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Sinopsis
Cuando se despierta en un lugar desconocido, Skye sabe que algo terrible
le ha sucedido. Pero no es hasta que escucha a Asher, el ángel oscuro y
rebelde del que se enamoró, que los recuerdos de Devin y su estruendosa
traición le llega de golpe.

Skye vuelve a casa, pero con el conocimiento de quién es en realidad,


nada podrá ser igual alguna vez. A medida que pone a prueba los límites
de sus nuevos poderes, Skye descubre que es capaz de mucho más de lo
que nadie podría haber imaginado. Tanto la Orden como la Rebelión la
quieren de su lado a medida que la guerra entre las facciones se cierne.
Ella no puede perdonar a la Orden por casi matarla, pero algo la retiene
de aceptar la Rebelión.

Segundo libro de la serie A Beautiful Dark

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Índice
Sinopsis Capítulo 15
Prólogo Capítulo 16
Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2 Capítulo 18
Capítulo 3 Capítulo 19
Capítulo 4 Capítulo 20
Capítulo 5 Capítulo 21
Capítulo 6 Capítulo 22
Capítulo 7 Capítulo 23
Capítulo 8 Capítulo 24
Capítulo 9 Capítulo 25
Capítulo 10 Capítulo 26
Capítulo 11 Capítulo 27
Capítulo 12 Capítulo 28
Capítulo 13 Capítulo 29
Capítulo 14 Capítulo 30

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Prólogo
Traducido por LizC
Corregido por Angeles Rangel

Estoy cerniéndome en el borde.

Es pleno invierno, y la nieve cubre las laderas como si estuviera tratando


de enterrarnos. Puedo escuchar el sonido de las voces de mis compañeros
haciéndose eco en las montañas a medida que se ríen y remontan
alrededor. Puedo ver a mi mejor amiga, Cassie, abajo en la pendiente de
principiantes, gritando cuando cae por enésima vez, y a nuestro amigo
Dan riendo mientras le ayuda a levantarse. A unos metros de mí, en la
cima de la montaña, Ian se acomoda las gafas sobre los ojos. Me siento
atraída por el borde, tentada por el abismo de abajo.

Siempre estoy dividida. Entre el control y el caos; la pasión y la


tranquilidad. Entre lo que está predestinado y lo que quiero. Una parte
de mí anhela dar el paso, a tirarse de cabeza y dejar que la sensación de
control se evapore en el viento. Y una parte de mí quiere estar en un
lugar donde nunca tendría que preocuparme acerca de esa elección… o
cualquier elección. Donde la paz y la calma son las únicas cosas que
sienta. Después de una vida de tratar de borrar el dolor por la muerte de
mis padres, de la tía Jo y mis amigos devotos ayudándome a poner las
piezas juntas de nuevo, tal vez ahí es a donde pertenezco. Tal vez me
merezco un poco de paz, después de todo.

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Pero cuando doy un paso atrás del borde, se desvanece la adrenalina, y
todo lo que queda dentro de mí es un frío vacío. No siento más el dolor.
Pero no siento felicidad, tampoco. Hay una voz en mi oído, susurrando:
Toma una elección, Skye. No puedes mirar por el borde de este precipicio
para siempre.

En el sueño que tengo todas las noches, he tomado mi decisión. Cada vez,
voy a saltar. Para permitir que no sólo el dolor se precipite al interior
sino también cualquier otro sentimiento que venga con él: amor, dolor y
alegría. Quiero volar por esa pendiente y nunca mirar hacia atrás.
Quiero tantas cosas. El deseo es lo que me impide ser capaz de existir en
un perpetuo estado de calma.

Así que rectifico mis esquís. Me preparo para empujarme abajo por la
montaña.

Pero siempre hay alguien que me detiene. Un ángel rubio helado, con el
rostro calmadamente familiar y aun así aterrador al mismo tiempo. Sus
alas son tan deslumbrantemente blancas que tengo que cerrar los ojos. Y
mientras sus alas están cerradas, el frío acero de una hoja cae
directamente a través de mí. El dolor se precipita a medida que la espada
sale. No puedo tomar una elección entre el caos y el control, porque ya lo
han hecho por mí.

Soy despojada entre las nubes.

Tengo el sueño cada noche. Y nunca me despierto con el alivio de que es


sólo un sueño. Debido a que durante varios días, no me despierto en
absoluto.

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Capítulo 1
Traducido por LizC
Corregido por Angeles Rangel

L
o primero que noté cuando abrí los ojos fue la luz gris que me rodeaba
como una película de gasa. Respingué y entrecerré los ojos, tratando de
enfocar mi visión, pero la luz era tan brillante que mi cabeza empezó a
palpitar. Cerré los ojos de nuevo, y tomé una respiración profunda.

Eso estuvo bien. Estaba respirando ahora, al menos. Eso significaba que no estaba
muerta.

Cuando abrí los ojos otra vez, intenté enfocarme con más ganas, luchando para
darle sentido a dónde estaba. El frío se filtraba a mi alrededor, por lo que traté de
empujar mi jersey tejido de color crema alrededor de mi barbilla. Un tejido raído
me rozó la piel en su lugar.

Esta no es mi manta. Presa del pánico, busqué algo familiar, algo con toque de
piedra para demostrarme que estaba en mi dormitorio. Pero todo lo que me
rodeaba era extraño y desconocido.

No estoy en casa.

Poco a poco las cosas empezaron a cristalizarse. Imágenes y formas encajando en


su lugar; líneas afiladas y espacios definidos en sí. La luz caía suavemente a través
de una ventana abierta. Sólo podía ver un par de pinceladas de color, marrón y
verde manchando contra un cielo blanco. Copas de árboles. Colorado en
invierno.

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Un haz inclinado de luz caía sobre la manta descolorida que me cubría. Moví los
dedos del pie y observé las ondas que causaba el movimiento en la luz arrojada
sobre la cama. Así que no estaba paralizada. Traté con mis dedos de las manos
también, y después mi cuello. Parpadeé varias veces y luego abrí la boca, la estiré
de par en par, y la cerré. Me podía mover, pero mis músculos y articulaciones se
sentían rígidos y sin usar. ¿Cuánto tiempo había estado aquí acostada?

Cuando volví la cabeza, alcancé a ver algo de metal en una mesita de madera al
lado de mi cama, y mi cuerpo se tensó. Al instante mi mente recordó los bosques
oscureciendo en la caída de la tarde, el brillo del metal lastimándome a toda
velocidad. Mi corazón estaba latiendo con fuerza, y mi garganta estaba seca de
repente. No sabía si mi reacción era causada por el recuerdo o la imaginación.

¿Qué me ha pasado?

—Despierta —susurró una voz femenina, usando el tono de voz baja destinada a
hospitales y bibliotecas—. Vamos. Ve abajo a dormir en el sofá. Debes estar
agotado.

Esforzándome para ver de dónde venía la voz, localicé a una joven mujer de pie
en un rincón de la habitación. Cabello castaño largo colgaba en una gruesa trenza
radiante por su espalda. Me di cuenta que, no me hablaba a mí.

A continuación, una segunda voz bostezó en respuesta. La voz de un chico.

—Mm-hum. ¿Cuánto tiempo estuve dormido? —Traté de ver alrededor de la


mujer sin mover los músculos debajo de mi cuello, pero eso fue más difícil de lo
que pensaba que sería, y me di por vencida. Sólo pude ver una bota de nieve
maltratada extendida detrás de ella. El que estaba hablando estaba sentado en una
mecedora en la esquina. Algo en su voz áspera y rasposa me resultaba familiar.
Sentí un espasmo en el pecho.

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—¿Ha cambiado algo? —Su voz era hueca, como si ya supiera la respuesta.

—No —dijo ella—. Y si quieres que ella mejore, tienes que dejarla descansar.

—No voy a molestarla si me siento aquí, ¿verdad?

—No es solo ella de quien me preocupo. Tú necesitas descansar también. ¿Cómo


se supone que vamos a protegerla si estás agotado? Vamos, acabo de dormir. Es tu
turno.

—Pero yo...

—No le haces ningún favor si te quedas dormido de nuevo. Con todo lo que está
por venir...

—No me importa lo que viene, Ardith. Me importa lo que pasó. Si pudiera volver
a esa noche…

—Asher, escúchame…

Asher. Al oír su nombre, algo plateado y luminoso corrió por mis venas. Mi
rostro se sintió frío y caliente al mismo tiempo.

—… no puedes —dijo la mujer.

Me hubiera gustado sentarme y llamarlo a través de la habitación. Pero mi cuerpo


no estaba cooperando.

—Sólo la quiero de vuelta —dijo él en voz baja, y me llamó la atención lo


diferente que sonaba. Tan serio y sombrío. No podía detectar el más mínimo
indicio de la picardía habitual en su voz.

Miles de pequeñas estrellas se extendieron a través de mi visión. Algo muy


terrible debe haberme ocurrido para hacer que Asher esté preocupado. ¿Pero
qué?

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—Todos lo queremos —dijo la mujer—. No podemos ganar esto sin ella.

—No por la batalla, Ardith.

—Lo sé. —Los hombros de la mujer se tensaron—. Hace una vez alguien me dijo
eso. Arriesgó su vida para recuperarme. Y mira lo que pasó. —Incluso desde mi
cama en la esquina, pude notar que esas palabras estaban llenas de significado.
Me preguntaba cuál era la historia. Claramente se conocían de hace mucho
tiempo.

—Eso fue diferente —dijo Asher oscuramente.

—Fue lo mismo. La pasión es nuestro camino, pero el amor puede enloquecer a


un ángel, Asher. Puede entorpecer los cielos, cambiar el resultado de una guerra.

—¿No es ese el punto? —Asher exhaló con fuerza y pateó su bota al suelo en
frustración. Él tenía cientos de miles de años de edad, pero parecía y actuaba
como un chico de diecisiete años—. Pensé que todos estábamos a favor de
enamorarse y cambiar el mundo. ¿No es eso lo que nos hace Rebeldes?

—Por lo general, sí —dijo—. Pero estos son tiempos extraños y peligrosos. La


tregua entre la Orden y la Rebelión terminó al minuto que Astaroth destruyó
Oriax. Ahora tenemos que velar por nosotros mismos en primer lugar.

—Un poco hipócrita, ¿no? —dijo y soltó un bufido.

Ardith lo miró fijamente.

—Tal vez —dijo—. Pero hay repercusiones ahora que no podíamos haber sabido.
Nosotros no somos los Dotados. No podemos adivinar el destino.

—No la voy a dejar —dijo Asher, su voz dura—. Cuando se despierte, va a unirse
a la Rebelión. Ya lo verás. Ella nos ayudará.

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—Sí —dijo ella—. Mientras tanto, ve a la cama. Encendí una fogata en la
chimenea.

Asher suspiró, dejó caer la cabeza entre sus manos.

—Espero que esto funcione.

Ardith puso una mano en su espalda.

—Yo también —dijo ella.

Ella se movió a un lado entonces, y pude verlo perfectamente. Me acordé


inmediatamente de la primera vez que lo vi, apoyado contra la pared exterior del
Love the Bean en la noche de mi cumpleaños. Tenía el cabello muy oscuro, sus
ojos de un negro tan magnético que no sólo parecía agusto en la noche, parecía
como si fuera parte de ella. La luz de la luna brillaba sobre sus altos pómulos, y
tenía un brillo juguetón y arrogante en sus ojos.

Ahora sus ojos estaban tristes, serios. No había ni rastro de luz de luna, ningún
desafío arrogante. Su camisa de mangas largas y jeans térmicos se veían
arrugados, como si hubiera dormido con ellos, como si los hubiera estado usando
durante varios días.

Su cabello negro había crecido un poco más y parecía salvaje, como si la


preocupación estuviera haciendo que se pusieran de punta.

Algo lo había cambiado.

El viento sacudió el marco de la ventana, y tragué un bulto de celos cuando


Ardith se dio la vuelta. Ella era impresionante, con ojos marrones oscuros y piel
oliva impecable. Cerré los ojos antes de que pudiera verme despierta.

—Quiero quedarme aquí esta noche —dijo Asher—. En esta silla. Tú toma la
cama.

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Ardith suspiró. —Está bien. Pero si se despierta, recuerda lo que dijeron. No
hables de lo que pasó. Ella va a estar en un estado precario, y podría ser peligroso
si los recuerdos se precipitan de nuevo demasiado rápido.

—Sí, sí, lo sé. —Dejó escapar un largo suspiro—. ¿Qué vamos a hacer? Incluso si
esto funciona, no podemos llevarla de vuelta al campamento Rebelde.

—No —concordó Ardith—. Si ella se despierta, sus poderes serán demasiado


inestables. Colisionarán con mucho caos. Podría destruirnos. O a ella —agregó.

—Ellos estaban en lo cierto. Ella es una bomba de tiempo. Un arma a punto de


estallar.

—Pero con el tiempo —Ardith hizo una pausa—, pronto, espero, estará más
controlada. Asher, los recuerdos desencadenarán fuertes emociones en ella. Sabes
de lo que es capaz en ese tipo de estado. Estabas allí. Tienes que evitar esos
recuerdos por un tiempo. Si vienen precipitándose de nuevo de repente, podría
ser demasiado.

—Ella puede manejarlo.

—Quiero decir para nosotros.

Hubo otra pausa. Me moría de ganas de abrir los ojos, pero me contuve. Mi
corazón estaba en mi garganta, y estaba tan asustada que en el silencio serían
capaces de escuchar el latido más rápido de mi corazón, escuchar mi respiración
entrecortada en jadeos cortos, desiguales.

—Recuerdo cuando yo me sentí de la manera en que tú lo haces ahora —dijo


Ardith en voz baja. Me la imaginé poniéndole una mano gentil en la espalda de
Asher.

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—No fue tu culpa —dijo Asher—. Lo que sucedió con Gideon. Fue mía. —Tomó
aliento, y todo en la habitación pareció respirar con él—. Yo la amo.

—Lo sé —dijo ella—. Y no hay nada que pueda decir para evitar que suceda. —
Oí el crujido de un material, y el chillido de las bisagras oxidadas y antiguas de
una puerta. El sonido de unos pasos bajando las escaleras. Y entonces, de repente,
todo quedó tranquilo en la habitación. Tan tranquilo que realmente podía oír los
latidos de mi propio corazón. Sin embargo, no los de Asher. Eso no existía.

Abrí los ojos.

Asher todavía estaba sentado con la cabeza entre las manos. Su espalda subía y
bajaba suavemente con cada respiración. No pude conseguir sacar sus palabras de
mi cabeza. La amo.

Ya no pude pretender dormir. No podía yacer allí y no decir nada. Yo la amo, la


amo, la amo, engatusó los latidos de mi corazón. Luché para sentarme.

El camastro crujió bajo mi peso.

La cabeza de Asher se elevó de golpe ante el ruido.

Y nuestros ojos se encontraron, el destello de sus oscuros ojos centelleando,


cegándome de todo, pero las únicas dos cosas en el mundo que importaban era
que:

Yo estaba viva.

Y Asher me amaba.

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Capítulo 2
Traducido por LizC
Corregido por Angeles Rangel

A
brimos nuestras bocas al mismo tiempo. Yo cerré la mía
inmediatamente, pero la de Asher permaneció abierta. Sentí las
lágrimas correr por mis ojos. Sé fuerte, Skye. Estás viva. Puedes
hacer esto.

Asher dejó escapar un ruido estrangulado y saltó de su silla.

—¡Skye! —se atragantó al hablar, apartándose el cabello de sus ojos. Y


entonces estuvo a mi lado, a mi alrededor, acunándome en sus brazos y
presionándome fuertemente contra él—. Funcionó —dijo entre mi
cabello—. Pensé… no sabía qué pensar. Es mi culpa. Yo...

Mi cara se sentía húmeda, y me di cuenta de que las lágrimas corrían por


mis mejillas.

—¿Morí? —pregunté. Mi voz salió ronca y áspera.

Él se echó a reír, un murmullo suave que envió un escalofrío a través de


mí.

—No, no moriste. Sólo nos asustaste un poco, eso es todo. —Él se apartó
y me miró directamente a los ojos—. Sabía que lo ibas a lograr.

—La tía Jo siempre dice que soy toda una luchadora —dije en un
graznido.

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—Muy cierto —dijo, con una sonrisa extendiéndose lentamente por su
rostro. Dejó deslizar su pulgar a través de las pecas en el puente de mi
nariz—. Tienes un montón de cosas increíbles.

Puse mi mano sobre la suya, y la deslizó hacia abajo para acariciar mi


mejilla. Él me miraba como si yo fuera algo precioso que casi había
perdido.

—¿Qué... qué me ha pasado? —le pregunté.

—Podemos hablar de todo eso más tarde.

—Pero…

—En este momento, sólo descansa —dijo Asher con dulzura—. Vamos a
hablar cuando te sientas a la altura de ello.

—Me siento a la altura —argumenté, luchando por sentarme más


erguida en la cama.

Puso una mano sobre mi hombro para estabilizarme y me miró


seriamente.

—¿De verdad no te acuerdas?

Negué con la cabeza, haciendo una mueca ante cuán rígida me sentía.
Asher se apartó de modo que estaba mirándome de frente.

—Estás viva, Skye —dijo—. Estás a salvo aquí. Esas son las cosas
importantes.

—Vaya forma de evitar la pregunta. —Mi mirada pasó junto a él, a la


ventana abierta—. ¿Estamos en Colorado?

—Sí —dijo—. Pero, Skye…

—¿Qué es este lugar? —pregunté.

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—Estamos en una cabaña. Pero escucha, una vez que empieces a hacer
preguntas…

—¿Qué tipo de cabaña ¿Cómo la encontraste?

—Vamos a hablar de eso cuando tengas todas tus fuerzas de vuelta —dijo
Asher—. No creo que la Orden será capaz de encontrarte aquí.

Hice una pausa. La Orden. ¿Cómo podría olvidar ese grupo de ángeles
que podían controlar el destino y el Orden Natural de la vida, incluyendo
el mundo humano? Ellos creían en vivir de acuerdo con las reglas sin
importar el costo. Sus mensajeros eran llamados Guardianes, enviados a
la Tierra para llevar a cabo su plan maestro. No tenían libre albedrío.

De acuerdo con la Orden, nadie lo tenía.

Asher me sonrió y levantó una ceja.

—Y si todo lo demás falla —dijo—, van a tener que pasar a través de mí


antes de que puedan ponerte un dedo encima. —El reflejo familiar de
malicia se arrastró de vuelta a sus ojos—. Sólo yo puedo hacer eso.

Le sonreí desafiante.

—¿Ah, sí? —Era difícil no sentirse a salvo con Asher. Él irradiaba


confianza, y en ese momento, le creí cuando dijo que no dejaría que nada
me lastimara.

Me pregunté si mi madre había sentido lo mismo con mi padre. Si eso fue


lo que la había llevado a creer que por él valía la pena arriesgar todo. Mis
padres habían sido ángeles, algo que sólo me había acabado de enterar en
mi decimoséptimo cumpleaños. Mi madre era un Guardián, y mi padre,
un Rebelde. Pero para el tiempo en que me habían dado a luz, ya habían
sido arrojados a la Tierra como mortales; el castigo por amarse entre sí.
Ahora estaban muertos, y yo tenía violentos poderes dentro de mí que
nadie parecía ser capaz de entender. Y menos yo.

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Uno pensaría que la Rebelión sería peligrosa, con su firme creencia de
que las revoluciones y la destrucción conducen al renacimiento y
renovación. Pero, como ya he visto en los vertiginosos ojos negros de
Asher, sabía que él tenía razón; estar a salvo de la Orden era la mejor
opción. Algo sobre el control calculado de la Orden se sentía aún más
peligroso. Tuve una extraña sensación de que había una razón específica
por la que les tuviera miedo ahora, también. Tenía que ver con la razón
por la que estaba aquí, con la forma en que había terminado en un estado
de coma en primer lugar. Casi podía recordar...

Sólo tenía que hacer que Asher me diera algunos detalles.

Levanté la vista hacia él, y su sonrisa magnética me atrajo de la manera


que siempre lo había hecho. El calor sonrojó mis mejillas. Asher. Lo
recordaba con tanta claridad. Los recuerdos emocionales eran tan fuertes
como uno físico, un olor o una caricia o una canción. Había luchado
contra abrirme hacia él durante tanto tiempo.

Había sido una batalla entre nosotros: quién podría ser más ingenioso,
más lúdico, más reservado. No quería admitir que yo era lo
suficientemente diferente como para ser especial. Y él se suponía que
debía protegerme, cuidarme, ayudarme a determinar mis poderes, y
finalmente a guiarme hacia la oscuridad y la Rebelión.

No me había sentido así desde hace mucho tiempo que me había sentado,
acurrucada con él en mi terraza en River Springs, Colorado, una manta
de lana envuelta apretada alrededor de nosotros, enrollados en nuestra
silla de Adirondack con la luna más brillante en el cielo.

—Todo el punto de la Rebelión es para que podamos vivir por nuestras


propias reglas. Esa es la única razón por la que saltamos. Sé que estás
atrapada entre dos opciones, y no tienes voz y voto exactamente en
cuanto a eso. Tus poderes se harán cargo cuando realmente importe. Pero
yo tengo una opción, Skye. Y no hay nada que yo haya querido más.

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Y entonces, lo había besado.

Pero todo después de eso era un borrón. Había habido sirenas. Alguien
que amaba había sido lastimado. Tía Jo estaba fuera en el bosque, lejos
de casa. Y algo se había interpuesto entre Asher y yo. Algo que me había
enviado hasta aquí.

Sabía que tenía que ver con la Orden. Habían estado tratando de
controlar mi destino durante diecisiete años.

¿Por qué parar ahora?

Pero estoy a salvo aquí, pensé a medida que mi corazón empezaba a latir
más rápido. Por lo menos de cualquier daño físico. Y estoy con Asher.

Su mano seguía todavía cálida cuando él ahuecó mi mejilla, y puse mi


mano sobre la suya de nuevo. Un zumbido pequeño de electricidad vibró
y se hizo más fuerte cuando nuestra piel se tocó. Mis poderes siempre
parecían generar calor cuando me sentía emocional; era la sangre
Rebelde angelical corriendo a través de mí. Moví su mano por mi cuello,
mientras levantaba mi otra mano para tirar de él hacia mí sobre la
colcha descolorida.

—Estoy tan contento de que estés de vuelta —murmuró mientras dejaba


que lo llevara más cerca, sus dedos entrelazándose a través de mi cabello.
Sus labios estaban secos por el sol y el viento, pero eran cálidos contra los
míos. Sabían salados de mis lágrimas y tal vez la suya, y yo quería más.
Quería tanto de él como pudiera tener.

Y entonces un recuerdo me recorrió.

Él me había estado cargando. Plumas frías rozando mi mejilla y cabello.


Mis ojos estaban cerrados, pero podía sentir el viento pasar volando por
delante de mí y oler el cielo de invierno.

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Sus manos eran como fuego en mi cuello, arrastrándose por mi cuerpo,
encontrando su camino a través de mis jeans y bajo mi suéter. Lo empujé
aún más cerca de mí, enredándolo en la colcha. Mis miembros estaban
todavía tiesos por haber estado dormida por tanto tiempo, pero ya no
sentía dolor. Yo estaba viva.

—Quédate conmigo, Skye. —A medida que volábamos más alto, él me


agarraba con fuerza en un brazo y presionaba una mano sobre mi herida
con la otra—. No te mueras. No puedes morir. Todavía no.

Los dedos de Asher se sentían abrasadoramente calientes contra mi piel,


y la suave tela de su camisa térmica rozó mi estómago cuando atrajo mi
cuerpo más cerca del suyo. Rodó por encima de mí y su peso se sintió
reconfortante, como la gravedad empujándome de vuelta a la Tierra.

No podía apartar mis labios de los suyos. Mis dedos se arrastraron en su


cuello y en los bordes ásperos de su mandíbula. Me había salvado la vida;
debió haberlo hecho. El calor corriendo por mis venas amenazó con
consumirme hasta que ardiera en un estallido de chispas y cenizas.
Estábamos juntos ahora. Ya no había nada que se interponga en nuestro
camino.

El aire que pasaba junto a nosotros había olido como a las agujas de pino
y nubes, y algo más. Algo negro y acre.

Humo.

—¡Skye! —gritó Asher de repente, alejándose de mí bruscamente y


revolcándose en mis piernas con la colcha. Miré hacia abajo y tomé aire.
Los dobladillos de mis jeans estaban en humo, estallando en diminutas
llamas.

Llamas.

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Asher sacó de golpe la manta fuera del enredo a mis pies y sofocó el
incendio. Pero yo no podía sentir nada. Sólo pude sentarme allí, erguida,
entumecida, mirándolo fijamente mientras él se aseguraba que la última
de las llamas se apagara. Ardith tenía razón: mis poderes eran
inestables. Yo era peligrosa.

Mi corazón latía con furia. Y no por lo que acababa de suceder.

Sino por lo que de repente recordé.

En el claro lejos debajo de mí, un muro de fuego se levantaba desde


donde había caído. Una espiral de humo negro se enroscaba en el aire.

—Skye, ¿estás bien? —Asher estaba junto a mí, pero su voz provino a un
millón de kilómetros de distancia cuando mi corazón dio un vuelco—. El
fuego se apagó —dijo—. Está bien. ¿Estás herida?

—¡Skye! —gritó una voz—. ¡Tengo que advertirte!

—¿Herida? —pregunté, como si buscara el significado de la palabra.

—¿Advertirme? —Me quedé allí, inmóvil, clavada en el suelo como un


árbol—. ¿Sobre qué?

—Por el fuego —dijo Asher, todavía tratando de recuperar el aliento—.


Tus poderes están aún tan fuera de control como siempre, parece. —Hizo
una pausa para sonreír diabólicamente—. ¿Fue por mi culpa?

Una hoja fría, gélida y afilada, se hundió a través de mi estómago.

Mi sueño. El destello de metal en la mesita de noche. La sangre


floreciendo por toda mi camisa como una acuarela se erigió.

—Asher —jadeé, llevando una mano a mi estómago. Él pareció alarmado.

—¿Qué pasa? ¿Qué está mal?

Me sorprendió la forma tan repentina en que el dolor se encendió.

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—Lo recuerdo. Me acuerdo de todo.

—Skye, cálmate —instó Asher. Sus ojos buscaron los míos—. No querrás
ponerte muy nerviosa. No tenemos idea de lo que podría suceder. De lo
que puedes hacer.

Pero no le hice caso. Recordaba ahora. Y la verdad era aún más


aterradora de lo que podía imaginar.

—Fue Devin —dije—. Él trató de matarme.

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Capítulo 3
Traducido por Carmen170796
Corregido por BrendaCarpio

R
epentinamente hacía demasiado calor en el pequeño cuarto en la
cabaña del bosque, y podía sentir un débil estruendo debajo de
nosotros mientras luchaba por calmar mi respiración. Asher
también lo notó.

—Shh —dijo, como si fuese un animal salvaje que necesitaba ser


calmado—. Tranquilízate. Estás bien, ¿recuerdas? Estás a salvo. No
quieres causar algo más.

Observándolo, toqué mi abdomen buscando la herida donde Devin me


había apuñalado. Pero no había nada. Ni vendas o dolor. Levanté mi
sweater un poco y bajé la mirada. La piel de mi abdomen estaba suave.
Se veía igual que siempre. No había evidencia de que había sido
apuñalada en absoluto.

—Lo hizo, ¿cierto? Recuerdo… —Me estremecí y bajé mi suéter—. Él me


apuñaló —susurré las palabras temerosa, aunque irracionalmente, de
que por decirlo en voz en alta pudiese hacer que de alguna manera
pasase de nuevo. Me miró a los ojos mientras lo hacía. La expresión de
Asher se puso seria—. ¿Por qué? —pregunté, pánico, confusión y una
profunda y dolorosa tristeza brotando de mi—. ¿Por qué haría eso? Pensé
que dijo que me amaba.

—Como si necesitara una razón para odiarlo más —murmuró Asher,


evitando mi mirada. Inmediatamente me arrepentí de decir algo. La
Orden y la Rebelión se odiarían hasta el final de los tiempos, y Asher y

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Devin eran solo títeres en la gran rivalidad. No se podían mirar sin que
el aire entre ellos se volviera al menos diez grados más frío.

—No le dije que lo amaba —dije en voz en voz baja.

—Lo sé. —Él continuó fascinado por un hueco en las tablas de madera
del piso, sus manos cerrándose en puños a sus costados.

Tomé sus manos en las mías y lentamente abrí sus dedos. Él levantó la
mirada hacia mí, algo en sus ojos suavizándose.

—¿Salvaste mi vida? —pregunté.

La cara de Asher se volvió de un color rojo brillante, y podía sentir sus


dedos temblando ligeramente.

—No lo sé, quiero decir… —Sonreí, y repentinamente se sacudió su


vergüenza—. Puedes apostar que lo hice —dijo, algo de su antigua
altanería regresando—. Y me estoy llevando todo el crédito. Pude traerte
a aquí justo a tiempo. El hecho de que no hayas muerto inmediatamente
a causa de esa espada se debe a tu sangre humana. Si fueras un ángel
completo, habrías muerto en seguida. —Frunció el ceño—. Estoy seguro
que la Orden está contenta con esto. Ellos pensaban que te habían
eliminado como una amenaza.

—Bueno, estaban equivocados —dije.

—Me alegra saber que el coma no destruyo a la luchadora en ti. —Asher


sonrió y se reclinó en su silla.

—¿Qué le pasó a Devin? ¿Después de que nos fuimos?

—No lo sé. —Cruzó los brazos sobre su pecho, observándome—. ¿Tal vez
se quemó en el fuego? Ese sería un final feliz para todo esto.

Pensé en el ángel de cabello dorado que había sido mi amigo. Él había


sido más que eso, el único al que podía acudir cuando me sentía sola y

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asustada y no tenía a nadie en quien confiar. Y él había estado preparado
para traicionarme todo el tiempo. La rabia estaba a punto de estallar
bajo la superficie de mi piel. Pero aún así, no podía desear que estuviese
muerto.

Me recosté en mis almohadas, repentinamente exhausta.

—¿Así que cuánto tiempo estuve fuera de combate? Tía Jo, mis amigos,
¿estarán preocupados?

—Ha sido un par de días.

Me lo quedé mirando sin expresión, tratando de suprimir el pánico.

—Sí —dijo—. Probablemente están muy preocupados.

—¿Tía Jo sabe que estoy bien? ¿Has escuchado de Cassie? —La cara de
Asher se torció incómodamente. Él parecía casi avergonzado—. ¿Qué? —
dije, el pánico aumentando. La última vez que había visto a Cassie, ella
estaba en coma, en el hospital—. ¿Qué le pasó? ¿Has hablado con ella? —
Repentinamente la idea de vivir sin mi mejor amiga se derrumbó sobre
mí. Podía hacer un montón de cosas. Podía crear fuego y causar una
inundación y tenía sangre de ángel corriendo por mis venas. Pero no
podía vivir sin Cassie—. Asher, ¿ella está bien?

Él bajó su mirada y sacudió su cabeza.

—No podía… no sabía cómo sin revelarme. No solo podía llamar a tu tía
por teléfono y decir “¡Hola, Skye, está en coma! Pero no puedo decirle
cómo pasó o dónde está, así que no pregunte” ¿Imagina si todo lo que
podía decir era “Confié en mí”? Vamos, Skye. Mírame. Ni siquiera yo
confío en mí. —Levantó la mirada y extendió los brazos, exhibiéndose. La
camiseta arrugada. Los jeans desteñidos. Las botas rayadas y la sonrisa
traviesa. Si fuera tía Jo, tampoco le habría confiado mi vida. Me había
tomado tiempo confiar en él.

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—Supongo.

—Eso y…

—¿Y qué? —pregunté.

—Ellos no me dejarían. Los mayores. Me prohibieron contactar a tu


familia y amigos hasta que supiéramos qué te pasaría.

—¿Cómo pudieron hacer eso ?

—Se terminó la tregua. Cualquier cosa es posible. Solo porque la


Rebelión no controla tu destino no quiere decir que no quieren que las
cosas vayan como quieren.

La ira se apoderó de mí.

—Me necesitan, ¿verdad? Necesitan mis poderes.

Asher se puso de pie y agarró mi mano.

—Eres muy importante en esta batalla, Skye. Desearía que supieras


cuán importante eres. —Sus ojos brillaban, serios. De repente me
pregunté si todavía estábamos hablando de la Rebelión. Asher puso un
vacilante brazo alrededor de mí—. Oye —dijo—. Va estar bien. —Me
apoyé en su pecho y sentí otro torrente de emociones ante la familiar
esencia a canela y clavo de olor. Picante y dulce. Me recordaba muchas
cosas; la vez que nos metimos en la caverna de hielo en el viaje de esquí y
me enseñó cómo crear fuego en la palma de mis manos; la noche mágica
en la moto nieve con las pequeñas bolas de fuego que flotaban a nuestro
alrededor y la noche en que me di cuenta cuánto quería estar con Asher,
que no podía hacerlo sola. Que necesitaba a alguien. Lo necesitaba.

Le eché un vistazo a sus oscuros ojos. Él también me necesitaba.

Se me ocurrió que siempre y cuando estuviese con Asher, tal vez estaría
en casa. Estaba a salvo aquí. La Orden no me podía lastimar. Y mis

24
poderes de la oscuridad eran más fuertes que los de la luz. Desde que los
dos ángeles habían llegado a mi vida, me había rehusado a tomar una
decisión. Todos tenían un plan para mí, algo que querían de mí. Pero tal
vez yo sabía lo que quería.

Tal vez ya había tomado una decisión. Teníamos que estar en silencio. La
cabaña no tenía electricidad, y cuando encendimos fuego, Asher cerró las
polvorientas cortinas para asegurar que nadie nos viese desde el bosque,
en caso que alguien de la Orden estuviese vigilando. Ellos ya no pueden
confiar en la Vista. Como me recordó Asher, mis poderes estaban
haciendo borroso el destinos de todos a mi alrededor. Tendrían que
recurrir a otros métodos.

Me tomó unos días empezar a sentirme realmente mejor. Estaba


exhausta continuamente, Asher y Ardith tomaban turnos observándome
desde la silla mientras entraba y salía del sueño. Celosa como había
estado la primera vez que la vi, no me quedó de otra que ser agradable
con Ardith. Cuando Asher estaba dormido y ella me vigilaba, me
esforzaba por hablar con ella

—¿Por cuánto tiempo has conocido a Asher? —pregunté una noche. La


luna colgaba en lo alto del cielo oscuro, arrojando luz a lo largo del piso
de aquél pequeño cuarto. Estaba acurrucada en mi lugar, la colcha
levantada hasta mi barbilla, y Ardith estaba sentada en la mecedora al
otro lado del cuarto oscuro. Cada vez que se balanceaba hacia adelante
su cara emergía de las sombras.

—Un largo tiempo —dijo—. Desde que éramos muy jóvenes. Solíamos
rogar que nos enviasen a la Tierra en misiones como nuestros padres. Y
cada vez nos decían “No hasta que sean mayores”. —Ella me sonrió—.
Después cuando fuimos mayores, quisimos volver a ser jóvenes. Las cosas
que ambos hemos visto. —Sacudió la cabeza—. Deseábamos nunca haber
preguntado.

25
Dudé. Una sombra pasó frente a la luna, y ya no podía ver su cara

—¿Por qué? —pregunté.

—Ser un Rebelde, no es fácil —dijo—. El caos constante. Reaccionar a los


planes de la Orden. Tampoco es fácil ser un Guardián, pero eso no lo sé
de primera mano.

—Debe ser difícil teniendo sólo dos opciones. Oscuridad y Luz y nada en
el medio.

Ella forzó una irónica sonrisa.

—Tú de todas las personas debes saber cómo se siente, Skye.

Era verdad, pero cuanto más lo pensaba, más incorrecto parecía. Debía
haber un punto intermedio. De otro modo, ¿cómo alguien no se volvía
loco? ¿Cómo yo no me volvería loca?

Me quedé acostada despierta por un largo tiempo, pensando y


observando el patrón de la luz lunar cambiar sobre el piso de madera.
Cuando levanté la mirada, me di cuenta que Ardith estaba dormida. Me
parecía extraño que un ángel necesitara dormir, pero después me acordé
de lo que me dijo Asher. Cuando estamos en la Tierra, tomamos forma
humana, deseos humanos, necesidades humanas. Me preguntaba cómo
eran ellos cuando no estaban en la Tierra. ¿Cuáles eran las necesidades
de un ángel?

Me sentía inquieta. Silenciosamente, para no despertar a Ardith, aparté


las sábanas y salí lentamente del cuarto. Moví los pies lentamente sobre
el viejo piso de madera, cuidadosa de no pisar sobre alguna tabla
chirriante mientras caminaba en puntillas por el pasadizo y bajaba
cuidosamente las escaleras. Me mantuve cerca a la pared y miré dentro
de la habitación principal de la cabaña. Asher estaba sentado encorvado
hacia adelante en el sofá cerca a la chimenea.

26
Pero no había fuego dentro de ella. En cambio, se elevaban de la
chimenea hacia el aire, llamas naranjas, rojas, amarillas y azules
crepitaban encima de él en el cuarto oscuro, haciendo sombras que
bailaban sobre las paredes. Mientras observaba, las llamas se
dispersaron en un círculo, y él estaba sentado debajo, la cabeza en sus
manos. ¿Qué estaba haciendo?

La espalda de Asher subía y bajaba rítmicamente, con cada respiración.


Él parecía tan controlado, como si estuviera haciendo todo en su poder
para respirar regularmente. Dado a seguir su humor y capricho, Asher
no era exactamente bueno en autocontrol. Observarlo ahora me llenaba
con una extraña sensación de asombro. Me preguntaba qué estaba
controlando.

Mientras estaba parada ahí, su respiración aumentó y su pecho se


sacudió ligeramente. Como si ya no pudiera controlarlo, un ruido
entrecortado escapó de él. Oh no, pensé, dándome cuenta demasiado
tarde que estaba viendo algo que no debía. Empecé a moverme, pero mi
pie golpeó una tabla suelta que rechinó debajo de mí.

La cabeza de Asher se alzó de repente, y nos quedamos mirando. Yo


jadeé.

La tormenta que se arremolinaba sus ojos amenazaba con superarme.


Era una mirada que sólo había visto una vez antes, la noche que
habíamos peleado en mi techo. Lo que me había dicho esa noche volvió
rápidamente como si hubiese dicho las palabras ayer.

—¿Sabes por qué bromeo todo el tiempo? —Se levantó tenso. Sus ojos
brillando con la luz de la luna—. ¿Sabes por qué he mantenido todas las
cosas a la ligera y despreocupadamente? Porque si tú supieras, si
supieras lo que está pasando, dentro de ti, dentro de la Orden, dentro del
Campamento de la Rebelión, si supieras lo que los ángeles están
diciendo, lo que esperan de ti, estarías llorando, Skye. Estarías

27
paralizada del miedo. Por eso me burlo de ti. Lo estoy haciendo por ti.
Porque si no lo hiciera, no lo lograrías. No durarías otra semana

Asher apartó su mirada de la mía. Y el fuego cayó al piso abruptamente,


volviéndose cenizas ardientes cuando tocó el piso. Involuntariamente
retrocedí a las sombras presionándome contra la pared.

Nunca me mostraba cuando estaba preocupado o enojado. Eso es lo que


había estado tratando de decirme esa noche en el techo. Lo que estaba
viendo ahora era algo que no debía ver. Un momento privado que Asher
no había querido que viese. Algo que trataba esconder de mí cada día
disfrazándolo con chistes y bromas.

Era miedo. Asher tenía miedo

Antes de poder decir algo, me volteé y corrí de vuelta a mi cuarto,


acurrucándome bajo la colcha hasta la mañana. Él no vino detrás de mí.

28
Capítulo 4
Traducido por Teffe_17
Corregido por flochi

C
uando me desperté en la mañana, la luz del sol entraba por la
ventana. Afuera cantaban los pájaros, y si cerraba los ojos y sólo
escuchaba la música del bosque, casi podía imaginar estar de
regreso en mi cama en casa. Mi nostalgia por mi hogar era una pena que
estaba creciendo en mí.

Me giré para ver si Asher había venido a mi cuarto en la noche, pero la


mecedora estaba vacía. De hecho todo estaba extrañamente silencioso y
quieto.

En el corredor, el silencio era ensordecedor. Ninguna conversación


silenciosa vino desde abajo. Ningún tono bajo. Estaba sola en la casa por
primera vez.

Así que exploré. En mi pequeña habitación, además de la cama y la silla


mecedora, había un cofre bajo de madera con cajones. Los cajones se
atoraron un poco por falta de uso, pero me las arreglé para conseguir
abrir uno por uno. Dentro había pedazos de evidencias de que la cabaña
había estado habitada una vez. Un viejo suéter tejido de pescador estaba
doblado en el último cajón. Tiré de el sobre mi cabeza, y la lana pesada
cayó en pliegues holgados a mi alrededor. Era un suéter de hombre. Pero
a pesar de que estaba nadando en él, y aunque había pertenecido a un
extraño, algo sobre él se sentía reconfortante. Enrollé las mangas y seguí
escarbando en los cajones restantes, pero ellos no cedieron nada más.

Junto a la habitación había un baño enmohecido con un espejo torcido


colgado sobre un cuarteado lavabo de esmalte blanco y un inodoro con

29
una cadena pasada de moda colgando. Me miré en el espejo, como había
hecho un par de veces desde que estaba aquí. Había un moretón bajo mi
ojo izquierdo y un rasguño gigante atravesando mi mejilla. Pasé un dedo
sobre él, recordando que mi ira había causado que la tierra retumbara en
el claro y un árbol cayera. Asher se abalanzó para salvarme justo a
tiempo. Había estado enojada con él por ocultarme los planes la Rebelión.
Me había mentido, pero mientras lo pensaba la noche anterior, me di
cuenta que lo había hecho para protegerme. Para mantenerme cuerda
cuando todo en mi vida estaba cambiando. Lo hacía porque me amaba.
Ese era un crimen que no podía sostener en su contra. No era nada
parecido a lo que había hecho Devin.

A medida que mi dedo seguía el rastro de la sangre seca y la piel


arrugada, pude sentir algo dentro de mí cambiando. Levanté la vista
para encontrarme con mi propia mirada en el espejo, y mis ojos
destellaron, un plateado brillante y metálico. Mi corazón latió más rápido
y me agarré a los bordes del lavabo, pero cuando parpadeé, eran grises de
nuevo. Abrí la llave del agua para tratar de lavarme la cara, y las
tuberías dieron un bajo, oxidado zumbido, pero no salió agua.

Regresaría a explorar. Trataría de olvidar qué es lo que podría asustar


tanto a Asher. Había sido poderosa en el bosque la noche que casi muero,
y todavía podía sentirlo en mí. Tal vez podría comenzar a aprender cómo
protegerme.

Arriba había una puerta más. La abrí para revelar un viejo armario con
filas de pequeños cajones, como un gabinete de boticario. El tipo de
armario extraño que se construye en una vieja cabaña como esta. Un
entusiasmo brotó en mi interior mientras pensaba en las cosas que
podría encontrar en esos cajones. Tiré del suéter más fuerte alrededor
mío y me puse de puntillas para abrir el cajón superior.

Nada.

30
Pasé al segundo cajón. También, estaba vació. Cuando mi mano tocó la
manija pequeña del tercer cajón, un repentino calor quemó mi piel. Me
aparté al instante, pero sabía que tenía que haber algo ahí. Algo a lo que
mis poderes estaban reaccionando, me di cuenta. Lentamente me estiré
para alcanzarlo de nuevo.

—¿Skye? —gritó Ardith desde el piso de abajo—. ¡Traemos el desayuno!

Miré con nostalgia el cajoncito, prometiendo volver a por él más tarde.

—Bajo en un segundo —grité.

Asher estaba rebuscando en los armarios de la cocina cuando bajaba las


escaleras, mientras Ardith estaba cortando algunas verduras de raíz:
zanahorias, betabel y nabos. Deseaba que ella no estuviera aquí para que
Asher y yo pudiéramos hablar de lo que había sucedido.

—¿Supongo que ustedes no fueron a cazar? —bromeé.

Los músculos de la espalda de Asher se tensaron, pero no se dio la vuelta.

—¿Qué estás buscando? —pregunté, tratando de mantener la ligereza en


mi voz.

—Lo encontré.

Asher se dio la vuelta, una antigua lata de café y una cafetera de embolo
en mano, del tipo que la tía Jo y yo llevábamos a acampar con nosotras.
Él me miro, sus ojos suaves y esperanzados. Casi como una oferta de paz.

—¡Café! —Mi cuerpo se sacudió como un adicto al pensar en una taza.


Grité y lancé los brazos alrededor de él.

—¡Ey, déjame ir! —dijo riendo—. Sólo estás retrasando el proceso de


hacer el café.

Me aparté rápidamente.

31
—Oh, no. Lo siento, lo siento. Adelante.

Sonrió.

—¿Puedes romper unos cuantos pedazos de hielo del alféizar de la


ventana? No hay agua corriendo.

Mis botas de nieve estaban junto a la puerta, así que me las puse y me
dirigía afuera hacia el congelado bosque. No había estado fuera de la casa
aún, y tuve que levantar una mano para protegerme los ojos de la luz
brillante del sol. La luz rebotó en la fila de carámbanos colgados del
borde de la ventana, lanzando pequeños arcoíris sobre la nieve.
Entrecerré los ojos, recordando cómo Asher había causado que un
carámbano cayera de la rama de un árbol, no lo suficientemente lejos de
la cabeza de Devin. La memoria incito algo en mí y sentí calentarme
debajo del pesado suéter. Mis mejillas ardían a pesar de la fría
temperatura del exterior.

No, esto es bueno, pensé. Usa esto.

Centré toda mi energía en uno de los carámbanos colgados del marco de


la ventana. Mientras lo miraba fijamente con fuerza, empezó a brillar
más, resplandeciendo en el sol como cuando el hielo finalmente está
comenzando a descongelarse. Una gota de agua salpicó hacia el suelo y se
convirtió en hielo. Luego otra, y otra.

Mientras observaba, la base del carámbano se debilitaba. Se rompió


desde el alféizar y acerqué mis manos para atraparlo. Sorprendida, miré
por la ventana. Asher me estaba mirando, una extraña, pensativa
sonrisa en su cara. Cuando encontró mi mirada, se dio la vuelta
rápidamente.

Uno a uno, atrape los carámbanos mientras caían. Dentro, Asher creó
fuego en la estufa y derritió los carámbanos en una abollada olla de

32
estaño para acampar. Luego hizo el café y lo sirvió, humeante, en tres
descascaradas tazas de cerámica azul y blanca.

Ardith, Asher y yo desayunamos en la mesa grande de la granja. Asher


me sonrió tentativamente sobre el borde de su taza.

—Ahora que me siento mejor, ¿me dirás más sobre esa noche en el
bosque con Devin? —pregunté—. ¿Cómo encontraste este lugar?

La cara de Asher de repente se puso seria y miro a Ardith, quien asintió


ligeramente.

—Estabas perdiendo mucha sangre —dijo—. Sabía que no tenía tiempo


para llevarte al campamento Rebelde, y no sabía lo que tus poderes
podrían causar estando ahí. Habías destruido todo un claro en el bosque,
sólo porque estabas enojada. Fue aterrador.

—Vaya. —¿Era capaz de hacer algo como eso? Parecía imposible.

—Yo estaba frenético, y pronto vi esta cabaña debajo de nosotros. Sabía


que tenía que traerte aquí, para salvarte.

—Él me convoco —dijo Ardith, continuando—. Nunca lo había visto tan


agitado. Puse protecciones Rebeldes alrededor de la casa. Niebla y lluvia,
nieve pesada. Para bloquearnos de ser vistos.

—Te mantuve caliente —dijo Asher—. Tomó un par de días, pero el


sangrado finalmente se detuvo y despertaste.

—Gracias —dije—. Muchas gracias a ambos. Les debo mi vida. No sé qué


hubiera pasado si…

—Hubieras muerto —dijo Asher sencillamente—. El plan de la Orden


habría funcionado.

Me estremecí al pensar en lo mucho que la Orden me quería muerta.


¿Qué clase de amenaza realmente presentaba para ellos? Asher y Ardith

33
habían dicho que yo era un arma, ¿pero qué significaba eso? Llevé la
mano a mi estómago sin pensarlo, pasándola sobre la herida. Pero, de
nuevo, la piel era suave.

Espera un minuto. Una herida tan mortal como la que Asher dijo que
tenía no sanaba simplemente por su cuenta tan rápidamente. Debería
tener una cortada grande y fea que mostrara lo que había pasado. Ni
Asher o Ardith tenían el poder de sanar. No era un poder de los Rebeldes.
Eso era algo que solo los guardianes podían hacer.

Entonces, ¿qué no me estaban diciendo?

Mi mente se concentró en Devin. Él tenía ese poder. Él trató que se


manifestara en mí, también. Pero mi pequeño intento de revivir una flor
marchita había sido en vano.

Devin había sanado mi tobillo roto durante el viaje de esquí. Sin duda
era capaz de sanar una herida de arma blanca. Él se preocupaba por mí,
¿cierto? El me lo dijo en el claro después de haber sacado la espada de mí.
Enamorarme de ti era una cosa más que no pude evitar. Sus ojos azules
estaban llenos de angustia. ¿Y si hubiera cambiado de idea, arrepentido
de lo que hizo? ¿Él todavía se preocuparía, lo suficiente para salvar mi
vida?

No seas estúpida, Skye. Mentalmente me pateé. Él intento matarte, solo


hace unos días. Se acabó.

Era verdad. Devin había sido un amigo cuando era lo necesitaba más que
nada. Él también había arriesgado mucho por mí. Y me traicionó peor
que cualquier otro podría haber hecho.

Empujé el recuerdo al fondo de mi mente en cuanto Asher estiró una


mano encima de la mesa y cubrió la mía con ella. Sus dedos aún estaban
calientes por sostener su jarro de café, o tal vez era sólo él.

34
—¿Quieres dar una caminata? —preguntó—. ¿Tienes ganas?

Miré hacia él y traté de relajarme. Confiaba en que Asher haría


cualquier cosa que tuviera que hacer para mantenerme a salvo. Tenía
que dejar de cuestionar todo.

—Seguro —dije.

Estábamos abrigados con todas las capas que teníamos con nosotros. A
pesar del frío se sentía bien estar afuera. Ardith estaba parada en la
puerta, convocando nieve, fortaleciendo las protecciones elementales
alrededor de nosotros. Cayó en olas pesadas, haciendo difícil ver. Los
copos de nieve se aferraban a mis pestañas y brillaban en el cabello de
Asher.

—Ese es un buen estilo para ti —dije, tomando su mano.

Él me sonrió tímidamente y conscientemente pasó las manos por su


cabello. Seguimos caminando. Ninguno de nosotros dijo mucho. Había
mucho que quería decir, pero no podía pensar por dónde empezar o cómo
formar las palabras. Sólo apreté su mano más fuerte. Eventualmente la
nieve hizo demasiado difícil ver y tuvimos que reducir el paso y parar.

—Está bien —dijo—. No sé qué más hacer para encontrar el camino de


vuelta. No le digas a Ardith. —Guiñó un ojo y tomó mis manos en las
suyas, sosteniéndolas palma con palma—. Cierra los ojos —dijo—.
Concéntrate en tu energía. —Cerró sus ojos, luego abrió uno de ellos de
nuevo—. Como lo hiciste temprano con los carámbanos.

Lo hice. Pensé en Asher, las palmas de sus manos descansando sobre las
mías y lo bien que se sentía. Lo mucho que me preocupaba por él. Lo que
él estaba dispuesto a hacer para salvar mi vida. Antes de darme cuenta,
sentí un calor ligero en mi cara.

35
Abrí mis ojos. Un suave resplandor nos rodeaba, formando un escudo
protector que impedía que la nieve entrara en contacto con nuestros ojos.
Miré detenidamente al frente y pude ver una bola de fuego justo frente a
nosotros.

—Voy a guiarnos a través de la nieve. Vamos.

Caminamos de regreso, de nuevo en silencio. El pequeño orbe de luz


ardiente abrió el camino. Después del todo el drama de los últimos días,
estaba agradecida por la oportunidad de sólo caminar, lado a lado, con
Asher. Dejarlo tomar mi mano como si esto fuera todo lo que importara
en el mundo.

Porque con todo lo que iba a venir, sabía que este sentimiento no duraría.

Pasamos el resto del día dentro con las cortinas corridas, un fuego
rugiente en la chimenea. Estaba sorprendida de cuán fácil se sentía
pasar el rato con Asher y Ardith, escuchando historias de su niñez con la
Rebelión.

—Los mayores nunca pudieron mantenernos a raya. —Ardith rió—. Los


pequeños Rebeldes haciendo travesuras a cada oportunidad que
teníamos.

—Éramos terribles —dijo Asher, sonriéndome—. Solían contarnos


historias sobre los Renegados para callarnos.

—¿Qué son los Renegados? —pregunté.

36
—Ángeles renegados —dijo Ardith, luego más lentamente—. Renegados
—como si el secreto de la palabra estuviera oculto en la palabra en sí—.
Es solo una leyenda.

Me incliné hacia delante en el sillón apolillado.

—¿Qué? —pregunté—. Cuéntame.

—Ellos han estado contando esta historia a niños Rebeldes para


mantenerlos a raya por generaciones —dijo Asher—. Los Renegados son
hijos de Rebeldes y humanos. Ellos son incluso más impredecibles que
nosotros porque no tienen una alianza. No con la Rebelión y
definitivamente no con la Orden.

—En las leyendas, ellos guardan un rencor contra la Rebelión —dijo


Ardith—. Los Renegados viven en la tierra, son irreconocibles de los
humanos. Saben lo que son, y pueden reconocer a ángeles completos,
Rebeldes y Guardianes. Pero no pueden distinguir otros Renegados. Y
nosotros no podemos reconocerlos. —Se estremeció—. Llevan una vida
confusa y solitaria. A menudo tienen problemas para establecerse y ser
felices. Solían decirnos que los Renegados estaban constantemente
tratando de encontrar un camino para entrar al campamento de la
Rebelión, un lugar en el que nunca fueron permitidos. Que ellos vendrían
por nosotros en la noche y matarían bebés Rebeldes como venganza y por
celos. Los pobres, torturados Renegados. No tenían un hogar verdadero.

—¿La tierra no era su hogar? —ofrecí.

—Pero ellos nunca pertenecieron ahí realmente —dijo Asher—. Cuando


crecimos, la leyenda trató más de que ellos estaban intentando empezar
su propia Facción. Una que no se adhiriera a ninguna de las formas de la
Rebelión o de la Orden. Una nueva forma de vivir.

—Pero esas eran solo historias —dijo Ardith, poniéndose de pie—. Eso
nunca pasó. Si ellos estuvieron planeando un nuevo movimiento, hasta

37
donde sabemos, nunca tuvieron éxito. —Camino hacia la cocina—. Veré
qué más podemos comer —dijo.

Cuando se había ido, Asher puso su brazo a mí alrededor, y me


acurruqué más en él. Era difícil creer que sólo hace unos días, casi había
muerto. Sentada aquí alrededor del fuego, podría haber olvidado que la
Orden estaba fuera para matarme. Era verdad que no teníamos agua
corriendo o calor o electricidad, pero me sentía a salvo y feliz aquí. Y no
solo de la Orden, ya sea también por todos los problemas que tenía en
casa. Me encogí bajo el peso de lo que podría enfrentar al volver allí.

