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Fuentes Formales Del Derecho PDF
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Enumeración
Ya estudiamos qué son las fuentes reales y formales del derecho
positivo. Nos vamos a ocupar ahora del estudio de las fuentes for-
males que, para nosotros, son como el lenguaje del derecho, o sea,
los medios de que el derecho se sirve para expresarse y alcanzar obli-
gatoriedad. ¿Cuáles y cuántas son esas fuentes? Diremos, de acuer-
do con M. Reale1, que son tantas como los poderes revestidos de
competencia para crear reglas de derecho. Ahora bien, el primero de
esos poderes es el legislativo, y, por tanto, la primera de tales fuentes
es la ley. Pero la sociedad o comunidad tiene también ese poder y, al
efecto, crea normas consuetudinarias. Por tanto, la segunda de las
fuentes es la costumbre jurídica. A la rama jurisdiccional se le ha
otorgado igualmente esa competencia, que ejerce cuando expide sus
decisiones. La tercera fuente es, entonces, la jurisprudencia. Pero los
particulares, en ejercicio de la autonomía de la voluntad, otorgan
actos jurídicos, que contienen reglas que los vinculan y que son, por
ello, auténticas normas. Por ello, la cuarta fuente del derecho es el
acto jurídico. Por último, los estados celebran tratados que, como los
actos jurídicos, contienen normas que los obligan. La quinta fuente
del derecho la constituyen, así, dichos tratados. Las fuentes formales
del derecho son, pues: la ley, la costumbre, la jurisprudencia, los actos y
negocios jurídicos y los tratados internacionales.
1
Ob. cit., p. 111.
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Muchos autores agregan una sexta fuente: la doctrina, o sea, los es-
tudios científicos de los juristas, consignados en sus obras, artículos
de revistas, apuntes de clase, etc. Pero esta opinión debe desecharse,
porque los tratadistas y profesores de derecho no están revestidos
de poder para crear reglas de derecho. Actúan simplemente como
científicos del derecho, como estudiosos del mismo. La doctrina no
es, pues, fuente del derecho, aunque tiene, sin duda, una gran in-
fluencia en la producción de las otras fuentes y, en especial, en la
elaboración de las leyes y en las decisiones jurisdiccionales.
Estudiaremos ahora cada una de estas fuentes formales.
A) La ley
Importancia. Etimología
En los países de derecho escrito, que son todos los pertenecientes a
la familia romano-germánica, es la ley la más importante de las fuen-
tes formales, sobre todo a partir del siglo XVIII, en el cual comenzó
a imponerse en Occidente el derecho escrito.
Nuestro término ley corresponde al latino lex. ¿De dónde provino
esta palabra? Según Cicerón2, provino de legere, leer, quizá porque la
ley de las Doce Tablas se grabó en madera o piedras a fin de que
todos pudieran leerla, y se enteraran así de sus prescripciones. Mas,
para San Agustín, lex se originó de dilígere (elegir), por cuanto ella eli-
ge el camino que deben seguir sus destinatarios3; en cambio, para
Santo Tomás, proviene de ligare, o sea, ligar u obligar, en atención a
que la ley somete o compromete la voluntad de sus destinatarios a
una determinada acción u omisión.
Nos parece más acertada la opinión de Cicerón. La ley, desde los
tiempos más antiguos, quizá desde el Libro de los Muertos de los
Egipcios, se hizo constar por escrito para que fuera precisamente
leída, y por ende, conocida. De aquí su significado, su etimología.
2
Cf. Las leyes, lib. I.
3
Cf. Ciudad de Dios, lib. III.
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El artículo 9º. del Código Civil declara que “la ignorancia de la ley
no sirve de excusa”, es decir, que nadie puede invocar en su favor el
desconocimiento de la ley para justificar su violación. ¿Contiene
aquella norma una ficción o una presunción? Nos inclinamos por lo
primero, porque dicho mandato indudablemente se aparta de lo que
realmente ocurre, y se finge entonces como real lo que no es tal. Pero
otros piensan que en tal norma se contiene una presunción, una
presunción de derecho porque no admite prueba en contrario. Cabe
anotar aquí que, en realidad, toda presunción de derecho es una
ficción.
El fundamento de tal ficción se encuentra en que ésta es necesaria
para la obligatoriedad de la ley. Porque bien se comprende que si
fuera posible invocar la ignorancia de las leyes para excusarse de
cumplirlas, su obligatoriedad quedaría en entredicho.
En consonancia con lo anterior, el artículo 183 del Código de Pro-
cedimiento Civil establece que no hay necesidad de probar o demos-
trar el hecho de la existencia de una ley.
