Está en la página 1de 6

C I E N C I A, T E C N O LO G í A Y S O C I E D A D

Construcción de una cultura científica*


Marisol Hernández** y José Antonio Hernanz Moral***
1. Los estudios sobre ciencia, tecnología y sociedad
“Durante el último siglo, en el periodo en que podríamos hablar de la parte final de la
modernidad, se ha desarrollado un creciente recelo sobre el tipo de realidad que nos
proporciona el auge de la actividad científico-tecnológica, de suerte que el público ha
comenzado a temer aquello mismo en lo que no puede dejar de confiar” 1, que no es otra
cosa que el progreso de la ciencia. Por ese motivo, en las últimas décadas nos encontramos
con el auge de programas de estudio y acción encaminados a la discusión abierta, por parte
de toda la sociedad, de los fundamentos y consecuencias del desarrollo científico-
tecnológico.
Así, Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS), en inglés Science and Technology Studies
(STS), “corresponde al nombre que se le ha venido dando a una línea de trabajo académico
e investigativo, que tiene por objeto cuestionarse sobre la naturaleza social del conocimiento
científico-tecnológico y sus incidencias en los diferentes ámbitos económicos, sociales,
ambientales y culturales de las sociedades occidentales, principalmente. A los estudios CTS
también se les conoce como estudios sociales de la ciencia y la tecnología2.”
Este tipo de estudios pretende, entre otras cosas, plantear alternativas a las actuales
tendencias en la aplicación y el desarrollo de las tecnologías, partiendo de la base de que
“existen relaciones tanto sistémicas como históricas entre tecnología y sociedad” 3 y que, a
pesar de esa relación, en otros momentos históricos no ha sido la sociedad la que ha
tomado decisiones sobre el uso estructural de la ciencia y la tecnología, pues ese poder de
decisión estuvo reservado a las instituciones que detentan el poder (gobierno e iglesia,
fundamentalmente). Hoy en día queda claro, sin embargo, que “la ciencia, la tecnología y la
sociedad son —cada una de diversas maneras— variables dependientes e independientes.
En el más amplio sentido, los estudios CTS constituyen un intento por descubrir en estas
dependencias e interdependencias un nuevo balance para un mundo posmoderno. Todos
aquellos que estén envueltos en el proyecto moderno pueden y deben contribuir a este
esfuerzo. En esta tarea, la democracia no es una opción, sino una necesidad.
Las consecuencias del desarrollo científico-tecnológico son tan complejas que no pueden
predecirse desde arriba. Desde abajo todos debemos estar involucrados en la redefinición
del carácter de la relación ciencia-tecnología y sociedad 4.”
Y más que un no poder predecir desde arriba, es un no querer hacerlo por conveniencia,
porque el desarrollo científico-tecnológico ha traído múltiples beneficios que no se desean
perder, mientras que los efectos negativos afectan principalmente a otros, a todos o a un
gran número de gente sin que pueda decirse lo mismo de los beneficios. No obstante, para
acabar con ello es necesaria la participación responsable del mayor número posible de
individuos, basada en el conocimiento y comprensión de la problemática actual y de las
alternativas de solución existentes. Debido a la complejidad del desarrollo de la ciencia y la
tecnología, por un lado, y las inciertas dinámicas sociales contemporáneas por el otro, hay
quienes opinan que los estudios CTS constituyen un engaño, un entretenimiento para
aquellos que se preocupan por el impacto que la ciencia y la tecnología puedan tener en el
entorno; de tal manera que se pretende hacer creer que alguien se está haciendo cargo del
problema.
Probablemente así haya sido en un principio, pero hubo quienes se tomaron en serio dicha
tarea de indagar los efectos tanto positivos como negativos del avance de la ciencia y la
tecnología, y no ocultaron estos últimos, pues se fueron concienciando de la relevancia de
dicha información; y poco a poco incrementa el número de personas que se integran a la
búsqueda de alternativas de solución para la problemática actual que trae consigo el
contexto científico-tecnológico actual, enfrentando a quienes osaban tomar las decisiones
por todos, de acuerdo con sus intereses muy particulares, manipulando la información y
estableciendo los parámetros de intervención de la sociedad en estos ámbitos. No podemos
dejar de tener en cuenta que, en nuestro presente, se da una curiosa paradoja: por un lado,
reconocemos la complejidad e importancia del impacto social y ambiental de la ciencia-
tecnología, donde el desarrollo de políticas científico-tecnológicas adecuadas se ha
convertido en un asunto de interés público de primera magnitud.