Todo lo que había dejado atrás era un desastre. Cassie estaba


inconsciente en una cama de hospital, o peor, porque la Orden temía que
le pudiera decir mi secreto. Ella y Dan por fin estaban juntos después de
toda una vida de amistad, y ahora él posiblemente estaría solo para
siempre. Tía Jo probablemente creía que había huido de algo. E Ian no
era exactamente mi mayor fan en este momento, no después de que lo
había abandonado por dos misteriosos desconocidos, uno de los cuales
había tratado de matarme.

¿Quería regresar ahí y enfrentarlos? Y entonces un pensamiento más


desalentador se me ocurrió: ¿Mis amigos aún me querían? No había
estado ahí para ellos en absoluto desde mi cumpleaños, no realmente.

—Te extrañé mucho —susurró Asher en mi cabello, deteniendo mis


pensamientos—. No tienes idea de cuánto… cuán asustado…

—Yo lo estaba también —susurré, mirándolo. El fuego reflejado en sus


ojos casi negros.

—Pensé que iba a perderte —dijo.

Llevé mis manos a su cara y alisé una hebra suelta.

—Pero no lo hiciste —dije—. Estoy aquí. Soy tuya.

38
Tomó mis manos en las suyas.

—¿Puedo… pedirte algo? —su voz tembló ligeramente.

—Por supuesto —dije—. Lo que sea.

Hizo una pausa y respiró hondo.

—Únete a la Rebelión —dijo. Su voz fue apenas un susurro—.


Lucharemos contra la Orden lado a lado. Lo que sea que venga, lo
enfrentaremos juntos. Seremos imparables. Feroces.

Contuve el aliento.

—¿Lo harás? —preguntó.

Lo mire fijamente. Él salvo tu vida, pensé. Le debes todo. Pero incluso si


no le debiera nada, ¿cómo podría decir que no? Nos imaginé juntos,
compañeros en todo este caos. No importaba cuánto amara a mis amigos,
había secretos que no podría decirles, cosas que nos separaban. Había
tratado de confiar en Cassie, y solo la había mandado al hospital. Nunca
podría decirle la verdad ahora, no podría decirle a ninguno de ellos. Ni a
Cassie, o Dan, o Ian, y especialmente no a la tía Jo. La verdad solo los
lastimaría.

El mundo cayó de bruces cuando me di cuenta.

Estoy sola.

Asher apretó mi mano, un recordatorio gentil de que no había contestado


su pregunta.

Pero no tengo que estarlo.

Él me sonrió esperanzado.

—¿Qué dices? Te necesito, Skye.

39
En mi corazón, sabía que era el momento de tomar la decisión que nunca
tomé en mis sueños. La que nunca había tomado en River Springs. Y
finalmente sabía cuál era la respuesta.

—Sí —dije, sabiendo que la decisión, una vez fuera de mis labios, sería
imposible de retirar. Sonreí, y por primera vez desde que desperté, Asher
se veía vivo de nuevo, seguro, como si pudiéramos con cualquier cosa en
el mundo mientras estuviéramos juntos—. Sí, lo haré.

40
Capítulo 5
Traducido por Skye
Corregido por V!an*

E
ra una noche casi sin luna. No podía dormir.

Ardith debió haber ido al sofá de abajo, y esperé a que Asher se


quedara dormido en la mecedora antes de deslizarme
silenciosamente de la cama y salir de la habitación. La puerta del
armario al final del pasillo me hacía señas. No estaba muy segura de qué
era lo que me despertaba un sentimiento acerca de esta cabaña, pero me
sentí conectada a ella de alguna manera, al igual que me sentí conectada
con el suéter que había encontrado antes. Me pregunté quién había
vivido allí, y por qué habían abandonado su hogar.

Abrí la puerta lo más despacio que pude para que no haga chirrido. El
armario con cajones me devolvía la mirada.

Empecé donde me había quedado, abrí cada cajón lentamente, en


silencio, y luego la cerré de nuevo. La primera fila estaba vacía. También
la segunda. Cuando llegué a la tercera fila, sentí el mismo calor
abrasador saltar de la perilla como antes. Con cautela, use la manga del
suéter para agarrar la perilla y abrir el cajón. Dentro había un cuaderno
pequeño, de piel de topo. Mis manos temblaban ligeramente cuando lo
recogí.

La primera página tenía fecha el 6 de marzo en el año en que nací.

Guardianes frecuentan estos bosques, observándonos. Yo sé que ellos


saben. Es sólo cuestión de tiempo.

41
Tenemos que actuar con rapidez. Hay demasiados de ellos. Necesitamos
más reclutas.

¿Qué? Sonaba como algo Ardith o Asher podían haber escrito esta
mañana, como si hubieran estado guardando un diario secreto durante
su tiempo aquí. Sin embargo la fecha en la parte superior de la página lo
hacía imposible. ¿Podría este cuaderno pertenecer a alguien, hace años,
que sabía acerca de la Orden? ¿Alguien que, como yo, estaba siendo
vigilado?

Tan silenciosamente como pude, revolví los cajones restantes pero no


obtuve nada. Metí el cuaderno dentro de la manga de mi enorme suéter y
entré de puntillas en el dormitorio. Cuando estuve segura que Asher
estaba profundamente dormido, lo escondí debajo de mi almohada.

Mi descubrimiento se sentía importante. Una pista, ¿pero de qué


misterio?

Me metí en la cama, y mi sueño fue salpicado con delirios.

Estaba siendo perseguida.

Me agaché más abajo contra el viento, dejé que mis esquís me


propulsaran más rápido. La nieve bajo mis pies era dura y helada, y me
era casi imposible no deslizarme en todas direcciones. Viré salvajemente
de un lado a otro, segura con cada segundo que pasaba que me iban a
alcanzar. No sabía que pasaría cuando lo hicieran, pero todo mi cuerpo
temblaba de miedo ante la idea.

La figura de blanco se estaba acercando. Él estaba extraordinariamente


controlado, cada movimiento preciso, como si estuviera simplemente
corriendo en el suelo. Se echó a reír, y yo podría haber reconocido esa voz
en cualquier lugar.

—Bueno, hola, Skye —me gritó.

42
No era un él en absoluto.

Era Raven, la impresionante, mortal Guardián la primera que me había


dicho hasta qué punto podían llegar mis poderes. Que estaba borrando
mi propio destino y el destino de los que me rodeaban. Que Devin estaba
cambiando por mí culpa. Raven, que había cortado los frenos del coche de
Cassie cuando Devin le había dicho que había estado a punto de revelar
mi secreto. Raven, quien le había dicho a la Orden cuán grande era la
amenaza de mis poderes para ellos.

Debido a Raven, Devin había tratado de matarme. Y sin embargo, casi


me había olvidado de ella.

—La última vez que te vi —gritó—, estabas a punto de morir. —Incluso


gritando por encima del viento, su voz era dulzón y chorreaba veneno.

Ahora estábamos parejas, volando por las laderas.

Volando, me di cuenta con un sobresalto, como mis pies dejaron el suelo.


Sus grandes alas blancas expandidas tras ella, brillando como
carámbanos en la intensa luz solar. Estaba suspendida en el aire, mi
propio conjunto de alas extendidas detrás de mí. No podía verlas, pero mi
corazón dio un vuelco por la sombra que creaban. ¿De qué color eran?
¿Puro, blanco plumoso o del negro más negro?

—Piensas en ellos aún, ¿verdad, Skye? —gritó, alcanzándome.

El aire helado azotaba mi cara, que estaba entumecida por la ráfaga de


hielo y nieve.

—¡No lo hago! —grité de nuevo. Y luego—. ¿Qué quieres de mí?

—Ven. —Su voz transportada por el viento, cortante como el filo de una
navaja.

—¡No te sigo a ninguna parte!

43
Ella se acercó. Podía sentirla detrás de mí ahora.

—Puedo protegerte —dijo, con mayor urgencia, su tono de voz cambiando


ligeramente. No era una amenaza. Era más… una súplica—. Sabes tan
bien como yo que la Rebelión no se preocupa por tu seguridad. Sólo van a
utilizarte como un arma en contra de nosotros, de todas formas. Puedo
llevarte a casa, y puedo llevarte allí sin peligro.

Casa. Anhelaba eso. Extrañaba a la tía Jo, a mis amigos, quería


desesperadamente tener mi antigua vida de vuelta. ¿Estaba realmente
tratando de ayudarme? ¿Podía confiar en ella?

—¡No! —grité de nuevo, tratando de que mi voz sonara tan duro como
fuera posible.

—Está bien, como quieras. Pero tengo que advertirte.

Advertirte. Tengo que advertirte. Mi sangre latía en mis oídos, y me


preparé para lo que sea que venía a continuación.

—Debes saber. Él está en River Springs, esperándote. Todos lo están.


Toneladas de ellos. Si vuelves allí, debes saber en lo que te estás
metiendo.

—¿Por qué me dices esto? —pregunté. ¿Qué motivo oculto podía tener?

—Puedo ser un Guardián —dijo Raven—. Pero hay leyes que nunca voy a
entender. —Se detuvo junto a mí—. No consigas que te maten —agregó—
. Si es que va a pasar, quiero ser la que lo haga, ¿de acuerdo?

Seguí por un momento en silencio, respirando con dificultad.

—¡Cuidado, Skye! —gritó Raven mientras giraba, de repente se fue. Su


voz era chillona y burlona—. ¡No caigas ahora!

Y luego, como si sus palabras fueran una dirección que no tenía más
remedio que seguir, me caí, cayendo hacia adelante a través de un

44
agujero al costado de la montaña y en lo que parecía extrañamente como
la cueva de nieve en la que Asher y yo habíamos caído durante la
avalancha, la primera vez que él me había enseñado cómo crear fuego.
Una figura en un traje para la nieve negro estaba acurrucada en un
rincón, de espaldas a mí.

Estaba inundada de alivio.

—Asher —traté de recuperar el aliento. La figura se dio vuelta, bajando


la capucha de su chaqueta.

La luz reflejada por la nieve hizo que su pelo rubio se desdibuje en un


halo alrededor de su cabeza.

“Devin”.

No estaba en absoluto preparada para la ola de emociones que me


rebasaron cuando nuestros ojos se encontraron. Se veía tan indefenso,
como lo había hecho aquella noche en el claro. No como el monstruo
maligno en el que se había convertido en mi cabeza.

—Skye —dijo—. Te extrañé.

—¿Cómo puedes decir eso? —Mi voz estaba temblando—. ¿Cómo puedes
hablar así como si no hubieras tratado de matarme?

—Lo siento. No era yo. No lo era. —Extendió su mano. Estaba temblando


levemente, como si fuera en contra de su voluntad—. Toma —dijo—.
Toma mi mano.

—No. —No podía. No después de lo que había hecho—. Nunca voy a


confiar en ti otra vez.

—Lo harás —dijo—. Los Dotados pueden verlo. Ellos saben que lo harás.

—¡Entonces demuéstralo! —grité. Mi voz se elevó por encima del aullido


del viento y la nieve—. ¡Demuéstrame que puede confiar en ti!

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—Sabes que la Rebelión no es el lugar para ti. Ya tienes demasiado caos
en tu vida. Quieres orden, Skye. Quieres normas y serenidad. Sabes que
puedo darte eso. Vas a buscar razones para confiar en mí otra vez.

Hice una pausa, el viento azotando mi pelo negro en todas las


direcciones. Nos miramos el uno al otro. El hielo brillaba en las paredes
que nos rodeaban.

—Tienes suerte de que esto sea sólo un sueño —dije—. Si esto fuera la
vida real, te haría daño, como tú me dañaste.

—¿Estás segura de que es sólo un sueño? —preguntó. Su voz era baja,


nivelada, tranquila como siempre.

—Sí —dije—. He tenido esto antes. En un minuto, vas a advertirme.

—¿Advertirte? ¿Sobre qué?

—Tú sabes —dije con los dientes apretados, esperando que esto me
fortaleciera—, lo que tienes que advertirme.

Y así, un dolor punzante atravesó mi estómago y las paredes de la cueva


se convirtieron en alas, retorcidas y vivas, blancas como la nieve y
manchadas con mi propia sangre.

Me desperté jadeando, agarrándome el estómago. Me pregunté si llegaría


el día en que no tendría miedo de morir.

Pensé en casa. Tenía miedo de saber lo que le había ocurrido a Cassie.


Miedo de enfrentar a la tía Jo.

Y desde que cumplí diecisiete años, había tenido miedo de mis poderes,
aterrorizada de ser tan poderosa como todo el mundo decía que iba a ser.

Pero no quiero ser una persona regida por el temor.

Iba a tener que ir a casa.

46
Me quedé despierta en la cama mientras el cielo cambiaba de negro
noche a un gris tormentoso. Un trueno resonó fuera de mi ventana y
relámpagos silenciosamente cruzaban las nubes. Sabía que, de alguna
manera, mi miedo era la causa la tormenta. No sabía cómo calmarme,
para apagar mi mente o mis poderes. Todos ellos simplemente mezclados.
La agitación estaba en mí.

Cuando el cielo estaba lo suficientemente claro como para contar como


mañana, me alejé de la ventana a la puerta. La mecedora estaba vacía.
Asher se había ido.

Tan silenciosamente como era posible, me levanté de la cama y me


acerqué de puntillas a la parte superior de las escaleras. Había voces que
venían de abajo y contuve la respiración para poder oírlos.

—Tiene que salir de aquí. —La voz de Asher era baja e insistente—. ¿Y
si ella les dijo? No es seguro.

—Pero, ¿hacia dónde vamos? No podemos volver al campamento Rebelde.


Ella va a destruirlo, es demasiado salvaje. Incontrolable.

—La viste con los carámbanos. Ella está aprendiendo…

—No, es demasiado arriesgado. Pero si la llevamos a su casa…

—Hay guardianes en todas partes —dijo Asher oscuramente—. No es


seguro en cualquier lugar.

No podía creer que estuvieran hablando acerca de qué hacer conmigo,


como si fuera solo una muñeca que podrían empacar en una maleta y
llevar. Como que no tenía nada que decir al respecto. Pensé que
habíamos terminado con todo eso. Pero parece que estaba equivocada.

Si fuera realmente tan poderosa como ellos decían, entonces era hora de
que tomara el control de mi propio destino de una vez por todas. Golpeteé
bajando las escaleras. Asher y Ardith levantaron la vista, sorprendidos.

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—Me siento mejor —dije en voz alta—. Estoy lista para ir a casa ahora.

Compartieron una mirada inquieta.

—Estábamos hablando de eso —dijo Asher.

—No creo que haya nada de qué hablar —dije, tratando de sonar más
segura de lo que me sentía—. Tengo que ver a la tía Jo. Tengo que
averiguar qué le pasó a Cassie. Tengo que terminar la escuela y entrar a
la universidad. —Me estaba poniendo más nerviosa por segundo. El calor
en la cabaña estaba aumentando. Asher miraba a su alrededor con
nerviosismo—. No puedo dejar de vivir mi vida sólo por ser quienes eran
mis padres. Debido a lo que eran. No puedo abandonar todo lo que amo y
todo lo que me hace ser yo.

—No es sólo tus padres —me dijo, pasión creciendo en su voz—. Esto es
lo que eres, también.

—Pero yo no…

—Tus poderes son un regalo. Te darán grandeza. Ya lo verás. Una vez


que aprendas a controlarlos y estás aprendiendo.

—¡No pedí esto! —grité antes poder detenerme.

—Nadie lo hace. —La voz de Ardith cortó al otro lado de la habitación


como el cristal. Los dos giramos para mirarla—. No puedes abandonar la
vida que siempre has conocido, Skye, lo sabemos. Pero no puedes
abandonar la vida que te han dado, tampoco. No son los poderes con los
que naciste los que te definen. Es lo que haces con ellos. Eso es lo que
todo el mundo está esperando a ver.

Mis poderes. Todo el mundo me dijo que tenía el potencial de ser más
poderosa que cualquier Rebelde o cualquier Guardián.

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Todos querían ver lo que yo era capaz de hacer. Pero yo sólo quería ser
yo. Sólo quería ser feliz. ¿Qué tenía de bueno lo que podía hacer? Por lo
que pude ver, mis poderes eran imposibles de controlar.

Me miré las manos, ahuecándolas delante de mí como si estuviera


sosteniendo el agua de un río.

Bueno, poderes, pensé. Hagan lo suyo.

No pasó nada. Cerré los ojos y traté de recordar de nuevo lo que me había
dicho Asher en mi habitación en Colorado.

—Sólo pretende que todo dentro de ti es un montón de energía eléctrica


sin filtrar. Imagina lo que quieres hacer con ella. Y luego imagina
apretar un interruptor y encenderlo.

Hizo una pausa, abrí los ojos y lo miré. Sus ojos estaban buscando los
míos, increíblemente profundo. Tenía que controlarme.

—Los Dotados —dijo—, empiezan poco a poco. Se centran en matices. El


susurro de una respiración. Un cabello fuera de lugar. Ellos manipulan
cada pequeña cosa en la tierra. Y cada pequeña cosa tiene un efecto sobre
otra. Sólo piensa que gran cambio pueden hacer: podrían influir en el
camino de la vida de alguien, el desenlace de batallas, el curso de la
historia.

Tragué saliva, duro, hipnotizada por la mirada en sus ojos.

—Es nuestro trabajo, como la Rebelión, detenerlos de controlar lo que no


tienen derecho a controlar. Tú puedes ayudarnos a hacer eso.

Traté de detener la energía turbulenta dentro de mí como nubes de


tormenta. Mi furia, imposible de controlar por mis sentimientos por
Asher. Mi ira contra la Rebelión por querer demasiado de mí, y contra la
Orden por tratar de controlarme. Mi furia contra Devin por traicionarme,
y la frustración con mis amigos por no ser capaz de entenderme. Y, sobre

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todo, mi miedo de todo esto, de ser la poderosa mezcla de luz y oscuridad
que influía en el resultado de una guerra. De ser aparentemente
Grandiosa con una G mayúscula. Ser Grandiosa no iba a traer a mis
padres de nuevo. No me iba acercar más a mis amigos. Y realmente no
iba hacer que fuera más fácil para mí dejarme confiar en nadie.

Un calor suave comenzó a florecer en las palmas de mis manos. Abrí los
ojos.

Completamente por mi cuenta, había creado fuego. Lo sostuve frente a


mí como si fuera una ofrenda a Asher y Ardith. Se miraron el uno al otro.

—Tengo que ir a casa —dije.

—Está bien. —Cedió Asher—. Está bien. Te llevaremos a casa. Pero


vamos a necesitar…

—Gideon —dijo Ardith, en voz baja—. Vamos a necesitar a Gideon.

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Capítulo 6
Traducido por Alexiacullen
Corregido por Laurence15

O
ficialmente habíamos tomado una decisión, Asher y Ardith dieron
patadas a las cosas.

—Volaremos a tu casa —dijo Asher—. Nadie puede vernos, a


menos que nos revelemos a ellos. Seremos capaces de devolverte allí a
salvo.

—Convocaré a Gideon —dijo Ardith—. Podemos ir en cabeza, asegurar la


zona y reuniéremos allí con él.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto, Skye? —Asher puso ambas
manos sombre mis hombros y me miró enfáticamente—. El hogar no será
como solía ser. No es el River Spring que conocías y amabas. Ya no es
tuyo. Es de la Orden. Los Guardianes estarán en todas partes. Tienes
que concienciarte a todos los lugares que vayas. —Sus ojos estaban serios
y profundos cuando inspeccionaron los míos—. Estás en el tiempo de
descuento.

Tomé una respiración profunda.

—Sé lo que necesito hacer.

Asher asintió.

—De acuerdo —dijo—, iremos esta noche.

Ardith salió para contactar con Gideon y Asher tomó mi mano.

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—Casi no quiero dejar esta cabaña. Hay algo en ella…

—Lo sé.

—Es como nuestro pequeño lugar. Donde podemos simplemente…

—Ser —finalicé.

—Sí. —Me empujó hacia él y me abrazó. Apoyé mi mejilla contra su


pecho—. Sólo quiero protegerte, Skye, Todo lo que quiero es mantenerte a
salvo. Pero también quiero verte ser tan impresionante como sé que
puedes ser, y si eso significa volver a River Springs y todas las cosas que
puedan surgir entre nosotros, entonces eso es lo que tenemos que hacer.
Pero… ¿puedo solo mostrarte una cosa antes de irnos?

—Por supuesto —dije.

Levanté la mirada hacia sus ojos y de repente el aire se volvió neblinoso y


frío. Ahora que habíamos dejado de hablar, un rugido ensordecedor
estalló en mis oídos.

—Asher, qué… —Me di la vuelta para asimilar mi entorno, y mi


mandíbula se cayó—. ¿Dónde estamos? ¿Cómo hiciste eso?

Estábamos en lo alto de un enorme acantilado. El agua se derramaba a


cada lado en enormes y torrenciales olas golpeándose en el fondo en
remolinos.

—¿Te gusta? —preguntó Asher.

—Es increíble —dije, permitiendo a la bruma caer sobre mi cara—. Es


maravilloso.

—Esto es lo que hice mientras estabas inconsciente.

Durante un momento mi corazón se detuvo.

—¿Tú qué?

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—Antes de que despertaras —dijo, mirándome y midiendo
tentativamente mi reacción—. No podía dormir. Cuando era el turno de
Ardith para vigilarte, venía aquí al bosque de noche. Necesitaba hacer
algo. Sentir como que podía controlar algo. El pensamiento de perderte…
—Rozó su pulgar a lo largo de mi mejilla.

Apreté su mano.

—¿Hiciste esto para mí?

—Lo hice porque no sabía qué hacer conmigo mismo. Estaba luchando
contra tantos… sentimientos, supongo, y no tenía ni idea de qué hacer
con ellos. —Dejó de hablar y miró alrededor estudiando su trabajo—.
Podría haber seguido, pero despertaste. Y entonces necesité estar
contigo.

—Yo… yo no sé qué decir.

Me había dicho que me amaba, pero no fue hasta este momento en el que
de verdad supe lo que eso significaba. El agua colisionaba a nuestro
alrededor, salvaje, imposible de controlar. Se encogió de hombros.

—No digas nada. —Hizo un gesto hacia la cascada, el despeñadero y las


afiladas rocas de abajo—. Vamos —dijo, tomando mi mano—. Por este
camino.

Emprendimos el camino abajo por un sendero a un lado del acantilado


que nos llevaba hasta el fondo. Asher sujetaba las ramas por mí cuando
colgaban demasiado bajas, por lo que no golpearían con fuerza contra mi
cara. Algunas cosas habían cambiado mientras había estado
inconsciente. En cierto modo, Asher nunca se había retenido durante
nuestro entrenamiento o me había tratado de una forma especial. Ahora,
era casi como si tuviera miedo de romperme. De repente, era frágil para
él. Algo que necesitaba protección.

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Sentía como si me hubiera tragado mi corazón. Quería tan
desesperadamente estar cerca de él, que nunca tuviera que preocuparse
por perderme de nuevo.

—¿Asher? —Había desaparecido. Estaba sola en el camino, la neblina del


remolino empañaban mi visión, haciéndome difícil el ver.

—Aquí. —Su voz resonó por encima del estruendo del remolino de agua.
Con cautela di un paso a través de la cortina de la bruma, encontrando
mis pies sobre las piedras resbaladizas. El pequeño sendero se abría
dentro de una cueva oscura. Asher estaba a varios metros de espaldas
hacia mí. Cuando caminé a su lado, la vista me dejó sin respiración.
Estábamos en una cueva detrás de la cascada, mirando fuera a través de
la hoja aterciopelada del agua.

Deslicé mi mano entre las suyas.

Se dio la vuelta para bajar hacia mí su mirada, con la felicidad radiando


de su cara.

—Tú y yo, Skye —dijo—, somos compañeros.

—Para siempre —dije.

Puso su brazo a alrededor de mí, y me incliné hacia él.

—Vas a ser tan poderosa una vez que aprendas a controlar todo esto —
dijo suavemente—. Podrías tener los poderes más grandes que los de
cualquier otro Rebelde. Ésa es la razón por la que tengo que ser tan
cuidadoso sobre lo qué hacer ahora. —Se detuvo, sus cejas fusionándose
mientras miraba por encima del embravecido charco—. Están
intimidados por ti. Algunos tienen miedo.

—¿Y tú? —susurré. —No dijo nada, pero sus brazos se apretaron
alrededor de mí—. No sé cómo sentirme sobre esto —dije, mirando la
cascada como si sostuviera las respuestas—. No quiero que tengan miedo

54
de mí. —O tú, pensé. Por alguna razón eso me recordó a algo que Devin
siempre solía decir sobre la Orden. Un lugar sin miedo. Odiaba cómo
seguía arrastrándose de nuevo a mis pensamientos, tanto si lo quisiera
como si no.

Estaba agradecida de que los poderes de Asher no incluyeran la


habilidad de leer mi mente. Aunque tenía el presentimiento de que
sospechaba lo que pensaba sobre Devin. De vez en cuando, como ahora,
cuando miraba hacia el agua, sus ojos se oscurecían como nubes de
tormentas. Y cuando lo hacían, sabía que él estaba pensando en modos de
conseguir vengarse del ángel del cabello rubio helado por acercarse tanto
para robar mi vida.

No quería estar ahí cuando finalmente encontrara la manera.

—Te mantendré a salvo —murmuró Asher para sí mismo.

A salvo. Había dicho esa palabra tantas veces, que me preguntaba a cuál
de nosotros estaba intentando convencer.

Esa noche volamos. Asher me sostenía en sus brazos como hizo la noche
en la que salvó mi vida. Ardith deslizó sin esfuerzos sus alas negras,
silenciosamente, a nuestro lado. El viento se precipitaba en mis oídos.

De pronto, las nubes oscuras dieron paso a unas luces de la ciudad


dispersas por debajo de nosotros. Entonces las luces se aclararon y
comenzamos a descender.

Mis pies golpearon con fuerza el suelo, y mientras miraba alrededor para
conseguir orientarme, me di cuenta de que estábamos sobre la Calle
Principal. La luna colgaba bajo el cielo, proyectando una tenue luz sobre
el centro de River Springs. El aire era frío y me recordaba demasiado a la
noche sin luna cuando acababa de cumplir los diecisiete años.

55
El aire tenía una ventaja brutal de eso mientras estaba fuera del Love
the Bean.

El cielo estaba oscuro. La calle desierta.

La nieve de una tormenta reciente se había congelado en los días fríos


posteriores, dejando las calles y las aceras de una ciudad resbaladiza y
peligrosa.

Asher y Ardith estaban de pie, uno a cada lado de mí.

—No nos pondremos al descubierto todavía... a menos que lo necesitemos


—dijo Asher con tono tranquilizante.

El viento se deslizaba por la parte expuesta de mi cuello y debajo de mi


sombrero, y eché un vistazo arriba y abajo a la calle en busca de signos
de vida.

En la ventana de Into the Woods Outdoor Coo estaba encendida una luz.
Sentí que las lágrimas brotaron de mis ojos. Estaba en casa.

56
Capítulo 7
Traducido SOS por LizC
Corregido por Mlle_Janusa

U
na neblina blanca se arremolinaba a mi alrededor, densa y
húmeda. Quedó atrapada en mis pestañas, y cuando parpadeé,
corrió por mis mejillas. Abrí la boca y la niebla me supo salada
en mi lengua. Justo como las lágrimas, pensé.

¿Dónde estaba? Ya no estaba en Main Street, sin embargo, conocía este


lugar. Abrí los ojos para encontrarme aquí antes.

Di un paso hacia adelante, y el suelo cedió bajo mis pies con facilidad,
suave y granulado. La niebla comenzó a aclararse por primera vez. Una
playa de arena negra se extendía ante mí, perdiéndose entre la bruma
distante. El oscuro mar lamía la orilla, constante, insistente. Estaba
tratando de decirme algo.

¿Pero qué?

Me tropecé con algo y caí de rodillas. El pánico me desgarró ciegamente,


pero fue sólo que el dobladillo de mi vestido, sucio y empapado, se había
enredado bajo mis pies. ¿Mi vestido?

Era largo y blanco de gasa, rodeando mis tobillos. Por un momento, me


quedé muy sorprendida al estar usando algo tan hermoso. Y entonces, la
conmoción dio paso a la tristeza cuando me di cuenta que había
arruinado la tela apenas allí. La arena oscura y el agua de mar manchó
el dobladillo y en mis rodillas donde había caído.

Nada dura siempre perfecto, me puse a pensar.

57
Me puse de pie, recogiendo los pliegues del vestido hermoso en mis
brazos para no caerme. Me incliné hacia delante contra el viento, en la
niebla, mientras daba un paso y luego otro. Y entonces mis pies tocaron
algo sólido.

Mi corazón latía con fuerza, y tragué el aire húmedo, inclinándome para


ver con qué había tropezado. Pies, me di cuenta. Esos son pies. La niebla
se deslizó con la marea, y ahora que mi visión estaba despejada, el terror
descendió sobre mí. Yo estaba mirando hacia abajo en un cuerpo. Este
yacía inmóvil en la playa, pero no podía distinguir la cara.

Y entonces volvió la niebla, como si el mar estuviera inspirando aliento


conmigo, y la blancura se expandió hacia el cielo, hasta que eclipsó todo
lo demás.

Cuando abrí los ojos yo estaba dentro otra vez, acostada en un sofá de
terciopelo gastado, mirando hacia Ian.

—Hola —dijo, su cara pecosa expandiéndose a una enorme sonrisa—.


Estás despierta.

—¿Ian?

—Bienvenida de vuelta —dijo sin aliento—. Pero dale a un hombre un


respiro, Skye. Ya pensé que nunca volvería a verte, ¿luego tengo que ir y
encontrar que te desmayaste en la calle?

Alcé la vista, alarmada de que realmente estuviera enojado conmigo,


pero la sonrisa todavía estaba pegada en su cara. Antes de que supiera lo
que estaba pasando, yo estaba sonriendo y riendo y conteniendo las

58
lágrimas mientras Ian me tomaba en sus brazos y me abrazaba contra su
pecho.

—Oh, Dios mío —dijo entre risas—. No sabía si volvería a oír esa risa
otra vez.

—¡No sabía si alguna vez volvería a ver esas pecas de nuevo! —chillé.

Sonrió y se llevó una mano a la cara simulando auto-conciencia.

—¿Qué, éstas cosas? Mamá dice que me voy a deshacer de ellas en el


momento en que me gradúe. Dice que entonces voy a ser para siempre
muy guapo.

—¡No! Nunca vas a deshacerte de ellas —le dije—. Son la imagen más
tranquilizadora en el mundo.

Bajo sus pecas, las mejillas de Ian se pusieron rojas.

—Oh, hombre, Skye —dijo, tomando mi mano entre las suyas—. Estás
realmente aquí, ¿cierto? ¿No estoy soñando esto?

—Estoy aquí —dije. Levanté una ceja—. Ian, ¿has estado soñando
conmigo?

—Todas las noches —al igual que con la mayoría de las conversaciones
que Ian y yo teníamos, sabía que no estaba exactamente bromeando
cuando dijo esas cosas. Dejé caer mi mano de la suya, y él lo notó—. Lo
siento —dijo en voz baja—. ¿Estás todavía, ya sabes, con...?

—Sí —dije, bajando la voz, también—. Asher.

—Asher. Cierto. —Levantó la vista hacia el reloj, probablemente sólo


para evitar mi mirada. Luego se volvió hacia mí—. Sabes, él no estaba
allí en la calle cuando te encontré. No había nadie. Sólo estabas allí
tendida, desmayada, sola. ¿Qué ha pasado?

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Él había estado allí, por supuesto. No vamos a darnos a conocer todavía.
Estaban allí, mirando todo. Asher nunca me dejaría. Pero yo no podría
decirle exactamente eso a Ian.

—Skye —incitó Ian—. Lo digo en serio. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?

—No lo sé —dije, de repente muy cansada. Pensé en todas las preguntas


que me estaban esperando ahora que estaba de vuelta—. Estaba
despierta y luego... estaba aquí —hice una pausa—. Tal vez fue el
agotamiento. Estuve viajando...

—Viajando —repitió.

—Sí.

—¿Quieres… decirme dónde estuviste?

Levanté de nuevo la vista hacia él. Había una humeante taza de algo con
aspecto delicioso en la mesa junto a él. Oh, Ian. Él siempre estaba ahí
para mí cuando yo lo necesitaba. No por primera vez, me gustaría poder
haber estado allí —estar allí— para mis amigos de la misma manera.
Pero, sin importar lo mucho que lo intentara, no veía una manera de
poder hacerlo alguna vez.

—Quiero decirte —dije finalmente.

—¿Pero? —Su sonrisa era torcida, un poco triste. Él me conocía tan bien.

—No puedo. Lo siento mucho. Ojalá pudiera.

—Oye. —Tomó mi rostro, de repente, en ambas manos. Fui atrapada con


la guardia baja, y mi cuerpo respondió antes de que yo estuviera lista.
Había algo tan agresivo, pero suave, en su contundencia súbita. Tan a
diferencia de Ian—. Nunca debes pedirme disculpas —sus ojos verdes
brillaron con una intensidad que nunca había visto en ellos antes—. Sé

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que necesitas tu espacio. Y sé que, cuando estés lista, me vas a contar
todo.

Sentí las lágrimas brotar en mí otra vez, y durante un par de segundos,


no pude decir ni una palabra. Por último, susurré:

—Gracias.

En otro movimiento sorpresa, se inclinó y me besó en la frente. Algo


había cambiado en él, mientras que yo había estado fuera. Era el mismo
Ian, pero diferente. Más seguro o algo así. Todavía podía sentir sus labios
en mi piel después de que se apartó.

Mi boca se abrió cuando me di cuenta que me gustaba.

—Entonces —dijo Ian, dejando caer las manos a los costados y


poniéndose de pie. Empezó a incorporarse para ocuparse del Bean.
Éramos los únicos allí. Debe haber sido después de haber cerrado ya—.
¿Soy el único que sabe que estás aquí? —me levanté y lo seguí detrás del
mostrador mientras abría la caja registradora y contaba un fajo de
billetes.

—Sí —dije, alzándome sobre el mostrador junto a él. Comprobó dos veces
la caja para asegurarse de que la había vaciado por completo de dinero, a
continuación, puso el fajo de billetes sobre el mostrador y revolvió
nerviosamente a través de ellos.

—¿Has hablado con Cassie?

Me enderecé, ahora completamente alerta.

—¿Está despierta? —Mi corazón estaba en mi garganta.

Ian sonrió, una cansada sonrisa de alivio, y por primera vez me di cuenta
de lo cansado que estaba. Como si hubiera pasado por un pequeño
infierno.

61
—Está despierta —dijo—. Golpeada y maltratada, ya sabes. Parece... —
tosió—. No se ve muy bien. Pero está viva. Va a estar bien. —Asintió,
como confirmando este hecho para sí mismo.

—Oh, Dios mío —dije, saltando del mostrador y lanzando mis brazos
alrededor de él. Enterré mi cara en su cuello y dejé que el cálido aroma
de galletas y café con leche se envolviera alrededor de mi corazón. El olor
reconfortante de mi hogar.

—No sé lo que habría hecho si... si ella no… —no pude terminar.

—Sí —dijo Ian en voz baja, pasando sus dedos suavemente, casi
tentativamente, a través de mi cabello—. Tuvo suerte. Igual que todos.

Puso su brazo alrededor de mí con más fuerza y dejé que la estabilidad de


su presencia en mi vida me infundirá aliento. Él siempre había estado
ahí para mí, y siempre lo estaría.

Sin importar lo que le hiciera. Sin importar cuántas veces le dijera que
no.

—¿No has ido a casa todavía? —preguntó, apartándose.

—No exactamente —dije con una sonrisa tímida.

—¿Quieres verla?

—Sí —dije, demasiado rápido—. Por supuesto.

—Bien —dijo—. Sólo dame unos minutos mientras cierro.

Ian se fue a la sala de suministros, y yo di vueltas alrededor de la


cafetería. La última vez que la había visto tan vacía fue el día después de
mi cumpleaños, cuando Cassie, Dan, y yo habíamos ayudado a Ian a
limpiar el desorden. Me estremecí al recordar el aire frío amargo que
había soplado a través de las ventanas rotas en ese día gris.

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Como traída de vuelta a ese momento en el tiempo real, una fría brisa
refregó mi cabello entre mis ojos, y me volví para ver de dónde venía. La
ventana en la parte de atrás estaba abierta, aquella cerca de los sofás en
el que los cuatro de nosotros nos habíamos sentado en esa misma tarde,
nuestros pies sobre la mesa de café mientras inspeccionábamos el trabajo
por delante.

Me acerqué a cerrarla, pero cuando lo hice, algo me llamó la atención.


Algo que despuntaba contra la monótona alfombra extensa y los felpudos
cojines desgastados del sillón. Una sola pluma blanca se removía
suavemente en la brisa.

Mi corazón cayó y el viento se precipitó en mis oídos a medidas que mis


rodillas cedían. Me senté en la baja mesa, con fuerza. Una pluma blanca.

Me habían advertido, ¿cierto? Habría Guardianes aquí. Y no sólo


Guardianes. Devin, también.

Yo sabía qué esperar. Pero de repente me pregunté si estaba lista.

Enamorarme de ti fue una cosa más que no pude evitar. ¿Habían sido
ciertas esas palabras? ¿Cómo podría la Orden hacer a alguien tan
hipócrita? ¿Cómo podía sentirse de esa manera y aún así hacer lo que me
hizo?

No lo podía entender.

Me sentí como si estuviera usando auriculares con la música a todo


volumen. Por encima de la acometida en mis oídos un sonido luchó para
conseguir sobresalir.

—¡Skye! —Mi cabeza se levantó de golpe. Ian se cernía sobre mí,


pareciendo preocupado—. ¿Segura de que estás bien? —Se acercó a
cerrar la ventana, y aproveché la oportunidad para meter la pluma en mi
chaqueta—. ¿Lista para irnos? —Asentí. Inclinó la cabeza hacia un

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lado—. Skye —dijo, su voz ya haciéndome sentir mejor—. Nadie te culpa,
sabes. Por irte. Por nada de esto.

Asentí tristemente. Me hubiera gustado decirle que simplemente no me


había ido. Que nunca lo abandonaría o a Cassie, Dan, a la tía Jo de esa
forma. Ellos eran mi familia. Pero hay tantas cosas que nunca podría
decirle.

—Creo que tal vez debería ir a casa primero. Ver a la tía Jo. Si se entera
de que vi a Cassie antes de verla a ella, nunca me lo perdonaría.

—Buena idea —dijo Ian—. Eres una persona mucho mejor que yo —puso
la mano en mi espalda—. Ven, vamos a llevarte a casa.

Mientras viajábamos, Ian y yo caímos de nuevo en nuestra vieja rutina.

—Entonces, ¿qué ha estado sucediendo desde que he estado fuera? —


pregunté.

Me miró por encima.

—¿Me estás sonsacando chismes?

—¡Me siento tan fuera de onda!

—Bueno, yo no soy tan bueno en esto como Cassie, así que ten paciencia
conmigo. Tendrás que obtener la primicia de ella mañana.

—¿Por favor?

—Está bien, está bien. Bueno, ya sabes acerca de Cassie y Dan, supongo,
¿no? ¿Cómo que están...?

—¿Juntos? —pregunté esperanzada.

—Repugnante —se echó a reír—. Desde que ella salió del hospital han
estado quirúrgicamente unidos.

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—¡Yupi! —dije, aplaudiendo, muy emocionada, de repente, al estar
rodeada de todas las pequeñas cosas normales que amaba de mi vida.

—Creo que tenemos diferentes definiciones de “yupi”. Perdí un hermano


este invierno, Skye. —Inclinó la cabeza—. Un verdadero hermano. Uno
de los buenos.

Me eché a reír.

—Oye, mantén los ojos en la carretera. Entonces, ¿qué has estado


haciendo contigo mismo mientras ha estado pasando?

Ian miró en su retrovisor y cambió carriles evasivamente. Un coche de


policía nos pasó en la dirección opuesta. Mi estómago se tensó
involuntariamente, al recordar las sirenas en la mañana del accidente de
Cassie.

—He estado encontrando maneras de divertirme. —Se concentró en la


carretera mientras nos acercábamos a mi casa y no dio detalles.

—Eso es una cosa de hombres a decir —murmuré—. No eres divertido —


sonrió y movió sus cejas hacia mí. Había una mirada traviesa en sus ojos
que él no iba a hablarme. Algo había cambiado entre nosotros, tan
rápidamente como una nube pasando a través del sol, pero no sabía qué.

—Hogar, dulce hogar —dijo—. ¿Preparada para enfrentarse a la ira de la


tía Jo?

—Uf —dije—. No, pero voy a entrar todos modos.

—Puedes hacer esto. —Palmeó mi rodilla con cautela, como si yo podría


golpear su mano en cualquier momento—. Va a estar muy aliviada de
que estés en casa. Ha estado frenética.

—Qué manera de hacerme sentir mejor —bromeé con poco entusiasmo.

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—Llámame si necesitas algo —dijo. Me bajé del coche, y me incliné para
meter la cabeza en la ventana.

—Gracias, Ian —dije—. Me alegro de verte a ti primero.

—Yo también —sonrió—. Pero no se lo digas a Cassie. Me va a matar por


no llevarte directamente a ella.

Imité cerrar mis labios con un candado y tirar la llave.

—Nuestro secreto.

Asintió y se alejó rápidamente de la calzada.

La luz de las ventanas de la cocina se derramaba en el patio delantero


cuando me paré y miré hacia la casa. Solía ser mi hogar. Todavía lo era,
supuse.

Respiré profundo y me dirigí al interior.

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Capítulo 8
Traducido por carmen170796
Corregido por Angeles Rangel

E
l pasadizo delante de mí estaba oscuro excepto por una débil luz
proveniente de la cocina. Me tomó un momento orientarme antes
de dirigirme hacia ella. ¿Qué iba a decirle? ¿Dónde había estado?

La cocina estaba desierta y en silencio. El lavado estaba limpio y vacío, y


las encimeras impecables, como nunca las había visto. El piso estaba tan
brillante que podía ver mi reflejo en la brillante madera. ¿Estaba tía Jo
fuera en un viaje por los Bosques?

Mi estómago se hundió ante la idea de venir a casa para encontrarme


sola de nuevo, como si hubiera tenido razón cuando me había ido. En
toda mi vida, nunca había sabido que mi tutora adoptiva fuera una
obsesionada con la limpieza. Algo estaba mal. Algo no se sentía bien en
absoluto.

Pero después empecé a notar pequeñas señales de vida aquí y ahí. Una
húmeda bolsita de té descansando sobre una cuchara sobre el
microondas. Un libro con un sobre marcando donde se había quedado el
lector. Ordenadas pilas de papeles sobre la mesa de la cocina, con la
página más alta ligeramente doblada, como si alguien la hubiera estado
viendo recientemente y no la hubiera puesto cuidadosamente en su lugar.
Me acerqué a la mesa y la cogí.

Certificado de nacimiento.

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Con mi corazón palpitando, hojeé el resto de los papeles sobre la mesa.
Fotocopias de mi pasaporte, información de Seguridad Social, y mis
papeles de adopción estaban ordenados y amontados en pilas, junto con
papeleo del Departamento de Policía de River Springs para archivar el
reporte de una persona desaparecida. Empezaba a leer cuando escuché
una voz, y segundos más tarde tía Jo entró al cuarto hablando por
celular.

—… Aproximadamente 1,65 m, cabello negro, ojos grises, una campeona


de esquí, un poco seria, pero una vez que llegas a conocerla… —Cuando
me vio, se detuvo. Colgó el teléfono de un clic y cayó de su mano y chocó
ruidosamente contra el piso.

—Skye —susurró. Sus ojos llenos de lágrimas. Había una mezcla de


emociones en su cara: tristeza, alivio, enojo, arrepentimiento.

—Yo… —empecé, sin estar segura de qué iba a decir.

—Oh mi Dios —dijo, corriendo a mí y apretándome en sus brazos—. Oh,


Skye, Skye, Skye —repetía, meciéndome—. ¿Estás bien? ¿Dónde diablos
has estado? Estás en muchos problemas, señorita, pero estoy demasiado
feliz de que estés en casa para estar enojada ahora mismo.

—Lo siento mucho —dije, enterrando mi cara en su cabello y dejándola


sostenerme—. Lo siento mucho, mucho. Te extrañé tanto. —Por primera
vez, me di cuenta de cuánto miedo había tenido de nunca volverla a ver.
Ella se apartó, echándome una ojeada mientras nos sentábamos en el
piso en medio de la cocina. Apretaba sus manos por arriba y debajo de
mis brazos como si buscase huesos rotos.

—¿Qué te pasó? ¿Siquiera sabes que nos hiciste pasar? ¿Tienes idea de
que cuán preocupados estábamos? —Limpió sus ojos—. Debí haber
estado ahí. Debí haber dicho algo, haberte dicho, debí haber…

—Tía Jo —dije—. Deja de balbucear. ¡No es tu culpa!

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—¿Qué pasó? —preguntó de nuevo, pasando los dedos por los cortes y
moretones en mi cara—. Mi Dios, mírate. ¿Estás bien? ¿Necesitas ir al
hospital?

El tiempo para eso definitivamente había pasado.

—No —dije—. Estoy bien. En serio. Sólo cansada. Extrañaba mi cama.

—Por supuesto —dijo, sujetándome de nuevo en un abrazo succiona-


aire—. Por supuesto. No tienes que preocuparte. Estás en casa ahora.
Estás a salva.

¿Pero cómo podía decirle la verdad? No estaba a salvo. La pluma blanca


me dijo todo lo que necesitaba saber. Podía estar de vuelta en la casa
donde había crecido, con tía Jo cuidando de mí y haciendo mis comidas
favoritas. Pero todo sobre casa iba a ser diferente desde ahora en
adelante “A salvo” no podría haber sido más lejano de cómo me sentía.

Arriba, tomé una ducha, mi primera ducha en días. Dejé que el agua
caliente se derramara sobre mí, lavando la suciedad y los nudos de mi
cabello. Lavando cada rastro, cada recuerdo de lo que había pasado en el
bosque esa noche. Dejé que cada traición, cada pensamiento sobre Devin
se fuese por el drenaje. El vapor salía en nubes alrededor de mí y me dejé
perder en él.

Después me envolví en una gran toalla afelpada y caminé de vuelta a mi


cuarto, agarré mi playera favorita y boxer del cajón y los puse en mi
cama.

—¡Skye! —gritó tía Jo desde el corredor. Su voz era nerviosa y no sonaba


bien.

—¿Todo está bien ahí dentro? ¿Necesitas algo?

—¡Estoy bien! —grité—. ¡Bajaré en un segundo! —Me volteé hacia mi


espejo de cuerpo completo dejé que la toalla cayese al piso. Mi vientre

69
estaba suave y sin marcas, como si nunca hubiese sido apuñalada. No
podía creerlo. Pasé los dedos por mi piel pero no sentía nada. Se me puso
la piel de gallina en mis brazos y piernas, y de repente tuve la
escalofriante sensación de ser observada.

Rápidamente me metí en unos antiguos bóxer de franela y tiré de la


playera sobre mi cabeza. Se sentía como si no me los hubiera puesto en
mucho tiempo, y disfruté de la sensación del suave algodón. Terminé
cepillando mi cabello, poniéndolo en un nudo en la parte superior de mi
cabeza. De repente me estremecí, lanzándome hacia adelante. Parecía
que el cuarto giraba y se desvanecía en la oscuridad. Cuando miré al
espejo de nuevo, tuve que agarrar el tocador con ambas manos para
estabilizarme. Una macha húmeda y oscura estaba brotando del centro
de mi playera. Desesperada, la levanté, y lo que vi me hizo gritar fuerte.

Había una gran puñalada en mi vientre, filtrando sangre a mis manos, el


tocador, la alfombra. Mi visión estaba teñida de rojo.

—¡Jo! —grité—. ¡Tía Jo!

—¿Qué pasa? —Ella irrumpió en el cuarto, y todo volvió a la normalidad.


La luz volvió, y mi mareo se aclaró—. ¿Skye? —preguntó, acercándose a
mí—. ¿Estás bien?

—Yo. —Bajé la mirada a mis manos, la alfombra, mi abdomen. No había


herida, ni sangre.

Todo estaba como había estado.

—Nada —dije—. Lo-lo siento. Pensé…

Ella me miró con una expresión que no pude leer.

—¿Estás segura que estás bien?

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—Sí —dije. Tenía que dejar de preocuparme por lo que había pasado.
Estaba en casa ahora. Era tiempo de seguir adelante—. Estoy bien.

—Vamos abajo —dijo. Parecía tan impotente, como si estuviese


repasando una lista de control de todas las cosas que pudo haber hecho
para alejarme—. Te hice algo. Hablaremos.

Nos sentamos en la mesa de la cocina. Tía Jo había preparado


rápidamente mi refrigerio favorito mientras estaba en la ducha, y las
calientes y recién salidas del horno galletas de canela ahora estaban,
enfriándose, en un plato entre nosotros.

—No voy a presionarte —dijo tía Jo—. Eres una buena niña, Skye, y
confío en ti. Sabes eso, ¿Cierto? Confío en que tomes tus propias
decisiones y no te dejes influenciar por malas personas. —Ella giraba el
plato nerviosamente con sus dedos—. Pero necesito saber dónde estabas.
—Ella se detuvo—. Y definitivamente estás castigada.

—Pero yo…

—Nada de peros. No es negociable. Estaba muy preocupada por ti. ¿Qué


se suponía que pensase? ¿Siquiera entiendes cuán egoísta es desaparecer
así?

—Supongo que no —dije con voz ronca. Esto era de lo peor, que me
griten, sentirme culpable por que había estado más allá de mi control.
Quería gritar: “Nada de esto es mi culpa” pero no lo hice por mi
seguridad y la de tía Jo. ¿Quién sabía lo que la Orden le haría si le decía
la verdad?

Estaba harta de que todo estuviera fuera de mi control. La ira quemaba a


través de mí mientras apretaba mis puños bajo la mesa.

—Entonces. ¿Dónde estabas? Ni tus amigos sabían. ¿Estabas con esos


chicos? ¿Los dos de los que me estabas contando?

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Me pregunté, por un momento, si podía decirle una versión abreviada de
la verdad. La idea de continuar mintiéndole a tía Jo, alguien que siempre
me había tratado como si fuera su verdadera hija de sangre, me daba
náuseas.

—Hay una cabaña, en el bosque. No está muy lejos de aquí. Yo… la


descubrí. En una caminata. —Tragué. Tenía miedo. Y eso, al menos, era
verdad—. Estaba parada ahí en el hospital con Cassie, y parecía que ella
podría no… —Me encontré incapaz de emitir palabra alguna—. Parecía
que ella iba a morir, y sentía que era mi culpa. Como si no hubiera estado
ahí para ella cuando me necesitó este semestre. —Tía Jo murmuró algo
para sí misma—. Pero sentía que todos necesitaban algo diferente de mí.
Y no sabía cómo manejarlo. Como si todo tuvieran una idea diferente de
cómo debería ser mi vida. Tenía que escapar.

—Skye —dijo suavemente—. Lo que le pasó a Cassie no fue tu culpa.


Una cosa no tiene nada que ver con la otra. —Deseé en ese momento
poder decirle todo, pero así había sido como Cassie salió herida en primer
lugar. Si rompía a llorar y le contaba a tía Jo, también solo la estaría
poniendo en peligro. Después de ver a Cass en el hospital ese día, su cara
con moretones y sus brazos y piernas en escayolas, eso era algo que no
podía afrontar. Tenía que manejar esto sola.

No sola, una voz en mi mente susurró. Tienes a Asher ahora. Tienes a


toda la Rebelión de tu lado.

—Una cabaña —meditó tía Jo, interrumpiendo mis pensamientos—.


¿Qué clase de cabaña?

—Una antigua. Tenía un inodoro con cadena y extraños armarios con


montones de pequeños cajones. Pero alguien ha vivido ahí recientemente:
había un café de por lo menos los años noventa.

Tía Jo tenía una expresión divertida.

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—Conozco el lugar —dijo—. Yo puse ese café ahí. Into the Woods ha
estado tratando de comprarla por años, para usarla como una parada en
el sendero. —Una pequeña sonrisa se extendió en su cara—. Qué gracioso
que terminases en esa cabaña. ¿Es ahí a donde fuiste?

Asentí.

—Gracias por decírmelo —dijo—. No estoy muy feliz de que sintieses que
tenías que escapar por unos días en lugar de hablar conmigo sobre ello.

—¡Nunca estás aquí!

—… pero entiendo que me ido un montón. Por Dios, Skye, estabas a


punto de decir eso.

—Discúlpame por dejarte sola por tanto tiempo, estoy aquí ahora, y
estaré aquí cuando me necesites. Solo habla conmigo, ¿Está bien? —Ella
observó la renuencia en mi cara—. Créelo o no, tu vieja tía Jo fue una vez
una adolescente.

—Por favor —resoplé.

—Todo lo que estoy diciendo es que, puede que entienda por lo que estás
pasando mejor de lo que crees.

—Está bien. —Lentamente dejé que mis puños se relajaran bajo la


mesa—. Trataré.

—Bien, pero por ahora, deberías ir a la cama —dijo—. Pareces cansada.

Se puso pie y caminó hacia la puerta. Cuando llegó ahí, se dio la vuelta.
La luz de las escaleras lanzaba un borroso halo alrededor de su cabello
rubio cenizo. Había algo en sus ojos que no podía entender. Las cosas
definitivamente eran diferentes entre nosotras ahora. Primero Ian, ahora
tía Jo. Me di cuenta que la mirada en sus ojos era de preocupación.
Miedo.

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Era diferente de las miradas que me había dado antes en el invierno,
cada vez que estaba a punto de irse y tenía miedo de dejarme sola. No,
esto no era acerca de lo que me podría pasar. Era, me di cuenta, sobre lo
que había hecho o podría hacer. Era la misma manera en que Asher me
había tratado en la cabaña. Como si fuera algo frágil y aun así
impredecible, algo extremamente valioso

Miré a la ventana, preguntándome si él y Ardith y ahora también


Gideon, estaban ahí afuera.

Observando. Manteniéndome a salvo.

Cuando me volteé lejos de la ventana, tía Jo seguía mirándome.

—Te ves mayor —dijo—. ¿Sabes eso?

Pensé en todo lo que me había pasado desde que había cumplido


diecisiete.

—Sí —dije—. Supongo que lo soy. —Había ojeras bajo sus ojos y las
arrugas en su frente parecían más profundas que lo recordaba. Ella
también se veía mayor

—Buenas noches —dijo.

—Buenas noches, tía Jo —respondí susurrando.

Realmente no podía recordar cómo se sentía estar con mamá, pero si


hubiera tenido que adivinar, me imaginaba que probablemente se sentía
así.

74
Me quedé en la cocina por unos minutos más después de que tía Jo
subiera, mordisqueando distraídamente una galleta. El picante dulce
sabor me recordaba cómo era todo antes. De repente mi estómago dio una
vuelta, y no me sentía tan bien. Un escalofrío bajo por mi columna
mientras recordaba esa vez en la cocina, de noche, sola, cuando Raven me
había confrontado por primera vez. ¿Estaba afuera ahora mismo? ¿Qué
pasa si todos lo estaban?

Esperando en los arbustos y detrás de los árboles. Preparados para


atacar a la primera oportunidad.

Rápidamente me puse de pie, apagué la luz de la cocina, y subí corriendo


a mi cuarto. Estaba helando, y solo me tomó un segundo entender por
qué: mi ventana estaba abierta. Me acerqué, pero en lugar de cerrarla
automáticamente como podría haber hecho un mes antes, saqué la
cabeza por la ventana y levanté la mirada al techo.

—¿Asher? —susurré—. ¿Estás ahí arriba? —Escuché un crujido de


plumas en respuesta, y después él aparecía en mi ventana.

