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C ol e cc ión l e t r a s
dramaturgia
Blanca Doménech
El mal de la piedra
Eruviel Ávila Villegas
Gobernador Constitucional
Consejo Editorial: José Sergio Manzur Quiroga, Ana Lilia Herrera Anzaldo,
Joaquín Castillo Torres, Eduardo Gasca Pliego,
Luis Alejandro Echegaray Suárez
Comité Técnico: Alfonso Sánchez Arteche, Félix Suárez,
Marco Aurelio Chávez Maya
Secretario Técnico: Ismael Ordóñez Mancilla
El mal de la piedra
©Primera edición: Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México, 2016
ISBN: 978-607-495-484-5
Impreso en México
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o proce-
dimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México, a través del Consejo
Editorial de la Administración Pública Estatal.
El mal de la piedra
El interior de la basílica del Valle de los Caídos. La escena se sitúa en un
pasadizo de la parte superior. El techo en forma de bóveda está cubierto
con una gran tela protectora y las paredes con andamios. La potente luz
de un foco se balancea en la penumbra del espacio. Miranda desciende
de uno de los andamios. Da un pequeño salto hasta el suelo. Está vestida
con un mono de trabajo color azul. Se quita el casco, los guantes y la
mascarilla. Deja el faro de luz sobre una mesa repleta de utensilios. Es
entonces cuando podemos ver a A ndrés parado frente a ella, en silencio.
Miranda retrocede, sorprendida.
Miranda: ¿Cómo?
Pausa. Se miran.
Andrés: ¿Y bien?
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Miranda: Ya.
Andrés: ¿Entonces?
Miranda: ¿Qué?
Miranda: Lo sé.
Andrés: ¿Aquí?
Andrés: Claro.
Andrés: Sí.
Miranda: Exacto.
Silencio.
Miranda: Sí.
Miranda: A mí también.
Miranda: ¿Y?
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Andrés: ¿Cuál?
Pausa.
Andrés: No.
Miranda: ¿Dónde?
Andrés: Aquí.
Miranda: Sí.
Andrés: Es peligroso.
Andrés: No es lo típico.
Andrés: El diagnóstico.
Andrés: Te gusta.
Andrés: ¿Tanto?
Pausa.
Andrés: Claro.
Andrés: ¿No?
Miranda: No.
Miranda: Ésos.
Miranda: Nunca.
Andrés: ¿Y en el Valle?
Miranda: Tampoco.
Andrés: Sí.
Andrés: Sí.
Andrés: ¿David?
Miranda: Sí.
Andrés: Es problemático.
Miranda: No.
Andrés: No lo hagas.
Pausa.
Miranda: Sí.
Andrés: ¿Y entonces?
Andrés: ¿Cómo?
Miranda: No.
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Miranda: ¿Quién?
Silencio.
Andrés: ¿Qué?
Pausa.
Pausa.
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Miranda: ¿No?
Miranda: ¿Neutral?
Andrés: Yo no te lo recomendaría.
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Silencio.
Andrés: ¿Y esto?
Andrés: Nada.
Miranda: Sí.
Andrés: A saber.
Miranda: Pregúntale.
Andrés: No.
Miranda: ¿Entonces?
Miranda: ¿Profesor?
Oscuro.
Ruidos e interferencias.
Ruidos e interferencias.
Ruidos e interferencias.
Miranda: Hola.
Andrés: ¿David?
Miranda: David.
Andrés: Claro.
Miranda: ¿Cualquiera?
Miranda abre el libro. El sonido del walkie se hace más fuerte por unos
segundos y las interferencias se intensifican. Andrés apaga el aparato.
Oscuro.
Andrés: Sí lo es.
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Andrés: ¿Cuál?
Miranda: No.
Andrés: ¿Entonces?
Miranda: Nada.
Andrés: Cógelo.
Andrés: Sí.
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Miranda coge el libro. Abre una página al azar. Mira a Andrés. Lee.
Andrés: ¿Y eso?
Miranda: ¿Tanto?
Andrés: Sí.
Miranda: No me extraña.
