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Que Es La Historia
Que Es La Historia
lo empezaron Bernhard ni Sutton, sino el mismo
Stresemann. ¥ si tuviéramos, por ejemplo, los apun-
sesde Chicherin acerca de dichas conversaciones, nos
‘gedariamos sin embargo enterados tan sélo de lo
== de ellas pensaba Chicherin, y lo que realmente
scurrid tendrfa igualmente que ser reconstruido en
% mente del historiador. Claro que datos y docx
sSentes son esenciales para cl historiador. Pero hay
25————
“Gié quardarse de convertirlos en fetiches. Por si
sol tit historia; no brindan por s{ solos
a Ja fatigosa_ pregunta
Liegados a este punto, quisiera decir unas palabras
sobre Ix razén por la que los historindores del siglo
pasado solian desentenderse de la filosofia de la his
toria. La expresién Ja inventé Voltaire, y desde enton-
ces se la viene utilizando en distintas acepciones; pero
yo Ia usaré, si es que alguna vez la uso, como con-
estacion a muestra pregunta: Qué es la Historia?
Para los intelectuales de Europa occidental el siglo x0x
fue un perfodo cémodo que respiraba confiamza y oF
timismo, Los hechos resultaban satisfactorios en con-
Junto; y la inclinacién a pluntear y.contestar pre
guntas molestas acerca de elles fue por lo tanto debil,
Ranke creia pisdosamente que Ia divini
inicindos en los designios de la eterna sabiduria». El
profesor Butterfield apuntaba con visible satisfac
ion, nada menos que en 1931, que «los historiadores
than reflexionade poco acerca de la naturaleza de las
cosas y aun acerca de In-naturaleza de su propia ma-
teria de estudio» (15). Pero mi predecesor en estas
conferencias, el Dr. A. L. Rowse, mis preciso en su
critica, escribié de «La Crisis Mundial» de Sir Wins
ton Churchill (su libro acerea de la primera Guerra
Mundial) que, aungue estaba a la altura de la Histo-
ria de la Revolucién Rusa de Trotsky en lo que hacia
a personalidad, viveza y vitalidad, quedaba por de-
oh, Pomanas, The Wg Inaprtion of Hoy (BL oe
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rovidencia ~
seencargacia del signifiady-de histor él se en
cargaba de los hechos; y Burckhardt, con un matiz
cinico mis moderno, observaba que «no estamos
‘eejo de clis a.un respecto: «no habia detrés filosofia
© fa Historia alguna (16). Los historiadores brit:
‘Gos se negaron a dejarse arrastrar, no porgue cre
geen que la historia carece de sentido, sino porque
Fearn a éste implicito y evidente. La concepcién libe-
‘tal de Ja historia del_sij ‘estrecha afi-
‘séiad con la doctring_econémica de! _(aissecfaire,
a ee ee serena ¥
a, Cue cada cual prosiga con su especialided,
Fe proveers la mano oculta a a ormonfa universal
Eis fechos de la historia cran por si mismos una
{del hecho supremo de que existia un progreso
ery a porccer Innit, hacia coms mie eleva
&s Era aquélla Ia edad de Ia inocencia, y los ‘histo-
“adores paseaban por e! Jardin del Edén sin un re-
ero de Silosofia con que cubrirse, desnudos y sin
Greczorzarse ante el dios de In historia. Desde enton-
fax hemos conocido el Pecads y hemos experimen
Sto en nosoires la Caida; y los historindores que en
G actualidad pretenden dispensarse de una filosofia
& ba historia tan sélo tratan, vanamente y sin natu
‘alidad, como miembros de una colonia nudista, de
secrear el Jardin del Edén en sus jardincillos de su-
urbio, La molesta pregunta no puede ya ser eludi-
hos.
