómenos no es la única muestra de la clarividencia de
elementales, vivencias delirantes primarias, etc., Wells.
hasta llegar a una estabilización al conseguir
I. CANTERO, B.; ESTEBAN, R.; SÁNCHEZ, L., «El psiquiatra como personaje literario», Cuadernos de Psicoanálisis de Castilla y León, 2004, nº 8, pp. 61-88.
II. H. G. WELLS, Los hijos de Caín, Barcelona, Editorial Victoria, sin fecha (probablemente, hacia 1945). Cito por esta edición. Hay otra, más fácilmente
hallable: H. G. Wells, El jugador de croquet, Madrid, Valdemar, 1991.
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LA CARRETERA
PRINCIPAL
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LA CARRETERA PRINCIAL
Entrevista al escritor
José María Merino.
Ángela González Delgado
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LA CARRETERA PRINCIPAL
Mediante la palabra damos sentido a las cosas, ¿Una obra literaria fundamental?
desvelamos los secretos de la realidad y también Pienso igual: veo los libros en bandadas, y
la falsificamos. La palabra, hoy, puede ser mer- me siento muy incómodo si tengo que escoger
cancía, como todo. Pero lo cierto es que se nos este o aquel. Puedo decir que he releído recien-
conmueve o se nos engaña mediante palabras, temente La montaña mágica, de Thomas Mann.
aunque cada vez más ilustradas por imágenes Creo que se terminó el tiempo de escribir obras
de tanta envergadura.
En este año se conmemoran los ciento cin-
cuenta años del nacimiento de Sigmund Freud, ¿Cuál es su libro de cabecera en estos
cual es, en su opinión, la influencia del psicoa- momentos?
nálisis en la literatura contemporánea?
Estoy leyendo una novela muy interesante:
Sin el psicoanálisis no se puede entender la Autómata, de Adolfo García Ortega.
literatura y el arte desde el primer cuarto del siglo
XX hasta su final. Pero creo que, pese a la con- ¿Cómo ve el panorama literario en Castilla y
memoración y a su importancia histórica y cientí- León?
fica, Freud, que por cierto fue un gran lector, que
A mi lo de Castilla y León me pilló un poco
encontró en la ficción muchos de sus caminos de
mayor, y además vivo en Madrid. Como leonés,
investigación, está un poco olvidado. Sus teorías
sexuales, su agnosticismo, son poco gratos en sigo teniendo mucho contacto con León, y creo
estas sociedades cada vez más hipócritas e irra- que en el panorama literario español actual pre-
cionalistas. senta un número sorprendente de autores indiscu-
tibles, tanto en narrativa como en poesía.
¿Su autor favorito, para leer?
No tengo un autor favorito. Digamos que dis-
fruto con muchos clásicos y algunos contemporá-
neos. Estoy en la edad de releer, y cada
temporada tengo un autor favorito.
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SCHREBERIANA
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de la psicosis freudiana con la intención de pro- siguiente pregunta sería ¿cuáles son las manio-
curar una aproximación a lo que a mi entender bras con las que ese mismo sujeto evitaba la
encierra el interesante concepto de psicosis entrada en la psicosis? Si bien observamos que
ordinaria. en algunos casos, como el del famoso magistra-
Por un lado, el esclarecimiento de este neolo- do D. P. Schreber, la metáfora delirante logra ase-
gismo lacaniano nos demuestra que la nosografía gurar cierta restitución subjetiva tras el estallido
de la psicosis clásica se ha visto desbordada por psicótico, en la clínica diaria también descubri-
una teoría psicoanalítica cuya perspectiva clínica mos otro tipo de estrategias de las que el propio
ha ampliado el espectro psicótico, tanto en sus sujeto psicótico se vale para tratar de normalizar
formas sintomáticas prototípicas como en las evo- su existencia en un lazo pacífico con el Otro,
luciones tradicionalmente contempladas por otros tanto antes como después de su desencadena-
modelos doctrinales. En este sentido, el concepto miento.
de psicosis ordinaria da un salto más allá de la
fenomenología tradicional de la locura para tra- 2. EL RETORNO A FREUD DESDE LACAN.
tar de dar cuenta de aquellos sujetos cuyas posi-
El psicoanálisis nació a la luz de los descu-
ciones subjetivas bordean el desencadenamiento
brimientos freudianos tratando de conferir cierta
típico o de aquellos otros que presentan descom-
coherencia a la psicopatología decimonónica.
pensaciones parciales, circunscritas y larvada-
Freud desarrolló una teoría general sobre el fun-
mente sintomáticas. Así hablamos de psicosis no cionamiento del aparato psíquico en la cual la
desencadenadas, de psicosis compensadas, palabra, lo representable y el inconsciente pasa-
incluso de psicosis suplementadas cuando nos ron a ocupar un lugar trascendental a la hora de
referimos a casos concretos que no encajan con interpretar el pathos y la subjetividad del ser
el paradigma de la crisis, la ruptura y la disconti- humano. Por ello la mayor contribución del psi-
nuidad de la experiencia psicótica. Esta forma de coanálisis al esclarecimiento de la psicosis clási-
pensar la psicosis entronca con un problema ca no se deriva de un estudio gráfico de los
inmanente y enquistado de la práctica psiquiátri- grandes signos de la locura, sino de su vocación
ca contemporánea que, a su vez, se hace eco de por investigar lo que queda silenciado detrás, en
las dificultades que los mismísimos clásicos de la el sujeto y en la palabra de la que éste se hace
psicopatología encontraron a la hora de ubicar portavoz. Del mismo modo con que Freud resol-
en sus modelos taxonómicos a ciertos sujetos atí- vió indagar cuál era la causa última de los tras-
picos que quedaban en los márgenes de la locu- tornos neuróticos, su preocupación por la locura
ra. En resumidas cuentas lo que el psicoanálisis lo condujo a interrogarse por la particularidad
aporta es una nueva vía para poder escuchar la que subyacía en el origen de ésta. Así percibió
locura allí donde otras disciplinas “psi” no encon- que el fenómeno psicótico y su mecanismo no
traron y siguen sin encontrar motivos. podían equipararse a lo que había descrito para
De otra parte, la multiplicidad de posibilida- el síntoma neurótico. El testimonio de la locura y
des clínicas que la psicosis ordinaria ofrece nos su razón estructural nada tenían que ver con el
remite a la denostada pregunta sobre qué es lo sentido inconsciente que acompañaba a la emer-
que hace estabilizarse a una psicosis. En primer gencia del síntoma en la neurosis. La
lugar ¿cuales son los elementos que le permiten a Verdrängung freudiana representa eso que en la
un sujeto restablecerse tras el desencadenamien- neurosis transfigura el deseo en síntoma, por ello
to psicótico? Si tenemos en cuenta la lógica de decimos que la represión y el retorno de lo repri-
que el desencadenamiento supone la existencia mido son las dos caras de una misma moneda, un
de algo que previamente estuvo encadenado, la mecanismo al servicio de los desconocimientos
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del yo respecto a lo que subyace a nivel incons- observa precisamente es que algo en ese orden
ciente en lo relativo a la pulsión y el deseo. En no se incorporó sino que fue expulsado o forcluí-
oposición a esto Freud describió la Verwerfung do, quedando el sujeto carente de un elemento
como el mecanismo causal específico de la simbólico que le permita hacerse significar frente
estructura y del fenómeno psicótico. A diferencia a la emergencia de la falta y el deseo del Otro.