Andrés: ¿Es…?
Miranda: Nada.
Andrés: Ya.
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Andrés: ¿Qué?
Miranda: Nada.
Andrés: Claro.
Pausa.
Miranda: Veintinueve.
Miranda: He estudiado dos carreras. Historia y res-
tauración. He estudiado historia. ¿Entiendes?
Andrés: ¿Y qué?
Andrés: Te han obligado a sufrir sus heridas. Mira
cómo te pones al hablar de ello.
Andrés: ¿Y?
Oscuro.
Andrés: Derecho…
Andrés: ¿Y ahora?
Miranda: ¿Qué?
Miranda: No tanto.
Miranda: Carlos.
Miranda: ¿Cuál?
Miranda: ¿Yo?
Miranda: ¿Cómo?
Miranda: Es mi trabajo.
ompañeros de la u
C niversidad, con carrera,
con másters. Y eso nos afecta en todos los
sentidos. Estamos desmotivados. Perdidos.
Estamos t ratando de salir adelante.
Miranda: ¿Cómo?
Andrés: Tu novio.
Miranda: ¿Perdona?
Miranda: ¿Y?
Se escucha un disparo a través del walkie y gritos. Otros dos disparos. Los
gritos crecen en intensidad.
Oscuro.
Espera.
Miranda: ¿Y entonces?
Andrés: Qué.
Miranda: ¿Heridos?
Andrés: Dos.
Miranda: ¿Quién?
Andrés: Tranquila.
Pausa.
Miranda: ¿Y el otro?
Pausa.
Andrés: Grave…
Andrés: No.
Miranda: ¿Qué?
Andrés: David.
Silencio.
Miranda: ¿Conmigo?
Miranda: ¿Y?
Pausa larga.
Andrés: Tranquila.
Andrés: ¿Ocultar?
Miranda: No es mi exnovio.
Andrés: Como…
Andrés: Tu enemigo.
Andrés: Una vez estuve colado por una del p ueblo. Si-
gue viviendo por aquí. Ahora tiene dos hijos y
un marido que le pega. Estuve colado por ella,
pero me rechazó. Cuando la veo lo único que
siento es lástima de ella. Pobre infeliz. (Pau
sa.) ¿Estás bien?
(Voz en off.) Por la carretera. Por ahí creo que hay una bata-
lla campal. Cambio.
(Voz en off.) ¿Qué tal está el asunto ahora por ahí? Cambio.
Poco a poco las voces del walkie se esfuman y de nuevo se hace la luz en
la caseta.
Andrés está sentado en su butaca con las piernas sobre la mesa. Ojea un
libro. Entra Miranda. Muy alterada. Andrés comienza a leer lo que está
en la carátula del libro.
Andrés: ¿Quiénes?
Andrés: ¿Qué?
Andrés: ¿Odio?
Miranda: Odio.
(Voz en off.) Vamos a ver. Vamos a ver. Tres tíos se han su-
bido hasta la basílica. Cambio.
Oscuro.
Miranda: No.
Andrés: Bebe.
Miranda: Quita.
Andrés: Bebe.
Andrés: Bebe.
Oscuro.
Andrés: ¿Qué?
Miranda: Sí.
Andrés: Claro.
Andrés: ¿Carlos?
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Miranda: Mi novio.
Andrés: ¿Hotel?
Miranda: ¿David?
Andrés: David.
Andrés: Me confundí.
Andrés: ¿Yo?
Oscuro final.
El mal de la piedra en su contexto
Entre 1940 y 1959 se construyó el Valle de los Caídos por o
rden del
dictador Francisco Franco, vencedor de la Guerra Civil española de
1936 a 1939. Se valió, para ello, del trabajo esclavo de los presos
republicanos condenados a trabajos forzados. Situado en la sierra
madrileña, muy cerca del monasterio de San Lorenzo de El Escorial,
donde están enterrados los reyes españoles desde Felipe II, en el
complejo del Valle de los Caídos se hallan una abadía benedictina
y una basílica excavada en la roca, que perfora la montaña en una
longitud de doscientos sesenta y dos metros.
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