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Universidad Mariano

Gálvez de Guatemala
Centro Universitario Cuilapa Santa Rosa
Facultad de Ciencia Jurídicas y Sociales
Código: 5016-202
Curso: Criminología
Profesor: Leoncio Esmirno Ardanis Reyes Juarez

Alumno: Fredy Erick Molina Alcántara


Carnet: 516-20-20518
Sección: ¨B¨

Cuilapa 20 de agosto de 2020


Introducción

El abolicionismo es una doctrina que propugna la anulación de leyes, preceptos o


costumbres que se consideran atentatorios a principios éticos y morales. El
término se aplicó principalmente a la corriente que propugnaba la abolición de la
esclavitud.

La noción de “Derecho penal mínimo” debe analizarse a la luz de la profunda crisis


que exhibe el derecho penal liberal, tanto a nivel internacional, como interno de las
naciones. Esa crisis puede ser leída en diferentes claves y a través de una
multiplicidad de parámetros.

Los principios de la acción preventiva son prescripciones relativas a “cómo” se ha


de prevenir, cómo elegir el tipo de medidas que se van a adoptar, y el orden en
que se presentan no es baladí: Evitar los riesgos. Evaluar los riesgos que no se
pueden evitar. Combatir los riesgos en su origen.
INDICE
EL ABOLICIONISMO.....................................................................................................................1
Críticas al abolicionismo.........................................................................................................2
Análisis del Abolicionismo.....................................................................................................3
Criterio.........................................................................................................................................3
DERECHO PENAL MINIMO.........................................................................................................4
Análisis del Derecho Penal Mínimo......................................................................................5
Criterio.........................................................................................................................................6
PRINCIPIO PREVENTIVO GENERAL DE PROTECCION DE LA SOCIEDAD.........7
Factores de prevención y revertir o reducir los factores de riesgo.......................................7
Programas para la familia..........................................................................................................8
Programas en la escuela............................................................................................................8
Programas comunitarios.............................................................................................................9
Introducción de los Programas de Prevención........................................................................9
Análisis del tema........................................................................................................................10
EL FUNCIONALISMO..................................................................................................................11
a) La vigencia de la norma como función del Derecho penal......................................11
b) El restablecimiento de la confianza institucional como fundamento y
legitimación del sistema penal............................................................................................11
Críticas de las posturas funcionalistas:............................................................................12
Análisis del Tema....................................................................................................................13
Criterio.......................................................................................................................................13
GLOBALIZACION Y SISTEMA PENAL....................................................................................14
Análisis del Tema....................................................................................................................16
Criterio.......................................................................................................................................16
E grafía...........................................................................................................................................17
EL ABOLICIONISMO
El abolicionismo penal es una corriente criminológica que promueve la definitiva
eliminación del poder punitivo. El abolicionismo penal considera que el sistema
penal no resuelve conflictos, es inhumano en cualquiera de sus formas, genera
violencia, multiplica desigualdades sociales y sólo contribuye a mantener
inalterable el orden establecido.

En términos generales se entiende por abolicionismo a la corriente de


pensamiento que propone la abolición del sistema penal: se trata de una postura
muy radicalizada, que no propone una política criminal alternativa, sino una
alternativa a la política criminal. El nombre proviene de las luchas y disputas
políticas, jurídicas y éticas en torno a la legalidad o no de la esclavitud en el siglo
XIX en EE.UU, y más tarde sobre la pena de muerte. Si bien loa autores más
conocidos de esta corriente venían publicando textos desde los años 60 y 70, la
presentación con fuerza del abolicionismo a nivel mundial se dio en el año 1983,
en ocasión del Noveno Congreso Mundial de Criminología realizado en Viena.

No es fácil definir al Abolicionismo, y no sólo por las diferentes tradiciones


intelectuales que se reconocen como tales, sino porque el Abolicionismo es al
mismo tiempo un movimiento social además de una perspectiva teórica. Desde el
punto de vista del primero, no caben dudas de la existencia de grupos que tienen
como metas la abolición del sistema carcelario y la presión contra el sistema
penal, como son los casos del KROM noruego, el KRUM sueco, el KRIM danés y
finlandés, el KRAK alemán, el Grupo de Información sobre Cárceles en Francia, la
Liga COORNHERT en Holanda y el RAP inglés, entre otros. Desde el punto de
vista de la segunda, existe una abundante literatura que se reivindica a sí misma
como abolicionista (y otras que no, aunque pueden ser consideradas como tales) y
que presenta una cierta falta de precisión y de conceptos descriptivos firmes, de
allí que se la haya definido como “una teoría sensibilizadora”(SCHEERER, 1989:
17, 20-21; PAVARINI, 1987: 141, LARRAURI, 1987: 95) que se hace eco de lo
que sostiene SCHEFF para otra perspectiva criminológica.
El Abolicionismo es una perspectiva estructurada sobre analogías y metáforas y
sobre ejemplos históricos y etnológicos. Es una crítica negativa en el sentido
iluminista, escéptica en cuanto al marco de referencia del derecho y la justicia
penal.
Uno de los exponentes más reconocidos del Abolicionismo, el criminólogo
holandés LOUK HULSMAN, plantea la abolición del sistema penal en su totalidad,
superando de esta manera las primeras propuestas que apuntaban a la abolición
del sistema carcelario solamente, lo que podríamos considerar una fuerte
radicalización de su pensamiento abolicionista: “Durante mucho tiempo,

