Está en la página 1de 3

21/11/2020 El poeta Alberto Blanco - La Jornada

domingo 18 de noviembre de 2007 → Opinión → El poeta Alberto Blanco


Elena Poniatowska/ I

El poeta Alberto Blanco


Ampliar la imagen En 1973, al poeta, pintor, químico y músico Alberto Blanco le robaron de su
coche todo lo que había escrito durante dos años de trabajo. La desesperación
lo hizo rescribirlo y al hacerlo se le descorrió un velo. “Allí donde creí que
iba a perder todo estaba mi fuerza”.

Nacido en 1951, egresado de la Ibero como químico con mención honorífica


por una investigación sobre sustancias sicotrópicas, Alberto Blanco es un
hombre del Renacimiento. Sus múltiples talentos lo llevaron también a hacer
una maestría en estudios orientales en El Colegio de México, en el área de
El poeta, pintor, quimico y China.
músico Alberto Blanco,
durante la inauguración de una Sin embargo lo conocemos mejor como poeta y un poeta que ha sido
exposición de sus obras en la traducido al inglés, francés, alemán, holandés, sueco, danés, búlgaro, rumano,
ruso, italiano, japonés y portugués. Blanco fue el primer mexicano publicado
Estación Indianilla, en
por la editorial City Lights, de Lawrence Ferlinghetti. “Para mí esto fue un
septiembre pasado
sueño: ver aparecer un libro mío en esta editorial que tiene tanta tradición en
Foto: Francisco Olvera la poesía de lengua inglesa en nuestro siglo”.

En 1988 recibió el Premio de Poesía Carlos Pellicer. Amigo de Francisco Toledo, quien ilustra sus libros de
poesía, así como de Vicente Rojo, Alberto Blanco también es el autor de casi cien portadas de libros para el
Fondo de Cultura Económica.

–Empezaste siendo pintor, Alberto…

–Dibujo desde que yo recuerdo y escribo al mismo tiempo. Claro que esa manera de ejercer la creatividad como
niño es algo muy natural, pero llega el momento en que uno entra en crisis, en la adolescencia; ese es el
momento en que uno descubre la tradición: eso que hay detrás de cada una de las artes. Entonces el juego deja
de ser algo ingenuo y uno comienza a conocer todo lo que se ha hecho con el lenguaje. Esa crisis para mí se dio
cuando tenía 17 años y coincidió con el movimiento del 68, en el cual participé. Yo creo que fui uno de los más
jóvenes, apenas estaba terminando la prepa. En todo caso, a partir de entonces mi relación con el lenguaje se
volvió más compleja de lo que había sido, aparte de que las lecturas, sobre todo las de poesía, se multiplicaron
muchísimo.

–¿A qué poetas leías? ¿A Ramón López Velarde?

–No, fíjate que a López Velarde no lo conocía entonces. Yo fui un lector precoz, leí muchísimo para mi edad,
pero poca poesía. A los 16 o 17 años descubro a todos los simbolistas franceses, a Baudelaire, a Rimbaud, y a
través de ellos, a los surrealistas. Realmente la poesía mexicana la comencé a descubrir después, de tal manera
que López Velarde no fue de mis primeras lecturas. En todo caso queda claro que algo pasó en aquellos años –y
yo creo que es una experiencia central para entender la práctica de la poesía– cuando descubrí que las palabras
no son nada más un vehículo para expresar lo que uno siente, lo que piensa, imagina o sueña, lo que nos duele o
molesta, si no que existe otra posibilidad, que es lo que a mí se me reveló entonces, a los 18, 19 años, que es la
https://www.jornada.com.mx/2007/11/18/index.php?section=opinion&article=a04a1cul 1/3
21/11/2020 El poeta Alberto Blanco - La Jornada

de empezar a descubrir lo desconocido a través de las palabras. Se trata de un proceso que podríamos
considerar inverso: uno se pone al servicio de las palabras, y las palabras son las que empiezan a guiar la
búsqueda y a mostrar cosas que jamás había pensado, sentido, soñado o imaginado. Cuando se abre la
posibilidad de usar las palabras al revés de como se usan normalmente, comienza un juego por entero distinto.
Desde entonces la escritura se convirtió para mí en un verdadero oráculo, una práctica de introspección y de
conocimiento.

–¿Cuándo hiciste tu primer poema?

