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[34] Capítulo IX.

Modestino le atribuye el suplicio del saco de cuero a la costumbre


de los antiguos. Justiniano demuestra que fue instituido por Pompeyo más
recientemente. Martiano enseña que los parricidas son castigados con la ley
Cornelia para los sicarios. Hotman, Cujas, Baudouin, Sigone, Douaren, Antonio
Agustín, [Covarrubias]1 y otros han dicho que nada se puede probar en esta
5 controversia. Qué consideramos nosotros en este difícil artículo. Se hace claridad
con muchas leyes. Aquel que restituye o reforma las cosas inventadas por otro, a
menudo le da su nombre a la cosa completa.

Pero en verdad parecería que en vano pudieron ser dichas estas cosas que
expusimos tan ampliamente en el capítulo precedente, acerca de los inicios y
origen de este suplicio, si no removemos un doble obstáculo o escrúpulo, que
parece sin duda confundir y oscurecer todo este asunto. El primero es que
10 Marciano el jurisconsulto [o.c. Digesto 48.9.1.] trasmite que los parricidas fueron
condenados no por alguna ley antigua y desconocida ni tampoco por la costumbre
de los mayores, como escribe Modestino [ibid. 48.9.9.], sino por aquella pena que
está en la ley Cornelia sobre los sicarios. El otro que Justiniano César muestra
con palabras expresas [Instituciones 4.18.6.] que la nueva pena del saco de cuero
fue impuesta por la ley Pompeya para este escabroso crimen: Porque si es así, es
necesariamente [35] un error que Modestino [o.c. Digesto 48.9.9.] y también otros
15 autores de la historia romana, cuyos testimonios alabamos, digan que fue
instituida muchos años antes de Pompeyo y observada por la costumbre de los
mayores. Pues por causa de aquellas dificultades han imaginado los interpretes
varias opiniones sobre este asunto, que se destruyen mutuamente, como aquellos
soldados, que dicen que nacieron de los dientes de dragón2. Y así dejaré de lado
20 varias interpretaciones de Acorsso y los acorssianos: Catelliano Cotta, François
Hotman, Pardoux Du prat, Aymar Du Rivail y otros, que no han sido
suficientemente probadas ni por los mismos autores, que seducidos por las
palabras de Justiniano [o.c. Instituciones 4.18.6.] le imputan y atribuyen a la ley
pompeyana indistintamente: esta pena del saco de cuero y, en algunos casos: el
suplicio de los parricidas3, juicio de aquellos que me he dado cuenta que ha sido
1
Si se compara el encabezado de este capítulo con el texto del Índice se pueden encontrar
algunos cambios en la puntuación (comas por puntos,); cambios en el orden de los autores citados
y la omisión del nombre de uno de ellos (falta Covarrubias); y un pedazo agregado al final que no
existe en el texto del Índice (Eum qui ab aliis inventa restituit, aut reformat, sibi interdum totius rei
nomen adsumere).
2
Sol. Y Per. alude aquí a la historia de Cadmo, quien después de matar a un dragón hijo de Ares,
sembró, por recomendación de Atenea, los dientes del mitológico animal, de los cuales nacieron
multitud de soldados, los cuales se ponían a pelear unos con otros, conforme iban apareciendo,
según cuentan Apolodoro y otros autores.
3
Sol. Y per. remite en las notas ad loc. d y e de este capítulo a los ya citados comentarios de
Acorsso, concretamente a los hechos al Digesto 48.9.1. y a las Instituciones libro 4. Título 18,
parágrafo 6.; y por primera vez a las obras de una serie de juristas, que son de la misma opinión de
Acorsso, a los cuales denomina “acorssianos”: a la del italiano Catelliano Cotta (Catelianus Cotta):
Catelliani Cottae Mediolanensis iureconsulti memoralia: ex uariis utriusque iuris doctoribus collecta:
opus multiplici eruditione refertum, ac postremo ab ipso autore & recognitum & auctum (varias
ediciones durante el siglo XVI); a la del jurista francés François Hotman (Franciscus Hotomanus):
De Legibvs Popvli Romani Liber Francisco Hotomano Iurisconsulto autore, Apud Episcopium
Iuniorem, Basileae, 1557, p. 57 – 58; a la del también francés Pardoux Du prat (Pardulphus
25 también admitido por Paolo Manuzio4. Quienes con todo no se han apoyado en
una estaca estable, cuando se oponen a la verdad de la historia romana, que
muestra que muchos años antes de Pompeyo fue impuesto el suplicio de los
parricidas. Y además no explican las respuestas de Marciano [o.c. Digesto
48.9.1.] y Modestino [ibid. 48.9.9.]. Por lo cual Antonio Agustín, augustísimo sol de
nuestra España, como hombre libre dice que esta ley del saco de cuero no fue
instituida por Pompeyo Magno, aunque es posible que esta misma pena haya sido
30 impuesta por otra ley5. En cambio Baudouin y Douaren, aunque ignoran quién
habría propuesto el proyecto de la ley Cornelia o de la Pompeya, afirman que
como quiera que sea Pompeyo fue quien dispuso todo este asunto y justamente
instituyó cierta ley sobre los parricidas6.