1
LoukHulsman trató de desarrollar criterios racionales de criminalización y
penalización. Sin embargo, se fue convenciendo de a poco que sería mejor abolir
el sistema penal en su totalidad debido a la abrumadora contraproductividad del
sistema en relación con sus objetivos” (DE FOLTER, 1989: 61). Y llega a esta
conclusión sobre la base de tres importantes argumentos acerca del sistema
penal: 1) causa un sufrimiento innecesario, 2) está desigualmente repartido y 3) el
Estado “expropia” el conflicto de sus verdaderos protagonistas e involucrados. Al
mismo tiempo, el criminólogo holandés también va a plantear la necesidad de
empezar a utilizar otro lenguaje, “otras definiciones, otras categorizaciones [que]
conducían a soluciones diferentes”.

Críticas al abolicionismo.
A lo largo de los años han sido muchas las críticas al movimiento abolicionista.
Desde las más burdas como que se trata de una corriente solo aplicable en
sociedades prósperas y relativamente pequeñas del norte de Europa (península
nórdica y Holanda), hasta el carácter utópico de sus propuestas. Desde el campo
de la Criminología Crítica se le ha criticado que su postura radical frente al sistema
penal le hizo perder identidad cuando se involucró en actividades de colaboración
con el sistema (medidas reduccionistas o alternativas del sistema penal). También
se criticó la visión que tiene del ser humano, excesivamente idealizada en un
hombre bondadoso y de buena fe (como si estuviese desprovisto de pasiones y/o
conflictos). Una crítica interesante le apunta que la ausencia del Estado no
necesariamente se traduce en una relación simétrica entre víctimas y victimarios,
sobre todo en sociedades altamente desiguales como las latinoamericanas (a
veces el Estado garantiza un mínimo de chances entre las partes del conflicto).

2
Análisis del Abolicionismo
El abolicionismo, identifica a la doctrina que promueve la revocación de aquellas
leyes, decretos o preceptos que no respetan los derechos humanos ni contemplan
a los principios morales ya que considera a toda persona sujeto de Derecho, en
oposición a objeto de Derecho. Por lo general, esta idea se emplea para citar al
movimiento que persiguió la abolición de la esclavitud.

El Abolicionismo va a defender que los problemas delictivos deberían tratarse en


el propio contexto específico donde surgen, y las reacciones que se brinden
deberían orientarse hacia la inclusión social, erradicando el carácter vertical (de
arriba hacia abajo), represivo, punitivo e inflexible del control penal: la clave está
en la respuesta de una justicia de tipo informal, reflexiva y participativa, evitando
infligir dolor como lo hace el sistema penal.

Criterio
El abolicionismo es una doctrina que defiende la anulación de leyes, preceptos o
costumbres que se consideran atentatorios a principios éticos y morales. El
término se aplicó principalmente a la corriente que propugnaba la abolición de la
esclavitud.

3
DERECHO PENAL MINIMO

El Derecho penal mínimo implicaría, en sustancia, concebir al derecho penal como


la última alternativa (ultima ratio) a la que debería apelar una sociedad para
resolver los conflictos sociales; esa última alternativa, a su vez, debería
contemplar, desde el punto de vista procesal y constitucional, el respeto más
estricto a los derechos y garantías de los particulares; debería también restringirse
en sus fines a la prevención especial, tendiendo a la reintegración e inclusión
social de los perseguidos y condenados; delimitar el horizonte de proyección de
las penas y castigos institucionales; sostener la previsibilidad y controlabilidad de
los actos del Estado a partir de concebir las funciones jurisdiccionales como
acotantes del poder punitivo; y articular la mayor cantidad posible de alternativas a
la pena de prisión, especialmente estrategias de negociación, mediación y otros
dispositivos de justicia restaurativa y/o transicional.
Estas formas de concebir los fines del Derecho penal, y especialmente de las
penas, que opera como una “fórmula adecuada de justificación” que fija los límites
a la potentia puniendi de los Estados, deviene un piso innegociable de garantías,
propio de un Estado Constitucional de Derecho, en tránsito hacia un Estado sin
Derecho penal