de la neurosis, lo que en la psicosis retorna del ¿Pero qué es lo que halló Lacan para formalizar
exterior responde a una lógica distinta. En este que lo que era forcluído en la psicosis tenía que
caso no se trata de contenidos inconscientes ver con el padre: con el significante del Nombre-
transformados sino de algo que en un momento del-Padre?
primordial fue rechazado del interior del sujeto, Rastreando los textos donde Freud hacía tanto
algo que nunca fue inscrito a nivel inconsciente y hincapié en el complejo de Edipo como mito
por ello ajeno a toda posibilidad de ser gestio- estructurante del sujeto y de su eternización dese-
nado por la represión. Esto es lo que verdadera- ante, desde una perspectiva estructuralista, Lacan
mente constituye el mecanismo distintivo de la entendió que el Edipo representaba una instancia
estructura psicótica frente a la neurosis, cosa en reguladora de la economía subjetiva en la que la
absoluto asemejable al fenómeno de la proyec- función paterna transmisora de la Ley y la apertu-
ción tan ampliamente tergiversado por la comuni- ra al deseo estaba determinada por efecto del
dad psicoanalítica de la corriente post-freudiana. significante. Todo el mundo entiende que ser
Retomando el concepto freudiano de la madre es una cuestión de la naturaleza que se
Verwerfung, Lacan formuló el paradigma de la deriva del acontecimiento del nacimiento. Sin
metáfora paterna y la forclusión del Nombre-del- embargo la paternidad no dispone de esa com-
Padre como hipótesis para explicar la causalidad probación directa del hecho biológico. La madre
de la psicosis en continuidad con su enseñanza existe en la realidad, nadie lo duda, mientras que
sobre los tres registros: Real, Simbólico e el padre ha de hacerse existir por la vía del sig-
Imaginario. En definitiva lo que éste propuso es nificante y lo simbólico. El padre es un efecto de
que tras el desencadenamiento psicótico lo que la cultura, de la fe y del reconocimiento transmiti-
retornará en lo Real como inefable se correspon- do por la palabra de la progenitora. De ahí que
de con aquello que en la estructuración subjetiva Lacan asimilara la función paterna, su metáfora y
no fue simbolizado –sino forcluído– y cuyo impac- su forclusión, a un estricto efecto de la palabra:
to sobre el sujeto producirá una disolución a nivel concretamente al significante del Nombre-del-
de lo imaginario. Ahora bien, antes de nada Padre. Pero ¿qué es lo que se articula en el Edipo
conviene aclarar una serie de cuestiones para sino la posibilidad de una coalición entre la Ley
entender este paso adelante que Lacan propuso del Padre y el Deseo? En este sentido, Lacan
siguiendo el pensamiento freudiano. Cuando observó que la falla simbólica que captura al
hablamos de orden simbólico nos referimos a esa sujeto psicótico se debe a una ausencia de retro-
dimensión tercera que concierne al Otro del len- acción del Edipo y la función paterna, quedando
guaje, previa al advenimiento subjetivo, en la que el sujeto marcado por una in-consistencia signifi-
significante y significado se articulan para facili- cante frente al deseo del Otro y el goce.
tar al sujeto una representación que configure su Si entendemos que en un momento lógico
identidad, es decir, una representación que le estructural –no historizable– la función o metáfo-
nombre como ser hablante, sexuado y para la ra paterna no es efectuada, el resultado teórico
muerte frente al Deseo del Otro. Esto significa esperable es que lo que operó fue la forclusión
que, en esencia, el sujeto adviene por efecto del del Nombre-del-Padre. De acuerdo con esto, el
lenguaje del Otro, si bien en la psicosis lo que se deseo de la madre no será simbolizado y,
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Sabemos qué es lo que tiene valor y lo que no (lo Incluso algunos mamíferos superiores, con cierta
fálico según el psicoanálisis), diferenciamos lo capacidad para la comunicación, cuando se
accesorio de lo fundamental. Pero eso sí, tam- domestican enferman por efecto del lenguaje
bién de alguna manera–intuimos que estamos humano. Las depresiones de los perros, las manías
dividos por nuestras propias palabras, que este de los gatos, enferman del sí y el no, de la ambi-
código inscrito gracias al cual pensamos y güedad del lenguaje humano.