Jacques Cujas [o.c. Comentario al Digesto; y o.c. Anotaciones al Libro de las


sentencias de Paulo a su hijo.] se mantiene en este mismo error y argumentando
que nada es más cierto, considera que Cornelio Sulla propuso cierta ley sobre los
35 parricidas, que sólo era pertinente para aquellas personas, que estaban
contenidas propiamente en la denominación parricidio, y que después con la
nueva ley de Pompeyo Magno, que [36] Marciano [o.c. Digesto 48.9.1.]

Prateius):Lexicon iuris civilis, et canonici, sive potius Thesaurus, de verborum, ... P. Prateio ex
varijs collectore. idem ad iustinianum Imper. de officio iudicis. Adiectae sunt veteres populi Romani
leges; a la de Aymar Du Rivail (Aimarus Rivarius):Civilis historiae juris, sive in XII. Tab. leges
commentariorum libri; y al ya citado Tratado criminal (o.c. tomo 2, libro 9. cap. 7.) de Tiberio
Deciano. Todos estos autores de una u otra manera concuerdan con Justiniano y consideran que
Pompeyo instituye una nueva pena (nova poena) para los parricidas.
4
Sol. Y Per. remite aquí al texto de Paolo Manuzio: Antiquitatum romanarum Pauli Manutii liber de
legibus; editado varias veces durante el siglo XVI. Dicho autor también se vale del adjetivo “nova”
usado por Justiniano y considera que Pompeyo instituye una nueva pena (nova poena).
5
Sol. Y Per. remite por primera vez al texto del jurista y obispo español Antonio Agustín (Antonius
Augustinus), cuya obra (Antonii Augustini Archiepiscopi Tarraconensis De legibus et senatus
consultis liber: Adiunctis legum antiquarum et Senatusconsultorum fragmentis, cum notis Fulvi
Ursini, Ex Typographia Dominici Basae, Romae, 1583, cap. L. Pompeia, p. 172.) es en parte
parafraseada, en parte citada textualmente, como puede verse si se compara el texto latino de Sol.
Y Per. con el del Obispo de Tarragona, aquí trascrito: Ex his omnibus locis colligo legem hanc non
esse a Cn. Pompeio Magno latam, cum ea Malleolus multis annis ante Pompeium damnatus sit, &
Cicero a maioribus fuisse hanc poenam impositam scribat. Quamquam fieri potuit, ut alia lege haec
eadem poena imposita esset.
6
Sol. Y Per. remite en su nota ad loc. h a un texto de Baudouin, en el cual se hace un comentario a
las Instituciones de Justiniano (o.c. 4.18.6.). Hay que anotar que Baudouin en varios lugares
afirma que fue Pompeyo quien la instituyo, separando a los parricidas de los demás asesinos
castigados sin distinción en la ley Cornelia de Sulla, como puede verse en sus Notas a los libros I y
II del Digesto (Notae ad libros I & II Digestorum seu Pandectarum, Notae ad lib. I, tit. II): Cicero pro
Sext. Roscio cap. 42 indicat quaestionem de parricidiis comprehensam esse lege & quaestione de
sicariis, tempore Corenelii Sullae: ut Cornelia lex & quaestio de sicariis pertinuisse intellegatur & ad
parricidas: neque de his separatim instituta videatur quaestio diversa, donec Pompeius & legem de
iis tulerim, & proprium Quaestorem instituerit. En la nota siguiente (i) Sol. Y Per. remite a un texto
del también jurista francés: Douaren: o.c. Pandectarum seu Digestorum, methodica partitio, In Tit.
IX Ad l. Pompeiam de parricidii, p. 330 – 331; quien también afirma que Pompeyo instituyo una ley
que incluía incluso una pena más suave ([Pomp.] mitiorem poenam statuit).
conmemora, recibió una interpretación más amplia. Y que finalmente Constantino
[Código de Justiniano, 9.17.1.] retoma lo de que la pena del saco de cuero fue
instituida, como dice Modestino [o.c. Digesto ibid. 48.9.9.], por la costumbre de los
mayores7.