–Te puedo decir cuándo publiqué mi primer poema: en 1970 me tocó padecer una hepatitis muy fuerte; yo
estudiaba ingeniería, pero me sentía muy fuera de la jugada en ese mundo. Para entonces ya llevaba varios años
escribiendo y entendí desde un principio que si lo que me interesaba era la poesía, no tenía dónde estudiarla;
tuve la intuición, creo yo que certera, de que no era estudiando literatura como iba yo a escribir. Así que como
me daba igual estudiar cualquier cosa tenía todo el campo abierto; podía estudiar una cosa u otra. En la decisión
de estudiar ingeniería pesó la tradición familiar: toda la familia, por el lado de mi padre, es de ingenieros. Sin
embargo en 1970, desesperado en la escuela de ingeniería, decidí inscribirme en pintura en San Carlos porque
yo seguía dibujando; y justamente el día que tenía que presentar el examen de admisión me diagnosticaron la
hepatitis que me tuvo tres meses en cama, y desde ahí publiqué un poema en prosa muy breve que se llama El
vacío, que apareció en la revista El cuento, de Edmundo Valadés, en 1970. Tenía yo 19 años pero pasó mucho
tiempo antes de que apareciera mi primer libro; hasta 10 años después –en 1979– se publicó Giros de faros, en
el Fondo de Cultura Económica.

–¿Después abandonaste la pintura?

–Nunca la he abandonado. Para mí la práctica de las artes visuales ha sido una constante en mi vida, lo mismo
que la música. En esa época, en 1970, yo tocaba –bueno, más bien componía y cantaba– con una banda de rock
muy buena que se llamó La comuna. Tocábamos mucho y en todas partes.

–¿Qué instrumento tocabas?

–Yo nada más cantaba, todavía no podía tocar ningún instrumento. Pero aprendí piano y lo sigo tocando hasta la
fecha. Me gusta mucho componer. El piano es una compañía y una práctica constante, no lo cambiaría por nada.

–¿Y qué cantabas?

–Lo que componía, lo que me llegaba, aunque también éramos capaces de tocar piezas de muchas bandas
populares en ese entonces, porque tocábamos en fiestas, en festivales, en toda clase de “tocadas” y podíamos
interpretar música de muchos grupos, de muchos roqueros y compositores. Pero lo más importante es que
teníamos nuestra propia música. Podíamos tocar música de Bob Dylan, de los Beatles y los Stones, de las
bandas de San Francisco de entonces, de Santana, de Quicksilver, de Jefferson Airplane, incluso de Frank
Zappa, que entonces no era un músico muy popular ni muy conocido en México.

“Éramos siete. Duramos cinco años; un buen rato. Fuimos contemporáneos de El Tri, de Alex Lora –que
entonces, claro, era el Three Souls in my Mind– y tocamos juntos muchas veces. Lo mismo con Tinta Blanca,
Bandido, El Amor y otros.

–¿Alex Lora es bueno?

–(Ríe) Él mismo dice que El Tri no es bueno, que es malo, malísimo, pero no es cierto; la verdad es que el que
porfía mata venado. Después de tantos años de andar rocanroleando ha perfeccionado su estilo, y ha conseguido
lo que no logró ningún grupo de entonces, que fue sobrevivir a la tierra baldía de los hoyos fonquis y de la
represión que se vino en México después de Avándaro. Ninguna banda de aquellos tiempos soportó las
condiciones terribles en las que quedó sumido el rock nacional porque se cerraron todos los espacios salvo los
fonquis ya que los hoyos estaban en el más estricto underground. Pero a principios de los años 70 hubo un
momento en que se abrieron espacios en las disqueras, en la radio, hasta en la televisión para grupos de rock
https://www.jornada.com.mx/2007/11/18/index.php?section=opinion&article=a04a1cul 2/3
21/11/2020 El poeta Alberto Blanco - La Jornada

mexicano, incluso para rock en español que entonces era un tabú. Pero después del festival de Avándaro, y
dentro de la atmósfera de toda la represión que se dio del 68 al 71 se cerraron todas las posibilidades de reunión
de jóvenes en torno al rock, que quedó sumergido en condiciones muy precarias y las bandas no soportaron esa
situación. No había lugares donde tocar ni dinero para las tocadas, no había manera de sacar la música por radio
ni se hacían grabaciones ni existían los medios que ahora existen. Pasó mucho tiempo antes de un cambio, y la
única banda que sobrevivió fue El Tri. Así que ese mérito no se lo puede quitar nadie a Alex Lora. Saca la
grabadora mi niño…

Agregar un Comentario

Copyright © 1996-2020 DEMOS, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V.


Todos los Derechos Reservados.
Derechos de Autor 04-2005-011817321500-203.

https://www.jornada.com.mx/2007/11/18/index.php?section=opinion&article=a04a1cul 3/3

También podría gustarte