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¿Qué es el cambio climático?

El clima del planeta ha experimentado cambios constantes a lo largo del tiempo geológico,
entre ellos fluctuaciones significativas de las temperaturas medias globales.

El calentamiento actual se está produciendo, sin embargo, más rápido que cualquier
fenómeno pasado. Ha quedado claro que la mayor parte del calentamiento registrado
durante el siglo pasado la hemos causado los seres humanos al emitir gases que retienen
el calor —comúnmente denominados gases de efecto invernadero— para cubrir las
necesidades energéticas de la vida moderna. Lo hacemos mediante la quema de
combustibles fósiles, la agricultura, el uso de la tierra y otras actividades que provocan el
cambio climático. Los gases de efecto invernadero se encuentran en su nivel más alto de
los últimos 800.000 años. Este rápido aumento es un problema porque está cambiando
nuestro clima a una velocidad demasiado alta para que los seres vivos podamos
adaptarnos a ella.

El cambio climático no sólo conlleva un aumento de las temperaturas, sino también


fenómenos meteorológicos extremos, la elevación del nivel del mar y cambios en las
poblaciones y los hábitats de flora y fauna silvestres, entre otros efectos.

¿Qué causa el cambio climático?


En cuanto que seres humanos, queremos lo mismo que el resto de nuestros congéneres: un
lugar seguro en el que vivir en este planeta al que llamamos hogar. Por tanto, aunque nuestro
trabajo debe continuar siendo imparcial y objetivo, cada vez con más frecuencia alzamos
nuestra voz en apoyo al mensaje claro de que el cambio climático es real, los seres humanos
somos los responsables, su impacto es grave y debemos actuar ahora. 

Katharine Hayhoe, científica especialista en el clima

Existe un consenso científico abrumador de que el calentamiento global está


mayoritariamente causado por el ser humano: el 97% de los científicos especialistas en el
clima han llegado a esta conclusión.

Uno de los mayores factores determinantes, con mucha diferencia, es la quema de


combustibles fósiles —carbón, gas y petróleo—, que ha aumentado la concentración de
gases de efecto invernadero —como el dióxido de carbono— en nuestra atmósfera. Esto,
sumado a otras actividades como la tala con fines agrícolas, está provocando un aumento
de la temperatura media de nuestro planeta. De hecho, la comunidad científica está tan
segura de que los gases de efecto invernadero provocan el calentamiento global como de
que fumar provoca cáncer de pulmón.

Esta conclusión no es nueva. La comunidad científica lleva décadas recopilando y


analizando datos sobre esta cuestión. Las advertencias sobre el calentamiento global
saltaron a la prensa a finales de la década de 1980.

En 1992, 165 naciones firmaron un tratado internacional, la Convención Marco de las


Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Desde entonces celebran
reuniones anuales (llamadas “Conferencias de las Partes” o COP) con el propósito de
establecer los objetivos y los métodos para reducir el cambio climático y para adaptarse a
sus efectos ya visibles. En la actualidad, la Convención tiene 197 Estados Partes.

¿Qué efectos tiene el cambio climático?


En Wilmington las olas de calor son especialmente perjudiciales porque sus habitantes, en su
mayoría de ingresos bajos, no pueden permitirse el aire acondicionado. Y como aún viven
cerca de las refinerías y los pozos petrolíferos tienen que tener las ventanas cerradas. 

Alicia Rivera, organizadora comunitarias y activista por el clima, Estados Unidos

Los efectos del cambio climático ya se están notando, y empeorarán. El calentamiento


global ya ha alcanzado aproximadamente 1 °C con respecto a los niveles preindustriales.
Cada medio grado (o incluso menos) de calentamiento global cuenta.

Es importante recordar que ninguna de las listas de efectos del cambio climático es
exhaustiva. Es muy probable que las olas de calor se produzcan con mayor frecuencia y
duren más tiempo y que las precipitaciones se hagan más intensas y frecuentes en
muchas regiones. Los océanos seguirán calentándose y acidificándose, y el nivel medio
global del mar continuará elevándose. Todo esto tendrá —y ya está empezando a tener—
un impacto devastador en la vida humana.

La necesidad urgente de abordar el cambio climático se ha hecho aún más patente con la
publicación de un importante informe en octubre de 2018 a cargo del principal
organismo internacional para la evaluación del cambio climático, el Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). En él, el IPCC advierte
de que, si queremos evitar las consecuencias catastróficas del calentamiento global no
debemos alcanzar el aumento de la temperatura de 1,5 °C con respecto a los niveles
preindustriales, o al menos no superarlo. El informe presenta las considerables diferencias
existentes entre las situaciones hipotéticas de que se produzcan aumentos de 1,5 °C o de
2 °C.