Al mismo tiempo, y aunque adoptamos como sistema político la democracia, el gran público
continúa sin capacidad decisoria sobre uno de los principales agentes del cambio social: la
ciencia y la tecnología.
Ante la falta de información de los ciudadanos para tomar decisiones en este campo, lo que
se viene haciendo de manera habitual es dejar la gestión y la toma de decisiones en torno al
cambio científico-tecnológico a los expertos, cuando lo más oportuno sería “informar mejor a
los ciudadanos, crear instrumentos evaluativos sensibles a la participación pública y, por
supuesto, articular cauces institucionales para que los ciudadanos puedan expresar su
voluntad”5.
Por supuesto que como legos en la materia los ciudadanos pueden equivocarse, pero eso
no supone que de antemano se tenga que renunciar al derecho en la toma de decisiones en
la política científico-tecnológica; la mejor manera para que esa participación sea activa es el
desarrollo de políticas educativas que haga de la sociedad una comunidad con alto grado de
alfabetización científico-tecnológica.
Esta alfabetización científico-tecnológica ha de ser crítica, esto es, no puede consistir en
formar expertos en ciencia y tecnología, sino en proporcionar la información necesaria para
que la ciudadanía comprenda los impactos de ésta, así como en promover una reflexión
sobre la situación real de su contexto, tanto del ambiente como del ser humano. Todo ello
lleva a una toma de conciencia de la importancia de la participación para que los fines de los
estudios CTS (que no son posiciones teóricas, sino que atañen al ciudadano medio), se
logren. “A la definición y búsqueda efectiva de alternativas para un desarrollo tecnológico
que haga posible la autodeterminación y el bienestar social, debemos añadir un segundo
objetivo, íntimamente relacionado con el anterior, a los estudios de ciencia, tecnología y
sociedad en el contexto latinoamericano: la preservación del ambiente6.” 2.
Desarrollo de los estudios CTS A pesar de la fuerte carga social de los estudios CTS, su
origen se encuentra en el seno de la comunidad científica misma, al cuestionarse la imagen
tradicional de la ciencia, en la que ésta constituye fundamentalmente una actividad teórica
cuyo producto son las teorías científicas, de las que queda asegurada su neutralidad
ideológica; la tecnología, por su parte, al no tener un carácter meramente teórico, era vista
únicamente como ciencia aplicada que servía para la fabricación de artefactos.
En esta concepción la base principal para llegar a la verdad de todo conocimiento es la
ciencia únicamente, por lo que si ésta progresaba también lo haría la tecnología (que es
ciencia aplicada) y —al satisfacer necesidades y tener nuevos artefactos— se lograría
indudablemente una mejora social y económica. Es la obra de Kuhn la que rompe estas
ideas, de suerte que se produce una toma de conciencia generalizada sobre la dimensión
social y el enraizamiento histórico de la ciencia, al tiempo que “inaugura un estilo
interdisciplinar que difumina las fronteras clásicas entre especialidades académicas, y
prepara el terreno, de este modo, para los estudios CTS”. 7 T. S. Kuhn origina una verdadera
revolución al decir que el camino de la ciencia está interrumpido por episodios de
revoluciones científicas que suponen una crisis del paradigma existente, el cual es el
soporte de las teorías científicas actuales y en el que se basan los científicos para conocer,
o más bien para representar, la realidad física.
De tal manera que, en el saber, la verdad es convencional y su real fundamento es el
consenso y la tradición. De forma paralela se comienza a estudiar con detenimiento el
sentido y desarrollo de la ciencia y la tecnología desde fuera de la comunidad científica, de
modo que, tras la Segunda Guerra Mundial, “aparecen como un factor clave en el desarrollo
económico y social de los países occidentales (...)
Pero, no sólo era necesario el desarrollo de conocimientos científicos y habilidades
ingenieriles, sino que había que desplegar una amplia labor de coordinación, dirección y
gestión de numerosos aspectos relacionados con la investigación. Pese a que, como hemos
señalado, seguía existiendo una imagen de la ciencia y la tecnología como empresas
objetivas y valorativamente neutras, empezaba a resultar evidente que poseían un
componente organizativo de tal magnitud que requería el trabajo de otros especialistas,
además de los propios científicos y tecnólogos 8.” Por tal motivo, para satisfacer estas
necesidades, en Estados Unidos surgen, en la década de los cincuenta, los programas
STPP o programas en Science, Technology and Public Policy (Ciencia, Tecnología y Política
Pública), los cuales se englobaban dentro de la concepción tradicional de la ciencia y la
tecnología y querían conocer los efectos de los avances científico- tecnológicos en la
economía, la gestión pública y el carácter de la sociedad. Así mismo, consideraban que el
Estado debía apoyar a la ciencia para que ésta lograra avanzar más rápido y así satisfacer
las necesidades de la sociedad.
