Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
VICERRECTORADO ACADÉMICO
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
ESCUELA DE DERECHO
INFORME
LA DEMANDA DE NULIDAD
DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS
Participante:
El Recurso
Recurso de Nulidad
Por tanto, la dicotomía entre el recurso por exceso de poder y el recurso de plena
jurisdicción, por un lado, y el pretendido carácter objetivo y subjetivo del
contencioso administrativo, por el otro, ha quedado desfasada por la irrupción de
pretensiones inequívocamente subjetivas en el marco del recurso por exceso de
poder. No en vano García de Enterría, al hacer el balance de la justicia
administrativa en el siglo XXI, ha aseverado que el “viejo artefacto” del exceso de
poder “puramente objetivo”, neutral, “reducido a un abstracto control de la
legalidad”, ha quedado definitivamente afectado “por la entrada resuelta en su
senda de perspectivas inequívocamente subjetivas”. Al hilo del control de la
legalidad “... se trata ahora abiertamente de que los ciudadanos obtengan la
restitución de las ventajas personales de que una ilegalidad administrativa les
había privado...”
Puede afirmarse que en Venezuela existe una única acción o recurso, hoy
llamado demanda de nulidad contra actos administrativos de efectos particulares
en la cual se puede solicitar tanto el control objetivo del acto como el
restablecimiento de las situaciones jurídicas subjetivas lesionadas, ya que en
nuestro ordenamiento jurídico el sistema contencioso administrativo, por
imperativo del artículo 259 de la Constitución, está integrado por jueces que tienen
facultad no sólo para declarar la nulidad de actos administrativos generales o
individuales contrarios a derecho, sino para condenar igualmente a la
Administración al pago de sumas de dinero, a la reparación de daños y perjuicios y
al restablecimiento de la situación jurídica infringida.
Es por ello, que esta delimitación se encuentra ratificada en el artículo 9 de la Ley
Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa que prevé que los órganos
de la Jurisdicción Contencioso Administrativa serán competentes para conocer de
las impugnaciones que se interpongan contra los actos administrativos de efectos
generales o particulares contrarios a derecho, incluso por desviación de poder;
asimismo conocerá de las pretensiones de condena al pago de sumas de dinero y
la reparación de daños y prejuicios originados por responsabilidad contractual o
extracontractual de los órganos que ejercen el Poder Público. De esta forma, se
autoriza al recurrente para acumular en su solicitud de nulidad pretensiones de
condena propias de la plena jurisdicción.
Es de orden público.
Reglamentos, definidos por el Profesor Ramón Parada como “…toda norma escrita con
rango inferior a la Ley dictada por una Administración pública…”
Vías de hecho, que según la doctrina española Garrido Falla, es definida como aquella
actuación material en la que incurre la Administración y que ha debido legitimarse
mediante la producción de un acto administrativo previo. Se trata de una actuación de la
Administración Pública que por su grado de ilegitimidad, al carecer de fundamento jurídico
que la sustente ocasiona una pérdida inmediata de todas las prerrogativas que
caracterizan a la actividad de la Administración Pública, como es el principio de
ejecutividad, la inmediata eficacia, la revisión previa en sede administrativa, entre otras”.
COMPETENCIA:
Por otra parte, dado que la Constitución y la Ley Orgánica del Tribunal Supremo
de Justicia del año 2004 determinaron la creación de una nueva jurisdicción
contenciosa: la electoral, regulada en el artículo 297, haremos también alusión a
las competencias conferidas en materia de demandas de nulidad contra actos
administrativos de contenido electoral, o actos electorales, si cabe esta distinción,
a la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, órgano encargado de ejercer
la jurisdicción contencioso electoral y, por otra parte, la ambiental y agraria,
atribuidas por el artículo 5, párrafo 44 de la LOTSJ a la Sala de Casación Social
de ese Tribunal. Finalmente, haremos referencia a los Juzgados Superiores
Contencioso Tributarios quienes forman parte de la Jurisdicción Contencioso
Administrativa, cuyo régimen especial es el previsto en el Código Orgánico
Tributario.