40 Carlo Sigone, a quien remite y también sigue Johann Roszfeld, opina que la
primera ley sobre aquellos que hubieran matado a sus padres fue instituida
cuando Lucio Hostio mató a su padre, poco después de la guerra de Aníbal; ley
que el mismo piensa era de este modo: “si alguien a sus padres matara o
maltratara, sea condenado cubriéndole el rostro con un folículo lupino, poniéndole
en los pies grillos de madera y conduciéndolo a la cárcel; para que esté allí
45 mientras que preparan el saco de cuero, en el cual ya encerrado sería arrojado a
una corriente de agua”. Pues piensa que habiendo sido constituida cuestión
pública L. Cornelio Sulla habría propuesto y confirmado esta ley sin añadirle nada,
y que después Pompeyo habría cambiado no pocas cosas en lo relativo a las
personas que se debía castigar y al suplicio mismo8.
7
En los pasajes de Cujas a los cuales remite Sol. Y Per. en la nota ad loc. i (Cuiac. in parat. l. de
his qui parent. & notis ad eum tit. recitat. & notis ad Paul. li. 5. tt. 24. & in notis ad d. §. alia deinde)
se encuentra la información parafraseada en el texto que antecede a esta nota, como puede verse,
por ejemplo: en el último de los antes citados (o.c. Iuli Pauli Receptarum sententiarum ad filium, libri
V, in eosdem Iac. Cujacii I. C. interpretationes, liber V, tit. 24, p. 178 – 179), cuyo texto trascribo:
Fuit de parricidio primum lex cornelia l. ult. C. TH. ad leg. Cor. de fal. l. 2. §. deinde Corn. D. de
orig. iur. Deinde Pompeia, qui fratrem, sororem, reliquos qui sunt ex transverso, vel coniugem vel
patronum occiderint. Itaque P. Horatium occisa sorore, recte Sex. Pompeius ait accusatum parricidii
apud Duumviros fuisse in verbo sororium sigillum: & Livius male id perduellionem appellat. Eadem
vero est legis Corneliae de sicariis, & legis Pompeia poena l. 1. D. de leg. Pomp. de par. Verum
more maiores qui parentes occiderunt, culleo insuti in mare abiiciuntur l. pen. D. eod. qui mos
invaluit ante legem Corneliam, & Pompeiam: ac primum omnium, ut Livius scribit lib. XLVIII.
Poblicius Malleolus matre interempta insutus culleo in mare praecipitatus est. Valerius lib. 1. id
supplicii genus parricidis lege irrogatum ait. Mos enim pro lege est. Ait autem non multo post
Tarquinium regem, qui eodem supplicio quendam affecerat ob communicatum de sacris mysteriis
librum, irrogatum fuisse. quod pugnat cum eo quod paulo ante ex Livio retulimus. Sed tollenda est
negatio ex illo Valerii loco: auctor est codex manuscriptus Bibliothecae S. Victoris, auctores sunt &
alii veteres, quos se Glareanus vidisse testatur. Caeterum haec more maiorum introducta poena in
usu esse desiit, & coeperunt, ut Paulus scribit, parricidae aut bestiis obiici, aut vivi comburi. Postea
reducta est a Constantino l. 1. C. de iis qui par. vel lib. occid.
8
Sol. Y Per. remite en sus notas ad loc. p y q por primera vez a las obras del italiano Carlo Sigone
(Carolus Sigonius) y del alemán Johann Roszfeld (Ioannes etiam Rosinus). Hay que anotar que
básicamente parafrasea y resume al historiador alemán, como puede verse si se compara el texto
latino de Sol. Y Per. con el de Roszfeld (Antiquitatum romanarum corpus absolutissimum (varias
ediciones durante los siglos XVI y XVII), libro 8, cap. 25), que a continuación trascribo: primam de
iis, qui parentes occidissent, legem latam fuisse opinatur Carolus Sigonius tum, cum L. Hostius
patrem interfecit, aliquando post bellum Annibalis: quam legem ipse putat fuisse huiusmodi. Si quis
parentes occiderit, aut verberaverit: ei damnato obvolvatur os folliculo lupino, soleae ligneae
pedibus inducantur, & in carcerem ductus, ibi sit tantisper, dum paretur culleus, ei quem coniectus,
in profluentem praecipitetur. Coniecturam huius legis capit ex Livii epitoma, Rhetoricis ad
Herennium, & Plauto in Vidularia apud Nonium. Hanc legem putat L. Cornelium Sullam constituta
publica quaestione, repetisse, & confirmasse, nihil autem addidisse. Secuta postea est Pompeia,
quam tulit Cn. Pompeius Magnus Consul cum M. Crasso [...]. No obstante la ley citada es tomada
directamente de Sigone, pues Sol. Y Per. lee al final del texto: in quem coniectus, in profluentem
Pero también hay quienes consideren, que había sido inventado ya desde tiempos
inmemoriales ciertamente el suplicio del saco de cuero o por la costumbre de los
mayores o por alguna ley para los parricidas, como nosotros creemos es más
50 probable; y que Pompeyo habría añadido los látigos de varas sangrientas y el
grupo de animales, que mandan encerrar a la vez con el parricida en el saco de
cuero, todos los cuales eran antiguamente desconocidos, porque aunque Cicerón,
Livio, Valerio, Plutarco y otros autores hayan tratado larga y ampliamente de esta
pena, no tenemos ninguna mención de ellos, pues con base en esto pueden creer
que fueron inventadas por Pompeyo, para que pareciera que por parricida se lo
55 sometía a un suplicio que no era propio de un hombre, sino de un bruto, que fue
relegado por los humanos a la compañía de aquellas impuras e impías bestias9.
Por lo cual no inmerecidamente Justiniano [o.c. Instituciones 4.18.6.] le atribuye en
general la [37] invención del castigo a Pompeyo y denomina al antiguo suplicio
“nuevo” porque le fue añadida posteriormente una parte.

