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La relativa monotonía de los éxitos franceses hace innecesario hablar con

detalle de las operaciones militares de la guerra terrestre. En 1793-1794 las


tropas francesas salvaron la revolución. En 1794-1795 ocuparon los Países
Bajos, Renania y zonas de España, Suiza, Saboya y Liguria. En 1796, la famosa
campaña de Italia de Napoleón les dio toda Italia y rompió la Primera
Coalición contra Francia.
La expedición de Napoleón a Malta, Egipto y Siria (1797 -1799) fue aislada de
su base por el poderío naval de los ingleses, y, en su ausencia, la Segunda
Coalición expulsó a los franceses de Italia y los rechazó hacia Alemania. La
derrota de los ejércitos aliados en Suiza (batalla de Zurich en 1799) salvó a
Francia de la invasión, y pronto, después de la vuelta de Napoleón y su toma
de poder, los franceses pasaron otra vez a la ofensiva.
En 1801 habían impuesto la paz a los aliados continentales, y en 1802 incluso
a los ingleses. Desde entonces, la supremacía francesa en las regiones
conquistadas o controladas en 1794-1798 fue indiscutible. Un renovado
intento de lanzar la guerra contra Francia, en 1805-1807, sirvió para llevar la
influencia francesa hasta las fronteras de Rusia. Austria fue derrotada en
1805 en la batalla de Austerlitz -(en Moravia) y hubo de firmar una paz
impuesta.
Prusia, que entró por separado y más tarde en la contienda, fue destrozada a
su vez en las batallas de Jena y Auerstadt, en 1806, y desmembrada. Rusia,
aunque derrotada en Austerlitz, machacada en Eylau (1807) y vuelta a batir
en Friedland (1807), permaneció intacta como potencia militar.
El tratado de Tilsit (1807) la trató con justificado respeto, pero estableció la
hegemonía francesa sobre el resto del continente, con la excepción de
Escandinavia y los Balcanes turcos. Una tentativa austríaca de sacudir el yugo
de 1809 fue sofocada en las batallas de Aspern-Essling y Wagram. Sin
embargo, la rebelión de los españoles en 1808, contra el deseo de Napoleón
de imponerles como rey a su hermano José Bonaparte, abrió un campo de
operaciones a los ingleses y mantuvo una constante actividad militar en la
península la que no afectaron las periódicas derrotas y retiradas de los
ingleses (por ejemplo, en 1 809-1810).
Por el contrario, en el mar, los franceses fueron ampliamente derrotados en
aquella época, Después de la batalla de Trafalgar (1805) desapareció
cualquier posibilidad, no sólo de invadir Gran Bretaña a través del Canal, sino
de mantener "Contactos ultramarinos. No parecía existir más procedimiento
de derrotar a Inglaterra que p.na presión económica que Napoleón trató de
hacer efectiva por medio del «sistema continental» (1806).
Las dificultades para imponer este bloqueo minaron la estabilidad de la paz
de Tilsit y llevaron a la ruptura con Rusia, que sería el punto crítico de la
fortuna de ·Napoleón. Rusia fue invadida y Moscú ocupado. Si el zar hubiese
pedido la paz, como habían hecho casi todos los enemigos de Napoleón en
tales circunstancias, la jugada habría salido bien. Pero no la pidió, y Napoleón
hubo de enfrentarse con el dilema de una guerra interminable sin claras
perspectivas de victoria, o una retirada.
Ambas serían igualmente desastrosas. Como hemos visto, los métodos del
ejército francés eran eficacísimos para campañas rápidas en zonas lo
suficientemente ricas y pobladas para permitirle vivir sobre el terreno. Pero
lo logrado en Lombardía o en Renania --en donde se ensayaron
primeramente esos procedimientos-, factible todavía en la Europa central,
fracasó de manera absoluta en los vastos, vacíos y empobrecidos espacios de
Polonia y de Rusia.
Napoleón fue derrotado no tanto por el invierno ruso como por su fracaso en
el adecuado abastecimiento de la Grande Armée. La retirada de Moscú
destrozó al ejército. De los 610.000 hombres que lo formaban al cruzar la
frontera rusa, sólo volvieron a cruzarla unos 1 00.000.
En tan críticas circunstancias, la coalición final contra los franceses se formó
no sólo con sus antiguos enemigos y víctimas, sino con todos los impacientes
por unirse al carro del que ahora se veía con claridad que iba a ser el
vencedor: sólo el rey de Sajonia aplazó su adhesión para más tarde. En una
nueva y feroz batalla, el ejército francés fue derrotado en Leipzig (1813), y los
aliados avanzaron inexorablemente por tierras de Francia, a pesar de las
deslumbrantes maniobras de Napoleón, mientras los ingleses las invadían
desde la península. París fue ocupado y el emperador abdicó el 6 de abril de
1814. Intentó restaurar su poder en 1815, pero la batalla de Waterloo, en
junio de aquel año, acabó con él para siempre.

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