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Gf Luis Angel Rojo $% Sobre el estado actual de la Macroeconomia * 1 Puede decirse que la Economia esta viviendo el fin de la era de Keynes, ef cierre de un largo periodo, iniciado con la publicacién de la Teoria genera/ en 1936, durante el que se pens que se hablan encontrado unas claves de conocimiento capaces de contribuir con eficacia al crecimiento rapido y continuado de la economfa mundial. Parecia que, siguiendo los caminos abiertos por - Keynes, habia avanzado decisivamente nuestro entendimiento de. los mecanismos macroeconémicos y nuestra capacidad para regularlos con precisién y que se estaba, por tanto, en condiciones de mantener las economias industriales en sendas de expansion sostenida —~aunque no. totalmente libres de fluctuaciones—. Podia discutirse ef! contenido social, cultural y humano de ese crecimiento en los paises avanzados; podla denunciarse ta disparidad, nunca corregida, de las condiciones de vida entre las sociedades ricas y los paises pobres; y podian escucharse advertencias, nunca demasiado atendidas, sobre la amenaza de una escasez eventual de materias primas y alimentos bajo la presion persistente y seguramente derrochadora de {a expansidn mundial. Sin embargo, por debajo de esas criticas, denuncias y advertencias, latia a confianza de que el progres tecnoldgico se encargaria de conjurar las amenazas de escasez y de que unas politicas econdmicas crecientemente precisas asegurarian, en las sociedades industriales, mejoras generales de los niveles de vida y bienestar capaces de apoyar el avance de las rentas por habitante en los paises pobres. Son esos supuestos de confianza los que han quebrado a lo largo de los Gltimos afios. La amenaza de la escasez de energla * Deses agradecer tas observaciones hechas por Juan José Camio, Ana Séncher Trujillo y José Pérez a la primera redaccién de este ‘abajo 46 nos ha sorprendido antes de que el progreso tecnolégico estuviera en condiciones de ofrecer alternativas en condiciones adecuadas de coste, eficiencia y seguridad; y la confianza depositada en el avance del conocimiento econémico se ha visto fuertemente daftada por ta falta de respuesta a una combinacién de graves problemas de estancamiento, paro e inflacién. E encarecimiento de la energia ha determinado impactos intensos por el lado de la oferta y variaciones profundas en los precios relativos y ha planteado a las economfas ta necesidad de afrontar importantes ajustes a largo plazo que escapan de! 4mbito que habla centrado la atencién de la economia de rafz keynesiana; pero ésta ha acumulado también graves insuficiencias en su interpretacin y tratamiento de los problemas de regulacién de la demanda y de estabilizacién econémica a corto plazo que constituian el centro de sus preocupaciones. Las economfas han vivido el brusco fin del anterior perfodo de expansién y se han adentrado en una fase de lento crecimiento cuyas dificultades y frustraciones han Ilevado @ poner en tela de juicio algunos de los criterios que inspiraban fa aproximacién central a los problemas econdmicos, sociales y politicos que ha tendido a dominar en los paises industriales durante casi tres décadas. La crisis de la macroeconomia ha venido asi @ enmarcarse en un contexto més amplio de discusién donde se acentéa la habitual dificultad de desenmarafiar los hechos y los conflictos ideotdgicos 2 La aproximacién que he calificado de central en las sociedades industriales durante un largo perfodo no cabe asociarla a una posicién politica particular y concreta. E! amplio apoyo que ha encontrado entre las poblaciones ha tendido a acotar las opciones efectivamente respaldadas por los votos en las eleccio- nes de los pafses industriales y a aproximar, en consecuencia, las Posiciones de los partidos turnantes en el poder, inspirando —con diferentes modulaciones, sin duda— tas pollticas tanto de los partidos socialistas como de los partidos liberales e incluso de los conservadores. Baste recordar que en el Reino Unido, donde tales politicas encontraron, en buena medida, su base doctrinal, ésta fue elaborada tanto por fabianos que confiaban en una transicién gradual, reformista y pacifica hacia e! socialismo como, y muy especialmente, por hombres como Beveridge y Keynes, que representaban actitudes liberales y !iberal-conser- vadoras. Tal vez quepa caracterizar esa aproximacién central a los problemas econémicos, sociales y politicos, en los paises industriales, mediante los siguientes rasgos basicos: a) La defensa de sociedades pluralistas, democraticas y liberaies. b) La confianza en el papel de la discusién racional y la transaccién polftice como formas de acotar y resolver los conflictos en las