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(1) En tanto que lengamos constancia del nivel general de precios, quizás
podamos postular qne las ahorros planeados y realizados son siempre iguales.
Pero incluso si esta; dos magnitudes no fueran ¡guales, ello no necesitaría crear
el mismo problema que crea la desigualdad ds la inversión planeada y reali-
zada. Por lo tanto, no entraré aquí en la discusión de los ahorros inesperados.
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Pero, ¿por qué tener constancia o casi constancia del nivel ge-
neral de precios? La lógica del asunto no3 lleva a preguntarnos si
en ausencia de una rigidez de precios y salarios el equilibrio ahorro-
inversión quedaría o no restablecido a la capacidad de producción
mediante cambios en el nivel de precios y salarios monetarios. La
lógica del asunto nos llevaría al problema de los reajustes del nivel
<de precios en cualquier caso, incluso si la política convencional de
«lüiero barato fuera un medio generalmente digno de confianza para
restaurar el equilibrio, porque incluso los sistemas convencionales
de los Bancos centrales son interferencias, y la lógica de la cuestión
inevitablemente suscita el problema de si una economía de mercado
se reajusta por si misma mediante cambios en los salarios moneta-
rios y en los precios.
Es una propiedad característica de lo que he llamado aquí key-
uesianismo cíclico el hecho de rodear la cuestión de las consecuen-
cias de los reajustes de salarios monetarios y precios, dando una
•contestación que es evasiva y sin embargo no carente de significa-
ción. La contestación es que cuando nos encontramos frente a los
problemas de la política del ciclo económico, frecuentemente que-
remos proceder como si no existiera un mecanismo de auto-reajuste
a través de cambios significativos en el nivel general de salarios y
precios. Y hacemos esto porque incluso si en una economía de mer-
cado libre existiera tal mecanismo de reajuste, muy probablemente
sería un mecanismo muy torpe, que operaría lentamente y con ro-
deos y se vería estorbado por obstáculos institucionales cuya exis-
tencia no deberíamos despreciar, incluso en una economía de mer-
cado razonablemente libre. Por lo tanto, cuando surge una discre-
pancia entre el ahorro en pleno empleo y la formación planeada de
capital, el keynesianismo cíclico favorece la política que opera en
pro de la restauración del equilibrio sin confiar en cambios de im-
portancia en el nivel general de los salarios monetarios y de los
precios. Esta política comprende una regulación anticíclica de la
relación entre los ingresos fiscales y los gastos fiscales, así como de
los sistemas del banco central.
Esta breve revisión se ha movido en un terreno completamente
íamiliar; suscita la cuestión de si el keynesianismo cíclico debería
liamarse keynesianismo. Por lo menos en algunos países la acción
•compensatoria del banco central tiene una historia superior a un
135» TEMAS Y POLÉMICAS [S. E. P., VIH, 3
mente ajustables. Esto está siendo reconocido cada vez coa más
amplitud.
Pasemos ahora a lo que he llamado "keynesianismo del estan-
camiento".
Los principios fundamentales del keynesianismo del estanca-
miento comprenden los del keynesianismo cíclico y también un
principio ulterior. Se sostiene que cuando, a capacidad de produc-
ción, la inversión planeada empieza a quedar por debajo del ahorro
en un margen significativo, la política convencional de dinero ba-
rato es insuficiente para restablece* el equilibrio, y que no se puede
o no se debe confiar en el mecanismo de flexibilidad precios-salarios
para restablecerlo. Esto está también implícito en el keynesianismo
cíclico. Además, el keynesianismo del estancamiento implica que
en economías industriales avanzadas tal infra-inversión o exceso
de ahorro tiende a ser la situación típica de la vida económica. Así,
se produce tina tendencia hacia el paro crónico; esto es, hacia un
nivel de infra-utilización cuando el ahorro deja de ser mayor que
la inversión planeada.
El keynesianismo del estancamiento produjo una fuerte influen-
cia 6obre el pensamiento de los economistas en la década que siguió
a la publicación de la. General Thcory. El número de conversos fue
especialmente grande en los Estados Unidos. Incluso ahora no re-
sulta infrecuente tratar de explicar Ia9 características de IOB dece-
nios distintos del de 1930-39 mediante la hipótesis de que los demás
decenios han tenido alguna propiedad excepcional.
En la actualidad, las predicciones del estancamiento han adqui-
rido una gran impopularidad. Desde el principio, los proponentes
de la doctrina se enfrentaron con la dificultad de que, por la lógica
de su argumento, los peligros del estancamiento deberían haber sur-
¡•ido gradualmente durante un período que empezó hacía mucho
tiempo, a finales del siglo pasado, o iacluso antes. La lógica de la
argumentación, tal como yo la veo, se centra sobre la hipótesis de
tuie una presión hacia la reducción de beneficios que aumenta gra-
dualmente reduce el tipo de beneficio a los inversores sobre la can-
tidad de nueva inversión que sería necesaria para igualar al ahorro
en pleno empleo. Las innovaciones, se dice entonces, se harían cada
vez más insuficientes para compensar esta creciente presión de dis-
minución de Iieneficios.
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(1) "Monetary Theory oí Prodnclion" fue «3 tí lulo que Keynes dio a sus
conferencias en Cambridge en los primeros años del decenio de 1930. Para nn
estadio de esle concepto en relación con el lema central de la General Theory,
véase mi "The Theory of a Monetary Economy", en Post-Keynesian Economics
(Rntgers Univershy Press, 1954), publicado por Kenneíh K. Kurihara, pp. 3-30.
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DISCUSIÓN
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