Se justifica, de esa manera, la pena de prisión (el brutal elemento conceptual que
distingue al derecho penal de los demás saberes jurídicos) como un mal menor
respecto de reacciones des formalizadas propias de una anarquía punitiva, que se
sustenta únicamente en una concepción agnóstica o negativa de las penas, y se
impone con estricta sujeción a los paradigmas de Derechos Humanos que surgen
de los tratados y convenciones internacionales que forman parte de los derechos
vernáculos.

En última instancia, el Derecho penal mínimo encuentra su razón de ser en la


evitación de la venganza privada y pública, que no es otra cosa que la guerra de
todos contra todos, una especulación que puede conducir a pensar al derecho
penal como la protección del más débil contra el fuerte, antes que como una
superestructura formal destinada a reproducir las relaciones de poder y
dominación, que debe ser legitimada únicamente mientras la estructura injusta de
las sociedades imperiales y la relación de fuerzas sociales desfavorable no indique
que ha llegado la hora de la abolición del sistema penal.

Dicho en otros términos, todo reformismo tiene sus límites si no forma parte de
una estrategia reduccionista a corto y mediano plazo, y abolicionista a largo plazo.

Algunos autores, empero, han sostenido que el minimalismo penal no puede


disociarse de la existencia de un Derecho penal humanizado, circunscripto a una
intervención excepcional en aquellos casos en que se vulneren bienes jurídicos
fundamentales de una sociedad.

4
Otros, en cambio, concebimos al Derecho penal mínimo exclusivamente como una
alternativa táctica, condicionada por la relación de fuerzas sociales y la hegemonía
cultural del capitalismo mundial, en cuyo seno se agudizan las contradicciones
fundamentales; como un paso a favor de la profundización de las reformas
democráticas institucionales y sociales propias del Estado Constitucional de
Derecho, que significan el acceso constante de más ciudadanos a más derechos.

Ese Estado Constitucional de Derecho, que incorpora a los derechos internos los
pactos, tratados y convenciones que en materia internacional rigen y dan certeza a
las relaciones internacionales, constituye una base mínima de legalidad.
Absolutamente progresiva, sin dudas, pero que todavía debe evolucionar
necesariamente hacia formas más civilizadas y menos violentas de dirimir las
controversias humanas, rol éste para el cual el derecho penal ha demostrado su
inveterada torpeza a lo largo de la historia.
Desde esta perspectiva, el Derecho penal mínimo es, necesariamente,
interdisciplinario, ya que incardina reglas de derecho realizativo, normas de
derecho de fondo y estrategias unitarias en materia criminológica y político
criminal, todas ellas destinadas a una interpretación pro homine del derecho penal
existente, al que, además, se lo prefiere acotado a su condición de ultima ratio.

Hablar de Derecho Penal Mínimo es llevar a la esfera de aplicación del derecho


penal el mínimo de conductas transgresoras.
El Derecho Penal Mínimo surge en Europa del Sur y es la que mayor influencia
ha ejercido en América Latina; se orienta hacia la reducción de la pena con
intención de abolirla. Plantea que las "clases subalternas" son las más
criminalizadas y las más victimizadas; parte de una crítica al sistema penal y
plantean su abolición para unos de la cárcel y para otros del sistema penal total,
pero deberá transitar por un período en el que paulatinamente vaya reduciéndose
al mínimo.
Análisis del Derecho Penal Mínimo
El Derecho penal mínimo encuentra su razón de ser en la evitación de la
venganza privada y pública, que no es otra cosa que la guerra de todos contra
todos, una especulación que puede conducir a pensar al derecho penal como la
protección del más débil contra el fuerte, antes que como una superestructura
formal destinada a reproducir las relaciones de poder y dominación, que debe ser
legitimada únicamente mientras la estructura injusta de las sociedades imperiales
y la relación de fuerzas sociales desfavorable no indique que ha llegado la hora de
la abolición del sistema penal.

Según el principio de intervención mínima, el Derecho Penal debe ser la última


ratio de la política social del Estado para la protección de los bienes jurídicos más
importantes frente a los ataques más graves que puedan sufrir. La intervención del

5
Derecho Penal en la vida social debe reducirse a lo mínimo posible (minimización
de la respuesta jurídica violenta frente al delito).
Plantea que las "clases subalternas" son las más criminalizadas y las más
victimizadas; parte de una crítica al sistema penal y plantean su abolición para
unos de la cárcel y para otros del sistema penal total, pero deberá transitar por un
período en el que paulatinamente vaya reduciéndose al mínimo.