sociedades abiertas. c) La creencia en las posibilidades de mejora del bienestar de los pueblos a partir de un capitalismo reformado expresado en economias mixtas que, aceptando la primacia de la iniciativa privada, sefialan las limitaciones de ios mecanismos de mercado como forma socialmente eficiente de asignacién de los recursos y otorgan un papel importante y creciente al Estado en ta vida social y econdmica. d) La confianza en la capacidad creciente de los gobiernos para regular las economias y mantenerlas en sendas de crecimien- to continuado con fluctuaciones moderadas de la actividad, tasas bajas de desempleo y ritmos aceptables de inflacién. e) El entendimiento de ese crecimiento sostenido como una oportunidad para hacer mas profundos los derechos de ciudadanfa, doténdolos de contenido social y econémico en un Estado de bienestar. La extension y mejora de los sistemas educativos, el salario minimo, las regulaciones de las condiciones de trabajo y los complejos sistemas de seguridad social desarrollados en telacién con la enfermedad, ta vejez, el paro, etc., son expresio- nes de ese deseo de hacer menos desiguales las oportunidades de los ciudadanos y de proporcionarles, «desde la cuna a la tuba, una red de proteccién frente al infortunio y la adver- sidad. Creo que estos rasgos basicos permiten caracterizar el Componente comin de un amplio espectro de posiciones que s6lo dejaria fuera, de un lado, las actitudes de un marxismo rigido para el que un capitalismo reformado no deja de ser el capitalista que sdlo podré superarse a través de la intensificacién de sus conflictos y, de otro lado, el liberalismo radical, que ve en las economfas mixtas y fa ampliaci6n de las funciones del Estado una gravisima amenaza a las libertades, a la responsabilidad de los individuos y a fas fuentes dltimas del progreso y el bien- estar. Las politicas basadas en esos criterios han tendido a dominar en los paises industriales a partir de la Segunda Guerra Mundial; y aunque no han conseguido plenamente sus objetivos o los han alcanzado en grado muy diverso de un pals a otro, no cabe duda de que sus logros han sido muy importantes y de que han acumulado un considerable activo en términos de (libertad y bienestar. Sin embargo, algunos de los principios inspiradores de esas politicas han pasado @ ser puestos crecientemente en cuestion, desde posiciones diversas, a lo largo de la dltima década. Los problemas denunciados responden, en buena medida, a la evolucién, prevista por Max Weber a principios de siglo, hacia sociedades cada vez mas racionalizades formalmente, burocratizadas y centralizadas. Los fogros alcanzados por esas politicas han ido acompafiados de costes en términos de limita- ciones de {a libertad individual, desaliento de !a iniciativa personal, proliferacién de grandes burocracias y la creacién, en fin, de una imagen, segin la cual, el Estado puede y debe hacerlo todo, resolverlo todo, ocuparse de todos los aspectos de Ja vida de los individuos —unas expectativas que ninguna institucién humana puede, ciertamente, satisfacer. Las crecientes funciones asignadas al Estado en materia econdmica no han quedado en manos de aquella utdpica aristocracia intelectual sofiada por Keynes, imbuida del interés .. CR. Harrod, Te publica y armada del instrumento de la persuasion (1) ~--tan Kinet ietteet et, eminiscente, por lo demés, de los funcionarios ilustrados del pags, 192-193. * Estado hegeliano, capaz de asumir y resolver los conflictos de la sociedad civii—. La politica econdmica se ha visto, por el contrario, inevitablemente sometida a las presiones de intereses parciales y a los avatares de ta politica. Y el resultado ha sido que la Hacienda compensadora keynesiana —que referia el equilibrio presupuestario a fa duracién de una fluctuacién ciclica como unidad relevante de tiempo— ha dejado paso a déficits pdblicos crénicos; el activismo estatal ha tenido frecuentes efectos desestabilizadores y las intervenciones, a menudo incohe- rentes, han generado elementos de inercia y rigidez en las economias. Todo esto se sabia, pero parecia un coste aceptable —al menos, para la mayor'a— cuando las economias vivian un periodo de fuerte expansién capaz de disimular rigideces y soportar costes. Pero las cosas han cambiado con la crisis econdmica. Cuando los sistemas de regulacién se han mostrado inadecuados para resolver los problemas del pare, el estancamiento y la inflacién; cuando las economias se han encontrado ante la necesidad de ajustes profundos y muchas veces dolorosos y sin caminos claros hacia el futuro, se ha producido, inevitablemente, un replanteamiento de muchos principios y pricticas antes aceptados: se ha puesto en duda la validez de las