El IPCC afirma que si trabajamos para limitar el aumento de las temperaturas medias
globales a 1,5 °C, podríamos, por ejemplo:

 reducir en varios cientos de millones el número de personas expuestas a riesgos


relacionados con el clima y susceptibles de sufrir pobreza en 2050;
 proteger a 10 millones de personas frente a los riesgos relacionados con el nivel
del mar, y
 reducir la proporción de la población mundial expuesta a un aumento del estrés
hídrico a un 50%, o una de cada 25 personas del planeta.

Pero lo que quizá sea más importante es que el informe del IPCC da al mundo un plazo
claro para evitar la catástrofe: de aquí a 2030 debemos reducir las emisiones de gases con
efecto invernadero a la mitad de su nivel en 2010 para no alcanzar el aumento de 1,5 °C.
Por tanto, nuestros gobiernos deben tomar medidas de forma inmediata para dar un
cambio de rumbo. Cuanto más tardemos en hacerlo, más tendremos que recurrir
a tecnologías costosas que podrían tener efectos nocivos en los derechos humanos.

El secretario general de la ONU Antonio Guterres dijo a Los Estados que de aquí a 2020


debían haber fijado objetivos realistas para detener el aumento de las emisiones o, de lo
contrario, “nos arriesga[ría]mos a dejar de tener la posibilidad de evitar el arrollador cambio
climático, con consecuencias desastrosas para las personas y todos los sistemas
naturales que nos sostienen”.

¿A quiénes afecta más el cambio climático?


Decís que queréis a vuestros hijos e hijas más que a nada en el mundo, pero les estáis
robando su futuro ante sus propios ojos. 
Greta Thunberg, activista por el clima y fundadora de la huelga escolar por el clima

A menos que los gobiernos tomen medidas, el cambio climático continuará dañándonos a
todos. No obstante, es probable que sus efectos sean mucho más pronunciados en grupos
concretos —por ejemplo, las comunidades que dependen de medios de subsistencia
agrícolas o costeros— y en las personas vulnerables, desfavorecidas o discriminadas.

Éstas son algunas de las formas en que el cambio climático está agravando las
desigualdades:

 Entre las naciones desarrolladas y en desarrollo:

En el ámbito nacional, los Estados insulares pequeños y los países menos desarrollados
situados a escasa altitud ya se encuentran entre los más afectados. La población de
las Islas Marshall sufre periódicamente inundaciones y tormentas devastadoras que
destruyen sus viviendas y sus medios de vida. La ola de calor de 2018 en el hemisferio
norte acaparó titulares en toda Europea y Norteamérica, pero algunos de sus efectos se
produjeron en lugares como Pakistán, donde más de 60 personas —en su mayoría
trabajadores habitualmente expuestos al calor intenso— murieron al ascender la
temperatura por encima de 44 °C.

 Entre distintas etnias y clases:

Los efectos del cambio climático y la contaminación relacionada con los combustibles
fósiles también tienen una magnitud distinta en función de la clase y la etnia. En
Norteamérica, son mayormente las comunidades pobres de color las que están
obligadas a respirar aire tóxico, puesto que la probabilidad de que sus barrios estén
situados junto a centrales eléctricas y refinerías es mayor. La incidencia de las
enfermedades respiratorias y los cánceres es notablemente más alta en ellas, y la
población afroamericana tiene el triple de probabilidades de morir de contaminación
atmosférica que la población estadounidense en general.

 Entre géneros:

Las mujeres y las niñas se ven desproporcionadamente afectadas por el cambio


climático, lo que refleja el hecho de que en muchos países tienen más probabilidades de
sufrir marginación y pobreza. Esto significa que son más vulnerables al impacto de los
fenómenos meteorológicos, puesto que son menos capaces de protegerse frente a ellos y,
en caso de verse afectadas, les será más difícil recuperarse.

 Entre generaciones:

Las generaciones futuras experimentarán un agravamiento de los efectos a menos que los
gobiernos actúen ahora. No obstante, los niños, niñas y jóvenes ya están sufriendo debido
a su metabolismo, fisiología y necesidades de desarrollo específicos. Esto significa, por
ejemplo, que es probable que el desplazamiento forzado que experimentan las
comunidades y que repercute en toda una serie de derechos —desde el derecho al agua,
el saneamiento y la alimentación hasta el derecho a una vivienda adecuada, la salud, la
educación y el desarrollo— tenga efectos particularmente dañinos en los niños y niñas.

