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ESCENARIO 4

¡COLOMBIA, EL FUTURO DEPENDE DE LAS ACCIONES DE TODOS!

El descubrimiento de los recursos energéticos y la puesta a punto de nuevas técnicas pueden


solucionar la crisis ya desatada en nuestro país en materia ambiental. La borrasca que se cierne
sobre el petróleo y la energía no es pasajera y está llevando a las comunidades a despertar del
letargo económico y a recapacitar sobre el futuro de las generaciones consumistas egoístas que
solo piensan en su propio beneficio.
El agua es un recurso que cubre el 70% de la corteza terrestre y aunque parezca un porcentaje
alto, es un recurso que cada día se vuelve más escaso. Esta Lectura fundamental es una invitación
a reflexionar frente el cuidado de este precioso líquido que es la base de toda forma de vida.

PROBLEMÁTICA COLOMBIANA

Uso y aprovechamiento del agua

El agua es un componente ambiental muy valioso para toda la humanidad, tal vez por tratarse de
un componente de vida, dependemos totalmente de ella para nuestra supervivencia y muchas
veces esa importancia no la reflejamos en nuestras acciones. El propósito de estas líneas no es
controvertir el nombre de nuestro planeta, sino formular una muy somera reflexión en torno a la
manera como maltratamos el precioso líquido que es base de toda forma de vida que conocemos:
el agua.

Agua es una expresión derivada del latín y aunque usualmente generalizamos su nombre para la
sustancia en su estado líquido, todos sabemos que se puede encontrar también en estado sólido y
gaseoso, tal como puede evidenciarse cuando observamos el hielo o el vapor de agua.
No es solo la abundancia del agua lo que la hace importante; principalmente hemos de afirmar
que la molécula cuya popular fórmula química es H2O es la fuente sin la cual la vida que
conocemos no habría sido posible. Dicho de otra forma, el agua no es solamente importante
porque cubra más del 70% de la corteza terrestre, lo es más porque en ella se sintetizó la vida, esa
maravillosa vida que a veces tan poco valoramos y que al igual que sucede con el agua,
maltratamos y desperdiciamos sin retos de conciencia.

El problema que se presenta con el cuidado del agua es vital para la sociedad entera, desde el
rincón más remoto de este planeta tierra la salvaguardia de los ecosistemas estratégicos como
páramos y humedales cobra mayor vigencia cada vez más que se presentan desastres naturales y
pérdidas de zonas fértiles para la actividad agrícola y pecuaria. Es por esto que a través de las
actividades de producción propuestas en la política hídrica se promueve la sostenibilidad de este
recurso, en cada una de las actividades de producción industrial, doméstica y agrícola, entre otras.
Debido a que los productores y consumidores de este mercado son conscientes de cuidado
ambiental y la sostenibilidad de los recursos, desde la cultura ambiental se evita el desperdicio y el
uso indebido del recurso de la vida: el agua (Giupponi y Paz, 2015).

El agua tiene contaminantes como hierro, plomo o mercurio encontrados en yacimientos de tipo
natural. Sin embargo, estos contaminantes pueden ser biodegradados por alguna sustancia o
microorganismo, pero los residuos que se convierten en descomposición son los que realmente
contaminan el agua. Por esta razón, el cuidado del agua busca aislar todos los procesos que
contaminen y causen daños irreparables en el uso de este recurso, ya que en cualquiera de las
actividades de producción de los artículos se establece la veeduría y protección de los recursos
utilizados como materia prima.

La sustentabilidad del agua es una columna del desarrollo y sin esta no se podría hablar del futuro
de las nuevas generaciones. Cada persona debe apropiarse de su lugar social y la relación que
tenemos directamente con nuestro consumo responsable de este vital líquido que buscamos en
otros planetas pero que no protegemos en el nuestro. Los niveles freáticos cada vez son menores,
y muchos de ellos son concedidos a las grandes multinacionales desconociendo el derecho de
todos. Nuestro llamado es a empezar a cuidar el ambiente en los ámbitos donde nos relacionamos
y comprendamos la oportunidad que nos brinda la madre tierra (Alonso, 2015).