expresamos es siempre un poco el Otro. ¿En qué toca todo esto a la psicosis? Como
Podemos en el curso de una conversación, ter- dice Searles, “la psicosis huele a la ausencia de
minar defendiendo posiciones contrarias, pode- lo humano”. Por supuesto, la psicosis es humana,
mos también, cometer lapsus, reirnos de los pero hay algo en ella que escapa a la compren-
juegos de palabras e incluso esperar a que el sión, algo que escapa a la dialéctica que carac-
otro nos mire para empezar a llorar. teriza el lenguaje. La estructura del lenguaje se
Y bien, ¿qué tiene que ver todo esto con la considera antagónica con el intento de dar una
locura? Lacan sostuvo, que en la locura encon- definición de la psicosis. Clérambault, eminente
tramos siempre una alteración en el lenguaje. Por psiquiatra francés maestro de Lacan, describe los
supuesto, este postulado evolucionó y se desarro- primeros fenómenos de la locura como perpleji-
lló a lo largo de su enseñanza, pero se mantuvo dad, vacíos de significado, kiries o juegos de
siempre fiel en la opción epistémica de defender palabras que funcionan solos, a espaldas del
el lenguaje como algo propio del hombre pero a sujeto. Habla del paso de un pensamiento invisi-
su vez extraño a él. “La palabra es la forma de ble, del devanado mudo de recuerdos.
cáncer de la que el hombre está afligido” dijo en Clérambault utiliza fórmulas poéticas a fin de
el seminario XXIII. Entonces, ¿qué es una altera- cernir mediante la palabra estos momentos ini-
ción del lenguaje?, ¿es una dislexia?, ¿es una ciales de la locura, donde precisamente lo que
disartria?, ¿es no entender bien? Para la Real sucede es el desfallecimiento del sistema simbóli-
Academia de la Lengua (que no del lenguaje), el co del lenguaje. Intenta definir con palabras la
lenguaje, en su sexta acepción se define como: locura, siendo la locura a su vez el efecto del
“un conjunto de señales que dan a entender estallido del sistema de las palabras.
algo”. Pues bien, este conjunto de señales funcio-
Desde las psicosis más tempranas como es el
na por el simple hecho de que una señal remite a
autismo, hasta los delirios más circunscritos, como
otra; la definición de un significante es que remi-
el delirio querulante del paciente convencido de
te a otro significante y el significado de las cosas
que el vecino quiere hacerle mal, podemos seguir
es la resultante de ese tránsito. Para definir qué es
el rastro de esta alteración del lenguaje de la que
A lo primero que decimos es qué es B. De acuer-
habla Lacan.
do con esto, puede ser cualquier forma de comu-
nicación, sin embargo, el lenguaje tiene efecto Famosos son los casos de niños autistas que
sobre lo humano. No son las señales que se man- se quedan prendados, a veces horrorizados, por
dan las hormigas. Las hormigas no pueden ser el simple hecho de apagar y encender una luz.
concernidas en su subjetividad por los significan- Es este un hecho del lenguaje, encendido-apaga-
tes que se intercambian. La palabra alcanza la do, sí-no; es una de las primeras operaciones de
trascendencia de fundar lo humano más allá del adopción del lenguaje. Lo arbitrario de los signi-
hecho de la comunicación. El hombre posee la ficantes y las relaciones entre éstos. Es lo real del
capacidad de ser social y de ser en el lenguaje. lenguaje en su forma más cruda y concreta lo que
El sujeto humano conforma una identidad en torno resulta insoportable para los niños autistas, y es
a esa batería de significantes que le preceden y esto lo que, de alguna manera, arrasa toda su
en los que se desarrolla en familia y en sociedad. vida psíquica.
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Por otro lado tenemos las psicosis más tardías, donde los pacientes siempre están solos. Los inter-
bien sea en su polo más esquizofrénico-paranoico nos no se ven para hablar de las enfermeras, ni
o en su polo maníaco-melancólico. Por ejemplo, para chismorrear de los médicos, tampoco se
un paciente que delira con que huele mal. Vive en asocian para modificar tal o cual cosa.
la certeza absoluta de su mal olor. Da igual lo Permanecen solos. Famosa es la descripción que
que le digan o las diferentes pruebas que se le hace Fernando Colina de la locura. Él comenta
den de lo absurdo de su obsesión. Al permane- que, en cualquier reunión con pacientes, una
cer instalado en al certeza, todo en consecuencia comida, un evento, cuando éste concluye, los
son alusiones. O el ejemplo del paciente melan- locos salen siempre en puntas de estrella, cada
cólico que se desenvuelve en la vida con la viven- uno solo y en direcciones distintas. Los neuróti-
cia no dialectizable de su propio vacío, muerto cos, por el contrario se quedan hablando, se
por dentro, sin órganos, dicen algunos. Se pre- acompañan, se ofrecen un cigarro o se citan
guntarán ustedes qué tiene esto que ver con el para después.
autismo. Pues tienen en común esa incapacidad De acuerdo con lo expuesto hasta ahora,
para la dialéctica, para que una palabra te lleve tenemos una idea aproximada del color de la
a otra, sin que la cadena se desmorone o se locura y de los pinceles que la dibujan. Pero hay
quede detenida en un punto exclusivo. Existe algo muchos tipos de locos, hay locos que no están
en común que afecta al corazón del lenguaje. tan locos, locos muy locos, locos muy lúcidos y
Tanto la vivencia de certeza absoluta como la de gente que se hace la loca. Hay muchos cuadros
vacío inenarrable, son experiencias que están en los que se pinta la locura. Existen muy diversas
más allá del sentido. No remiten a nada; caen maneras de estar en la locura y desde la locura.