 Entre comunidades:

Los pueblos indígenas están entre las comunidades más afectadas por el cambio
climático. Muchos de ellos viven en tierras marginales y ecosistemas frágiles
particularmente sensibles a las alteraciones del entorno físico. Mantienen una estrecha
relación con la naturaleza y sus tierras ancestrales, de las que dependen sus medios de
vida y su identidad cultural.

¿Por qué es el cambio climático una cuestión de


derechos humanos?
El cambio climático es una cuestión de derechos humanos no sólo porque sus efectos
devastadores afectan al disfrute de los derechos humanos, sino también porque es un
fenómeno causado por el ser humano que los gobiernos pueden mitigar. 

Kumi Naidoo, secretario general de Amnistía Internacional

Los derechos humanos están estrechamente relacionados con al cambio climático por su
efecto devastador no sólo en el medio ambiente, sino en nuestro bienestar. Además de
amenazar nuestra propia existencia, el cambio climático está repercutiendo de forma
dañina en nuestro derecho a la vida, la salud, la alimentación, el agua, la vivienda y los
medios de vida.

Cuanto más esperen los gobiernos para tomar medidas significativas, más difícil será
resolver el problema y mayor será el riesgo de que las emisiones se reduzcan por medios
que aumenten la desigualdad, en lugar de reducirla.

Estas son algunas de las formas en las que el cambio climático está afectando y
continuará afectando a nuestros derechos humanos:

Derecho a la vida: toda persona tiene tiene derecho a la vida y a vivir en libertad y en


condiciones de seguridad. Pero el cambio climático representa una amenaza para la
seguridad de miles de millones de personas en el planeta. Las manifestaciones más
evidentes son los fenómenos meteorológicos extremos, como las tormentas, las
inundaciones y los incendios forestales. En Filipinas, el tifón Yolanda se cobró la vida
de casi 10.000 personas en 2013. Los golpes de calor están entre los efectos más
mortíferos. La ola de calor de Europa de 2003 se cobró la vida de 35.000 personas. No
obstante, hay muchas otras formas menos visibles en las que el cambio climático pone en
peligro la vida. La Organización Mundial de la Salud prevé que el cambio climático
provoque 250.000 muertes al año entre 2030 y 2050 por malaria, malnutrición, diarrea y
golpes de calor.

Derecho a la salud: toda persona tiene derecho al disfrute del más alto nivel posible de
salud física y mental. De acuerdo con el IPCC, entre los principales efectos del cambio
climático en la salud figurarán un aumento del riesgo de lesiones, enfermedades y muertes
por golpes de calor e incendios más intensos; un mayor riesgo de desnutrición a
consecuencia de la disminución de la producción de alimentos en las regiones pobres, y
un mayor riesgo de contraer enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua y
transmitidas por vectores. Los menores expuestos a episodios traumáticos, como
catástrofes naturales agravadas por el cambio climático, pueden sufrir trastorno de estrés
postraumático. El impacto del cambio climático en la salud exige una respuesta urgente;
de lo contrario, el calentamiento amenaza con comprometer los sistemas de salud y los
objetivos básicos de salud mundial.

Derecho a vivienda: toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado para sí


misma y para su familia, lo que incluye el acceso a una vivienda adecuada. No obstante, el
cambio climático amenaza nuestro derecho a la vivienda de diversas formas. Los
fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones y los incendios, ya están
destruyendo viviendas y obligando a muchas personas a desplazarse. Las sequías, la
erosión y las inundaciones también pueden modificar el medio ambiente con el tiempo,
mientras que la elevación del nivel del mar amenaza los hogares de los millones de
personas de todo el mundo que viven en territorios a escasa altitud.

Derecho al agua y al saneamiento: toda persona tiene derecho a agua potable para uso
personal y doméstico y a saneamiento que garanticen el mantenimiento de la salud. Pero
una combinación de factores como la fusión de la nieve y el hielo, la reducción de la
pluviosidad, el aumento de las temperaturas y la elevación del nivel del mar muestran que
el cambio climático afecta y seguirá afectando a la calidad y cantidad de los recursos
hídricos, lo que agravará el problema del acceso a agua potable, del que actualmente
carecen 1.100 millones de personas. Los fenómenos meteorológicos extremos, como los
ciclones y las inundaciones, afectan a las infraestructuras de abastecimiento de agua y de
saneamiento, y dejan tras ellos aguas contaminadas, contribuyendo de este modo a la
propagación de enfermedades transmitidas por el agua. Los sistemas de alcantarillado,
especialmente en las zonas urbanas, también se verán afectados por el cambio climático.