Sin embargo, como estos programas sólo fijaron su atención en preparar personas que
pudieran hacer las gestiones necesarias para conseguir la financiación de la ciencia y la
tecnología, los beneficios reales siguieron siendo para pocos y, con el paso del tiempo y la
presencia de nuevos hechos y diferentes necesidades, los programas STPP van dando
cabida a otra forma de entender la ciencia y la tecnología con respecto a la sociedad. La
preocupación principal ya no se centraba únicamente en la coordinación, dirección y gestión
de la actividad científico tecnológica, sino en los efectos que los avances en este campo
traían consigo, cómo afectaba a la sociedad, al medio ambiente y, a su vez, cómo se veía
influenciada por ellos. Y era en esto en lo que se enfocaban los estudios CTS.
“Sus orígenes se remontan a la década de los sesenta, con la movilización social por los
problemas relacionados con el desarrollo tecnológico.
La preocupación por la ciencia y la tecnología se venía manifestando desde la Segunda
Guerra Mundial, aquella que dejó más de cuarenta millones de muertos, con la posición de
varios físicos que cuestionaron e incluso abandonaron sus experimentaciones en el campo
de la energía nuclear, decepcionados por la forma como sus trabajos de investigación
habían sido utilizados en la producción y utilización de la bomba atómica. Estos científicos
buscaron otras ciencias, como la biología, para trabajar desde allí por un conocimiento que
contribuyera a la vida y no a la destrucción de la misma. La ciencia, sinónimo de razón y de
verdad, de progreso de la humanidad, parecía señalar el límite de su utilización a través de
la creación de la bomba. ”9 Todo esto supone un proceso histórico y cultural que nos lleva al
momento actual de los estudios CTS, tras transitar durante el último medio siglo en Estados
Unidos y Europa por las siguientes fases10:
1. Optimismo: Desde las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial hasta 1955, discurre
una década optimista de demostración del poder de la ciencia y la tecnología, de firme
convicción en el modelo unidireccional de progreso y apoyo público incondicional a la
ciencia y la tecnología.
2. Alerta: Desde mediados de los años cincuenta hasta 1968, comienzan a salir a la luz
pública los primeros grandes desastres producidos por una tecnología fuera de control. Los
movimientos sociales y de lucha contra el sistema hacen de la tecnología moderna y del
estado tecnocrático el blanco de su lucha.
3. Reacción: Desde 1996 hasta el presente, se describe la consolidación educativa y
administrativa del movimiento Ciencia Tecnología y Sociedad como respuesta académica,
educativa y política a la sensibilización social sobre los problemas relacionados con la
tecnología y el ambiente.
Es el momento de la revisión y corrección del modelo unidireccional de progreso como base
para el diseño de la política científico-tecnológica. Por supuesto, el desarrollo de los estudios
CTS no se ha llevado a cabo de la misma manera en todos los países del mundo, los que
nos lleva a constatar cómo el proceso ha sido muy distinto en nuestro entorno.
Así, según Francisco R. Sagasti, “el pensamiento y la práctica de la política científica y
tecnológica en América Latina han evolucionado a través de cuatro etapas preparcialmente
superpuestas, pero claramente definidas:”11
1. La fase de ‘empuje de la ciencia’, durante el decenio de 1950, que se extendió hasta
mediados de los sesenta. Esta etapa se centró en la creación de infraestructura para
institutos de investigación científica.
2. La fase de ‘transferencia de tecnología y de análisis de sistemas’, que comenzó a fines
del decenio de 1960 y duró todo el de 1970. Esta fase corresponde a una reflexión
generalizada sobre las repercusiones, económicas principalmente, que traen consigo los
acuerdos de transferencia tecnológica.
3. La fase de ‘ejecución de la política de CyT y de innovación tecnológica’, que comenzó a
mediados del decenio de 1970 y se extendió hasta el inicio de 1980. Durante estos años se
dio prioridad al cambio y la innovación tecnológica para lograr mejoras en las empresas.
4. Una fase de ‘politización de la política CyT’, que comenzó con la recesión económica y la
crisis de la deuda de 1981-1982 y generó nuevas preocupaciones sobre la necesidad de
una reestructuración industrial, el impacto de nuevas tecnologías en la región y la
competitividad internacional de la industria latinoamericana.
