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Percepciones del pasado y el presente en parque arqueológico de

San Agustín: alcances y desafíos del patrimonio cultural

Laura Duque
María Alejandra Zapata

INTRODUCCIÓN

El patrimonio cultural en Colombia y el territorio, en general, están integrados y


protegidos a través de leyes y decretos establecidos en la Constitución política de
Colombia:

“Artículo 63: Los bienes de uso público, los parques naturales, las tierras comunales
de grupos étnicos, las tierras de resguardo, el patrimonio arqueológico de la Nación y los
demás bienes que determine la ley son inalienables, imprescriptibles e inembargables”. Y
“Artículo 72: El patrimonio cultural de la Nación está bajo la protección del Estado. El
patrimonio arqueológico y otros bienes culturales que conforman la identidad nacional,
pertenecen a la Nación y son inalienables, inembargables e imprescriptibles. La ley
establecerá los mecanismos para readquirirlos cuando se encuentren en manos de
particulares y reglamentará los derechos especiales que pudieran tener los grupos étnicos
asentados en territorios de riqueza arqueológica”; estos principios buscan definir conceptos
fundamentales en contextos pluriétnicos y multiculturales siendo la diversidad un
componente identitario en la nacionalidad colombiana. Teniendo en cuenta lo anterior,
presentaremos algunos alcances y pretensiones en la conservación y significación
identitaria del sitio arqueológico de San Agustín ubicado en el Huila. Este sitio es
considerado uno de los más importante a nivel Sudamericano y fue declarado por la
UNESCO como patrimonio histórico y cultural de la humanidad en 1995. Parque
Arqueológico San Agustín, (2020).
Parte del reconocimiento está en que se basa en una de las representaciones más
antiguas de América, del mismo modo, que el retrato de un pueblo escultor reposado en
vestigios de la civilización Agustiniana que data en 3,300 a.C.

Este sitio está conformado por cuatro mesitas donde se aprecian los conjuntos
funerarios, monumentales, tumbas y montículos artificiales, asimismo se encuentra un
bosque de 39 estatuas, una fuente y Alto de Lavapatas, un museo arqueológico en dos
zonas de reservas y depósitos de material excavados en el lugar. (ICANH, 2009)

Con base en estas premisas, estableceremos algunos alcances y desafíos en las


manifestaciones tanto de gestión como de conservación patrimonial y, la forma en que
participan las poblaciones indígenas alrededor del patrimonio dentro de contextos
territoriales.

DESARROLLO

El patrimonio arqueológico se entiende como el conjunto de vestigios dejados por


grupos humanos que existieron hace cientos de años que, a partir de la cerámica,
monumentos, esculturas, restos de viviendas y en general, la cultura material, muestran la
identidad del pasado. San Agustín al hacer parte del patrimonio cultural de la nación,
constituye una herencia dejada a todos los ciudadanos, por ende, hace parte de un bien
común.

De acuerdo con lo anterior, entendemos que, como patrimonio colectivo, se deben


aplicar alternativas de participación comunitaria en las que se proponga el alcance de este
bien para toda la población que se encuentra dentro y alrededor del sitio. Para las
comunidades indígenas Yanaconas del Huila, estos vestigios han sido parte de la
reivindicación cultural donde se intentan restablecer las conexiones culturales del pasado
con el presente de la comunidad.

Para ahondar en este punto, es necesario explicar que la identidad de la población


Yanacona se encuentra arraigada al Macizo Colombiano, comprendido entre el
departamento del Cauca, el Alto Caquetá, Nororiente de Nariño, Popayán, Puracé y el Alto
Magdalena, específicamente, en San Agustín; zona en la que el INCORA (Instituto
Colombiano de Reforma Agraria) reubicó a uno de los cabildos Yanacona que expuso ante
una petición jurídica ser ubicados en un departamento diferente al del Cauca pero que
estuviera relacionado con su origen y pertenencia ancestral común.

Partiendo de ese hecho, se generaron dificultades en los procesos de conservación


de los artefactos arqueológicos del parque de San Agustín, puesto que, de alguna manera
las estrategias ligadas a esta pauta de gestión establecida por el ICANH y la UNESCO en
sus directrices de protección del patrimonio mundial, excluyen los intereses del grupo
indígena refiriéndose a algunas dinámicas como “inadecuadas”, particularmente, la
apropiación, por parte de la comunidad, de una vía contigua a los predios del entorno
arqueológico con la intención de transportar material para la construcción de una maloka
y, también, la ejecución de ritos de pagamento y ofrenda que ponen en riesgo la percepción
territorial y a su vez el patrimonio inmueble. (Ruiz, 2018).