—Oye —me guiñó, sus los ojos brillando con picardía—. ¿Quieres subir?
—sonriendo, me puse una sudadera y pantalón de chándal. Puse mi
mano en la suya, y me jaló con él hacia el techo.

—Te ves bien —dijo.

—Cállate —contesté. Puso su brazo alrededor de mí, y yo me sumergí en


el calor de su cuerpo. Toda la tensión que había sentido al hablar con Ian
y tía Jo se desvaneció, y supe, en ese momento, que estaba en casa. Estar
con Asher. Era todo lo que importaba. Siempre y cuando estuviéramos
juntos, todo estaría bien.

—Están ahí afuera —dijo Asher en baja, mirando al campo debajo—. ¿Lo
ves? —Bajé la mirada al campo.

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—¿Quién? —dije—. No veo nada.

—Shh —susurró—. Quédate quieta. Mira de nuevo.

Esta vez, sí pensé que podía ver movimiento en la oscuridad. ¿Estaba


imaginando cosas, o de verdad pude captar un destello de plumas entre
los árboles, y un destello de blanco en la oscuridad?

—Guardianes —dije en voz baja.

—Esperando.

—Por mí. —Me detuve mientras dejaba que el peso de ello me hundiese—
. Asher, ¿Qué pasa si veo a Devin mañana en la escuela? ¿Qué pasa si veo
a Raven? —Él apretó su brazo alrededor mío en actitud protectora.

—Confía en mí, Skye, ellos nunca montarían ningún tipo de ataque al


aire libre. En la escuela, con todos observando. Créelo o no, ahora mismo,
la escuela es el lugar más seguro.

—No puedo creerlo —dije, temblando—. Oye, ¿Tienes otro lugar a donde
ir esta noche?

—¿Te refiero a otro aparte de este?

—Solo pensé que, con Ardith y Gideon aquí…

—Skye —me detuvo—. Estoy bastante seguro de que protegerte es mi


prioridad principal ahora mismo.

—Bien —dije—. Mira. Sé que esto es estúpido y vergonzoso, pero ¿Tú…?

—¿Sí? —sonrío.

—Um, ¿dormirías conmigo esta noche? Solo dormir, quiero decir. Odio
decir esto, pero… no quiero estar sola.

Asher levantó una ceja.

76
—¿Solo dormir? —Una sonrisa tiraba de una esquina de su boca de la
forma más exasperante.

Traté de no sonrojarme. Solo lo alentaría más.

—Está bien, ¿Sabes qué? No importa. Me arriesgaré con los Guardianes.

—Oh, detente —dijo, ayudándome a pararme—. Me encantaría solo


dormir contigo, Skye. —Camino al borde del techo, después se dio la
vuelta, sacudiendo su cabeza—. ¿Vas a estar así de asustada todas las
noches? Porque tendré que revisar mi calendario…

Lo empujé ligeramente.

—Solo no te acostumbres.

Trepamos por la ventana de mi cuarto. Asher se sacó los zapatos y se


metió en la cama conmigo, tirando fuerte de las sábanas a nuestro
alrededor. Encajaba perfectamente en la curva de su brazo. Estábamos a
salvo siempre y cuando estuviésemos juntos. Apagué mi lámpara de
noche, y nos acostamos en la oscuridad.

—¿Cuál es la historia entre Ardith y Gideon? —dije soñolientamente.

—Te diré mañana —susurró—. Ahora duerme.

Mientras nos quedábamos dormidos, creí escucharlo murmurar “Nunca


me dejes” Aunque pudo haber sido “Nunca te dejaré” No estaba segura.

En la mañana, cuando desperté antes que mi alarma, tan preparada


para enfrentar la escuela como jamás lo estaría. Asher ya se había ido. Él
siempre se iba antes de que estuviese lista.

77
Capítulo 9
Traducido por Kachii Andree
Corregido por BrendaCarpio

E
sa mañana, me gustó la familiaridad de despertar en mi propia
cama, pero sólo durante unos cinco segundos. Ya estaba arriba y
fuera de allí como una bala. El agotamiento que había estado
sintiendo desde el despertar en la cabaña se había desvanecido,
reemplazado con una energía determinada. Estaba de vuelta en River
Springs, y tenía cosas que hacer. Tenía que enfrentarme a mi vida de
nuevo.

Alcancé mis pantalones pero dudé. Recordando cómo estar lista para
cualquier cosa que había sentido la noche del espectáculo de Cassie en el
Bean, me puse un vestido con mangas, medias y botas de motociclista.
Un poco de rubor, algo de rímel, bálsamo para los labios, un collar o tres,
una bufanda, y estaba lista para salir. Mis ojos brillaban como plata en el
espejo. Ni siquiera me preocupé de que no pudieran ser normales otra
vez para el tiempo en que llegué hasta mi auto. De alguna manera yo
sabía qué iba a hacer. Tenía que empezar a confiar en mí misma.

Si iba a volver a la escuela nadie iba a meterse conmigo hoy.

—Wow —dijo tía Jo cuando pasaba a través de la cocina con mis pesadas
botas—. ¿Qué hiciste con Skye? ¿Y esas son mis botas?

—Estoy practicando la conciencia mente-cuerpo —le dije, mordiendo una


tostada—. Mira el papel, representa el papel.

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—Sólo sé amable con tus maestros. —Traté de esconder una sonrisa
cuando ella volvió a llenar su taza de café.

—¡Estoy ofendida! —le grité, en dirección a la sala y abrochando mi


anorak—. ¡Siempre estoy bien!

—Bueno, que tengas un muy bonito día hoy —gritó detrás de mí—.
Ofrece hacer puntos extra o algo así. Consigue volver al buen camino.

—Sí, sí —murmuré—. Nos vemos más tarde. —Vacilé en la puerta,


recordando lo que había sentido como para volver a casa, a una casa
vacía, durante semanas—. Vas a estar en casa, ¿verdad?

—Por supuesto que voy a estar aquí. Y vuelves a casa justo después de la
escuela.

—Lo tengo —le dije—. ¡Te amo!

—¡Pregunta la próxima vez que vayas a pedir prestado mis cosas! —gritó
ella detrás de mí.

¡Oh! Cómo extrañaba mi auto. La forma en que se abraza a las curvas de


las carreteras de montaña. La forma en que el viento penetrante frío
azota mi pelo. Siempre he mantenido las ventanas abiertas, incluso en
las temperaturas más heladas. Tal vez porque me hace pensar en el
esquí.

O tal vez volando.

Estaba a tiempo, pero no estaba yendo derecho a la escuela. Iba a recoger


a mi mejor amiga.

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Cuanto más me acercaba a la casa de Cassie más nerviosa estaba. ¿Y si
ella pensaba que la había abandonado? ¿Qué pasa si no quería volver a
verme otra vez? De repente, a pesar de que sentía una especie de
culpabilidad por pensar en la idea de Cassie odiándome para siempre era
mucho peor que la idea de su muerte.

Tiré alrededor de una curva cerrada y la parte blanca grisácea de su casa


apareció a la vista. El jardín tenía la misma torcedura, habitado y en el
ambiente de siempre. Camiones de juguete y un cubo volcado de
pequeños soldados verdes cubrían el suelo helado. Mientras estacioné
junto a la acera, me di cuenta que el auto justo enfrente de la mía
pertenecía a Dan. El corazón me latía el doble de tiempo. No esperaba
encontrar a Dan, también. Yo esperaba tener mis reuniones una a la vez,
en trozos del tamaño de un bocado.

Oh, bueno, pensé. Aquí vamos.

Menos mal que me había puesto mis botas de chica dura.

La brisa era inusualmente cálida el día de hoy, el cielo de la mañana


claro y brillante, y aunque seguía siendo invierno, tenía la sensación de
que sabía dónde encontrarlos. En vez de sonar el timbre de la puerta,
caminé alrededor a través de la puerta lateral al patio trasero.

Cassie y Dan estaban sentados uno junto al otro en el columpio de


espaldas a mí. Dan estaba sosteniendo su mano, inclinándose cerca para
susurrarle al oído. Ella se rió y golpeó con fuerza contra él con frialdad.
De repente, me entró el pánico. No querían verme. ¿Por qué lo harían?
Hubiese querido o no, yo había abandonado Cassie, y ahora no había
lugar para mí en su vida. Ella tenía a Dan.

Tomé una respiración profunda.

80
—No me siento como la mejor tercera rueda todo el tiempo, ahora que
ustedes son la pareja del año —dije en voz alta. Dan giró tan rápido que
casi se cayó del columpio.

—¡Skye! Mierda, ¿en serio? —Él se abalanzó sobre mí, me agarró fuera
de mis pies en un enorme abrazo de oso, y dio vueltas a mi alrededor.

—Ay. —Me atraganté—. No conoces tu propia fuerza.

—Lo siento —dijo él, bajándome suavemente—. Es sólo, ¡estás de vuelta!


¡Te echamos de menos! —Se volvió hacia Cassie, esperando que gritara
emocionada. Pero ella todavía estaba de espaldas a mí.

Oh no, pensé. Ella está enojada. Esto es todo. Cree que la abandoné y
nunca voy a ser capaz de decirle la verdad y tendré que encontrar una
nueva mejor amiga y...

—¿Skye? —dijo Cassie sin aliento, y sonaba tan normal, tan como
nosotros, que bien podría haber estado a punto de decir, ¡este chisme no
va a derramarse así mismo! Trató torpemente de dar la vuelta—. ¿Eres
realmente tú? Mierda, ay, espera. —Ella agarró las cadenas del
columpio—. ¡Dan! ¿Las muletas?

—Oh, está bien, lo siento. —Él corrió hacia ella y cogió las muletas hasta
del suelo. Lentamente, la ayudó a levantarse sobre ellas y a dar la vuelta.

Cascadas del cabello rubio rojizo de Cassie habían estado ocultando un


cuello ortopédico, y su pierna derecha estaba encerrada en una enorme
escayola azul que iba por todo el camino hasta la mitad del muslo. Ella
me miró, y nuestros ojos se encontraron. La mitad de su cara estaba
amoratada, lo que le dio una especie de mirada de enojo.

Tragué.

—¿Cass? —le dije—. Oh mi Dios.

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—Oh, lo que sea —dijo ella, con una sonrisa iluminando su rostro. Estaba
secretamente en el hecho de que se parecía a un inválido, me di cuenta
ya que rompí en una sonrisa, también. Definitivamente fue dramático.
Apuesto a que ella estaba recibiendo un montón de atención por eso.

—Estás totalmente ordeñando esto, ¿no es así?

—¿Qué? No —dijo Cassie, ensanchando su sonrisa como si ella realmente


quisiera decir: ¿Quién, yo?—. Pero escucha, vas a tener que venir a mí,
porque está jodidamente imposible moverse con esta estúpida escayola.

Antes de que siquiera haya terminado de hablar, corrí a través del patio
y lancé mis brazos alrededor de ella.

—Ay —exclamó—. Ay, ¡el cuello ortopédico, el cuello ortopédico! —Pero


ella se reía. Ambas lo estábamos.

Cassie se apartó y me abrazó una vez más. Tenía los ojos vidriosos, pero
yo sabía que iba a morir antes de que ella se dejara ver llorar en público.

—¿Dan? —dijo ella dulcemente—. ¿Me puedes sacar esa cosa?

Dan la miró sin comprender.

—¿Qué cosa?

Ella puso los ojos.

—Ya sabes, esa cosa. ¿Lo que yo uso para rascar el interior de mi
escayola?

—Oh, esa cosa. Claro, bebé. —Me sorprendió por la ternura de su voz. Se
inclinó y besó la parte superior de su cabeza. Ella sonrió detrás de él
mientras se alejaba, se volvió hacia mí.

—¿Bebé? ¿Ustedes se dicen bebés ahora?

82
—No cambies el tema —dijo, señalando con el dedo índice hacia mí con
tono acusador—. ¿Dónde diablos estabas? Me desperté y te habías ido. Y
pensé que algo terrible debió haber sucedido, porque no hay manera de
que me hubieras dejado allí sola. —Una lágrima resbaló por su cara, pero
ella la ignoró tercamente—. Así que me dices que ya está, ¿no? —dijo—.
¿Fuiste secuestrada? ¿Fuiste secuestrada por extraterrestres? ¿Una tribu
de chicos calientes nudistas te llevaron fuera a su tierra natal, donde se
te aclamó como reina? —Ella miró esperanzada.

Tragué saliva. Cara a cara con Cassie, la historia que le había contado a
la tía Jo de haber sentido miedo, ser débil y estúpida. Cassie nunca
compraría eso. Yo era la fuerte. Yo era la que iba a ser fría y sensata y
sin emociones. Era buena en una crisis. No entraba en pánico o huía.
Cassie, más que nadie, sabía que yo estaba mintiendo.

—Yo no... tengo... una buena razón —le dije. Se me quedó mirando, y el
silencio colgaba entre nosotras. No podía seguir mintiéndole así. Abrí la
boca para decir la verdad, pero algo brilló en el bosque detrás de su patio.

Guardianes.

Levanté la cabeza, y miré hacia atrás, hacia los árboles. ¿Fue mi


imaginación, o pude ver una raya de color blanco desaparecer detrás de
un árbol de hoja perenne? Fue un recordatorio de que nunca podría
decirle a Cassie la verdad, no importa lo mucho que yo quisiera.

—Tenía miedo —le dije rápidamente, tratando de sonar convincente—.


Supongo... Supongo que no lo manejé bien.

—¿Eso es todo? —Ella cojeó hacia atrás sobre sus muletas—. Oh, Vaya
Skye, ¿te parece? Bueno, gracias a Dios uno de nosotros tenía miedo. No
podría haber sido yo, ya ves, ¡porque yo era la del coma!

Miré detrás de mí, nerviosamente.

83
—¿Qué quieres seguir buscando? —preguntó ella. De repente me di
cuenta del reconocimiento en su cara, y dejó caer su mandíbula—.
Conozco esa mirada. Esa es la misma mirada que había estado pegada a
tu cara en la cafetería durante todo el invierno, y el aspecto que tenía
cuando estábamos esperando el autobús para el viaje de esquí. —Sus ojos
se abrieron.

—Estás en busca de ellos, ¿verdad? ¿Asher y Devin? ¡Ellos son la razón


por la que escapaste!

—¿Qué? —exclamé—. ¡De ninguna manera!

—No juegues a este juego conmigo, Skye. La plantilla está tan arriba. Me
dejaste. Por un hombre.

—¡No, te lo juro!

—Lo sabes, Skye, estoy loca por los chicos. Puedo aceptar eso. Pero yo
nunca pondría a uno de ellos por delante de ti.

—Uh —dijo Dan, que venía detrás de ella con un instrumento largo que
parecía una percha destruida—. Está aquí mismo.

—Tú no, Dan —dijo Cassie—. Los otros.

—¿Cuáles otros?

Cassie se volvió hacia él con intención.

—Los que vinieron antes. —Ella levantó una ceja—. ¿Entiendes lo que
digo?

—Es raro que yo lo haga —dijo Dan.

—La tía Jo puede haber comprado la idea del “Tenía miedo” —continuó
ella, dando la vuelta—. Pero yo te conozco mejor que eso. ¿De verdad
querías estar allí y me dices que por qué te fuiste?

84
No, pensé desesperadamente. No lo haré.

—No fueron sacudidas, incluso hasta después de que la avalancha casi te


mató —agregó Dan—. Bien jugado, chica —le dijo, tendiéndole la mano
para que pudiera chocas las cinco—. Entonces, ¿vas a decirnos la verdad?

Mi garganta se secó. Cada fibra de mi ser luchaba para no decírselo.


Había Guardianes en todas partes. Y lo último que necesitaba era poner
a mis amigos en peligro. La mayoría de las veces, eran lo único que me
mantenía cuerda.

—Tienes razón —le dije. Las palabras salieron de mi boca antes de que
pudiera pensar en lo que iba a decir a continuación—. La noche de la
fiesta del concierto Asher me dijo que él quería, uhm... —hice una pausa.
¿Cómo podría explicar esto? —Ser mi novio. Él dijo que con todo el
dramatismo en su casa, él y Devin lucharon y todo, quería llevarme. Hay
una cabaña en el bosque, no lejos de aquí. Fuimos allí un par de días. —
Me detuve de nuevo—. Acabamos de pasar un tiempo lejos de todo. Pasé
la mayor parte de ello preocupada por ti —añadí, mirándola. Cassie tenía
el ceño fruncido hacia mí, escuchando atentamente.

—Skye, esa es la... —Apoyó una mano en su cadera—... ¡la mejor historia
de alguna vez! ¡Qué romántico! Ahora entiendo por qué no podías decirle
a la tía Jo. Ella hubiera dado un tirón, ¿no? Wow. ¿Estás conectada a
tierra? ¿En el nombre del amor? ¿Condujo aquí? ¿Dónde está Asher?

Sonreí. Debería haberme dado cuenta de la manera de distraer a Cassie


antes.

—Realmente tenía miedo, sin embargo —dije en voz baja—. Esa parte
era verdad.

—Eh, lo sé. —Suspiró Cassie—. Tenía miedo cuando me desperté y me vi


a mí misma en el espejo. —Señaló a su ojo—. ¡El morado no es un buen
color en las pelirrojas!

85
—Tenía miedo también —dijo Dan—. Mi primer novia y casi no
despertaba. ¿Puedes imaginar a cualquier otra chica queriéndome
después de eso?

—Oh —susurró Cassie—. Por supuesto que lo harían. Si hubiera muerto,


estarían todos los heridos y misterioso y amamantando a tu corazón roto.
Las mujeres aman esa basura. Ellas habían querido juntar los pedazos.

—¿En serio? —preguntó Dan esperanzado. Cassie cojeando y puso su


brazo alrededor de él.

—Por supuesto —dijo—. Pero no vamos a probar la teoría, ¿de acuerdo?


—Dan se apoyó muy rápidamente por un beso sorpresa y Cassie perdió el
equilibrio. Ella cayó al suelo sobre sus muletas—. Dan —gritó ella—.
¿Ow?

—Lo siento, lo siento —dijo él, corriendo para ayudarla a levantarse de


nuevo.

—¿Sabes qué? pensándolo bien, esas chicas pueden tenerte.

—Me amas —dijo Dan.

—No tanto como lo haces tú —cantó ella. Se estaban besando de nuevo.

—¿Chicos? —dije—. Estoy de vuelta ahora, ¿recuerdan?

—¿Mmm? Oh, cierto, Skye. Lo siento —dijo Cassie, rompiendo el beso con
timidez.

—Vamos —le dije—. Estoy conduciendo. No quiero llegar tarde a mi


primer día de regreso.

Cassie se apoyó en el hombro de Dan, y nos dirigimos hacia el auto.

—Entonces —dijo, mientras salíamos a la carretera—. Que puede nos


hayas dejado justo a tiempo. He oído que Devin tiene una nueva novia.

86
—¿Qué? —Giré las ruedas alrededor involuntariamente.

—Oh, Dios mío, mira la carretera —gritaron Cassie y Dan al mismo


tiempo.

—Dios, lo siento —dije. Eché un vistazo por casualidad en el espejo


retrovisor cuando volvíamos a la carretera principal.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno. —Cassie tomó una respiración profunda, sus ojos brillaban con
picardía.

—Uhm, ¿has estado hambrienta de chismes o algo así?

—Sólo estoy empezando. Hubo una contaminación química en la


secundaria River Springs, ¿verdad? y ellos tuvieron que cerrar, por como
un mes más o menos. Se fusionaron con nosotros hasta que sea seguro
volver a abrir. —Miró mi ojo en el espejo.

—Algo tierno, Skye —susurró—. Eso es todo lo que voy a decir.

—Una vez más, estoy sentado aquí —murmuró Dan—. Estoy en una
relación, no soy ciego, ¿de acuerdo? —Ella se quedó sin aliento.

—¡Y ahora Skye lo está, también! ¡Podemos tener una doble cita!

—Yay —dijo Dan con entusiasmo fingido.

—Cass, ¿qué pasa con Devin? Termina la historia.

—Así es. De todos modos, tiene una nueva novia, o tal vez incluso
estuvieron saliendo ya. Entró con los estudiantes RSH. Su nombre es
raro. Algún nombre hippie. Sparrow o algo así.

El viento se hizo más frío de repente azotaba por las ventanas abiertas.

—¿Raven?

87
—¡Sí! Eso es todo. De todos modos, ella debe haber sido muy popular en
RSH porque no habla con nadie en Northwood. Sólo Devin y algunos
chicos de su escuela.

Guardianes.

—Wow, Skye, ¿estás bien? Parece que acabas de ver...

Pero la voz de Cassie se desvaneció, junto con las casas y los cambios de
los árboles altos de hoja de perenne que hacían tictac del pasado. Mi
agarre en el volante se aflojaba. El viento alrededor nos recogió,
levantando las hojas muertas en el aire que nos rodeaba y en un túnel de
viento me llevó. De repente, yo estaba en una habitación oscura, con
miles de pequeñas luces que iluminan mi camino.

Las manos de alguien estaban en mi cintura, y de la oscuridad, un rostro


tomó forma. Primero vi el pelo rubio-hielo. Entonces, los ojos azules. Y
entonces me di cuenta de que estaba mirando a Devin. Yo me acercaba.

—¿Has pensado en algo sobre lo que dije? —le pregunté. Sus manos en
mi cintura me guiaron hacia la derecha, y luego otra vez a la derecha, y
me di cuenta de que estábamos bailando en un círculo lento. Había luces
a mi alrededor. ¿Era un rayo? Cuando bailamos, estaba consciente de que
estábamos siendo observados.

—Sí —dijo en voz baja. Hablaba en voz baja al oído—. Yo tengo. —La
música era débil, y luché para encontrar la canción, pero no pude.

Él me miró, pero ya estaba desapareciendo, y la oscuridad se desvanecía,


las luces estaban creciendo tenuemente.

Abrí los ojos a Cassie y Dan dando gritos e inclinados sobre mí,
agarrando el volante.

—¿Estás bien? —Sonó la voz de Cassie a cabo, y un bulto de su pelo rojizo


estaba en mi visión—. ¿Qué te pasa?

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—Oh mi Dios. —Exhalé, agarrando el volante y aderezándolo. Nos
desviamos momentáneamente antes de volver de nuevo en la carretera.

—Skye, para —dijo Cassie con frialdad—. Dan, conduce.

—Estoy bien —dije, tirando el auto al lado de la carretera—. El cambio


de altitud al volver aquí sólo me golpeó duro, eso es todo.

Al cambiar de asientos con Dan, no pude evitar que mi mente estuviera


lejos. No era uno de los sueños que había tenido. Esos sueños siempre
terminaban con Devin punzándome. Esos sueños terminaban con la
sangre manchando mi visión y mi vida parpadeando ante mis ojos.

En éste, que parecía estar teniendo una conversación normal. Estábamos


bailando. Estábamos, no fue un sueño en absoluto. Era... una visión.
Alguna manifestación de poderes en el ojo de mi mente. Al igual que la
visión de caminar en la playa con mi hermoso vestido y encontrar el
cadáver, no podría haber sido real. ¿Pero de que eran las visiones? ¿Qué
significaban?

En cuanto me senté, una pluma blanca se estrelló contra el parabrisas


antes de que se cayera y fuera succionada por el viento. En un abrir y
cerrar de ojos, dos cosas eran de pronto claras para mí:

La primera era que yo tenía que averiguar qué parte de mí estaba


causando estas visiones extrañas. ¿Qué pasaría si estaba sola en el auto
la próxima vez que una de ellas se apoderaba de mí? Si Dan no hubiese
agarrado el volante, habría estrellado mi auto contra un árbol. Tenía que
encontrar la manera de controlarlos. Si están de alguna manera,
relacionado con mis poderes, tal vez yo podría aprender cómo.

¿Y la segunda cosa que me di cuenta? Devin y yo íbamos a tener una


reunión.

89
Capítulo 10
Traducido por Nanami27
Corregido por flochi

D
e pie en el estacionamiento, mirando hacia la escuela me sentía
la misma y a la vez como si estuviera en otro mundo. Había
estado fuera sólo por poco más de una semana, pero se sentía
como si toda una vida hubiera transcurrido. Los grandes arcos de piedra
siempre se habían sentido vagamente góticos para mí, y ahora, mientras
anticipaba qué podría estar esperando en el otro lado, se sentían
francamente un mal presentimiento.

—¿Estás lista para esto? —preguntó Cassie—. ¿Primer día de vuelta?

—No —dije—. Pero eso nunca me detuvo antes.

Empujamos a través de las puertas delanteras grandes, y el típico jaleo


nos golpeó duro mientras caminábamos dentro. Mantuve mi cabeza
arriba y mis ojos hacia delante, intentando sentirme confiada con Cassie
y Dan a mi lado. Unos rostros desconocidos se apartaron de sus casilleros
para mirarme mientras me dirigía por el pasillo. Sus cabellos rubios
brillaron en la iluminación dura. Mi corazón latía con fuerza. Había
tantos de ellos. Ardith se volvió desde su propio casillero para asentir
hacia mí tranquilizadoramente mientras pasaba.

No pude evitar notar que los otros chicos que había conocido por años me
miraban, también, susurrando en pequeños grupos. Me preguntaba qué
tipo de rumores habían estado circulando sobre mí mientras me había
ido. Solo podía imaginar la especulación de embarazo, la charla de
drogas. Huyendo con mi novio delincuente. Me preguntaba si alguien los

90
había corregido o si mi reputación había sido establecida como una total
tipa dura. No estaba segura de lo que prefería.

Junto a mí, Cassie se puso rígida en sus muletas.

—Déjales mirar —murmuró—. Perras entrometidas.

En las escalera, Dan colgó a la izquierda.

—Nos vemos en el almuerzo —gritó. Dimos vuelta en la esquina, y pude


ver a Asher apoyado contra mi casillero al final del pasillo, sus brazos
cruzados, mirando a algunas chicas de primer año que lo pasaron en
grupo riendo. Mientras subíamos, él descruzó los brazos.

—¿Escuchaste que te dejé embarazada? —preguntó, con los ojos muy


abiertos—. Ya tuviste el bebé y lo diste en adopción. Vaya. Trabajamos
rápido.

—Esa soy yo —dije, sacudiéndome el cabello sobre mi hombro y girando


la combinación de la cerradura—. Una completa tipa dura.

—Hey, Asher. —Sonrió Cassie, abriendo el casillero junto al mío—.


Luciendo bien.

—Cassie —susurré.

—¿Ustedes dos tienen una mini escapada agradable?

Asher se echó a reír.

—Las noticias realmente viajan rápido por aquí ¿eh? ¿Comenzaste el


rumor del embarazo?

—Por favor —dijo Cassie—. Ese rumor fue la obra de un aficionado. Si


hubiera comenzado uno, habría sido mucho más interesante. —Se movió
sobre sus muletas—. Chismosos. —Alguien abrió el casillero junto al

91
suyo, golpeando su brazo—. ¡Ay! —dijo ella en voz alta—. ¡Hola! ¡Inválida
aquí!

La puerta del casillero se cerró, y Casi estuvo cara a cara con un chico
que nunca había visto antes. Él tenía rizos oscuros, perfectamente
desordenados, y estaba usando vaqueros y zapatillas de deporte
destartaladas, gafas de montura metálica, y una camiseta desvanecida
en algún tipo de apariencia de matemático-atractivo-fumador-skater. Un
caliente matemático-atractivo-fumador-skater. Los ojos de Cassie se
ampliaron involuntariamente.

—Oh —dijo ella en voz baja—. Hola. —Ella podría haber estado
embelesada, pero mi estómago se apretó. ¿Él era un Guardián? No tenía
cabello rubio…

—Chicas —dijo Asher—. Este es mi amigo Gideon. Es uno de los


transferidos RSH.

—Hey —dijo Gideon. Nos sonrió. Junto a mí, casi podía escuchar tragar a
Cassie.

—Hola —dije—. Soy Skye.

—Lo sé —dijo él—. Asher me dijo todo sobre ti. —Su sonrisa parecía
genuina, y sentí instantáneamente que podía confiar en él. Pero había
una cualidad juguetona en su voz que me hizo pensar que Asher le había
contado sobre algo más que solo mis poderes.

—Oh, ¿de verdad? —Hice una mueca a Asher.

—Todas cosas buenas —dijo él.

—Es de lo que estoy asustada. —Me volví hacia Gideon—. Desearía


poder decir lo mismo, pero Asher ha sido muy hermético sobre ti. —
Gideon miró hacia Asher.

92
—Oh —dijo mientras cerrábamos nuestros casilleros y comenzábamos a
caminar por el pasillo—. Bueno, vamos a conocernos pronto. —Él me
sonrió a sabiendas, y me sorprendió darme cuenta que había algo en las
profundidades de sus ojos. Él podía haber estado sonriendo, pero Gideon
tenía algo embotellado muy dentro de él. Conocía esa mirada, porque la
veía cada día en mi propio espejo—. Más tarde —dijo y despegó a un aula
a nuestra izquierda.

Cassie, Asher, y yo continuamos al salón. Cuando nos detuvimos afuera


de la puerta, todo en lo que podía pensar era la primera vez que había
estado de pie entre Asher y Devin. La mirada en sus ojos podía haber
cortado diamantes mientras se miraban el uno al otro. Había sido tan
inocente entonces. No tenía idea, de pie en ese pasillo en el primer día del
semestre, lo mucho que el sentimiento de estar atrapada en medio
continuaría atormentándome.

—Vamos, Skye. Has llegado hasta aquí —dijo Cassie. Me dio un codazo
tranquilizador con el codo y cojeó delante de mí,

—Estoy justo detrás de ti —susurró Asher en mi oído.

Respiré hondo y entré por la puerta.

Cassie estaba haciendo su camino a nuestros asientos habituales junto a


la ventana. Ardith sentada en la parte delantera del salón en una falda
hasta el suelo y botas, su puñado de pulseras tintineando suavemente
cada vez que se movía. Capturó mi mirada y me guiñó un ojo de la
manera más imperceptible. En la parte delantera de la sala, la Sra.
Manning me miró fríamente.

—Skye —dijo ella—. Bienvenida de nuevo. Tenemos algunas adiciones


recientes a la clase, así que encontrarás que tu asiento usual está
actualmente ocupado. Puedes tomar un asiento en la parte de atrás,
donde he traído sillas adicionales.

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Dirigí la mirada hacia mi asiento usual detrás de Cassie, y mi corazón se
sacudió. Como en cámara lenta, una sábana de pelo rubio brillante giró
hacia un lado, y me encontré encontrándome con la perforante mirada de
Raven. Sabía que estaba solo en mi cabeza, pero podía haber jurado que
casi vi la sombra de alas batiéndose amenazadoramente detrás de ella.
Intentando no temblar, me dirigí hacia la parte posterior de la sala.

La Sra. Manning había traído de hecho escritorios extra, y la fila de atrás


estaba repleta. Vi un asiento vacío y me dirigí hacia él, enfocada solo en
alejarme de Raven. Podía sentir a Asher moviéndose justo detrás de mí,
ensombreciéndome, concentrada en otro asiento vacío en la última fila.
Debió haber notado a Raven, también, porque lo escuché tomar un
profundo respiro. Pero después de eso, no estaba preocupada sobre lo que
Asher estaba haciendo.

Porque en el asiento junto a mí, sentando recto y mirándome fijamente,


estaba Devin.

Sus ojos, como siempre, eran los más azules y tan difíciles de leer. No
tenía idea de cómo se sentía al verme, pero cuando me senté en la silla
vacía e intenté no echar un vistazo, me encontré sorprendida por una
avalancha de emociones. Miedo, pánico… y algo más. Algo más difícil de
definir. Me sentía atrapada en mi propia confusión.

A mi derecha, Asher echó su brazo alrededor de mis hombros


posesivamente. Devin ni siquiera se inmutó.

Estaba empezando de nuevo.

94
Cuando sonó el timbre para indicar el final del salón, Asher se puso de
pie conmigo. Devin se quedó sentado, evitando todo contacto visual con
alguno de nosotros. En la parte delantera del salón, la Sra. Manning
levantó una mano para que me detuviera.

—Quédate y habla conmigo por un minuto, Skye —dijo ella—. Te daré un


pase de tardanza para tu próxima clase.

Dudé. Asher miró a Devin, todavía sentado en el fondo del salón, a la


Sra. Manning y de regreso a mí. Levantó una ceja inquisitiva.

—Adelante —dije—. Te veré después. —Mirando hacia atrás a Devin de


nuevo, él apretó los dientes y se fue. La Sra. Manning se aclaró la
garganta.

—¿Devin? —dijo ella—. ¿Quieres venir aquí un momento? —Devin


levantó la mirada, evitando cuidadosamente mi mirada. Se colgó la
mochila al hombro y caminó a la parte delantera del salón. Sentí algo
como un rasgueo eléctrico de cuerdas en el aire entre nosotros, pero él
miraba fijamente hacia adelante. Cada fibra de mi ser quería correr,
llegar lo más lejos posible de él. La Sra. Manning se sentó en su
escritorio, frente a nosotros.

—¿Necesitamos hablar sobre esto? —preguntó. Mi pulso se aceleró. Es


como si estuviera leyendo mi mente.

—¿Qué quiere decir? —dije lentamente.

—Esos son algunos rumores interesantes circulando sobre ti. Escuché


que tuviste el bebé de Devin la semana pasada.

—¿Qué? —Eso era uno nuevo. Así que supuse que la gente había notado
que solíamos pasar el rato.

Miré a Devin, pero permanecía remoto y resuelto.

95
—Eso claramente no es cierto —dije.

—No lo creí así —dijo ella—. Pero en cualquier caso, necesitas a alguien
para ponerte al día en el trabajo que perdiste la semana pasada. Ustedes
dos son amigos, ¿no? Devin, pensé que podías pasar el rato en la sala de
estudio con Skye. Hazle saber lo que hemos cubierto. —Mi corazón corrió.
No. No podía estar sola con Devin.

—Devin y yo, no exactamente… —Luché con las palabras.

—Solíamos ser cercanos —dijo él repentinamente, rompiendo su silencio.


Se sentía como años desde que había escuchado su voz, y su efecto
calmante de inmediato se apoderó de mí—. Pero ya no lo somos. —
Mantuvo los ojos fijos al frente, ni una vez mirando hacia mí. Mi pulso se
aceleró, pero no dije nada.

—Bueno —dijo la Sra. Manning—, en ese caso, todo lo que Skye necesita
es un tutor. Nada más. —Garabateó algo y entregó a cada uno de
nosotros un pase de tardanza.

Salimos del salón uno detrás de otro. En el pasillo vacío, Devin


finalmente me miró.

Quizás fue la conmoción del contacto visual después de todo este tiempo.
Quizás era el miedo. El pasillo se desvaneció. Oh, no, pensé. Está
pasando de nuevo. Estaba teniendo una visión.

En un instante, el cuerpo de Devin estaba presionado contra el mío,


apoyándome en la fila de casilleros. Pero no era el frío y liso metal lo que
sentía detrás de mí. El piso había hormigueado y cambiado a hierba
helada y me estaba apoyando contra un árbol bajo un dosel nocturno. Los
ojos de Devin brillaron intensamente mientras dejaba que sus manos se
arrastraran por mis brazos. Sus labios estaban tan cerca de los míos.
Podía sentir el toque ligero de su aliento cuando rozó mi cuello, dejando
un rastro de pequeños temblores a su paso.

96
Va a besarme, pensé. Quiero que lo haga.

Entonces el pasillo regresó corriendo, y Devin seguía allí de pie, a varios


pies lejos de mí. Me dio una larga mirada. Si él hubiera sido capaz de
expresar cualquier tipo de emoción, podría haber entendido. Sus ojos
podrían haber sido tristes, o culpables, o de pesar. En lugar, sus rasgos
eran todavía muy tranquilos y zen como siempre. Impasible. Su rostro
estaba vacío.

Entonces se volvió y caminó por el pasillo lejos de mí.

Me di cuenta que había estado conteniendo el aliento, y ahora luché para


recuperarlo. Detrás de mí, el sonido de botas en el piso de linóleo se
acercó mientras Devin desaparecía por la esquina.

—Hey —dijo Ardith, sus pulseras tintineando suavemente mientras se


detenía—. Vamos. Caminaré contigo a tu próxima clase.

Ninguna de nosotras dijo nada, pero sabía que había visto el momento
entre Devin y yo. Tuve la sensación de que sabía exactamente lo que
estaba sintiendo, y estuve agradecida de que no intentara hablarme
sobre ello. Sabía que no le diría a Asher. No sabía cómo lo sabía, pero lo
hacía.

Por una vez, era agradable tener una amiga que realmente entendía.
Incluso si no era humana.

No pude concentrarme por el resto de la mañana. Seguí repitiendo la


visión, distraídamente tocando mi cuello cuando pensaba que nadie
estaba mirando. Sus ojos me perseguían, sin vida, vacíos.

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En el almuerzo, me encontré con Cassie, Ian y Dan ya sentados alrededor
de nuestra mesa habitual en la cafetería. Cogí mi típico almuerzo, un
sándwich de pavo y una manzana y me deslicé junto a ellos.

—Eres muy famosa —dijo Cassie, radiante—. ¿O debería decir, infame?

—Y pensar que estamos en el círculo interior. —Sonrió Dan—. Me siento


muy afortunado.

—Privada de todos tus secretos —bromeó Ian.

—Lo sé. —Sonreí y desenvolví el sándwich, y tomé un mordisco—. Me


gusta un poco —añadí a través de un bocado de pavo.

Mientras los cuatro bromeábamos, eché un vistazo a la cafetería. La


gente parecía estar mirando hacia nosotros más de lo usual. La mesa
donde los esquiadores —mis ex compañeros de equipo— usualmente se
sentaban, no fue la excepción. Ellie, en particular, estaba mirándonos.
Cuando me atrapó mirando, se volvió hacia Meredith Sutton y susurró en
su oreja. Ambas levantaron la mirada a Asher, que estaba esperando en
la fila. Mis manos se cerraron involuntariamente en puños debajo de la
mesa.

Ardith se aproximó entonces, su bandeja flotando provisionalmente por


encima de nuestra mesa.

—¿Está bien… —dijo ella suavemente— si yo…?

Dan se sonrojó. Ardith era claramente la chica más impresionante en el


salón, con su pelo castaño brillante y la piel de oliva sin defectos. Dan no
era el único hombre mirándola.

—Claro —dijo él, moviéndose del banco para que Ardith pudiera
sentarse. Cuando estaba a punto de sentarse, alguien la golpeó con la
cadera de lado, y su bandeja salió volando hacia adelante, derramando
pasta con mantequilla por todo el piso de la cafetería. De repente, Ardith

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pasó de hablar suave y terroso a la diosa enojada. Se volvió a la otra
persona detrás de ella, sus ojos parpadeando y el cabello en espiral en
forma de abanico. El chico era uno de los nuevos chicos de RSH, alto, con
una construcción delgada, nervuda y cabello largo rubio hasta los
hombros.

—¿Tienes algo que quieras decirme? —preguntó el chico.

—Solo ve por dónde vas —espetó ella. Junto a la barra de ensaladas,


Gideon y Asher levantaron la vista de sus bandejas y se tensaron. Dos de
los otros nuevos chicos caminaron detrás del chico rubio, flanqueándolo.

—¿Hay algún problema, Lucas? —dijo uno de ellos.

—Tu amigo necesita ver por dónde va. —El tono de Ardith era
sorprendentemente firme.

—Creo que él estaba viendo bien —dijo el otro. Pensé, por un momento,
que había detectado una leve cadencia en su voz, casi como un acento,
antes de que se desvaneciera en el fragor de la cafetería.

Dan se puso de pie y se movió a su lado.

—Hey —dijo él—. ¿Todos estamos bien aquí? —Él estaba marcando su
voz más profunda, y Cassie tosió una carcajada. Antes de que pudiera
decir nada más, Gideon y Asher estaban allí, y Dan retrocedió.

Gideon dio un paso adelante, mirando a Lucas.

—Creo que es mejor que ustedes salgan de aquí —dijo. Lucas lo miró,
pero no dio un paso atrás.

La tensión en el aire era espesa. Para el resto de la cafetería, parecía que


los chicos nuevos sentían claramente que tenían que replantear su
reclamo en la escuela o en otro lugar. Pero yo sabía la verdad. Ellos eran
Guardianes, y esta era nuestra primera advertencia.

99
Es solo cuestión de tiempo. Eso es lo que el cuaderno había dicho, ¿no?
No por primera vez, me preguntaba quién lo había escrito.

Lucas hizo un gesto de Te Estoy Viendo a Gideon, y él y sus amigos se


volvieron y alejaron hacia la máquina de refrescos.

Los rebeldes se veían lívidos.

Dan se sentó de nuevo en la mesa y miró a su pila de patatas fritas.

—¿Vas a comer eso? —preguntó Ian.

—¿Qué? Oh, sí —dijo Dan—. Autoservicio.

La cara de Cassie se ensombreció.

—Oh Dios mío, Dan, ¿de verdad? —Dan levantó la mirada.

—¿De verdad qué?

—Entiendo que crees que ella es caliente, ¡pero no tienes que ser tan
obvio al respecto!

—¿Qué? Ni siquiera dije algo.

—No, pero puedo decirlo. Es, como, que rezuma de ti.

—¿Rezuma? ¿De verdad?

—Cállate —dijo Cassie, poniéndose de pie y empujando una patata en su


oído. Ian y yo nos echamos a reír—. Tengo cosas que hacer después de la
escuela hoy —dijo secamente. Agarró sus muletas y resopló.

—¡Cass, vamos! —Dan trepó tras ella, dejando sus patatas intactas en la
mesa—. ¡No seas así!

—¡Oh, así que ahora soy así! —La voz de Cassie se perdió tras ella.

—Su pérdida. —Ian cogió una patata del plato de Dan.

100
No importa cuánto intentamos evitar que las cosas alrededor de nosotros
cambiaran, me di cuenta, de pie y dirigiendo mi bandeja a la cinta
transportadora, el universo tiende hacia el caos.

—Que te sirva de advertencia —dijo una fría voz, baja en mi oído. Me di


la vuelta y me encontré cara a cara con Raven—. Tu pequeño novio
Rebelde no puede protegerte todo el tiempo —dijo ella—. Así que, es
mejor que empieces a aprender a protegerte a ti misma. Porque donde
sea que vayas, lo que sea que hagas, estamos vigilándote. —Se volvió
para irse, guiñándome un ojo por encima del hombro justo antes abrirse
paso por las puertas de la cafetería.

101
Capítulo 11
Traducido por Teffe_17
Corregido por V!an*

M
ientras caminaba por la multitud de los pasillos, me temblaban
las manos con tanta fuerza que tuve que agarrar el mango de
mi bolsa de libros para mantenerlas estables. Me sentía tan
distante de cualquier otro estudiante empujando más allá de mí. El
pensamiento que se me ocurrió fue que yo nunca podría sentirme como
uno de ellos de nuevo.

Seguí empujando y ni siquiera me di cuenta de que la campana había


sonado hasta el pasillo se despejo y me encontré caminando sola.

Devin ya estaba sentado en una mesa en la biblioteca por los anaqueles


de historia. Levantó la vista cuando entré, luego volvió a mirar su libreta.
Me deslicé en una silla frente a él.

Mi corazón latía sin control. No quería que él percibiera mi pánico, pero


era duro sólo respirar.

Sin embargo, cuanto más tiempo nos sentamos en silencio, más tranquila
comencé a sentirme. Era su presencia Guardián, la serenidad que
siempre irradiaba de él. Me había olvidado de lo que se sentía. Cerré los
ojos y me di cuenta de que mis manos habían dejado de temblar. Cuando
los abrí de nuevo sólo un segundo más tarde, Devin estaba mirándome.
Cerró su libreta.

—Voy a dejarle saber a la Sra. Manning que esto no va a funcionar —


dijo, mirando a otro lado—. Ella va a encontrar a alguien más para ser tu

102
tutor. —Entonces él se levantó, movió su mochila de un hombro al otro, y
salió de la biblioteca sin levantar la vista una vez.

Me quedé mirando detrás de él, viendo la puerta balancearse sobre sus


bisagras.

Llevé a Cassie y Dan de regreso a casa de Cassie después de la escuela,


dejándolos para solucionar sus cosas. Para cuando salí de la calzada,
estaban besándose, por lo que los efectos de su pelea a la hora del
almuerzo no debieron haber sido muy duraderos. Me dirigí a casa,
dejando que el alivio me tomara cuando me estacioné en mi propia
entrada. Tiré mi mochila junto a la puerta delantera y me derrumbé
sobre el columpio del porche. Una brisa soplaba desde las montañas,
trayendo otro indicio tentador de la primavera. Quizás el invierno se
derretiría pronto. El cielo tendría luz más tiempo, y las noches no se
sentirían tan oscuras.

Mis brazos y piernas se sentían inquietos, y había una energía ardiente


dentro de mí. No pude ir a la ciudad, y nadie había ido a ponerse al día
en la tarea conmigo. Me sentía como que si no me levantaba y hacia algo,
mi inquietud me iba a comer viva. Si ésta hubiera sido una tarde de
invierno normal, habría estado en prácticas de esquí. Pero había abanado
el equipo, demasiado asustada de cómo mis poderes pudieran
manifestarse si perdía el control en las pistas.

Tenía que moverme.

Como si la energía me guiara, me levanté de la mecedora del porche y


troté dentro, gritando un hola a la tía Jo, subí las escaleras de dos en dos

103
a mi habitación. Sin esperar una respuesta, me quite el vestido suéter y
las botas y me puse leggings y un sostén deportivo, un top largo, y un
chaleco de lana. Me incliné para atarme las zapatillas de deporte. Yo no
había hecho una carrera en mucho tiempo. Pero tenía que hacer algo.

Mi respiración formó nubes de vapor en la luz de la tarde gris mientras


mis pies golpean contra el suelo.

Me hice subir el sendero en el bosque, lazando mis brazos y respiraciones


cortas, regulándolas como lo hacía cuando esquiaba. Se sentía asombroso
estar trabajando mi cuerpo otra vez, estar en tal control de esto.

A mitad del camino, en un claro abierto en una vista del valle. Me detuve
allí a descansar y contempló el paisaje de montaña. La luz empezó a
cambiar, y las nubes se movieron, tentándome. Enfoca tu energía.
Encuentra el interruptor.

Las nubes tomaron la forma de olas, semejantes al mar. Me balanceé


hacia atrás y hacia adelante sobre mis talones, y las nubes se movieron
hacia atrás y adelante conmigo. Me agaché, y las nubes descendieron
sobre el valle, tan densas que no podía ver nada. Me puse de pie, y se
hizo una espiral al cabo en una fina niebla, girando alrededor mí. Cerré
los ojos y deseé nieve. Cuando los abrí de nuevo, copos de nieve flotaban
del cielo, capturados en mis pestañas.

No me rendí. Más copos de nieve siguieron mientras corría de vuelta por


la montaña, cubriendo mi cola de caballo y empapando las mangas de mi
camisa. Para cuando volví a casa, estaba nevando levemente,
acumulándose en el suelo, una capa suave de color blanco ahogando
cualquier otro pensamiento más que uno: yo había hecho esto.

Prometí ir a correr de nuevo al día siguiente. Estaba encerrada, después


de todo. Tenía toda la semana.

104
Cuando entré en la cocina, sacudiendo la nieve de mi pelo, me detuve en
seco. Tía Jo estaba sentada en la mesa de la cocina con Asher. Los dos
estaban rígidos e incomodos. Los ojos de tía Jo se estrecharon con
suspicacia. Levantaron la vista cuando me vieron.

—Skye —dijo la tía Jo—. Asher sólo vino a dejar un libro que dejaste en
la escuela.

—Oh —dije, todavía respirando con dificultad de mi carrera y


maravillada por la incomodidad en que me había tropezado.

—Gracias. Vamos, a arriba. —Asher sonrió cortésmente a la tía Jo, y me


siguió escaleras arriba hasta mi habitación. Cerré la puerta detrás de
nosotros.

—Wow, yo no creo que le guste —dijo Asher, cayendo sobre mi cama—.


Esa es una primera vez.

—¿Cómo no ibas a gustarle? —le pregunté—. ¿No le encantaste los


pantalones a ella como lo haces con todo el mundo?

—Lo intenté —dijo Asher, desconcertado y molesto—. No funcionó.

—Huh. —Tal vez ella pensó que él había estado conmigo en la cabaña.
Tal vez aún lo culpaba por mi huida.

—Hey —dijo Asher, una lenta sonrisa tirando de las comisuras de su


boca como si me notara por primera vez.

—¿Qué? —Sonreí.

—Te ves muy sexy con esa ropa deportiva.

—¿Esto? Esto tiene como un millón de años.

—A mí no me importa. Ven aquí. —Él estiro las manos para tirar de mí


hacia él, y me incliné para darle un beso profundo, intenso, mientras él

105
pasaba las manos por mis piernas. Incluso a través de la tela, mi piel se
erizó ante su toque. Todavía tenía la energía de las nubes pulsando a
través de mí, y me sentía viva, conectada a la tierra, al olor picante de
Asher. Como si percibiera esto; me tiró encima de él en la cama,
profundizando el beso con la mano en la parte de atrás de mi cuello.

—Wow —susurró—. ¿Qué mosca te ha picado?

—Sólo me siento bien hoy. ¿Es eso tan malo? —Moví mis pestañas contra
su mejilla.

—¿Malo? Joder, es increíble.

Miré por la ventana detrás de mi cama. Las estrellas se movían en el


cielo de la noche, centelleando por intervalos, reordenándose a sí mismas.

Yo estoy haciendo eso, pensé. Las vi moverse en diferentes direcciones,


tratando de controlar el patrón de las estrellas. Fruncí el ceño y las miré
fijamente. Tenía que enfocar mis pensamientos. Yo podía hacer esto.
Podía controlar esto.

Las estrellas se juntaron, jaladas hacia el centro del cielo como por una
fuerza magnética grande. Formaron letras. Estaban deletreando algo.

Asher me jaló hacia abajo antes de que pudiera ver qué.

—Hey —dijo—. ¿Estás bien? ¿A dónde fuiste justo en ese momento?

De repente oí pasos en el pasillo. Tía Jo. Me alejé rápidamente. Asher se


quejó.

—Hombre —dijo en voz baja—, eso apesta.

Nos sentamos.

106
—Lo siento —le dije—. Ella... ha estado extraña desde que estoy de
vuelta. O tal vez he estado acostumbrada a que ella estuviera ausente
todo el tiempo.

Cuando él no respondió, le miré fijamente. Pero no estaba segura de que


me había escuchado. Sus ojos se habían situado en mi tocador.

—Skye —dijo Asher repente—: ¿Qué es eso? —Se puso de pie


bruscamente, cruzando la habitación en dos zancadas. Cogió la pluma
blanca que encontré en Love the Bean.

—Nada —le dije, alcanzándolo. Rápidamente la levantó fuera de mi


alcance—. La encontré anoche.

Dejó caer la pluma de su mano al suelo. El tronco se rompió en tres


lugares, las franjas dobladas y destrozada donde se había arrugado en el
puño.

—Esa es una pluma Guardián —dijo—. Y eso es lo que le hago a los


Guardianes.

—Tú lo sabes —le dije, calentándome—. Tengo sangre Guardián en mí.


No puedo cambiar eso.

—Tú no eres un Guardián. Elegiste la Rebelión. —Hizo una pausa, su


voz ablandándose—. Me elegiste a mí.

—Lo sé —le dije—. Lo hice. ¡Lo hago! Pero mis poderes no son sólo
oscuros. Puedo sentirlo.

Él me miró de soslayo.

—Puedes usarlos para bien.

—Necesito entenderlos. Tú no puedes enseñarme eso. No importa lo


mucho que te gustaría. —Él suspiró y se volvió hacia la ventana, de

107
espaldas a mí. Quería ir con él, pero me quedé quieta—. No puedes
destruirme si tu trabajo es protegerme —espeté—. Así que reflexiona eso.

Se pasó una mano por el pelo y se volvió, mirándome. Se veía como


ofreciendo disculpas y molesto al mismo tiempo, pero al menos no estaba
enfadado.

—Lo siento. —Respiró hacia fuera—. Yo sólo... lo veo. En el salón.


Caminando por los pasillos. En la cafetería. En la biblioteca. —¿Asher
nos había visto juntos en la biblioteca? No es como si estuviéramos
haciendo nada, pero aun así, la idea de él pensando que me estaba
calentando con el Guardián que había intentado matarme me hacía
sentir incómoda—. Y me pongo tan enojado. Él todavía te mira. ¿Qué
derecho tiene él de mirarte? Sólo quiero matarlo. Y lo haré, Skye. Lo
haré. Tan pronto como tenga oportunidad.

—Asher —le dije—. Para —Pero él ya estaba pasando junto mí fuera de


la habitación. Yo no lo seguí.

En su lugar, levanté la pluma blanca del piso y la puse en mi tocador.


Comencé cuando levanté la mirada y vi mi reflejo en el espejo. La chica
que me miraba tenía ojos de plata, parpadeando en la luz de la tarde
temprana. Intensos y brillantes.

Poderosos.

Esa noche, la tía Jo y yo cenamos en la mesa de la cocina en silencio


tenso. Yo sabía que no le gustaba Asher, que ella no acababa de confiar
en mí ahora, no importaba lo que había dicho. Y ella sabía que yo lo
sabía. Creía que me amaba y que estaba contenta que estuviera de

108
vuelta. Yo creía que había estado asustada cuando me fui. Por lo
menos… quería creerlo. Pero algo se sentía diferente entre nosotras.

¿Por qué la tía Jo desconfiaba tanto de Asher? Él era la persona, la única


persona, en realidad en quien yo confiaba ahora. ¿Estaba ella captando
algo que yo de alguna manera no podía ver?

Antes de dormir, tomé el cuaderno que había encontrado en la cabaña del


cajón de mis calcetines.

Los Guardianes frecuentaban estos bosques, mirándonos. Yo sé que ellos


saben. Es sólo una cuestión de tiempo.

¿Por qué no había escrito más en él después de la primera página? Esa


no podía ser la única entrada. A menos que, ¿Los Guardianes hubieran
atacado antes de que él o ella pudiera escribir más? ¿Qué pasa si el
propietario de la libreta no hubiera escrito nada más, porque él o ella no
hubiera vivido lo suficiente?

Poco a poco hojeé el resto de la libreta. No me había dado cuenta antes,


pero varias páginas habían sido arrancadas, dejando los bordes
irregulares, rotos. Así que tal vez había más, pero el escritor no quería
que nadie encontrara lo que él o ella había escrito. ¿Y si las páginas
contenía algo importante? ¿O peligroso? Algo que el propietario necesita
mantener oculto, en caso de que un Guardián encontrara el cuaderno.

A menos que… el propietario de la libreta no hubiera arrancado esas


páginas. ¿Qué pasa si alguien más las tenía?

Alguien que había encontrara el cuaderno antes que yo.

¿Fueron las páginas destruidas? ¿Estaban escondidas en alguna parte?

Tal vez todavía había una posibilidad de que yo pudiera encontrarlas. Y


se sentía tan importante que lo hiciera.

109
Capítulo 12
Traducido por Alexiacullen
Corregido por Laurence15

M
e levanté por el sonido del trueno. Rebotó en las paredes y agitó
el suelo, tan fuerte que se sintió como si estuviera viniendo del
interior de mi cabeza en lugar de fuera. Me puse unos vaqueros
oscuros ajustados, las botas de lluvia y un suéter ligero y me dirigí a
bajar las escaleras. El tiempo había sido impredecible desde que había
estado de vuelta, junto a mis estados de ánimo erráticos. Ayer había
estado nevando, y hoy estaba lloviendo a cántaros. Una vez que
aprendiera a controlar mis poderes, quizá sería capaz de controlar qué
tipo de clima infligía a la gente. Tenía que trabajar en eso.

