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El dominio del fuego interior

Thich Nhat Hanh


Capítulo 6. Tu Sutra del corazón. Pp. 122-124
Ediciones Oniro
2002

Cuando la plena conciencia está ahí estás a salvo

Hemos de estar ahí para nuestra ira, hemos de reconocer su presencia y cuidar de
ella, algo que en psicoterapia se llama <<entrar en contacto con la ira>>. Es algo
maravilloso y muy importante. Cuando la ira se manifieste en vez de reprimirla
reconócela y abrázala.

Pero en este caso la pregunta importante es: ¿quién entra en contacto con la ira,
cuida de ella y la reconoce? La ira es una energía, y si ésta es incontenible,
puedes ser víctima de ella. Has de ser capaz de generar otra clase de energía que
te ayude a reconocer la ira y a cuidar de ella. La ira constituye una zona de
energía que necesita que uno entre en contacto con ella y la reconozca. La
cuestión es: ¿quién entra en contacto con qué? ¿Qué energía puede entrar en
contacto con ella y reconocerla? Es la energía de ser consciente. Por eso cada
vez que nos enojamos practicamos es respirar y caminar conscientemente para
sentir la semilla de ser consciente y generar esta energía en nosotros.

La energía de ser consciente no está ahí para reprimir, sino para dar la bienvenida
a la ira y reconocerla: <<Hola, ira mía, sé que están ahí, vieja amiga>>. Ser
conscientes es la energía que nos ayuda a saber lo que hay ahí. Siempre es ser
conscientes de algo. Puedes serlo de tu inspiración o de tu espiración; respirar
conscientemente consiste en esto. También puedes ser consciente del té que
estás tomando, lo cual es beber conscientemente. Cuando comes siendo
consciente de ello, estás comiendo conscientemente. Cuando caminas siendo
consciente de ello, estás caminando conscientemente.

En este caso hacemos la práctica de ser conscientes de la ira: <<Sé que estoy
enojado, y que esta ira está en mí>>. Por tanto, el ser consciente es sentirla,
reconocerla, darle la bienvenida y abrazarla, en vez de luchar contra ella o
reprimirla. El papel de ser consciente es como el papel de una madre que abraza y
tranquiliza al bebé que sufre. La ira está en ti, es tu bebé, tu hijo, y has de cuidar
de ella. Cuando reconoces –la ira, la energía de ser consciente dice: <<Hola, ira
mía, sé que estás ahí. No te preocupes, voy a cuidar de ti>>. En el momento en
que eres consciente, estás a salvo, puedes sonreír, porque la energía del Buda ha
nacido en ti.
Si no sabes manejar la ira que sientes, ésta puede llegar a matarte. Si no eres
consciente de ella, puedes convertirte en su víctima. Esa emoción puede hacerte
vomitar sangre e incluso matarte. Muchas personas mueren por culpa de ella,
porque provoca un shock en el organismo, y crea una enorme presión y dolor en
tu interior. Cuando el Buda está presente, cuando la energía de ser consciente
está ahí, estás protegido. Ser consciente te ayuda a ocuparte de la situación.
Cuando el hermano mayor está ahí, el hermano pequeño está seguro. Cuando la
madre está ahí, su hijo está a salvo. A través de la práctica, la madre o el hermano
mayor que hay en ti aprenden a cuidar cada vez mejor de la ira.

Mientras reconocemos y abrazamos nuestra ira, debemos generar la energía de


ser conscientes en todo momento. Y lo logramos haciendo continuamente la
práctica de caminar y respirar de manera consciente.

Si no eres consciente, nada te ayudará a sentirte mejor, aunque aporrees una


almohada con todas tus fuerzas.

Golpear una almohada no te ayuda a entrar en contacto con tu ira ni a descubrir


su naturaleza. Ni siquiera sientes la almohada, porque si la sintieras sabrías que
no es más que una almohada, que no es tu enemigo. ¿Por qué la golpeas,
entonces? Porque no sabes que tan sólo es una almohada.

Cuando entras en contacto con algo realmente, conoces su verdadera naturaleza.


Si entras en profundo contacto con una persona, sabes quién es de verdad. Si la
energía de ser consciente no está presente, no podrás entrar en contacto con
nada ni con nadie. Sin esta energía, te conviertes en una víctima, porque la ira te
empuja a hacer cosas dañinas.

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