60 Y aunque estas cosas tengan sus autores, yo que no he jurado con arreglo a la
formula prescrita por ninguno ni he decidido ser pedario10 de los otros, diré ahora,

praecipitetur; a diferencia de Roszfeld, quien cambia uno de los in por un ei. Finalmente hay que
anotar que esta última referencia bibliográfica está errada en el texto de Sol. Y Per., ya que él
remite al libro 2, cap. 5 del De antiquo iure civium Romanorum de Sigone; en el cual no se
encuentra la información relativa a las leyes que se ocupan del parricidio. Este error se debe a que
junto a dicho texto se editaron otras obras, pues, por ejemplo: en la edición de 1593 (De antiquo
iure civium Romanorum, Italiae, provinciarum ac romanae iurisprudentiae iudiciis, libri XI, Apud
heredes Andrea Wechell, Francofurti, 1593), además de otros textos, que se omiten aquí, había
cuatro textos; todos los cuales aparecen incluidos en la lista anterior (De antiquo iure civium
Romanorum; De antiquo iure Italiae; De antiquo iure provinciarum; y De iudiciis) y tienen un libro
segundo; siendo el susodicho “libro segundo”, al que remite el jurista español, el libro segundo del
De iudiciis (ibidem, liber II, cap. 33 De legibus de vi, Lex vetus parricidii, p. 440 - 441). En segundo
lugar hay que anotar que el número del capítulo citado es otro el 33, no el 5.
9
Sol. Y Per. remite en su nota ad loc. r a las obras de algunos autores que sostienen también
estas últimas opiniones aquí expresadas. El primero de ellos es el ya tantas veces citado Ayrault;
pero la referencia está errada, pues, como su nombre lo indica tiene sólo dos libros (libri duo) y
resulta imposible que el lector encuentre el octavo, al cual remite el jurista español. También el
número del título está errado, pues es en realidad el 13 (Ad Legem Pompeiam De parricidiis) del
libro segundo no el 6 del libro octavo. El segundo autor citado es Pedro Plaza: o.c. Petri a Plaza a
Moraça Arensis, ex insigni divi Iacobi Zebedaei collegio in totius orbis celebratissima Salmanticensi
Academia, Canonicae & civilis Philosophiae professoris, Iura pontificia publico legendi munere
profitentis, Epitomes delictorum, causarumque criminalium ex iure pontificio, regio & Caesareo, liber
primus, Excudebat Ioannes a Canova, Salmanticae, 1558, cap. 22, numeral 7 (parricidae quare
insuatur culeo cum gallo gallinaceo, cane, vipera, & simia ubi de horum animalium natura
pulcherrima disputatio), p. 189. El tercer y último autor citado es el jurista alemán Johann
Schneidewein (Ioannes Oinotonius), concretamente su Comentario al parágrafo 6 del título 18 del
libro cuarto de las Instituciones de Justiniano (In quatuor Institutionum imperialum D. Justiniani
libros commentarii).
10
Los Pedarios, de los cuales dice Sol. Y Per. no formar parte, eran senadores de menor rango,
que se vestían diferente a los demás y no tenían derecho al voto. Para mayor información sobre
qué considero verdadero o, por lo menos razonable en este oscuro asunto,
sometiendo (todas las otras cosas que haya dicho) al juicio de los hombres sabios,
a los cuales por causa del respeto que siempre les he tenido y tengo, les
entregaré una esponja para que libremente con una sola pasada de la esponja
65 puedan no sólo emendar las cosas que consideren menos adecuadamente
dichas, sino también borrarlas fácilmente11. Y así pienso que Lucio Cornelio Sulla,
en el año 688 después de fundada la ciudad instituyó una ley, la cual establecía
simultáneamente con las de los demás asesinos, una particular pena capital, para
los culpables de parricidio, como también parece demostrar Pomponio [o.c.
Digesto 1.2.32.], cuando trata de la historia del derecho o se colige también
oscuramente de una Sanción imperial [cf. Código de Teodosio 9.19.2.2], pues la
pena del saco de cuero, que solía ser impuesta a los parricidas por la costumbre
70 de los mayores, paulatinamente dejó de estar en uso, hasta que Pompeyo Magno,
que floreció después de Sulla, en el el año 698 después de fundada la ciudad,
como trasmite Roszfeld, propuso otra peculiar ley sobre los parricidas, en la cual
brillantemente dispuso todo este asunto y tal vez, como Hotman advierte, instituyó
después que hubiera cierto cuestor para este crimen, el cual sancionara a los
asesinos de los padres, castigándolos especialmente con la pena del saco de
cuero, conforme a la costumbre de los mayores12.

Por otra parte [a los asesinos] de los hermanos, hermanas, otros parientes o
75 afines [se les castigaba] con la pena de la ley Cornelia sobre los asesinos, lo que
suficientemente demuestran Modestino [o.c. Digesto ibid. 48.9.9.] y Justiniano [o.c.
Instituciones 4.18.6.]; y yo, sin detenerme en la respuesta de Marciano [o.c.
Digesto 48.9.1.], creo firmemente. Porque como él dice: la ley Pompeya era la
que se encargaba en general de que quienes matasen al padre, la madre, el
abuelo, la abuela y demás personas unidas por consanguinidad y afines fueran
castigados con aquella pena [38], que es la de la ley Cornelia sobre los asesinos,
siendo claro que en el primer capítulo de la ley Pompeya, como suficientemente a
80 partir de Venuleyo [ibidem 48.2.12.], se colige, juzga y refiere, es no sólo acatada
la ley Cornelia, que era más antigua (como es habitual en las leyes13), sino