¿Quiénes tienen la responsabilidad de detener el


cambio climático?
Tras poner a los demandantes en una situación de peligro climático, los acusados han seguido
actuando con indiferencia deliberada en relación con el peligro conocido que ayudaron a crear
y que continúan acrecentando. La desestabilización del sistema climático plantea riesgos
inusualmente graves de daño para la vida, la integridad física y la dignidad de los
demandantes. 

Juliana vs United States Government, demanda presentada por varios niños y niñas contra
el gobierno de Estados Unidos

Los Estados

Los Estados tienen la obligación de mitigar los efectos nocivos del cambio climático
tomando las medidas más ambiciosas posibles para evitar o reducir las emisiones de
gases de efecto invernadero en el plazo más breve posible. Aunque los Estados más ricos
deben abrir camino tanto en el ámbito nacional como mediante la cooperación
internacional, todos los países deben tomar todas las medidas razonables para reducir las
emisiones hasta el máximo de sus capacidades.

Los Estados deben adoptar también todas las medidas necesarias para ayudar a quienes
están dentro de su jurisdicción a adaptarse a los efectos previsibles e inevitables del
cambio climático, para que se hagan sentir lo menos posible en sus derechos humanos.
Deben hacerlo sean o no responsables de dichos efectos, ya que tienen la obligación de
proteger a las personas de perjuicios causados por terceros.

Los Estados deben tomar medidas para atajar el cambio climático con la mayor celeridad y
humanidad posibles. En sus esfuerzos para abordar el cambio climático, no deben recurrir
a medidas que violen los derechos humanos ni directa ni indirectamente. Por ejemplo, no
se se deben crear zonas de conservación ni llevar a cabo proyectos de energía renovable
en las tierras de pueblos indígenas sin consultarles y obtener su consentimiento previo.

En todas las medidas, los Estados deben respetar el derecho a la información, así como la
participación de todas las personas afectadas y su derecho a acceder a recursos efectivos
por abusos contra los derechos humanos.

No obstante, los compromisos actuales formulados por los gobiernos para mitigar el
cambio climático son absolutamente insuficientes, ya que tendrían como resultado un
catastrófico aumento de 3°C en la temperatura media mundial sobre el nivel preindustrial
antes de 2100. En Francia, Países Bajos y Suiza, entre otros países, la ciudadanía está
demandando a sus gobiernos por su inacción a la hora de establecer objetivos y medidas
de mitigación del cambio climático suficientes.

Las empresas

Las empresas también tienen la responsabilidad de respetar los derechos humanos. Para
cumplir con ella deben evaluar los posibles efectos de sus actividades en los derechos
humanos y adoptar medidas para evitar las repercusiones negativas. Deben publicar sus
conclusiones y sus medidas de prevención. Deben además tomar medidas para remediar
los abusos contra los derechos humanos que causan o a los que contribuyen, ya sea por
sí mismas o en colaboración con otros actores. Su responsabilidad se extiende a los daños
a los derechos humanos derivados del cambio climático.

Las empresas, especialmente las del sector de los combustibles fósiles, también deben
adoptar medidas para minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero de forma
inmediata —lo que incluye un cambio de negocio a las energías renovables— y hacer
pública la información pertinente sobre sus emisiones y sus medidas de mitigación. Estos
esfuerzos se deben extender a todas sus subsidiarias, filiales y entidades de su cadena de
suministro.

Las empresas del sector de los combustibles fósiles han figurado históricamente entre las
más responsables del cambio climático, situación que se mantiene en la actualidad. La
investigación demuestra que tan sólo 100 empresas productoras de combustibles fósiles
son responsables del 71% de las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1988.

Hay cada vez más pruebas de que las principales empresas del sector de los
combustibles fósiles conocen desde hace décadas los efectos nocivos de quemar estos
combustibles y han intentando ocultar esa información e impedir cualquier iniciativa de
abordar el cambio climático.

¿Por qué tenemos que detener el cambio climático?


Porque todas las personas merecemos la misma protección.