Ardith se encontró conmigo en la puerta con un paraguas.

—No puedo hacer nada con esta lluvia —dijo, frunciendo el ceño—. Eres
incluso más poderosa de lo que crees. Dame tus llaves. Yo conduciré. Tú
concéntrate en dirigir el rayo lejos de nosotros. ¿Suena bien?

Sonreí.

—De acuerdo —dije. Estaba contenta de verla. Era bueno tener un


recordatorio de que esto no estaba en mi cabeza.

La conducción fue traicionera, con zigzags reales por los rayos cayendo en
la tierra alrededor del auto. Las tormentas eran una de mis cosas
favoritas, y recordaba cuando era niña e iba de acampada con tía Jo, con
la euforia de correr a refugiarse para evitar ser golpeada por un rayo.
Esta mañana apoyé la cabeza contra la ventana del lado pasajero y miré

110
el rayo de luz cruzar el cielo. Intenté hacer lo que había hecho con las
nubes. Era como pintar con mi mente, mientras varios pestillos se
encendían y luego se arremolinaban hacia arriba, de vuelta a las nubes,
antes de que incluso cayeran al suelo.

Ardith dejó salir un silbido.

—Asher tenía razón —dijo.

—¿Sobre qué? —pregunté—. ¿Qué dijo?

Me miró de reojo.

—Realmente cree que puedes hacer esto. Que eres más fuerte que todos
nosotros. Piensa que vas a cambiar las cosas. Está tan feliz de que estés
de nuestro lado. Para lo que viene. —Sonrió cálidamente—. Ambos lo
estamos.

—¿Te dijo eso?

—Nos hemos conocido el uno al otro durante mucho tiempo. No siempre


tenemos que decir las cosas en voz alta para saber lo que el otro está
pensando.

—¿Tu…? —empecé a decir—. Quiero decir, ¿alguna vez…? —Desvié un


rayo, enviándolo de vuelta en espiral hacia el cielo.

—¿Le he amado? No. —Sonrió tiernamente. Algo en mí se relajó un


poco—. Mi corazón siempre pertenecerá a otro.

—Oh. —Me detuve, intentando recordar qué había escuchado antes en la


cabaña mientras supuestamente había estado inconsciente—. ¿Es…
Gideon?

Mirándome, asintió ligeramente, luego miró fijamente de nuevo por el


parabrisas.

111
—¿Qué sucedió? —pregunté. Sabía que no debía excederme en el cuidado
de la amistad con Ardith, pero tenía que saberlo—. ¿Y por qué le
necesitábamos específicamente para esta misión?

Ardith tomó una respiración. El cielo se agitó con la luz fosforescente.

—Cuando tus padres se enamoraron y fueron arrojados a la tierra —


comenzó—, fue el principio de una gran Tregua. Hubo una paz poco
convincente durante mucho tiempo, un equilibrio entre la Orden y la
Rebelión.

—Bien —dije.

—Pero antes de eso estuvimos en guerra. Eso es por qué tenemos tanto
miedo de lo que está por venir… porque hemos visto que la violencia
puede estallar entre las partes cuando la balanza cambia. Y nunca ha
cambiado de esta forma. —Me miró y luego alejó la mirada—. La guerra
fue cruel y duró milenios. Fui llevada a la Orden incluso antes de que
supiera lo que había pasado. Estaba con Asher y él… él sólo se alejó
durante un segundo, pero fue un segundo que contó. No puedo decir que
nunca se haya perdonado por eso.

No dije nada. No sabía qué decir. Sólo seguí mirando fijamente por la
ventana, enviando pernos de relámpagos de vuelta a la mañana salvaje.

—Gideon llegó después que yo —continuó Ardith—. Éramos jóvenes y


estábamos enamorados. Él pensaba que era invencible. Pero le
atraparon. Le torturaron y utilizaron todo tipo de trucos mentales de
manipulación. Ellos querían a Asher. Pero Gideon no se daría por
vencido. No traicionaría la confianza de su amigo.

—Debe ser tan fuerte —murmuré.

—Estuvo allí durante mucho tiempo. —Ardith asintió para sí misma, y


durante un momento pareció como si hubiera olvidado que yo estaba ahí,

112
estaba tan completamente sumergida en sus recuerdos—. No sé en
cuánto tiempo humano, porque esas cosas no funcionan igual para
nosotros. Nos mantienen separados. Al final aprendió sus costumbres y
se instruyó para devolverles la lucha. Les venció en su propio juego y
escapó. Él me salvó. Pero le costó un precio.

Se detuvieron en la escuela. La lluvia había disminuido a llovizna, el


trueno y el relámpago más esporádicos.

—Había pasado tanto tiempo desde que habíamos estado juntos —


continuó Ardith. Los chicos estaban saliendo de sus autos, cerrando las
puertas con golpes y llamando a sus amigos. Me sentía a millones de
kilómetros de distancia—. Y él había cambiado —dijo—. Estaba distraído
y malhumorado. A veces se desvanecía en medio de una conversación,
para ir a algún lugar lejano, como si su mente no estuviera allí
realmente. —Se detuvo—. Estoy decidida a hacer las paces con él algún
día y demostrar que estoy tan entregada a él como lo está él de mí. —
Tomó una respiración profunda—. Pero es tan difícil, Skye. Es el tipo de
prueba al que espero no tengas que enfrentarte nunca. No podría
enamorarme de nadie más mientras Gideon esté todavía vivo.

Nos detuvimos en una plaza de aparcamiento, y Ardith apagó el motor.


Yo no quería salir del auto.

—Ese es la razón por la que le necesitamos —dije en voz baja—. Es el


único Rebelde que sabe cómo luchar contra sus influencias mentales.

Ardith se volvió hacia mí y asintió.

—Ni siquiera Oriax pudo.

—Encontrarás la manera de demostrarle que le amas —dije, poniendo


mis manos en las suyas—. Lo sé.

Me miró a los ojos, y su sonrisa estaba teñida con tristeza.

113
—Vas a salvarnos a todos —dijo—. Vas a destruir a la Orden, Se lo harás
pagar.

Ardith salió del auto, y la seguí. Quería ser la heroína que ellos pensaban
que era. Pero me sentía tan lejos de estar preparada para luchar.

Ardith me devolvió las llaves de mala gana y se dirigió hacia el arco.

—Ya sabes que Asher piensa que es su culpa —dijo dándose la vuelta—.
Eso de que permitió que Devin te hiciera daño. Una vez dejó que algo
como eso sucediera. No puede creer que le vuelva a suceder.

—Ése es el motivo de por qué está tan serio en protegerme. —Ahora


tenía sentido. Las miradas preocupadas. La feroz insistencia de que me
uniera a la Rebelión. La pluma blanca que apretó en su puño.

Ardith asintió.

—Sólo para que sepas de dónde viene él. Cómo de serio es.

En mi garganta se formó un nudo. Necesitaba la forma de permitirle


saber que no era su culpa. Estaba agradecida por la protección de la
Rebelión. Pero necesitaba protegerme por mí misma.

El aula estaba tensa. Devin no me miró, y el brazo de Asher alrededor de


mis hombros era más fuerte de lo que había sido el día antes. Ahora
entendía por qué. No podía dejar de mirarle de una nueva forma.

Cuando la campana sonó, la Sra. Manning me llevó aparte para


permitirme saber que podía encontrarme con mi nuevo tutor después de
comer en la biblioteca. Miré hacia donde Devin había estado sentado,
pero ya se había ido. En lugar de una punzada de tristeza que debería
haber sentido por el día anterior, simplemente sentía ira. Los de la
Orden eran unos monstruos si estaban dispuestos a utilizar la tortura
para ganar una guerra. Y los Guardianes eran sus marionetas sin

114
cerebro y sin alma. Eso es todo lo que era Devin. Si antes no lo había
entendido, lo hice ahora.

Cuando entré en la biblioteca más tarde, otro chico de pelo rubio estaba
sentado en su lugar. Le había visto antes, con el grupo de Guardianes. Mi
pulso se aceleró, pero me había recordado a mí misma lo que Asher había
dicho: Nunca harían nada al descubierto. La escuela es uno de los
lugares más seguros para estar. Sin importar que Raven hubiera dado a
entender lo contrario.

Caminé hacia él.

—Hola —dijo él—. ¿Skye? ¿La Sra. Manning te dijo que necesitabas a
alguien que te ayudara con tus deberes?

—Sí —dije, sentándome—. Gracias. Él abrió su portátil y comenzó con el


inglés. Le miré por encima de mi libro de texto. No se parecía a un
Guardián. Parecía normal. Incluso guapo. Y era de verdad inteligente.

Estaba tan confundida.

Es solo cuestión de tiempo, había dicho el ordenador portátil.

¿A qué estaban jugando?

Mi cuerpo anhelaba correr. Para conseguir ser mejor, más fuerte.


Protegerme a mí misma. Era en todo lo que podía pensar.

Después del colegio, estaba cargando mis libros en mi taquilla,


fantaseando con la carrera que estaba a punto de tomar cuando Cassie
cojeó hacia mí. Ian no se quedó atrás, llevando sus libros.

115
—Entonces —dijo—. Estoy pensando en Bean. Estoy pensando en cafés
con leche desnatada y chai, cortesía de uno de los mejores camareros.
Estoy pensando en un maratón de películas desastrosas en tu casa.
¿Pensamientos? ¿Comentarios? ¿Preguntas?

—Todavía en tierra. —Me encogí de hombros—. Pero el viernes por la


noche, ¿de acuerdo?

Cassie puso mala cara.

—Está bien. Hombre. La tía Jo se está volviendo realmente dura.

Pensé en su frialdad hacia Asher y el estado de ánimo general de la casa.

—Sí —dije—. No está contenta.

—Bueno, dale tiempo —dijo Cassie—. Te quiere. Sólo está contenta de


que estés de vuelta, eso es todo.

Esperaba que fuera eso.

Tan pronto como llegué a casa, me quité las ropas del colegio y me puse
la ropa de correr. Me moría de ganas de salir y correr a través de los
senderos. La tormenta de la mañana se había clareado con mi estado de
humor, y el aire era más fresco y limpio.

Corrí por un camino diferente esta vez, sintiendo la tierra crujir bajo mis
pies, con el viento azotando mi cara. Las gotas de agua colgando en las
ramas brillaban a mi alrededor, dispersándose con cada nueva briza y
cayendo en mis ojos. Me sentía incluso más conectada que el día anterior.
Mientras serpenteaba en mi camino, los árboles se movían, desenredaban
sus raíces de la tierra y luego se cernían de nuevo en mi estela. Las
ramas se inclinaban para dejarme pasar. Era una parte del mundo
natural, trabajando al compás con ella y controlándola también. Era
emocionante y extraño.

116
El final del camino se abrió en un claro a los pies del bosque. El cielo
comenzaba a oscurecerse demasiado para que siguiera a la vuelta a
través de la espesa maleza, así que en lugar de dar la vuelta a través de
los árboles, corrí por la carretera. Mientras corría, creaba una pequeña y
brillante bola de fuego en mis manos, dejándola libre para guiarme en la
oscuridad. Estaba rodeando una curva cuando escuché un ruido
entrecortado detrás de mí, cada vez más alto. Aceleré, y el ruido detrás
de mí también aceleró. Mi cuerpo se sacudió en alerta máxima.

Me están siguiendo.

El anochecer se había establecido a lo largo de la carretera arbolada. Con


el orbe de luz para guiarme, estaba bien siempre y cuando la verdadera
oscuridad se mantuviera a raya hasta que llegara a casa. Pero también
significaba que mi perseguidor tenía una forma fácil de seguirme. La
primavera se acercaba, pero todavía no estaba allí, y sabía que tan
pronto como el sol se pusiera completamente, la noche fría y helada
caería sobre las montañas. En la carretera silenciosa, algo crujió en el
suelo detrás de mí. Me di la vuelta, con mis manos en alto para lanzar
fuego, aire, granizo o lo que necesitara para protegerme. Estaba bastante
segura de que mi práctica sería rentable.

Entre mis dedos extendidos, sólo podía distinguir un rostro. El de Devin.


Nuestros rostros se encontraron en el anochecer. Mi cuerpo se enfrió.

—No —gritó—. No ataques…

—¿Qué quieres? —cortó una voz familiar detrás de mí. Me giré para ver a
Gideon. Había una mirada vacía en la dureza de sus ojos, y nadie podría
decir mirándole ahora que había estado antes en algunas batallas
difíciles—. Aléjate de ella —gruñó—. Déjala sola. ¿No has hecho
suficiente?

—Ella no te necesita para pelear sus batallas —dijo Devin con calma, con
su absoluta tranquilidad radiándome desde donde estaba. Empecé a

117
dejar caer mis manos a mi lado. El cambio en el estado de ánimo parecía
no tener efecto en Gideon.

—¿Me escuchaste? —vociferó Gideon—. Déjala sola. No te quiere en


ningún lugar cerca de ella. No puede soportar mirarte.

Devin me miró… como si estuviera haciéndome una pregunta con sus


ojos. Como si esperara que entendiera lo que él estaba pensando. La
mirada en sus ojos era casi de ruego. ¿Qué? Quería decir. No, yo quería
gritarle. ¿Qué quieres? Pero permanecí en silencio, intenté parecer
pétrea, incluso aunque estaba desgarrada por dentro. No consiguió
hacerme preguntas. No se merecía mi simpatía.

Cuando se dio cuenta de que no iba a decir otra palabra, miró por encima
de mi hombro a Gideon. Luego, apretó los dientes, se giró, y desapareció
en un destello de plumas blancas.

—¿Estás bien? —preguntó Gideon. Su rostro parecía enrojecido en la


oscuridad, y su cabello oscuro estaba salvaje, como si hubiera estado
corriendo… o volando—. ¿Qué sucedió?

—Nada —dije—. Me estaba siguiendo. Eso es todo. —Incluso aunque era


la verdad, me di cuenta de que había un tono defensivo en mi voz, como
si estuviera intentando proteger a Devin. Gideon frunció el ceño. Parecía
tan dulce y relajado en el colegio… pero esta noche no había piedad en
sus ojos.

—Probablemente intentando agitarte, hacer sentirte vulnerable. —


Asintió para sí—. Quiere volver a ganarte. Así que todavía no te ha
atacado. No viene como una amenaza inmediata.

Me estremecí.

—¿De verdad piensas que eso es lo que está haciendo?

118
—Está intentando hacerte creer que él te está pidiendo perdón. He visto
pasar eso antes. Eres demasiado inteligente para caer en eso.

¿Lo soy?, me pregunté. Si Gideon no hubiera venido, ¿me habría


derrumbado y permitido hablar a Devin? ¿Habría sido capaz de calmar
su presencia? Devin y yo habíamos pasado mucho tiempo juntos. Me
había presionado más fuerte de lo que nadie me había presionado antes.
Me había sentido tan cerca de él, y cuando ambos fuimos capaces de
romper las paredes de los demás, vino tanto o más como un shock para él
así como lo fue para mí.

Pero cuando había mirado en sus conocidos ojos azules hace un momento
se parecía a un extraño.

—Estoy contenta de que estuvieras aquí —le dije a Gideon—. Gracias.

—No hay de qué —dijo. Bajó la mirada hacia la carretera oscura donde
Devin se había desvanecido y su mirada perdió la concentración durante
un segundo. Fue como si estuviera aquí, y al mismo tiempo, a miles de
distancia de donde estábamos. Me moví un poco con mis pies crujiendo en
la grava. Sus ojos se volvieron a centrar en mí, como si de repente
recordara que yo estaba ahí—. Vamos. Iremos a casa. Está oscuro.

Estaba agradecida de su compañía. Era más bajo que Asher, aunque


duro y fuerte. La mirada intensa en sus ojos aún estaba ahí. Se estaba
formando ya una idea en mi mente. Solo esperaba que estuviera de
acuerdo en llevarla a cabo.

Cuando llegamos a la puerta principal, me giré hacia él.

—Ardith me habló… sobre tu pasado —dije, intentando pensar en una


forma de decir lo que estaba pensando.

—Sí —dijo Gideon, ajustándose nerviosamente sus gafas—. Pensé que lo


haría.

119
—Lo siento.

—Está bien. Es bueno que lo sepas.

—Estaba esperando —comencé—. ¿Me ayudarías? ¿Me enseñarías los


trucos que aprendiste? ¿Cómo pelear con ellos?

La mirada en los ojos de Gideon se dobló hacia un lugar privado en el


interior. El dolor se proyectó a través de su cara, como si estuviera
reviviendo algo terrible.

—No es fácil —dijo al final—. Me llevó mucho tiempo aprender. Y hay…


—se detuvo—, efectos secundarios.

—Por favor —dije con lástima—. Necesito tu ayuda. Es la única manera


de que pueda conseguir el control de todo esto. —Extendí mis brazos para
abarcar, bueno, todo—. No quiero ser otra vez vulnerable, Gideon. ¿Qué
pasa si la próxima vez no estás allí para ahuyentarle?

Me miró como si estuviera tratando de evaluar si era o no digna. Después


de un par de segundos, la mirada en sus ojos se suavizó, y volvió a ser el
chico que había conocido en la escuela. Pobre Gideon. Mi corazón se
sentía tan copioso con el peso de su historia que casi deseaba que Ardith
no me la hubiera contado.

—Yo… quiero que seas tan fuerte como puedes serlo —dijo—. Pero no sé
si yo… yo lo soy aún. Tengo que pensar en ello. Necesito algo de tiempo.

Mis esperanzas cayeron.

—De acuerdo —dije—. Lo entiendo. ¿Pero cuando estés listo? Espero que
me busques.

—Lo haré —dijo—. Lo haré.

120
Había una extraña energía zumbando a través de mí mientras caminaba
hacia la casa esa noche. Finalmente todo parecía el alcance de mi mano,
tan cerca que podía extenderla y tocarlo. Estaba tomando medidas para
controlar mi propio destino. Pronto no me iba a confundir más.

La tía Jo estaba todavía tensa y distante. No sabía por qué. Había estado
bien la noche que había venido a casa… mal, pero feliz de que estuviera a
salvo y viva. ¿Estaba abstrayéndose? ¿O era algo más? Esta nueva
tensión había comenzado justo la noche en la que Asher había venido.
¿Era posible que su enfado tuviera algo que ver con él? No tenía ningún
sentido. Asher era encantador… incluso los maestros más difíciles le
querían. ¿Por qué tía Jo no?

Me encerré en mi cuarto para tratar de abordar algunas de las montañas


de tareas que había alcanzado de las que me habían sido asignadas, pero
mi mente vagaba y no podía concentrarse. Finalmente me di por vencida
y me preparé para la cama temprano, preguntándome si vendría Asher.
No le había visto desde la sala de estudio y me di cuenta, sonriéndome a
mí misma, que le echaba de menos. Así que eso era lo que se sentía,
pensé, y una sonrisa privada se escabulló en mis labios.

No quería pasar mi tiempo alejada de él. Cada minuto que pasaba era un
minuto más cerca para la siguiente vez que le viera.

Cuando regresé del baño, recién duchada y con mi pelo en lo alto de mi


cabeza, me detuve. Había algo oscuro descansando sobre mi almohada.
Mientras me acercaba, me di cuenta de que era una flor pequeña y
delicada de color púrpura… del tipo que crecía a lo largo de nuestra casa
en primavera.

121
Era el mismo tipo de flor que Devin había intentado conseguir para
revivirme. Mis poderes me habían fallado y cuando abrí mis manos, la
flor estaba todavía fría y sin vida, de un marrón marchito. Las flores de
alrededor de nuestra casa no habían florecido todavía, por lo que
definitivamente no sería tan morada o viva como la flor que estaba
tendida ahora sobre mi almohada. Era una que había sido traída de
vuelta a la vida. Por un Guardián.

¿Era una amenaza? ¿O era algo más? Mi mente daba vueltas mientras
me preguntaba si era una manera de Devin de pedirme una oportunidad
para explicarse. ¿De verdad lo quieres?

Coloqué la flor con los otros artefactos que había estado coleccionando en
mi vestidor: la pluma blanca y el portátil. La efímera confusión de la
vida.

Me metí bajo las mantas y apagué la lámpara junto a la cama, pero no


podía dejar quieta mi mente. La energía de mi carrera y la adrenalina
por todo lo de después bombeaba en mis oídos. ¿Dónde estaba Asher?

Si Gideon no estuviera seguro de que podía enseñarme a luchar contra la


manipulación mental de la Orden, necesitaba encontrar otra forma.
Correr era una forma de canalizar mis poderes. Era un comienzo, pero no
era lo suficientemente intenso. Era descuidado y liberador… no requería
de la precisión que sabía que necesitaba para concentrarme. Sólo había
una cosa que sabía que podía hacer.

Esquiar.

Había renunciado al equipo porque había tenido miedo de lo que mis


poderes podrían hacer si perdía el control con el calor del momento. Mis
compañeros de equipo se lastimarían. Había estado aterrorizada de que
pudiera causar otra avalancha, o algo peor.

122
Pero sabía que había cambiado. En los bosques, la noche que casi había
muerto, había causado que la tierra se agitara, los relámpagos rompieran
y los árboles se dividieron y cayeran al suelo. Y no podía controlarlo ni
podía detenerlo. Ahora podía sentirme crecer más fuerte con cada
carrera. Estaba aprendiendo a controlar.

Había estado tan asustada antes de esa noche cuando Devin había
intentado matarme. Pero extrañamente, ya no tenía más miedo.

Esta vez sabía que esquiar me ayudaría a centrarme en mis poderes…


sin la amenaza del equilibrio dentro de mí. Quizás a través del esquí
podía encontrar lo que había estado buscando.

Justo entonces tomé la decisión. Al día siguiente. Me volvería a unir al


equipo de esquí.

123
Capítulo 13
Traducido por Dai
Corregido por Mlle_Janusa

E
n la mañana, tía Jo revoloteaba alrededor de la cocina como un
pájaro atrapado, sin saber lo que estaba haciendo o a dónde se
dirigía después, sólo preocupada de mantenerse encendida.

—Estaré en casa para la cena —dijo—. ¿Qué más? —descansó por un


momento contra el mostrador. Parecía cansada, como si no hubiera
estado durmiendo muy bien.

—¿Estás bien? —le pregunté.

—¿Yo? Bien, bien. Me llamarás si necesitas algo, ¿no? —Ya había


terminado de lavar los platos y todavía sostenía una taza vacía en la
mano, girándola una y otra vez—. ¿Cierto?

—Sí…

Distraídamente dejó la taza en el fregadero, a pesar de que acababa de


lavarla, y salió de la habitación. Unos segundos después, escuché la
puerta delantera cerrarse y el coche arrancar. Si era posible sentirse
como un extraño en su propia casa, así es como me sentía. Como si no
pudiera alejarse de mí lo suficientemente rápido. Como si no quisiera
hablar conmigo, tocarme o incluso estar en la misma habitación.

Terminé mi cereal y me fui unos minutos más tarde. En el camino a la


escuela, tamborileé los dedos sobre el volante al ritmo de la música,
atolondrada ante la idea de estar de vuelta en el equipo de esquí. No me
había dado cuenta de lo mucho que lo había echado de menos.

124
Aunque sólo era marzo, todo parecía estar viniendo a la vida,
incluyéndome. Había sido un largo y frío invierno, un invierno oscuro,
lleno de miedo y de un dolor que nunca antes había conocido. Pero ahora,
la primavera se acercaba y yo podía sentirlo en la punta de mis dedos y
en mis mejillas. Podía elegir lo que quería ser.

El estacionamiento estudiantil estaba desierto, y me metí en un lugar


cerca de las puertas delanteras. Había llegado a la escuela,
especialmente temprano hoy. Tuve la sensación de que me encontraría
con alguien aquí. Y quería estar a solas con él cuando lo hiciera.

Los pasillos estaban casi vacíos. Mientras caminaba, las suelas de mis
botas pesadas resonando contra el suelo brillante, vi una figura oscura
retirándose en el otro extremo del pasillo. Su sólida constitución se
recortaba contra la ventana.

Por un segundo pensé que había caído en uno de mis sueños, los que se
repetían hasta que apenas podía recordar cuál era la verdad. Pero esto no
era un sueño.

Me detuve en seco.

—Hey —dije—. ¡Hey! ¡Devin! —mi voz resonó por el pasillo vacío. La
figura se detuvo y se quedó inmóvil. Tenía la cabeza baja, como si
estuviera mirando al suelo.

Contuve el aliento. De repente, ya no estaba tan segura de querer hacer


esto.

Poco a poco se dio vuelta y levantó los ojos del suelo delante de él. Eran
fríos, azules como un lago congelado. Recuerdos de Devin se precipitaron
hacia mí. Me acordé de la noche en que lo vi en Love the Bean, el día que
nos conocimos, fuera del salón de clases, la lucha de bolas de nieve, y la
mañana después, cuando me desperté tumbada a su lado. ¿Cómo es
posible que esos ojos, que habían lucido tan dormidos, inocentes y

125
sorprendidos al encontrarme en su cama por la mañana…? ¿Cómo
podrían esos ojos ser capaces de tal frialdad?

¿Cómo podían mirarme como si yo no significara nada para él? Como si la


emoción no fuera algo que se siente, sino que se elige… frío y calculador
al igual que como la Orden le había enseñado.

¿No se preocupaba por mí?

¿No me amaba?

—¿Qué quieres? —preguntó.

—¿Quieres hablar conmigo? Pensé… —No estaba segura de lo que


pensaba—. ¿Me dejaste… una flor?

Me miró inquisitivamente.

—Mira, tengo un montón de preguntas —le dije—, y creo que me merezco


algunas respuestas.

Miró hacia otro lado.

—¿Qué te hace pensar que tengo las respuestas?

—Porque eres el que trató de matarme.

Su atención regresó de nuevo a mí. Sus ojos eran duros.

—Adelante, entonces.

Pero de repente, confrontándose con la idea de descubrir la verdad, mi


corazón se encogió. Si no me amaba, me dolería. A pesar de que me
entregué a Asher y lo había elegido a él por completo, había algo en el
Guardián por lo cual me sentía muy triste por abandonarlo. Si él no me
amaba —o si él me amaba y había accedido a matarme de todos modos—
bueno, entonces, el dolor sería como una espada que me había apuñalado,
girando bruscamente en mis entrañas.

126
De repente, no quería ser herida de nuevo por él. Por nadie, en realidad.
La Skye que había cambiado de opinión constantemente durante tanto
tiempo entre la Orden y la Rebelión —entre Devin y Asher— parecía una
persona en un libro sobre el que había leído una vez Alguien remoto y de
ficción. Ella no era yo. Nunca volvería a serlo.

—No importa —le dije—. No quiero saber —comencé a girar, a alejarme


por el pasillo vacío.

—Yo soñé contigo —espetó él. Su voz se rompió en el pasillo silencioso,


cogiéndome desprevenida—. Todas las noches… después de lo que pasó.
Aún lo hago.

Me di la vuelta en estado de shock.

—¿Qué?

Parecía tan sorprendido como yo lo hice ante las palabras que habían
volado fuera de su boca. Pero él siguió hablando.

—Pensé que estabas muerta. Cuando saqué la espada y te caíste, y… él…


te alejó, pensé que habías muerto. Pero luego, cuando ninguno de los
Dotados me decía el estado de la misión, yo sabía que no lo sabían. Y
tenía la esperanza de que si no lo sabían, significara que estabas aún con
vida, desenfocando tu propio destino y el de las personas cuyas vidas
tocas. Escondiéndote de la Orden. Tenía la esperanza de haber fallado. Y
que siguieras con vida.

—¿Por qué me dices esto? —Me sentí débil, mi resolución agrietándose.

—Si sigues siendo capaz de hacer eso, desenfocar el destino, entonces


pronto no habrá tal cosa como el destino. Y la Orden será inútil. Saben
eso, Skye. No es seguro para ti. —Hizo una pausa, su nivel de voz e
incluso, como si él no se viera afectada por lo que estaba diciendo, como si
no tuviera miedo. ¿Cómo es posible que alguien pareciera estar tan lleno

127
de emociones tan diferentes y sin embargo ser incapaz de sentir alguna
de ellos?—. Vas a destruirnos a todos —dijo. La calma de su voz era
enloquecedora.

—¿Ahora me estás advirtiendo?

—No —dijo en voz baja—. Sólo te estoy diciendo los hechos.

—Skye, Skye, Skye —una voz sonó como una campana de cristal detrás
de mí.

La cabeza de Devin se levantó y sus ojos se centraron sobre mi hombro.


No tuve que darme vuelta para saber que Raven estaba allí,
impidiéndome preguntar lo que había estado a punto.

—Raven —dijo Devin advirtiendo en voz baja.

—Estoy tan contenta de que estén aquí los dos.

—¿Qué quieres? —mi voz era fría y dura.

—¿Quién, yo? Estaba buscando a mi Predestinado —daba una caminata


y le ofreció una mano a Devin. Él me miró antes de estirarse y tomarla—.
Estamos unidos ahora, Skye, ¿no te lo dijo?

¿Qué? Lo miré, mis ojos muy abiertos, pero él se quedó mirando el suelo.

—Nos sometimos a la ceremonia sólo hace un par de días —continuó


Raven, apretando posesivamente sus dedos alrededor de su bíceps. Como
si yo todavía pudiera quererlo. Como si yo todavía pudiera confiar en que
el ángel delante de mí quisiera que yo tuviera éxito. La idea era tan
horrible, que hizo que mi sangre hirviera. Yo nunca podría querer a
Devin. Yo lo odiaba. Lo detestaba. Oí las puertas de los casilleros que se
alineaban en el pasillo comenzar a sonar mientras el suelo bajo nuestros
pies temblaba. Rave alzó una ceja—. No te enojes, Skye. Pensaba que te
había matado, después de todo.

128
Capítulo 14
Traducido por Helen1
Corregido por Angeles Rangel

I
nvoluntariamente me encontré retrocediendo.

Raven no tenía alma, peligrosa, el perfecto obediente Guardián. Yo


sabía de lo que era capaz, y si ahora Devin y ella se habían unido,
significaba que los Dotados tenían otra manera de asegurarse de
que Devin se mantuviera en línea.

También significaba que a pesar de que había sido una locura pensarlo,
incluso por un segundo, no había manera de que pudiera confiar en él.

Yo estaba tan molesta que tenía que presionar mis manos en los bolsillos
de mi pantalón para no temblar. ¿Qué había de malo en mí? ¿Cómo podía
estar decepcionada de que un ángel cuyo trabajo había sido matarme
estuviera celestialmente unido a otro?

Tal vez fue porque mi instinto me decía otra cosa.

En el fondo yo sabía que, mientras que la Orden tenía el control sobre la


mente y el cuerpo de Devin, ellos no podían controlar su corazón. Podrían
forzar una espada en su mano y a Raven en su vida, pero no podían
obligarlo a estar feliz. Y cuando lo miré, yo sabía que no lo estaba. Había
tantas cosas que se estaba guardando. Sus ojos me dijeron todo lo que
necesitaba saber.

Había alguien bueno allí, alguien que quería desesperadamente escapar.


Yo lo sabía incluso si él no lo hacía.

—Oh, Skye, no te vayas tan pronto —dijo Raven dulcemente.

129
—Espero que los dos sean felices juntos —le dije—. Pero lo mejor es que
se queden lejos, muy lejos de mí.

—Skye, espera —espetó Devin.

—Devin —dijo Raven bruscamente y él retrocedió. Di vuelta y me alejé


por el pasillo.

Asher estaba esperándome en mi casillero, vestido con su habitual


chaqueta vieja del ejército y pantalones vaqueros. Había algo tan
reconfortante en verlo allí esperándome. Él era mi roca, mi realidad, y el
encuentro extraño con Devin y Raven era solo otra pesadilla. Asher era
con el que despertaba. Él rompió en una sonrisa un poco malvada que me
hacía luchar por sacar una sonrisa. Pero ahora me dejé perderme en ella.

—Te extrañé anoche —le dije, metiéndome bajo su brazo y


acurrucándome allí. Él besó la parte superior de mi cabeza.

—Gideon me contó lo que pasó en el camino. ¿Estás bien? —¿Lo estaba?


Pensé en todo lo que había ocurrido en las últimas veinticuatro horas:
enfocándome más en mis poderes, pidiendo a Gideon para que me
ayudara, mi decisión de regresar al equipo de esquí. Incluso mi
confrontación con Devin. Todo se sentía como si me conducía hacia algún
tipo de momento de claridad.

—Nunca he estado mejor —le dije, poniéndome de puntillas para besarlo.


Sus labios eran suaves y cálidos y enviándome diminutos pinchazos de
luz a través de mis terminaciones nerviosas. Él acarició con una mano
por mi cuello y a través de mi pelo.

—Mmm —murmuró—. ¿Así que no necesito patear el culo de alguien?

—No, a menos que quieras hacerlo. —Sonreí, alejándose.

—Oh, no tienes ni idea. —Los ojos de Asher se ensombrecieron.

130
—Consigan una habitación, ustedes dos —dijo Cassie, la puerta de su
casillero cerrándose de un golpe junto a nosotros.

—¡Mira quién habla! —le grité, golpeándola con fuerza—. Bebés.

—¿Bebés? —dijo Asher. —Se volvió hacia mí—. ¿En serio?

—Cállate —se rió Cassie—. Dan lo dijo primero. —La campana sonó y
nos dirigimos al salón.

Devin estaba de pie en el extremo opuesto del pasillo, mirándonos. Sólo.


Cuando nuestros ojos se encontraron, se volvió y entró por la puerta.

Cassie y yo fuimos las primeros en el almuerzo. Se sentó a la mesa,


bebiendo su jugo Odwalla y mirándome.

Miró a su alrededor para asegurarse de que los muchachos estaban fuera


del alcance del oído.

—Eso fue lindo esta mañana —dijo.

—¿Qué era lindo? —le pregunté, jugando distraídamente con la corteza


de una rebanada de pan.

—Casi tan lindo como Dan y yo. ¿Estás tratando de competir con
nosotros? Debido a que no va a funcionar. Ya hemos ganado.

—¿Estás hablando de Asher?

—El mismo. —Ella sonrió.

—Bueno —dije—. No me gusta decirte esto, pero ustedes no tienen


ninguna oportunidad.

— No, pero en serio, sin embargo —dijo Cassie, pinchando una ramita de
brócoli—. Pareces realmente feliz. —Hizo una pausa—. Nunca te he visto
así. Entonces ¿Lo eres? ¿Feliz? Dime de verdad. Porque es hora de que lo
seas.

131
—Lo soy —le dije, incapaz de dejar de sonreír estúpidamente. Todo en mi
vida estaba convergiendo hacia lo que yo quería. Yo estaba en un camino,
y los árboles se inclinaban para revelármelo—. Realmente creo que lo
soy.

—Así que… ¿ustedes chicos lo han hecho ya?

—¡Cassie!

—Bueno, ¡te estuviste quedando con el hombre en una cabaña! ¡En el


bosque! ¡Aislados del resto de la humanidad! Parece que un montón de
oportunidades podrían haber surgido.

—No estamos… —empecé a decir—. No hemos… —pero me detuve. ¿Por


qué no nos acercamos? No es como si yo no había querido. Hubo varias
veces en la cabaña cuando habíamos estado solos, pero yo había estado
aun recuperándome. Y ahora que tía Jo estaba en casa todas las noches,
corríamos el riesgo de ser interrumpidos, como la otra noche.

—Simplemente no se… sentía bien todavía. —Hice una pausa. Pero eso
no era exactamente así. La verdadera razón era mucho más complicada.
Yo tenía miedo. Y no por las razones obvias. Cuando me quedé sola con
Asher, nuestros labios producían chispas en la noche cuando se tocaban,
tuve tantos problemas controlando mis poderes.

Él tenía ese efecto en mí, la capacidad singular de poner mi sangre


caliente y hacer el ambiente sofocante y causar que el dobladillo de mis
pantalones vaqueros ardiera en llamas. Qué si las cosas se ponían
realmente intensas y algo mucho peor pasaba. En la cabaña, apagamos el
fuego a tiempo. ¿Qué pasa si la próxima vez lo lastimo? No,
definitivamente no estaba lista todavía.

—¿Por qué? —dije de repente—. ¿Tú y Dan? —Cassie me dio una mirada
presumida—. ¿En serio? —jadeé.

132
—Todavía no —dijo ella, sonriendo y alzando las cejas—. Porque, ya
sabes, la pierna de cemento. —Ella hizo un gesto al elenco azul—. Pero
hemos estado muy cerca. Si sabes lo que quiero decir.

—Wow, gracias por pintar ese cuadro mental.

—Oh, de nada. Te sorprendería, en realidad…

—Está bien, Cassie, tengo que seguir siendo amiga de Dan. Estoy
poniendo una línea.

—Gallina —dijo ella. Tomó un sorbo de jugo y juntó las manos—. Estoy
tan contenta de que estés en casa —cantó—. ¡No tenía a nadie con quien
hablar de chicos! No podía exactamente hablar de Dan, bueno, Dan.
¿Sabes?

—Ian dijo de ninguna manera, ¿eh?

—Antes de que pudiera terminar la pregunta. —Ella se echó a reír—.


Entonces… Devin. Eso está definitivamente terminado, ¿verdad?

—Muy terminado —le dije. No tienes ni idea. Miré hacia arriba, y ella me
estaba mirando—. ¿Por qué? ¿Qué oíste?

—Nada —dijo ella, volviendo a su almuerzo—. No es nada. —Ella


masticó una zanahoria y murmuró lo bastante alto para que yo
escuchara—. Excepto por esa respuesta en forma defensiva…

Un grupo de los nuevos transferidos desde River Springs High caminaron


por nuestra mesa, y me sacó de mis pensamientos mientras el aire a
nuestro alrededor parecía ponerse más frío.

—Esos chicos nuevos son tan espeluznantes —dijo Cassie, temblando de


forma espectacular—. Me siento como que nos van a matar en el sueño o
algo así.

133
—Si —le dije—. Yo también. —No tienes ni idea, pensé por segunda vez
en esa conversación.

Después de la escuela fuimos al gimnasio y a la oficina de la directora de


atletismo.

—Skye —dijo, sorprendida, levantando la vista de unos papeles—.


¿Buscando al entrenador Samuelson?

—Lo estoy —le dije—. ¿Está por aquí?

—Estás de suerte —sonrió—. Ellos no han salido para las pistas todavía.
Debería estar en su oficina.

—Gracias —le contesté, dando la vuelta antes de que pudiera


preguntarme nada más. Entré en su oficina mientras él estaba metiendo
un poco de equipo en una bolsa de lona.

—Skye —dijo—. ¿Vienes a ver la carrera?

—En realidad, quiero regresar al equipo —anuncié. Hizo una pausa y me


miró de arriba abajo.

—¿Lo echas de menos?

—Mucho.

—¿Estás más comprometida esta vez?

—Ya lo creo. —Puse mis manos en mis caderas como si supiera de lo que
estaba hablando. Frunció el rostro pensando.

134
—¿Puedes venir hoy? —preguntó—. ¿La carrera contra la academia
Brighton?

—¡Sí! —grité, saltando arriba y abajo—. ¡Gracias!

—Voy a mandar a Ellie a tercera.

—¿Qué?

—Ellie —dijo—. Para tercera. —Él puso las manos sobre mis hombros y
me miró directamente a los ojos.

—Sabes —dijo—. Un poco de competencia es saludable. Alimenta el fuego


proverbial. Puedes ser el capitán de equipo el año que viene después de
que Maggie se gradué, ya sabes.

—¿Podría? —pregunté, perpleja.

—¡Parker, eres mi esquiador estrella! Por supuesto que podrías. Pero te


habías ido y tienes que ponerte un poco al día. Ellie realmente está
demostrándose a sí misma tener el temple que necesito en un capitán de
equipo. —Me miró como si estuviera mirando directamente a mi alma—.
¿Tiene ese temple, Skye? ¿Puedo contar contigo? —Tragué saliva.

—Sí —le dije, con mucha más confianza de lo que de repente me sentía.
—Me dio una palmadita en el hombro.

—Bien —dijo—. Entonces pruébalo. Bate el tiempo de Ellie hoy.


Entonces hablaremos. —Genial, pensé, mientras él se colgaba la mochila
al hombro y salía de la oficina. Como si Ellie necesita otro motivo para
odiarme. Aspiré profundamente y lo seguí.

La cima de la montaña estaba fría y blanca. Las nubes se movían


lentamente cambiando de formas, como si estuvieran guiñándome un ojo
con complicidad. Sabemos lo que puedes hacer, Skye.

Bueno, pensé. Déjame enseñarte.

135
Yo estaba corriendo contra Claire Fincher, posiblemente el mejor
esquiador del equipo de Brighton. La había enfrentado antes, el año
pasado. Ella era famosa por ser competitiva y feroz, y la última vez que
habíamos competido la una contra la otra, se había golpeado contra mí y
sangró. Ella estaba aterrada.

El entrenador Samuelson vino detrás de mí y puso su mano en mi


espalda.

—Puedes hacer esto, Parker —dijo.

Dejé que sus palabras se hundieran en mis entrañas y bajé mis gafas
hasta los ojos. Yo podía hacer esto. Claire era feroz, pero yo tenía poder.
Y no sólo estaba tratando de vencer su tiempo o incluso el de Ellie dos
puntos después de mí. Yo tenía un propósito. La idea de finalmente
controlar mis poderes envió un torrente a través de mí, tan fuerte que
por un momento vi las estrellas.

A la señal, las dos nos empujamos. El viento me envolvió, y pronto estaba


volando montaña abajo. Podía sentir cada bache, cada pequeño giro en el
curso. Me movía tan rápido que no vi nada, sino la blancura. No sentí
nada más que alegría.

Me agaché más bajo mientras tomaba una curva cerrada, el viento me


golpeaba duro en la cara. Lo escupí de vuelta, y entonces, como por arte
de magia, pareció retroceder. No es magia, pensé. Yo estoy haciendo esto.
Las nubes se abalanzaron, en torno a mí y luego se batieron lejos detrás
de mí, cubriendo mi camino. Podía oír el silbido de los esquís de Claire, a
la par, y miré hacia atrás para ver si estaba bien.

—Skye —sonó su voz fuera—. ¡El tiempo ha cambiado! ¿Puedes ver?

—¡Estoy bien! —le dije—. ¿Lo estás tú?

136
—¡Creo que sí! —Enfoqué mis ojos en las nubes y las dispersé, dejando
que la sensación de la tierra bajo mis esquís me guiara el resto del
camino hacia abajo por la montaña. Yo quería el control, pero no quería
ganar al bloquear su camino. Mi objetivo era batirla, dentro de las reglas.

Por el rabillo de mi ojo, vi a Claire empujarse a mi lado. Me agaché bajo,


inclinándome en el viento

Enfoca tu energía.

Encuentra el interruptor.

Dale la vuelta.

Saqué adelante, golpeando hacia la línea de meta.

Todo estaba a mi alcance. El poder se precipitaba a través de mí, y ya no


me sentía como si estuviera esquiando por la montaña. Me sentí como si
yo fuera parte de ella. Me empujé hacia adelante, cortando a través de la
línea de meta y girando en una parada fuerte. Miré de nuevo a la
montaña, respirando con dificultad, viva. Yo sabía que tenía razón, que
esto era lo que necesitaba.

Claire vino tambaleándose sobre la línea de meta, parándose a mi lado.

—¡Maravilloso tiempo, Parker! —dijo el entrenador—. ¡Batiste tu propio


récord! —Pero yo no necesitaba que me dijera eso. Yo ya lo sabía. Claire
se detuvo a mi lado.

—¡Guao! —dijo ella, tirando de sus gafas hacia arriba—. Eso fue una
locura intensa.

—Lo sé —jadeé—. Buena carrera. Estuviste increíble.

—No tan increíble como tú, Skye, cielos. ¿Vas para capitán el año que
viene?

137
—Sí —le dije, tirando de mis propias gafas para arriba—. Sí, creo que si
voy.

—Yo también. —Ella sonrió—. Brindemos por más carreras en nuestro


futuro. —Ella llegó a darme la mano, pero se detuvo en seco—. Amiga —
dijo—. Esos contactos1 son salvajes. —¿Contactos?

—Oh, bueno, sí. —Jalé de nuevo mis gafas hacia abajo—. Te veré más
tarde —le dije bruscamente, girando y corriendo para la casa de
equipamiento. El cielo ya se estaba desvaneciendo en el crepúsculo y las
primeras estrellas de la noche comenzaban a brillar. Me encerré en el
baño, me subí las gafas, y me enfrenté a mí misma en el espejo,
agarrando el fregadero con ambas manos.

Claire tenía razón. Nunca antes había visto mis ojos quemando con un
plateado tan brillante como lo estaban en ese momento.

1
Contactos: se refiere a lentes cosméticos.

138
Capítulo 15
Traducido por norita_30
Corregido por BrendaCarpio

E
stuve intentando mantener mi adrenalina en control mientras la
tropa volvía al autobús con el resto del equipo, fui una de las
ultimas chicas en conseguirlo y mientras caminaba hacia el
pasillo tuve ese raro presentimiento de que los otros me estaban viendo
¿Fui muy rápida? ¿Así de poderosa? Ellie particularmente me miró
mientras pasaba por enfrente, me acomodé en un asiento vacío detrás del
que ella compartía con Maggie.

—¿Así que estas tras el puesto de capitana? —dijo Ellie recargándose


sobre el respaldo de su asiento—. Sabes que yo también.

—Lo sé —dije.

Sacudió la cabeza

—¿Piensas que puedes regresar campantemente después de dejar el


equipo de esa manera? —Escupió cada palabra—. ¿Qué te hace pensar
que te queremos?

—No me importa si me quieres —dije mientras mi temperamento se


elevaba—. Quiero regresar. —Hubiese mentido si hubiera dicho que
nunca soñé con ser capitana del equipo en mi último año, la miré a los
ojos—. Y, quiero ser capitana.

Ellie ha estado muy creída todo el invierno desde que pensó que podría
alejar a Asher de mí, debió haberla desecho vernos juntos.

139
—Es tan típico de ti, piensas que todo lo que quieres debería ser tuyo y
no te importa a quién lastimes en el proceso. —Sonrió con maldad hacia
Maggie—. Ian tenía razón acerca de ti.

Sentí mis mejillas sonrojarse.

—¿Qué? —dije sintiéndome de pronto enferma.

—Cuando salimos el fin de semana pasado a la fiesta de Shane. —Lanzó


sus rizos rubios sobre su hombro—. Él dijo que tú sólo te preocupas de lo
que quieres, que siempre te envuelves en ti misma como para
preocuparte por alguien más.

¿Podría ser eso cierto? ¿Habría Ian dicho algo así?

Pero entonces me golpeo: el cambio que había visto en él la noche que


volví a casa, tal vez él había confiado en Ellie, por otro lado estaba feliz
por él, pero mi estómago se retorció al pensar que él pudiera decir cosas
tan crueles ¿Así es cómo se sentía sobre mí? ¿Que soy egoísta y no me
importa a quien lastime mientras consiga lo que quiero?

—Mira quien lo dice —repliqué sin hacer una pausa para pensar—. Tú
siempre estás pensando en tomar lo que es mío.

—O lo que crees que es tuyo —dijo de golpe—. Ian no es de tu propiedad,


y no me quitarás el puesto de capitana tampoco, trabajé duro por esto y
claramente no significa tanto para ti, viendo que estás lista para lanzarlo
lejos.

Mis mejillas comenzaron a arder, pero no pude pensar en ningún tipo de


replica que no me hiciera sonar como la peor persona del planeta, me dejé
caer de nuevo en mi asiento.

Cuando el autobús se detuvo en la escuela, Ian estaba sentado en las


escaleras frontales, lo miré sonreír mientras Ellie enredaba sus brazos a
su alrededor y lo besaba, el levantó la vista y nuestros ojos se

140
encontraron a través de la ventana del autobús, su sonrisa se vio
titubeante pero sólo por un segundo, después tomó la mano de ella y los
dos caminaron a través del estacionamiento.

Para el tiempo en que conseguí salir del autobús la mayoría de las chicas
del equipo se habían ido.

—Impresionante trabajo hoy Parker —dijo el entrenador viniendo por un


lado del camión—. Mantente así y seguramente serás capitana.

—Gracias —dije, mirando a Ellie e Ian hacerse pequeños en la distancia.

Gideon y Ardith estaban sentados en el capo de mi auto y Asher se


encontraba reclinado contra el lado del conductor con los brazos
cruzados, el cuello de su chaqueta fue movido contra el viento, cuando me
vieron acercarme Asher se reincorporó rápidamente.

—Estábamos esperando por ti —dijo—. ¿Cómo fue?

Sonreí.

—El entrenador piensa que podría hacerme capitana.

Asher me miró fijamente.

—Y… ¿sentiste, algo?

Asentí apretando su mano.

—Se sintió asombroso —dije.

Una sonrisa se asomó de su cara, detrás de él, en el capo del auto, Gideon
me miraba fijamente ¿Aún intentaba decidirse? Tal vez esto debería
probarle que estaba lista.

—Sabía que podías hacer esto —dijo Asher—. De hecho tiene mucho
sentido, no dejes que nadie te moleste, tus poderes nunca surgirían con
Devin y conmigo a tu lado.

141
Estaba a punto de decir que era cierto, necesitaba hacerlo a mi modo pero
el estacionamiento comenzó a desvanecerse a mi alrededor, aún
sintiéndome fuerte por la carrera, estaba lista para la visión, cerré los
ojos e intenté mantenerme de pie.

Cuando los abrí de nuevo, estaba de pie en las escaleras del recibidor de
mi casa, Extraño pensé, eche un vistazo a mi derecha hacia la puerta de
mi habitación la cual estaba entreabierta, luz se esparcía en la oscuridad
del recibidor, un par de botas desteñidas eran visibles al pie de la cama
¿Asher? A mi izquierda estaba el baño, la puerta estaba abierta y las
luces apagadas, eché un vistazo hacia abajo sobre el pasamanos, toda la
casa estaba oscura y en silencio ¿Dónde estaba la tía Jo?

Directamente frente a mi estaba su habitación, caminé hacia ahí, como si


la gravedad fuera una fuerza que me estirara, corrí mis manos a lo largo
de las paredes para así guiarme en la semi-oscuridad, la puerta de la
habitación de tía Jo no estaba cerrada del todo, la empujé abriéndola y
encendí la luz, su habitación estaba sola, la cama estaba desatendida,
había ropa derramada sobre la silla de la esquina, ella aún no estaba en
casa, me giré hacia el closet y lentamente estiré mi mano para abrirla.
¿Qué es lo que estaba buscando?

La hilera de esos suéteres tan familiares de tía Jo colgaban en un arcoíris


desteñido, sus jeans y pantalones de trabajo estaban doblados
caprichosamente en una torre de estanterías, asomándose y al borde casi
a punto de caer, como si cada mañana ella sacara varios pares antes de
decidir cuál usar, pasé las manos por la suave tela de los abrigos, me
detuve en las cintas de un par de botas de montaña, eran
reconfortantemente familiares. Las formas e imágenes, colores y las telas
que estuvieron toda mi infancia. En la esquina del closet había una
escalera de tijera así que subí por ella para mirar los estantes superiores,
ahí es cuando lo vi, una caja de zapatos sin marcar y como si me
estuviera moviendo en cámara lenta, abrí la tapa…

142
El estacionamiento se precipitó de nuevo y Asher, Gideon y Ardith
miraban hacia mí, aún estaba de pie pero el suelo debajo de mi se
balanceó y me apoyé en el auto.

—¿Qué viste? —Asher preguntó extendiendo la mano ayudándome a


estabilizarme,

—¿El closet de tía Jo? —Mis manos estaban temblando—. No estoy


segura.

—Me pregunto qué significa —dijo Ardith.

Gideon se mantuvo en silencio.

Mientras Asher nos llevaba de regreso a casa, me sentí nerviosa y


distraída ¿Qué era lo que acababa de ver? Parte de mí se preguntaba si la
caja era real, si había algo dentro eso significaba que tenía que
encontrarlo.

Tía Jo aún no llegaba del trabajo. Así que fuimos a la terraza y jalamos
varias sillas de madera para formar un circulo, la tarde era clara y
brillante, las montañas se cernían sobre nosotros a la distancia.

—Amo Colorado —dijo Ardith en un susurro—. Las montañas son


apasionantes, hacen que me den ganas de correr a la cima y gritar cosas
obscenas a los valles cercanos.

—Ardith —dijo Gideon—. De verdad. —Pero él sonreía y la luz en sus


ojos cafés se miraba suave, justo como la noche en la que encontramos a
Devin, Gideon colocó una mano sobre la de Ardith y ella le sonrió con
veneración.

—¡Es verdad! ¿No quieres hacerlo?

Asher estaba recostado en su silla con las piernas extendidas frente a él y


una sonrisa en su rostro.

143
—También me gusta Colorado —dijo mientras yo lo miraba de reojo y su
mirada se encontró con la mía, mirándome con complicidad tal vez
¿Estaba insinuando que podría quedarse aquí? ¿Se quedaría aquí?
¿Conmigo?

—Hay algo majestuoso al respecto —dijo Gideon sonriendo—. Así como


hay algo de magia antigua en esas montañas. —Me miro con interés—.
Cuando esquías estás más conectado a las fuerzas que te rodean, los
esquiadores están muy conectados a la naturaleza, el estira y afloja de la
vida, no estoy sorprendido de que tus poderes rebeldes sean más fuertes
en ti.

Asher y yo nos miramos mutuamente, rompiendo en sonrisas al mismo


tiempo, sabía que ambos estaba recordando la avalancha que causé.

—Al igual que con esquiar —dijo Gideon—. La llave para liberar el
verdadero potencial de tus poderes es el control.

—Estupendo. —Rió Asher—. Skye necesita más control de sus


problemas.

—¡Hey! —Lo golpeé con mi bufanda.

—Lo digo en serio —continuó Gideon—. Si quieres aprender cómo pelear


con la manipulación mental de la Orden, te ayudaré.

El grupo se quedó en silencio, Ardith se miraba incomoda entre nosotros.

—¿Me enseñaras? —pregunté—. ¿De verdad?

—Gid, ¿estás seguro? —Había angustia en los ojos de Ardith, sabía que
se sentía indecisa, necesitaba ésto para hacerme fuerte, más poderosa,
pero, ¿habría un costo en la mente de Gideon o en la mía?

—Lo intentaré —dijo asintiendo distraídamente a sí mismo, como si


confirmara alguna pregunta que sólo él podía escuchar.

144
—En lugar de relajar tu mente —que es lo que quieres hacer cuando
intentas hacer que llueva o dices, encender una chispa— cuando estás
bloqueando tu mente, lo que estás trabajando es en la construcción y
destrucción de paredes. —Hizo una pausa asegurándose de que entendía,
asentí y continuó—: Ahora cierra los ojos. ¿Qué es lo que ves?

—Obscuridad, la nada.

—Bien, ahora quiero que imagines una pared en construcción, ladrillo a


ladrillo, una pared gruesa e impenetrable.

En mi mente comencé a imaginar ladrillos apilados uno sobre otro,


bloqueando la oscuridad, creando oscuridad más allá.

—Okay —dije con los ojos aun cerrados—. Lo estoy haciendo.

—Ahora, intentaré hacer lo que un Guardián haría, intentar sutilmente


influir en tu humor y sentimientos, lo que estás pensando, quiero que lo
identifiques y lo bloquees.