Sin embargo, ese precioso líquido, tan añorado cuando la sed se espolvorea por nuestra garganta,
al igual que ha ocurrido con los demás recursos naturales, ha recibido de la mano del hombre un
trato a veces rayano en lo criminal. No han bastado los llamados que se escuchan por doquier para
que protejamos nuestras fuentes hídricas; en respuesta a esas voces, deforestamos montañas,
talamos las selvas, contaminamos los ríos, infestamos de basura los mares, propiciamos el
descongelamiento de los polos, plagamos de insecticidas las cañadas, vertimos nuestros desechos
a las quebradas y, en fin, nos valemos del agua para hacer que en su eterno devenir arrastre
nuestra falta de solidaridad con el sistema ecológico. Este sistema que deberíamos cuidar,
proteger y restaurar donde sufra algún deterioro, porque así habría de indicarlo el elemental
sentido de la sobrevivencia de un ser que, a pesar de todo esto, persiste en autodenominarse
como un ser inteligente.
En la universidad quizá nos enseñaron que el agua es un recurso de los denominados renovables,
que son aquellos cuyo proceso de regeneración es superior al del consumo humano, por oposición
a aquellos que llamamos no renovables porque su producción natural es inferior a los niveles de
nuestra voracidad.

¿Será que las enseñanzas siguen siendo válidas en nuestro país? ¿o será que, por el contrario, la
intervención de la destructora mano humana ha ido agotando lo que parecía inagotable?

Que exista la necesidad de la regulación estatal en el manejo y aprovechamiento del recurso


acuífero, ya pone de presente que no tenemos tanta agua como para aventarnos en el derroche y
desperdicio. Si el Estado ha de intervenir, lo que existe es un recurso que cada vez se torna más
escaso y que puede avizorarse, en un futuro no muy lejano, disminuido de tal modo en sus niveles
que es imprescindible que, desde ahora, se regule su utilización para asegurar a las generaciones
venideras un ambiente lo suficientemente húmedo como para que la sobrevivencia humana esté,
por este aspecto, fuera de peligro (Martínez Espinoza, 2015). Tal vez sean los campesinos y la
comunidad indígena quienes más aprecio tienen por el agua; ellos saben que sin el precioso
líquido la vida es imposible, son ellos los que ven cómo la vida germina entre gotas de agua. Pero
otras manos, con mezquinos intereses, hacen sonar motosierras para derribar las arboledas y
arrasar los musgos, donde las gotas que originan ríos se anidan antes de emprender su recorrido.
Así, páramos y selvas tropicales, montes y valles se destruyen para ser convertidos en hojas de
papel, limitando las fuentes de agua y poniendo bajo amenaza la vida humana.

El agua compone un 65% a 75 % del peso corporal. Así como la sangre, el resto de fluidos
corporales tienen una presencia importante de agua. Es increíble, pero la edad de la persona y el
peso corporal se entrelaza con el porcentaje de agua en el organismo. En la etapa de gestación un
humano tiene un 97 % de agua; y en la etapa final de su vida pierde un porcentaje de un 60% a
70% (Secretariado de la Comisión para la Cooperación Ambiental, 2006).

Casi todas las funciones del organismo funcionan con agua, veamos qué pasaría si nos falta el
líquido vital:

Si los pulmones no estuvieran permanentemente húmedos no se podría respirar.

El agua es el componente principal de las lágrimas, cuando lloramos permitimos la lubricación de


los ojos y la limpieza de la retina.

Para poder sentir los sabores de los alimentos la lengua tiene que estar lubricada con la saliva,
que en su mayor contenido es agua con enzimas proteicas.

Por medio de la transpiración (sudor) nuestro cuerpo expulsa sustancias toxicas, lo cual sirve para
regular nuestra temperatura interna corporal, sin esta tendríamos un sirope de calor y moriríamos
rápidamente.
Nuestra sangre está compuesta por un 55% de líquido denominado plasma, el cual se compone
principalmente de agua en un 90%, aminoácidos en un 7% y el 3% restante por: ácidos grasos,
glucosa, vitaminas, sales minerales, hormonas y productos de deshecho del metabolismo (entre
ellos las toxinas).

El área cubierta por cuerpos de agua lénticos en Colombia equivale a 8.312 Km2 (0,7% de la
superficie continental); de los cuales 3.976 Km2 corresponden a ciénagas, 2.583 Km2 está ocupado
por pantanos, 1.234 Km2 son lagunas y 519 Km2 son embalses hídricos (Secretariado de la
Comisión para la Cooperación Ambiental, 2006).