como una plomada sobre el sujeto y entonces ya Parafraseando a Lacan en su Tesis Doctoral, “No
sólo podrá intentar remediarlo mediante el delirio. está loco quién quiere, sino quién puede”. La psi-
No hay lugar para la duda ni tampoco para nin- cosis es una estructura psíquica, una forma de
gún cuestionamiento. Es un lugar inefable en el estar en el lenguaje y, en consecuencia, en el
cual desfallece lo simbólico. Se trata del mismo mundo. Se dan casos de sujetos que son capa-
horror del autista ante lo arbitrario y vacío del len- ces durante toda su vida de manejarse en esta
guaje. Si bien, habría que precisar no obstante, posición de los márgenes del lenguaje. En algu-
que, en las psicosis más tardías, hay toda una his- nas ocasiones, no se ha producido nunca la
toria previa a reconstruir y toda una historia pre- coyuntura que les haya hecho tener que atravesar
via con la que amarrarse a la vida humana. esta serie de vivencias fuera de la dialéctica, o si
lo han hecho ha sido de forma muy circunscrita y
En consecuencia, esta experiencia lleva al puntual sin que eso haya alterado por completo
loco habitualmente a la soledad. Los locos son su vida psíquica. Son situaciones clínicas, que
autistas en el sentido más coloquial de la pala- desde el punto de vista del psicoanálisis se cono-
bra. Es el resultado lógico de haberse desconec- cen como, psicosis ordinarias o normalizadas.
tado de la función del lenguaje en su estructura También existen sujetos que han vivido estas
hueca. Al romperse algo del lenguaje también se experiencias y que han sabido construir, bien
rompe algo de la posibilidad del Otro. El loco es mediante el delirio, bien mediante una identifica-
incapaz de inscribirse en los discursos, esto le ción, o bien por un pasaje al acto, un tipo de
conmina a una soledad tan característica que nos solución para esta falla primordial que padecen.
puede servir para definir la locura. Es quizás, el Han restituido una identidad con la que entrar de
único criterio diágnostico válido desde el punto nuevo en el discurso, en el mundo humano, y que
de vista descriptivo. Los manicomios son lugares les permite de nuevo ser capaces de establecer
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El pecio en el agua, o la
alegría del naúfrago
Francisco Ferrández
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dicha que rebosan las escenas de taumaturgia de ser amado; no muy lejos de la anterior (si es
evangélica (“¡puedo ver!”, parece exclamar), que podemos separarlas en algún caso), en lo
“llevo cuatro años siendo víctima de abusos que haya de megalomanía, consustancial al polo
sexuales”. Y poco más puede decir que no sea paranoico de la psicosis, por lo que de emocio-
remitirse una y otra vez a esa sencilla fórmula, a nante tenga la propia importancia, así como que
la que se aferra como a clavo ardiendo porque, el amante no sea un “cualquiera”. Difícilmente
acaso no sea mucho suponer, lo saca de esa puede, sin embargo, comprenderse que esta ale-
perplejidad que llevaba años intentando coagu- gría se mantenga a pesar de la angustia que ha
lar en algo más que vagas experiencias autorre- de despertar la persecución, y lo amenazante del
ferenciales. Si se le pregunta sobre esos abusos entorno en que se mueve. Allí donde la fenome-
sexuales poco más puede decir que referirse a las nología está a punto de sancionar una discor-
angosturas de su vivienda, la mala colocación de dancia, sale al quite el psicoanálisis. A principios
los tabiques, el goteo de alguna cañería, la inco- del siglo XX, aparecen tres textos de Freud en los
modidad de un sofá… producto sin duda de la que propone que, antes que defecto de la razón,
maléfica intención de su amante, cuyos atributos lo delirante es muestra enérgica de su esfuerzo, y
se han hipertrofiado ahora hasta el punto de tener que el sentido mismo del trabajo delirante no es
poder internacional, contactos en embajadas, otro que la lucha por la propia curación7.
todo un cuerpo de policía a su servicio… Una psiquiatría que tenga en cuenta al psi-
Y ahí permanece, aferrado a esa frase que es coanálisis será heredera del siglo diecinueve y
atenderá al carácter funcional del delirio. Desde
también derrelicto, resto del naufragio de las
esa “Otra Psiquiatría”(que, por cierto, parece sur-
suplencias que supone el desencadenamiento. Y
gir estos días desde diversos frentes en lo que
aunque en este caso tal naufragio no ha tenido el
alguien llama ya una “reconquista”), la experien-
estruendo de la fragmentación ni la tormenta de
cia de este paciente puede leerse de otra forma,
fenómenos elementales incluyera su más cruel
y comprender que la salida de la perplejidad
aparato eléctrico, nuestro paciente ha encontra-
por este axioma es una batalla que se gana a la
do, o así parece traducirlo su alegría al contar
invasión de lo Real, un triunfo del trabajo deli-
esta historia, un alivio en el hallazgo del postula-
rante, una satisfacción que recuerda al “Eureka”
do erotomaníaco. Puede ahora, en lugar de huir
de Arquímedes, paradigma del triunfo de la
incesantemente, “sentar la cabeza”, entablar una razón antes que de su deterioro. Sin duda, con
relación con el Otro al endiablado precio, eso sí, su alumbramiento se produce un alivio de la
de ser su objeto de goce. extrañeza, de la perplejidad, que siempre recon-
Desde la clínica psiquiátrica clásica se puede forta saber que aquello tan complicado de que
llegar a comprender esta alegría, esta dicha psi- “los eventos consuetudinarios que acontecen en
cótica que nuestro hombre nos presentaba: en lo la rúa” no es sino algo tan sencillo como “lo que
que tenga de erotomaníaca, por lo reconfortante pasa en la calle”.