La sentencia del 22 de junio de 1982 del CSJ en SPA, que estableció que el
silencio administrativo es una garantía que permite agotar la via administrativa en
ausencia de acto, pero no es un acto, lo cual no obsta para que se recurra al
contencioso, pero que podría no tener utilidad alguna, pues si el acto no se
produjo ¿Qué se podría anular?. Entonces, surge el recurso contra la abstención o
carencia tomado de los tratados de Paris y Roma, origen de la comunidad
económica Europea, según CSP.
En tal sentido, la Sala ha señalado en reiterada jurisprudencia que los actos emanados de
las Inspectorías del Trabajo son actos administrativos cuyo control de legalidad está
sometido a la jurisdicción contencioso-administrativa (Tribunal Supremo de Justicia, Sala
Político Administrativa, 2006).
En tal sentido, la Sala ha señalado en reiterada jurisprudencia que los actos emanados de
las Inspectorías del Trabajo son actos administrativos cuyo control de legalidad está
sometido a la jurisdicción contencioso-administrativa (Tribunal Supremo de Justicia, Sala
Político Administrativa, 2006).
En el caso del Ministro del Trabajo, a tenor de lo dispuesto en la LOCSJ artículo 42, era la
S.P.A. la competente, pero, en el caso del Inspector del Trabajo decidió la para entonces,
Corte Suprema de Justicia que no sería la Corte Primera en lo Contencioso Administrativo
quien conociera sino los tribunales laborales.
Esta fue la tesis de la Corte desde mucho antes, así ya el 24 de Octubre de 1973, la SPA
había dicho “ya que todo lo relativo al campo laboral, en esta materia es de la
competencia de los tribunales del trabajo” (Corte Suprema de Justicia citada en Brewer,
1993:28).
No obstante, a veces esos cambios constante en vez de adaptarse o
mejorar las condiciones sociales y jurídicas, las empeoran, creando mas
burocracia, estados de indefensión, inseguridad jurídica y en algunos casos hasta
la desnaturalización de la razón de ser de las instituciones, competencias o las
finalidades de las normas jurídicas.
En este sentido, el presente ensayo jurídico, analiza la competencia de los
tribunales laborales para conocer las demandas de nulidades de los actos
administrativos emanado de las Inspectorias del Trabajo, que le ha sido atribuida
mediante una excepción establecida en la normativa de la Ley Orgánica de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa del año 2010, y según lo han indicado
algunos doctrinarios las nulidades de los actos administrativos deberían ser
conocidas por la jurisdicción contencioso administrativa y no por la laboral,
creando un enfrentamiento de criterios de conocedores del derecho que tienen
bases en principios jurídicos sólidos.
Sin embargo, esa aplicación de la Justicia no solo corresponde a los
órganos jurisdiccionales, sino también a los órganos administrativos que en aras
de colaborar con los otros órganos del Estado, resuelven controversias entre dos o
más pretensiones expresado en Actos Administrativos, que a su vez tiene otra
función que es el descongestionamiento de los órganos jurisdiccionales.
Es decir, que la función jurisdiccional como la facultad de resolver los
conflictos o pretensiones entre dos o más partes, la ejerce en primer término los
órganos del Poder Judicial como función típica o preponderante de los mismos,
pero que los órganos que componen el Poder Ejecutivo también tienen esa
función, claro, la diferencia es que los actos dictados por el Poder Judicial en
función jurisdiccional se llaman “Sentencia”, pero los actos dictados por el Poder
Ejecutivo en dicha función se llaman “Actos Administrativos”.
No obstante, esa actuación administrativa, expresados en actos
administrativos sean emanados de cualquier ente u órgano de la Administración
Pública, sea cual sea el motivo, a pesar de que gozan del principio de presunción
de legitimidad y en consecuencia, deben ser ejecutados inmediatamente, pueden
ser controlados o revisados por los órganos jurisdiccionales para controlar su
legalidad.
Para ello, se crea una jurisdicción especial dentro de la organización
jurisdiccional que tiene como finalidad controlar o revisar dichos actos
administrativos, para aplicar el principio que es conocido como el “Principio de la
Universalidad del Control Judicial sobre los actos estatales”, dentro de los cuales
se encuentran los actos administrativos.
