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1. INTRODUCCIÓN
Hace unos años asistí a un curso llamado “Relaciones entre ciencia y sociedad”,
organizado por el consejo de alumnos de la Facultad de Ciencias de la Universidad de
Extremadura. Andaba por aquella época a un tiro de piedra de acabar la carrera de
biología, y aquel curso me garantizaba la consecución del total de créditos de libre
elección necesarios para licenciarme. Aunque, como en botica, allí hubiera un poco de
todo, algunas de las charlas que se impartieron tocaron con exactitud las claves para
entender el innegable grado de desconexión existente entre el lenguaje científico y la
sociedad actual.
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Dejando a un lado ciertos mitos sociales que evocan al científico como un individuo
de escasa cordura y ensimismado en sus propios pensamientos, resulta interesante
preguntarnos por el interés real que la ciencia despierta en la sociedad actual. Es
evidente que en los tiempos que corren, el concepto de ciencia ha experimentado un
cambio sustancial con respecto al pasado. Ya no se habla de una comunidad cerrada,
ni de una exclusividad para acceder a cierto grado de conocimiento científico. Hoy por
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Echando un rápido vistazo a las encuestas del apartado anterior, podemos decir
sin miedo a equivocarnos que, de una manera más o menos general, la sociedad
europea está implicada en el conocimiento de la realidad científica actual. Otra cosa
bien distinta es, no solamente la facilidad con la que podemos acceder a este
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conocimiento, si no la fiabilidad que nos ofrecen los medios que pueden acercarnos a
él.
A) TELEVISIÓN
Parece claro que la caja tonta, pese al creciente auge de Internet, sigue siendo la
opción mayoritaria a la hora de interesarnos por la investigación científica. La realidad
es que en España, generalmente la televisión no ofrece un tratamiento satisfactorio de
las noticias de este campo. Si obviamos los escasos programas especializados en el
tema -la mayoría en la televisión pública, ya que son escasas las cadenas privadas no
de pago que apuestan por ello-, el tratamiento de la ciencia dentro de los espacios de
información general es más bien escaso. En los telediarios, por ejemplo, los espacios
dedicados a la ciencia son minúsculos y a menudo ininteligibles, dado que en muchas
ocasiones se dedican a transcribir discursos literales de investigadores que la mayoría
de la audiencia no logra desentrañar.
B) INTERNET
C) PRENSA
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D) PUBLICIDAD
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Hace unos años se emitía por televisión un spot publicitario de una determinada
marca de agua mineral. El anuncio en cuestión nos hablaba de las bondades del agua
en la eliminación de residuos del organismo, y consistía básicamente en el plano fijo
de un vaso de cristal lleno en un tercio de su capacidad con agua recubierta con una
película de un residuo aceitoso. Un brazo irrumpía en la secuencia vertiendo poco a
poco agua en el vaso y, a medida que éste se llenaba, la película aceitosa iba
ascendiendo al compás el nivel del agua hasta que el líquido se desbordaba
expulsando el residuo del recipiente.
Una analogía rigurosa y eficaz, sin artificios. Realmente no se necesita mucho más
para transmitir un concepto con claridad; tanto que, año tras año, lo uso como ejemplo
para mis alumnos. Sin más ni más, quince segundos de ciencia pura.
4. CONCLUSIÓN
El eurobarómetro citado en este artículo nos dice que un 31% de los ciudadanos
de la Unión Europea afirma que las noticias que más le interesan son las relacionadas
con la investigación científica. No es mi intención desacreditar una fuente de
información tan respetada, pero hablando en plata, yo eso no me lo creo; al menos en
mi particular microcosmos de 20 personas, no. Quizás pueda argumentarse que este
dato cuenta con escaso valor estadístico debido al reducido número de individuos del
muestreo, pero sospecho que si ampliamos el rango hasta llegar al total de habitantes
de mi ciudad, tampoco alcanzaríamos ese más que optimista treinta y uno por ciento.
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BIBLIOGRAFÍA
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