La causa principal por la cual estamos padeciendo la crisis del agua es el uso inadecuado que
ejercemos sobre ella. Por lo anteriormente expuesto es que el uso eficiente de este líquido
precioso debe ser una prioridad en las sociedades para garantizar una sustentabilidad hídrica en el
país. Debemos contribuir a proteger el agua haciendo uso eficiente de ella desde todos los
campos: vivienda, trabajo y estudios. Se puede empezar por nuestro hogar, de forma sencilla con
algunos consejos haremos preservar el ambiente y ganaremos un poco de dinero en nuestras
facturas del servicio.
Nuestra huella hídrica en Colombia. Datos del uso del recurso

La huella hídrica es también llamada “Huella de agua”, y fue definida por el profesor holandés
ArjenHoeckstra: “El total de volumen de agua dulce que se utiliza para el consumo de un individuo
o comunidad al adquirir un servicio de dicha índole”. Sabemos poco en términos comunes de lo
que verdaderamente implica dicho concepto, sin embargo, es para todos evidente la importancia
de entenderlo ya que es parte esencial de nuestra vida cotidiana (Liu, Chen, Wang, & Chen, 2015).

La huella hídrica permite un balance entre los distintos productos que a diario consumimos en su
forma final, es decir, podemos conocer todo el proceso de gasto en volumen de agua (m3) de un
servicio o producto que adquirimos, tal como: la cerveza, una taza de café, una taza de leche,
huevos o de una camiseta. Este índice proporciona un panorama más amplio y nos lleva a un
autorreflexión, ¿qué tanto contribuimos al cuidado del líquido vital cuando compramos y
consumimos sin medir nuestras acciones?

El último informe llamado Estudio nacional de Huella Hídrica - Colombia Sector Agrícola es algo
alarmante, pues sobrepasa la concepción de las causas y efectos en los sectores como ganadería y
agricultura. La sostenibilidad del recurso hídrico, especialmente en agua gris, se calcula con la tasa
de retorno de agua azul y verde especialmente en los productos generados en todas las cadenas
de proceso, como beneficio de café y arroz.

• Azul es la cantidad de agua dulce consumida proveniente de fuentes superficiales o subterráneas

• Verde es la cantidad de agua lluvia que queda atrapada en la materia prima, es decir, se
convierte en humedad de la misma

• Gris es la cantidad de agua dulce necesaria para diluir y asimilar la carga de contaminantes o
vertimientos (Arévalo, Lozano, & Sabogal, 2011).

Según el informe IDEAM (IDEAM, 2015) en zonas geográficas los resultados de huella hídrica por
producto agrícola se evidencian con el impacto de los monocultivos de café, arroz, palma africana
y caña de azúcar, con una prevalencia de agua gris relacionado con la contaminación de un 50 %
en relación al agua azul. El café en el proceso de extracción del grano seco contamina y eleva el
valor del agua gris en regiones tradicionales como el departamento de Quindío y Antioquia
(IDEAM, 2015).

Otro impacto de la huella hídrica en nuestro país son las regiones de proyección agrícola, en estas
se presenta la insostenibilidad de productos tradicionales que están desplazados por otros que
requieren para ser más productivos mayor disponibilidad de agua especialmente de tipo azul. Los
acuíferos y aguas subterráneas en algunas zonas son expropiados sin la debida concesión de aguas
destruyendo el balance ecológico y erosionando el suelo.

En este estudio se determinó que el 30% de la región Andina se encuentra entre las zonas con un
alto valor de huella hídrica azul y verde ya que es donde nacen los ríos y el ciclo hidrogeológico de
las cuencas de Colombia (IDEAM, 2015). La salud y vida de estas zonas se ven amenazadas porque
la demanda crece dos veces en conjunto con la población y las tierras de vocación agrícola, lo que
genera una tasa de retorno en agua gris significativa que se ve reflejado en la contaminación de las
principales cuencas como la del Magdalena, Cauca y Amazonas (IDEAM, 2015).

Agua en Colombia y algunas actividades de impacto

La justicia social del agua y de su explotación se pone a prueba cuando se hace la defensa de la
naturaleza como productora de dos riquezas que se ponen en juego como poder y necesidad: el
agua y la minería. Por una parte la minería genera riqueza económica a quien lo explota, a quien
abastece de insumos para la explotación y sirve para el sostenimiento de quienes trabajan como
mineros; por otro lado, el agua como riqueza natural no da la riqueza económica de la minería,
pero es necesaria para la humanidad y para dar sostenibilidad ambiental al sector que la produce;
De ahí el juego de los dos poderes del agua y la minería. De otra parte, surge el poder político en
razón a que son estos quienes determinan hacia donde se inclina la balanza (Lenis, López, Carlos
Ulloa, Olaya, y Fernanda Gutiérrez, 2012).