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Los códigos
¿Qué es un código? A esta pregunta debe responderse distinguiendo
entre el sentido formal y el material, como lo hicimos al fijar el concep-
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6
La Théorie de L’ Institution. Essai d’ Ontologie Juridique, 1930.
7
Citado por Bonnecase, Introducción al derecho, trad. esp., p. 109.
8
Ob. cit., p. 104.
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¿Qué debe decirse del caso inverso, o sea, cuando la ley anterior es
especial y la posterior general? ¿Deroga la especial anterior? La cues-
tión se ha discutido. Unos están por la negativa. En primer lugar,
porque la presunta incompatibilidad entre esas leyes se elimina si se
considera que la ley especial hace una excepción a la general. En
segundo lugar, porque las leyes especiales, en razón precisamente de
ser especiales, son más aptas para regular una materia que las gene-
rales. El principio del artículo 2º. de la ley 153 de 1887, según el cual
“la ley posterior prevalece sobre la ley anterior”, debe entenderse,
según esta opinión, con la salvedad anotada, a fin de que, además,
este texto resulte conforme o armónico con el numeral 1º. del artí-
culo 5º. de la Ley 57 de 1887, al tenor del cual “la disposición relativa
a un asunto especial prefiere a la que tenga carácter general”.
Otros piensan de manera contraria, porque estiman que la ley que
reglamenta íntegramente una materia, no deja espacio, por decirlo
así, para disposiciones de carácter especial.
¿Qué pensar sobre esta disputa? Consideramos como más acertada
esta última opinión porque si admitimos la supervivencia de la ley
especial frente a la ley posterior que reglamenta íntegramente una
materia incurriríamos en una contradicción, pues si aquélla ha de
sobrevivir, ésta no equivaldría, entonces, a una reglamentación “ín-
tegra”. De otra parte, lo que expresa el numeral 1º. del artículo 5º.
de la ley 57 de 1887 se refiere únicamente a la incompatibilidad de
normas de un mismo código, que es asunto distinto.
c) Anotemos, por último, que las leyes pueden también ser dero-
gadas por un referendo, como lo prevé el artículo 170 de la Cons-
titución, que dice así: “un número de ciudadanos equivalente a la
décima parte del censo electoral, podrá solicitar ante la organización
electoral la convocación de un referendo para la derogación de una
ley.
“La ley quedará derogada si así lo determina la mitad más uno de los
votantes que concurran al acto de consulta, siempre y cuando
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B) La costumbre
Concepto y elementos
Sin duda, la costumbre es la más antigua de las fuentes del derecho.
En Roma, hasta la expedición de la Ley de las Doce Tablas, el de-
recho era enteramente consuetudinario. También lo fue en Europa
durante toda la Edad Media y el Renacimiento. Esta forma de dere-
cho se prolongó hasta finales del siglo XVIII, época en que comen-
zó la expedición de los grandes códigos.
Según la doctrina tradicional, de origen romano, la costumbre se
define como una práctica o uso generalizado, que se cumple bajo el convenci-
miento de que obedece a una necesidad jurídica.
De aquí, los dos elementos que integran el concepto de costumbre
en su sentido jurídico: el objetivo o material, representado por la
práctica o uso continuado, que debe ser público y prolongado; y el
subjetivo o psicológico, consistente en la convicción de que esa
práctica o uso obedece a razones o necesidades jurídicas. Es la opinio
iuris seu necessitatis.
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C) La jurisprudencia
Concepto
La palabra jurisprudencia se emplea en varios sentidos, pues unas
veces sirve para significar la ciencia del derecho, como en la defi-
nición de la Instituta de Justiniano: “Jurisprudencia es el conoci-
miento de las cosas divinas y humanas, la ciencia de lo justo y de lo
injusto”; otras, el derecho positivo de un país, v. gr., la jurisprudencia
colombiana, y una tercera, el centro donde se enseña el derecho, por
ejemplo, “facultad de jurisprudencia”. En sentido estricto, que es el
que aquí nos interesa, significa: a) Las normas jurídicas individuales
contenidas en las decisiones pronunciadas por los jueces y tribu-
nales encargados de administrar justicia y destinadas a resolver las
controversias o litigios, y b) los principios generales emanados de
los fallos uniformes pronunciados por tales jueces y tribunales para
los fines indicados. Ahora bien, en ambos casos la jurisprudencia es
una fuente del derecho porque crea verdaderas normas, unas indivi-
duales y concretas, otras abstractas y generales.
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