los Pedarii puede verse el texto del profesor Francis X. Ryan: Rank and participation in the
republican senate, Steiner, Stuttgard, 1998, Primera parte, II, 1 - 2, p. 52 – 95.
11
Las palabras latinas spongia y litura usadas por Sol. Y Per. en este pasaje y traducidas
respectivamente: “esponja” y “pasada de esponja”, son sin duda un eco de Marcial (Epigramas, IV,
10) y por ende una elegante manera de hablar de los errores que se deben emendar o borrar en un
texto.
12
Remite de nuevo aquí Sol. Y Per. a los textos ya citados de Roszfeld y Hotman (o.c. Antiquitatum
romanarum corpus absolutissimum, libro 8, cap. 25, Lex pompeia s.v.; y: o.c. De Legibvs Popvli
Romani Liber Francisco Hotomano Iurisconsulto autore, p. 58, respectivamente).
13
Remite Sol. Y Per. en su nota ad loc. c [bis] de nuevo al Digesto (o.c. 35.2.1.), pues allí Paulo
habla del acatamiento de lo ordenado en la Ley Cornelia en la posterior Ley Falcidia. También
remite en el mismo lugar al texto del humanista y astrónomo alemán Bernhard Walther (Bernardus
VValtherius): Miscellaneorum ad ius pertinentium, libri duo, libro 2, cap. 16; y también a otro texto
del ya citado humanista y jurista italiano Alciato: Parergon Iuris Libri Tres, Cum Argumentis
Capitum in Eosdem, & Indice Vocum, Rerum, Autoritatum, & Locorum Notatu Dignorum, libro 5,
cap. 16.
también alterada y reformada, porque no había en otro capítulo de la misma ley
una pena más grave para el parricidio, que para un asesinato ordinario. Pues si no
hubiera sido establecido por Pompeyo, nada diferente a aquello con que era
castigado el parricida en la ley sobre los asesinos, ¿quién, pregunto, no
85 consideraría inapropiado el que la hubiera ordenado y propuesto? Porque no hay
razón alguna, por causa de la cual, fuera posible dudar que así como a aquel, que
matara a un hombre extraño, al cual no estuviera unido por ningún vínculo se le
asignara ser sometido al suplicio de la ley corneliana, no tuviera dicho castigo el
que diera muerte a sus padres, hermanos o personas similares. Macrobio [o.c.
Saturnalias, 3, 17. §. 8.] trasmite que algo así sucedió, cuando escribieron la ley
Licinia: “pues cayendo en el olvido el respeto de la ley más antigua se buscó darle
90 con ella la autoridad de la ley, así como pasó con las mismas Doce tablas, cuya
antigüedad dio lugar a que no fueran respetadas, siendo aquellas mismas cosas
ordenadas por las otras leyes las que hay en las otras que llevan los nombres de
los que las propusieron”14. Y no porque según esta interpretación restrinjamos
demasiado las palabras generales de Marciano [o.c. Digesto 48.9.1.], objete
alguno. Pues ni nuevo ni insólito es explicar una ley por otra y restringir en cierto
modo lo dicho en sentido general. Y no falta ejemplo en esta materia de que
95 tratamos. Y así, en efecto Paulo [Sentencias a su hijo, libro 5, título 24.] (dice
[que]): “en la ley Pompeya sobre los parricidas es castigado el que haya matado a
su padre, su madre, su abuelo, su abuela, su hermano, su hermana, su patrón, su
patrona. Y que si estos eran antes arrojados al mar encerrados en un saco de
cuero, son hoy sin embargo quemados vivos o dados a las bestias”. Palabras en