Según estudios de Ingeominas en los últimos años se han otorgado más de 46 títulos mineros en
zonas protegidas como parque naturales que suman más de 46000 hectáreas, especialmente
dadas a personas naturales y a multinacionales. (Juan Mayr, ex Ministro de Medio Ambiente) Un
ejemplo claro de esta situación la tenemos en municipio de Tusa, el cual está casi aislado y al que
los medios de comunicación nunca se refieren, solamente cuando hay casos de mineros muertos
por las condiciones de seguridad de las minas ilegales, especialmente de carbón. Esta zona es rica
en páramos y ecosistemas estratégicos, donde la extracción minera lejos de ser un beneficio es
una maldición para sus habitantes y el ambiente: Se calcula que estas actividades generan hasta 3
pulgadas de agua contaminada por minuto a tierras fértiles a través de los desagües de cada mina.
De los 34 complejos de páramos (fábricas de agua) un 48% ya está afectado por la minería. “Entre
2020 y 2030, el 56% de los páramos y el 78% de los glaciares colombianos desaparecerán" (Unidad
Investigativa del periódico El Tiempo, Marzo de 2014) "Esto supone un problema de
abastecimiento de agua para una buena parte de la población y podría ser un indicativo de más
desastres por avalancha” (Max Enríquez, 2014)"Con los páramos desaparecería buena parte de la
oferta hídrica de Colombia; acarrearía la muerte de microcuencas abastecedoras de agua, y
pérdida de biodiversidad de manera irreversible Estamos hablando de un bioma ÚNICO en el
mundo" (Juan Mayr, ex Ministro de Medio Ambiente, Columna periódico El Colombiano, Febrero
de 2009).

Los usos del suelo que generan incompatibilidades con las porciones ínfimas de ecosistemas
estratégicos, se deben tener en cuenta en el plan de manejo de páramos propuesta en el
congreso, donde es de vital importancia que se protejan estas áreas por encima de los intereses
de las multinacionales (IDEAM, 2015).

En conclusión, la teoría del carácter renovable que venimos aplicando al agua puede estar bajo
serias dudas, dado que las cifras especializadas informan que los niveles de agua disponible se
vienen reduciendo de manera sensible, al tiempo que fenómenos como la sobrepoblación y los
propósitos para los que se utiliza el agua permiten anticipar que en un plazo mediano
demandaremos más agua de la que hay disponible. Es entonces cuando la nota predominante que
nos permite señalar que un recurso es renovable habrá desaparecido respecto del agua.

Contaminación atmosférica. Componente aire

Tal vez hemos escuchado en muchas zonas de nuestro país cómo la incidencia y la prevalencia de
enfermedades respiratorias está aumentando, especialmente en niños menores de 10 años sector
en el cual la tasa de enfermedades de este tipo está creciendo en un 5,6 % anual según los últimos
estudios del Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, lo que destaca a este grupo
etario como el más vulnerable. Este fenómeno se está presentando especialmente en áreas
urbanas de las principales ciudades como Medellín, Bucaramanga, Cali y Bogotá, con el
incremento de la concentración de contaminantes como el ozono estratosférico, dióxidos de
azufre, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y material particulado (Hernández, Aristizabal,
Medina, y Yenny, 2011).

Otro gas contaminante y muy relevante en la contaminación del aire en Colombia es el monóxido
de carbono identificado por sus siglas estequiometrias CO, generado por la combustión de
sustancias, especialmente derivados del petróleo, en fuentes fijas como también en las móviles.
Este gas afecta a las plantas especialmente en la taxonomía de las estomas necesarias para la
fotosíntesis, y es muy tóxico para los seres humanos ya que interfiere con el transporte de oxígeno
en la sangre. Los efectos en la salud se hacen más graves conforme mayor sea la cantidad de
monóxido de carbono en el aire y el tiempo de la exposición.

Los estudios epidemiológicos como el del EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Respiratoria)
reportan que en ciudades como Bogotá en la localidad Puente Aranda tienen una prevalencia del
11% por las actividades industriales, como metalmecánicas, fundidoras, y el trabajo en
laboratorios químicos, entre otros. Otro ejemplo es la localidad de Ciudad Bolívar en la parte alta,
en la que a causa de la extracción de la minería a cielo abierto se generan emisiones de material
particulado PM10 (partículas entre 10 partes por millón) generadas por la trituración y
pulverización de roca caliza para obtener el clinker necesario para la elaboración del cemento.
Añadido a esto están las épocas de sequía donde por los vientos se transportan la contaminación
de la parte alta a la baja, lo que genera brotes masivos de ERA (Enfermedades Agudas
Respiratorias) entre la población (Hernández et al, 2011).