Sobre este tema, Brewer-Carias (2005), señala que: “…todos los actos
estatales están sometidos a control judicial, por lo que en el ordenamiento jurídico
venezolano no hay estatales excluidos de control” (p. 151)
En consecuencia de dicho principio, el artículo 259 de la nuestra Carta
Magna, indica que Los órganos de la jurisdicción contencioso administrativa son
competentes para anular los actos administrativos generales o individuales
contrarios a derecho, incluso por desviación de poder y se dispondrá todo lo
necesario para el restablecimiento de las situaciones jurídicas subjetivas
lesionadas por la actividad administrativa.
Ahora bien, cuando se dice que: “la Administración Pública dicta Actos
Administrativos”, se refiero a ese: “conjunto de órganos y entes que conforman en
primer término por el Poder Ejecutivo”, y en tal sentido, el Ministerio del Poder
Popular para el Proceso Social del Trabajo, está conformado por varios órganos y
entes que en su conjunto hacen que dicho Ministerio cumpla sus fines, que es la
protección del proceso social del trabajo, estipulado en el artículo 9 de la Ley
Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras en los siguientes
términos:
Competencias del Poder Ejecutivo y Legislativo
Artículo 9º. La legislación y regulación jurídica en las materias
de trabajo y seguridad social son competencia exclusiva del
Poder Público Nacional, a través de los poderes y Ejecutivo
Legislativo de conformidad con la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela. En consecuencia, los estados y los
municipios no podrán dictar leyes, ordenanzas ni previsión alguna
sobre estas materias. Quedan a salvo las disposiciones que
dichas entidades dicten para favorecer a los trabajadores y a las
trabajadoras que presten servicio bajo su dependencia, dentro de
las normas pautadas por la legislación laboral.
MEDIDAS CAUTELARES
Las dictadas mediante providencias judiciales, con el fin de asegurar que cierto
derecho podrá ser hecho efectivo en el caso de un litigio en el que se reconozca la
existencia y legitimidad de tal derecho. Las medidas cautelares no implican una
sentencia respecto de la existencia de un derecho, pero sí la adopción de medidas
judiciales tendentes a hacer efectivo el derecho que eventualmente sea
reconocido. (p. 584).
Requisitos de Procedencia
A este requisito del fumus boni iuris, se le define como: la indagación que hace el
juez sobre la probabilidad cualificada, sobre la apariencia cierta, de que el derecho
invocado por el solicitante de la medida cautelar en la realidad exista y que, en
consecuencia, será efectivamente reconocido en la sentencia final. Se trata de la
apariencia de que la pretensión del solicitante prosperará en el fallo de fondo.
Hay que resaltar que, a fin de que el actor cumpla su carga procesal para
demostrar esta apariencia de buen derecho, no resulta suficiente que éste se
limite a alegar la procedencia de su pretensión, sino que deberá acompañar algún
tipo de prueba que permita al juez presumir objetivamente que al solicitante le
acompaña ciertamente el derecho invocado.
Por su parte, el peligro en la mora o periculum in mora, vinculado con la
irreparabilidad de los daños, se refiere al peligro de daño que teme el solicitante
de que no se satisfaga su derecho o que éste resulte infructuoso como
consecuencia del tiempo que deberá esperar para obtener la tutela judicial
definitiva. Estos daños irreparables resultan una condición para la suspensión de
efectos del acto impugnado, daños que no podrán ser genéricos, eventuales o
inciertos, sino que deberán consistir en un perjuicio especial que lesione directa y
personalmente la esfera jurídica del solicitante. Asimismo, se señala que para la
jurisprudencia su producción tiene que derivarse directamente del acto
administrativo impugnado, en una relación de causalidad ejecución del acto-daño
irreparable producido, así como que no pueden ser los derivados como una
consecuencia “natural o normal” del acto administrativo, sino que será necesario
que se trate de efectos “extraordinarios”.
Por último se tiene que la base legal de los ya explicados requisitos se encuentra
en el Artículo 104 de la Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso
Administrativa, el cual dispone:
Tal y como ha sido establecido por la doctrina procesal, las medidas cautelares
son aquellas que garantizan la ejecución de las decisiones, mediante la
conservación, prevención o aseguramiento de los derechos que corresponde
dilucidar en el proceso.
Las medidas cautelares son un instrumento que sirve para evitar ese peligro de
que la justicia pierda o deje en el camino su eficacia. Son medidas que se adoptan
al interponerse un recurso, con la finalidad de asegurar provisionalmente los
bienes, la situación jurídica, el derecho o interés de que se trate, para que la
sentencia que en su día declare el derecho del recurrente, pueda ser ejecutada
eficaz e íntegramente.
