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ARGUEDAS: EL ENCUENTRO DE DOS MUNDOS

La construcción de una cultura democrática es uno de los objetivos por los que
se ha venido trabajando. En este marco, se hace cada vez más imperiosa la
necesidad de decodificar la compleja estructura de la dinámica social Peruana,
que permita la posibilidad de aproximaciones acordes a la esencia de los
procesos de cambio y transformación que se están gestando, no sólo en el marco
de las fronteras nacionales sino también en su articulación con la transformación
societal latinoamericana.

A inicios del siglo XX, en Huancane, se produjo una revitalización importante de


los movimientos sociales junto a la emergencia de nuevos actores que han
desnudado la vigencia de la exclusión social y económica, la inequidad y la
discriminación.

Frente a estos problemas irresueltos durante más de un siglo de democracia


formal, los actores sociales se convierten hoy en opciones renovadoras que
rediseñan el campo político. Hubo un tiempo en Huancané que la política tenía
como escenarios a los cuarteles y las grandes asambleas indígenas. Era el
tiempo en el que las élites se coaligaban en torno a oficiales de ejército con
mando de tropa y en la que la sociedad ejercía derechos de ciudadanía por
medio de los sindicatos y organizaciones a escala Provincial. Dictadura militar y
ciudadanía sindical eran los polos ordenadores del campo político desde 1900.

En términos generales, un movimiento social es un tipo de acción colectiva, que


intencionalmente busca modificar los sistemas sociales establecidos o defender
algún interés material, para lo cual se organizan y cooperan con el propósito de
desplegar acciones públicas en función de esas metas o reivindicaciones.

En los años 1921 -1924 en la provincia de Huancane se produjo un proceso


revolucionario, encabezado por líderes campesinos Como Carlos Condorena,
Mariano Paco, Mariano Wawaluque, Eduardo Quispe, Mariano Luque, Rita
Puma y otros, que tuvo su lugar hoy C.P Huancho Lima, que mediante un
congreso campesino fue declarado como capital de la nueva Republica
Tahuantinsuyana del Perú, con el nombre de la “Ciudad de la Nieves de Huancho
Lima”, en un acontecimiento sin precedentes, el 3 de agosto de 1923, Desde
1900, en pleno proceso de consolidación del estado colonial criollo, los grandes
dueños de tierras crearon el abuso y terror en el departamento de Puno, siendo
la provincia de Huancané una de las más afectadas. Alimentados por su codicia
y ambición de enriquecimiento, emprendieron con voracidad el agrandamiento
de sus propiedades, se apoderaron de los territorios de las comunidades y ayllus
habitados por indefensos Aymaras y Quechuas. Mediante la obtención de
escrituras falsas y despojos infames sembraron la muerte y la destrucción en las
comunidades y parcialidades de Huancané, convirtiéndose de la noche a la
mañana en grandes dueños de tierras y vidas, con la complicidad infame de las
autoridades del Estado Colonial Criollo de la provincia.

EI domingo 16 de diciembre de 1923, antes que raye el alba, Huancho Lima es


tomado por asalto: fue una masacre sin piedad. Incendiaron todas las
habitaciones de la Ciudad de las Nieves y cuantas casas encontraban a su paso.
Muchos dirigentes fueron capturados y conducidos a la cárcel de Huancané,
algunos de ellos, como Evaristo Corimayhua, tuvieron peor suerte: “fueron
fusilados en el acto, en la misma Plaza de Armas”.

A partir de la segunda década del siglo pasado, y una vez derrotada la


sublevación indígena huancaneña – Huancho Lima, las luchas indígenas en el
altiplano Puneño nuevamente se fragmentaron regionalmente y asumieron
medios que volvieron a combinar reclamos legales con modos de acción
colectiva. Encabezadas por los presidentes o tenientes, estas acciones se
dirigieron a defender la propiedad colectiva de tierras comunitarias, a exigir el
derecho a la educación y a atenuar la arbitrariedad de las autoridades y vecinos
de pueblos de provincia. La legitimación moral de estas reivindicaciones se
sustentaba en el derecho a acceder a prerrogativas civiles y políticas, que era
justamente una de las ofertas retóricas del régimen liberal inaugurado después
del Gobierno de Juan Velasco Alvarado. En función de esta demanda es que las
autoridades comunales reivindicaran el respeto a los derechos colectivos de los
indígenas, adelantándose al debate sobre multiculturalidad estatal que se lo
volverá a retomar décadas después, y varios líderes reivindicaran la
organización de la Provincia de Huancané defender el derecho a la educación
indigena y el amparo de las tierras comunales de la República del Perú

Se trata de todo un periodo en el que si bien no se darán grandes movilizaciones


emergerán múltiples movimientos reivindicativos “dirigidos a modificar todo o
parte del sistema de relaciones sociales y económicas impuesto por las
haciendas”. El “sindicato campesino”, así construido, en realidad no es un
quiebre sustancial con el modelo organizativo tradicional de las comunidades
indígena-campesinas. Junto con el nombre “modernizado” y las específicas
reivindicaciones de remuneración, tierras y derechos reivindicados por los
colonos frente a los hacendados, este “sindicato”articula la lógica organizativa,
la memoria y los repertorios de acción propios de la trayectoria indígena-
campesina acumulada durante siglos.

Una de las demandas indígenas de Huancho Lima ha sido siempre la educación.


Esto puede ser leído de dos maneras. Desde una perspectiva del “arte de la
resistencia de los dominados”, se trataría de una búsqueda de conocimiento de
los mecanismos de dominación cultural para utilizarlo en la defensa de los
derechos comunitarios; desde la perspectiva de la fuerza de la dominación
simbólica, se trataría de un reforzamiento, por obra de los propios dominados,
de las estructuras de la dominación cultural. Con todo, y en medio de una amplia
demanda social. Con todo, el debate de las élites urbanas aún no estará resuelto
pues varios sectores consideraban que “la educación para campesinos era
incompatible con el sistema de control social vigente”.

En constante vínculo con los sistemas de producción y autoridad comunal por


las características de la modernidad trunca, esta élite indígena resignificará el
discurso movilizador de los sindicatos agrarios, dará una explicación ordenada y
enraizada en la experiencia viva a cada una de las penurias, limitaciones y
abusos que sufren las comunidades y, con el tiempo, a partir del año 2000, se
logró convertir las condiciones de vida similares, el idioma compartido y la
segregación soportada aisladamente por las comunidades en el proyecto de
desarrollo social emancipativo con mayor capacidad de movilización social de
las ultimas décadas.

Autora : Nery Rosmery Choquetico Flores

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