Los seres humanos nacemos con unos derechos humanos fundamentales que, sin
embargo, se encuentran gravemente amenazados por el cambio climático. Si bien el
cambio climático pone en peligro la vida de todas las personas de un modo u otro, es más
probable que quienes sufran sus peores efectos sean las personas discriminadas. Todas
las personas merecemos protección frente a esta amenaza universal.

Porque con actuar no perdemos nada y podemos ganarlo todo.

Luchar contra el cambio climático nos da la oportunidad de poner por delante el bienestar
de las personas al garantizar el derecho a un medio ambiente saludable. A su vez esto nos
permitirá mejorar los derechos humanos, por ejemplo, al posibilitar el acceso de más
personas a recursos energéticos más limpios y más baratos y crear oportunidades de
empleo en sectores nuevos.

Porque poseemos el conocimiento, el poder y la capacidad para detener el cambio


climático.

Son muchas las personas que están tratando de idear soluciones creativas, inspiradoras e
innovadoras para abordar el cambio climático. Desde particulares hasta empresas o
ciudades, en todo el mundo hay gente dedicada a elaborar políticas, campañas y
soluciones que protejan a las personas y el planeta. Los pueblos indígenas y las
comunidades minoritarias llevan siglos desarrollando formas de vivir sostenibles con el
entorno que es su hogar. Podemos aprender de ellos y, con su consentimiento, aprovechar
su pericia a la hora de plantear nuestras propias iniciativas para encontrar una forma
distinta de interactuar con nuestro planeta.

¿Qué está haciendo Amnistía para abordar el cambio


climático?
Es necesario centrar con urgencia la conversación sobre el cambio climático en las personas y
los derechos humanos. A juicio de Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos
humanos, para ello hay que ejercer presión para pedir rendición de cuentas a los Estados que
no reaccionan ante el cambio climático, del mismo modo que lo hacemos con otras
violaciones de derechos humanos. 

Chiara Liguori, asesora de política, Amnistía Internacional

En su trabajo sobre el cambio climático, Amnistía Internacional ha defendido los derechos


humanos en el Acuerdo de París sobre el cambio climático, ha contribuido a establecer
unas normas de derechos humanos más enérgicas en relación con el cambio climático y
apoya a los grupos ecologistas en su argumentos de derechos humanos.

Dada la urgencia de la cuestión, incrementaremos nuestro compromiso y actuaremos


como fuerza impulsora de la comunidad de derechos humanos, que está mostrando cómo
afecta el cambio climático a los derechos de las personas y cómo responden estas a la
realidad y a la amenaza del cambio climático.

Amnistía trabajará con diversos grupos en países clave para aumentar la presión sobre los
gobiernos y las empresas que obstaculizan los avances. Amnistía apoyará a la gente
joven, pero también a los pueblos indígenas, los sindicatos y las comunidades afectadas, a
la hora de exigir una transición rápida y justa a una economía de cero emisiones que no
deje a nadie atrás. Además, utilizaremos los recursos judiciales y los mecanismos
nacionales y regionales de derechos humanos como herramientas adicionales para
mantener la presión.

Amnistía Internacional ampliará su trabajo de apoyo a los defensores y defensoras de los


derechos medioambientales para facilitar, específicamente, el trabajo de quienes protegen
la tierra, los alimentos, a las comunidades y a las personas frente a los efectos del clima, la
extracción y la expansión de los combustibles fósiles y la deforestación. Defender la
información, participación y movilización en el espacio de la sociedad civil también
contribuirá a promover políticas más progresistas sobre el clima.

Nuestras demandas
Amnistía pide a los gobiernos que:

 hagan todo lo posible por ayudar a impedir que la temperatura global aumente más
de 1,5 °C;
 reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero a cero de aquí a 2050, a
más tardar; los países ricos deben hacerlo más rápido; en 2030, las emisiones
globales deben reducirse a la mitad con respecto a los niveles de 2010;
 dejen de utilizar combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) tan pronto como sea
posible;
 se aseguren de que las medidas con respecto al clima se toman de un modo que
no vulnere los derechos humanos de ninguna persona, y que reduzca la
desigualdad, en lugar de incrementarla;
 se aseguren de que todas las personas, especialmente las afectadas por el cambio
climático o la transición a una economía sin combustibles fósiles, son
adecuadamente informadas sobre lo que sucede y pueden participar en la toma de
decisiones sobre su futuro;
 cooperen para distribuir de forma justa la carga del cambio climático: los países
más ricos deben ayudar a los más pobres. 

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