Ciertamente, las diferencias entre las instituciones y el grupo étnico se evidencian


en la medida en que se generan conflictos de carácter social y político con respecto a los
usos y funciones de los monumentos culturales en un marco territorial. Según Villegas
(2000) el discurso que gira alrededor del patrimonio se ubica en un espacio y temporalidad
específica, teniendo en cuenta que las conceptualizaciones y manifestaciones de la cultura
se dinamizan, se puede crear una representación discursiva donde se establezca una
revitalización cultural que identifique, condense y simbolicen espacios territoriales.

Sin embargo, en este caso, el discurso en torno a la gestión y conservación de la


herencia patrimonial no prima la capacidad de agencia de los actores locales en este
sistema, en lugar de ello, se observa que hay una jerarquización, en la que, la institución
define quién puede decidir sobre el territorio en el que se encuentran los caracteres
arqueológicos. Por eso, los sectores sociales se apropian del legado patrimonial de formas
diversas, y la institucionalización de este depende de criterios establecidos por una
comunidad académica y dominante, la cual elige saberes culturales que, aunque no
representan identitariamente a todos, se homogenizan a través de un componente educativo
en el que se hace plausible la apropiación de una sola forma de entender el capital cultural.

Justamente el capital cultural y simbólico existente en el margen patrimonial


contemporáneo se presenta desde una lucha desigual de saberes y sentidos, que propugnan
por la reproducción de las diferencias entre los grupos sociales. (García, 1999). Lo que
lleva a ver el caso de los Yanacona, desde una paradoja en la que se está invisibilizando su
participación y derecho al ser actores sociales del territorio, y que, al situarlos en torno a la
pregunta sobre cómo se gestiona el patrimonio cultural de San Agustín, se presenta una
arbitrariedad en la aplicación de los marcos constitucionales y legislativos, los cuales,
priorizan los criterios de los grupos étnicos.

REFLEXIÓN

Analizar las directrices patrimoniales colombianas, las cuales propenden por la


salvaguardia, protección, conservación, recuperación, sostenibilidad y divulgación de los
bienes patrimoniales ya sean materiales, inmateriales o naturales; permite ver que hay un
sesgo institucional, puesto que, en diferentes casos como el que se cita en este ensayo, la
construcción teórica del patrimonio no se refleja en la realidad fáctica de las comunidades
cuyo pasado reside en los territorios, que son representativos para las entidades que de una
u otra forma privatizan y se apropian de los elementos patrimoniales, para beneficiarse,
sobre todo, de forma económica.

De esta forma, la idea de que el patrimonio de la Nación es inalienable,


inembargable e imprescriptible es empleada para cobijar un Estado, que ha negado la voz y
el voto a los pueblos indígenas; etiquetándolos y estigmatizándolos como actores sociales
que están en contra de lo patrimonial, que deterioran los territorios; conllevando así, a que
se revictimicen los saberes ancestrales y anulando las formas en que los pueblos entienden
su territorialidad.

Frente a esto, desde la antropología y arqueología, son interesantes e importantes


aportes como los de Cristóbal Gnecco, al pensar en una arqueología de otra manera, en la
que las investigaciones y prospecciones del territorio se hacen junto a los miembros de las
comunidades indígenas, dándole principal protagonismo a la cosmovisión local que se tiene
del espacio geográfico, y así, propender por desestabilizar las relaciones coloniales que
siempre mantienen la misma jerarquía. De este modo, en la conceptualización y práctica
patrimonial también es trascendental construir directrices que estén de la mano con las
demandas y necesidades de las comunidades.
Bibliografía

Agustín, P. a. (19 de Julio de 2020). Obtenido de Turismo Huila:


https://sanagustinhuilacolombia.com.co/parque-arqueologico-de-san-agustin/

García Canclini, N. (1999). Los usos sociales del patrimonio cultural. En E. Aguilar
Criado, Patrimonio Etnológico. Nuevas Perspectivas de estudio (págs. 16-33). Andalucía:
Consejería de Cultura. Junta de Andalucía.

ICANH. (2009). Manual para el mantenimiento para la conservación de los parques


arqueológicos de San Agustín Alto de Ídolos y Alto de Piedras. Bogotá.

Perichi Carabalo, C. (2011). Patrimonio cultural un enfoque diverso y


comprometido. Unesco México.

Ruiz, S. (2018). Patrimonio y territorio: conceptos en construcción. Revista


Universidad del Externado, 1-60.

UNESCO. (2014). Gestión del Patrimonio Mundial Cultural.

Villegas, A. (2000). Plan de ordenamiento territorial de Medellín y el patrimonio


cultural. Congreso Naya 2000.

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