Durante los dltimos cineuanta afios se ha Hlevado
‘a cabo no poce trabajo serio a propésito de la pre-
gunta: ¢Qué es la Historia? De Alemania, el pafs que
Sento iba a contribuir a perturbar el muelle reinado
Zeal iberalismo decimonénico, salié en los dos iiltimos
(08) A. L, Rewee, The End of am Epoch UMD, pies, 22283,
adecenios del siglo xmx el primer desatto a la doctrina
de la primacia y la autonomis de los hechos en ta
historia. Los filésofos que salicron a la palestra ape~
nas son ya algo m4s que nombres: Dilthay es ol iat
co que ha sido recientemente objeto de un tardio re-
canocimiento en Gran Bretafia, Antes de cambiar ct
‘Siglo, Ia prosperidad y Ia confianza eran todavia de-
masiadas en este pafs para dedicar atencién alguna
a los herejes que arremetfan contra el culto de. los
hhechos. Pero no bien hubo empezado el nuevo siglo,
paso a Italia Ia antorcha, donde empezaba Croce
abogar por una filosofia de la hisioria que desde luc-
g0 debia mucho a los maestros alemence. Deolaré
Croce que toda Ia historia es chistoria contempors-
nea» (17), queriendo eon ello decir que la historia
consiste esencialmente en ver el pasado por 16 ojos
del presente y ala lz de los problemas de ahora, y
que le tarea primordial del historiador no es recoger
datos sino valorar: porque si no valora, 2cémo puede
saber To que merece ser recogido? En1910 el histo-
ddador norteamericano Carl Becker afirmaba, con
lenguaje delitorsdamente provocader, que «los he-
chos de Ia historia no existen para ningtin historia-
dor hasta que él los creas (18). Tales desaffos pasa-
ron Ye momento casi desapercibidos. Hasta pasa-
do 1920 no empezé a estar de moda Croce —y Io es-
tuvo bastante— en Francia y Gran Bretaiiz, Y no
tal ver porque Croce fuera pensador mis sutil o me-
1) HL sontesto de ese famom alorisuo es ol egvlete: “Lot ne
qistes potion mbyaocrtor » tado juno Miiioe dan» ln hls
Sis toda ef caicter de “aitora coutempertnea, powaue, er fetotos
fetuporuiscate que nos parent Tow avouecaietion not ctalowadon,
Ss Matra ice ‘ealad «inp aceasta
Sltscloues preentes en que Morte tice scomoelnieris”
Sta inane cone Hine te ls Leeds tas ee Fe 6. Be
Mise.
(UB) Adanle Monthy, octubre 110, pg 22
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stilista que sus predecesores alemanes, sino por
después de la primera Guerra Mundial los he
parecieron sonreimos de modo menos propicia
‘en los afios anteriores a 1914, y éramos por tanto
‘wits asequibles a wns filosoffa que se proponfa dismi-
“sa=& su prestigio. Croce ejerci6 wn gran influjo sobre
“@ Biéiofo ¢ historisdor de Oxford, Collingwood, el
“em pensador briténico de este siglo que haya rea-
Seso um aportacién seria a la I histo-
‘Se No wivi6 Jo bastante para escribir el tratado six
Sesitico que tenfa planeado; pero sus papeles, publi
'y no publicados, sobre el particilsr, fueron re-
“gapidos después de su muerte en un volumen editado
== 1645, tirulado Lo Idea de ta Historia,
Poede resumire coms sigue ol parecer de Colig:
seoed. La Filosofia de la historia no se ocupa edel pz
bs ex sie af se ln opinion que de él.en_s{ se forma
‘PEstoriadors, sino ede ambas cosas relacionadas
‘geze sic. (Esta aseveracién refleja los dos signitica-
Beencurso de la palabra chistoriaw: Ia investigacién
‘Bemads a cabo por el historiador y Ja serie de acon-
Sinn del pasado que investiga. «El pasado que
semis el historiador no es un pasado muerto, sino
sem pasado, que ca cierto modo vive atin en el pre-
‘geste>, Mas un acto pasado est4 muerto, es decir, ca-
‘s== de significado para el historiador, a no ser que
“$e pueda entender el pensamiento que se sitiia tras
For eso, «toda la historia es la historia del pensa-
Sess cla Historia os in reproduccidn ca la mee
‘= £1 historiador del _pensamiento cuya historia es-
Sesa> La reconstitucién dei pasado en la mente dei
‘Sescociador se apoya en la evidencia emptrica. Pero no
== suyo un proceso empirico ni puede consistir en
se sera enumeracién de datos. Antes bien el pro-
»ceso de reconstitucién rige la seleccién y la interpre:
tacién de los hechos: esto es precisamente lo que los
hace hechos histéricos, Historia», dice el profe-
sor Oakeshott, que en esto esié muy cerca de Co-
lingwood, «es la experiencia del historiador. Nadie la
“hace” como no sea el historiador: el nico modo de
acer historia es escribirla> (19),
Esta critica pencirante, aunque puede Snspirar so
rae reservas, saca a la uz ciertas verdades olvidedae.
Ante todo, los hechos de Ia historia nunca nos
ilegan en estado También podría gustarte