las cuales, Paulo muy generalmente, hizo recaer en todos aquellos, de los cuales
había hecho mención, la pena del saco de cuero [39], que, como a partir de
100 Modestino [o.c. Digesto ibid. 48.9.9.] y Justiniano [o.c. Instituciones 4.18.6.]
explicamos, era impuesta no más que a quienes habían matado a sus padres. Y
así Pompeyo reintrodujo en cierta forma la ley Pompeya para los asesinos de los
parientes, y además renovó la pena del saco de cuero para aquellos que hubieran
matado a sus padres, lo que también parecen considerar Diego Covarrubias y
Valentino Forster siguiendo a Acorsso y Bartolo15. Y mientras Justiniano [o.c.
105 Instituciones 4.18.6.] dice que se denomina a esta pena del saco de cuero
“nueva”; o porque fue introducida por la ley Pompeya en el lugar de la costumbre,
pues se suele inscribir en las mismas leyes las penas usadas en un determinado
tiempo, con las cuales se castiga el crimen, como la pena capital para la ley Julia
sobre los adúlteros, pues aunque la pena de esta ley hubiera sido relegada, como
14
El texto de Macrobio presenta algunas variantes, que a grandes rasgos consisten en
alteraciones de la puntuación, la alteració del modo de algunos verbos, que da lugar al cambio de
caso de algunos sustantivos, la omisión del adjetivo novae, que acompañaba a legis; y una lectura
diferente (aliis pro illius), cerca del final de la cita.
15
Sol. Y per. remite en la notas ad loc. e y f al texto ya citado de Diego de Covarrubias y Leyva
(o.c. Clementinae, si furiosus. De homicidio, relectio, Initium, Secunda relectionis pars, cap. 12
(Parricidii crimen expenditur, & lex Pompeia de Parricidis explicatur), p. 34); y por primera vez al De
historia iuris civilis Romani libri tres (varias ediciones durante el siglo XVI) del jurista alemán
Valentin Wilhelm Forster (Valentinus Guilielmus Forsterus). Y en la nota g de este mismo capítulo
a los ya citados comentarios de Acorsso y también a los del otro jurista italiano del siglo XIV:
Bartolo da Sassoferrato (Bartolus de Saxoferrato), concretamente a los hechos al Digesto 48.9.1.
rectamente advierte Cujas, fue posteriormente restituida por otros, que anota
Tiraqueau16; o porque, como a él, nos parece mejor, que esta pena haya sido
110 llamada “nueva” no porque sea reciente, esto es: inventada por Pompeyo, sino en
tanto que es extraordinaria, inusitada y como Constantino [o.c. Código de
Justiniano, 9.17.1.] dice “no habitual” [lo que Cujas probó también en sus
comentarios al lugar del Código de Justiniano antes citado]17; o porque se le
atribuye el suplicio del saco de cuero a Pompeyo, lo que es consecuente con mi
opinión, como si por él hubiera sido inventado porque despertó de nuevo aquel
[suplicio] que estaba dormido en la ley Cornelia y lo reintrodujo en el foro,
determinando con antelación las personas y las causas en las cuales se debía
115 imponer. Pues, lo mismo dijo antes Justiniano [o.c. Código de Justiniano,
1.17.1.6.] “merecidamente hicimos nuestras todas estas cosas, en las cuales
impusimos nuestra autoridad, que el que laudablemente enmienda lo hecho, es
más laudable que aquel, que primero lo encontró”.