construcciones teéricas que hablan venido inspirando las politicas macroeconémicas y se ha prestado mayor atencién a las criticas que se les estaban dirigiendo: la persistencia de los problemas ha recrudecido el viejo escepticis- mo sobre ta posibilidad de tratar problemas reales con simples operaciones monetarias y fiscales; se ha tendido a reconsiderar los costes de las politicas sociales y sus efectos sobre el crecimiento y el empleo; y se ha sefalado que la burocratizacidn y el intervencionismo excesivos de las economias, con el consiguiente desaliento de los estimulos a la iniciativa privada, estaban actuando como rémoras de los procesos de ajuste y las tespuestas efectivas a los problemas planteados. las dificultades econdmicas también han conducido, sin duda, a extensiones del intervencionismo y a rebrotes proteccio nistes; y, en todo caso, la acumulacién de los problemas y los elementos de inercia implicitos en los marcos legales e institu- cionales han determinado evoluciones a corto plazo frecuentemen- te dispares de las que podrian derivar de las revisiones y reconsideraciones que he sefialado. Creo que éstas constituyen, sin embargo, el contenido mas vivo y relevante de las discusiones que se desarrolian, hoy dia, en los paises industriales. 3 Fl contexto mas amplio esbozado en los parrafos anteriores tal vez proporcione una referencia razonable para discutir el contenido de la crisis que esté atravesando el conocimiento macroeconémico. Es una crisis que sefiala el fin de una ilusién, e| desencanto tras un perfodo de optimismo sobre las potenciali- dades de la macroeconom(a, ta perplejidad en relacin con un programa de investigacién que parecta prometer una regulacién cada vez més precisa de la evolucién de las economias. La linea dominante del pensamiento y ta prdctica econémica fespondid, durante casi wes décadas, a las ideas siguientes: a) El método macroeconémico ofrecia una aproximacién especialmente fructifera para la comprensidn del funcionamiento de las economias y para el tratamiento de sus problemas a corto plazo —las fluctuaciones, el paro, la inflacién, los desequilibrios exteriores, etc.—. La microeconomia, sus protagonistas —los precios relativos-— y sus problemas centrales de asignacién eficiente de los recursos a largo plazo quedaban relegados, de algin modo, a un segundo plano. b) La macroeconomia, partiendo de un conjunto de concep- tos, magnitudes e identidades basicas, avanzaba proponiendo hipdtesis en forma de relaciones de comportamiento entre variables agregadas que eran susceptibles de contrastacion empirica. La economia parecia haber realizado, por fin, su vieja aspiracin de convertirse en una ciencia empirica capaz de presentar una unidad fundamental de método con las ciencias naturales. No implicaba esta que los economistas estuvieran dispuestos a reducir a un puro empirismo su conocimiento e interpretacién de las realidades histéricas singulares; ni que 9 Jo cerraran los ojos ante algunas diferencias importantes de orden metodoldgico entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, Pero el método empirico se habia hecho dominante, e! desarrollo de la Econometria, al servicio de la teoria aunque suplanténdola a menudo, prometia el avance de un cuerpo de conocimientos empiricamente contrastados y controlados y, en consecuencia, los factores no observables a partir del material disponible tendian a ser relegados en el analisis. c) Quedaba asi abierto y en marcha un programa acumula- tivo de investigacién: el proceso de formulacién, contrastaci6n, corroboracién o rechazo de hipdtesis permitiria un progreso, empiricamente fundamentado, del conocimiento econémico; y en base a las hipétesis corroboradas y a las teorias articuladas a partir de ellas, podrfan construirse y estimarse modelos economé- wicos de amplitud y complejidad crecientes que ofrecieran descripciones cada vez més refinadas de la estructura y el funcionamiento de economias concretas. Et desarrollo de la informatica prometia superar los problemas practicos de estima- cién de los modelos. Y asi, los afios sesenta y la primera parte de los afios setenta presenciaron una floracién exuberante de modelos econométricos que prometfan una apoyatura cada vez mas firme al conocimiento y 1a regulacion de las economias en el corto plazo. d) Parecia posible, a partir de ese programa de investiga- cién, formular e instrumentar politicas macroeconémicas con una fundamentacién cientifica de rigor creciente. Los grandes mode- los, una vez especificados adecuadamente, serian estimados sobre los datos de un periodo muestra! suficiente en ia confianza de que, si ef modelo era correcto, los valores estimados de los parametros estructurales serfan estables