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ADOLESCENCIAS
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INFANCIAS Y ADOLESCENCIAS
una clínica del caso por caso, donde los ele- preocupan cosas es negarle la posibilidad de
mentos adquieren un sentido específico para autorizarse y suspender la atribución de una sub-
cada sujeto. Un niño que se mueve constante- jetividad de pleno derecho.
mente, que está inquieto y que no puede prestar Como dice Éric Laurent, “El aprendizaje de la
atención a su maestro puede tener diferentes moti- lectura, de la escritura, de la aritmética, pasa
vaciones: los celos despertados por el nacimien- esencialmente por el cuerpo, pasa por el hecho
to de un hermanito, dificultades en sus relaciones de quedarse sentado. (...) La cuestión fundamen-
parentales, problemas en renunciar a lo que le tal pasa por el hecho de considerar que el factor
gusta (tener que estudiar en vez de jugar, por cognitivo puede no ser lo esencial. Lo esencial es
ejemplo), dificultades de relación con sus compa- el menos de vida que acepta un niño que a estas
ñeros o con sus maestros, desbordamiento subje- edades tiene que quedarse tres, cuatro horas sen-
tivo por falta de simbolización, etc. En todos ellos tado. (...) Es en la medida misma que se aísla el
puede presentarse el mismo síntoma, que tiene un
aprendizaje como un problema psicológico de
sentido muy diferente en cada caso.
cognición que lo que surge es la hiperactividad,
Por otro lado, la infancia es un período muy precisamente, el no poder quedarse tranquilo. (3)
complejo. Tal como lo describió Freud, entra en Anny Cordié afirma que «Para que un niño
juego la sexualidad, la libido, las pulsiones, el “aprenda” es necesario que lo desee, pero nada
interés por saber y descubrir, junto con las limita- ni nadie puede obligar a alguien a desear. (...)
ciones y las normas, primero impuestas desde No hay necesidad de “hacer” ni de imponer
fuera (por padres, maestros, etc.) y luego intro- nada cuando el “saber” logró el brillo de un obje-
yectadas por el niño. Toman partido las identifi- to de deseo para los padres...» (4)
caciones, la conciencia moral, el superyó, la
Desde la clínica de la escucha del niño, cons-
simbolización de la ausencia de la madre y el
tatamos que efectivamente se trata de un trastor-
entendimiento de que no todo es posible. La dife-
no de atención. Muchos de estos niños no están
renciación de los sexos, la relación con sus seme-
atentos porque, en los impasses del recorrido que
jantes, con sus padres, con las figuras de
tienen que hacer, su atención se fija y se encuen-
autoridad.
tra saturada por lo que insiste en su exterior más
Hasta que el niño no entra en el período de cercano (sobre todo desde el Otro familiar). El
latencia no hay un apaciguamiento de lo pulsio- niño puede verse coartado por malestares aje-
nal. Entonces aparecen las inhibiciones, el asco, nos, que se presentan bajo el aspecto de un inte-
la vergüenza, la moral. En la pubertad se da un rés resolutivo o complementario. Para colaborar
nuevo despertar de las pulsiones de la infancia. en el desarrollo del niño, el reto de los que “nos
El niño se debate constantemente entre sus ocupamos” de él está en cómo facilitar asideros
deseos y sus obligaciones. Es muy complejo el que le permitan vehicular aquello que Freud en
entendimiento de todo esto para un niño -en “Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci”
muchos casos también lo es para un adulto, que denominó la pulsión de saber.
suele tener muchos más recursos-. Es necesario
En cuanto a lo que sucede en el aula, el niño
darle tiempo al niño para que llegue a compren- con TDHA suele entorpecer el ritmo y seguimien-
der y posicionarse subjetivamente. to de las clases, entra en conflicto con sus com-
Tiene que hacer un recorrido a lo largo del pañeros y con los maestros. Muchas veces puede
cual pueden producirse impasses, que interrum- resultar difícil para el docente soportar el fracaso
pen la resolución, particular de cada niño, de los escolar de sus alumnos, como si fuera propio. Es
enigmas a los que sin duda se encuentra con- muy importante que el profesor no se identifique
frontado. Creer que a un niño no le ocurren ni le con los fracasos de sus alumnos y que los derive
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RESEÑAS
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RESEÑAS
Vecinos Ilustrados
Responsables versus afectados
Fernando Martín Aduriz
Diario Palentino. 15 de Junio de 2006
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y repentino, las que una vez descubiertas dan la grite o interpele, tú debes de seguir impávido,
medida del inconsciente y nos ayudan a cono- ajeno a esas voces de la conciencia que han deja-
cernos y a escapar algo de las trampas que nos do momentáneamente de interesarte. Sin embargo,
tendemos a nosotros mismos. Y a este tipo de si ya te sujetan y se encaran contigo, lo mejor
revelaciones me refiero cuando, viajero voluntario entonces es que cedas y digas, como quien súbi-
en tu municipio, descubres conexiones insólitas en tamente repara en la verdad, «sí, sí, te había visto,
los rincones de la ciudad como lo haces a veces pero no he podido responderte porque he salido a
con algunos secretos íntimos. viajar». A partir de ese momento podrás analizar
Ahora bien, si quieres cumplir correctamente con detenimiento la incrédula respuesta de quien te
con tu proyecto debes ser riguroso y afrontar ha detenido, pues pocos momentos más revelado-
todas las consecuencias que se puedan suscitar. res son comparables a éste para medir el lazo que
Pues salir de turista entre tus convecinos supone te ata con los amigos.
arriesgarse a no saludar a los conocidos, aunque Así que, si quieres conocerte bien a ti mismo
el posible desaire te cree consecuencias ingratas. y a los que dicen quererte, no dejes de hacer de
No se te olvide que en Vancouver no conoces a vez en cuando esta intrépida prueba del turista
nadie, así que tampoco ese día debes reconocer indiferente.
a ningún paseante si has decidido turistear por tu
ciudad. h t t p : / / w w w. n o r t e c a s t i l l a . e s / p r e n -
En estos casos no hay que perder el tipo, y sa/20060923/editorial_opinion/turista-ciu-
aunque un amigo, un compañero, un familiar, te dad_20060923.html
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RESEÑAS
El legado freudiano
Estanislao Mena
Diario de Jerez, 19 de Junio de 2006
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decir a Freud, “déjeme hablar, no me interrum- actualidad ha comenzado a implantar los llama-
pa”, y su disposición a la escucha, permitió el dos Centros de Psicoanálisis de Consulta y
nacimiento e la asociación libre y la cura por la Tratamiento, los CPCT.
