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Discurso de Abinader
Discurso de Abinader
Roque Santos
Mundo de la vida/Acento.com.do
Los discursos de toma de posesión o juramentación presidencial han tenido una tradición y una
formalidad casi imposible de romper, incluso por quien desee hacerlo. Es un tipo de discurso político
en el que resulta natural establecer un antes y un después y dar las razones para ello. Regularmente
el panorama que se ofrece y al cual se enfrentará la nueva autoridad no es alentador; al recurrir a
esta estrategia discursiva, la nueva autoridad se compromete a buscar soluciones a los problemas
más graves que afectan a la colectividad.
El discurso del presidente Abinader se ajustó a lo que el meritísimo profesor e investigador Manuel
Matos Moquete viene señalando en sus análisis de los discursos presidenciales: dimensionar y
justificar su llegada, diagnosticar algún tipo de crisis, referenciar algunas fechas históricas y
personajes de altos sacrificios (esto lo añado yo) por la patria, momento para encarar la situación,
soluciones que ofrece. En los textos del lingüística y profesor tenemos un buen esquema para
abordarlos desde la transdisciplinariedad.
En mi caso, voy a analizar el discurso de juramentación del presidente Abinader bajo tres conceptos:
la promesa, el mundo posible, las prácticas políticas. Como en todo discurso político, en el discurso
de juramentación se busca declarar un descontento o situación de crisis sobre la cual se monta la
promesa de construir un mundo posible para la colectividad. Entre la promesa dada y el mundo
posible soñado, en orden al convencimiento del auditorio, se recurren a una serie de creencias,
valores, lugares comunes, prácticas y modelos mentales que funcionan como una red de significados
en los cuales se sostiene la arquitectura del discurso.
A. La Promesa
B. El mundo posible
La situación de crisis nos obliga a mirar al futuro con esperanzas y embarcarse en el cambio. Por otro
lado, la prudencia obliga a señalar que “la recuperación no llegará ni rápida ni fácilmente” en vista
de la magnitud de la crisis. De todos modos, se representa un futuro promisorio en estos términos:
“Este es un cambio que trasformará de una manera sin precedentes nuestro sistema educativo para
siempre” o “En una sociedad libre, moderna, democrática y avanzada como la que aspira ser la
dominicana todos merecemos desarrollar un proyecto de vida sin violencia”.
C. La práctica política.
La fuerza elocutiva del compromiso y del mundo posible expuesto no se obtiene si no se apela a la
crisis del estado actual (Ratio) y a la unidad de todos (Patio): “Tenemos un panorama sombrío, pero
será revertido con el esfuerzo de todos” o “Este gobierno no será de unos contra otros. Soy el
presidente de todos en una nación de ciudadanos libres e iguales que tienen como objetivo histórico
proteger y reconstruir nuestro país”.
Si no hay una inserción histórica en las vicisitudes de la patria, en el que descuella el patriotismo, las
referencias tanto a hechos históricos como a personajes de alto sacrificio no son creíbles.
De igual manera, hay un apelo a los valores y creencias que integran a la nación: “Aunque los
recursos materiales son siempre limitados, las capacidades de las que depende el éxito —la
creatividad, la persistencia, la disciplina, la solidaridad, el valor y la fe— son infinitas y constituyen el
mejor patrimonio que tiene este país”.
Las palabras del mandatario en la ceremonia de juramentación ha sido un discurso que, a pesar de
que haber dicho en el preámbulo que no sería “una declaratoria de obras a emprender” o un
“inventario del penoso legado”, recurrió a las mismas fórmulas del pasado: exposición de la crisis
(real o imaginada), magnificación del compromiso frente a la crisis dada, la promesa de un mejor
mundo posible, recurrencia a la unidad y al patriotismo histórico. ¿Habrá Cambio?