Esta etapa coincide con una época de crisis que causó una reducción presupuestal en
ciencia y tecnología y produjo ciertos debates políticos y estudios referentes al presente y al
futuro tecnológico, así como su impacto en la sociedad y en la economía, generando una
nueva perspectiva según la cual “la ciencia y la tecnología son consideradas como factores
críticos e integrales en el diseño de políticas y estrategias de desarrollo”12.
Como es bien sabido, la adopción de tecnologías de otros países ha sido una de las piedras
angulares de América Latina13, principalmente por el acelerado avance científico-tecnológico
que se da en los países desarrollados; sin embargo, dicha adopción viene a ser más una
asimilación acrítica, y hasta podría decirse irresponsable, en la cual se recibe a manos
abiertas de todo, sin discernir entre lo que es necesario, útil y apropiado para la cultura a la
que se dirige.
En otras palabras, formas de vida diferentes, con necesidades propias, se ven afectadas
con tecnología dirigida a otro contexto, lo cual hace, hasta cierto punto, ajustarse al contexto
para el que fueron hechas. En cuanto a esta situación se han planteado muchas
alternativas, varias de las cuales dejan ver la urgencia de una alfabetización científico-
tecnológica para preparar a la sociedad y así poder enfrentar el entorno actual mejorando la
situación de cada país. Se han creado dependencias en los diferentes países para que se
encarguen de resolver este problema o, por lo menos, mejorar dichas condiciones,
fomentando la investigación científica y tecnológica.
En México, por ejemplo, “tras un esfuerzo meritorio de análisis y evaluación promovido por
el entonces Instituto Nacional de Investigación Científica (que destinaba casi todo su débil
presupuesto parcialmente a otorgar becas de especialización al extranjero), surgió mayor
conciencia de que era necesario dar nuevo impulso a la ciencia y la tecnología.
Esta concienciación, en la que participó la comunidad científica mexicana, dio origen a la
decisión del Gobierno Federal de crear el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACyT). 3. Perspectivas de los estudios CTS. Construcción de una cultura científica A
pesar de que los estudios y programas CTS tienen un objetivo común, hay que destacar
que, desde su surgimiento, se han desarrollado en varias direcciones14:
En el campo de la investigación, los estudios CTS han sido una alternativa a la reflexión
académica tradicional sobre la ciencia y la tecnología, promoviendo una nueva visión no
racionalista y socialmente contextualizada de la actividad científico-tecnológica. En el campo
de la educación, esta nueva imagen de la ciencia y la tecnología en la sociedad ha
cristalizado en la aparición, en numerosos países, de programas interdisciplinarios de
enseñanza secundaria y universitaria.
En el campo de la política, los estudios CTS han defendido una activa participación pública
en la gestión de la ciencia y la tecnología, promoviendo la creación de diversos mecanismos
institucionales que faciliten la apertura de los procesos de toma de decisiones concernientes
a políticas científico-tecnológicas. De todos esos campos, es el de la educación en el que se
mantienen las mayores esperanzas de lograr la participación ciudadana mediante la
alfabetización científico-tecnológica crítica, de tal manera que puedan ser responsables con
el entorno en el cual les ha tocado vivir y del cual deben ser partícipes activos. Por tal
motivo, es necesario analizar los planes de estudio, existentes en los diferentes niveles
educativos, con el fin de proporcionar una educación favorable, acorde con los fines de los
estudios CTS. En definitiva, los desafíos que se le presentan a los programas CTS en la
actual coyuntura de la era industrial son:
“1) jugar un papel significativo en el proceso social a largo plazo, conducente a la población
de sociedades frugales, activas, con individuos responsables y autodirigidos, en un mundo
económicamente más justo y en un medio ambiente seguro;
2) avanzar hacia esta meta con los currícula y rutinas educativas existentes; y
3) en la medida en que esto no pueda lograrse, buscar formas educativas que puedan
hacerlo y las maneras en que podamos lograrlas15”.
No debemos olvidar que aún hasta nuestros días “el modelo de desarrollo tecnológico
determinante, subordinado a la lógica de la eficiencia, ha subestimado las consecuencias, a
mediano y largo plazo, de determinados métodos de producción y explotación de recursos
naturales.
Por otra parte, la ausencia de política social ha convertido a los pobres, en su búsqueda
desesperada de techo y alimento, en cómplices involuntarios de la degradación ambiental 16”.
Esto nos muestra que todavía nos falta un gran camino por recorrer y que existe la urgente
necesidad de que cada uno de nosotros nos convirtamos en sujetos activos, en agentes de
cambio, de socialización del conocimiento que poseemos, para lograr una verdadera
alfabetización que se transforme en verdadero bienestar social. “La solución estriba en
incrementar aquello de lo que somos deficitarios: el conocimiento o la responsabilidad, la
ciencia o la ética [...]
