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ALEMANIA DEMOCRÁTICA

Mi vida social se reduce a hablar con los cajeros


del supermercado. A pasearme por los pasillos
para cumplir con la promesa de caminar media

hora cada día. Cuando Rojas barría la escalera


de ese departamento en el Báltico sabía muy bien
de lo que estaba hablando. Yo sé perfectamente

cómo se empujan esas cuatro ruedas, acuérdate


de una noche de invierno de Iowa, cuando la batería
del auto se murió sobre el hielo y había que empujar

sobre una pista de patinaje sacada de la peor novela


de Bolaño. Mi vida social se reduce a hacer piruetas
como una patinadora artística empeñada en conseguir

una medalla. La música del supermercado contagia


a todo el público/cuando llego hasta la caja
todo el mundo está aplaudiendo/pago

con una venia/el Báltico una metáfora

y sin embargo es tan real

la realidad.

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