e invariantes respecto de las decisiones de politica econémica. En consecuencia, los modelos podrian utilizarse para hacer previsiones condicionadas a valores particulares de determinadas variables controladas por la politica econémica y para estudiar de este mado las consecuen- cias de medidas altemativas o simulténeas de politica eco- nomica. e) Cabia confiar, por consiguiente, en la formulacién e instrumentacién de politicas cada vez més afinadas —politicas de fine tuning— capaces de mantener fas economias en condiciones de bajos niveles de paro y tasas aceptables de inflacién. En definitiva, parecia que, al menos en los paises industriales, los gobiemos sabfan cémo regular las economias y podian regularlas con una precision creciente. Politicas moneta- tias y fiscales giles constituirian el contenido primordial de 1a regulacion estabilizadora de las demandas agregadas en el corto plazo. Desde luego, ni estas ideas y programas agotaban e! campo de la Economia ni los replanteamientos criticos de los dltimos afios se refieren solamente —como ya hemos visto— a estos aspectos de la practica y el pensamiento econémicos. Creo,: sin embargo, que las ideas expuestas proporcionan un boceto razona- ble de la linea dominante en la Macroeconomia que mas ha atraido la_atencién de los economistas durante las dltimas décadas. En todo caso, la crisis actual de! conocimiento econdmico se centra en ese Ambito de ideas y problemas. Y este es el tema que aqui me interesa y al que voy a dedicar las paginas siguientes. 4 La crisis actual del conocimiento macroecondmico se ha producido bajo {a presién de los hechos. No cabe duda de que en las discusiones suscitadas aparecen elementos ideoldgicos, unas veces explicitos y otras soterrados; pero en el fondo de la crisis esié una acumulacién de anomalias, fracasos y frustraciones resultantes de la resistencia de los hechos a plegarse a las previsiones derivadas de un cuerpo de anélisis. Este cuerpo de andlisis nacié de una reflexidn, centrada en fa figura de Keynes, sobre los problemas del periodo de entreguerras y, especialmente, sobre las causas y los remedios del desplome sufrido por ta economia mundial en {os afios treinta. Sin embargo, nuestro punto de partida, a los efectos que aqui nos interesan, sera la reformutacién de esas ideas surgidas de manos de autores como Hicks, Samuelson, Modigliani y Tobin en el perfodo inicial de la segunda posguerra y conocida habitualmente como la usintesis neoclasican. Esta «sintesisn se expresa, en sus diversas modalidades, en un modelo estético de equilibrio general agregado, construido a partir de una reformulaci6n de tas relaciones de comportamiento basicas que Keynes propuso en la Teorfa general (2). En el supuesto ‘de plena flexibilidad de los precios, las fuerzas de la oferta y la demanda se equilibran en los diversos mercados y la economia descrita por el modelo encuentra la posicién de pleno empleo con unos valores de las variables endégenas adaptados a los valores propuestos para las variables exdgenas. £1 modelo “permite examinar cémo resultan afectados los valores de equili- brio de fas variables endégenas en respuesta a alteraciones en los valores de las variables exdgenas o a desplazamientos en las telaciones de comportamiento; y, aunque el modelo nada pueda decimos sobre posiciones distintas de las de equilibrio, la utilizacién de un supuesto instrumental sobre las variaciones de 7 Aunque reteniendo la funcibn de oferia agre- sada de trabgjo de las économias domestica. jr J2 + Bs lo que hace E. Malinvasd en The Theory of Unemployment Reconsidered, Basil Blackwell, Oxford, 1977 (rad. al castellano, Bosch, Barcelona, 1979) los precios en respuesta a la aparicién de excesos de demanda u oferta en los mercados respectivos puede ayudarnos a comprender cémo se desplaza la economia de una a otra posicién de equilibrio. La economia descrita por el modelo puede soportar impactos por ei lado de la oferta o por e! lado de ta demanda que alteren Sus posiciones de equilibrio; pero mientras se mantenga el supuesto de plena fiexibilidad de los precios, los impactos actuantes por el lado de la demanda agregada sélo se traduciran en modificaciones en la composicidn de dicha demanda {con las consiguientes alteraciones de precios), sin afectar a la produccidn y ef empleo. Estas tttimas variables s6lo registraran cambios en sus valores de equilibrio como consecuencia de impactos actuan- tes por el lado de la oferta tales como alteraciones en la productividad de los factores, en las preferencias entre trabajo y ocio de los wabajadores, etc., en una economia cerrada, o modificaciones en los precios de elementos productivos de importacién, en una economia abierta. Basta, sin