Cerré los ojos nuevamente, en cuestión de segundos una calma


sobrenatural comenzó a arrastrarse sobre mí, me sentí cómoda, segura,
feliz, en paz, me recordó al estado de calma infinito de Devin, esta vez, en
el fondo sabía que no era real, pero tan pronto me di cuenta que era
manipulación mental, una ola fresca de calma se apoderó de mí, pero no
quería bloquearla, quería sentir esta calma y felicidad por siempre ¿Si
me unía a la Orden me sentiría de esta manera todo el tiempo?
Realmente pude ver lo que Devin había estado diciendo todo el tiempo
sobre la Orden. ¿Qué tan maravilloso será un lugar sin problemas?

Pero había algo sobre esto que no se sentía correcto, como cuando estaba
esquiando y el piso bajo de mí se movía peligrosamente, sabía que no
podía confiar en este sentimiento.

145
Lentamente y con un gran esfuerzo, comencé a apilar los ladrillos de
nuevo, pero eran tan pesados, mi mente estaba a punto de romperse por
el peso de ellos, la calma persistió forzándolos a bajar de mis manos, no
pude soportarlo más, eran muy pesados… y la calma se arrastró sobre mi
destruyendo todos los otros sentimientos en el mundo, estaba flotando
sobre una nube, dichosa, inconsciente…

Alguien se apoderó de mis brazos y escuché una voz:

—Skye, ¡Skye! —La paz y tranquilidad se alejaron y mientras abría los


ojos, encontré a Asher, Ardith y Gideon de pie frente a mí, un frío vacío
se instaló en mi pecho.

—¿Estás bien? —preguntó Gideon aun sosteniendo mis brazos—. ¿Fue


demasiado para un primer intento? —Parpadeé un par de veces tratando
de enfocar mi visión, el agujero frío dentro de mi pecho comenzó a
suavizarse rompiéndose en pequeños pedazos y disipándose lejos con
cada respiración que tomaba, continúe respirando profundamente
regulándome.

—Skye —dijo Asher mirándose consternado—. Respóndenos ¿Estás bien?

—Si —dije débilmente, me sentía violada, usada, manipulada, y fue


ahora que entendí cómo Gideon no podría soportar un flujo constante de
esto y hacerlo de nuevo, toma algo de ti, tal vez fue la manera de
reconocer cuando la Orden está influenciando tu mente, esto… esto fue
un abuso.

—Lo hiciste bien para ser tu primera vez —dijo Gideon, se veía como si
estuviera intentando concentrándose en sus propios ojos también, me
pregunto si fue difícil para él verme ir a través de eso, si traje de regreso
memorias que hacía bastante había enterrada—. Estuviste cerca.

—Será más fácil ahora que cuando te enfrentes contra un Guardián real
—dijo Ardith acercándose a mí y poniendo sus manos en mi espalda—. Él

146
aprendió de la Orden pero no está ni cerca de ser tan fuerte como lo son
ellos.

Mis manos comenzaron a sudar y había nausea apoderándose de mí, me


recargué en la silla y cerré mis ojos, en alguna parte, en los alcances más
lejanos de mi mente, escuché un auto por la entrada y apagar el motor,
esas eran pisadas en las grava que llega a la casa, abrí los ojos y me
senté rápidamente.

—Tía Jo está en casa. —Las pisadas se oían dentro de la casa, Asher


miró inquieto la puerta de la terraza, Gideon y Ardith cambiaron cuando
la puerta se abrió y tía Jo caminó fuera, sus ojos se movieron de Asher a
los Rebeldes y luego aterrizaron en mí, había algo molesto en sus ojos,
pero no tenía idea de qué.

—Skye —dijo—. Aún estás castigada.

—Lo sé —dije rápidamente—. Pero pensé… que si estábamos en casa.

—Todos fuera —interrumpió, el tono quieto de su voz era más aterrador


que cuando ella en verdad estaba enojada y gritando por todo el lugar,
este era un lado de tía Jo que nunca había visto y no me gustaba.

—Son mis amigos —dije con mi voz subiendo de tono—. No puedes…

—Es mi casa —dijo—. Sí puedo.

—Está bien Skye —dijo Asher tranquilo poniendo su mano en mi


espalda—. Nos iremos.

—¡No! —dije de vuelta girándome hacia tía Jo—. ¿Por qué estás haciendo
esto? Nunca echaste a Cassie y Dan.

—No conozco a estos amigos nuevos —dijo—. ¿Por qué no los conocí
antes?

147
—Ellos son… nuevos en la escuela —dije mirando a Gideon y Ardith—.
Son amigos de Asher.

Tía Jo se encontró con la mirada de Asher, algo pasó entre ellos, tan
pronto me pregunté si lo había imaginado.

—Déjalo —dijo con su voz fría como el metal

Asher se inclinó para besar mi mejilla.

—Voy a estar aquí —murmuró—. Afuera, alrededor, toda la noche ¿Está


bien? Si me necesitas.

—Gracias —murmuré de vuelta, quería apretar su mano pero tía Jo


estaba mirándome de una manera que seriamente era inquietante.

Asher asintió una vez amablemente hacia tía Jo cuando salía de la


terraza, Ardith y Gideon lo siguieron.

Me puse de pie frente a ella y cruzando los brazos.

—No entiendo qué hice —dije totalmente descuidada del hecho de que
soné como una niña pequeña—. ¿Por qué me odias de repente?

—¿Odiarte? —Sus ojos se suavizaron y de pronto se veía cansada—. No


te odio.

—Entonces ¿por qué eres tan mala conmigo? ¿Qué hice? Dije que sentía
haberme ido pero no puedes detenerme de irme de nuevo tía Jo, tendré
dieciocho en menos de un año e iré a la universidad pronto o…. —Me
detuve a pensar por primera vez si la universidad aun sería posible para
mí. ¿Qué si mis poderes se hacían más fuertes? ¿Qué si la guerra en
realidad estaba en camino de nuevo? ¿Qué si no logro cumplir dieciocho?
Me sacudí ante el pensamiento—. No soy más una niña —continué—. No
puedes tratarme como si tuviera seis años y tuvieras que cuidarme,

148
puedo cuidarme sola, básicamente lo hice todo el invierno mientras no
estabas.

—Sé que puedes —dijo tranquila mientras una brisa soplaba entre
nosotros y fue entonces cuando me di cuenta que había mechones grises
en su cabellera que solía ser rubia—. ¿Puedes culparme por querer
protegerte? ¿Por querer mantenerte a salvo?

—¡Intento protegerme también! —Las palabras salieron disparadas de


mi boca antes de que pudiera detenerlas, me miró con curiosidad—.
Quiero decir, mi último año es… realmente duro y… —hice una pausa—.
Tengo que cuidar de mí porque nadie más lo hará.

—Tus nuevos amigos —dijo de pronto tía Jo—. ¿Qué tan bien los conoces?
—Me miró enfáticamente y sentí un puño apretar mi corazón ¿Sabía algo
que yo no?

—Muy bien —dije—. Siento como si pudiera ser yo misma estando con
ellos. —La miré.

—Y, ¿sientes que no puedes —ser tu misma— alrededor de Dan y Cassie?


—Hizo una pausa—. ¿O Ian?

¿Estamos hablando de lo mismo? Dudé por un momento intentando


pensar cómo explicarle.

—Quiero a mis amigos —dije escogiendo cuidadosamente mis palabras—.


Pero a veces siento como si… me estoy convirtiendo en una persona
diferente, alguien que ellos tal vez no entiendan.

Tía Jo suspiró silenciosamente y se sentó en el brazo de la silla, me senté


frente a ella, algo dentro de mí se movía de una manera que no lo había
hecho en mucho tiempo, me sentí cruda y vulnerable, después de intentar
mucho tiempo cerrarme a mí misma de todos los que amaba para
protegerlos y protegerme.

149
De pronto todo lo que quería era alguien que me dijera qué hacer, estaba
cansada, completamente exhausta de intentar resolver todo por mi
cuenta. ¿Qué si cada decisión que había hecho hasta ahora era la
incorrecta? Todo lo que quería en ese momento es que tía Jo me tomara
en sus brazos y me dijera que todo estaría bien, y quería
desesperadamente creerle.

—Todos crecemos —dijo tía Jo mirándome directo a los ojos—. Es parte


de la vida, pero no significa que tienes que convertirte en una persona
diferente, sólo más sabia y fuerte.

Luché contra las lágrimas que punzaron tras mis ojos.

—Es más difícil de lo que pensé —dije.

—Lo sé Skye. —Envolvió sus brazos a mi alrededor—. Desearía poder


hacerlo más fácil para ti, no tienes idea de cuánto lo deseo... —Dejó su
oración colgando en el aire frío de la noche.

Todos crecemos, pero, ¿por qué sentía como si tuviera que dejar todo y a
todos los que amo atrás?

Después me metí en la cama con la pequeña libreta negra, mientras


hojeaba las páginas como si esta vez pudiera encontrar alguna pista o
algo que me conectara a esta persona sin nombre que alguna vez había
sido en lugar de quien soy ahora, para ayudarme a mantenerme cuerda
dentro todo este caos.

Me giré sobre mi estómago y me quedé mirando la letra de la primer


página, las letras redondeadas juntas en un guion flojo, descendiendo a
través de la página como si estuvieran volando de la manera en que un
ángel lo haría.

La manera en la que tal vez volaré algún día.

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Me senté con la espada recta en mi cama, con mi corazón latiendo con
fuerza, me di cuenta que sabía que este escrito era mío.

151
Capítulo 16
Traducido SOS por LizC y Kachii Andree
Corregido por flochi

M
i corazón latía como si acabara de bajar a volandas una
montaña. ¿Estaba delirando? ¿Cómo pude haber escrito esto?
Había estado inconsciente casi todo el tiempo que había estado
en la cabaña, y me habría acordado de escribirlo cuando estuve despierta.
Me entretuvo brevemente la idea de haberlo escrito mientras dormía,
durante un sueño particularmente vívido. Excepto que todos mis sueños
habían sido acerca de morir.

No. Estaba agotada… mentalmente, físicamente. Esquiar de nuevo había


tomado mucho de mi energía. Luchar contra la manipulación mental de
Gideon había hecho un desastre con mi mente. Cuando pensaba en el
peso de todo, no podía mantener los ojos abiertos.

Estaba buscando conexiones donde no había ninguna. Eso era todo.

Me levanté y enterré el cuaderno en mi cajón bajo una montaña de


calcetines. Si estaba fuera de vista, no tendría que pensar más en eso. No
existía. Me arrastré a la cama de nuevo y apagué la lámpara. Pronto
estaba a la deriva, dejando que cada pensamiento, cada miedo, cada pista
acerca de mi pasado y clave para mi futuro se escabullera en la noche.

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Cuando entré en la cocina a la mañana siguiente, el olor a chocolate y
plátanos me llamó.

—Vaya —dije mientras la tía Jo volteaba unos panqueques en la estufa.


Me acerqué a la cafetera y me serví una taza humeante—. ¿Hice algo
bien hoy para merecer esto? Son sólo las siete y media.

Coloqué una pila de panqueques de plátano con chispas de chocolate en


un plato floral azul y blanco y la puso vacilante sobre la mesa. Regresé la
leche en la nevera y me volví hacia ella, levantando las cejas.

—Lamento haber sido tan dura contigo —dijo ella, jugueteando con su
propia taza de café mientras nos sentamos—. Tenía miedo, también, ¿de
acuerdo? Estás creciendo y... —Ella se detuvo—. Oh, Dios, esto es tan
difícil para mí admitirlo, pero no vas a vivir aquí conmigo para siempre.
Y sólo voy a estar un poco sola cuando te hayas ido, eso es todo. —
Suspiró—. Siempre has sido una persona que sigue su propia estrella,
Skye. Sólo asegúrate de elegir una buena que te guíe.

Miré a mis panqueques y les di un mordisco reflexivo. ¿Cómo iba yo a


saber qué estrella era la mejor a seguir?

—¿Quieres invitar a tus amigos a cenar esta noche? —preguntó tía Jo—.
¿Cassie, Dan, Ian? —Respiró hondo—. ¿Asher, si significa tanto para ti?

—¿En serio? —dije con la boca llena de panqueques, animándome.

—Sí, por qué no. —Me devolvió la sonrisa—. Tengo que conocer
correctamente a Asher. Él es tu novio, ¿verdad?

Ella me dio una patada bajo la mesa.

Sonreí.

—¿Qué lo delató?

153
—Él no puede quitarte los ojos de encima. No sé lo que le has hecho a ese
muchacho, pero esa es la clase de mirada que es difícil de borrar de los
ojos de alguien, una vez que está ahí.

Sentí algo crecer en mi corazón.

—Sí, bueno, ya sabes —murmuré, tratando de no dejar que mis mejillas


ardientes me delataran aún más.

Tía Jo sonrió y ladeó la cabeza.

—Sé lo que se siente —dijo—. Pero basta con que no elijas tu estrella
porque sea la estrella que él ha elegido. Se tu propia persona.

—Por Dios, tía Jo. En serio.

—¡Sólo estoy diciendo!

—Está bien —dije, tragando mi último bocado de blando plátano de


chocolate y poniéndome de pie—. Si terminaste con el discurso, tengo que
ir a la escuela.

—Escúchame, Skye. ¡Sé de lo que estoy hablando!

Besé la parte superior de su cabeza.

—Te quiero, loca —le dije.

—Sí, sí. —Ella sonrió—. Ve a clase.

Dudé en la puerta del salón. Cassie se sentó en su lugar habitual junto a


la ventana, su yeso azul sobresaliendo en el pasillo de modo que la gente
tuvo que salirse de su camino para caminar alrededor de ella. Deseé que

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mi viejo asiento no hubiera sido cedido cuando yo había estado fuera. Con
un suspiro, me dirigí a la parte trasera del salón… y me detuve. Asher
estaba inclinado sobre mi asiento vacío, hablando acaloradamente con
Devin.

No pude reprimir la sensación espeluznante de que estaban hablando de


mí. Devin se mantuvo rígido en su asiento. Él dijo algo en voz baja, y
pareció enfurecer a Asher, quien se inclinó hacia delante e hizo un gesto
con vehemencia. La animosidad entre los dos era tan eléctrica que podía
sentirla al otro lado de la habitación.

Mi presencia debe haber sido palpable, porque Asher miró en ese


momento y me vio, la culpa resplandeciendo en su rostro. Devin se volvió
también, y cuando me vio, bajó la mirada a su escritorio. No quería
meterme entre ellos otra vez, pero no tenía elección.

Asher se sentó, y yo lentamente caminé por el pasillo y me deslicé en mi


asiento, consciente de que Devin me miraba de nuevo por el rabillo del
ojo. No me fijé en él, pero miré a Asher en su lugar. Él miró hacia otro
lado. Su pie estaba golpeando con fuerza contra el suelo.

—Hola —susurré, poniendo mi mano sobre su brazo. Estaba tan enojado


que estaba temblando bajo mi tacto—. Hola —dije de nuevo—. Cálmate.

Él murmuró algo que no pude oír.

—Asher —dije—. ¿Qué está pasando?

—Nada —dijo, con la voz de una tormenta en la noche más negra.

—¿Ahora es un mal momento para preguntarte si quieres venir a cenar


esta noche? —le pregunté—. Petición especial de la tía Jo.

Su resolución vaciló, y me miró inquisitivamente.

—¿En serio?

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—Sí. —Le di una pequeña sonrisa persuasiva—. ¿Quieres venir? —Su pie
se mantuvo tocando un ritmo constante en el fondo.

—Sí —dijo. La línea de preocupación disolviendo de su frente. Tomó mi


mano con fuerza entre las suyas y levantó sus ojos oscuros a los míos—.
Me encantaría.

Sentí una oleada de felicidad, tuve una breve visión de Asher, la tía Jo y
todos mis amigos llevándose bien en una gran familia maravillosa y feliz.
Pero el golpeteo de Asher continuó, y una sensación oscura e incómoda
superó mi alegría. ¿De qué habían estado hablando?

En el almuerzo, Cassie tenía ese brillo en los ojos.

—Uh-oh —dije, deslizándome frente a ella—. He visto esa mirada antes.

Cass miró detrás de ella, fingiendo que podría haber estado hablando con
otra persona con un brillo en los ojos. Ella me miró y se señaló a sí
misma, murmurando—: ¿Quién, yo?

—Sí, tú, Crazypants. ¿Qué está pasando?

—Estaba pensando que estoy tan jodidamente aburrida —dijo—. No me


gusta este estúpido yeso. No puedo hacer nada divertido. Echo de menos
los Mysterious Ellipses. No hemos tenido un concierto en las últimas
semanas. Además —añadió—, ha sido una eternidad desde que tuvimos
una escandalosa fiesta. La última fue la fiesta en tu casa. ¡Quiero un
poco de drama!

Levanté una ceja. Yo sabía lo que venía.

156
—De ninguna manera —dije—. No puedo ser la anfitriona en esta
ocasión. Estoy en un terreno peligroso con la tía Jo como es.

—Bien. —Ella suspiró—. Bueno, de todos modos, voy a hablar con Ian
hoy.

—¿Hablar conmigo de qué? —preguntó Ian, sentándose al lado de Cassie


y rasgando una enorme porción de pizza—. No puedo darles más
pastelitos gratis —dijo a través de un bocado enorme de queso y salsa—.
Mi jefe me dijo que me va a despedir de verdad.

—Si no has sido despedido aún, nunca va a pasar —dijo Cassie,


empujándolo—. Los pastelitos son un juego de niños. Tengo un gran
favor que pedirte.

Ian entornó los ojos y me miró, pero lo que Ellie me había dicho que él
había dicho seguía carcomiéndome. No pude hacer contacto visual con él.

—Está bien. —Se volvió hacia Cassie—. ¿Cuál es el favor? No estoy de


acuerdo con nada sin oír primero de qué se trata.

—¿Quieres reservar a los ME en el Bean? —preguntó ella, agitando sus


ojos.

—¿Lo siento, los ME? ¿Así es como se llaman ahora?

—Los Mysterious Ellipses —dijo ella con un mohín.

—¿Puedes realmente tocar en esa cosa? —preguntó, mirando


dubitativamente a su yeso.

—Bueno, ese es el favor. Estaba pensando que tal vez tú podrías, como,
arreglar el escenario.

Ian se rió.

—Oh Dios mío, Cassie.

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—¿Por faaaaavor? —Le siguió más pestañas revoloteando.

Él negó con la cabeza.

—Bueno, está bien, voy a preguntar. Pero no puedo prometer nada.

—Bueno, estoy con ganas de una potencialmente presentación de los ME


legendaria este fin de semana —dije mientras me levantaba. Ian abrió la
boca para decir algo más, pero transporté mi bandeja y salí al pasillo,
ansiosa por alejarme de él.

—¡Skye! ¡Oye! —Él vino corriendo detrás de mí. Me detuve y lo miré, con
una mano en mi cadera—. ¿Cuál es tu problema? —preguntó.

—¿Así que estás saliendo con Ellie? —Mi voz salió más enojada de lo que
había querido. Extrañamente, sentí que mi cara se ponía cada vez más
caliente. No podía haber estado celosa, ¡era Ian!, pero aun así. Ella era
mi archienemiga. ¡Y yo le gustaba a él!

—Um. —Él se puso rojo—. Sólo una vez. Bueno, dos veces. Pero no fue...
Quiero decir, no... me gusta ella, ni nada así.

—Oh, eso es genial Ian. Eso es muy maduro.

—Espera, ¿cuál es el problema? Tú me rechazaste, ¿recuerdas? No


estamos juntos, así que, ¿qué más da?

—Bueno, ¡importa cuando hablas mierda de mí a mis espaldas!

—Oh —dijo en voz baja—. Ella te lo dijo.

—Sí. Ella me lo dijo.

Ian suspiró.

—Mira, Skye —dijo—. Sabes que te quiero. ¿De acuerdo? Pero te he


perdonado muchas cosas. Demasiadas cosas. Te perdoné cada día que
fingiste no darte cuenta de lo que sentía por ti. Te perdoné cuando

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empezaste a apartarte de mí, de nosotros, cuando esos dos chicos nuevos
se presentaron, y te perdoné otra vez cuando ignoraste mi advertencia de
que no me fiaba de ellos, y cuando decidiste que preferías estar con
cualquiera de ellos que conmigo.

—Yo… —dije, sin saber lo que pensaba que iba a decir.

—Pero cuando te escapaste con Asher, ¡no tienes ni idea de lo que eso me
hizo! Estaba enojado, ¿de acuerdo? Puedo dejar que me hieras, una y otra
vez, y ese es mi propio problema. ¡Pero ya no puedes decirme qué hacer!
—Sus ojos estaban ardiendo.

Me tropecé hacia atrás. Nunca había visto a Ian estar tan enojado en
toda mi vida.

—Yo… yo no tenía ni idea —dije en voz baja.

—Así que, sí. Fui a la fiesta de Carmen Shane y Ellie estuvo


coqueteando conmigo y conecté con ella. Y honestamente no es de tu
incumbencia.

—Vaya —dije—. Yo... lo siento mucho.

—Sí —murmuró—. Bueno, lo que sea. Me tengo que ir. Te veo o algo así.
—Se dio la vuelta y se fue por el pasillo en dirección opuesta.

Mientras estaba allí, atónita, el peso de sus palabras me aplastó,


haciéndome casi imposible respirar. Y lo peor de todo era que él tenía
razón.

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Durante todo el día, la frustración y la rabia me rondaron. No podía dejar
de pensar en lo que Ian había dicho. Si tan sólo pudiera decirle la verdad
acerca de donde realmente había estado y por qué me había ido sin decir
palabra. No era mi culpa. Nada de esto lo era.

Quería huir de nuevo, para esconderme. Me imaginé conduciendo a


campo traviesa, mi coche levantando polvo mientras cruzaba el plano
medio del mapa. En el espejo retrovisor, un destello de la pluma blanca.
Dondequiera que miraba: un destello de afiladas plumas blancas.
Caminando por las calles de la ciudad, entre edificios, recortada contra el
resplandor de la puesta del sol. Los ángeles me seguían, como una parte
de la línea del horizonte, por el tiempo que yo viviera.

¿Qué clase de vida sería esa? Sabía que huir era imposible. Tenía que
enfrentarme a esto. Sólo me hubiera gustado saber qué era “esto”. Y, a
pesar de lo que la tía Jo había dicho, todavía había una parte de mí que
sentía profundamente que donde quiera que Asher estuviera, es en donde
tenía que estar, también.

No podía esperar a llegar a las pistas esa tarde para nuestra carrera
contra Santa Cruz. Había competido contra ellos antes. No eran tan
feroces como las chicas de Brighton, pero todavía tenía que hacer mi
mejor esfuerzo si alguna vez quería ser capitán. Me agaché en cada
recodo de la pista y me apoyé contra el viento, imaginando enormes alas
de plumas extendiéndose desde mi espalda. En mi mente, ellas me
guiaban, direccionando el viento para hacerme más aerodinámica, mi
camino más fácil. Estaba planeando, volando. Pero cuando cerré los ojos
y traté de ver si eran de color blanco o negro, no pude.

160
El sol se bajó en el horizonte, y la oscuridad estaba cayendo, fría, fresca y
azul. Mientras volaba por la pendiente, se me ocurrió una idea. Me
concentré en el sol, los ojos entrecerrados mientras se hundía más bajo,
de modo que sólo era un arco luminoso que se asomaba sobre las
montañas. ¿Y si yo no estaba preparada para ello a establecer el
momento? ¿Y si necesitaba más luz para terminar la carrera?

Mis ojos ardían, pero me obligué a seguir mirando directamente al sol, la


fuerza de mi mente empujando con todas sus fuerzas. Vamos, pensé,
tomando un giro brusco en la pista con una precisión exacta. Vamosss.

Y entonces algo muy extraño sucedió. El sol se detuvo de repente y


comenzó a flotar hacia arriba. Vacilé un poco y luego me enderecé
mientras mi competidor se aproximaba justo detrás de mi codo derecho.

—¿Qué...? —oí decir antes de que su voz fuera tragada por el viento. El
cielo comenzó a aclararse, el crepúsculo retirándose a sí mismo, tirando
hacia atrás la oscuridad. Atravesé rápidamente la línea de meta y me
deslicé hasta detenerme.

El entrenador chasqueó el cronómetro y levantó la mirada para captar


mi atención. Él asintió con la cabeza.

—Guarda esto para nuestra gran última carrera de la próxima semana


contra Southfield —dijo él—, y serás nuestra próxima capitana.

Caí de nuevo en el suelo cubierto de nieve, respirando con dificultad,


mirando hacia el cielo. Podía sentir mis poderes haciéndose cada vez más
fuertes, más controlados. Estaba agotada, pero eufórica al mismo tiempo.
Cerré los ojos y sentí el sol empezar a ponerse de nuevo a la vez que la
oscuridad se instalaba en torno a mí.

161
Me volví a sentar sola en el autobús. Ellie estaba hablando en voz alta de
mí a un par de asientos de distancia.

—Fenómeno —oí murmurar—. Apuesto a que ella está tomando


esteroides o algo así.

Suspiré y me incliné en el asiento. Los árboles borrosos por delante de mi


ventana. Hace solo un mes o un poco más, Ellie y yo habíamos sido
amigas. Cerré los ojos de nuevo, deseando que el viaje en autobús llegara
a su fin.

La tía Jo había preparado un banquete. Dejó que me duchara luego de la


carrera, y luego las dos pusimos la mesa mientras bailábamos con las
bandas sonoras de las comedias románticas. A las ocho, sonó el timbre, y
lo abrí para ver de pie a Cassie y a Dan en mi puerta. Cass estaba
vestida con su vestido favorito vintage, el amarillo con pequeñas flores.
Una pierna tenía un par de medias para encajar sobre su yeso. Su pelo
rojo estaba recogido en un moño desordenado a propósito. El hecho de
que Dan llevaba una chaqueta azul marino en lugar de su capucha
significaba que él había se había vestido especialmente, también.

—¡Sí! —dijo Cassie, aplaudiendo con sus manos—. ¡Una Velada!

Los abracé a ambos.

—¡Adelante! —les dije con una reverencia.

—¡Hola, chicos! —gritó tía Jo desde el comedor. A medida que entramos,


Cassie le regaló una botella de vino tinto.

162
—De mi mamá. —Ella le guiñó un ojo—. Ella le hizo prometer a Dan que
no iba a tomar nada para que pudiera llevarme a casa.

—Eso es responsable —dijo la tía Jo, dándole a Dan palmadas en la


espalda.

Dan murmuró algo entre dientes.

La tía Jo trajo platos rebosantes de comida a la mesa, mientras que


Cassie y Dan se sentaban. El timbre sonó de nuevo, y me puse nerviosa,
como si Asher estuviera allí para recogerme para una cita o algo.
Esperaba que se encontrara de mejor ánimo que el que había tenido esta
mañana. Más adelante me gustaría enfrentarme a él en su conversación
con Devin.

Asher estaba de pie en el porche, y cuando abrí la puerta principal, me


sonrió. Había timidez en sus ojos, una vulnerabilidad a la que aún no
estaba acostumbrada. Llevaba un suéter de color verde oscuro y
pantalones de pana marrones, y sostenía un ramo de flores.

—No te hagas ilusiones. —Sonrió—. Son para la tía Jo.

—¿Te has vestido de gala para mí? —le pregunté, sonriendo ampliamente
mientras entraba.

—No. —Negó con la cabeza.

—Lo hiciste —le dije—. Te has vestido totalmente.

Con una mirada por encima del hombro para asegurarse de que nadie
estaba mirando, se volvió hacia mí, tomando mi cintura y llevándome
cerca de él. Me estremecí. Se inclinó como si fuera a darme un beso, pero
en cambio movió la cabeza a un lado y me susurró al oído.

—Probablemente debería decir hola a todos los demás.

163
Yo sabía a ciencia cierta que me estaba poniendo roja, y la habitación se
estaba haciendo más cálida. Asher se echó a reír. Parecía que no
importaba lo bien que me estaba volviendo en el control de mis poderes,
él podía lanzarme en picada y arruinar todo mi progreso con un solo
toque.

—¿Chicos? —gritó tía Jo—. ¡La cena!

Fue la mejor comida que he tenido. La tía Jo había preparado un montón


de tazones de pasta estilo familiar, filete de cordero como a mí me
encantaba, rebosado en su alijo ancho de chiles y sus alubias especiales.

Nos abrió la botella de vino, y Cassie, Asher y yo estábamos todos


sonrojados y felices. Dan estaba de buen carácter al respecto, pero no
podía dejar de pensar en lo dulce que era que estuviera escuchando con
tanta atención las instrucciones de la mamá de Cassie. Cassie y Dan
eran como mis modelos. Tal vez algún día, cuando todo esto hubiese
terminado, si es que alguna vez podía ser, Asher y yo podríamos estar
juntos de una manera normal, viviendo en una casa normal, simplemente
siendo... normal.

A veces, al mirar alrededor de la mesa a mis viejo amigos, Cassie,


sonriéndole a Dan cuando le pasó la pasta, casi se me olvida lo que
estaba sucediéndome, que yo estaba tratando de convertirme en un
luchador. Me sentí extraña, como si estuviera ocultando algo casi a cada
persona en la mesa. Y así era. Pero una casa llena de gente decidida a
mantenerme a salvo era mejor que una casa solitaria, vacía. Era una
sensación que nunca había tenido antes. Esta era mi familia.

La tía Jo estaba riendo y sonriendo, pero me di cuenta de que la sonrisa


nunca alcanzaba plenamente sus ojos. Ella miraba a lo lejos, y cada vez
que miraba a Asher, comenzaba a juguetear nerviosamente, una mirada
incómoda atravesando su cara. ¿Qué estaba pasando con ella? Yo nunca
la había visto actuar así. Empecé a preguntarme: ¿había estado tan

164
molesta porque me había escapado, o porque había estado pasando
mucho tiempo con Asher?

Después de la cena, mordisqueamos unas barras de limón. Me levanté


para llevar una pila de platos a la cocina, y Cassie me siguió. Los
moretones en la cara se veían mucho menos morados ahora, pero sus ojos
estaban rodeados todavía de un amarillo barroso.

—¿Te duele todavía? —le pregunté tímidamente. Coloqué un gran tazón


de cerámica en el lavabo.

—Cada vez mejor —dijo ella, lanzando un pelo suelto sobre su hombro
con un suspiro dramático—. No me gusta este jodido yeso, sin embargo.
¿Ves cómo esto parece estúpido? —Ella hizo un gesto a sus medias con
una sola pierna.

—¿Tal vez podría ser un nuevo look? —le pregunté—. ¿Al igual que
pantalones cortos?

—No lo creo. —Ella resopló.

Me dio unas palmaditas en la cabeza.

—Me alegro de que el accidente no haya afectado tu sentido de la moda


aventurero.

Cassie se rió.

—Me gusta Asher —dijo ella, mirando por encima del hombro para
asegurarse de que nadie pudiera oír.

—¿En serio? —Yo estaba radiante—. Sólo quiero... Quiero que todos
nosotros, ya sabes, nos llevemos bien.

—No, es realmente genial. —Nos asomamos al comedor, donde Asher y


Dan estaban aparentemente teniendo algún debate de música—. Me

165
alegro de que ya no estés con Devin —dijo de repente—. Es realmente un
extraño, Skye. Él te da las más extrañas miradas en el salón de clases.

Vacilé. Todo lo que quería era decir la verdad sobre todo.

—Lo sé —le dije. Tú no sabes ni la mitad de eso.

—Quiero decir, no te trató muy bien en absoluto, incluso como un amigo.


Y él no era muy agradable para ninguno de nosotros.

Me puse a arreglar las judías verdes que quedaban en un plato en un


patrón de flores al azar.

—Sí —le dije—. Lo sé.

—Y su nueva novia es lo peor. Quiero decir, en serio. Qué perra.

—Cassie, vamos. Sé todo esto. —Me di la vuelta, y nos miramos la una a


la otra a los ojos.

Ella se quedó sin aliento.

—Oh mi Dios. Skye, de ninguna manera.

—De ninguna manera, ¿qué?

—¡Todavía tienes sentimientos por él!

—¿Qué? Es una locura. No es así.

—¿De verdad tenemos que pasar por esto otra vez? A pesar de todo lo
quieres. Puedo decir estas cosas.

—Estás perdiendo tu toque —le dije.

Se llevó la mano a la boca.

—Skye Parker, me puedes abandonar en el hospital para pasar tiempo


con tu repugnantemente hermoso novio y puedes invitarme a cenar y

166
emborracharme, pero me lastima en el nivel más profundo cuando
insultas mi habilidad para detectar las cuestiones del corazón,
especialmente cuando se trata de ti. ¿Tenía o no yo que llamar Asher
desde el primer día?

Sonreí, a pesar de mí misma.

—Lo hiciste —admití.

—Entonces, ¿qué está pasando con Devin?

Yo quería decirle. Quería quedarme despierta hasta tarde después de que


todo el mundo se fuera, contándole sobre todo lo que me había sucedido
desde su accidente. Pero ¿qué pasa si el Orden estaba viendo?
¿Acechando en el bosque, al igual que el cuaderno decía? ¿Era un riesgo
que podría tomar? ¿Y si esta vez, realmente le quitaban la vida? No podía
ser responsable de ello. Yo no lo haría.

Y luego estaba ese otro pensamiento perturbador. ¿Qué podía ver en mí


que yo no podía? ¿Yo todavía sentía algo por Devin? Incluso después de
todo lo que había pasado, ¿era posible que todavía me preocupara por él?

—Te equivocaste una vez —dije—. No pasa nada. —Y yo no estaba


mintiendo acerca de eso, por lo menos.

Me miró, y me di cuenta de que pensaba que estaba conteniendo.

—Tú sabes, solíamos decirnos todo —dijo. Entonces se dio la vuelta y


entró en el comedor.

Suspiré y tiré el resto de las alubias en el triturador. Tuve la sensación


de que Cassie nunca me perdonaría realmente por irme hasta que por fin
pudiera decirle la verdad. Pero yo sabía que si le decía, ella podría
conseguir aún más daño de lo que haría si no lo hacía.

167
La tía Jo subió a la cama, y nosotros cuatro nos recostamos sobre el
porche. La noche era tan cálida que no necesitábamos chaquetas o tal vez
todos estábamos ruborizados y un poco aturdidos por el vino. Cassie
seguía burlándose de Dan por ser su conductor designado.

—No, no —ella repetía—. ¡Es lindo! ¡Eres mi caballero de brillante


armadura!

—Está bien —dijo Dan—. ¡Eso es todo! ¡Será mejor que corras!

Cassie gritó y poco a poco se abrió camino por las escaleras del porche, y
Dan fingió correr tras ella, en el campo detrás de nuestra casa. Podíamos
oírlos reír, y de repente no podíamos oír nada, lo que significaba que su
lucha había acabado en lo besuqueos.

¿Podría alguna vez encontrar algo como eso? Todo lo que quería era
sentirme segura y estable, que mi vida no fuera a cambiar de repente en
medio de la noche. Me encantaba mucho Asher, pero era parte de un
mundo impredecible y de miedo. Y ahora, para bien o para mal, yo
también lo estaba.

Como si hubiera leído mis pensamientos, él vino detrás de mí y me


envolvió en sus brazos. Me recosté contra él, dejando que mi mejilla
rozara la suave lana de su suéter. Por encima de nosotros, una estrella
fugaz cruzó la noche.

—Pide un deseo —susurró Asher.

—Creo que ya lo tengo.

—Sabes —dijo—, si no te conociera mejor, diría que causaste esa estrella


fugaz tu misma.

Me eché a reír y asentí. Él tiró de mí con más fuerza contra él, y pude
sentir su aliento subiendo y bajando más rápidamente contra mi espalda
y la marcada falta de un latido del corazón.

168
—Estamos muy cerca —me susurró al oído—. Todos los días, te estás
volviendo más fuerte. El universo está cambiando. ¿Puedes sentirlo?

—Sí —le dije, mirando a las estrellas—. Yo puedo.

No tenía ni idea de lo que me deparaba el futuro, pero por ahora sólo


tendría que ser feliz descansando en los brazos de mi ángel oscuro.

Esa noche, después de que todos se habían ido, me acosté en la cama,


mirando las grietas y marcas de agua en mi techo. Todavía estaba cálida
de haber estado con Asher, todavía sentía sus brazos envueltos
firmemente alrededor de mí. Traté de dejar que el recuerdo me consolara,
arrullándome hasta dormir. Pero mi cerebro seguía funcionando, y sabía
que era imposible dormir.

El bloc de notas me llamó desde el último cajón de mi tocador, bajo todos


esos calcetines. Traté de no pensar en ello, di la vuelta y me quedé
mirando la pared en blanco, pero algo me hizo volver. Finalmente no
pude resistir más. Salté de la cama y metí las manos en el cajón de abajo,
cavando alrededor hasta que encontré lo que estaba buscando. El
pequeño cuaderno miraba hacia mí, burlándose. ¿De quién era? ¿Podría
realmente haber escrito esto? Me pareció tan increíble.

Tenía que haber sido una reliquia de una época diferente. Otra mano
había sostenido la pluma que formaron esas palabras. Otro grupo de
Guardianes habían acechado esos bosques. En poco tiempo antes de que
yo naciera. Una vez, me di cuenta, mirando con más fuerza la fecha, justo
antes de que yo naciera.

169
Entonces un pensamiento extraño, nuevo iluminó mi mente, y me dejé
caer con fuerza en el suelo donde había estado arrodillada. ¿Y si no era
mi letra la que yo estaba mirando? Me quedé mirando la página, las
palabras cobraban vida en mi mente, y toda una historia de la cabaña y
el pequeño cuaderno en sí se escribían en mi cabeza. ¿Y si era alguien
cuya letra había reconocido?

¿Y si era de mi madre?

170
Capítulo 17
Traducido por Maru Belikov
Corregido por V!an*

I
an siguió adelante, después de todo. The Mysterious Ellipses tenían
una gran presentación en el Bean el sábado por la noche. Cassie me
envío mil y un mensajes de texto informándome.

Tuve una temprana práctica de ski con el equipo. Asher tenía razón: cada
día me sentía volverme más fuerte, aprendiendo a controlar el poder que
se disparaba a través de mí de la manera más alucinante. Mis tiempos
también se estaban volviendo mejores. Sabía que mis oportunidades de
volverme capitana del equipo eran buenas. Siempre había tenido una
increíble relación con el Entrenador Samuelson, incluso aunque había
dejado el equipo, no parecía guardarme ningún rencor.

Cuando llegué a casa, con la energía todavía chispeando de mi piel,


Asher estaba inclinado contra el porche delantero con los brazos
cruzados.

—Oye —llamé—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Extraño los viejos tiempos. —Asher sonrió, algo de su familiar tono


juguetón regresando—. Pensé que podríamos salir y practicar juntos. —
Él se rió—. Extraño que estés toda molesta y gritándome.

—Tía Jo está en casa —dije—. No podemos salir de nuevo.

—Entonces vayamos por una caminata o algo. —Me guiñó un ojo—.


Dónde nadie nos vea.

171
Sentí mis mejillas enrojecer.

—Solo déjame que entre y deje mis cosas. —Me tomó unos minutos
convencer a la tía Jo que era lo suficientemente responsable para ir de
excursión con Asher, pero finalmente lo conseguí, y caminamos por un
sendero que raramente usaba. Era una cálida mañana a principios de
marzo, y el sol se deslizaba a través de los pesados árboles de hoja
perenne, lanzando rayos de luz a través de nuestro camino. Caminamos
en una sola fila, sin hablar mucho. De vez en cuando, Asher tomaba mi
mano y me giraba para darme un beso. Cuando lo hizo, el sol ardió más
brillante, haciendo a los árboles resplandecer con miles de hojas
pequeñas en flamas.

Mucha nieve se había derretido y las plantas de flores purpura estaban


floreciendo una vez más. Intenté no pensar sobre lo que ellas significaban
para mí, pero las flores púrpuras, como ver a Devin en los pasillos de la
escuela, me recordaban que yo no era solo una Rebelde.

También había sangre de Guardián en mí, la de mi madre. Sin importar


lo que la Orden significaba o lo que ellos habían tratado de hacerme,
mientras más pensaba sobre la libreta, esa pequeña pieza de ella, la
única pieza que me quedaba, sentía que no podía solo abandonar la parte
de mí por la que ella era responsable.

Sólo porque esa parte era más difícil de ver no significaba que no
estuviera allí.

Ahora estaba segura que las visiones que tenía de alguna manera eran
los poderes de mi madre fluyendo a través de mí. Esos poderes eran de la
mente, vagamente premonitorios en algún sentido, incluso aunque no
estaba manipulando a alguien más. Era mi propia mente la que yo
estaba controlando. Mis propios pensamientos. Simplemente no tenía
idea cómo, o que significaban.

172
—¿Has escuchado algo de la Rebelión? —le pregunté a Asher mientras
nos acercábamos a un claro por el sendero—. ¿Saben ellos lo que la Orden
está planeando?

Él evito mi mirada.

—¿Asher?

—No, nada aún. Ellos están aguardando, esperando por ti para que te
vuelvas más fuerte. Asesinar a Oriax fue un tipo de primer disparo, el
final oficial de la tregua. Pero la Rebelión vendrá con algo feroz, no te
preocupes.

—¿Cómo sabremos cuando lo hagan? ¿No están los Guardianes


nerviosos?

—Lo sabremos —dijo Asher—. Y sí, imagino que los Guardianes están
igual de preocupados sobre la próxima guerra como nosotros. Ellos saben
que tomaremos represalias, pero no saben cómo, por ti. No lo olvides,
Skye, tus poderes están haciéndoles imposible a ellos predecir lo que está
por venir en esta guerra. Gracias a ti, ellos no saben lo que estamos
planeando. Esa es una de las razones del por qué la Rebelión te necesita.

Un incómodo sentimiento hizo los vellos de mi brazo erizarse. Había


sabido esto en el claro dentro de los bosques la noche que la Orden había
tratado de asesinarme. Cualquier lado al que eligiera aliarme tendría un
poder incalculable. No quería creer que esa era la razón por la que Asher
quería estar tan cerca de mí, pero una pequeña parte de mí no podía
evitar sentir que era horriblemente conveniente que fuéramos
repentinamente inseparables justo cuando la Rebelión estaba tratando
de esconder los planes para una venganza.

Sacudí la cabeza. No, eso no podía ser. Asher me amaba. Él solo quería
estar más conmigo justo como yo quería estar con él. No podía creer que
él me usaría para los propósitos de la Rebelión solo para ganar una

173
guerra. ¿No haría eso a los Rebeldes —mis amigos— tan malos como los
Guardianes?

Esto era un peligroso hilo de pensamientos. Tenía que alejarlo de mi


mente.

—Asher —dije de repente.

—¿Sí? —Sus ojos estaban enfocados en el borde de los arboles al final del
campo.

—Piensa rápido. —Él se giró justo a tiempo para esquivar la bola de


fuego que le lance. Sonrió y me la lanzó de regreso con deslumbrante
velocidad. En lugar de agacharme, cerré los ojos y alcé los brazos en alto
hacia el aire, invocando una enorme ráfaga de viento que llevó la bola de
fuego hacia el cielo. Se disipó en el más pequeño hilo de humo.

—¡Nada mal! —gritó Asher. Caminó hacia mí lentamente, una sonrisa


malvada empujando sobre el lado de su boca.

—¿Qué? —dije, alejándome. Mi voz estaba temblando ligeramente, pero


no porque estuviera asustada—. ¿Por qué es esa sonrisa?

Él me alcanzó, pasando sus manos por encima de mi cintura y


empujándome cerca. El brillaba a través de los árboles, muy brillante,
cegador, hasta que miles de pequeñas agujas de pino hicieron erupción
con llamas reales.

—Oh —dije bajo mi aliento.

—Creo —dijo Asher, la malvada sonrisa agrandándose—. Que


necesitamos trabajar sobre tu control cuando esto pasa. —Pasó sus
manos sobre mi cuello hasta que estaba ahuecando la parte trasera de mi
cabeza. Respiré profundo. El fuego consumiendo las agujas de pino
empezó a crepitar hacia adentro, corriendo a lo largo de las ramas hacia
el tronco del árbol. Asher se inclinó lentamente. Tocando su frente con la

174
mía e inclinó mi cuello hacia arriba así que estaba mirando a sus
deslumbrantes ojos negros. Vertiginosos ojos—. Concéntrate —dijo él, su
voz sin ser más alta que un susurro.

—¿En qué? —pregunté, mi voz temblando.

—Tus emociones. —Sus labios rozando el lóbulo de mi oreja—. Úsalos


para alimentar tu poder. Apaga ese fuego.

Cerré los ojos, tratando de bloquearlo. Podía sentir el cosquilleo de su


aliento sobre mi cuello, sus pestañas agitándose contra mi mejilla.
Tragué.

Podía hacer esto. Concéntrate.

El crepitar del fuego se estaba convirtiendo en un rugido. Abrí los ojos, y


el árbol estaba en llamas. Presa del pánico, me separé de Asher.

—Vamos, Skye —dijo él empujándome de regreso—. Yo creo en ti.

Está bien, tengo esto. Todo lo que tengo que hacer era conjurar una
tormenta, algo lo suficiente grande para evitar el inicio de un incendio
forestal. Lo había hecho antes, ¿cierto? En el auto con Ardith, había
controlado los rayos. Mantuve a nuestro pequeño auto de ser chocado por
los cegadores destellos que tocaban la tierra alrededor de nosotras.
Destellos que mi propio humor volátil había causado.

Mientras me giraba en un lento círculo, observando ahora el fuego


arrasador en los árboles, Asher envolvió sus brazos alrededor de mí y
susurró en mi oído.

—Concéntrate, Skye. Has que el fuego se detenga. —Era casi imposible


concentrarse sobre algo con las manos de Asher moviéndose por mi
espalda, pero cerré los ojos otra vez y pensé en rodantes nubes negras,
rayos resonando tan fuerte que sacudía las montañas, destellos de luces
que iluminaban la noche. Cuando abrí los ojos, una oscuridad había caído

175
como una manta a través del cielo de Colorado, y sabía que estaban
brillando con líquido plateado.

Luminosos destellos cruzaron a través del negro, cielo sin estrellas.


Tocaba tierra a unos cuantos metros lejos de nosotros.

—¡Vamos, Skye! —La voz de Asher se volvió más alta.

Incliné la cabeza hacia atrás y cerré los ojos, dejando que cada gramo de
energía fluyera a través de mí.

Ahí fue cuando la lluvia vino. Una helada, veloz lluvia que caía en
pesadas corrientes, empapándonos. Empecé a reírme mientras el rayo
retumbaba bajo nosotros.

Asher tomó mi mano, y nos quedamos de pie allí, observando la lluvia


acabar con el fuego. Empapó mis ropas y adhirió mi cabello contra los
lados de mi cara; hizo el cabello de Asher lucir incluso más salvaje e hizo
sus pestañas más espesas como si estuviera llorando. Apreté su mano, y
él se giró para mirarme. Ya no me estaba riendo.

La mirada en sus ojos era tan extraña. Una feroz mezcla de amor, miedo,
orgullo y algo más. Algo que me hacía temblar en la helada lluvia.

Posesión.

Y ahí fue cuando caí de rodillas.

La lluvia se arremolinaba alrededor de mí, tan densamente que pronto


bloqueo todo, y de repente era de día y la lluvia había parado y yo estaba
sentada sobre una roca situada en mi sendero favorito. Me había sentado
allí tantas veces antes. La última vez que me senté ahí había sido con…

Mire arriba, y Devin estaba sentado a mi lado.

—Inténtalo —dijo él suavemente. Su voz era gentil, tan tranquilizadora.


Como siempre—. Tienes esto. Solo concéntrate. —mire abajo hacia mis

176
manos. Estaba sosteniendo una flor marchita. Solo una pequeña, cosa
muerta.

—Estoy concentrada —dije.

—Concéntrate más. —Cerré los ojos. Y cuando los abrí otra vez, la flor
que sostenía en mis manos era púrpura, vibrante, y viva.

—Lo hiciste —dijo él, su voz baja con asombro—. Sabía que lo harías.

—¿Skye?

Abrí los ojos. Estaba acostada sobre la mojada tierra, completamente


empapada. Mis dientes estaban castañeando, y escupí una bocanada de
agua.

—Oye —dijo Asher, arrodillándose cerca de mí. Acarició con su mano mi


mejilla—. ¿Qué ocurrió? ¿Otra visión?

Asentí.

—¿Puedes sentarte? —pregunto él.

—Eso creo. —Puso su fuerte mano sobre mi espalda y me ayudó a


ponerme en una posición sentada.

—Quizá las cosas se volvieron un poco intensas —dijo él—. Lo siento. Es


mi culpa. Realmente pensé que podías manejarlo.

—Yo… Yo puedo manejarlo —dije, parpadeando lentamente.

—Solo pensé… —Él tragó y de repente lucía nervioso, vulnerable. Una


novedad a su usual máscara confiada que, por un momento, estuve
preocupada de que algo estuviera realmente mal. Estiré la mano y toqué
sus mejillas ligeramente.

—¿Qué? —pregunté.

177
—Yo… odio que no pueda estar cerca de ti sin que algo estalle en llamas.
Me siento responsable, como si fuera mi culpa. —Miró hacia el suelo—.
Pensé que si trabajábamos en controlarlo, podíamos… —Tomó un
respiro, y me di cuenta que sus manos estaban ligeramente temblando—.
Quería que nosotros fuéramos capaces… quiero decir, un día, ya sabes,
estaba esperando… —Tosió, y una sombra de la arrogante sonrisa
regreso—. Estaríamos juntos, ¿sabes?

—Asher —dije, tomando su cara en ambas manos y tirando de sus ojos


hacia los míos. No había ninguna replica ingeniosa en mí. Todo lo que
quería ser era honesta con él—. Yo también. Ya llegaremos ahí. Pasará.
—Lo bese, un suave, tierno beso—. Lo prometo.

—Te amo —susurró él.

Y todos los irritantes retornos en el mundo no podían compararse a eso.

Asher colocó mis brazos alrededor de su cuello y me ayudó de regreso por


el sendero. Cerca de diez metros de la casa, escuché un crujido. Cuando
me giré, no había nada allí.

—¿Qué fue eso? —pregunté, tratando de no dejar ver el miedo en mi voz.

—No fue nada —dijo él, pero sus ojos se volvieron oscuros—. Nada.

178
Capítulo 18
Traducido por Skye
Corregido por Laurence15

C
assie se había superado a sí misma. Love the Bean fue decorado
para el concierto de ME, pero no con su marca de luces
centellantes de cuento de hadas. Se sentía más oscuro de alguna
manera. Todo le daba una especie de ventaja a la misma. Había un
montón de negro.

—Ella todavía está trabajando a través del accidente —dijo Dan cuando
Asher y yo nos acercábamos.

—Es algo bastante oscuro.

Ian había preparado una rampa para el escenario, y Cassie cojeó hasta el
micrófono en sus muletas. The Bean se estaba llenando, y los Mysterious
Ellipses empezaron a calentar con una versión instrumental de la cortina
musical de Super Mario Brothers. Estaba secretamente un poco divertida
mirando cómo trabajaba Cassie su vestuario alrededor de su yeso. Esta
noche llevaba una minifalda elástica tejida de color negro, un pantalón
de color azul brillante ajustado y el distintivo tobillo de su bota, el azul
más oscuro en la otra pierna enyesada. Una larga camiseta sin mangas
de alguna tela terminaba el aspecto.

Detrás de ella, la banda hizo una pausa.

Cassie tomó el micrófono y nos animaba mucho.

—¡Ve por ello, Cass! —grité.

179
—Oh, gracias, gracias, chicos —dijo con la más falsa modestia que jamás
había visto. Dan y yo nos miramos y reímos—. No, por favor, basta.
Gracias por venir esta noche. Hemos estado trabajando en algunas cosas
nuevas, y es un poco diferente de lo habitual. Espero que les guste.

—¡Ya lo amamos! —gritó Dan.

—Espero que aquellos de ustedes que no sean mi novio les guste. —


Cassie sonrió a la multitud. Trey, el baterista de ME, hizo la cuenta de
tres en sus muslos, y luego la banda estalló en su primera canción. La
multitud se redujo a un susurro. Cassie era fascinante de ver.

Dan estaba en lo cierto, la música era mucho más oscura de lo que nunca
había sido antes. Una línea de bajo golpeando mantuvo el ritmo y la voz
de Cassie era un gruñido bajo.

Entonces el ritmo se elevó y comenzó a cantar más rápido y salvaje.


Todos estábamos enganchados, moviéndonos al compás de la música. Su
voz se elevó tan alto, claramente desafinada. Sonaba como campanas de
viento en la velocidad.

Cualquier cuestión oscura a través de la que Cassie seguía trabajando,


estaba haciendo maravillas con su música.

Era lo mejor que los Mysterious Elipses habían tocado nunca. Bailamos
como locos, como si el fin del mundo estuviera llegando y tuviéramos que
dar rienda suelta una última vez antes de que sucediera. Únicamente
que Asher y yo sabíamos, sin embargo, que podría hacerlo. Pronto. Y que
yo era la que podría tener qué aportar.

Ardith y Gideon entraron, sus caras serias. Ardith llevaba otra falda
larga que se extendía por el piso, botas pesadas y los brazos llenos de
brazaletes de oro. Gedeón llevaba unos vaqueros y una camiseta
descolorida de los Rolling Stones bajo una chaqueta de pana. Se veían
tan modestos, como los chicos que podrían ir a la escuela, pero no podía

180
evitar sentirme nerviosa mientras escaneaban el Bean, como si
estuvieran buscando problemas. Cuando vieron a Asher, él dejó de bailar
y se irguió.

—Vuelvo enseguida —murmuró.

Mi corazón latía rápido cuando me di la vuelta para enfrentar el


escenario. ¿Estaba sucediendo algo? Traté de escuchar la música, pero
seguí mirando furtivamente a la parte posterior de la sala, donde los tres
tenían sus cabezas inclinadas en una seria conversación. Ninguno de
ellos me miró. Volví mi atención hacia el escenario.

—Hombre, la echaba de menos —dije a Dan.

—Te extrañó, también —dijo—. Sabes, ella estaba realmente destrozada


por ello.

—Sólo quiero que las cosas vuelvan a la normalidad entre nosotras.

—Entonces, es posible que tengas que decirle la verdadera razón por la


que te fuiste —dijo, volviéndose hacia mí.

—Yo… no tengo… no hay nada —escupí. De todas las personas en mi


vida, de alguna manera, en ese momento me acordé por qué Dan era mi
amigo más antiguo. No hablaba mucho, pero cuando lo hacía, deseaba
decir cada palabra.

—Skye —dijo—. Estabas actuando muy extraño antes de que te fueras.


¿Piensas qué no sabemos qué está pasando contigo? Todo lo que ella
quiere es que le digas la verdad.

—Le dije la verdad —mentí. Dan me miró con mordacidad.

—Dame un poco de crédito.

Tragué saliva.

181
—¿No quieres saber la verdad, también?

—Sé que me dirás cuando estés lista. No necesito todo en este instante
como Cassie lo hace. Has sido mi amiga desde la guardería. No tengo
miedo de que nos abandones. Pero Cassie… la conoces, todo es drama,
drama y drama. —Él puso los ojos en blanco, pero lo dijo con amor—. Ella
necesita que a veces le recuerdes que eres su mejor amiga.

Miré alrededor. The Bean estaba lleno. La gente bailaba, la música


estaba sonando y estaban allí, Estaba segura, Guardianes en todas
partes. Al otro lado de la habitación, donde él estaba ocupado llamando el
café de alguien, Ian levantó la vista y se encontró con mi mirada,
frunciendo el ceño ligeramente. Me volví hacia Dan.

—¿Me creerás cuando digo que quiero contarte, pero no puedo en este
momento?