palabra. Centros particulares que tienen como objetivo
El psicoanálisis hace hablar al paciente, por culminar un viejo sueño de Freud, que dos meses
decirlo así, lo pone a trabajar, lo saca del lugar antes del final de la primera guerra mundial deci-
de sufriente al que se le ofrece un remedio, un fár- dió la creación de una clínica de acceso gratuito
maco, un consejo, para darle el lugar del que para tratamiento temporal. Lacan retomó esta
habla, y a través de su palabra, podrá encontrar idea tras la segunda guerra y su Escuela, gracias
el remedio al malestar que lo aqueja. No por la al empuje de Jacques Alain Millar, albacea y con-
sugestión, ni por el convencimiento, sino por la tinuador de la enseñanza de Lacan, así como fun-
práctica del habla. dador de la Asociación Mundial de Psicoanálisis,
Asociación que engloba las Escuelas creadas por
Es muy sorprendente ver como en la época
todo el mundo, ha puesto en marcha estos
de la biotecnología, de la medicina sofisticada,
Centros, el primero en París, después Barcelona,
de pruebas muy específicas, se haya llegado al
el pasado mes de Mayo, Madrid, y en breve
descubrimiento de que el uso de la palabra pro-
Bilbao y Málaga, para tratamientos de cuatro
duce en el cerebro de pacientes depresivos los
meses gratuitos, renovables una sóla vez, y que
mismos cambios que producen los cuenta con el apoyo de la Secretaría de Estado
psicofármacos. de “Servicios Sociales, Familias y
Esto no quiere decir que los analistas no utili- Discapacidades”.
cemos fármacos, hay casos en los que se hacen Hoy, 150 años después de su nacimiento, el
necesarios, pero el lugar que el sujeto ocupa gra- legado de Freud, vive, y podríamos decir que con
cias al uso de la palabra, es el que le niega la mas fuerza que nunca, el psicoanálisis que nació
una sustancia química. Las neurociencias, tendrán gracias a la existencia de la moral represiva vic-
necesidad de los conceptos del psicoanálisis toriana, vive un momento nuevo, al que hay que
para explicar algunos de sus resultados. estar muy atentos porque reintroduce al sujeto que
Hemos leído en diferentes artículos lo realiza- había sido desalojado por los abusos del modelo
do por algunos alumnos con la obra y enseñanza sostenido por la farmacología, las neurociencias y
de Freud, con desigual éxito. Así mismo se habla desde ciertos ámbitos de la política sanitaria,
de los postfreudianos y las escuelas que funda- basadas en la presunta eficacia y rapidez.
ron, llamándome la atención que el más polémi- Tomo prestadas las palabras de Eugenio
co y prolífico de los continuadores de su obra, Trías, publicadas en su artículo titulado “150
Jacques Lacan, aparezca sin escuela ni alumnos. años de un clásico controvertido”, que apareció
Nada mas lejos de la realidad, quizás la Escuela en El Cultural de El Mundo este mes de Mayo
Lacaniana, es la más activa de todas las pasado: “Freud es mucho mas que un clásico de
Asociaciones de Psicoanálisis que hay en el mármol que deja al mundo un corpus literario. Es
mundo. Escuela que ha presentado en los últimos un clásico vivo que conmociona hoy como ayer,
años un crecimiento espectacular, y que en la conciencias y voluntades”.
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apartados: pensar la psicopatología; las alucina- nuevo del “loco”, en el sentido que le diera
ciones y los fenómenos elementales; paranoia y Foucault. Pero qué duda cabe que a los psicoa-
delirio. Los textos que lo nutren muestran los gran- nalistas del siglo XXI nos va a tocar pelear con la
des intereses de Álvarez relativos a la psicosis y placidez de los sujetos definidos como víctimas,
al trato con el psicótico: la psicosis única; la lógi- afectados, culpables. Se trata de un alegato
ca del desencadenamiento; los fenómenos ele- valiente y bien argumentado, que constituye un
mentales y su utilidad diagnóstica y terapéutica; soplo de aire fresco en la medida en que devuel-
las posiciones subjetivas y los polos de la psico- ve la dignidad al loco y lo faculta para intentar
sis; la reducción de la clínica psicótica a expe- remediar su drama. «La experiencia analítica con-
riencias concretas y características; la conexión siste en buena medida en desbancar a ese suje-
entre el pathos y el ethos; el modelo de la para- to de su posición inicial (el sujeto acomodado en
noia, tanto desde la perspectiva clínica como la culpabilidad) a fin de situarlo como sujeto res-
epistemológica. Resulta un acierto editorial reco- ponsable», Álvarez dixit. Definición impecable
pilar en un único libro esas publicaciones que ya del recorrido analítico, en un momento en que la
habían visto la luz en medios diferentes, ya fueran moda y otros intereses empujan a concebir a los
revistas de psiquiatría, de psicoanálisis o sujetos como afectados –da igual si es de fibro-
Prólogos de libros, como es el caso de “Líneas de mialgia o de estafa por inversión en sellos–, rehu-
interpretación del «Caso Wagner»”, texto que sir- sando así no cuestionarse lo más mínimo la
viera para prologar El caso Wagner de Robert propia responsabilidad en los desastres que moti-
Gaupp. De este modo, seguramente el lector van las interminables quejas, como Freud le mos-
agradecerá verlos ordenados en una serie homo- trara a Dora.
génea. En cuanto a los nuevos escritos, destacan También promoverá debates en nuestra comu-
sobremanera dos: el que abre la compilación, nidad el estudio titulado “Las psicosis actuales”.
titulado “Psicopatología y psicoanálisis. Convendría leer ese capítulo junto al libro de
Comentarios sobre el pathos y el ethos en Jacques-Alain Miller La psicosis ordinaria, lo que
Cicerón, Pinel, y Freud”, y el dedicado a la cer- contribuirá a desarrollar las consecuencias en la
teza (“La certeza como axioma y como experien- clínica actual de la última enseñanza de Lacan.