Criterio
El Derecho Penal Mínimo es llevar a la esfera de aplicación del derecho penal el
mínimo de conductas transgresoras, entendiendo el Derecho penal como una
forma de control social formal de reacción, acaso el más violento de los métodos
utilizados para la consecución de sus fines.

6
PRINCIPIO PREVENTIVO GENERAL DE PROTECCION DE LA
SOCIEDAD
Los principios de la acción preventiva son prescripciones relativas a “cómo” se ha
de prevenir, cómo elegir el tipo de medidas que se van a adoptar, y el orden en
que se presentan no es baladí: Evitar los riesgos, evaluar los riesgos que no se
pueden evitar, combatir los riesgos en su origen.

PRINCIPIO 1 - Los programas de prevención deberán mejorar los

Factores de prevención y revertir o reducir los factores de riesgo.

 El riesgo de convertirse en un abusador de drogas involucra una relación


entre el número y el tipo de los factores de riesgo (Ej., actitudes y
comportamientos desviados) y los factores de protección (Ej., el apoyo de
los padres).
 El impacto potencial de factores específicos de riesgo y de protección
cambia con la edad. Por ejemplo, los factores de riesgo dentro de la familia
tienen un impacto mayor en un niño más joven, mientras que la asociación
con compañeros que abusan de las drogas puede ser un factor de riesgo
más importante para un adolescente.
 Una intervención temprana en los factores de riesgo (Ej., conducta agresiva
y un autocontrol deficiente) a menudo tiene un impacto mayor que una
intervención tardía al cambiar la trayectoria de la vida del niño alejándole de
los problemas y dirigiéndolo hacia conductas positivas.
 Aunque los factores de riesgo y de protección pueden afectar a personas
de todos los grupos, estos factores pueden tener un efecto diferente
dependiendo de la edad, sexo, raza, cultura y ambiente de la persona.

PRINCIPIO 2 - Los programas de prevención deben dirigirse a todas las formas
del abuso de drogas, por separado o en conjunto, incluyendo el consumo de
drogas legales (Ej., el tabaco o el alcohol) por menores; el uso de drogas ilegales
(Ej., la marihuana o la heroína); y el uso inapropiado de sustancias obtenidas
legalmente (Ej., los inhalantes), los medicamentos de prescripción, o aquellos que
no necesitan prescripción.

PRINCIPIO 3 - Los programas de prevención deben dirigirse al tipo de problema


de abuso de drogas en la comunidad local, escoger los factores de riesgo que se
pueden modificar, y fortalecer los factores de protección que se conocen.

PRINCIPIO 4 - Los programas de prevención deben ser diseñados para tratar
riesgos específicos a las características de la población o de la audiencia, tales
como la edad, el sexo, y la cultura, para mejorar la eficacia del programa.

7
Programas para la familia

PRINCIPIO 5 - Los programas de prevención para las familias deben mejorar la
compenetración y las relaciones familiares e incluir habilidades para ser mejores
padres; entrenamiento para desarrollar, discutir y reforzar la política de la familia
con relación al abuso de sustancias; y la información y educación sobre las
drogas.

La compenetración familiar constituye el cimiento de la relación entre los padres y


los hijos. Se puede fortalecer esta compenetración a través de un entrenamiento
para mejorar la capacidad de apoyo de los padres a los hijos, la comunicación
entre padres e hijos, y la participación de los padres con los hijos.

 El monitoreo y la supervisión de los padres son esenciales para prevenir el


abuso de las drogas. Se pueden mejorar estas habilidades con
entrenamiento de cómo establecer reglas; técnicas para el monitoreo de
actividades; el elogio por conducta apropiada; y la disciplina moderada y
consistente que hace respetar las reglas de la familia anteriormente
definidas.18
 La educación y la información sobre las drogas para los padres o los
cuidadores refuerza lo que los niños están aprendiendo sobre los efectos
dañinos de las drogas y brinda la oportunidad para la discusión familiar
sobre el abuso de sustancias legales e ilegales. 4
 Las intervenciones cortas enfocadas en la familia y dirigidas a la población
en general pueden cambiar positivamente conductas específicas de los
padres que pueden reducir los riesgos futuros para el abuso de drogas.

Programas en la escuela

PRINCIPIO 6 - Se pueden diseñar los programas de prevención para una


intervención tan temprana como en los años preescolares que enfoquen a los
factores de riesgo para el abuso de drogas tales como el comportamiento
agresivo, conducta social negativa, y dificultades académicas.

