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Los humanistas se apoyaron también en grandes pensadores de la

antigüedad, como lo fueron Aristóteles y Platón, para desarrollar su teoría


acerca de que el conocimiento era el que le daba el poder a las personas,
brindándoles felicidad y libertad al mismo tiempo, teniendo en cuenta que
en cierto modo la libertad es poder.

actualmente esta corriente se opone a tendencias consumistas, al


narcisismo y exaltación corporal, y a todo aquello que implique un fin de
explotación del humano, principalmente de su cuerpo. Por supuesto que
también está en oposición a las condiciones laborales deplorables en las
que se encuentran muchos trabajadores y a la discriminación.

Esta corriente se proponía restaurar todas aquellas disciplinas que de


algún modo pudieran ayudar a tener un mayor conocimiento y una mejor
comprensión de estos autores que consideraban grandes sabios, además de
pensar que planteaban un modelo de conocimiento mucho más puro que el
existente en la Edad Media.

Para comenzar con este cambio se reformuló el modelo de educación que


en ese entonces había, teniéndose en cuenta el estudio de clásicos latinos y
griegos y abriéndose nuevas escuelas que promovían el estudio de otros
idiomas y de las letras clásicas, desterrando el trivium y el cuadrivium
(modelos anteriores).

Se desarrollaron también ciencias como la gramática, la retórica,


la literatura, la filosofía moral y la historia, las cuales son ciencias que
se encuentran ligadas estrechamente al espíritu humano.

También se trató de eliminar todos aquellos sistemas cerrados que no


permitían la multiplicidad de perspectivas del pensamiento. Se pensaba que
con este cambio se alcanzaría el desarrollo total del hombre: físico y
espiritual, estético y religioso.

La generación de este cambio fue lo que abrió paso para lo que hoy es la
escuela secundaria, también llamada humanista. Lamentablemente, con el
tiempo se perdió el interés en este tipo de enseñanza y terminó siendo un
tipo de instrucción que recibían algunos pocos privilegiados.

El Humanismo se caracteriza básicamente porque vuelve a la sabiduría


clásica. Los humanistas estaban bastante interesados en volver la vista atrás
para estudiar el pasado, los hombres de esta corriente le dan valor al ser
humano por lo que es: un ser natural e histórico.
Por esta razón es que se distinguen de la anterior edad, porque dejan de
ver al hombre desde la perspectiva teológica. No es que invalidaran a
la religión, sino que consideraban que ésta tenía una función civil
determinada y que era una herramienta para mantener la paz de una
sociedad.

EXPONENTES

Leonardo Bruni (1369 – 1444)


Entre sus obras más destacadas se encuentra su Historia Florentini Populi,
en la cual plasma en 12 volúmenes una visión de la Historia de Florencia,
que destaca por su temprano y acertado método historiográfico.
Igualmente, Brudi fue un gran traductor, quien se encargó trasladar al
latín las principales obras de Platón y Aristóteles.
Marsilio Ficino (1433-1499)
Bajo la protección de la familia Médici, este pensador renacentista fue uno
de los principales promotores de la Academia Florentina Platónica, así
como el padre de la corriente neoplatónica del Renacimiento.
Juan Pico della Mirandola (1463-1494)
Por su parte, Juan Pico della Mirandola sintió gran pasión por las lenguas
desde muy joven, aprendiendo varias de ellas –árabe, hebreo, griego, entre
otras- que le permitieran a la larga leer algunos de los principales textos
filosóficos y religiosos en su idioma original, tal como fueron escritos por
sus autores. Igualmente, en este texto, este pensador humanista italiano
trataba de plasmar cuáles eran los principales valores del hombre
renacentistas,
Erasmos de Rotterdam (1466-1536)
se dedicó a traducir los textos bíblicos, siendo uno de los más reconocidos
la traducción que realizó sobre el Nuevo Testamento. Así mismo, este
pensador planteó la necesidad de liberar a la Iglesia católica de la
rigidez impuesta por la vida clerical así como por la decisión de los
devotos de entregarse a sacrificios y prácticas que este pensador creía se
encontraban totalmente ajenas a la Libertad y el Amor que debía significar
vivir en Dios.
Tomás Moro (1475 – 1535)
Así mismo, Inglaterra se inscribe también en el Humanismo de mano del
Escritor, Teólogo, Filósofo y Traductor, Tomás Moro, distinguido
igualmente por ser el autor de la obra Utopía, en la cual Moro plasma su
visión sobre el ideal de una patria de convivencia, en donde la sociedad
responde a sentimientos de solidaridad y responsabilidad, que les permite
generar un clima de paz, tranquilidad y felicidad.
Juan Luis Vives (1492-1540)
el primer pensador en plantear la opción de que el Estado prestara
una asistencia organizada y sistematizada a los pobres. Así mismo
concibió como necesaria la lectura de los textos antiguos, sobre todos los
platónicos y aristotélicos, en su lengua original. Juan Luis Vives destaca
también como uno de los más importantes reformadores de la educación
europea, área en la que se valora la adaptación y modernización que hizo
sobre los textos que se estudiaban en el momento..
Antonio de Nebrija (1442-1522)
fue este autor el primero en escribir y publicar una Gramática para la
Lengua castellana, la cual salió a la luz en el año 1492, convirtiéndose en
la primera gramática que tendría la lengua española. Así mismo, Antonio
de Nebrija publicó un diccionario de Latín-Español, así como uno de
Español-Latín, lo cual lo hace merecedor de un gran reconocimiento
histórico, tanto como Filólogo, como humanista.