Y no es raro que suceda que los que encuentran lo de otros, o lo dan a conocer al
público o más exactamente lo organizan, le den su nombre a todo lo hecho y
usurpen la gloria y el honor, pues así, como Pomponio [o.c. Digesto 1.2.1. y 32.]
120 escribe el derecho civil fue llamado Papiriano y Flaviano, porque Sexto Papirio y
Gneo Flavio lo dieron a conocer, no porque ellos mismo añadieran allí algo suyo,
sino porque unas leyes presentadas sin orden [40], en uno dispusieron. Así
también, como elegantemente dice Casiodoro [o.c. Variedades 6. 18]: “se dice que
Ceres descubrió los cereales, y se cuenta que Pan, por su parte, fue el primero
que cocinó los granos diseminados. De donde es denominado con su nombre el
pan. Y así aquella antes mencionada es la que lo encontró y es alabado este, que
125 apropiadamente aplicó a los usos humanos las cosas dadas a conocer”. Y Paulo
en el lugar antes citado [Sentencias a su hijo, libro 5, título 24.] nos informa que
este suplicio de los parricidas también dejo de estar en uso de nuevo después de
la ley Pompeya, trasmitiendo que en su época, ya no se encerraba a los
parricidas como antes en el saco de cuero y se los arrojaba al mar, sino que se los
daba a las bestias o se los quemaba vivos, siendo la fuente de la que manó, el
que el emperador Constantino, en la Nueva constitución [o.c. Código de
Justiniano, 9.17.1.], reintrodujera la misma pena pero que a la inversa la
130 extendiera también a los padres que matasen a los hijos; y también (como muchos
piensan) a otras personas, de lo cual nosotros, con Dios por guía, en más amplia
disertación trataremos más abajo.
.

16
Sol. Y Per. vuelve a remitir en este lugar al Comentario de Cujas a las Sentencias de Paulo (o.c.
Iuli Pauli Receptarum sententiarum ad filium, libri V, in eosdem Iac. Cujacii I. C. interpretationes,
liber V, tit. 23); y al ya citado Tiraqueau.
17
Este pasaje incluido entre corchetes en el texto es la nota ad loc. m [bis] de Sol. Y Per.

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