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Los Sacerdotes Que Viven Unidos
Los Sacerdotes Que Viven Unidos
219-223
N
O HAY NADA CÓMO LA LLUVIA DE PRIMAVERA para refrescar la tierra
después del invierno. El año sacerdotal era esta lluvia por la
iglesia, una verdadera cascada de bendiciones fluyendo sobre
ella. Estas bendiciones tomaron muchas formas de renovación sacerdotal.
Entre ellas, unas noticias y eventos positivos destacan los buenos efectos de
este año por el Pueblo de Dios. Por citar unos, desde el mundo de los jóve-
nes, un muchacho creó un grupo de Facebook para afirmar la vocación sa-
cerdotal que atrayó 27,000 seguidores en trece países en poco más que un
mes. Del mundo artístico, se presentó en Roma un libro que rinde tributo
visual al sacerdocio, The Priest; The Image of Christ through Centuries of
Art (El sacerdote; El imagen de Cristo a través de siglos de arte). En
cuanto testimonios de santidad sacerdotal, hubo la beatificación de un sa-
cerdote capuchino en Barcelona y de un sacerdote carmelita en Roma. En
cuanto expresiones de renovación al nivel nacional, en Polonia, por la pri-
mera vez en cuarenta años, hubo la peregrinación nacional de sacerdotes al
santuario de la Virgen de Jasna Góra en lo cuál dos cardenales, cincuenta
obispos, y tres mil sacerdotes participaron. Este último hecho es una ben-
dición singular que merece una consideración aparte. Nos habla de las acti-
vidades de los sacerdotes entre sí. Podemos resumir esta dimensión en una
frase: la fraternidad sacerdotal. Es una dimensión del sacerdocio que de-
be renovarse siempre y tiene fuerza no sólo traer más vocaciones al sacer-
docio, pero también, más almas a la iglesia católica.
Hace casi cincuenta años, el entonces arzobispo de Milán, el cardenal
Montini, dedicó una homilía iluminadora precisamente sobre este tema de
fraternidad sacerdotal durante la misa crismal del Jueves Santo. Él explicó
la importancia de fraternidad y solidaridad entre los sacerdotes mismos en
clave del mandatum novum que Jesucristo dejó a la Iglesia en la Última
Cena. El espíritu en cuyo el cardenal había compartido tales palabras siga
vivo y alimentadora por nosotros hasta hoy, y por esta razón, atrae nuestra
consideración de hacer el recorrido de sus pensamientos y son dignos de
comentario y de meditación personal. Lo tomamos cómo guía unas de sus
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está en las palabras que él pone en la boca de Cristo para expresar como el
sacerdote ama: “Tu amerai col mio cuore”, (Tú amerás con mi corazón).
Según tal expresión, cuando el sacerdote ama a alguien, ama no como
hombre, pero, como Dios.
Entonces, el cardenal pasa a la consideración del mandamiento de
amar como Cristo ha amado a ellos. Él encuentra en esta palabra del Señor
una cierta confusión que él atribuye a la débil natura humana, incapaz de
amar tanto. En el desarrollo de la reflexión, abre el significado de la pala-
bra. Reconoció que el amor exigido por Cristo es un amor sin límites. Dice
“... ciò significa che noi siamo chiamati ad un amore esagerato, ad un
amore che non ha misura, un amore che non ha confini.” (...lo que sig-
nifica que nosotros estamos llamados a un amor exagerado, a un amor que
no ha medida, un amor que no tiene límites.) Estas palabras destaca un
hecho asombroso. Al sacerdote es posible lo que es imposible a un hombre
sin Cristo, a saber, es posible amar sin límites como el Sacerdote Eterno.
Sólo tal Sacerdote ha elevado otros hombres a su sacerdocio, y sólo él ha
dado el poder de amar como él ama. Por medio del sacerdocio de Cristo el
camino de un amor superior está abierto al mundo. Podemos decir que el
sacerdote es curado de su amor débil y hecho curador de tal debilidad en-
tre los hombres.
Pasamos al úlitmo punto de la homilía. Ahora, encontramos el pedazo
central de un cuadro bellísimo sobre el sacerdocio. Montini dice “Il Signore
dice che la carità...deve essere invicem..., ciòe fra di noi Sacerdoti.’” Ya
está llegando al colmo de su reflexión. El mandatum novum se encuentra
en el cuadro del sacerdocio. La caridad está exigida de los sacerdotes antes
de todos. Esto vale muchas horas de meditación. El Señor decidió en su sa-
biduría eterna de anunciar el nuevo mandamiento en el contexto sacerdo-
tal. Este hecho cambia las relaciones de los hombres entre sí. Con esto, na-
ció una nueva asociación entre los hombres, una red completamente sui
generis. Cristo compartió su sacerdocio no con cualquier hombre pero sólo
con los que él ha escogido. La nueva fraternidad empezó a existir nutrida
con las palabras de Jesús y centrada en su persona y misión.
Si los sacerdotes deben practicar caridad entre sí, entonces es cómo el
Señor está creando aquí una relación que va a moldear las vidas de esta fra-
ternidad nueva. En las palabras del Montini, “Il Signore stabilisce un cir-
cuito di carità che deve legare noi Sacerdoti ad un anello di affeto, di
simpatia, di solidarietà, di stima reciproca, di amore che no ha parago-
ne con nessuna altra associazione…” (El Señor establece un circuito de
caridad que debe ligarnos sacerdotes a un anillo de afecto, de simpatía, de
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