El ICA (Índice de Calidad del Aire) es un indicador que nos permite conocer la calidad del aire en
nuestro país, y lo manejan las autoridades ambientales y de salud cuando hay variación en los
parámetros importantes en el aire que respiramos. En varias ciudades como Bogotá y Medellín en
los últimos años se ha declarado la alarma naranja que significa que grupos sensibles como adultos
mayores y niños deben tener una restricción para poder transitar con el aire contaminado. Los
otros niveles son rojo, marrón y violeta que nos indican que ninguna actividad está permitida y
que la calidad del aire es tan tóxica que no se recomienda ningún tipo de trabajo;
afortunadamente no hemos tenido una alarma de este tipo en nuestro país, pero en Bophal, India
con el accidente en la industria de químicos donde más de 5000 personas murieron se decretó una
alarma marrón, y en China en horas de la tarde cuando la solubilidad de los agentes
contaminantes del aire era más alta se declararon alarmas rojas y violeta.

Incidencia de sustancias químicas en el país

Colombia ocupa un puesto nefasto en cuanto al manejo de sustancias químicas peligrosas, uno de
esos riesgos se deriva de los contaminantes químicos y su manejo en las cadenas productivas.
Estas sustancias son utilizadas en la mayoría de las industrias y lógicamente los que tienen mayor
grado de exposición son los que están cumpliendo sus labores más cerca de la fuente. Pero, en
términos generales, la mayor preocupación cuando se estudia el motivo causal se deriva por la
falta de conocimiento e información de las sustancias químicas utilizadas, las malas prácticas y la
falta de cumplimiento de la normatividad, almacenamiento, transporte, manipulación y manejo de
sustancias peligrosas, lo que destruye y contamina ecosistemas naturales como humedales,
páramos, ciénagas, ríos y quebradas (Quintero, Múnera, Arroyave, y Duque, 2015).

Las medidas de protección para el manejo del asbesto son trajes de cuerpo completo con cinta en
los lugares por los que pueda ingresar el producto como los talones y muñecas, con mascarilla y
con respirador de auto contenido, el traje no debe estar rasgado y tan solo puede utilizarse una
vez.

Las medidas de protección es conservar el ambiente completamente aislado, que tenga la


ventilación y que las conexiones de luz estén completamente aisladas del producto. Es necesario
tener tres compartimiento para la salida del personal de estos ambientes: en el primero debe
haber una ducha en el cual la persona se pueda lavar completamente sin quitarse el traje en este
mismo compartimiento debe quitarse solo el traje y botarlo a la basura, y conservar la máscara de
respiración; en el segundo compartimento el empleado se lava nuevamente lavando muy bien su
cuerpo y la máscara al salir de esta cámara; la tercera es para quitarse la máscara y vestirse con
ropa cómoda o de calle (Quintero et al., 2015).

Es triste ver que en Colombia todavía existe y se comercializa esta fibra mortal llamada asbesto, o
amianto como se le ha denominado en los países latinos, aun sabiendo la cantidad de personas
que han muerto debido a la manipulación de este mineral. Un ejemplo claro es que en la
actualidad todavía existen minas a cielo abierto.

En Colombia, al igual que en otros países, la preocupación por la salud de sus habitantes debe ser
la prioridad, antes que un mercado. También se deben buscar otras fuentes de economía para el
país que no perjudiquen o maten a los ciudadanos. Hay miles de ejemplos de perjudicados por la
contaminación ambiental por el inadecuado manejo de sustancias químicas peligrosas, como los
derrames de hidrocarburos que están afectando nuestras zonas ricas en biodiversidad y
ecosistemas (Salinas, Covitt, y Gunckel, 2013)

Solo una décima parte de la población hace transacciones relacionadas con manejo de


residuos; cada día el ser humano se vuelve más consumista por el modelo económico capitalista
de vida de los países industrializados y si esto no cambia, estará condenado en los años venideros,
si es que ya no lo está. Estas conclusiones y su respuesta a la pregunta planteada en el inicio
relacionada con las problemáticas ambientales de Colombia vistas desde la mirada de los servicios
ecosistémicos y la identidad social, son una invitación para tenerlas presentes en su vida cotidiana.

Recuerde que algunas posibles acciones para ahorrar agua son: reducir el tiempo de baño en la
ducha, revisar que los grifos siempre estén bien cerrados, reutilizar el agua de la lavadora,
recolectar agua de la lluvia.

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