PRINCIPIO 7 - Los programas de prevención para los niños de la primaria deben
ser dirigidos al mejoramiento del aprendizaje académico y socio-emotivo para
tratar factores de riesgo para el abuso de drogas como la agresión temprana, el
fracaso académico, y la deserción de los estudios. La educación debe enfocarse
en las siguientes habilidades:

 autocontrol;
 conciencia emocional;
 comunicación;
 solución de los problemas sociales; y
 apoyo académico, especialmente en la lectura.

8
PRINCIPIO 8 - Los programas de prevención para los estudiantes de la escuela
media y de la secundaria (middle ir junior and high school) deben aumentar la
competencia académica y social con las siguientes habilidades:

 hábitos de estudio y apoyo académico;


 comunicación;
 relaciones con los compañeros;
 autoeficacia y reafirmación personal;
 habilidades para resistir las drogas;
 refuerzo de las actitudes antidrogas; y
 fortalecimiento del compromiso personal contra el abuso de las drogas.

Programas comunitarios

PRINCIPIO 9 - Los programas de prevención dirigidos a las poblaciones en


general en puntos de transición claves, como la transición a la escuela media
(“middle school”), pueden producir efectos beneficiosos aún entre las familias y los
niños que tienen un alto riesgo. Tales intervenciones no se dirigen a las
poblaciones en riesgo en particular, y por lo tanto, reducen el encasillamiento y
promueven los lazos fuertes con la escuela y con la comunidad.

PRINCIPIO 10 - Los programas de prevención comunitarios que combinan dos o


más programas eficaces, como los basados en las familias y los basados en las
escuelas, pueden ser más eficientes que un programa individual.

PRINCIPIO 11 - Los programas de prevención comunitarios dirigidos a las


poblaciones en varios ambientes–por ejemplo, en las escuelas, los clubes, las
organizaciones religiosas, y los medios de comunicación–son más eficaces
cuando se presentan a través de mensajes consistentes en cada uno de los
ambientes a lo largo de toda la comunidad.

Introducción de los Programas de Prevención

PRINCIPIO 12 - Cuando las comunidades adaptan los programas a sus


necesidades, normas comunitarias, o diferentes requerimientos culturales, deben
mantener los elementos básicos de la intervención original basada en la
investigación, que incluyen:

 la estructura (cómo está organizado y compuesto el programa)


 el contenido (la información, las habilidades, y las estrategias del
programa); y
 la introducción (cómo se adapta, implementa y evalúa el programa).

PRINCIPIO 13 - Los programas de prevención deben ser a largo plazo con
intervenciones repetidas (es decir, programas de refuerzo) para fortalecer las

9
metas originales de la prevención. Las investigaciones demuestran que los
beneficios de los programas de prevención en la escuela media disminuyen

Evitar los riesgos.

- Evaluar los riesgos que no se puedan evitar.

-  Combatir los riesgos en su origen.

- Adaptar el trabajo a la persona, en particular en lo que respecta a la concepción


de los puestos de trabajo, así como a la elección de los equipos y los métodos de
trabajo y de producción, con miras, en particular, a atenuar el trabajo monótono y
repetitivo y a reducir los efectos del mismo en la salud.

-  Tener en cuenta la evolución de la técnica.

- Sustituir lo peligroso por lo que entrañe poco o ningún peligro.

 Planificar la prevención, buscando un conjunto coherente que integre en ella la


técnica, la organización del trabajo, las condiciones de trabajo, las relaciones
sociales y la influencia de los factores ambientales en el trabajo.

- Adoptar medidas que antepongan la protección colectiva a la individual.

-  Dar las debidas instrucciones a los trabajadores.

Análisis del tema


El Principio preventivo general de protección de la sociedad son prescripciones
relativas a “cómo” se ha de prevenir, cómo elegir el tipo de medidas que se van a
adoptar, y el orden en que se presentan no es baladí: Evitar los riesgos, evaluar
los riesgos que no se pueden evitar, combatir los riesgos en su origen.
El principio de prevención es aquel por el cual, ante una situación de riesgo cierto,
deben adoptarse las medidas de vigilancia y previsión necesarias para evitar las
posibles consecuencias negativas

10
EL FUNCIONALISMO

De entre las corrientes funcionalistas que surgen a partir de los años “sesenta” es
de destacar, en cuanto supone una nueva manera de fundamentar el sistema
penal, el modelo funcionalista de Derecho penal propuesto en Alemania por
JAKOBS. La aplicación de la teoría sistémico-funcionalista al Derecho penal ha
afectado a los tres planos en los que se desarrolla el discurso penal: 1) en el plano
técnico jurídico, referido a la dogmática del delito, mediante la radical
normativización de los criterios de imputación; 2) en el plano político criminal,
relativo al objeto y a la finalidad de la tutela penal; 3) y en el plano ideológico,
concerniente a la fundamentación y a la legitimación del sistema penal.

a) La vigencia de la norma como función del Derecho penal.