Es la intervención tecnológica en el propio ser humano la que proporcionará dicha solución.
Gracias a un mayor conocimiento científico tecnológico, podremos erradicar las deficiencias
de nuestra biología que nos impiden emplear óptimamente la ciencia y la tecnología de que
disponemos. El fomento de dichos conocimientos, así como la comprensión de su
necesidad, requieren de una adecuada alfabetización”17, lo cual han contemplado los
estudios CTS y se pretende lograr por medio de la educación. Las aportaciones de los
estudios CTS se pueden resumir en los siguientes puntos18:
• Se fijan no sólo en los aspectos “racionales” de las decisiones y elecciones de los
científicos, sino sobre todo en sus prácticas efectivas.
• Develan la función que cumplen las instituciones científicas en la promoción y recepción de
nuevas teorías y descubrimientos.
• Muestran el funcionamiento real de la investigación en los laboratorios, y los procesos
mediante los que se construyen los consensos entre los investigadores.
• Estudian y ponen de manifiesto las maneras en que las comunidades científicas reciben
nuevos hechos y teorías, a la vez que destacan el papel de los aparatos experimentales y
de medición, y la elaboración de representaciones científicas para el desarrollo y
consolidación de los conceptos y teorías científicos.
• Por último, redefinen las relaciones entre ciencia y tecnología, abandonando la visión
según la cual las tecnologías sólo son aplicaciones de la ciencia.
Como podemos apreciar, en la lista anterior aparece lo que en mucho pretenden los
estudios CTS y que han alcanzado sólo hasta cierto punto, pero esto ha sido porque faltan
voces que exijan que así sea, que reclamen sus derechos en la toma de decisiones
importantes para su comunidad, pero al mismo tiempo, que se enfrenten a las obligaciones
que como ciudadano le correspondan, por lo cual insistimos en que deberían existir niveles
mínimos de aprendizaje sobre ciencia y tecnología para todos los estudiantes; el estudio de
la ciencia debe estar conectado a la tecnología y sus consecuencias sociales19. Sólo de esa
manera “estaremos mejor situados para enfrentarnos de forma racional con un mundo cada
vez más dependiente e interrelacionado con la dinámica de la ciencia y la tecnología20”.
* Este artículo es resultado del trabajo en colaboración entre los autores dentro del programa "Verano de la
Ciencia", en el periodo julio-agosto 2002.
** Licenciado en Pedagogía por la Universidad del Carmen, Campeche.
*** Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana.
1 López Cerezo, y otros. Ciencia, tecnología y sociedad. Una introducción al estudio social de la ciencia y la
tecnología,1996, p. 21.
2 Carlos M. Osorio, La educación científica y tecnológica desde el enfoque en ciencia, tecnología y sociedad.
Aproximaciones y experiencias para la educación secundaria, 2002, p. 14.
3 Javier Gómez Ferri y Juan F. Ilerbaig Adell, "Ciencia, tecnología y sociedad. Alternativas para un mundo en
crisis" en Ciencia, Tecnología y Sociedad: Estudios interdisciplinares en la universidad, en la educación y en la
gestión pública, p. 146.
4 Carl Mitcham, "En busca de una nueva relación entre
Ciencia, Tecnología y Sociedad", en Gómez y Ilerbaig, p. 19.
5 López Cerezo, y otros, op.cit. p. 24.
6 Margarita Peña Borrego, "Los estudios de ciencia, tecnología y sociedad en el contexto latinoamericano", p.
128.
7 López Cerezo y otros, op.cit., p. 39.
8 Ibid p. 112.
9 Carlos M. Osorio, op.cit. p. 17.
10 10 López Cerezo y otros, op. cit., p. 58.
11 Sagasti, R, "Evolución y perspectivas de la política científica y tecnológica en América Latina" en Historia
social del las ciencias en América Latina, pp. 516,517.
12 Ibid., p. 519.
13 Margarita Peña Borrego, op. cit.,p. 125.
14 López Cerezo y otros, op.cit., p. 12.
15 Leonard J. Waks, "Educación en ciencia, tecnología y sociedad: Orígenes, desarrollos internacionales y
desafíos actuales", p. 49.
16 Margarita Peña Borrego, op. cit., p. 129.
17 Javier Gómez Ferri y Juan F. Ilerbaig Adell, op. cit., p. 136.
18 Carlos M. Osorio, op. cit., p. 9.
19 Leonard J. Waks, op. cit., pp. 49, 50.
20 Stephen H. Cutcliffe, "Ciencia, tecnología y sociedad: Un campo interdisciplinar", p. 35.

También podría gustarte