—Mira, ¿estás en problemas? —preguntó—. Porque tienes que decirme


para que pueda ayudarte. Te daremos ayuda, Skye, en lo que sea que
necesites.

—No —dije—. Pero puedo necesitar tu ayuda después. ¿Me prometes que
me ayudarás? —Sabía que le estaba pidiendo mucho. Dan no podía saber
que la “ayuda” podía significar fulminar a los seres celestiales con
espadas angelicales o cubrirme la espalda mientras lanzaba una bola de
fuego a alguien que estaba tratando de matarme. Pero sabía que algún
día, pronto, necesitaría su ayuda. Y la de Cassie y la de Ian. Incluso si
era sólo comprender cuando tenía que tomar una decisión de una vez por
todas de qué hacer con mi futuro.

—Por supuesto, lo prometo —dijo—. Te cubro la espalda, Skye. No te


preocupes. —Y de alguna manera, sólo estas palabras ayudaron a aliviar
un poco mi constante miedo.

182
Miré de nuevo a la barra, donde Ian contaba el cambio para alguien. Él
me miró de nuevo, y esta vez inclinó la cabeza hacia un lado. No parecía
enojado, más como si estuviera perdido en sus pensamientos. Me llamó la
atención que siempre estaba mirando. Siempre me observaba
tentativamente cuando pensaba que nadie más estaba mirando. Siempre
había pensado, algo avergonzadamente, que acababa de echarme un
vistazo. Pero había algo más que estaba sucediendo en este momento que
me hizo preguntarme…

Dan dio una palmada en la espalda y se fue a maniobrar su camino hacia


el frente del escenario. Mis amigos no estaban enojados conmigo, me di
cuenta. Están preocupados por mí. Decidí ir a disculparme con Ian. Él no
merecía la forma en que lo había tratado. No creo que nunca le haya dado
esperanzas, pero de alguna manera él nunca había dejado de creer que
podríamos acabar juntos. Él debe salir con Ellie, pensé. Debe dar a
alguien una oportunidad real.

Me abrí paso entre la multitud. Ian estaba limpiando el mostrador y


rebotando junto a la música.

Cuando me vio venir, trató de retroceder hacia el armario de suministros,


pero se golpeó con una escoba y cayó al suelo. Se apresuró a recogerla.

—Oye —dije, saltando sobre el mostrador.

—¿Hmm? Oh, hola. —Apartó los ojos.

—Mira —dije—. Creo que deberías salir con Ellie. Ella es una esquiadora
muy buena. Y… —Traté de pensar en más elogios—. Es bonita, en una
especie de, digamos, una especie de manera evidente, y…

—Skye —interrumpió Ian—. Apestas en esto.

—Lo digo en serio —insistí—. Creo que deberías salir con ella. No estoy
loca. Me alegro por ti.

183
Se detuvo nerviosamente limpiando el mostrador y me miró.

—Esto es todo, ¿eh? —dijo—. Realmente no hay posibilidad de que


secretamente me ames, ¿cierto?

—Lo siento mucho, Ian.

—Es genial —dijo—. Ellie es buena besando.

—Realmente no estoy preguntando por los detalles aquí, ¿de acuerdo?

—Sí —dijo, sonriendo con timidez—. De acuerdo.

A medida que empecé a saltar el mostrador, Asher pasó tranquilamente


arriba.

—Hey —dijo Asher, asintiendo con la cabeza—. Dos cafés con leche.

Golpeó un billete de diez dólares sobre el mostrador. Ian dio a Asher una
mirada que podía matar. Sabía que los dos exactamente no se agradaban,
pero nunca había visto a Ian mirarlo así. Empezó a girar hacia el vapor,
luego se detuvo y se dobló hacia atrás. Una sonrisa jugó en los labios de
Asher mientras esperaba a ver qué tipo de nuevo reto divertido Ian
traería.

—Skye puede estar contigo o lo que sea —dijo Ian con frialdad, los dedos
lentamente arrugándose en su puño—. Pero eso no quiere decir que
nunca voy a dejar de odiarte. —Él me miró, sus cejas frunciéndose. Luego
se fue a buscar nuestros cafés con leche.

—¿Por qué le has hecho eso? —pregunté, girando sobre Asher—. Deja de
sonreír así. Es tan cruel.

—No me gusta la forma en que te mira —dijo Asher—. Como que cree
que te tiene toda seducida o algo. —Pero algo en mi interior me decía que
no era todo lo que estaba pasando aquí. Ian odiaba a Asher, y no en la
manera de celos, la manera en que yo me sentía acerca de Ellie. No tenía

184
nada que ver con el hecho de que yo amaba Asher en lugar de a él. Podía
desagradarle cualquiera, pero su odio a Asher era específico.

Extraño, pensé. Asher era tan encantador. Él daba la impresión de ser


un poco arrogante a veces, pero debajo de todo, cuando estábamos los dos
solos, nadie sabía que tenía un mejor o un fuerte corazón. No sabía por
qué Ian no podía confiar más en mi juicio. O la tía Jo, que parecía hervir
en desagrado por Asher, también. Desagrado, o tal vez incluso sospecha.
Ian y la tía Jo eran dos de las personas que más me importaba en este
mundo. ¿Cómo podían odiar tanto a Asher? ¿Cuál era la conexión? ¿Qué
me estaba perdiendo? ¿Qué había hecho para que se volvieran contra él?

—Gracias por el café con leche —dije.

—No hay de qué. —Me lo entregó y no quitó su mano de inmediato. Traté


de tomarlo de él, pero lo sostenía con fuerza. Cuando levanté la vista, me
di cuenta que no me estaba mirando. Estaba mirando por encima mi
hombro. Seguí su mirada.

Guardianes. Un grupo entero de ellos acababa de entrar del frío, sus


brillantes cabellos rubios brillando amenazadoramente en la luz de la
cafetería. Al otro lado de la habitación, Gedeón y Ardith levantaron la
vista, también, sus miradas de acero y frías. Un puño invisible apretaba
mi garganta. Asher había dicho que nunca harían nada al aire libre,
pero, ¿significaba que Love the Bean era seguro, también? No estaba tan
segura.

Ellos se movieron como un grupo, fluidos, sin problemas y en calma.

El timbre de la puerta traqueteó y Raven entró detrás de ellos, seguida


segundos después por Devin.

Miró a su alrededor apreciativamente y deslizó su brazo en el suyo, como


si todos en el salón lo desearan.

185
No todos.

Sus ojos se encontraron con los míos, perforando, azules e imposible de


leer. Miré de nuevo a Asher. Puro odio, sin adulterar cruzaba quemando
en su rostro.

—Ellos no harán nada —dije—. ¿Cierto? ¿No aquí, al descubierto de esta


manera?

—No, si puedo evitarlo. —Caminó a través del salón, Ardith y Gideon


cayeron desfilando detrás de él. Los Guardianes se tensaron y
fortalecieron su postura. En el escenario, Cassie seguía cantando. Su voz
cortaba a través del salón, una banda sonora espeluznante a lo que
estaba empezando a tener lugar. Yo estaba junto al mostrador,
observando, preguntándome cómo o cuándo tendría que actuar.

Antes de que Asher y los rebeldes llegaran al grupo de los Guardianes,


Ian se abalanzó entre ellos.

—Hey —dijo él, levantando ambas manos como un policía de tráfico—.


Hey, hey. Tranquilos.

—Estamos bien —dijo Lucas, que estaba a la cabeza del grupo de


Guardianes. Levantó las manos en protesta—. Esta gente parece que
quiere empezar algo. —Hizo un gesto a Asher—. No nosotros.

—No me importa —dijo Ian. En el escenario, la banda había dejado de


tocar. Cassie estaba boquiabierta por la escena frente a ella—. Pero
tienes que parar. ¿De acuerdo?

Asher dio un paso hacia atrás.

—Estamos bien, también —dijo. Sus ojos negros estaban quemando—.


Olvídalo.

186
El acople rompió del amplificador detrás de Cassie, cortando los susurros
de la multitud cuando tomó el micrófono.

—¿Es un mal momento para dejarles saber acerca de la fiesta? —


preguntó con dulzura.

Pero no escuché cómo la gente respondió. Estaba cayendo, rápido y duro,


golpeando el suelo mientras el salón se desvanecía a otro lugar.

La niebla se disipó en el viento, y estaba de pie en la playa de nuevo. Las


olas se estrellaban ruidosamente contra las rocas, rompiendo con una
venganza y escapando con la marea. Estaba caminando a través de las
olas. El dobladillo de mi hermoso vestido estaba empapado y sucio. En
lugares, me di cuenta ahora hundiéndome en una sensación de temor,
estaba manchado de rojo.

Sangre.

Delante de mí, podía distinguir una forma arrugada en la orilla, oscura y


silenciosa. Cuando me acerqué, vi que era un cuerpo.

¿Cuál de ellos me alcanzó?

Abrí los ojos jadeando.

187
Capítulo 19
Traducido por carmen170796
Corregido por Mlle_Janusa

E
l Love the Bean extrañamente estaba en silencio, y algo ligero y
liviano hacía cosquillas en mi frente. Mientras mi visión se
enfocaba, me di cuenta que eran mechones de cabello rubio rojizo.
Los ojos verdes de Cassie estaban mirando los míos. Cuando traté de
sentarme, ella retrocedió

—¡Estás despierta! —dijo ella jadeando— ¿Estás bien? Te caíste fuerte

—¿Quién dice que tienes que ver antes de saltar? —dije en un débil
intento de broma.

Cassie sonrió.

—Hice que todos se fueran. —Me ayudó a pararme y me acompañó al


descolorido sofá de terciopelo—. Les dije que se adelantaran y fueran al
bosque de Foster. ¿Estás segura de que estás bien? —Ella sostenía mi
mano en las suyas y sacó mi cabello de mi cara. El gesto era tan
maternal, tan cariñoso, que me incliné hacia ella, y ella puso su brazo
alrededor de mí

—Te extrañé tanto, Cass —dije—. No tienes idea

—Aw —dijo—. También te extrañé, colega. Eres mi mejor amiga.


Siempre lo serás, sin importar con cuántos chicos te escapes

Sentí una punzada en mi corazón ante sus palabras. Tenía que decirle.

—Cass, yo…

188
—Shh. Solo estoy bromeando. Vamos. ¿Quieres agua?

Sacudí la cabeza

—Creo que solo quiero ir a la fiesta.

—Seguro —dijo—. Vamos.

El bosque de Foster estaba más allá de la casa de Cassie. Había un


campo vacío a unas millas de la carretera, y todos estacionaban sus
carros ahí, caminando hacia el bosque más allá.

Era el lugar perfecto para una fiesta secreta. Alguien había construido
una fogata ardiente en el sitio del fogón. Su resplandor naranja brillaba
entre los arboles

Encontramos a Dan e Ian alimentando el fuego

—¿Te sientes bien? —preguntó Ian, esa mirada curiosa en sus ojos de
nuevo— ¿Eso ha estado pasando mucho?

—Tal vez deberías ir al doctor, Skye —ofreció Cassie—. Que te revisen.


Iré contigo si quieres.

Deseaba poder decirles que no era algo que el doctor pudiera arreglar.

—Estoy bien —dije—. Sólo he estado comiendo de manera diferente


últimamente. Creo que está afectando mi nivel de azúcar o algo así.

—Está bien —dijo Cassie con desconfianza—. Pero en serio, aún así, al
minuto que quieras ir al doctor, solo dilo.

Le sonreí

—Lo haré. Serás la primera persona a la que llame. —Examiné el oscuro


bosque alrededor de nosotros.

—¿Has visto a Asher?

189
—Creo que se fue en esa dirección —dijo Cassie—. Con Ardith y Gideon
—sonrió con picardía y susurró—. Si no estuviera, como enamorada de
Dan o lo que sea, iría tras Gid. Él es lindo. Muy de mi tipo, ¿no crees?

—Puedes poner a la chica en una relación… —empecé, poniendo un


brazo alrededor de ella—. Pero no puedes sacarle la locura por los chicos
—terminó Cassie.

—¿Me matarías si buscara a Asher? —pregunté.

—Nah, adelante. ¡Me juntaré con los chicos! ¡Chicos! —gritó.

Caminé en la otra dirección, a través de las bajas marañas de árboles.


Parcialmente estaba buscando a Asher, pero la verdad era que
necesitaba tiempo para mí misma, para pensar. Mi mente estaba
corriendo.

La visión que había acabado de tener me perseguía. ¿A qué me había


referido cuando pensé, A quién de ellos golpeé? ¿De quién era ese cuerpo?
¿Por qué estaba teniendo visiones tan extrañas y violentas? Se
arremolinaban en otra en mi cabeza, y no podía entender cómo
encajaban. Las visiones sobre Devin, sobre abrir la caja de zapatos en el
armario de tía Jo, o de caminar por la playa en un vestido manchado de
sangre. ¿Qué significaba? ¿Estaban conectadas de algún modo? Si lo
estaban, era en modos que no podía entender

—Pareces perdida en tus pensamientos —dijo Ardith gentilmente, sus


pulseras doradas tintineando suavemente mientras aparecía detrás de
mí—. ¿Puedo ayudar?

—No a menos que puedas asegurar que nada le pasará a Cassie si le digo
la verdad —contesté.

—Desearía poder. Puedo ver cuánto quieres hacerlo. Pero sabes que es
demasiado peligroso ¿Cierto?

190
—Sí —dije—. Solo extraño hablar con ella. Algunas veces es
chocantemente inteligente. Siempre me ayuda a poner las cosas en
perspectiva.

—Puedes hablar conmigo —dijo Ardith amablemente—. Cuando


necesites una amiga.

Me volteé hacia ella, incapaz de parar la oleada de gratitud que subía a


borbotones dentro de mí. La luz naranja brilló en su cara.

—No tienes idea de cuánto necesitaba escuchar eso —dije, suspirando de


alivio.

—Sabes que no tienes que preocuparte por Asher o sus sentimientos por
ti. —Levanté mis ojos—. Asher es una criatura difícil —continuó
Ardith—. Ha vivido por mucho más tiempo que tú. Pero nunca lo he visto
mirar a alguien de la manera en que te mira.

—¿En serio?

—Nunca —sonrió—. No sé cómo, pero lo controlaste. Creo que él pasaría


otros mil años junto a ti si pudiera.

Dejé que las palabras se hundieran mientras la luz del fuego hacía
sombras extrañas en los árboles y en nuestros rostros.

—Te dejaré volver a tus pensamientos —dijo, y antes de que pudiera


decir algo más, me abrazó y se fue.

Estaba muy agradecida de tener al menos una persona en mi vida que


supieras exactamente por lo que estaba pasando. Serpenteé por los
árboles, buscando a Asher, preguntándome si lo que Ardith había dicho
sobre él era verdad. Las llamas hacían sombras de ramas y hojas a través
de las personas apareciendo y despareciendo en los árboles.

191
Era difícil ver quién era quien en la débil luz. Mientras tropezaba con
raíces y piedras regresando a la fogata, escuché dos voces hablando en
tonos muy bajos al otro lado del árbol. Estaba a punto de caminar en la
otra dirección cuando me di cuenta que una de las voces pertenecía a
Gideon- y me detuve.

Escuché mi nombre.

Me acerqué más al árbol, asegurándome de permanecer escondida detrás


de él.

—Acabo de hablar con ella —La voz de Ardith escapaba de la oscuridad—


, realmente lo ama. Le he dicho que él siente lo mismo.

—No lo sé —dijo Gideon—. Todavía creo que ella es una debilidad. Has
visto como ella y ese Guardián se miran.

—Apenas pueden soportar estar en el mismo cuarto.

—Asher dice que ellos todavía hablan en secreto. Dice que ella solía
sentir algo por él, que si ella supiera lo que estamos planeando, nunca
nos dejaría llevarlo a cabo.

¿Qué?

—Skye se siente traicionada —continuó Gideon, bajando su voz—. ¿No


crees que él esté aprovechándose de esa debilidad? Matarla obviamente
no funcionó, y ahora se están dando cuenta que atrapas más moscas con
miel que apuñándolas.

Escuché a Ardith suspirar.

—¿Crees que él está manipulando su mente?

—Es posible —dijo Gideon—. Necesitamos que ella controle esos poderes,
pronto. Los Guardianes se están inquietando. Quieren una pelea.

192
¿Era posible que no les importara mi seguridad en absoluto? ¿Qué solo
quisieran usarme?

—Asher dice que hay que darle un poco más de tiempo. Todavía no ha
decidido qué hacer. Teme que si lleva a cabo el plan… nunca lo
perdonará.

Reprimí un jadeo y me quedé escondida en las sombras.

—¿Pero cómo podría ella siquiera considerar unirse a la Orden? —Ardith


sonaba pasmada.

—Asher está convencido de que Devin está manipulando cómo se siente.


Todavía no es lo suficiente fuerte para enfrentarlo.

—Tienes que entrenarla más fuerte. Evitar que eso pase. La necesitamos
de nuestro lado, Gid, y eres el único que puede ayudarla a evitar que
Devin se meta. Si la Orden la reclama, nos destruirán.

—Lo sé. Si la mantenemos.

—Nosotros destruimos a La Orden.

—Ella es la última arma.

Mi mente estaba corriendo. No le había dicho a Asher que había hablado


con Devin pero o él estaba más consciente de mis sentimientos de lo que
había pensado o alguien le había dicho

De repente me sentía atormentada por la culpa.

¿Qué estaba haciendo? Por supuesto que la Rebelión podía confiar en mí


nunca pelearía contra ellos. Pero sabía que nunca los podría dejar
lastimar a Devin. Simplemente no podía.

Estaba mucha más indefenso que yo, él no tenía libre albedrío.

193
Pensé que había sabido a dónde pertenecía verdaderamente, pero ahora,
de repente, ya no estaba segura de nada

Mi espalda se enderezó. Nadie iba a usarme en esta Guerra. Necesitaba


entender los poderes de mi Guardián como los de mi Rebelde. Estaba
empezando a creer que la clave para todo estaba en mis visiones. El don
de mi madre

—Oye —dijo una voz familiar. Me di la vuelta, sorprendida, de encontrar


a Asher. ¿Él había estado detrás de mí todo ese tiempo? No lo había
escuchado acercarse—. Te he estado buscando en todos lados. ¿Estás
bien?

En la luz parpadeante, su cara parecía amenazadora, extraña. No como


el Asher que conocía en absoluto. Pensé en lo que acababa de escuchar

¿Cuán bien lo conocía realmente?

194
Capítulo 20
Traducido por Dai
Corregido por Angeles Rangel

—E
stos bosques me recuerdan a casa —dijo Asher en voz
baja, casi para sí mismo. Salió de la sombras y tomó mi
mano. No era la primera vez que me descubría a mí
misma preguntándome si su casa podría ser mi casa, también. Sólo que
ahora estaba más confundida que nunca sobre dónde debería estar mi
casa.

Una pequeña chispa se encendió entre nuestras manos.

—Asher —le dije—, ¿qué hacemos ahora?

Se inclinó más cerca de mí y levantó una ceja.

—Bueno, me alegro de que hayas preguntado.

—No, detente. —Lo rechacé—. Me refiero a la Rebelión. La Orden


disparó el primer tiro, ¿no? Mataron a Oriax. Entonces, ¿cuál es nuestro
movimiento? ¿No deberíamos tomar represalias? —Estaba pescando
información, pero lo único que hizo fue retroceder un paso. Dejó caer mi
mano a mi lado, y sus ojos se tornaron más oscuros y nublados que de
costumbre.

—No lo sabemos todavía —dijo—. Estamos esperando que tengas el


control total de tus poderes. Entonces golpearemos. Los Rebeldes no
sienten que tengamos que apresurarnos. Están esperando el momento
oportuno.

195
—Pero yo soy más fuerte. Tú mismo lo dijiste. Cada día soy más fuerte.

—Mira, todavía no es el momento. Todo lo que sé es que tengo que


protegerte hasta que estés lista. Me tengo que asegurar de que no haya
amenazas hacia ti. —El subtexto implícito era claro: o a tu lealtad a la
Rebelión—. ¿Es mucho pedir… —Se pasó los dedos por el pelo en señal de
frustración—, que confíes en mí?

—Tal vez debería estar diciéndote lo mismo a ti —le dije en voz baja.

Se encontró con mi mirada por todo un latido, fuego con fuego. Luego se
giró bruscamente. Lo vi volar entre los árboles y desaparecer entre las
sombras.

Empecé a hacer mi camino de regreso a donde había dejado mis amigos


cuando los pelos de mi nuca hormiguearon. Levanté la vista y vi a Devin
de pie a varios metros de distancia, en un grupo oscuro de los árboles.
Incluso en la oscuridad, podía ver a sus ojos azules parpadeando. Me
miró a los ojos de frente, pero pareció vacilar.

Yo no miraría hacia otro lado. Incluso desde donde estaba, me di cuenta


de que quería preguntarme algo. Y la curiosidad pudo más que yo. Tenía
que saber si lo que Ardith y Gideon habían dicho era cierto… si todavía
se preocupaba por mí. O si todo lo que me había hecho creer era una
mentira.

Todo parecía moverse en cámara lenta mientras caminábamos hacia el


otro.

—Skye —dijo, con la voz apagada, amortiguada por los árboles y los
sonidos de la fiesta.

—Hey —dije en voz baja.

—¿Estás bien? Te vi caer y…

196
—Estoy bien —le dije. Él me miró con interés cauteloso.

—Cuando te desmayaste —dijo cuidadosamente—, ¿viste algo? —En la


distancia, podía oír el crepitar y el chascar del fuego, las risas
ocasionales. Si decía demasiado, podría ser peligroso. Pero si yo no decía
nada en absoluto, Devin no sería capaz de ayudarme.

—Tuve una extraña clase de sueño. —Tenía miedo de mirarlo a los ojos,
pero cuando lo hice, se veía casi emocionado, aunque era difícil saber con
su cara media oscurecida por las sombras.

Él se inclinó más cerca, bajando la voz.

—Tuviste una visión, ¿no? —Mi corazón estaba acelerándose.

¿Cómo lo sabía? ¿Qué sabía? Asentí como si estuviera en trance.

—¿Qué viste?

¿Podía confiar en él? Por supuesto que no. Respondí a mi propia pregunta
estúpida. Pero la cosa es, ¿de verdad puedes confiar en Asher ahora?

Y la verdad era que yo tenía que decirle a alguien acerca de las visiones.
Necesitaba ayuda para saber lo que significaban. Y ahora mismo Devin
era el único que me podía dar esa ayuda.

—Yo estaba en la playa —dije lentamente, midiendo su reacción. Sus ojos


se abrieron, pero me dejó continuar—. Estaba caminando a través de la
niebla. Llevaba un hermoso vestido, el vestido más hermoso que he
visto… pero estaba mojado y sucio con arena. Estaba manchado de
sangre.

—¿Eso es todo? —preguntó en voz baja.

—No. Delante de mí, pude ver a una figura en el suelo. Y en la visión, yo


sabía que era un cuerpo. Alguien estaba acostado ahí, y yo no podía ver
quién.

197
Me pregunté si debía contarle lo que me dije a mí misma en la visión. ¿A
cuál de ellos le había pegado? Pero no quería decirle a Devin todos mis
secretos. Tuve que mantener a un par de ellos cerca de mi pecho.

—Skye —preguntó—, ¿alguna vez has tenido visiones de cosas que han
pasado?

Pensé en ello.

—Yo… Yo creo que sí. Antes de esa noche en el bosque, me desmayé en el


estacionamiento del centro comercial, y vi a Asher diciéndome que todo
iba a estar bien. Y que él iba a encontrar a alguien para salvarme. —Me
pregunté cómo no me había dado cuenta antes. Aunque no era
exactamente como si hubiera tenido un montón de tiempo libre para
sentarme y resolverlo—. Esa noche, Asher me llevó volando hacia las
nubes. Y él dijo las mismas palabras: “no puedo salvarte, Skye.
Encontraré a alguien que pueda hacerlo”.

Los ojos de Devin permanecieron impasibles mientras me estudiaba.


Sentí la necesidad de seguir hablando.

—Pero también había otras cosas, que eran totalmente ficticias. Como el
momento en la playa. Yo no podría vivir más lejos de la playa, de modo
que esa parecía diferente. Y una vez, me vi a mí misma abriendo una caja
de zapatos en el armario de tía Jo. También había una... —Me sonrojé
violentamente. No podía terminar la frase.

—¿Qué? —preguntó.

¿Podría?

—Una vez nos vi a nosotros bailando. —Quería mirar hacia otro lado,
pero me obligué a no dar marcha atrás. Si Ardith y Gideon tenían razón,
yo no podía dejar que él creyera que era más débil que él.

—¿Tú y yo? —Sus ojos parpadearon con incertidumbre.

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—Sí —le dije—. Tú y yo. —Manteniendo mi posición.

—¿Estás segura?

—Sí, Devin, estoy segura. Yo… —Me callé abruptamente, dándome


cuenta de que habíamos regresado fácilmente al ritmo profesor-alumno
en el que teníamos tanta práctica. Devin me empujaba a mi límite y yo lo
empujaba de regreso en su cara. Me crucé de brazos y lo miré
directamente a los ojos. Un reto.

—¿Qué pasa con ello?

—Tuviste una visión de nosotros bailando. —Repitió no como un


problema sino como algo que había codiciado por mucho tiempo con lo
que se había tropezado de repente buscando algo más, casi no podía creer
las palabras. Asentí. Mi voz se perdió en algún lugar de mi garganta.

Antes de que supiera lo que estaba pasando, Devin enredó sus dedos con
los míos. Estaban un poco frescos y suaves… tan diferentes a los de
Asher, que siempre eran lo opuesto: el viento cálido y agrietado de los
elementos. Cuando Asher me tocó con las manos, no pude pensar con
claridad, mi mente quedó en blanco.

El toque de Devin trajo una especie de claridad con él.

No fue su culpa.

Cerré los ojos y mis dedos se enredaron con los de él.

La Orden lo obligó.

—Skye —dijo, con la voz que sale tan estrangulada—. Yo no quería


hacerlo.

Abrí los ojos y me encontré perdida en él. Sentimientos tan diferentes


atrapados debajo de una dura capa de hielo.

199
—Lo sé —murmuré—. Quiero decir, creo que lo supe todo el tiempo.

Su agarre de mis manos se apretó, y sus ojos se posaron sobre mi


hombro, buscando en el bosque a cualquiera que pudiera estar
escuchando.

—No era yo esa noche —dijo con urgencia. Si un Guardián escuchaba lo


que Devin me estaba diciendo ahora, yo sólo podía imaginar lo peligrosas
que podrían ser las consecuencias para él.

Y, posiblemente —me di cuenta con un retorcijón de mi intestino— para


mí.

—Fue la Orden. Me dieron una orden. No tuve otra opción. Nunca he


tenido elección. No cuando se trata de ti. Controlar tu vida o acabar con
ella. Todo es lo mismo. Algo que me dicen que haga, y tengo que
obedecer.

—Pero ¿por qué? —le pregunté, el temblor en mi voz amenazando con


tomar el control—. ¿Por qué tienes que hacerlo?

—Es lo que soy. Es lo que siempre he sido y lo que estoy destinado a ser.
La Orden se asegurará de ello.

—¿Y Raven?

—Hemos sido Destinados el uno al otro desde que nos crecieron alas. La
Orden lo vio, y así fue.

Él tragó saliva.

—Todo lo que pueden prever, sucederá. Ellos se asegurarán de que lo


haga, aunque su capacidad de ver ahora es más difícil. —Me miró
explícitamente—. Sólo encontrarán formas más feroces y más decididas
para manipular el destino. No hay nada que podamos hacer al respecto.

200
Fue impactante —casi escalofriante— oírle hablar así. Devin siempre
había sido tan rápido defendiendo a la Orden y a sus costumbres. Ahora
que su camino abarcaba algo tan personal para él, ¿vacilaba en sus
creencias?

—La flor púrpura —le dije—. La dejaste para mí. Sé que lo hiciste. ¿Por
qué?

—Al principio, tenía que estar tan lejos de ti como fuera posible. Estaba
seguro de que tu Rebelde —una nueva capa de hielo parecía cristalizarse
en sus ojos—, estaba planeando venganza por lo que hice. O peor aún,
que tú lo estuvieras.

—Clases particulares. Aulas.

Él asintió, cerrando los ojos como si le doliera.

—Estaba enfermo con lo que casi te hice. Pero entonces, después de


aquella mañana en el pasillo, pensé que tal vez podría hacerte entender.
Sabes lo que es sentirse como si no participaras en el curso de tu vida. Te
dejé la flor. Esperaba que entendieras lo que significaba.

—Lo hice, pero…

Dio un pequeño paso vacilante hacia adelante.

—Pero, ¿qué?

—Pero hay una diferencia entre tú y yo. Tú dejas que te controlen, y no


haces nada para cambiar eso. ¡Yo nunca pude! Tengo que averiguar lo
que está sucediéndome, controlarlo, luchar. He estado luchando desde la
primera vez me mostraste tus alas y me diste a entender que lo mismo
me esperaba.

—Tú tienes una opción, Skye. ¡Yo no!

201
—La tienes —dije, elevando mi voz—. ¡Todos los Guardianes la tienen! —
Hice una pausa, respirando profundamente para no perder el equilibrio.
Sabía que el segundo en que dijera las palabras que estaban en mi boca,
nunca podría hacerlas regresar. Y quién sabía qué tipo de cadena de
acontecimientos pondrían en movimiento—. Puedes saltar.

—¿Qué? —Sus dedos se separaron de los míos. Sus manos cayeron a sus
costados.

—Salta —le dije de nuevo—. Deja la Orden si la odias tanto.


Comprométete con el caos, lucha en contra de sus órdenes, has algo para
cambiar tu destino. Conviértete en un Rebelde. —Agarré sus manos de
nuevo—. Puedes ser feliz, Devin. ¿Alguna vez has sido feliz?

—No —dijo Devin, retrocediendo—. Eso es imposible. No, yo nunca


podría. No podría darle la espalda…

—Pero piensa en ello…

—Lo que me pides es enorme…

—Ya no tendrías que seguir sus reglas. —Quería agarrarlo por los
hombros y sacudirlo—. ¡Serías libre!

—Las reglas son todo lo que conozco —lo dijo con fiereza, y por un
segundo, juró que la fina capa de hielo en sus ojos se destrozó por el
esfuerzo que le tomó controlarse. Sus manos estaban fuertemente
curvadas en forma de puño, moviéndose a los lados—. Yo no sé vivir sin
ellos.

—¡Pero lo resolverías! —jadeé—. ¡Eso es todo lo que podemos hacer,


Devin!

Sus puños se movieron más y luego sus brazos —como si le tomara más
esfuerzo del que podía ejercer para mantenerlos bajos— y antes de que

202
me diera cuenta habían volado para agarrarme por los hombros y me
jalaron hacia él con fuerza.

—¿Por qué? —gruñó. La ira que hervía bajo la superficie de su voz era
aterradora. Yo lo había visto gritarme un montón de veces, pero esto… la
profundidad de esto… era algo nuevo—. ¿Por qué te importa tanto esto?
¿Por qué te preocupas por mí? Te he fallado. Podría hacerlo de nuevo. No
debes confiar en mí. —Su voz se quebró en la palabra confiar, y nuestros
cuerpos estaban tan cerca que podía sentir un estremecimiento viajar a
través de él—. ¡Te mereces lo mejor!

—Creíste en mí —le dije—. Cuando yo no creía en mí, cuando yo no creía


que pudiera hacer viento o lluvia o regresar a una flor a la vida, tú sabías
que lo tenía en mí. —Su agarre sobre mis hombros se apretó, apenas,
pero algo nuevo se movía en sus ojos—. Bueno, yo también creo en ti. Sé
que podrías vivir una vida mucho mejor como un Rebelde de lo que
puedes como Guardián. Y… Te echo de menos.

Lo había dicho. Las palabras que me había estado negando a mí misma


desde que me desperté en la cabina. Eran palabras que había estado
anhelando decir por tanto tiempo, y que habían salido volando de mi boca
antes de que tuviera la oportunidad de detenerlas.

Devin me miró como si no me hubiera oído bien.

—¿Qué has dicho?

—¿Qué? —Traté de no reírme—. ¿Nunca nadie te ha extrañado antes?

—No —dijo simplemente—. Nadie.

Y entonces fue como si la fuerza del mundo estuviera en sus alas, tirando
de él hacia mí. Y sus labios más cerca de los míos y sus manos estaban
deslizándose a través de mi pelo, y su cuerpo me empujaba contra un

203
árbol que estaba oculto en las sombras. Y él me besó. Por primera vez, él
me besó.

Y me acordé de algo.

En un instante, el cuerpo de Devin fue presionado contra el mío,


apoyándome en la fila de casilleros. Pero no fue el metal frío y suave lo
que sentí detrás de mí. El suelo creció transformándose en hierba helada,
y yo estaba apoyada contra un árbol bajo un dosel de la noche.

—Skye —murmuró, trayéndome de vuelta al presente. Deslizó sus dedos


lentamente por mis brazos, dejando como rastro piel de gallina.

Espera.

Su beso era apasionado, enojado, triste. Estaba tan lleno de nostalgia,


lleno de todo lo que un Guardián no era ni podía ser nunca.

Esto sucedió antes.

Me sentí mareada.

No… no sucedió. Yo lo vi.

El miedo me atravesó. Esto no se sentía bien. Comencé a luchar contra


él.

—Para —le dije—. Detente. ¡Alto!

—¿Qué? —preguntó, separándose. Empujé mis manos contra él,


enviándolo hacia atrás tambaleándose.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Has visto algo?

—No —dije, tratando de recuperar el aliento—. Es esto. ¡Tú! Esto no está


bien. ¡Está Asher, y tú has intentado matarme! —Me sentí enojarme
cada vez más de nuevo, sentí el calor empezando a subir en mi pecho. En
cualquier momento, el suelo podría retumbar debajo de nosotros. Pero

204
esta vez, me concentré en Devin y contuve mis emociones salvajes a
raya—. Hiciste lo que te dijeron porque te lo dijeron y no por otra razón.
Ni siquiera creíste que deberías hacerlo. ¡Simplemente lo hiciste! —le
grité la última parte, y pude sentir mi cara ponerse roja. Pero no había
fuego, ningún trueno rasgando las nubes. Yo estaba enojada, eso era
todo.

Mi entrenamiento con Asher estaba funcionando.

Devin me miró con tristeza.

—Tienes razón —dijo—. No está destinado a ser. No te merezco.

Las sombras parecían interponerse entre nosotros entonces, o tal vez era
sólo mi corazón engañándome.

Pero no podía soportar seguir mirándolo. Di media vuelta y me alejé.

Dan nos llevó a casa.

Él y Cassie murmuraban suavemente el uno al otro en el asiento


delantero. En el fondo, me acurruqué contra la ventana, repeliendo de
nuevo el recuerdo de los labios de Devin y haciendo caso omiso a las
miradas interesadas de Ian en mi dirección.

En la cama, mientras me estaba quedando dormida, apreté el diario


contra mi pecho, tratando de aferrarme a las palabras de mi madre, con
la esperanza de que de alguna manera, de alguna manera, este pequeño
libro me guiara en la dirección correcta.

205
Capítulo 21
Traducido por Teffe_17
Corregido por BrendaCarpio

L
uché contra el viento y me incliné sobre el borde de la ladera.

El entrenador estaba detrás de mí, cronometro en mano.

—¿Listas, chicas?

—Lista —le dije, tirando de mis protectores hacia abajo.

—Lista —dijo Ellie, haciendo lo mismo.

Era nuestra última práctica dominical antes de la última carrera de la


temporada. La última carrera era el próximo viernes por la tarde, y las
garras estaban fuera. Ellie se había pasado toda la mañana mirándome
fijamente y hablaba de mí en voz alta con sus amigas. Las chicas que
solía ser mis amigas, también. Lo que sea.

—En sus marcas —dijo el entrenador. Nos agachamos al mismo


tiempo—. Prepárense. —Nos inclinamos hacia delante.

—¡Ya!

Me puse a la delantera, pero Ellie estaba detrás de mí. Por el rabillo del
ojo pude verla llegando a mi lado, tratando de sacarme ventaja. Me
empujé hacia adelante, dejando que el silbido del viento pasara delante
de mi cara. Esto no es sobre el mejor tiempo, repetí una y otra vez en mi
cabeza. Es sobre tener control. No estás tratando de ganarle a Ellie.
Estás tratando de hacerte fuerte.

206
Eso era lo que importaba, ¿verdad? No conseguir ser nombrada capitana.
Tenía grandes e importantes decisiones que tomar, poderes escandalosos
que aprender a utilizarla con eficacia. Ser capitana del equipo de esquí
parecía tan frívolo.

Entonces, ¿por qué era esto tan importante?

Sólo lo era. Había una parte de mí que no estaba lista para dejar ir mi
vida normal de adolescente. Yo quería ser capitana desde que la tía Jo
me había llevado a esquiar por primera vez, cuando tenía ocho años. No
te olvidas de las cosas que siempre has querido sólo porque tu novio es un
ángel rebelde, un ángel guardián que te besó en el bosque, oh, y te estás
preparando para una batalla entre las fuerzas que controlan el destino y
los que luchan contra ella.

Traté de canalizar esa energía en mi carrera. Cerré los ojos y traté de


sentir el campo, recordando cómo Asher había tratado de ayudarme a
controlar mis poderes cuando mis emociones eran altas. Sus labios
habían estado tan cerca de los míos, casi tocándose nuestras frentes, y
sin embargo había enfocado toda la energía entre nosotros en convocar a
una tormenta lo suficientemente grande como para lavar el fuego de los
árboles. Traté de volver a capturar el momento. Pero algo no estaba
funcionando. En lugar de la cara de Asher, vi a Devin, besándome fuerte,
pasando sus dedos por mis brazos...

—Come mi polvo, Skye —gritó Ellie, avanzando delante de mí.

—¡No lo creo! —grité. Pero ya era demasiado tarde. Nunca sería capaz de
alcanzarla. Vi nubes rodando, oscuras y ominosas. Recordándome que si
perdía el enfoque por una fracción de segundo, podría perderlo todo.

Y cuando se trataba de una cuestión de vida o muerte, perderlo todo no


era cómo querías que las cosas terminaran.

207
En la meta, Ellie gritó de alegría, levantando sus protectores y lanzando
sus puños al aire.

—¡Buen trabajo, El! —gritaron mis compañeras de equipo de donde


estaban viendo. Dios, ¿por qué eran tan obvias sobre escoger su lado? Me
agité sobre la meta y giré para parar en la nieve dura, jadeando.

—Buen trabajo, Skye —dijo Ellie, esquiando hacia mí—. Parece que tal
vez tengas algo de competencia después de todo.

—¿En serio? —le pregunté, mirando detrás de mí—. ¿Dónde?

Ella resopló y esquió para reunirse con el equipo.

Tiré mi cabeza hacia atrás y traté de obtener un control sobre las nubes
rodantes, pero siguieron agitándose por encima, acercándose. Comenzó a
nevar. Genial, pensé.

La última carrera de la temporada estaba a cinco días de distancia. Y yo


estaba decidida a ganarla. No sólo eso, iba a controlar mis poderes
oscuros de una vez por todas.

Después de la práctica, la tía Jo se sentó conmigo mientras comía mi


almuerzo y me quejaba sobre el equipo.

—Yo no sé por qué me odian ahora —murmuré a través de los bocados


de pasta sobrante.

—La gente odia lo que ellos piensan que es una amenaza —dijo la tía Jo
en tono fastidiosamente racional.

—¿Tiene una maestría en Siempre tengo la razón o algo así?

208
Ella se echó a reír.

—No, Skye, pero dejaste el equipo, eso fue algo que elegiste hacer. Los
dejaste. Luego te precipitaste de nuevo y esperas que todo vaya a volver a
la normalidad. Pero toma tiempo que eso suceda. —El subtexto de su
pequeño discurso era tan claro. Mi vida no estaba solo esperándome con
los brazos abiertos. Tenía que trabajar en recuperar la confianza de
todos. Ella se inclinó sobre la mesa y tomó mi mano, tenedor y todo—.
Hay que darles tiempo —dijo—. No te van a odiar para siempre. —Me
hundí de nuevo en mi silla y desaparecí el resto de la pasta—. ¿Lo que
sea que pasó con Devin?, Skye —preguntó ella, tomándome con la
guardia baja—. Fue uno de los dos chicos nuevos con que pasabas tiempo,
¿no es cierto?

—Lo era —le dije. Todavía lo era, quería agregar. Pero mantuve eso para
mí. Cassie me gritaría.

Dan tomaría el lado de Cassie. Y Asher nunca me miraría de nuevo.

Lo que había sucedido en el bosque la noche anterior, eso nunca podría


volver a pasar. Cualquier cosa que una vez me había preguntado acerca
de mí y Devin estaba en el pasado. Si trataba de revivirlo ahora, sólo
conduciría a problemas. Y problema era lo que estaba tratando tan
difícilmente de evitar.

—¿Cuál era de nuevo? ¿Guerra de nieve?

—Sí. —Hice girar el tenedor a lo largo de mi plato vacío, sin ofrecer más
información.

—Lo tengo —dijo la tía Jo, tomando la pista—. Callándome por ahora. —
Nos sentamos en silencio durante unos segundos.

—Asher es bastante lindo, Aunque. —Ella frunció el ceño para sus


adentros—. Es encantador, y él lo sabe. Las flores… y el suéter…

209
—Él sólo te quería impresionar —le dije—. ¿Y puedes culparlo? ¡Lo
fulminaste con la mirada toda la noche y apenas le diste una
oportunidad!

—¡Él es tu novio! Por supuesto que voy a ser crítica. No voy a decirte qué
hacer, pero quiero lo mejor para ti.

—¿Y tú no crees que él lo es?

—Él es tan encantador, Skye. No dejes que te tire junto con todo lo que
haya planeado.

—¿Quién dijo que lo estoy? —Sentí que mi temperamento crecía, y traté


de calmar mi mente, centrar mis emociones. Mantén el control, me dije.
No lo dejes ir.

—Nadie, pero veo la forma en que eres cuando estas con él. Harías
cualquier cosa por él. Sólo asegúrate de que es lo correcto. —Ella se puso
de pie.

—No tienes ni idea de qué estás hablando —le dije acaloradamente.

—Entonces, ¿por qué te pones tan a la defensiva? —Tía Jo cruzó los


brazos y me dio una mirada mordaz.

—¿Por qué te importaría si no hay una pizca de verdad en ello?

Tomé unas cuantas respiraciones profundas y traté de mantener mi voz


lo más tranquila posible, y dije:

—Prefiero estar enamorada y tomar la decisión equivocada de vez en


cuando que siempre tener razón y estar sola. —Empujé mi silla atrás y
salí a la cubierta. Sentí el tirón leve de culpa por lo que había dicho, pero
no me atrevía a dar la vuelta y admitir la derrota. ¿Cómo podía darme
consejos sobre Asher? ¡Ella no lo conocía en absoluto! Pensó que lo había
vinculado, pero él era más de lo que ella vio.

210
Miré hacia arriba, y Asher estaba de pie junto a la barandilla. Su pie
estaba golpeando.

—Pensé en sorprenderte después de la práctica —dijo, encogiéndose de


hombros.

—¿Cuánto escuchaste? —le pregunté.

—Oh, todo.

—Lo siento —le dije—. No tengo ni idea de por qué está siendo de esa
manera.

—No lo estés. Ella sólo está siendo protectora. Soy de la misma manera.
Parecía un poco avergonzado—. ¿Me perdonas? —preguntó—. ¿Por la
otra noche? No me gusta mantenerte secretos, pero la verdad es que no
hay mucho que sepa.

Miré hacia abajo. Me sentía tan, tan terrible. Asher nunca me


traicionaría de la forma en que Devin lo había hecho. ¿Por qué de repente
actué así de nuevo?

—Lo sé —le dije—. Y lo hago. Perdonarte. Yo también lo siento.

—Ven aquí. —Se sentó y me atrajo hacia su regazo en la silla de


Adirondack, envolviendo sus brazos alrededor de mí. Mirábamos a las
montañas mientras los picos empezaron a volverse de color rosado con la
puesta del sol. Apoyé la mejilla contra su pecho y suspiré.

—Creo que este es mi lugar favorito —le dije—. Aquí, contigo. Puede ser
mi lugar favorito en el mundo entero.

—Sí —dijo Asher—. El mío también. Y he estado en un montón de


lugares. —Me apretó—. Pero sólo el tiempo que estamos juntos. De lo
contrario es simplemente una puesta de sol.

211
—Yo no quiero ver más puestas de sol sin ti —dije en voz baja. Lo sentí
besar la parte superior de mi cabeza.

—Yo tampoco, Skye —susurró en mi pelo.

Intenté tan duro mantener mi concentración el resto de la semana. Fue


difícil y había un montón de lluvias debido a ello.

Asher amaba crear fuego era su movimiento característico. Pero mi


elemento favorito para controlar era el clima, las tormentas en
particular. Podía sentir el rayo doliendo en mis dedos y surgiendo a
través del cielo. Por una vez, mi nombre no se sentía como una
coincidencia. Se sentía como algo enorme, mucho más grande que yo o
mis problemas. Cuando podía pensar una idea simple y provocar la lluvia
caer del cielo, me sentía muy conectada a la tierra y a las fuerzas de la
naturaleza que me rodeaban.

De pie en el centro del campo, empapado y sonriente, miraba a Asher


para ver sus ojos brillantes. Con el rayo rompiendo a mi alrededor, la
fuerza de todo lo que sentía por él amenazaba con derrocarme y lo saqué
de ella. Sabía que mis sentimientos por Asher hacían que mis poderes
fueran más fuertes, y él lo sabía también. Nos alimentamos el uno del
otro.

—Lo estás matando —susurraba él en mi oído mientras me ayudaba a


sacar la fuerza que necesitaba para inspirar un trueno tan fuerte que
golpeó mis dientes—. Vas a ser la Rebelde más fuerte.

—Dime para lo que nos estamos preparando —le pregunté una y otra
vez—. Dime lo que viene.

212
—No lo sé —repetía—. No sé lo que viene, aún.

Yo sabía que estaba ocultando la verdad de mí. Y mi enfado hacía que el


cielo rugiera, y Asher sujetaría firmemente mis manos entre las suyas, y
el poder surgiría entre nosotros, así que no habría ninguna diferencia
entre el amor y la ira, la frustración y la alegría. Todo era lo mismo
cuando estábamos juntos. Era exactamente lo que había dicho ese día de
vuelta en la cabaña. Somos un equipo.

Yo aún no le había hablado de qué era exactamente lo que había visto en


mis visiones. No estaba segura de que él lo entendería. No había tenido
una en unos pocos días, y estaba pensando en ese día en el campo
mientras trabajábamos en silencio, uno junto al otro, en la manipulación
de la forma y tamaño de las gotas de lluvia. Si me concentraba lo
suficiente, ¿podría forzarme a tienen una visión? Y si pudiera, ¿qué
significaría eso? ¿Alguno de los otros Guardianes tienen el mismo tipo de
visiones? Yo sabía que no debía hacerlo, pero necesitaba hablar con un
Guardián acerca de lo que estaba viendo. Todavía tenía que hablar con
Devin.

Cuando la casa estaba oscura y silenciosa esa noche, abrí la puerta de mi


habitación sólo un poco. Ninguna luz brillaba bajo la puerta de la
habitación de tía Jo, lo que significaba que no estaba leyendo tarde. Aquí
estaba mi oportunidad. Necesitaba una manera de hablar con Devin
fuera de la escuela, donde los Guardianes y los Rebeldes podrían estar
observándonos. Yo había visto borrosamente su destino, los Dotados no
sería capaces de rastrear dónde estaba. Siempre que nos reuniéramos
fuera de la escuela, estábamos bien.

Al menos eso es lo que me dije.

Esperé diez minutos para asegurarme de que tía Jo realmente estaba


dormida antes de andar de puntillas por la puerta principal.

213
Invoqué mis poderes oscuros e hice un estampido masivo de los truenos
para enmascarar el ruido del coche arrancando.

Luego conduje.

No había conducido al complejo de apartamentos a las afueras de la


ciudad desde aquella vez que había ido a casa con Devin, pero no era
difícil de encontrar. La luz estaba encendida en su ventana cuando
llegué. Dudé. ¿Qué si Raven estaba allí? ¿O los otros Guardianes? ¿Qué
pasaría si todos se estaban quedando con Devin ahora? Mi corazón latía
audiblemente cuando bajé del coche y caminé hacia su puerta tan
silenciosamente cómo fue posible.

En mi mano estaba una pequeña flor púrpura que había recogido fuera
de mi casa. Lo até a la perilla de la puerta con una longitud de cadena. Él
sabría lo que significaba.

Y me marché tan rápido como había llegado. Sabía que él me


encontraría. Sólo tenía que esperar.

214
Capítulo 22
Traducido SOS por LizC y SOS por Lalaemk
Corregido por flochi

M
e desperté antes del amanecer a la mañana siguiente y me
preparé para la escuela en un arrebato de excitación nerviosa.

En lugar de ir directamente a mi coche, viré a la izquierda y


encontré la entrada de mi sendero favorito en el bosque que iba más allá
de nuestra casa. Todavía era temprano. Tenía tiempo. Empecé a subir,
aspirando el aroma fresco de la mañana, en los árboles de hoja perenne
que se alineaban en el camino.

Pronto llegué al lugar, a medio camino de la montaña, donde el sendero


se curvaba y los árboles daban paso a una vista panorámica del valle por
debajo. En ese lugar, en lo más crudo del invierno, Devin me había
salvado de resbalar en el hielo y caer por el lado del acantilado. Ese día
se sentía como hace una eternidad.

Sabía que él sabría encontrarme aquí esta mañana, y no podía creer que
me estaba metiendo en esto a propósito. Pero algo dentro de mí me
impulsó hacia adelante. Algo que yo sentía que no podía rechazar.

El sol se asomaba por la abertura en las montañas cuando llegué al claro,


arrojando un resplandor naranja rosado sobre el sendero. Devin estaba
sentado en la misma roca en la que nos habíamos sentado juntos aquel
día de invierno, mirando a través de los vastos campos de abajo. Se volvió
cuando pisé una ramita, el frágil ruido sorprendiéndonos a los dos.

—Sabía que ibas a venir —le dije—. Gracias.

215
Su rostro era estoico y reservado. Probablemente había estado diciéndose
a sí mismo la misma cosa que yo había hecho. Compórtate esta vez. No te
atrevas a perder el control.

—Probablemente no debería haberlo hecho —dijo.

Me acerqué a la roca, pero me quedé de pie, golpeando ligeramente en la


maleza que cubría el sendero. Él me miraba con esa calma que
encontraba tan desconcertante. ¿Qué está pensando?

—Yo… yo tengo algunas preguntas. —Hice una pausa y di un paso más


cerca, pero él retrocedió—. Lo sé. Una parte de mí sabe que debería
permanecer lejos de ti, por todas las razones que dijiste. Pero otra parte
de mí no quiere hacerlo. Y no sé qué hacer al respecto.

—Entiendo —dijo él—. He venido hasta aquí, ¿no? —Se me ocurrió que
cuánto más tiempo pasaba aquí, en la Tierra, en River Springs,
conmigo… menos rígido sonaba él.

—Necesito tu ayuda. Hay mucho más que tengo que aprender, y tú eres
el único que me puede enseñar.

Él suspiró pesadamente.

—Lo sé —dijo—. He estado pensando acerca de tus visiones. Es por eso


que he venido a encontrarte. Tus poderes de luz son una parte innegable
de lo que eres, y cuanto antes puedas aceptar eso, más pronto podrás
dominarlos.

—¿Incluso si soy una Rebelde ahora? —le pregunté—. Escogí. Hice una
promesa. No puedo dejarlos. Y no voy a dejar a Asher.

—Puedes negarlo, pero esas son sólo palabras. No puedes convencerte de


que lo que estás experimentando no son poderes de un Guardián. —Su
voz fue impaciente—. No puedes ignorarlos.

216
—Entonces, ¿qué significan?

—Skye —dijo insistentemente, inclinándose cerca de mí—. ¿Se te ha


ocurrido pensar que tus visiones pueden estar diciéndote algo
importante? ¿Qué pasa si no son sólo sueños? ¿Y si lo que estás viendo es
el futuro? Cosas que no han sucedido todavía.

Empecé.

—¿Al igual que profecías? —pregunté, sin saber muy bien a dónde iba
con esto.

—No profecías —dijo él, poniéndose de pie y mirándome fijamente—. La


Visión.

—¿La Visión? —Traté de procesar lo que estaba diciendo, pero las


palabras se sentían como otro idioma en mi lengua—. ¿Me estás diciendo
que puedo ver el destino de otras personas?

Devin hizo una pausa por un momento, perdido en sus pensamientos.

—Tal vez no de otras personas —dijo—. Tal vez… sólo el tuyo.

—¿Estás diciendo que puedo ver cosas que van a suceder en mi futuro? —
Me opuse—. ¿Eso es normal?

—No —dijo, estallando en una pequeña sonrisa—. Ni para un Guardián.


Pero nada de ti es normal.

—No puedo creerlo —le dije con asombro—. El vestido hermoso. La


playa, la arena, la sangre. La caja de zapatos. ¿Esas son todas las cosas
que están esperando por mí en mi futuro? —Lo miré. Él parecía saber lo
que estaba por venir—. Tú y yo, bailando.

Devin se puso de pie bruscamente.

217
—Me preguntaba eso —dijo—. Pero no puede suceder. Es algo más que
peligroso… no está bien. Tú y Asher, y yo y... Raven.

—Lo sé.

Él negó.

—No quiero que pienses…

—¿Piense qué? —Hablé demasiado rápido. Me di cuenta por la mirada de


concentración en su cara que él estaba tratando de llegar a la mejor y
más diplomática forma de poner en frase cualquier cosa que tenía que
decir.

—Supongo que no quiero que te hagas una idea equivocada. —


Diplomático, tal vez, pero aún así punzaba. Traté de mantener una
expresión en blanco.

—Bueno, dime la acertada. —Me senté a su lado en la roca. Mi brazo rozó


el suyo, y ambos nos alejamos rápidamente.

—Pensé que estabas muerta —dijo él.

—Lo sé.

—Asher te llevó lejos, y Astaroth me obligó a regresar a River Springs.


Me dejó aquí sin noticias de los resultados, ninguna indicación sobre el
estado de la misión. Simplemente me dijo que mi destino estaba sellado y
que tenía que esperar a las consecuencias. Así que esperé.

Me imaginé a Devin esperando en su pequeño apartamento limpio. Sin


una palabra de su gente. Sin nadie que despertara a su lado. Lo que
debió haberse sentido.

—Está bien —le dije.

218
—Y Raven llegó. Me dijo que no podía desperdiciar mi vida esperando a
que regresaras. Incluso si no hubieras muerto, estabas con la Rebelión
ahora. No había manera de que alguna vez decidieras unirte a la Orden a
sabiendas de que trataron de matarte. —Tomó aliento—. En el fondo
sabía que ella tenía razón. A pesar de que nuestro destino ya era
imposible de discernir, gracias a ti, siempre habíamos estado destinados
a estar juntos. Y de esa forma estuviéramos unidos.

—Bueno —dije—, ahora lo entiendo. —Aparté la vista. Él me estaba


observando atentamente.

—Pensé que estabas muerta —dijo de nuevo—. No pensé que alguna vez
volverías.

—Mira. —Estábamos virando hacia un terreno peligroso—. Vine aquí


porque quería hablar contigo acerca de mis visiones. Eso era todo.

Se puso de pie, rígido. Como si un paso fuera de línea causaría que su


mundo se derrumbase a su alrededor.

—Quiero ayudar. Pero no puedes confiar en mí con esta información.