Siguiendo los postulados de la sociología de sistemas de LUHMANN -en la que el


Derecho se concibe como un susbsistema orientado a la estabilización del sistema
social, de orientación de las acciones y de estabilización de las expectativas-, el
centro de atención se desplaza a la “confianza institucional”. En este sistema la
función de las normas -en tanto estabilización de expectativas-, es independiente
de su contenido. De ahí se deriva que la violación de la norma sea siempre
socialmente disfuncional, pero no tanto porque resulten lesionados determinados
intereses o bienes jurídicos, sino por cuanto es puesta en discusión la validez
misma de la norma, y con la confianza institucional garantizada por la misma.

Desde esta perspectiva, el Derecho penal aparece como un subsistema dirigido a


garantizar la confianza institucional mediante el restablecimiento de la vigencia de
la norma cuestionada por el delito. En este sentido afirma JAKOBS que la tarea
del Derecho penal no puede consistir en impedir la lesión de bienes jurídicos. Su
función es más bien, reafirmar la vigencia de la norma, debiendo equipararse a tal
efecto vigencia y reconocimiento. Consecuente con esta nueva función del
Derecho penal, el principio del delito como lesión de bienes jurídicos es
reemplazado por el principio del delito como expresión simbólica de infidelidad al
ordenamiento jurídico. Y la idea de prevención general y especial es sustituida por
la del “ejercicio del reconocimiento y fidelidad a la norma”.

b) El restablecimiento de la confianza institucional como fundamento y


legitimación del sistema penal.

De acuerdo con lo anterior, el fundamento del Derecho penal no ha de buscarse


ya en la tutela de bienes jurídicos, sino, ante todo, en la función simbólica del
ordenamiento normativo, entendido como instrumento de orientación e
institucionalización de la confianza mutua. La protección tiene lugar reafirmando al
que confía en la norma en su confianza, y en esta medida la pena tiene lugar para
ejercitar en la confianza hacia la norma.

11
Desde esta perspectiva, el delito deja de ser la puesta en peligro de un bien
jurídico para pasar a ser una amenaza a la integridad y a la estabilidad social, en
cuanto constituye la expresión simbólica de una falta de fidelidad al Derecho.
También la pena aparece, a su vez, como una expresión simbólica opuesta a la
representada por el delito cuya función es el restablecimiento de la confianza
institucional violada por el delito.

Críticas de las posturas funcionalistas:

En primer lugar, la teoría sistémica-funcionalista incurre en la denominada falacia


normativista, al pretender derivar de las funciones que efectivamente cumple el
Derecho penal (ser), los fines justificadores del mismo (deber ser). Así, acreditan
como fines o modelos a seguir lo que sólo son funciones o efectos realizados de
hecho.

A su vez, la funcionalización de todo Derecho penal con relación a un sistema


social ideal –del que se desconocen sus características concretas, y lo que es más
importante, su grado de violencia- sólo es capaz de proporcionar una justificación
apriorística y abstracta del Derecho penal. Y en la medida en que por ello es
compatible con cualquier modelo de política criminal, no permite mantener una
actitud crítica frente a la arbitrariedad, los excesos y los errores.

Como afirma MUÑOZ CONDE, “la teoría sistémica representa una descripción
aséptica y tecnocrática del modo de funcionamiento del sistema, pero no una
valoración, y mucho menos, una crítica del sistema mismo. Esta legitimación
tecnocrática del funcionamiento del sistema punitivo resulta coherente, como
afirma BARATTA, con la concepción del individuo como portador de la respuesta
simbólica, y no como destinatario y fin de una política de reinserción social.