Humanismo del Siglo XXI


1. El humanismo del siglo XXI no es un teomorfismo. El Hombre
Mayúsculo no existe. Ni “valor” ni “fin” superiores, ningún aterrizaje de
lo divino después de los actos más altos de ciertos hombres a los que se
llama “genios” desde el Renacimiento. Hoy, lejos de desglobalizar, es
necesario inventar una nueva reglamentación internacional para regular
y dominar las finanzas y la economía mundializada y crear a su término
una gobernanza mundial ética, universal y solidaria.
2. Proceso de refundación permanente, el humanismo no se desarrolla
más que por rupturas que son . Conocer íntimamente la herencia greco-
judeo-cristiana, someterla a examen profundo, transvaluar
(Nietzsche) la tradición: no hay otro medio de combatir la ignorancia y
la censura y de facilitar así la cohabitación de las memorias culturales
construidas a lo largo de la historia.
3. Hijo de la cultura europea, el humanismo es el encuentro de
diferencias culturales favorecido por la globalización y la digitalización.
El humanismo respeta, traduce y revalúa las variantes de las necesidades
de creer y de los deseos de saber que son universales en todas las
civilizaciones.
4. Humanistas, “no somos ángeles, tenemos un cuerpo”. Santa Teresa
de Ávila se expresa así en el siglo XVII, inaugurando la edad barroca
que no es una Contrarreforma, sino una Revolución barroca iniciando el
siglo de las Luces. Pero el libre deseo es un deseo de muerte. Y fue
preciso esperar al psicoanálisis, para recoger en la sola y última
reglamentación del lenguaje esta libertad de los deseos que el
humanismo no censura ni adula, pero se propone dilucidar, acompañar y
sublimar.
5. El humanismo es un feminismo. La liberación de los deseos debía
conducir a la emancipación de las mujeres. Después de los filósofos de
las Luces que han abierto la vía, las mujeres de la Revolución francesa
lo han exigido. Los combates para una paridad económica, jurídica y
política necesitan una nueva reflexión sobre la elección y la
responsabilidad de la maternidad. El vínculo pasional entre la madre y el
niño, este primer otro, aurora del amor y de la hominización, este lazo
donde la continuidad biológica se convierte en sentido, alteridad y
palabra, es una religación. Diferente de la religiosidad como de la
función paternal, la religación materna las completa y participa como
parte entera de la ética humanista.
6. Humanistas, por la singularidad compartida de la experiencia
interior podemos combatir esta nueva banalidad del mal que es la
automatización en curso de la especie humana. Porque somos seres
hablando, escribiendo, dibujando, peinando, haciendo música, jugando,
calculando, imaginando, pensando, no estamos condenados a
convertirnos en “elementos de lenguaje” en la hiperconexión acelerada.
El infinito de las capacidades de representación es nuestro hábitat,
profundidad y liberación, nuestra libertad.
7. Pero la Babel de los lenguajes genera también caos y desórdenes,
que el humanismo no regulará jamás por la sola escucha atenta prestada
a los lenguajes de los otros. Ha llegado el momento de retomar los
códigos morales inmemoriales sin debilitarlos, para problematizarlos,
renovándolos frente a las nuevas singularidades. Lejos de ser puros
arcaísmos, las prohibiciones y los límites son pretiles que no se sabría
ignorar sin suprimir la memoria que constituye el pacto de los humanos
entre ellos y con el planeta, los planetas. La historia no es del pasado: la
Biblia, los Evangelios, el Corán, el Rigveda, el Tao nos habitan en el
presente. Es utópico crear nuevos mitos colectivos, no basta tampoco con
interpretar los antiguos. Nos aparecen a base de reescribirlos, repensar,
revivir: en los lenguajes de la modernidad.
8. No hay más Universo, la búsqueda científica descubre y no cesa de
sondear el Multiverso. Multiplicidad de culturas, religiones, gustos y
creaciones. Multiplicidades de espacios cósmicos, de materias y de
energías que cohabitan con el vacío, componiendo con el vacío. No
tengáis miedo de ser mortales. Capaz de pensar lo multiverso, el
humanismo es confrontado a una tarea propia de esta época: inscribir
la mortalidad en lo multiverso de lo viviente y del cosmos.
9. ¿Quién podrá con ello? El humanismo, porque él cuida. ¿La
preocupación amorosa del prójimo, el cuidado ecológico de la tierra, la
educación de los jóvenes, el acompañamiento de los enfermos, de los
discapacitados, de los que envejecen, de los dependientes no detienen ni
la carrera adelante de las ciencias ni la explosión del dinero virtual? El
humanismo no será un regulador del liberalismo, que será difícil de
transformar sin combates apocalípticos ni mañanas cantoras.
10. El hombre no hace la historia, sino que la historia somos
nosotros. Por primera vez, el Homo Sapiens es capaz de destruir la tierra
y a sí mismo en nombre de sus religiones, creencias o ideologías. Por
primera vez también, los hombres y las mujeres son capaces de revaluar
con toda transparencia la religiosidad constitutiva del ser humano. El
reencuentro de nuestras diversidades aquí, en Asís, testimonia que la
hipótesis de la destrucción no es la única posible. Nadie sabe qué
humanos nos sucederán a los que estamos comprometidos en esta
transvaloración antropológica y cósmica sin precedentes. Ni dogma
providencial, ni juego del espíritu, la refundación del humanismo es una
apuesta.

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