Todavía estoy bajo el control de la Orden. Todavía tengo que informar a
los Dotados. Podría volverme contra ti en cualquier momento. Skye, yo
no confío en ellos, y sin duda no confío en mí mismo.

—Pero…

—Me hicieron un asesino, y voy a tener que vivir con eso por la
eternidad. ¿Puedes imaginarte lo que se siente? ¿Sabiendo que podría
haberte matado y luego seguir viviendo durante siglos? —Se dio la vuelta
para irse, luego me miró—. Si se enteran de tus visiones...

—No voy a decirles —le dije—. ¿Y tú?

Un largo silencio se extendió entre nosotros.

219
Sin decir una palabra, con las alas desplegadas de su espalda, enormes y
blancas como las nubes encima, se elevó a través de los árboles.

Me senté en la roca y me quedé mirando el campo debajo de mí.

La Visión. Era el más fuerte de los poderes de la luz. Algo que sólo los
Dotados poseían. Entonces, ¿qué significaba eso?

La escuela ese día fue un desperdicio.

No absorbí nada, lo que era malo, porque acababa de terminar todo mi


trabajo de la puesta del día y estaba empezando a sentirme en la cima de
las cosas nuevamente. Quería lanzarme de nuevo al proceso de la
universidad, pero mi cerebro estaba en todas partes al mismo tiempo.
Para obligarme a enfocar, fui a la oficina del consejero de orientación
entre clases y me inscribí en una cita más tarde esa semana.

En el almuerzo, Cassie, Dan, e Ian se rieron acerca de algo gracioso, y yo


estaba demasiada distraída para escuchar. Recapitularon los eventos de
la fiesta en el bosque en la que había estado demasiado envuelta en mis
propios problemas para haberla visto. Mordí distraídamente mi sándwich
de pavo, y nadie pareció darse cuenta. Durante la clase, practiqué la
construcción de muros y romperlos. Hasta ahora, sin embargo, estaba
convencida de que lo que Gideon había dicho era mentira. Devin no me
estaba influyendo. Estaba segura de ello.

Después de la escuela, me perdí en la práctica de esquí, bloqueando las


mofas y burlas de las otras chicas. Me centré más bien en la canalización
del viento, haciendo que descenso más suave, más elegante. Sostuve las
nubes en la bahía.

220
Pero no podía empujar de mi mente lo que Devin había dicho. La Visión.
No había nada en el cuaderno de mi madre sobre eso. Había leído las
líneas tantas veces que tenía la entrada completa memorizada:

Los Guardianes frecuentaban estos bosques, mirándonos. Sé que ellos


saben. Es sólo cuestión de tiempo. Tenemos que actuar con rapidez. Hay
demasiados de ellos. Necesitamos más reclutas.

Así que tal vez Devin estaba equivocado. Tal vez mis visiones eran algo
completamente distinto. Un resultado de mi esfuerzo mental y físico
últimamente: esquí, el control de los elementos, estar con Asher. O tal
vez, practicar para luchar contra la manipulación mental de la Orden
estaba cobrándose de mi mente, como lo había hecho con Gideon.

Pero no quería hacer frente a lo que sabía en el fondo, que era que estas
visiones habían estado ocurriendo mucho más tiempo atrás del que había
conocido a Gideon. Habían comenzado justo en el momento en que conocí
a Asher y Devin. Mi cumpleaños número diecisiete, cuando todo lo
extraño comenzó a sucederme en primer lugar.

Asher no dejaría mi lado esa semana. Practicamos algunas veces por la


noche, después de que la tía Jo se había ido a la cama. Cuando estábamos
demasiado cansados para continuar, él me seguía arriba en la oscuridad,
sosteniendo mi mano para guiarlo, y nos acurrucábamos en la cama y
dormíamos.

—Hay que descansar —me susurró Asher en la oscuridad—. Tienes que


ser fuerte.

221
La noche del miércoles, seguimos nuestra rutina, y los dos estábamos
durmiendo cuando me desperté con un sobresalto. Si mis visiones eran
atisbos del futuro, entonces la búsqueda de la caja de zapatos en el
armario de tía Jo iba a suceder en algún momento. Ella estaba allí,
durmiendo ahora, pero en la visión, la habitación estaba vacía, y la
última luz del día se asomaba entre las cortinas.

No esta noche, pensé. Mañana por la noche. Antes de la tía Jo llegue a


casa del trabajo.

Había algo en esa caja que necesitaba. Algo que me iba a ayudar. Dejé
que Asher se acurrucara alrededor de mí. ¿Y si es algo que tiene que ver
con mis padres? Me pregunté. ¿Y si es una cosa más que me llevará más
cerca de mi madre?

Me quedé dormida sin saber las respuestas.

El día siguiente era el día anterior a la carrera y la práctica después de la


escuela fue tensa. En lugar de las carreras de estilo libre, corrimos un
simulacro. El entrenador nos miró a Ellie y a mí con mucha atención, su
siempre presente cronómetro de arranque y parada con un pequeño
desagradable pitido. Una o dos veces, Ellie y yo nos miramos la una a la
otra y tratábamos de no reírnos. Tal vez las cosas no iban a terminar tan
mal entre nosotras después de todo.

En la última carrera, Ellie y yo estábamos cabeza a cabeza.

—Sigan avanzando, chicas —dijo el entrenador—. El capitán está en


juego aquí.

222
—Como si pudiéramos olvidarlo —murmuró Ellie en voz baja. Él sopló
su silbato, y arrancamos, ondeando entre una serie de slaloms 2 que
estaban puestos para la prueba. Empezamos sonriéndonos la una a la
otra tentativamente, pero cuanto más nos metíamos en ella, la
competencia se hacía más feroz. Al principio, yo estaba ganando,
haciendo que mis giros con más precisión, sintiendo la nieve y los golpes
en el suelo debajo de mí. Luego Ellie tomó velocidad, tirando por delante.
Me incliné, centrando cada gramo de mi ser. No podía dejarla vencerme.
De repente, mi ira contra ella rabió.

¿Quién se creía que era? Ella había coqueteado con Asher cuando había
visto claramente que algo estaba pasando entre nosotros dos, aunque no
había sido oficial. Y cuando no ganó esa ronda, decidió engancharse con
Ian. Y ahora quería ser capitán.

La tía Jo tenía razón. La gente odia las cosas que piensan que son una
amenaza para ellos. Y Ellie de alguna manera me encontraba como una
amenaza. No era que ella se preocupara particularmente por Asher, o
Ian, o incluso hacerse la capitana del equipo de esquí. Se trataba de
ganarme. ¿Pero qué era lo que le había hecho? ¿Cómo la había
amenazado de alguna manera? Molestia y frustración quemaron a través
de mí.

Por un breve instante, olvidé enfocar.

Me pareció sentir el rugido de la montaña antes que nadie, así que tuve
unos segundos para tratar de detener lo que estaba a punto de suceder.
Pero ya era demasiado tarde. Pude haber evitado una avalancha
completa, pero un pedazo grande de hielo se desprendió de una pared de
roca y vino rodando por la montaña. Reunió más y más nieve y rodó
rápidamente.

2 Slalom: Prueba de esquí.

223
—Skye —dijo el entrenador—. ¡Cuidado!

Me desvié a mi derecha, pero no pude salir lo suficientemente rápido. La


bola de nieve sujetó el lado de mi pie, enviándome a toda velocidad hacia
atrás. Traté de agarrar algo fijo, pero no pude encontrar un asidero.
Presa del pánico, me sentí caer, rodando hacia el pie de la montaña.
Clavé las uñas y talones en la nieve para ganar fuerza y me sentí ir más
lento.

—Skye —llamó Ellie desde abajo—. ¿Estás bien?

—¿Skye? —gritó el entrenador Samuelson—. ¡Di algo!

—¡Estoy bien! —grité, mi voz temblorosa conforme llegué a un descanso.


Pero cuando el choque del impacto se disipó, un dolor punzante rebotó en
mi tobillo izquierdo.

Estaba lo suficientemente cerca de la parte inferior para poder esquiar


con cautela por el resto del camino. Mi equipo llegó a mi alrededor, de
pronto —finalmente— mostrando apoyo.

—Skye, esto no se ve bien —dijo el entrenador, de rodillas y examinando


mi tobillo.

—Estará mejor para mañana —insistí—. Se lo aseguro. Solo me lo torcí,


eso es todo. Va a estar bien después de ponerle hielo. En serio. —
Necesitaba la carrera de mañana, tanto dependiendo de ello.

—Kiddo, no sé si prometerlo te va a hacer algún bien en este punto.


Puede que sólo tengas que sentarte en esta.

Había llegado tan cerca. Estaba casi ahí. No, pensé mientras el autobús
nos llevaba de vuelta a la escuela. No podía dejar que eso sucediera.

La carrera era muy importante para perdérmela. Me había torcido el


tobillo con anterioridad, y había sanado rápidamente, milagrosamente,

224
incluso. Pero esta vez, no podía ir a Devin, o cualquier otro, en busca de
ayuda.

Tal vez esto tenía que suceder. Tal vez tenía que arreglármelas por mi
cuenta.

225
Capítulo 23
Traducido por Nanami27
Corregido por V!an*

Conduje a casa desde la práctica lentamente. No había manera de que


pudiera ausentarme en la carrera de mañana. No solo significaría perder
el título de capitana con Ellie —algo que estaba determinada a no dejar
suceder— pero la carrera era un hito importante. Se suponía que todo se
me juntara mañana en los pendientes, y el pensamiento de ser forzada a
salir por una lesión traía lágrimas a mis ojos. Las limpié con el dorso de
la mano, agarrando el volante en el otro.

Cuando entré a la acera, apagué el motor y comencé a cojear hacia la


casa. Pero a mitad de camino, me detuve. No podía dejar que nadie viera
cuán mal me había lastimado. Tía Jo estaría preocupada y alborotada a
mi alrededor. Asher estaría preocupado pero por diferentes razones.

Si él me viera cojeando esta noche, inevitablemente querría saber cómo


mi tobillo repentinamente se había curado mañana. Y entonces iba a
tener que explicar cuán fuertes eran realmente mis poderes de luz. Sabía
que él quería que fuera lo más poderosa posible, pero aun así, si estaba
buscando razones para no confiar en mí, ese era un signo tan claro como
cualquiera.

Porque es lo que estaba planeando hacer. Aprovechar mi capacidad de


curar. Estaba determinada a hacerlo, y sin embargo, la idea de hacer
algo tan poderoso me aterraba. Jamás había intentado y fallado. ¿Qué si
lo estropeaba y arruinaba mi tobillo para siempre?

226
Empujé la puerta con el hombro e intenté mantener el peso fuera de mi
tobillo. Voces bajas legaron de la cocina, e inmediatamente tuve una
extraña premonición de la escena en la que estaba a punto de entrar.
Cuando lancé mi bolso en el suelo, las voces dejaron de hablar
abruptamente.

—¡Estoy en casa! —grité.

—¡En la cocina! —gritó tía Jo.

La escena no me decepcionó. Ella y Asher sentados al otro lado de la


mesa de la cocina, en un silencio incómodo. El pie de Asher estaba
golpeando violentamente contra el suelo, y estaba entrecerrando los ojos
con una mirada extraña e incómoda en su rostro. Ella estaba mirando
una taza de café.

—¿Ustedes pasan tiempo de calidad pegados? —pregunté, levantando


una ceja ante la torpeza.

Asher se levantó cuando me vio entrar.

—Oh, no, por favor siéntate —dije, sonriendo distraídamente a


propósito—. No quiero interrumpir. —Con cuidado de no cojear o hacer
una mueca de dolor, caminé con rigidez a la mesa y caí en una silla entre
ellos—. Así que —dije—, ¿de qué estamos hablando?

—Tía Jo estaba a punto de mostrarme fotos de bebé de ti.

—Espera —dije, sentada muy erguida—. ¿Qué? ¿Esto es lo que sucede


cuando ustedes pasan el rato sin mí?

—Él está bromeando, Skye —dijo tía Jo, esbozando una sonrisa—.
Estábamos hablando de tu carrera de mañana. Ambos estaremos allí.

Tragué saliva.

—Yay —dije sin entusiasmo.

227
—¿Cómo te sientes al respecto? —preguntó Asher. La mirada en sus ojos
implicaba que no estaba hablando solo de mi tiempo para vencer.

—Bien —dije, dándole una mirada significativa—. Estoy lista.

—¡Genial! —dijo tía Jo, demasiado entusiasta.

—Creo —añadí.

—Eres fuerte, Skye. —La voz de Asher era baja y grave—. Estás lista.
Sabes que puedes hacer esto.

Lo miré con gratitud. Se sentía tan bien saber que creía en mí tanto.
Extendí la mano y cogí la suya. Él sonrió.

Tía Jo aclaró su garganta.

—Debes estar muerta de hambre —dijo—. Calentaré algunas sobras.

Me volví hacia Asher.

—¿Quieres ir a la parte de atrás mientras esperamos?

Él asintió, apretando mi mano entre las suyas.

—Estará listo en solo unos minutos —advirtió tía Jo.

—¿Asher puede quedarse para la cena? —pregunté.

—¿Sí? —dijo él con entusiasmo—. ¿Puedo quedarme? He estado soñando


con sus barras de limón todas las noches.

Ella parecía que podría estar a punto de ceder. Entonces Asher sonrió
con su sonrisa encantadora hacia ella, y su rostro se endureció.

—Oh, no esta noche. ¡Skye necesita descansar! Además, Asher, estás


aquí muy a menudo, apuesto a que tus padres se preguntan si te hemos
raptado. —La sonrisa de Asher se desvaneció en una mueca, y sus cejas
chocaron.

228
—No —dijo él—. Dudo que estén pensando eso.

—Bueno, de cualquier manera, creo que todos vamos a terminar la noche


temprano hoy, ¿de acuerdo? —Ella me miró con intención.

—Bien —murmuré. Tomé la mano de Asher, y salimos a la terraza. Era


insoportable poner todo mi peso sobre mi tobillo, pero no podía dejarle
saber que algo estaba mal. Intenté sonreír a pesar del dolor.

Una vez estuvimos solos afuera, Asher entrelazó sus dedos con los míos y
me besó.

—¿Estás segura de que estás bien? —preguntó. Asentí. E incluso si no lo


estuviera, no le habría dicho en ese momento.

El cielo se había desvanecido del crepúsculo a la oscuridad, y parecía que


alguien hubiera arrojado un puñado de estrellas como confeti. Respiré
hondo y cerré los ojos. Asher se acercó a mí, apretando mis manos
suavemente en las suyas y poniendo mis brazos alrededor de su cintura.
Me acurruqué en él y lo sentí estremecerse bajo mi toque.

—No te sientes más cálida —dijo—. No como usualmente haces. ¿Estás


bien con esto? —Su voz era baja y áspera, familiar y emocionante al
mismo tiempo. Aunque mis ojos estaban cerrados, pude sentir la energía
enfocándose, las estrellas moviéndose por encima de mí, formando
constelaciones, reordenándose a ellas mismas.

—Bien —dije.

Se acercó aún más, y mi respiración superficial creció mientras luchaba


por mantener el control de mis poderes.

—¿Y esto? —susurró, bajando la cara hasta que sus labios estaban
apenas rozando los míos. Mi piel se calentó, y pude sentir el dolor brotar
en mi tobillo, disparando a través del resto de mí. Dejé escapar un agudo
jadeo, y Asher se alejó rápidamente.

229
—¿Demasiado? —preguntó él.

—¡Skye! —llamó tía Jo, en voz muy alta, desde la puerta—. ¡Cena!

—Mierda —murmuré.

—Vamos. —Escuché a Asher gemir en voz baja, pasándose una mano por
el cabello.

Levanté la mirada hacia él y pasé mi pulgar por su barbilla.

—¿Nos vemos mañana? —pregunté.

—Cuenta con ello. —Corrió por las escaleras de la terraza hacia el campo
de abajo, y antes de que mis ojos pudieran ajustarse, lo había perdido en
la oscuridad.

Cuando me di vuelta para entrar, miré hacia arriba. Las estrellas se


habían organizado a sí mismas en un pequeño corazón. Me sonreí a mí
misma, reprimiendo el dolor en mi tobillo, y entré a la casa para cenar.

Mientras tía Jo estaba lavando los platos, cojeé frenéticamente hacia el


baño de abajo. No había manera que pudiera subir las escaleras hacia mi
cuarto ahora mismo. Cerré la puerta detrás de mí, me senté en la tapa
del baño, y levanté mi pie sobre mi rodilla.

Está bien, pensé. Puedes hacer esto. Intenté recordar lo que Devin había
hecho para mí cuando estuve en la enfermería después de la avalancha.
Él había envuelto las manos alrededor de mi tobillo y el dolor había
estallado, fantásticamente intenso antes de remitir de la nada.

Envolví mis propias manos alrededor de mi tobillo. Cerré los ojos e


intenté dejar la energía fluir a través de mis dedos. ¿Qué me había dicho
Asher la primera noche que nos habíamos besado en mi habitación?

230
Solo pretende que todo dentro de ti es un montón de electricidad sin
filtrar. Imagina lo que quieres hacer con ello. Y luego imagina presionar
un interruptor y encenderlo.

Con los ojos aún cerrados, me concentré en la energía, enroscándose en


una bola de luz en mis manos.

Enciende el interruptor, pensé.

La bola de luz se hizo más brillante y más vibrante mientras la sostenía


firme. La traje hacia mi tobillo y la extendí sobre el dolor, como un
bálsamo. Dirigí cada gramo de energía que tenía, fluyendo a través de las
puntas de mis dedos, y de repente sentí un intenso dolor estallar en mi
pierna, cegando, abrumando. Un destello al rojo vivo quemó a través de
mí.

—Ouch —jadeé, esperando que tía Jo no pudiera escucharme.

Y entonces, sin más, el dolor desapareció. Un alivio refrescante


hormigueó desde mi tobillo, inundando a través del resto de mi cuerpo.
Intenté recuperar el aliento.

¡Lo había hecho! Mi tobillo se sentía bien, mejor que bien. Sorprendente.

—¿Skye? —llamó tía Jo—. ¿Te sientes bien, cariño?

—¡Bien! —grité. Bailaba alrededor silenciosamente. ¡Había funcionado!


Me había sanado a mí misma. Levanté la mirada hacia el espejo del
baño, y mis ojos brillaron plateados e intensos. Por una vez, no aparté la
mirada o me sentí incómoda. No deseé que fueran de un gris normal
como el de cualquier otro. Estaba orgullosa de lo que mis ojos plateados
significaban. Mis poderes de luz y oscuridad se entrelazaban, para
ayudarme cuando los necesitaba. Los había dibujado a ambos para
arreglar lo que había roto. Y ahora estaba lista. Lista para pelear, para

231
ganar, para tomar control total de quién era yo. Ya no estaba asustada de
mis poderes.

Fui a girar el picaporte cuando de repente mi mente se quedó en blanco,


y me encontré, una vez más, caminando por el pasillo de arriba a oscuras.
Me las arreglé para permanecer de pie, para que el soplo de una visión
fluyera a través de mí. La puerta del dormitorio de tía Jo se alzaba al
final del pasillo. Vacío.

Y entonces estuve de vuelta en el baño de abajo otra vez, mi mano


todavía agarrando el picaporte. Las últimas palabras de Devin para mí
hicieron eco en mi mente.

¿Algunas vez de te ocurrió que tus visiones podrían estar diciéndote algo
importante? ¿Qué pasa si no son solo sueños? ¿Qué pasa si lo que estás
viendo es el futuro?

Mi mano agarró el picaporte más fuerte, tan fuerte que mis nudillos se
volvieron blancos. La sangre se drenó de mi cara.

—No profecías. —Había dicho él—. La Visión.

Mi mente giró y mi corazón se aceleró. Cuando giré el picaporte y salí al


pasillo, el sonido de agua y el estrépito de platos resonaron desde la
cocina. Ahora era mi oportunidad. El pasillo de arriba estaría oscuro. El
dormitorio de tía Jo, vacío.

Con el ruido de la cocina como mi presentación, entré de puntillas por la


escalera. Sin esforzar mis oídos, podía escucharla tararear suavemente
mientras trabajaba. Había visto esto suceder antes. Cuando comenzaba a
cantar, quería decir que estaba perdida en sus pensamientos, su mente
aislada del resto del mundo.

Solo tenía un par de minutos, si era afortunada.

232
Me moví rápidamente, en silencio subí las escaleras y el pasillo, el
recuerdo de mi visión borroneándose con la realidad.

Miré a mi derecha, a la puerta de mi habitación, la que estaba


entreabierta. La luz se derramó en el pasillo oscuro, iluminando mi
camino. A mi izquierda estaba el baño. La puerta estaba abierta y las
luces estaban apagadas. Me asomé por la barandilla de la escalera. Toda
la casa estaba a oscuras y en silencio. Justo delante de mí estaba su
dormitorio.

Caminé hacia él, como si fuera tirada por una cuerda invisible. Las
paredes a ambos lados de mí eran lisas bajo mis manos mientras las
dejaba guiarme en la penumbra.

La puerta de la habitación de tía Jo no estaba cerrada del todo.

La abrí, con cuidado, en silencio, y encendí la luz.

Su habitación estaba vacía.

Como sabía que estaría.

La cama estaba sin hacer. Las ropas estaban cubiertas sobre la silla en
un rincón. Me volví hacia el closet.

Lentamente, lentamente, estiré la mano para abrirlo.

Sabía lo que estaba buscando.

En la esquina del closet, vi la escalera de mano. En la planta baja,


escuché las acometidas de agua del grifo en el fregadero de la cocina. No
tenían mucho tiempo.

Me subí a ella, mirando sobre los estantes por encima de mi cabeza. Ahí
es donde lo vi.

233
La caja de zapatos. La misma de mi visión. La que había estado
buscando.

Como si el tiempo se moviera en cámara lenta, abría la tapa…

Me senté en el piso del closet y miré dentro. Con las manos temblando
ligeramente, tomé una pequeña caja de terciopelo, y la abrí para
encontrar un anillo de diamante brillante. Cerré la tapa de golpe y me
moví al siguiente artefacto, una vieja fotografía, ligeramente amarillenta
a los bordes de los años de meteorización en el interior de una caja de
zapatos en un closet. En la fotografía, una pareja se apoyaba contra un
árbol, ajena a la cámara. El cabello de él era salvaje, y su cabeza estaba
inclinada hacia ella, como si estuvieran compartiendo un secreto o
estuvieran a punto de besarse. La mujer le sonrió, las comisuras de sus
ojos se arrugaban de risa. Mechones de cabello rubio se habían soltado de
su coleta y soplaban en el viento.

Espera un minuto.

Miré más de cerca. ¡La mujer era tía Jo!

Observé para inspeccionar al tipo. Él era magnífico en una manera


peligrosa, eso era innegable. Pero también había algo familiar sobre él.
No tenía duda de ello.

Puso de regreso la fotografía y me movía al siguiente artefacto en la caja.


Una pila de papeles atados junto con un trozo de hilo de pesca. Los saqué
de la caja de zapatos y cuidadosamente deshice el nudo. Todas las
páginas tenían bordes irregulares, como si alguien las hubiera arrancado
a toda prisa de un cuaderno. Páginas faltantes. Mi garganta estaba seca,
y mientas el hilo se apartaba, me di cuenta de que lo que sentía era más
que solo la emoción del descubrimiento. Estaba nerviosa, nerviosa de que
lo que estaba a punto de leer contuviera alguna valiosa pista a un pasado
que siempre parecía tan escondido de mí.

234
Sentándome con las piernas cruzadas en el suelo del tranquilo closet,
pude escuchar mi corazón latir. Su ritmo crecía más rápido mientras
miraba hacia la primera página. Estaba llena de la misma letra de bucle
que había contemplado todas las noches, en el cuaderno que estaba ahora
escondido debajo de mi almohada. Mi letra. La de mi madre.

Mis ojos se llenaron de años de dolor. Las palabras se extendían a través


de la página como si estuviera hablando directamente hacia mí.

La Orden sabe sobre nuestra nueva Facción. Están viniendo a detenerla.

Pasé a la página siguiente, con el corazón en la garganta.

Nos hemos trasladado a la cabaña, escondiéndonos aquí. Mer piensa que


sucederá en cualquier momento, pero ella y Sam continúan planeando el
levantamiento. No hay manera de que podamos saber, con la Orden,
cómo sucederá. Mer ha perdido ese don. Pero dice que tenemos que vivir
nuestras vidas y que ellos ven qué sucederá. Los dos siempre supieron
que ningún lugar sería seguro para la unión de la Orden y la rebelión. No
tendrían un hogar real. Tampoco lo haría Skye, una mezcla de ambas
palabras, sino verdaderamente ninguno de ellos. Tampoco lo harían los
otros Rogues. Tampoco lo haría yo. Es lo que nos unía. Es lo que impulsa
el levantamiento. Todos somos nómadas. Errantes, buscando la paz. Sin
embargo, la Orden nunca nos dejará encontrarla Nunca nos dejarán en
paz, no hasta que hayamos sido extintos o vueltos uno de ellos. Ellos
vendrán por nosotros, pero eso jamás nos detendrá de intentarlo.

Mer y Sam, mamá y papá. Pero, ¿por qué ella estaría escribiendo sobre sí
misma en tercera persona? Y la parte sobre los Rogues no tenía sentido.
Pasé la página.

Mer y Sam me dieron un hogar, algo que nunca había tenido antes. A
cambio, me pidieron un favor, un pequeño favor en todo esto. Cuando la
Orden viniera, cuando aplastara nuestra incipiente misión y destruyera

235
a sus fundadores: tomar a Skye. Mantenerla lejos de ellos. Criarla para
que ella nunca supiera. Protegerla de su linaje. Y de ella misma.

Espera. ¿Qué estaba leyendo? ¿De quién era este cuaderno?


Definitivamente no había escrito estas palabras. Y mientras más leía,
más me daba cuenta, con un fuerte hundimiento en el pecho, que
tampoco lo había hecho mi mamá. Incluso cuando di vuelta a la última
página, mis manos estaba temblando, tuve la sensación de sabía de quién
era la escritura que estaba mirando.

Porque cuando ella lo descubra, nunca dejará de pelear por su causa.


Tendrá los poderes de la luz y la oscuridad combinados, su madre y su
padre. Nadie sabe qué serán sus poderes. Ambos lados intentarán
reclamarla, pero estarán equivocados. Lo que los Rogues entienden —lo
que Skye hará, también, un día— que elegir una sobre la otra es negar la
raíz misma de quién es ella: un balance de ambos. Están vigilando,
esperando, ellos vendrán por ella, también, cuando los términos del pacto
se hayan cumplido. Y entonces ella, o bien luchará para cambiar el curso
del universo o intentarán matarla. Justo como están intentando matar a
su padres.

Mi respiración se atascó en mi garganta mientras di vuelta a la última


página.

Hemos dejado la cabaña. Ya no es seguro aquí. Pasaré el resto de mi vida


protegiéndola de sí misma. Lo juro.

Y eso podía significar solo una cosa.

El libro nunca había pertenecido a mamá. La escritura descabellada


parecía familiar porque la había visto en las notas autoadhesivas en la
nevera, en los formularios de permiso de los padres para la escuela, en
cada reporte de calificaciones y cada nota del médico que había
conseguido durante los últimos once años. La conocía bien, porque era mi
escritura también. Había pasado toda mi vida copiándola.

236
—Oh, Dios mío —dije en voz alta—. Es de tía Jo.

Ella sabía. Lo había sabido todo el tiempo.

Y más importante que eso, era una Rogue.

237
Capítulo 24
Traducido por Maru Belikov
Corregido por Angeles Rangel

—¿S
kye?

Miré hacia arriba, y la tía Jo se encontraba de pie


allí. La tristeza en sus ojos haciendo más definida sus
arrugas. Como si hubiese envejecido
inmensurablemente a lo largo de unos pocos días.

Tenía un montón de páginas de su cuaderno y ninguna excusa. He


descubierto su secreto y debido a ese hecho, ella descubrió el mío. Fui
atrapada. Las dos lo fuimos.

—Supongo que es hora de que hablemos —dijo tranquilamente. Enrolló


las mangas de su camisa y sentó en el suelo del closet cerca de mí.

—¿Cómo pudiste no decirme? —pregunté, mi voz sonando


estrangulada—. Me dejaste pasar a través de esto sola.

—Lo sé —dijo ella.

—¡Sí hubiese sabido, al menos podría haber estado preparada! Podría


haber sabido qué esperar, o intentar huir, o…

—Skye —dijo tía Jo calmadamente—. No podías haber huido. Y no


hubieras sabido qué esperar. La Orden te habría encontrado sin importar
qué hicieras o a dónde fueras. Si ellos te marcaron, te hubiesen
rastreado. Justo como rastrearon a tus padres.

—Pero…

238
Ella se estiró y tomó mis manos en las de ella.

—Les hice una promesa a ellos de que te protegería. Y yo estaba


dispuesta a mantener esa promesa si ellos me asesinaban también.
Sabían con qué se estaban metiendo cuando fueron en contra de la
Orden. Sabían que iban a morir. Protegerte era su único deseo.

—Todavía no entiendo por qué ellos no querían que yo supiera. Pudieron


advertirme. Pudieron dejar que tú me dijeras. ¿Por qué mantenerlo en
secreto? ¿Por qué dejar que me enterara por mí misma, de la peor
manera?

—Porque no habrías sido capaz de cambiar nada. —Nunca antes había


escuchado tal urgencia en su voz—. Habrías crecido con temor y miedo en
tú corazón, al saber que cada paso que tomaras, cada decisión que
hicieras, estaba siendo observada. Te habrías vuelta loca.

—¿Entonces es mejor cumplir diecisiete y averiguar que he sido asechada


toda mi vida por ángeles? ¿Averiguar que tengo poderes que pueden
cambiar el curso del destino?

—No, mejor que tener una infancia normal, hacer increíbles amigos y
lograr hacer tus propias elecciones, no basada en lo que pensaras que
mantendría a la Orden a distancia por un día más.

—Todavía no… —empecé, un enorme sollozo atormentando mis


pulmones—. Todo este tiempo. Lo mantuve oculto para protegerte a ti,
cuando eras tú la que me estaba protegiendo a mí. ¡Podrías haberme
ayudado!

—Sí te hubiese ayudado, hubieras hecho exactamente lo que tú madre


temía, algo drástico y probablemente tonto…

—Gracias —dije—. Estás haciendo esto mucho mejor…

239
—Quiero decir alejarte de tú vida, o enfrentarlo antes de que tus poderes
empezaran a emerger y estuvieras lista, hubieras hecho algo para
cambiar el curso del universo. O la Orden te hubiese asesinado y habrías
muerto tratando de cambiar algo que nunca podrías. Incluso entonces,
tus padres sabían cuán especial ibas a ser. Ellos querían protegerte tanto
tiempo como fuera posible.

Los bordes rasgados del cuaderno se volvieron borrosos en mis manos.


Parpadeé, luchando por alejar las lágrimas.

—Pero puedo cambiar las cosas —dije—. Puedo cambiarlas ahora.

Tía Jo lucía insegura.

—No lo sé, Skye. Otros lo han estado intentando. Por años. Por milenios.
Nada ha funcionado.

—Soy diferente. —Me puse de pie rápidamente, y los papeles


revolotearon hacia el suelo del closet—. Ellos han estado diciéndome que
soy especial. Que seré más poderosa que cualquier Rebelde o cualquier
Guardián. Puedo hacerlo, tía Jo. ¿No eres tú la que dijo que siguiera mi
propia estrella? ¿No quieres que tome tu consejo?

—Debes hacer lo que sientas correcto —dijo ella—. Siempre te protegeré.


Yo siempre, siempre, estaré pensando en cómo mantenerte a salvo.

Ella se puso de pie también. Ya no me sentía como la pequeña niña que


ella cuidó. Me sentía como si hubiese vivido cientos de vidas diferentes
desde entonces. Pero cuando extendió los brazos para abrazarme, me
lancé hacia ellos como si tuviera seis años y ella fuera la única persona
en el mundo a la que realmente le importaba.

Era lo suficientemente afortunada para saber que ese ya no era el caso.

Cuando me aparté, mordí mi labio.

240
—Tía Jo —admití—. Te quiero y todo. Pero yo más o menos estaba
esperando que el cuaderno hubiese pertenecido a mamó. Yo solo no tengo
nada que pertenezca a ella. Desearía tener algo. Fue agradable sentirme
cerca de ella por un tiempo.

Tía Jo frunció el ceño, pareciendo perdida en sus pensamientos.

—Sabes —dijo ella lentamente, como si todavía estuviera pensando a


través de ello—. En realidad, si tengo algo de tu madre.

—¿Lo tienes?

—Siempre olvidé que le pertenecía a ella. Lo asocié totalmente con algo


más.

—¿Qué es? —pregunté sin aliento.

—Está justo aquí —dijo ella, desapareciendo por un minuto bajo la fila de
abrigos. Cuando salió, estaba sosteniendo una gran caja, del tipo que
consigues de una tintorería para guardar vestidos de novia.

Jadeé.

—¿Es ese su vestido de novia? —pregunté, estirándome hacía él. Tía Jo


golpeó mi mano lejos.

—No —dijo ella simplemente—. No era su vestido de novia. Ella me lo


dio a mí para la boda.

—¡Qué! —jadeé—. Pensé que dijiste que nunca te casaste.

Tía Jo pareció triste por un momento, luego parecía alejarlo y sacudió la


cabeza.

—No lo hice.

—¿Entonces qué…?

241
Ella sólo empujó la caja hacía mí.

—Toma —dijo ella—. Ábrela.

Alcé la tapa de la caja con los bordes de mis dedos como si fuera una foto
que no quisiera marcar. Dentro, tiras de papel de seda se encontraban en
capas encima de otras como un dulce, y azucarado pastel. Gentilmente
moví cada capa a un lado, y eventualmente mis dedos tocaron la tela.
Pero no se sentía como ninguna tela que hubiese tocado. No se sentía en
absoluto como tela. Saqué un largo y fluido vestido.

Mí mandíbula cayó.

Era el vestido de mis visiones. Pero en lugar de manchado con sal y


sangre, era etéreo, perfecto.

La única palabra para él era diáfano. El vestido era de vuelo amplio


hasta el suelo con capas de blanco que se fundían en la más pura seda
azul. Lo sostuve encima de mí y sonreí, suprimiendo las imágenes de la
arena, la espada, el cuerpo derrumbado en el suelo.

—¿Qué piensas? —pregunté, girando alrededor—. ¿Luzco como un ángel?

—Creo que luces justo como tu madre cuando era de ella —dijo tía Jo que
estaba sonriente—. Nunca llegué a usarlo, pero deberías guardarlo. Ya
sabes, para el baile de graduación.

Me imaginé en el baile en un par de meses, el hermoso vestido barriendo


el piso como un bote detrás de polvo de estrella a través de un lago
iluminado por la luna. No era la clase de cosa que usualmente vestiría,
pero cuando me imaginaba a mí misma en él, algo se ajustada dentro de
mí y se sentía correcto.

¿Con quién iría al baile? Mis amigos, por supuesto. Cassie, en algo
fabuloso con lentejuelas y plumas. Dan e Ian, en esmoquin. ¿Iría con
Asher? Bailaríamos lentamente juntos como una pareja normal enfrente

242
de toda la escuela, ¿Cómo si fuéramos las únicas dos personas en el
mundo?

Cerré los ojos y me dejé imaginarlo. El suave material del vestido caía
sobe mi piel en pliegues, tocando el suelo mientras caminaba a través de
él en unos peligrosos zapatos altos. Había un hermoso chico en un
esmoquin de pie al otro lado de la pista de baile. Y mientras caminaba
hacia él, sabía en mi corazón que ésta era la persona con la se suponía
debía estar.

Éste era mi destino, mí único amor épico. Estiré las manos para tomar
las de él, y me empujó a sus brazos. El ritmo de la música dio vueltas
como si estuviera distorsionada.

Pero sin importar cuántas veces giráramos, no podía ver su rostro.

—Cariño —dijo tía Jo—. ¿Estás bien? ¿Te gusta?

—Oh —dije—. Me encanta. —Ella sonrió complacida y orgullosa.

—Tu madre hubiese querido que tú lo tuvieras. Y yo ciertamente no


tengo cabida en él. Es de seda angelical, pura como las nubes.

Era la única cosa que tenía que pertenecía a mamá. Sostuve el vestido en
mi pecho, y pretendí que fue ella quien me lo dio.

—Lo usaré para el baile —dije, inclinándome para darle un beso a la tía
Jo—. Es perfecto. Gracias.

—Ella estaría orgullosa de ti, Skye —dijo ella—. Ambos lo estarían.

243
Me acosté en la cama esa noche y traté de no pensar sobre la conexión
entre el hermoso vestido y mi violenta visión. En lugar de eso, mientras
vagaba entre dormida y despierta, me preguntaba si la tía Jo dejó el
cuaderno en la cabaña por accidente o si ella lo dejo allí a propósito.

La mañana de la carrera era iluminada, brillante y clara. El entrenador


estaba escéptico sobre mi milagrosa recuperación, pero logré probarle que
estaba bien.

Después de mis descubrimientos la noche anterior, me sentía más lista


que nunca sobre mantener mi poder en la palma de mi mano, como fuego,
nieve, lluvia fría. Tía Jo estaba ahí, con Cassie, Dan e Ian. Los cuatro se
habían escrito una letra diferente de mi nombre con pintura inflable
sobre sus camisetas. Cassie era la S, Dan era la K, Ian la Y y tía Jo se
encontraba al final con la E.

Un poco más lejos, Asher estaba de pie con Gideon y Ardith. Los dos
rebeldes se hablaban entre ellos, sonriendo mientras me observaban
prepararme. Pero Asher lucía tan serio, tan completamente concentrado
sobre qué estaba pasando por su cabeza. ¿Qué estaba pensando?
Probablemente él solo estaba rezando para que yo no lo arruinara
magníficamente. Mí pulso se aceleró mientras pensaba en cuán
embarazoso sería revelar accidentalmente mis poderes enfrente de todos.
La llave, por supuesto, era control.

Mientras escaneaba el público, note que Devin también, estaba ahí.


Viéndome. Un espasmo apretó mi corazón. El recuerdo de nuestro beso
todavía me perseguía, pero no era que anhelara sentir sus labios sobre
los míos otra vez o sus dedos rozar mis brazos. Tía Jo me había recordado

244
cuán implacable era la Orden y que poca cosa se interponía en su camino.
Ellos no dejarían que esa clase de trasgresión ocurriera. Incluso si estaba
causando estática en la frecuencia del destino, sabrían de alguna
manera. Siempre sabían. Siempre estaban listos. No había juegos con
ellos.

La mañana estaba fría, pero temblé de miedo. ¿Había sido mi beso con
Devin genuino? O como todo lo demás, ¿Había sido sólo un engaño? ¿El
intento de la Orden de agitarme y mantenerme vulnerable?

Traté de alejar todo, calmar mi mente y concentrarme. En la cima de la


montaña, tomé respiraciones profundas y me estiré. Podía hacer esto.
Estaba lista.

Ellie estaba corriendo en primer lugar contra su oponente en la línea de


inicio. El equipo animaba detrás de ella.

—¡Vamos, El! ¡Tú tienes esto! —Ella frunció el ceño y se inclinó hacia
adelante. Bastón atrás. El silbato sonó, y ella y su competencia de Holy
Cross despegaron, un borrón de los colores de la escuela contra la nieve
blanca. Me encontré a mí misma animando con el equipo. Pronto no pude
verlas más, pero cuando escuché al público minutos después, sabía sin
duda que Ellie había ganado. Su tiempo sería difícil de batir.

Mi número estaba arriba. Bajé mis gafas y me deslicé adelante hacia el


punto de partida.

Estaba flotando en el borde.

Estoy flotando en el borde.

A la luz clara, y fría del día, los sueños que tenía mientras estaba
inconsciente se precipitaron de nuevo.

El final del invierno. Nieve cubriendo la pista de esquí como si estuviera


tratando de enterrarnos a todos con ella. Pude escuchar el sonido de las

245
voces de mis compañeros haciendo eco en las montañas mientras se reían
y tonteaban.

No, no tontear. Animar. Animaban por mí. Mientras me preparaba en la


línea de inicio, podía escucharlos animar mi nombre.

Miré abajo sobre el borde, hacia el abismo.

Justo como en el sueño, estaba indecisa. Siempre estaba indecisa. Pero


ahora sentía que estaba empezando a entender la respuesta.

—Has una elección, Skye —me dije a mí misma—. No puedes quedarte


mirando en el borde de este abismo para siempre.

El silbato sonó en la línea de inicio y fuimos cuesta abajo. Sentía la


tensión de la descarga a través de mí, manteniéndome en control. Pasé a
través de parches de luz y sombras que lanzaban los árboles. Luz. Y
luego oscuridad. Control y caos.

Supe entonces como siempre, que tía Jo tenía razón. No podía tener una
sin la otra. Destruir la Rebelión sería una vida gobernada por un
imposible conjunto de reglas por la eternidad.

Destruir la Orden y ningún lugar sobre la tierra estaría a salvo del ciclo
de nunca terminar de destrucción y renovación.

Yo era la única cosa manteniéndolos en balance.

Los poderes de luz y oscuridad estaban entrelazados dentro de mí, en un


poder que solo yo poseía. Yo y nadie más.

No podía hacer una elección entre el caos y control. No porque no había


sido hecho para mí. Sino porque no había elección que hacer. Yo no era ni
una ni la otra. Ambos estaban dentro de mí. Ambos eran parte de mí. Yo
no era nada sin ambos lados.

Toma una y yo caería.

246
Tenía el sueño cada noche. Y nunca desperté con el alivio de que sólo era
un sueño. Porque por días, no había despertado en absoluto.

Pero ahora estaba despierta. Estaba fuera de la oscuridad, y


repentinamente mi mundo estaba lleno de luz. Y mientras me deslizaba a
través de la línea de llegada, sabía lo que debía hacer.

El entrenador Samuelson estaba de pie enfrente de la multitud con su


cronómetro. Él asintió hacia mí imperceptiblemente, pero sus ojos
permanecían distantes. El tiempo de Ellie había sido mejor que el mío.
Ella me había ganado para ser capitana.

Pero mientras veía a Asher pasar a través del público y correr para
levantarme en sus brazos, sabía que no importaba.

Ella podía ser la capitana, eso era lo que ella quería. Había encontrado
claridad al final.

Y eso era lo que yo necesitaba.

247
Capítulo 25
Traducido por norita_30
Corregido por Laurence15

D
espués de la carrera el grupo completo fue por pizza.

Me senté con Cassie, Dan, Ian, Asher, Gideon, Ardith y tía Jo,
quien sonreía con felicidad. Unas mesas más lejos estaban Ellie y
Maggie sentadas con un par de amigos y una pareja de chicas del equipo.

—Ahora regreso, chicos —dije, deslizándome fuera de la cabina y


comenzando a caminar hacia ellos, Ellie me miró con nerviosismo.

—Hey, Skye —dijo Ellie—. Mira, lo siento…

—Fue una buena carrera —la interrumpí—. Estuviste asombrosa,


definitivamente mereces ser capitán más que yo.

—¿De verdad? —Me miró perpleja—, Pero pensé que tú lo querías.

—Lo hago —respondí—, lo hago, pero… no puedo volver hacia aquí y


esperar que todo sea normal. —Me encogí de hombros—. Tal vez es
bueno que no vuelvan a la normalidad, tal vez las cosas necesitan
cambiar.

—Oookay Skye —dijo Ellie titubeando y mirando de reojo a Maggie en


busca de apoyo—. ¿Gracias? Creo.

—Bien —dije—. De nada. —Apoyé mis codos en la mesa mientras Ellie y


Maggie se miraban una a la otra—. Él —dije—. A Ian le gustas, tal vez
deberías invitarlo a salir o algo así, está un poco avergonzado sobre eso.

248
—Sí —dijo mientras sus ojos se veían cristalino, como si hubiera usado el
poder de su cerebro mucho para un día—. Seguro, tal vez… ok.

—¿Qué fue eso? —Ian se veía nervioso mientras me reincorporaba a


nuestra mesa.

—Nada, sólo que tal vez tengas una llamada telefónica pronto o algo…
sólo digo.

—Skye… —Se veía molesto, su rostro era color rojo bajo sus pecas, e
incluso en sus oídos había un color rosa tintado—. ¡¿Qué le dijiste?! —
Dan resopló a un lado de él, tratando de contenerse de reír, Cassie le dio
un codazo en las costillas.

—Sólo le dije que tú tenías el más grande…

—¡Skye! —Ian se volvió morado—. ¡No lo hiciste!

—… corazón de todos los que conozco —dije—. Si tan sólo me dejaras


terminar, gracias.

Todos rieron y tía Jo ordenó otra ronda de pizzas. Asher lanzó sus brazos
a mí alrededor.

—Estuviste asombrosa ahí —murmuró en mi oído mientras me apretaba.

Le sonreí, era lo más feliz que me había sentido en mucho tiempo.

—Tengo una idea —dije de pronto, todos continuaron hablando—.


Chicos… ¡CHICOS! —Todos los ojos se posaron en mí—. Estaba
pensando, el descanso de primavera se acerca, tía Jo ¿Nos dejarías ir de
excursión fuera de la cabaña por un par de días?

—Tienes que estar bromeando —dijo, sacudiendo la cabeza.

—Vamossss —supliqué—. Pienso que conseguiremos señal de teléfono


ahí y te prometemos llamar si algo pasa, somos súper responsables.

249
—Además son actores terribles —dijo, mirando alrededor de Cass, Ian,
Dan y Asher. Luego suspiró—. Pero lo pensaré.

El grupo comenzó a hablar emocionadamente haciendo planes, con tía Jo


argumentando “¡No he dicho que sí aún!” A intervalos regulares.

Me recargué en mi asiento sintiendo cómo encajaba perfecto en el hueco


que formaba el brazo de Asher, definitivamente sería divertido pasar
unos días en el bosque sin cuidadores y con mis amigos, pero había otra
razón por la que quería ir hacia ahí. La cabaña es donde mis padres
vivieron una vez, fue ahí donde el levantamiento comenzó, fue ahí donde
una nueva división de ángeles y mestizos comenzó a formarse. Las
rebeliones pasan cuando tienes suficiente fuerza de voluntad, mis padres
y tía Jo no alcanzaron el éxito, pero mi voluntad es fuerte y además tengo
el poder para regresar, ahora.

Tía Jo y yo tomamos coches separados para regresar esa mañana, y


conduje sola de casa al atardecer, el pequeño auto se deslizaba
firmemente alrededor de la carretera llena de curvas en la montaña, me
sentía mareada y viva. Me metí en el camino de la entrada dándome
cuenta de que usualmente estaba acostumbraba a ver a Asher esperando
por mí en la cochera o adentro, pero hoy la cochera estaba vacía, El auto
de tía Jo tampoco estaba en la entrada, lo que significaba que había
tomado una desviación para ir a la tienda a comprar faltantes, me sentí
un poco aliviada de tener la oportunidad de estar sola un rato.

Miré a mí alrededor por instinto buscando por Guardianes, aunque sabía


que era estúpido, si hubiera algún Guardián cerca, estaría escondido,
esfumándose. Cazando en el bosque. Pensar en los Guardianes me hacía
preguntarme cómo era que se sentía Devin acerca de mi golpe maestro en
la montaña, por supuesto que mis amigos no sabían esa parte… ellos sólo
pensaban que estaba teniendo el segundo mejor momento de mi día,
Asher sabía la verdadera razón de mi euforia, sólo podía imaginar que

250
Devin la vio también… mirando mientras tomaba el control de ambos
lados de mis poderes.

Me preguntaba si estaba acechando de alguien justo ahora, esperando


por el momento correcto de decir algo, si estaba planeando decir algo al
respecto, siempre me ponía un poco triste al pensar en Devin. En este
maratón de sesiones de entrenamiento detrás de mi casa, él me había
empujado duramente, nunca hubieras pensado que fuera capaz de tener
momento de gran ternura, pero podía sorprenderte, me sorprendió a mí.

También me hirió.

¿Pero cómo podría olvidar los buenos tiempos? No podía sólo aventar esos
recuerdos al vientos y dejarlos escapar para siempre, tenía esos
momentos entre nosotros como especialmente secretos, tal vez uno que no
quisiera compartir con nadie. Llegado el momento ni siquiera con el
mismo Devin, prefería mantener esos momentos vivos dentro de mí,
donde nadie me dijera que estaba mal o que era ingenua por querer
siempre ver lo mejor de la gente.

Incluso de asesinos.

Llegué a la puerta delantera y me detuve en seco.

Una pequeña flor alpestre de color morado se encontraba colgada en la


manija de la puerta con la misma cuerda que usualmente colgaba Devin
en su puerta, ¿era una rama de olivo extendida? ¿Algún reconocimiento
de algo? Recuerdo que Devin, quien había sido mi maestro, fue el primero
que me contó sobre mis padres y me abrazó con torpeza en el
estacionamiento de la escuela cuando todo parecía demasiado abrumador
¿Era mucho esperar que estuviera orgulloso de mí por enfrentarme a
todo? Qué camino tan largo había tenido del estacionamiento esa noche
¿Qué tal si todas estas flores no eran un simple arreglo o un mensaje,
sino un simple gesto amable?

251
Incluso aunque él fuera controlado por altos poderes, Devin había
encontrado una manera secreta para dejarme saber la verdad.

Desamarré la flor y subí las escaleras de dos en dos mientras caminaba a


mi habitación.

La felicidad, combinada por la carrera, la pizza y además la tarde con


mis amigos, me hacía sentirme aturdida ¿Dónde estaba Asher? Quería
compartir mi emoción. Tal vez no era necesario temer más, podía
controlar mis poderes y mantenerlos juntos a su alrededor, tal vez estaba
lista.

No, pensé, Estoy lista, sé que lo estoy.

En un arrebato de alegría, abrí la ventana de par en par y convoqué el


aire con todas mis fuerzas, con mis manos controlé la corriente de
ráfagas de aire hacia el jardín. Sopló a través de mi ventana abierta y
llevó con él cientos de pequeñas flores moradas como la que llevaba en mi
cabeza, las pequeñas flores capturaban la luz en sus pétalos translucidos
y emitían un resplandor morado a través de mi habitación.

Tras de mí escuché un ruido sutil, y antes de que pudiera detener el


fluido de flores de encima de mí como cientos de mariposas purpuras, la
puerta se abrió.

—Dios mío, Skye. —La voz de Cassie retumbó fuerte a través de cada
pulgada de la casa—. ¿Qué estás haciendo?

252
Capítulo 26
Traducido por Lizzie
Corregido por Mlle_Janusa

D
ejé que la ráfaga de viento muriera y todas las flores cayeron al
suelo al mismo tiempo. Cassie se me quedó mirando con la boca
abierta.

—Dios, Cassie, ¿no llamaste? —le dije bruscamente.

—Uh, sí, Skye, en realidad lo hice. Tal vez si no hubieras estado


demasiado ocupado jugando al aprendiz de bruja volando con flores de
color púrpura, podrías haberme oído —sostuvo mi bolso—. Dejaste esto
en la pizzería.

—Uh, en primer lugar, no golpeaste tan fuerte y en segundo lugar…

—En primer lugar —dijo, echando la bolsa hacia abajo y cargando hacia
mí—, ¿se te olvidó que se suponía que íbamos a salir esta noche? ¿O
pensabas plantarme por tu novio de nuevo? —resopló e hizo una pausa
para tomar aliento—. Y en segundo lugar —señaló hacia abajo al montón
de flores—, ¿qué fue eso?

—Puedo explicarlo —repetí. Pero no lo hice. Me quedé allí, con mis


brazos a los lados, completamente perdida por cualquier mentira que
pudiera explicar lo que acababa de suceder. Y yo estaba tan cansada de
pensar en una. Había estado mintiéndole a Cassie desde el mismo
momento en que cumplí los diecisiete. Hacía meses. Yo no podía hacerlo
más. Ella era mi mejor amiga, y no se lo merecía. Me gustaría encontrar
una manera de protegerla. Yo era más fuerte ahora. Pero si lo mantenía,

253
el esfuerzo mental y físico de mentir a mi mejor amiga drenaría todos mis
poderes, luz y oscuridad.

—Buena explicación —dijo Cassie—. Muy completa. Lo he captado


totalmente ahora.

—Está bien. —Exhalé poco a poco—. Aquí va. Cassie, yo…

—Basta, no puedo manejarlo —espetó ella—. ¡Cualquiera que sea la


razón por la que estás enojada conmigo, lo siento! Es…

—Cass —la interrumpí—. No estoy enojada contigo.

—Sólo dime por qué —dijo—. ¿Por qué no somos más mejores amigas?
Has cambiado totalmente, Skye. Nunca solías ocultar las cosas de mí.
¿Qué hice para hacer que te alejaras?

—Oh, Cassie —le dije, la culpa finalmente superándome—. Tú no me


hiciste alejarme. —La tomé de la mano y tiré de ella para sentarla
conmigo en mi cama—. Yo solo me sentía muy culpable. Porque fue mi
culpa. Todo tu accidente fue mi culpa.

—¿Cómo pudo haber sido tu culpa? —preguntó, perpleja—. ¿Tú cortaste


los frenos?

—No —dije, mi corazón comenzando a latir con fuerza—. Pero sé quién lo


hizo. Y fue porque yo casi te dije lo que voy a decirte ahora. La verdad.
Sobre todo.

—Skye, lo que dices no tiene sentido —Cassie negó—. ¿La verdad sobre
qué?

—Espera —me acerqué a la ventana y miré hacia abajo en el patio. Una


sombra se movió entre los arbustos. Habría reconocido la alta y
desgarbada figura de Asher en cualquier lugar, y sonreí para mis
adentros, sabiendo que él estaba allí, vigilando. Confiaba en que él nunca

254
dejaría que un Guardián me lastimara de nuevo, no después de lo que
Ardith había dicho sobre su persistente culpabilidad. Y Cassie era una
extensión de mí, así que él nunca dejaría que nada le sucediera de nuevo
a Cassie. Sólo tenía mantener una estrecha vigilancia extra en ella. Y en
el caso de que ella se lastimara, yo podría sanarla esta vez.

—Esto va a sonar un poco loco —le dije—. Pero va a explicar todo.

—Estás asustándome. —Se ajustó el desordenado moño—. Pero está


bien. Adelante.

Así que respiré hondo y le conté.

—Yo soy un ángel —le dije—. Mi madre era un Guardián, y mi padre era
un Rebelde. Al igual que en la historia de la fogata que Asher y Devin
nos contaron hace unos meses en el viaje de esquí.

—¿Qué? —dijo Cassie rotundamente, mirándome con incredulidad—. ¿Se


supone que voy a creer…?

—Devin es un Guardián y Asher, él es un Rebelde. Fueron enviados aquí


para guiarme y protegerme mientras me daba cuenta de qué tipo de
poderes tenía, debido a que mis padres se fueron y todo. Cada uno estaba
tratando de hacerme unirme a ellos en su lado de ésto… esta gran
batalla cósmica. Ellos… bien, ya sé que suena raro, pero me querían.

—Apuesto a que lo hicieron —dijo Cassie con una sonrisa.

—No, quiero decir que querían mis poderes. Porque cualquier lado que
pudiera controlarlos sería casi seguro destruir al otro.

Los ojos de Cassie estaban creciendo más redondos.

—¡Guau! —No lo dijo tanto como respirar la palabra—. ¿Estás segura de


que no estás inventado esto? Porque es una mentira muy elaborada, y…

255
—No lo hago —salté rápidamente, ansiosa por llegar a la parte sobre
ella—. Resultó que Devin realmente no había sido enviado aquí para
protegerme o guiarme. La Orden —son la parte de los ángeles que
controlan el destino—, le ordenó matarme.