cia”), texto que diera cuerpo a la ponencia “Frágiles”, “locos que no lo parecen”, ‘psicosis
presentada ante un auditorio de los mejores normalizadas’, nombres todos ellos empleados a
especialistas internacionales en esquizofrenia, en sabiendas por José María Álvarez con el fin de
el marco del Curso anual de esquizofrenias, cele- dejar abiertas las posibilidades conceptuales y
brado hace unos meses en Madrid, noticia de la clínicas implícitas en su frase: “[…] me parece
que nos hicimos eco en el BLOG de la Escuela encontrar muchos más psicóticos de los que creía
(www.blogelp.com) mediante un POST titulado hallar al comienzo de mi práctica”. Como acos-
“Entrar en el debate de la mejor manera” y escri- tumbra en sus desarrollos teóricos –recordemos,
to por nuestro colega Rodolfo Pujol (11-12-05). en especial, La invención de las enfermedades
He vuelto a leer con deleite el capítulo dedi- mentales (1999) y Fundamentos de psicopatolo-
cado a la responsabilidad subjetiva, publicado gía psicoanalítica (2004), tratado del que es
en el libro Crimen y locura (AEN, 2004), que en coautor junto con Ramón Esteban y François
su día tuve ocasión de escuchar de viva voz. Es Sauvagnat– para nutrir sus argumentos se apoya
éste, seguramente, el argumento que levantará en los clásicos de la psicopatología. También lo
más polémicas y discusiones entre las asociacio- hace en este caso cuando se propone diferen-
nes de familiares de enfermos, las instancias judi- ciar, según su terminología, las psicosis clásicas
ciales y las disciplinas que empujan a un control y las normalizadas (no parece gustarle el término
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‘ordinarias’ por cuanto en castellano lleva implí- a los editores Pepe Eiras –autor también del
cito el significado de ‘ordinariez’, pero quizá Epílogo– y Chus Gómez, ambos miembros de la
debiera de aceptar que el término que ha hecho Escuela, por la cuidada edición, austera pero ele-
fortuna en nuestro campo es el de psicosis ordi- gante, la cual inicia una colección que han deno-
narias), recurriendo en esta ocasión especialmen- minado La Otra psiquiatría; todo un frontispicio.
te a Trélat y su La folie lucide (1864) para De hecho, el prólogo, firmado por el psiquiatra y
enfatizar las dificultades de los clásicos a la hora escritor castellano-leonés Fernando Colina, lleva
de explicar esas psicosis invisibles que no mues- por título “José María Álvarez y la Otra psiquia-
tran signos evidentes. La importancia de este tría”, proclama que a buen seguro se convertirá
debate radica, quizá, en que estas psicosis van en el referente de cuanto se avecina en nuestro
a seguir escapándose al ojo del clínico no for- país en el mundo de la psiquiatría y la salud men-
mado en la orientación lacaniana y en la psi- tal: una posición de combate de muchos clínicos
quiatría bien orientada por el psicoanálisis. dispuestos a pelear por subordinar el bíos de lo
biológico al bíos de lo biográfico, por sostener la
En mi opinión, existen dos razones de peso
concepción freudiana del síntoma, por cuidar el
que muestran el acierto de los editores de este
trato con el psicótico, por aceptar como premisa
libro de José María Álvarez. En primer lugar, por
inevitable el que la verdad en el psicótico fluye
su conveniencia para el conjunto del psicoanáli-
por diversos caminos, por devolver al loco el
sis lacaniano en España y para la ELP, escuela
fardo de sus obligaciones, por la defensa a
que se ha convertido en la punta de lanza de la
ultranza del modelo de la psicosis única y, en
orientación lacaniana en nuestro país. En este
definitiva, por la necesaria recuperación de Freud
ámbito, somos muchos los miembros que segui-
por parte la psiquiatría, que habrá de buscar en
mos con atención las investigaciones, los escritos
él su verdadero rumbo “cuando despierte de su
y seminarios de nuestro colega, quien a su vez
letargo fisiológico y no caiga en el activismo
goza de un prestigio en nuestro campo y fuera de
ciego de las prácticas conductistas”, en palabras
él, como recientemente ha destacado en Palencia
de Colina. Una saludable iniciativa que seguire-
Vicente Palomera, quien le definió ante el audito- mos con atención.
rio de un Symposium sobre la psicosis como uno
de los mejores especialistas de España. La José María Álvarez nomina en Estudios sobre
segunda razón compete al ámbito local, a la la psicosis a varios profesores de psicosis: John
comunidad lacaniana de Castilla y León, que Forbes Nasch (“destacado profesor de psicosis”),
recibe como agua de mayo este nuevo libro de Daniel Paul Schreber…, pero indudablemente
con este nuevo libro sabemos en quién podemos
quien, a estas alturas, ya no puede seguir el con-
confiar para dar lecciones de lo que es la psico-
sejo de la castellana Rosa Chacel cuando afir-
sis a las generaciones de jóvenes psicoanalistas.
mara que sólo es feliz quien ha vivido en secreto.
Se ve que hay un secreto que no ha podido ocul- Fernando Martín Aduriz
tar José María: su pasión por el estudio de la psi- fmaduriz@telefonica.net
cosis, pasión que se remonta a sus años de NOTA: Esta reseña ha sido publicada en
estudiante universitario. Freudiana, nº 47, pp. 2006.
Una referencia a la edición: hay que felicitar Ver: http://www.cdcelp.org/freudiana/
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responsabilidad ante la propia tristeza y el aba- sin chasquear, cosa que habla por sí misma de su
timiento del deseo, como había apuntado ya en excelencia.