Lo abstracto e indeterminado del fin asignado al Derecho penal –estabilización de


la norma- además de imposibilitar justificaciones –y lño que es más importante-
deslegitimaciones parciales y/o de sistemas concretos, conduce, en opinión de
SCHÜNEMANN, a un sistema cerrado en el que inevitablemente se produce una
argumentación tautológica o circular en la que se pierde cualquier oportunidad de
establecer límites a la intervención penal.
Por último, y desde los criterios que han de regir una teoría justificacionista del
Derecho penal, quizá la crítica más contundente haya de ir dirigida al hecho de
que sólo tome en consideración los eventuales efectos positivos que del ejercicio
de la función penal puedan derivarse para la integración social y el
restablecimiento de la confianza institucional. Y así, al desconocer –o despreciar-
los altos costes sociales y gravísimos efectos que, sobre la integración social y la
confianza en las instituciones, de hecho tiene el Derecho penal, olvida que el coste
social de las penas y más en general de los medios de prevención de los delitos,
puede ser superior al coste mismo de las violencias que trata de prevenir. Y en
ese caso, el sistema penal que se pretende justificar queda deslegitimado.

12
Análisis del Tema

El funcionalismo es una doctrina sociológica y antropológica que considera que la


sociedad está constituida por partes que funcionan para mantener el conjunto y en
la que el mal funcionamiento de una parte obliga al reajuste de las otras. "el
funcionalismo ha sido a veces criticado por parecer una ideología reaccionaria

Criterio

El funcionalismo supone que los elementos de una determinada estructura social


son interdependientes, es decir, que trabajan en conjunto para promover una
estabilidad y para satisfacer las necesidades de cada parte.

El funcionalismo es una teoría de la sociología bajo la premisa de que todos los


aspectos de una sociedad (instituciones, roles, normas, etc.) cumplen un propósito
y son indispensables para la supervivencia de la misma.

GLOBALIZACION Y SISTEMA PENAL

13
La globalización, y más concretamente la idea de un mercado global, es el eje
sobre el que gira todo un nuevo orden social en el que la política mundial es un
mero instrumento a favor de los poderes económicos. Es el propio orden social y
económico, con su incapacidad para establecer los necesarios equilibrios políticos
y sociales y de prestar la atención debida a los nuevos problemas globales, el que
contribuye a la creación de un vacío de poder democrático favorecedor de
situaciones de exclusión, y por supuesto, de la aparición de actividades ilegales en
el ámbito de la economía. Las mafias y los negocios ilegales internacionales se
están convirtiendo en verdaderos poderes económicos.

El carácter primordialmente económico y organizado de la criminalidad de la


globalización, y la asignación al Derecho penal de cometidos fundamentalmente
prácticos, en el sentido de una mayor eficacia, en la respuesta a los ilícitos propios
de la globalización y de la integración supranacional podría amenazar, como
advierte SILVA SÁNCHEZ, con una expansión del Derecho penal acompañada de
la consecuente flexibilización de las categorías y relativización de los principios.
Ante la amenaza que la expansión del Derecho penal supone para las garantías
consolidadas en nuestros sistemas penales, HASSEMER propone en Alemania
una redistribución formal de lo ilícito mediante la institución de un nuevo
ordenamiento sancionador, al que denomina “Derecho de intervención”.

En la ciencia penal española, y en una línea muy similar a la seguida por el


profesor alemán, SILVA SÁNCHEZ plantea la posibilidad de un Derecho penal -de
segunda velocidad- aplicable a los delitos económicos y de riesgo. Se trataría,
como el propio autor expone, de un Derecho penal más alejado del núcleo de lo
criminal caracterizado por la imposición de penas más próximas a las sanciones
administrativas y la flexibilización de los criterios de imputación y de las garantías
político-criminales.

No obstante, el Derecho penal ha de ser uno en todo conforme con las exigencias
del Estado de Derecho; conformidad que, como advierte GRACIA MARTÍN, “se
realiza en un grado tan absoluto que la misma no admite excepciones ni una
mínima relativización.

Pero, para el Derecho penal, el fenómeno de la globalización no significa


solamente la necesidad de hacer frente a un nuevo tipo de delincuencia
organizada. Tomar en su conjunto las relaciones Derecho penal-globalización
supone, asimismo, analizar otros fenómenos que también se producen en las
esferas cultural y jurídica de las sociedades, y que si bien son parciales, forman
parte o son consecuencia de la misma globalización.

Por una parte, la instauración de un “mercado mundial”, con el


redimensionamiento de los poderes que ello ha supuesto, implica que el panorama
sociológico existente en muchos países desarrollados sea un panorama de gran
complejidad que presenta no pocas contradicciones. El sistema de la competencia
14
global tiene efectos sociales que no son precisamente de homogeneidad sino de
heterogeneidad, esto es, de multiplicaciones de las divisiones sociales, de zonas
integradas que generan situaciones de hegemonía social y económica, zonas de
vulnerabilidad que no generan ninguna hegemonía económica y social y zonas de
exclusión que generan estigmatización económica y social.