Se presenta entonces como una facultad y al mismo tiempo deber del juez, como
director del proceso, de asegurar las resultas del juicio, pues tal como lo expresa
Ortiz- Álvarez:
“El sentido común deja ver que para que exista una buena administración de
justicia, que garantice tanto los intereses de los particulares como de la
Administración, es esencial que los litigios contencioso-administrativos sean
juzgados rápidamente (giustizia ritardata giustizia denegata) o que, al menos, el
juez contencioso administrativo disponga de las más amplias- y rápidas-
posibilidades de dictar medidas cautelares. Esta Posibilidad es, y esto hay que
tenerlo muy en cuenta, una de las más contundentes manifestaciones del derecho
a la tutela judicial efectiva”
Respecto al poder cautelar del Juez Contencioso Administrativo, la Sala
Político Administrativa mediante sentencia Nº 00662 del 17 de abril de 2001
(Caso: SOCIEDAD DE CORRETAJE DE SEGUROS CASBU, C.A. vs.
Superintendencia de Seguros) estableció lo siguiente:
“…en virtud del derecho a la tutela judicial efectiva consagrada actualmente en los
artículos 26 y 257 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el
Juez contencioso administrativo se encuentra habilitado para emitir todo tipo de
medida cautelar que se requiera en cada caso concreto, esto es, puede decretar
todo tipo de mandamientos, -como la suspensión del acto recurrido, medidas
positivas e incluso anticipativas- ante todo tipo de actividad o inactividad
administrativa, incluyendo actos de efectos particulares o generales, actuaciones
materiales, vías de hecho, abstenciones etc. (...) el Juez tiene un amplio poder
cautelar general, que le permite tomar cualquier medida cautelar para garantizar el
derecho constitucional a la tutela judicial efectiva y el único criterio que debe ser
siempre valorado por el juez contencioso administrativo para la adopción de una
medida cautelar, es la concurrencia del fumus boni juris y del periculum in mora.
En efecto, son estos los requisitos legitimadores para la adopción de medidas
cautelares, y que constituyen garantía suficiente de que las sentencias de fondo
que se dicten sean plenamente ejecutables, evitándose que los efectos del
proceso, perjudiquen a quienes tienen razón, quedando así, garantizado el
derecho fundamental de los ciudadanos a una tutela judicial efectiva…”
En ese sentido, el tribunal contará con los más amplios poderes cautelares para
proteger a la Administración Pública, a los ciudadanos o ciudadanas, a los
intereses públicos y para garantizar la tutela judicial efectiva y el restablecimiento
de las situaciones jurídicas infringidas mientras dure el proceso. En causas de
contenido patrimonial, el tribunal podrá exigir garantías suficientes al solicitante.
PRUEBAS ADMISIBLES:
Prórroga por una (1) sola vez de diez (10) días de despacho del lapso de
evacuación.
Guasp apunta que el objeto de la prueba lo constituyen los mismos datos que
integran el contenido de las alegaciones procesales. Existe entonces una
identificación de principio entre objeto de la prueba y objeto de la alegación
aunque, como bien lo señala, puede ocurrir que el dato no alegado sea probado
directamente o que no se admita o sea innecesaria la prueba de una alegación.
La Carga de la Prueba
En el procedimiento contencioso administrativo el principio general en esta materia
es que tanto la Administración como al particular les corresponde probar los
hechos alegados en el contencioso administrativo.
1) El daño: debe ser cierto y efectivo, así como especial o personal, lo que implica
que el mismo esté individualizado con relación a una persona o grupo de
personas. Además debe ser antijurídico, esto es, que se trate de un daño que el
administrado no tiene el deber jurídico de soportar.
“De acuerdo al texto del artículo 140 del Texto Fundamental citado, los elementos
constitutivos que deben concurrir para la procedencia de la responsabilidad de la
Administración, son: a) que se haya producido un daño a los administrados en la
esfera de cualquiera de sus bienes y derechos; b) que el daño infligido sea
imputable a la Administración, con motivo de su funcionamiento, sea éste normal o
anormal; y c) la imprescindible relación de causalidad que debe existir entre el
hecho imputado a la Administración y el daño efectivamente producido por tal
hecho.