—¡No!

—Sip. Pasó todo el invierno tratando de estar a solas conmigo con el fin
de hacerlo. Él hizo que la tía Jo tuviera que tomar todos esos viajes a las
montañas, y cuando vio que yo estaba a punto de decirte lo que estaba
pasando…

—¿Cortó mis frenos?

—No, Raven lo hizo. Ella es también un Guardián.

—Así que… —la voz de Cassie creció extrañamente subyugada—. ¿Estoy


en peligro ahora? Quiero decir tú solo me lo acabas de decir, ¿cierto?

—Creo que estamos a salvo —le dije—. Estamos preparados para esta
vez. Asher está de pie afuera de mi ventana en este momento. No va a
dejar que nada te pase, te lo prometo. Ahora sabemos a qué nos
enfrentamos.

Fuimos a la ventana. Efectivamente, Asher estaba merodeando alrededor


al pie del corredor.

—¡Oye Asher! —llamó Cassie. Él miró hacia arriba, vigilante e intenso.

—¡Cassie, detente! —chillé, tirando de ella hacia atrás—. Esto es


realmente, muy grave.

—Oh, vamos, relájate —dijo—. Sé que es grave, pero Dios, casi tienes que
reírte de ello para mantener la cordura, ¿no?

—Y es por eso que necesitaba desesperadamente decirte. Cassie, nadie en


el mundo puede superar tu consejo.

256
—Entonces —reflexionó—, todo este tiempo, ¿la única razón por la que
no me dijiste fue para protegerme?

—Así es. —Sonreí.

—Skye, me siento muy honrada de ser tu amiga. —Hizo una pausa,


pensativa—. Pero ¿qué pasa con Devin? —susurró—. ¿Qué pasó con él
después de que él, ya sabes, trató de matarte?

—Él y Raven estaban unidos por el destino, y ahora él me evita, pero sé


que está esperando algo. Yo solo no sé qué.

—Lo siento —dijo Cassie—. Sé que es tu vida y todo eso, pero es aún
mejor que la historia de la fogata que ellos nos contaron en el viaje de
esquí. ¡Esta es la cosa más épica para pasarnos a cualquiera de nosotras!
—Ella hizo una pausa y luego dijo—: Oh, pobre Ian. Él nunca tuvo una
oportunidad contigo. Mira a lo que se enfrentaba.

—Es cierto —le dije.

—Guau, Skye, ¡esto es enorme! Tengo que decir, sin embargo, yo te


envidio en estos momentos. Cómo puedes luchar con la Orden, ¡ellos
trataron de matarte! Pero ¿cómo puedes pelear con la Rebelión? Ellos
solo quieren usarte.

—Lo sé —dije, amando a Cassie más y más a cada minuto—. No puedes


contarle a Dan, sin embargo. ¿Lo prometes?

—Oh, no —Cassie sacudió violentamente la cabeza—. No. No. Dan y yo


no guardamos secretos el uno del otro.

—Cassie, ¿por favor? No podemos decirle por el momento.

—Skye, soy una mala mentirosa. Lo sabe. Lo sabe cada vez —su voz se
volvió un susurro—. Él lo sabe.

—Cass —dije, cruzando los brazos—. No significa no.

257
—Bien —murmuró. Luego hizo una pausa—. ¿Qué pasa con Asher? ¿No
quieres estar donde está él?

No escojas tu estrella solo porque es la estrella que él ha elegido, la tía Jo


había dicho. Parecía bastante lógico, pero yo realmente no tenía idea de
cuál era la respuesta a la pregunta de Cassie. Caminé hacia la ventana y
miré hacia fuera. Asher estaba patrullando fuera, un ángel Rebelde y un
soldado. ¿Qué había dicho Ardith? Pasaría otros mil años a tu lado si
pudiera. Sí, por supuesto que quería estar donde sea que él estuviera.

Pero, ¿y si mis poderes contaban una historia diferente? Mi historia era


sobre el amor, pero ¿que si la sangre en mis venas, quería que fuera
sobre la guerra?

—No lo sé —dije en voz baja. Detrás de mí, escuché el chirrido de la cama


mientras Cassie se levantaba. Ella puso su brazo alrededor de mí con
suavidad.

—Lo averiguaras, Skye —dijo—. Siempre lo haces.

258
Capítulo 27
Traducido por Nanami27
Corregido por Angeles Rangel

M
ás tarde esa noche, después de muchas horas de hablar, Cassie
finalmente me dejó sola en la tranquilidad de mi cuarto.
Debería haber sentido catarsis, alivio, pero hablar de todo con
Cassie solo consolidó la tensión que estaba sintiendo. Claro que quería
estar con Asher y no solo ahora, aquí, o en la Rebelión, sino para siempre.
Cuando intentaba imaginar una vida sin él, mi mente se volvía tan
blanca y vacía como la playa en mis visiones.

Pero tenía que permanecer fiel a mí misma en esto, también. Y los


poderes que corrían a través de mí eran más grandes que ambos, la
Orden y la Rebelión combinadas. Ambos lados lo sabían.

Apenas estaba llegando a la cama, cuando oí un golpe en la ventana.


Segundos más tarde se abrió y Asher saltó dentro.

—Cierra la ventana —dije—. Por favor. Hace frío. —Él la cerró y se


acercó a mí.

—¿Estás bien? —preguntó gentilmente y se sentó junto a mí. Parecía que


quería extender su brazo alrededor de mis hombros, pero se contuvo—.
Estás tan callada —dijo—. Estás preocupándome, Skye.

Suspiré y me dejé caer en la cama.

—Odio esto.

—Bueno, puedo irme…

259
—¡No, lo digo en serio! —Extendí los brazos—. ¿Qué si mi corazón me
dice una cosa y mi sangre me obliga a hacer lo opuesto?

—¿Qué? —preguntó con tanta vehemencia que salió como dos sílabas—.
¿De dónde viene eso?

—¿Qué si nos podemos estar juntos para siempre? ¿Qué si la Rebelión no


es el lugar para mí, después de todo?

Asher se tensó.

—¿Por qué dirías eso?

—Soy un equilibrio de la oscuridad y la luz. Es quien soy. Sabes eso. Lo


has visto.

—Eso está bien —dijo él, finalmente llegando a tomar mi mano—. Te


queremos. Es esa mezcla de poderes lo que te hace tan fuerte.

—Me quieres como un arma, quieres decir —dije sombríamente—. No


seré responsable por ese tipo de destrucción, no importa lo que la Orden
me haga.

Asher pasó la mano por su cabello, agitado.

—¿Qué quieres, Skye? Díme. ¿Quieres que deje la Rebelión por ti?
¿Cortar mis alas y volverme un mortal? Lo haría. Pero no creo que eso te
haría feliz, y no sé lo que haría. —Sus ojos eran salvajes, suplicantes—.
¡Díme qué quieres!

Pensé en su oferta. Me recordó, desesperadamente, a mis padres siendo


lanzados a la Tierra. Su gran y romántica historia de amor.

—¡Te quiero a ti! —grité, con mi voz quebrándose—. Y cuando intento


imaginar mi vida sin ti, yo… —Las lágrimas se derramaron rápido y
calientes por mis mejillas y no pude terminar.

260
—Skye —murmuró él, inclinándose para besarme.

Pero me aparté.

Mis padres habían muerto. A pesar de la épica historia de amor. A pesar


de que arriesgaron todo por el otro. Incluso huir no podía parar lo que
venía por Asher y por mí. Sea o no que dejara que la Rebelión usara mis
poderes, no podía detener el universo de conspirar para destruirse a sí
mismo.

Levanté la mirada hacia él. Sus ojos negros parecían tan vulnerables.
Quería tanto tomar su rostro en mis manos y prometerle que nunca lo
dejaría. Pero ambos sabíamos que estaría mintiendo.

—¿Qué si lo que quiero no es lo que tiene que pasar? —pregunté, con mi


voz saliendo demasiado pequeña.

Asher parecía herido.

—Siempre te amaré —me dijo. Pasó los dedos por mi cabello suavemente
y dejó que su mano descansara debajo de mi barbilla—. Siempre.
¿Siquiera sabes cuánto tiempo?

—Mucho tiempo —dije, riendo a través de las lágrimas—. Por siempre.

—Por siempre —repitió—. No importa lo que suceda, siempre te amaré.


¿De acuerdo? No importa qué amenace con separarnos.

Pero lo que nos apartaba —si el universo estaba sumido en el caos o


meticulosamente controlado por el resto de la eternidad, o si algo nuevo
se hacía cargo y derrocaba el sistema, cambiando para siempre el curso
del destino— dependía de mí.

261
Capítulo 28
Traducido por Helen1
Corregido por Angeles Rangel

E
l siguiente par de días pasaron rápido como la lluvia.

En un momento de debilidad, todos los padres y tía Jo se


apretaron unos a otros, y tía Jo aceptó finalmente ir de chaperona
a un viaje a la cabaña porque ella tenía entrenamiento de
guardabosques.

—Pero sólo en caso de que alguien salga lastimado —dijo—. No quiero


tener que pasar el rato con todos ustedes alrededor de una fogata en la
noche.

Estuvimos de acuerdo. Habríamos accedido a cualquier cosa. Todos


necesitábamos unas vacaciones. O tal vez estaba hablando sólo por mí.

Todo el mundo estaba emocionado mientras planeábamos nuestro viaje a


la cabaña. Asher y yo no salíamos del lado del otro. Eso puso a tía Jo
incómoda, pero ahora comprendí que ella tenía miedo de lo que eso
significaba perderme por la rebelión en vez de por la universidad.

También explicaba su extraña animosidad hacia Asher, Renegados


resentidos Rebeldes, aunque ellos no sabían muy bien por qué o quién
era un Rebelde en primer lugar. Ella era especialmente agradable
conmigo, horneando mis galletas favoritas y haciendo todas mis comidas
favoritas, como lo hacía cuando regresaba de viajes largos en el esquí de
travesía. Pasara lo que pasara, estaba agradecida de que ella sabía por lo
que yo iba a atravesar.

262
En cuanto a mí, no me podía sacudir la sensación de que mis días con
Asher estaban disminuyendo a lo largo de la helada.

Estaba aterrorizada de que cada segundo que pasamos juntos era un


segundo más cerca de perderlo.

Un día, los dos estábamos sentados en el suelo, junto a mi casillero entre


clases. Gideon se encaminó a sentarse con nosotros.

—Tuve una idea —dijo—. Sobre el viaje.

—¿Ah? —Los ojos de Asher se deslizaron de Gideon a mí, pero él no dijo


ni una palabra.

—No te va a gustar —dijo Gideon.

—El trabajo en el arte de vender un poco, Gid —dijo Asher.

—Así es. Bueno. —Hizo una pausa—. Tenemos que pedirle a Devin que
vaya.

—¿Qué? —exclamé—. De ninguna manera.

—Piensa en ello. Si él está con nosotros, no está ayudándolos a ellos a


planear un ataque. Y no van a atacar.

—Supongo… —dije.

—Además, quiero trabajar más contigo, en bloquear la mente a los


Guardianes. Si él está con nosotros, Asher y yo podemos ver cómo su
presencia te afecta. Podemos decir si él te está manipulando.

—Genial —dijo Asher, alzando las manos—. Déjame fuera de eso. —


Cuando me miró, sus ojos estaban extrañamente suaves. Me pregunté
dónde se había ido todo su odio ardiente habitual a los Guardianes.
¿Había un motivo oculto aquí? ¿Estaban poniéndome a prueba?

—Él no me está manipulando —le dije—. Puedo sentirlo.

263
—O tal vez eso es lo que él quiere que pienses. —Gideon se retrajo sobre
sí mismo, y yo sabía que él estaba recordando—. De cualquier manera, lo
sabremos. ¿No quieres estar segura?

¿Quería, en este punto? Casi me pregunté si sería mejor nunca saber la


verdad.

—Tú serías el cebo aquí —pinchó Gideon—. Él vendrá si tú se lo pides.

Yo no estaba tan segura de que lo haría, pero no podía decirle eso a


Gideon. A mi lado, pude sentir las ondas de tensión que irradiaban de
Asher. Pero, ¿por qué Asher no estaba peleando con él por ésto? Me
pregunté. El Asher que conocía ni siquiera sería capaz de sentarse a
través de la sugerencia.

—Bien —cedí—. Voy a preguntarle.

—Bien. —Gideon sonrió con tristeza—. Mantén a tus amigos cerca y a


tus enemigos más cerca.

Genial, pensé. No estaba segura de cuánto más cerca podía manejar


estar.

Aún así, mientras yo estuviera trabajando con Gideon en mis habilidades


cognitivas y pre-cognitivas, podría ser útil contar con Devin allí. En el
bosque, había oportunidades para estar solos, para escapar de la cabaña.
Podía preguntarle más acerca de la Visión. Él podría ayudarme a
averiguar de una vez por todas, si lo que estaba viendo podía, de alguna
manera, ser el futuro.

Al final, eso es lo que le dije a Devin.

—No tenemos que decirle a nadie en lo que estamos trabajando —le


supliqué—. Puede ser nuestro secreto.

Y él estuvo de acuerdo.

264
Empaqué para el cambio de estación. El invierno estaba derritiéndose,
todos podíamos sentirlo y había un cambio en el aire. La brisa trajo el
olor de la tierra en ciernes, y con eso, una sensación de renovación y
agitación.

La primavera no estaba aquí todavía. Pero se avecinaba.

Las capas eran la clave. Cosas que fácilmente podías quitar y poner de
nuevo. Camisetas sin mangas que absorben la humedad y suéteres
ligeros, pantalones a prueba de agua de lluvia y calcetines de lana y una
para debajo de la capa. En la parte superior de la mochila,
cuidadosamente doblé el suéter de pescador que había encontrado la
última vez que estuve en la cabaña. Ahora que sabía que mis padres
habían vivido allí, me preguntaba si había pertenecido a mi padre.

En la mañana de nuestro viaje, me encerré en un conjunto


completamente negro: La camiseta sin mangas negra, camiseta de
manga larga negra, chaqueta con cremallera en tela polar negra y
pantalones negros aislantes. Me puse calcetines de lana gruesa y até mis
botas de montaña con fuerza. A mitad de vestirme, me di cuenta de que
me estaba vistiendo con un propósito: me estaba preparando para algo.
En mi conjunto, me sentía ágil y sigilosa, lista para enfrentar cualquier
cosa. ¿Pero era algo específico? ¿Era una premonición de lo que vendría?

Dan llevó a Cassie y a Ian a nuestra casa, donde la tía Jo tenía esperando
una olla de café recién hecho y barras de granola para todos. El protector
de Cassie todavía no había llegado, pero la caminata en sí no era difícil, y
me compadecía de quien habría quedado atascado con la tarea de decirle
que ella no podía venir. El timbre de la puerta sonó. Abrí la puerta para
encontrar a Asher y Devin allí de pie uno al lado del otro, inmóviles como
estatuas. Ellos no hacían contacto visual y mantenían sus ojos fijos en
mí.

—Hola —dijo Devin—. Gracias por invitarme.

265
—No te acostumbres a eso —murmuró en voz baja Asher cuando pasó
junto a él en el pasillo. Devin vaciló en la puerta por un segundo,
encontrando mi mirada.

Mucho pasaba entre nosotros. Estábamos pensando lo mismo. Estábamos


pensando en un millón de cosas diferentes. La verdad del asunto es que
nunca sabría del todo lo que Devin estaba pensando. Aunque si Gideon
tenía razón, yo podría ser capaz de averiguar si él estaba influyendo en lo
que yo estaba pensando.

Di un paso atrás y lo dejé pasar.

Nuestros tres vehículos formaron una caravana a través de las carreteras


secundarias sinuosas de montaña. Tía Jo tomó la delantera en su SUV.
Cassie, Dan, Ian, y Ardith seguían de cerca, pude verlos bailar por
alguna música en el equipo estéreo de Dan. Y mi carro era el último.

Asher se sentó en el asiento del pasajero a mi lado, tamborileando los


dedos sobre la base de la ventana y de vez en cuando miraba por el espejo
retrovisor para vigilar a Devin, que estaba sentado inmóvil en la parte
posterior. Me recordaba la última vez que los tres habíamos compartido
un tenso viaje a una montaña.

Excepto que esta vez, la tensión era peor. Gideon se sentó junto a Devin,
con los brazos cruzados con fuerza sobre el pecho. Había algo extraño en
eso, como si Devin fuera un prisionero y lo estuviéramos transportando
desde una instalación de contención a otra. No me gustaba eso y no podía
saber por qué.

Nos estacionamos en el comienzo del sendero, y luego partimos por el


camino sinuoso. La mañana estaba nublada y las nubes se cernían bajas
por encima de nosotros. El aire era húmedo, y simplemente caminar a
través de él me hacía sentir pegajosa y húmeda.

266
Caminé una buena parte del sendero junto a Ian. Él estaba más
tranquilo de lo habitual, perdido en sus propios pensamientos.
Comprendí: la soledad del senderismo tenía ese efecto en mí también.

—Está bien —dije finalmente—. Esta es como la quinta vez que suspiras.
¿Qué está mal?

—¿Hmm? —murmuró—. Oh, nada.

—¿Quieres hablar de ello?

Se volvió hacia mí.

—¿Sientes a veces como si no pertenecieras? —preguntó—. ¿Como si todo


el mundo está nadando río abajo y eres el único tratando de hacer frente
a la corriente? —Estaba a punto de decir: “¡Lo hago siempre!” Cuando él
se echó a reír, corto y amargo—. Por supuesto que no. Qué pregunta tan
estúpida. Todo es fácil para ti.

Lo miré boquiabierta.

—¿Estamos hablando de la misma yo? —le pregunté.

—Sí —dijo—. Todo el mundo te ama, Cassie y Dan harían cualquier cosa
por ti, obtienes calificaciones increíbles, y la tía Jo, es como, la mejor
madre del mundo. —Suspiró—. Y tienes, ya sabes. —Él hizo sobresalir su
barbilla por delante de nosotros, donde Asher estaba cortando algo
comestible de una rama de árbol con un cuchillo de bolsillo—. Alguien
como eso.

—¿Y crees que todo eso es fácil? Quiero decir, me siento halagada, Ian, de
verdad, pero Cassie y Dan estaban, recientemente todavía enojados
conmigo por desaparecer, mis notas están cayendo en picada, la tía Jo no
me hablaba, y Asher… —Hice una pausa, sin saber qué decir al
respecto—. Las cosas no son siempre tan perfectas como parecen.

267
—Supongo.

—¿Por qué la melancolía repentina? —le pregunté.

—No lo sé —respondió malhumorado—. Las cosas no funcionan


realmente tanto con Ellie. Ella nunca llamó. Y ahí estás tú y, a veces me
pregunto si estoy destinado a estar solo.

—Ian. —Sonreí, poniendo mi brazo alrededor de su cuello—. No tienes


que resignarte al destino.

Nos tomó sólo unas pocas horas poder llegar a la cabaña. Lanzamos
nuestros equipajes al piso, Cassie se derrumbó en el sofá y rápidamente
cayó como desmayada. El resto de nosotros hicimos un almuerzo tarde y
reunimos leña para encender el fuego de la noche. Devin fue el primero
en ofrecerse como colector de leña, desapareciendo en el bosque antes de
que nadie siquiera pudiera levantar la mano. Mientras lo observaba salir
velozmente, yo podría haber jurado que casi alcancé a ver pelo rubio en
cascada, el arco de pálidas alas blancas intermitentes entre los árboles.
Pero me atribuí eso a mi mente paranoica. Raven no estaba aquí.

Y, sin embargo, me preguntaba qué tan seguros realmente estábamos


con Devin entre nosotros.

Asher fabricó un fuego crepitante en la chimenea, y crujía mientras


estábamos sentados alrededor de él, intercambiando historias. Incluso la
renuencia inicial de tía Jo desapareció y pronto ella se reía junto con el
resto de nosotros. Devin miraba el fuego, con los ojos muy lejos e
intensos.

Y Gideon observaba a Devin. Yo no podía decir lo que pensaba, pero se


veía serio, molesto. De vez en cuando, él y Asher intercambiaban
miradas. Pero nada fue dicho. Y nadie más que yo pareció detectar algo.

268
Cuando oscureció lo suficiente como para notar un fuego brillando a
través de las ventanas, las cubrimos con las cortinas oscuras que
habíamos utilizado cuando habíamos sido solo Asher, Ardiht y yo. Le
dijimos a Dan e Ian que era sólo para mantener el calor durante la noche.
Cassie se mordió el labio y, para su crédito, no dijo ni una palabra. Sus
habilidades para mentir, al parecer, no eran tan terribles como anunció.

Cass necesitaba mantener su pierna estirada por la noche, por lo que


reclamó dormir en el sofá de inmediato.

Dan extendió su saco de dormir algo territorialmente al lado del sofá, e


Ian encontró una mancha acogedora de la alfombra cerca del fuego.
Gideon y Ardith decidieron ir a dar un paseo, pero yo sabía que estaban
realmente patrullando la zona por los Guardianes. Se tomaron de las
manos mientras se iban.

—Sabes... —Tía Jo se abrió camino en dirección a mí y Asher en su


camino hacia el dormitorio—. Hay otro cuarto en el ático. Puede que no
sea el más cómodo, pero pueden comprobarlo y verlo por sí mismos. —
Cerró la puerta de la habitación, y nos quedamos en el pasillo a oscuras.

El ático. Asentí a Asher.

—Vamos a ir hasta allí —murmuré. Incluso en la oscuridad, pude verlo


parpadear una sonrisa maliciosa hacia mí.

—¿Un ático oscuro? ¿A solas contigo? No tienes que torcer mi brazo.

La escalera era negra como el carbón mientras hacíamos nuestro camino


a tientas hacia arriba. Asher y yo nos agarramos el uno al otro por
soporte más de una vez. Después del escalón final, me tropecé, esperando
uno más, y sentí la habitación abierta ante mí.

—Estamos aquí —le susurré—. Cuidado con el último escalón.

269
—Yo —dijo Asher, pero antes de que pudiera terminar su pensamiento,
se había golpeado con algo, una caja de cartón por el sonido de la misma,
que cayó de su percha y derramó su contenido a través de los tablones de
madera del suelo.

—¡Shh! —susurré, pero los dos estábamos riendo. Mi pie golpeó algo que
se había caído de la caja, sin darme cuenta la pateé lejos de mí en la
oscuridad. El objeto hizo un ligero ruido tintineante mientras rodaba
lejos.

—¿Qué fue eso? —le pregunté. Oí el pop y el silbido de encender el fuego,


detrás de mí, y pronto la habitación del ático se llenó de una luz suave y
cálida. Asher llevó la bola de fuego hacia mí. La sostuvo frente a él.

—¿Dónde está? —preguntó.

—¡Allí! El fuego flotaba junto a mí, cuando me incliné para recuperar el


objeto. Lo sostuve hacia la luz. Era el sonajero de un bebé. Era pequeño,
de plata bruñida que parecía antiguo. Sacudiéndolo produjo un tintineo
sordo que resonó en toda la habitación. Le di la vuelta en mis manos,
pasando los dedos sobre el metal deslustrado. Algo estaba grabado en el
lateral, y yo sólo podía distinguir las letras Sk y una fecha, mi
cumpleaños.

Era mi sonajero. Se había quedado atrás.

Lo sacudí de nuevo, y el sonido era más claro ahora, como una


campanilla de plata sonando la hora.

Campanillas de plata.

—¿Skye? —preguntó Asher—. ¿Qué es? ¿Qué has encontrado?

Era la canción de cuna que mis padres solían cantarme. La melodía llegó
de nuevo, como si hubiese sido ayer que los dos estaban cantando en voz
baja.

270
Campanillas de plata. Cuando suenen, lo sabremos.

¿Sabremos qué? Siempre me había preguntado. Pero ahora lo sabía.

Sabremos que es hora. Habían estado tratando de advertirme, incluso


entonces.

Cuando mis ojos brillaron plateados, cuando mis poderes se encendieron


dentro de mí, cuando cumplí diecisiete años, cuando me enteré de la
verdad. Cuando me enteré de la cabaña y escuché las campanillas de
plata de la sonaja que estaba destinada a encontrar.

Podía sentir mis ojos ardiendo brillantes en el cuarto oscuro.

Así es como vamos a saber que es hora de luchar.

—Nada —le contesté—. Sólo algo que alguien dejó atrás.

271
Capítulo 29
Traducido por Dai
Corregido por Laurence15

L
os pájaros piaban cuando abrí los ojos la mañana siguiente, un
signo seguro de que la primavera estaba en camino. Miré a mi
alrededor, olvidando por un momento dónde estaba. La luz se
filtraba a través de una pequeña ventana cerca del techo, iluminando la
habitación del ático.

Recordé la noche anterior. La canción de cuna. El sonajero. La pista que


mis padres habían estado tratando de decirme. Me senté, pero un par de
cálidos brazos se envolvieron alrededor de mí, tirándome de nuevo hacia
los pliegues de la bolsa de dormir. Una voz soñolienta dijo:

—No te vayas todavía. Deja que entre todo el aire frío. —Dejé que Asher
me tirara hacia abajo y me acurruqué en el calor de su cuerpo. Me había
sostenido toda la noche, sólo sostenido, como si tuviera miedo de lo que
sucedería si me dejaba ir. Era la primera vez que habíamos despertado
juntos—. Mmm —murmuró, besando mi cuello—. Mucho mejor.

Un golpe seco en la puerta, al pie de las escaleras, casi me hizo sentar de


golpe otra vez.

—Skye.

La tía Jo llamó.

—¡Asher! ¡El desayuno!

272
—No creo… —murmuró Asher mientras se sentaba y se frotaba los
ojos—, que tú y yo vayamos a tener cinco minutos a solas juntos, siempre
y cuando ella está cerca.

—Es muy buena en su trabajo —concordé.

Traté de mantener el recuerdo del calor de Asher envolviéndome toda la


mañana, pero mis pensamientos estaban todavía atrapados en la
habitación del ático frío de la noche anterior. Mis padres habían querido
que lo descubriera… sabían que lo haría cuando estuviera lista. Querían
que luchara. ¿Pero cómo empezaría? ¿Y qué era, exactamente, contra lo
que estaba luchando?

Estaba agradecida de que íbamos en una larga caminata después del


desayuno. Necesitaba el tiempo para caminar y pensar.

Nos detuvimos cerca de un claro para el almuerzo. Un pequeño arroyo se


estaba descongelando, el hielo derritiéndose en la distancia en los
primeros hilos de un arroyo balbuceante. Estaba desempacando una
bolsa de mezcla de frutas secas cuando los árboles de hoja perenne se
arremolinaron a mi alrededor en la niebla y el goteo de la corriente se
convirtió en gaviotas graznando suavemente, el chapoteo de las olas en la
orilla. Sabía dónde estaba. Había estado aquí antes.

La niebla se despejó y estaba en una playa gris y vacía. El dobladillo de


mi vestido diáfano flotaba como la espuma del mar en las olas
superficiales, pero seguí avanzando a lo largo de la costa. Una figura se
acercó a mí en la niebla cada vez más cerca, se avecinaba.

Pero no podía ver quién era.

Alguien vino a mi lado, con la espada en alto sobre su cabeza. Me volví y


vi que estaba de pie junto a Ian. Él asintió, mirando hacia la niebla. Recé
por suerte y lancé mi propia espada a la figura que se aproximaba.

273
La niebla se arremolinó y desvaneció, y de pronto estaba de vuelta en el
camino, sentada en una roca por el arroyo descongelándose. Nadie se
había dado cuenta. Estaba mejorando en el control de mis visiones, al
igual que el resto de mis poderes. Aún cuando todavía no tenía ni idea de
lo que significaban.

Mordí mi sándwich. Ian había estado en esta visión. No había estado allí
antes, pero ahora estaba de pie a mi lado, luchando a mi lado.

Levanté la vista de mi sándwich para encontrar a Devin mirándome. Él


vio lo que pasó. Me dio una mirada significativa y se alejó entre los
árboles. Devin lo sabría. Tendría las respuestas. Sabía que podía
ayudarme.

Conté hasta diez y luego lo seguí hacia el bosque.

Él me estaba esperando.

—Tuviste una visión —dijo.

Asentí.

—Otra más. En la playa. Estaba usando este vestido precioso y lo


reconocí.

Sus ojos se hicieron más brillantes y amplios.

—¿En serio? ¿De dónde?

—La tía Jo me lo dio la noche antes de mi carrera. Solía ser de mi madre.

—Y la visión —dijo Devin—, ¿qué pasó en ella?

—Yo tenía una espada —le dije—. Y… ésta es la parte extraña. Ian
estaba allí a mi lado.

—¿Tenías una espada? —preguntó Devin, sus cejas juntándose—. ¿Una


espada angelical? —asentí—. ¿Era tuya?

274
—Sí —le dije—, estoy bastante segura de que lo era.

—Skye, estás viendo visiones del futuro.

—¿Cómo lo sabes a ciencia cierta? —pregunté.

—Porque estabas usando el vestido que la tía Jo te dio.

—Podría sólo haber estado soñando con él.

—Y Ian estaba contigo.

—Podría haber sido por cualquier cosa. Podríamos haber estado saliendo.
Podría haber sido por…

—Tenías una espada —dijo Devin, su voz urgente—. Las espadas


angélicas están hechas a partir de una sola pluma del ala de un ángel. Tú
no tienes tus alas todavía, Skye. Tuviste una visión del futuro… justo
después de que tus alas crecieran.

—¿Pero cómo? —pregunté—. ¿Cómo es eso posible?

—Sólo hay una explicación —dijo Devin, el temor llenando sus ojos—.
Sólo hay una manera en que pudieras poseer la vista. Tu madre no era
un Guardián. Tiene que haber sido una Bendecida.

—Pero —tartamudeé—, eso… eso no me parece bien. Eso significaría que


mi sangre es mucho más fuerte en favor de la luz. Y mis poderes…

—Tus poderes son una mezcla de ambos. Pero las visiones del futuro…
ése es el mayor poder de la luz que hay. Puede sobrepasar a cualquier
otro poder que tengas. —Su rostro se suavizó. De repente se parecía
tanto al Devin de antes—. Skye —murmuró.

—¿Qué?

—Es increíble.

275
Algo —un sexto sentido— hormigueó hasta la parte trasera de mi cuello.

—Lo siento —dijo—. No puedo seguir con esto. No puedo soportarlo. ¿Por
qué no lo ves? ¿Por qué no puedes ver lo que yo veo?

—¿Qué ves? —pregunté, sin saber si quería saber la respuesta, pero


posiblemente la necesitaba.

—Perteneces a la Orden. Podemos enseñarte cómo perfeccionar tus


visiones. Podemos mostrarte cómo ver lo que va a pasarte… ¡a todos tus
conocidos! Puedes tener al futuro en la palma de tu mano.

—La Orden trató de matarme —le dije—. Nunca podría unirme a ellos.

—Entonces házlo por mí —suplicó.

—¿Por qué?

—¡Porque te amo! ¿De verdad tengo que decirlo? ¿No me crees a estas
alturas?

Mi corazón casi dejó de latir, porque la última vez que dijo algo así fue
sólo segundos antes de sentir el frío acero de su espada a través de mí.
Me tensé, preparándome para luchar si tenía que hacerlo.

—Tú no me amas —dije—. Posiblemente, no podrías. No es amor


verdadero. Nunca me has permitido amarte. Me alejaste en cada
oportunidad que tuviste. —Sus ojos estaban tan tristes, impotentes, pero
tenía que seguir adelante—. Te mantienes a cierta distancia, reprimes
todo en tu interior. Crees que es amor, Devin, pero no lo es. En realidad
no. Admiras mi fuerza. Quieres ayudarme. Pero ni siquiera eres mi
amigo.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó, su voz perfectamente controlada—. ¿Cómo


puedes saber lo que estoy sintiendo? Me pongo una máscara para
ocultarlo de ti. De todos. Haría cualquier cosa por ti. Todo lo que siempre

276
quise es llevarte a la Orden, donde estarías a salvo de cualquier
Guardián tratando de matarte.

Se acercó a mí, y vi que Raven había estado de pie detrás de él todo el


tiempo. Mi corazón latía salvajemente. ¿Nos había seguido a los bosques?
¿Estaba sola, o había otros?

—Bueno, eso fue dulce —dijo Raven. Devin se dio vuelta—. Todos lo
sabíamos, por supuesto, pero no pensé que fueras tan estúpido como para
decirlo en voz alta. Rompiste la regla más grande. ¿Sabes lo que la Orden
va a hacer contigo? ¿Entiendes lo que va a suceder ahora? —Tal vez por
primera vez pude detectar ira real y emoción verdadera en la voz de
Raven. ¿Qué había sucedido para que ella estuviera tan cerca de
perderla?

—No —dijo Devin—. Todavía hay una oportunidad si ella entiende, si se


une a la Orden, entonces nada tiene que cambiar.

—¿Qué pasa con nosotros?

—No hay un nosotros. —Devin estaba temblando, con las manos en


puños a sus costados—. Todo esto es sólo una gran mentira. La Orden no
puede ver mi destino gracias a Skye. Ella cambió todo, borroneando
nuestro destino tanto que ya no importa. ¡Ella cambió el curso del
tiempo! Es una de nosotros, Raven. ¿No lo ves? Se suponía que tenía que
morir, y ella se sanó.

¿Lo había hecho? Eso explicaría la rapidez con que había mejorado, la
ausencia de cicatrices en cualquier parte de mi cuerpo. Pero también
sería…

—Tú, pobre y triste tonto —cantó Raven, su voz feroz—. ¿Realmente


crees que ella se curó? Apenas podía controlar sus poderes oscuros. ¿Qué
te hace pensar que era tan hábil con los de la luz?

277
—Entonces, ¿quién lo hizo? —gritó Devin. La intensidad de su voz me
sorprendió, haciendo eco a través de los árboles—. ¡No fui yo! ¡No podría
haber sido ningún Guardián!

—¡Yo lo hice! —Los ojos de Raven se llenaron con lágrimas. Era


impactante ver a alguien tan fuerte y terrible, a punto de romperse—.
¡Lo hice por ti! Porque no podía soportar la idea de que tuvieras que vivir
el resto de tus días sabiendo que has matado a la única persona que
amas en este mundo.

Devin se detuvo en seco. Inclinó la cabeza y la miró fijamente.

Me quedé boquiabierta cuando me di cuenta de que parecía casi humana.


Tenía un corazón. Tenía un alma. Todos los Guardianes lo tenían. No es
extraño que sus ojos siempre lucieran tan llenos de emoción, pero sus
rostros se mantuvieran estoicos. Ellos no podían —no tenían permitido—
expresar nada de eso. Tenía mucho sentido.

—¿En serio? —dijo en voz baja.

—Sí, Devin, lo hice. Evitaría que mi archienemigo muriera, sólo para


evitarte el dolor. Desafiaría todas los órdenes que me han dado sólo para
que no tengas que vivir el resto de tu vida con la culpa de matar a un ser
querido. Pero es una lástima —dijo ella, su voz tomando un borde
aterrador—, que no voy a tener tanta suerte.

—¿Qué? —dijo Devin.

—¡No! —grité—. ¡Alto!

Pero ya era demasiado tarde. Las alas de Raven se habían desplegado en


un abrir y cerrar de ojos, y antes de que nadie pudiera detenerla, ella
arrancó de ellas una sola pluma blanca. Mientras la sostenía en sus
manos, miré con asombro cómo se alargaba más brillante y elegante, y

278
antes de que me diera cuenta estaba sosteniendo una espada. Una
espada angelical.

Ella se abalanzó sobre él mientras Devin sacó su propia espada.

—¡Raven, no lo hagas! —grité—. ¡No lo mates!

Pero ella giró violentamente. Oí la rebanada repugnante de metal contra


la piel, y de repente todo lo que podía ver era sangre. Caí de rodillas,
sollozando.

—No —dije conmovida—. ¡No!

—Oh, ya basta —dijo Raven con voz pesada en jadeos desiguales—. No


malgastes tus lágrimas.

Miré hacia arriba. Y fue entonces cuando supe que algo había cambiado,
algo extraño había pasado a nuestro alrededor. Acababa de ser principios
de la tarde, pero ahora, bajo la noche oscura, las primeras estrellas
comenzaban a parpadear a través de las copas de los árboles, sombras
amenazadoras sobre todo.

Noté a Raven primero, arrugada en el suelo. El ocaso y las sombras


estaban jugando con mis ojos, y al principio pensé que sus alas estaban
en un ángulo extraño, haciendo que se vieran rotas, extrañamente
retorcidas. Luego, con horror, me di cuenta. Las hermosas alas blancas
de Raven ya no estaban unidas a su cuerpo. Habían sido cortadas de su
espalda. Ahora yacían a su lado, desiguales, mutiladas y manchadas de
rojo.

Cuando mis ojos se acostumbraron a la imagen, la figura descomunal de


Devin entró en foco. Se puso de pie encima de ella, mirando hacia abajo y
respirando con dificultad. Su espada se elevó por encima de su cabeza,
donde brillaba a la luz de las estrellas.

La sangre corría por la hoja, que goteaba en el suelo.

279
Raven se estremeció.

—Bueno, ¿quién podría haber predicho eso? —Ella sonrió tristemente,


haciendo una pequeña mueca y sosteniendo su mano contra su costado—.
¡Me has desterrado! Cortarme las alas, me destierra a la Tierra para
siempre. ¿No ves lo que hiciste? La Orden no me aceptará de regreso así.

—Él ve —dijo Ardith desde el borde del claro—. Él nunca va a parar,


Skye. Es la forma en que estaba programado. Es una máquina. No es
más que un peón.

Ardith se dirigió hacia mí y me levantó del suelo. Negué sollozando.

—Él nunca va a cambiar —dijo—. Siempre va a cumplir sus órdenes.


Siempre. Seguirá sintiéndose mal por ello y mantendrá el dolor escondido
en su interior, donde nadie pueda verlo. Pero va a seguir haciendo lo
mismo.

—¡No te creo! —grité—. ¡Podemos salvarlo!

—No, no podemos —dijo Asher. Su voz era más fría y aguda de lo que
nunca había oído antes. Ni siquiera lo había visto acercarse.

Extendió su hoja, el borde de ella peligrosamente cerca de la garganta de


Devin.

—Pero podemos evitar que suceda otra vez.

280
Capítulo 30
Traducido por Lizzie
Corregido por Angeles Rangel

—A
sher —le grité—. ¿Qué estás haciendo?

—Es mejor así —dijo—. Confía en mí. Juré que te


protegería. Les hice una promesa a ellos de que lo
haría. Con Devin lejos, serás más feliz. Estarás
segura. No tendrás que preocuparte más por él.

—¿Les hiciste una promesa a ellos? —repetí, y me tomó un segundo


completo asimilar el significado de sus palabras—. ¿A la Rebelión? ¿Esto
fue solo otra misión para ti? ¿Protegerme y matar a Devin? ¿Y lo
ocultaste de mí?

—Sabes que siempre ha sido más que eso para mí. —Me acordé de lo que
él y Ardith habían dicho ese día en la cabaña, cuando por primera vez me
había despertado.

La pasión es nuestro camino, pero el amor puede conducir a un ángel a la


locura, Asher. Puede interrumpir el cielo, cambiar el resultado de una
guerra.

Ardith había estado advirtiéndole que no dejara que el amor interfiriera


con su misión. Esta misión.

—¿Cómo puedes incluso separar deber y amor? —preguntó Asher


ahora—. ¿Cómo puedes hacer esa distinción? ¿Cómo puedes elegir? Yo te
protejo por ambas de estas razones. —Abrí la boca para decir algo, pero

281
él dijo—: No me llames traidor. No digas que te he traicionado. Todo lo
que hago es por ti. Matar a Devin también lo será.

Me di cuenta de que Cassie, Dan, e Ian estaban parados justo detrás de


él. Sus bocas estaban colgando abiertas en shock, y se les veía
aterrorizados.

—Basta —le dije, vacilante—. Deberías habérmelo dicho.

—Yo no podía, Skye. Nunca dejarías que sucediera.

—¡Por supuesto que no! —le grité—. ¡Pero yo merecía saberlo!

—Si lo hubieras detenido, hubieras estado luchando contra nosotros,


contra ti misma. ¡Él estaba tratando de ganarte para su lado! ¡Él no se
preocupaba por ti! Nunca lo hizo. ¿Crees que si amara, te habría
apuñalado a sangre fría? Estoy tratando de protegerte. ¡Todo es por ti!

—Él no sabe de qué está hablando —habló Devin de repente, y me di la


vuelta—. Es mucho más complicado que eso. Nunca tuve otra opción. No
por nada de esto, pero sobre todo cuando se trataba de ti

Ya no sabía qué pensar ni a quién creer. Pero en lugar de la confusión


que había sentido durante todo el invierno, de repente estaba viendo las
cosas con una dolorosa claridad. Había llegado el momento para dejar de
escuchar todo el ruido a mi alrededor y concentrarme en lo que mi propia
sangre me decía que hiciera.

Devin se volvió hacia mí.

—Skye —dijo simplemente en voz baja—. Lo siento por todo. Ellos me


obligaron a hacerlo. Siguen haciéndome hacer daño a la gente que yo…
—Se detuvo abruptamente. Luego se volvió a Asher y cayó de rodillas—.
Perdóname —susurró. Bajó la cabeza—. Solo hazlo. Acabemos de una vez
con esto.

282
—¿Qué? —jadeé—. ¡No, detente!

Asher no me miraba mientras daba un paso atrás. Luego, dio dos pasos
hacia adelante corriendo y trajo su espada en un arco en picada.

—¡No! —le grité—. ¡Él solo necesita estar libre de la Orden! Si es capaz
de tomar sus propias decisiones, ya verás que no es malo. —Pero yo no
podía ver. Aparté la vista, cubriendo mi cara en mis manos.

No escuché nada. Abrí los ojos.

La espada de Asher estaba a pocos centímetros del cuello de Devin. Él


estaba mirando directamente hacia mí.

—Está bien —dijo, su voz baja y uniforme—. Salta.

Devin miró hacia arriba.

—¿Qué?

—Salta —dijo Asher nuevo—. Conviértete en un Rebelde. O te mato.

Poco a poco Devin se levantó. Asher retrocedió un paso, pero él mantuvo


el nivel de la hoja en Devin todo el tiempo.

—Si me uno a la Rebelión —dijo Devin—, ¿me dejaras vivir?

—Si te unes y luchas con nosotros, si te comprometes a ayudarnos a


destruir a la Orden y devolver la libertad al mundo, entonces sí, te dejaré
vivir.

—Salta, Devin —le supliqué.

Sus enormes alas blancas se plegaron sobre sí mismas, retirándose a su


espalda. Cerró los ojos y puso una mano en la plana hoja de la espada de
Asher.

283
—Me comprometo al caos —dijo—. A la pasión, el desorden y la
renovación. Me comprometo a amar. A la libertad de amar. —Al decir sus
últimas palabras, alzó los ojos y se encontró con los míos.

Y cuando sus alas se desplegaron de nuevo, eran de un negro profundo,


laminado. Las plumas como la noche.

Solté el aliento que había estado conteniendo. Asher se acercó a Devin


hasta que sus narices casi se tocaban. Por favor, no, pensé
desesperadamente. No lo mates de todos modos. Poco a poco Asher le
tendió la mano.

—Bienvenido a la Rebelión —dijo. Devin trajo su propia mano y sacudió


la de Asher. Parecía que estaba en shock.

—Gracias —susurró—. Me voy a dedicar a su causa.

Raven lanzó un grito de dolor detrás de él y Devin se volvió y corrió hacia


donde estaba arrugada todavía en el suelo.

—Lo siento mucho —dijo, arrodillándose a su lado—. Raven, yo nunca


quise que esto sucediera. —Él miró a su alrededor sin poder hacer
nada—. Yo no puedo sanarte —dijo—. Voy a buscar a alguien que pueda
hacerlo. Te lo prometo.

La última vez que había oído esas palabras, había sido atacada por un
Tutor y un Rebelde estaba tratando de encontrarme ayuda. Esta vez, el
Rebelde era Devin.

—Yo lo haré. —Yo estaba arriba. Todos se volvieron a mirarme. Era la


última que hubiera pensado que habría sido voluntaria, y, sin embargo,
se sentía bien—. Raven me salvó la vida. Yo se lo debo. —Tuve la
sensación de que nuestras vidas estarían inextricablemente unidas de
aquí en adelante. Devin se veía tan agradecido, y por primera vez, sus
ojos se suavizaron.

284
—Gracias —dijo, tomando mis manos—. Aquí. Al igual que esto.

Puso las manos sobre ella. Cerramos los ojos y, por un momento, todo
quedó en silencio. Raven estaba perfectamente rígida mientras
convocaba a todos mis poderes de la oscuridad y la luz, todo lo que había
estado trabajando para controlar. Sentí que algo se agitaba bajo mis
manos.

—Tus ojos —dijo Devin, sosteniendo mi mirada—. Son plateados.

Podía sentirlo. Miré hacia abajo. Algo plateado, ligero y rápido salía de
las heridas en la espalda de Raven. El líquido mercurial se transmitía de
sus heridas, tomando forma en algo enorme y oscilante. Nuevas alas
estaban surgiendo en donde sus viejas habían estado. Pero ellas no eran
blancas, y no eran negras.

Eran de un plateado brillante.

—Lo hiciste —susurró Raven, poniéndose de pie lentamente y dejando


que las plumas se desplegaran detrás de ella—. Realmente lo hiciste. Yo
debería… —Ella se detuvo justo antes de decir algo sarcástico. Me miró a
los ojos y asintió levemente—. Gracias. Son hermosas.

Yo lo había hecho. Yo había pasado de fracasar en la restauración de la


vida a una pequeña flor alpina a la curación de las heridas grandes,
abiertas y angelicales. Como si estuviera pensando lo mismo, Devin
atrapó mi mirada. Se veía tan orgulloso, feliz, por primera vez desde que
nos conocimos.

De pronto sentí que algo empezaba a empujar a través de mi propia


espalda. Grité y me doblé, llevando mis manos detrás de mí para sentir lo
que estaba sucediendo. Cuando las aparté, goteaban, no era sangre, como
había temido, pero era el mismo líquido plateado. Los ojos de Devin se
abrieron como platos.

285
—Skye —dijo Asher con asombro.

Vi la sombra de mis alas depositarse sobre el pequeño claro en el bosque


antes de que me diera cuenta de lo que estaba sucediendo. Mis propias
alas, el mismo color plateado que las de Raven. Como las del cascabel.
Como mis ojos.

Asher se adelantó, con Ardith y Gideon cerca detrás de él, formando una
V.

—Raven, podemos darte la bienvenida a la Rebelión, también. Skye, ¿te


unirás oficialmente a nosotros ahora? Todos vamos a luchar contra la
Orden juntos.

Miré a mí alrededor al bosque. Mis amigos me rodearon, observando para


ver qué iba a hacer.

—Vamos, Skye —dijo Asher, ofreciéndome una mano para que yo la


tomara. Se veía tan optimista, tan seguro de que la alcanzaría y metería
mi mano en la suya. La primera brisa de la primavera le revolvió el
cabello negro, y sonrió—. Vamos.

Fue por eso que mi corazón se rompía con lo que iba a hacer.

Di un paso atrás.

—No puedo —le dije.

Por un momento, parecía como si no me hubiera oído. Él continuó


sosteniendo su mano hacia mí, levantando ligeramente las cejas con
sorpresa. Sus ojos oscuros se movieron, como si estuviera tratando de
procesar lo que acababa de decir.

—¿Qué? —Su voz no era más que un susurro.

286
—No —dije, esta vez más fuerte. Mi corazón estaba rompiéndose en
millones de pedazos de vidrio. Mis entrañas se sentían cortadas con
ellos—. Mis alas son plateadas, al igual que mis ojos.

—No hagas esto, Skye —declaró, con la voz quebrada por mi nombre.

—Asher, sabes que tengo que hacerlo. Lo has sabido desde hace un
tiempo. No soy un Rebelde, y no soy un Guardián. Yo no creo que incluso
significara que fuera algo. Necesito el equilibrio de ambos para poder
vivir sin ceder ante este poder. Soy las dos cosas y ninguna. La oscuridad
y la luz. No puedo existir sin la otra.

—Tú puedes —dijo. Su voz sonaba extraña y triste y desesperada. ¿Había


lágrimas en sus ojos? Miré hacia abajo, mordiéndome el labio y tratando
de no dejar que mis propias lágrimas se derramaran.

—No puedo. —Me obligué a seguir diciendo las palabras que sabía que
tenía que decir—. Tengo que terminar lo que mis padres empezaron.
Nací para hacer esto: para iniciar una nueva Facción. Estoy agradecida.
Con los dos. —Devin me miró y se encontró con mis ojos. Se sentía tan
mal estarme enfrentando a ambos, casi como si estuviéramos en el techo
de la escuela durante mi primera lección. Solo que esta vez, no iba a
aprender lo que necesitaba saber de ellos. Iba a tener que encontrarme a
mí misma—. Vamos a hacer nuestras propias reglas —le dije—. Tal vez
no hay tal cosa como la suerte, y todo esto se supone que debe suceder.
Pero si eso es cierto, mi suerte ha sido siempre la de tomar mis propias
decisiones. Mis padres murieron tratando de encontrar un camino para
que viviéramos todos nosotros. No puedo defraudarlos.

Raven dio un paso a mi lado.

—Tú y yo nunca nos hemos viste exactamente… de ojos a ojos. Ella hizo
una pausa, y me di cuenta que era un esfuerzo por ser agradable para
mí—. Pero nuestras vidas están conectadas ahora. Yo te salvé, tú me
sanaste. Nuestros poderes corren a través de la otra. Creo que nuestras

287
alas lo han dejado claro. —Ella tomó otro paso hacia mí—. Si yo no
pertenezco a ninguna parte en este universo ahora, estoy contigo, Skye.

—Me uniré a ti, también. —Miré para ver quién estaba hablando y vi a
Ian dar un paso hacia el claro. Se veía tan serio, tan decidido, y supe al
instante que íbamos a ser amigos para siempre, toda nuestra vida. Él
lucharía junto a mí, yo lo vi con mis propios ojos. Y si estuviera alguien a
mi lado, sería Ian. El leal y observador Ian, siempre observando, dándose
cuenta de que algo andaba mal, a un paso o dos detrás. Un pensamiento
extraño y repentino se me ocurrió, entonces. ¿Podría Ian ser un Rogue,
como la tía Jo? ¿Solo un poco, un poco fuera de sincronía, y rápido para
notar los poderes angelicales como mis ojos, incluso si él no sabía lo que
estaba viendo? Ambos compartían un odio particular por Asher, eso es
seguro. Un odio Rogue.

—Estoy detrás de ti al cien por ciento, Skye —dijo, dirigiéndose a mi lado


y al de Raven—. Y siempre lo he estado. Voy a morir luchando junto a ti.
—Él puso su brazo alrededor de mí y sonrió.

—Así que lo haré —dijo la tía Jo—. Siempre he dicho que debes seguir tu
propia estrella. Y no pertenezco a ninguna Facción, la Rebelión o la
Orden. Siempre he estado en algún lugar en el medio.

—¿Skye? —dijo Asher, y me volví hacia él finalmente. Parecía como si


estuviera luchando contra algo enorme en su interior. Me dolía el
corazón. En un mundo perfecto, no habría Orden y Rebelión. No habría
división de lados, nada que se interpusiera entre nosotros. Pero yo sabía
que estaba tomando la decisión correcta—. Te amo —dijo. Su voz
temblaba por el esfuerzo—. Te amo demasiado, es como si toda mi vida
me estuviera llevando hasta el momento en que te conocí. Y luego, tan
pronto como lo hice, vivía con el miedo, todos los días, de que serías
apartada de mí. —Él miró hacia abajo—. Nunca pensé que serías la que
lo hiciera.

288
—Te amo, también, Asher —susurré. En algún lugar, por los bordes del
claro, pude oír el suspiro de Cassie, y los pedazos de mi corazón se
rompieron en nítidos pedazos más pequeños. Sentí que todo mi cuerpo se
estaba rompiendo. Pero tenía que mantenerme fuerte—. Tengo que hacer
esto.

La mano de Asher cayó, finalmente a su lado, y quedó allí sin propósito,


como si su única razón de ser de repente se hubiera ido. A su lado, Devin
puso una mano en su espalda. Finalmente fui capaz de ver todas las
emociones en sus ojos, todo lo que ahora podría dejarse sentir. Y debajo
de la preocupación, vi algo más. Esperanza. ¿Pero era esperanza por mí?
¿Por la Rebelión? ¿Por el destino del universo? ¿Estaba esperando poder
salvarlo, o la esperanza de que todavía había una oportunidad para
nosotros ahora que estaba libre para amar?

No podía pensar en esas cosas por el momento. Tendrían que esperar. Yo


tenía una misión ahora, por mi cuenta.

Miré a Ian, Raven y la tía Jo. Estaban de pie a cada lado de mí, con las
manos a su lado, y, por primera vez, sentí mi propósito. Por fin tenía una
dirección clara. Yo sabía quiénes éramos y el viaje que íbamos a
emprender.

No éramos luz, y no éramos oscuridad. Estábamos en el medio. Éramos


algo fracturado y puesto de regreso junto de nuevo, mejor, más fuerte,
iluminando la noche

Fin
289
Desde la noche de su decimoséptimo
cumpleaños, Skye se ha dividido
entre dos opuestos: Luz y Oscuridad,
la Orden y la Rebelión, Devin y
Asher.

Pero su decisión sorprendió a ambos


bandos... porque no eligió a ninguno.

Con la ayuda de sus amigos, Skye


forja su propio camino, preparando
un levantamiento de Rogues. Los
traidores y esquivo medios ángeles
pueden ser la clave para mantener el
equilibrio del destino y el libre
albedrío. Sin embargo, completar la
misión que sus padres dejaron sin
terminar es más difícil y peligroso de
lo que podía haber imaginado. Y hacerlo tiene un precio: Su amor más
grande ahora puede ser un enemigo mortal.

Porque no es sólo la Orden que la ve como una amenaza que debe ser
eliminada. La Rebelión también lo hace.

Y ambas partes van a hacer lo que sea para ganar.

Días oscuros están por venir, y si Skye quiere sobrevivir, ella tendrá que
confiar en sus poderes extraordinarios y la fuerza de su voluntad. Porque
tiene un futuro —y un amor— por el que vale la pena luchar.

La majestuosa historia oscuramente romántica que comenzó con A


Beautiful Dark y reunió intensidad en A Fractured Light llega a una
conclusión emocionante en A Radiant Sky.

290
Joselyn Davies

Escribo libros sobre adolescentes que se encuentran en situaciones


extraordinarias. Mi primera novela, A Dark Beautiful, salió el 27 de
septiembre de 2011 de HarperTeen, un sello de HarperCollins
Publishers.

Jocelyn edita escritos de jóvenes adultos en una casa de publicidad en


Nueva York, un trabajo que le ha permite cultivar un gran interés en
todo lo relacionado con la angustia, la comedia y/o no correspondidas.
Vive en un apartamento camuflado de puros libros.

Visítala en línea en:

www.joselyndavies.com.

291
Créditos
Moderadora: LizC

Staff de traducción Staff de corrección

LizC BrendaCarpio
Carmen170796 Angeles Rangel
Teffe_17 flochi
Skye V!an*
Alexiacullen Laurence15
Saphira Mlle_Janusa
Kachii Andree
Nanami27
Dai Recopilación y revisión
Helen1
Norita_30 Angeles Rangel
Maru Belikov
Lalaemk
Diseño
Maru Belikov
Lizzie July

292
Visítanos

http://www.bookzingaforo.com/

293

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