“Tristeza voluntaria e involuntaria”, uno de los tex- Comoquiera que, al leer el libro, no he podi-
tos que componen Escritos psicóticos. do dejar a un lado las dificultades intrínsecas a
Sin dar del todo la espalda a la reflexión esta materia, lo que considero más meritorio es su
sobre la locura y al trato con el psicótico, el autor estructura y trabazón. Cinco capítulos le dan su
explora en esta obra el ámbito más genuinamen- hechura: se inicia, como es preceptivo, acotando
te humano, ese que atañe a la geometría, la las lindes y las vecindades del deseo a fin de
dinámica y los vericuetos del deseo. Basta consi- despejar paulatinamente su naturaleza: al engar-
derar el lugar central que los grandes pensadores zarse y prolongarse un deseo con otro, comparte
de todos los tiempos han concedido al deseo, éste con el lenguaje su carácter de diacrónico y
para percatarse de cuán ambicioso y arriesgado discontinuo, de manera tal que deseo y lenguaje
resulta un proyecto de estas características. Con se presentan como nociones que siempre van de
esa dificultad consustancial tiene que vérselas el la mano; a continuación se exploran las vincula-
autor, de entrada a la hora de enmarcar ese ciones entre éste, la pulsión, el placer y el goce
sinuoso territorio que tradicionalmente venía defi- o plenitud, midiendo siempre los argumentos con
niéndose con la noción de “pasiones”; después, la vara de Freud y el psicoanálisis, “la primera
al proponer una trabazón entre las polémicas clá- teoría sobre su componente inconsciente, y de
sicas y las modernas reflexiones propiciadas por momento también puede decirse que la única que
la irrupción del psicoanálisis; por último, al incluir de verdad nos auxilia” (p. 100); se analizan des-
en su reflexión –aquí reside, en mi opinión, su pués las respuestas clásicas ante el deseo, esto
aportación más genuina– la vertiente de poder o es, el conjunto de “preceptos, mandamientos,
libido dominandi consustancial al deseo, tratando máximas, reglas, advertencias o simples recetas
de este modo de complementar a Freud con vitales” (p. 71) elaborados por las distintas escue-
Nietzsche y Foucault. las de filosofía moral, respuestas todas ellas cor-
A diferencia de otros pilares de nuestra iden- tadas por el patrón de la moderación; le sigue un
tidad, cuando se analiza el deseo –considerado capítulo descriptivo dedicado a las respuestas
por Spinoza “la esencia misma del hombre” subjetivas (histeria, obsesión y transgresión),
(Ética demostrada según el orden geométrico, poniéndose aquí de relieve el fracaso de los bue-
146)– se tiene la impresión de que el pasado y nos propósitos universales preconizados por la
el presente se suceden siguiendo una continuidad filosofía moral frente a determinismo inconsciente
sin fracturas. Dicha continuidad viene determina- que conforma las posiciones de los sujetos con-
da por la esencia imperturbable del deseo a tra- cretos; la investigación del deseo de poder, por
vés de la historia, aspecto que destaca Colina al último, da pie a Colina para glosar de forma muy
afirmar que “el deseo, entre todas las cosas original el componente de dominio que sirve de
humanas, es el más refractario a los cambios pro- cimiento y estructura a todo deseo: “El abuso, el
puestos por la historia” (p. 13). Al participar de desprecio, el sometimiento y la agresión son las
esta perspectiva historicista e intentar fundamen- consecuencias de un deseo fracasado que
tarla, el autor se ve comprometido a un examen encuentra en el poder su último recurso de satis-
minucioso de aquellos autores y discursos que facción. […] En su cenit encontramos el egocen-
han tratado de aprehenderlo, en especial la filo- trismo narcisista en las neurosis y la omnipotencia
sofía moral, los maestros de la sospecha y el psi- del psicótico” (p. 148).
coanálisis. A medida que se avanza en la lectura Sólo por el hecho de acoplar todos estos
de este ensayo, todos los referentes se engranan aspectos hasta conformar con ellos un discurso
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lógico y bien conjuntado, Deseo sobre deseo ten- fiando en hallar la ocasión propicia para sacar a
dría de por sí un interés incuestionable para los colación a Platón, Aristóteles, Epicuro, Lucrecio,
estudiosos. Sin embargo, además de su elegan- Cicerón, Montaigne, Nietzsche, Freud, Lacan y a
cia formal, de la agudeza con que resuelve sus tantos otros. Todos los grandes libros, como es
interrogantes y del buen tino en la elección de la natural, tienen infinidad de lecturas, promueven
referencia adecuada, la obra que reseño contie- múltiples experiencias y dejan un poso indeleble.
ne numerosas consideraciones sobre aspectos La que me ha procurado este libro de Fernando
concretos de nuestra vida cotidiana, sea sobre la Colina la resumiré evocando un comentario de
libertad, la depresión, las dificultades que ase- Javier Marías acerca de las novelas de J. M.
dian al varón contemporáneo, el carácter obliga- Coetzee, palabras que por lo demás describen
torio y urgente del deseo actual o bien sobre los con precisión eso que en el texto se denomina
vínculos que entretejen el poder y el placer. “geometría del deseo”: “Sólo puedo decir, como
Conforme a lo que acabo de apuntar, es nece- mero lector suyo ya antiguo, que cada frase […]
sario tener presente que se trata de un ensayo tiene la extrañísima virtud de impeler fuertemente
vivo y actual por cuanto en él se analizan las pro- a pasar a la próxima, y también, a la vez, de
blemáticas que afligen al sujeto contemporáneo. hacer que uno desee demorarse en ella y lamen-
te siempre abandonarla o dejarla atrás. No sé de
Alguien próximo, aunque ajeno a nuestro
ningún efecto mejor ni más loable al que pueda
pequeño mundo de la clínica mental, me decía
aspirar un escritor”.
que había leído cada párrafo de Deseo sobre
deseo dos veces: la primera por simple placer de José María Álvarez
su prosa; la segunda para no perder detalle de alvarezjm@tinicia.es
sus argumentos, pues no dejaba de sorprenderle NOTA: Esta reseña ha sido publicada en
cuánto se reconocía en ellos. Sé de otro lector Revista de la Asoc.Esp. de Neuropsiquiatría, nº
que recogió en un cuaderno todas las citas, con- 98, 2006.
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