La globalización, lejos de constituir una palanca de ampliación de estrategias


penales de aplicación igualitaria, consagra la desigualdad, sobre todo como efecto
de procesos de desregulación cuya consecuencia fundamental es la impunidad del
poderoso en entornos débiles. Acorde con este nuevo orden social, en las
importantes reformas del Derecho penal que se han llevado a cabo en nuestro
país cabe destacar el reconocimiento de la responsabilidad penal de las personas
jurídicas, que hasta la reforma de la ley 5/2010 sólo cabía imponerles unas
consecuencias jurídicas pero accesorias a un delito cometido por una persona
física, y a criterio judicial.

Por otra, determina la incapacidad del sistema penal para controlar las nuevas
relaciones sociales. Frente a ello, el Estado criminaliza los conflictos sociales y
organiza el sistema penal en torno a la exclusión y a la punición, hasta el punto de
crear alarma social para convertirse así en fuente de consenso en torno a las
instituciones, previniendo de este modo cualquier eventual disentimiento político.

La situación anteriormente descrita incide a su vez en la función que, como


mecanismo de control social, está desempeñando de facto el Derecho penal.
Conlleva la deslegitimación del Derecho penal, y la reivindicación de su función
simbólica.

Así, frente a la finalidad legítima del Derecho penal consistente en la protección de


bienes jurídicos (función instrumental), se viene imponiendo el reconocimiento de
que el Derecho penal cumple, de facto, una función simbólica. Se dice que el
Derecho penal desempeña una función simbólica cuando su utilización tiene como
principal –y a veces único- efecto el de transmitir a la sociedad ciertos mensajes o
contenidos valorativos, dirigidos en última instancia a sugerir una eficacia estatal
en la resolución de los conflictos que no es tal en la realidad. En cuanto que la
legislación simbólica no se oponga al logro de la función instrumental propia del
Derecho penal, no plantea mayor problema. Las objeciones se plantean, sin
embargo, cuando se intenta legitimar el Derecho penal desde su función simbólica
–confundiendo fines y funciones, ser y deber ser-; o, cuando los efectos
simbólicos, afectan negativamente a la tutela real de los bienes jurídicos.
Cuando, además, se utiliza deliberadamente el Derecho penal para producir un
mero efecto simbólico en la opinión pública y no para proteger con eficacia los
bienes jurídicos fundamentales para la convivencia, la función del Derecho penal,
como dice GARCIA-PABLOS “se pervierte”. Se introducen disposiciones
excepcionales, a sabiendas de su inútil o imposible cumplimiento, y, a medio plazo
desacredita al propio ordenamiento, minando el poder intimidatorio de sus
prohibiciones. El déficit de tutela real de bienes jurídicos es compensado por la

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creación, en la ciudadanía, de una ilusión de seguridad y de un sentimiento de
confianza en las instituciones que tienen una base real cada vez más escasa: las
normas continúan siendo violadas, la sensación de inseguridad crece, y todo ello
termina justificando un mayor, y sobre todo, innecesario rigor punitivo.

Análisis del Tema

La globalización no sólo se refiere a los intercambios económicos trasnacionales,


sino a los procesos que afectan a los Estados y a los individuos e n otros
aspectos. Entre dichos procesos se encuentran desde el acceso a la información
mundial de manera fácil y rápida, hasta los riesgos que son consecuencia de este
mismo acceso, como, por ejemplo, los fraudes electrónicos realizados mediante
internet o el aumento de la pornografía infantil en razón de su fácil difusión en la
red. Éstos son algunos de los retos a los que ahora el derecho penal estatal tiene
que responder, además de que el mismo no está concebido para enfrentar a la
globalización del delito, y tener la posibilidad de dar soluciones jurídicas
contundentes.

Criterio

Los procesos de globalización se han extendido fuera de las fronteras de cada


Estado en el ámbito económico, político, cultural y tecnológico. Como en
anteriores revoluciones industriales, han impuesto su modelo económico
apoyándose en una concreta ideología. La ideología de la globalización se asienta
sobre el pensamiento neoliberal de la eficacia tecnocrática y del beneficio.

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E grafía
http://www.derechoareplica.org/index.php/derecho/411-derecho-penal-minimo-y-
estado

https://ocw.uca.es/course/view.php?id=39#section-1

Fuente: https://www.caracteristicas.co/funcionalismo/#ixzz6WA5EU5LE

https://derechoareplica.org/index.php/derecho/213-criminologia-critica-
abolicionismo-y-

medidasdeaseguramiento.over-blog.es/pages/Derecho-penal-mínimo-

https://www2.politicas.unam.mx/sae/wp-
content/uploads/2014/09/ElFuncionalismoSoc.pdf

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