embargo, con abandonar el supuesto de plena flexibilidad de los precios para que los impactos que operan por el lado de la demanda puedan afectar a la produccién y el empteo. Cabe pasar al extremo opuesto, suponer una rigidez total de precios y construit un modelo con mercados racionados en el que la expresién «equilibrio general» se utilice en un sentido peculiar para designar posiciones en las que se registre una Consistencia entre los racionamientos practicades (3). Mas habi- tual es, sin embargo, adoptar el supuesto menos fuerte de existencia de rigideces no plenas en fa evolucién de los precios, especialmente ante excesos de oferta, en el corto plazo —rigi- deces que cabe justificar sin recurrir a consideraciones institu- cionales en un mundo incierto y con costes importantes de transacciones e informacion. La introduccién de este supuesto de rigidez de precios hace que, en respuesta a impactos originados por el lado de la oferta o por el de la demanda. los ajustes de cantidades dominen sobre los ajustes de precios en el corto plazo. Asi, la usintesis neoclasican conduce, en base a sus Supuestos sobre el grado de flexibilidad de los precios en diferentes horizontes temporales, a modelos que presentan posi- ciones estacionarias de equilibrio general «neoclésicon con pleno empleo hacia las que el sistema tiende a largo plazo, en cuanto que los precios pueden tratarse como plenamente flexibles con esa dimensién temporal; pero que describen posiciones de desequilibrio «keynesiano» en el corto plazo, cuando los precios se mueven con inercia y lentitud ante los excesos de demanda y, sobre todo, ante los excesos de oferta. Las situaciones de desequilibrio pueden entenderse como el resultado de impactos que inciden sobre la posicién de equilibrio a largo plazo e inducen ajustes de cantidades ante la insuficiente sensibilidad de los precios a corto plazo. Estos Gltimos se moverdn en la direccion equilibradora, pero sélo con lentitud, al tiempo que la economia registra nuevos impactos de diverso origen; de modo que, a partir de los modelos teéricos con supuestos de flexibilidad imperfecta de precios, pueden construirse modelos econométrices de inspi- racin keynesiana con la pretensién de captas el comportamiento de las economias en el corto plazo, sometidas a movimientos de cantidades y precios resultantes de variados impulsos. En la medida que tales movimientos pueden entenderse como desvia- ciones respecto de una posicion {o una senda) de equilibrio, parece quedar justificada una polftica de estabilizacién que, baséndose en una buena informacién, apoyandose en modelos econométricos estimados y utilizando unos instrumentos adecua- damente refinados, podra conseguir una reduccién de esas desviaciones, previniéndolas o corrigiéndolas. 5 No creo que sea exagerado afirmar que la «sfntesis neocla- sican ha ocupade una posicidn centrat en la teoria y 1a practica macroecondmicas desde su formulacién hasta el comienzo de los afios setenta. Aunque no careciera de criticos, conocid su momento de maxima influencia en fa primera mitad de los afos sesenta, cuando la politica econdmica noneamericana parecié probar los éxitos que podrian esperarse de una articulacién enérgics y bien fundamentada de actuaciones monetatias y fiscales orientadas a estabilizar la economia a altos niveles de actividad. La guerra de Vietnam y, mas exactamente, fa polftica econdmica que la acompafid, se encargaron de cerrar ese periodo afortnado y la economia mundial se adented en una fase de inestabilidad e inflacién que termind con la primera elevacién de los precios del petréleo, punto de arranque de la actual etapa de lento crecimiento, paro creciente, inflacién y desequilibrios exteriores. £n medio de las criticas y discusiones que ha suscitado esta acumulacién de problemas, me parece conveniente hacer dos observaciones: primera, que los modelos basados en la «sintesis neoclasican estan en condiciones de explicar con facilidad el fenémeno de estancamiento con inflacién que ha sequido a los encarecimientos reiterados del petrélea: y, segunda, que de esos modelos no deriva en modo alguno un tratamiento de {os problemas resultantes mediante simples politicas de estimulo de 53 ta demanda --en contra de lo que a veces se afirma para defender 0 criticar esas polfticas. Hemos visto anteriormente cémo los modelos inspirados en la usintesis neoclasicay explicaban jos movimientos de una economia en el corto plazo bajo el efecto de impactos actuantes por el lado de fa oferta o por el lado de ta demanda y justificaban las actuaciones estabilizadoras encaminadas a acercar la econo- mia hacia posiciones o sendas de equilibrio. Ahora bien, \a teorla keynesiana nacié condicionada por fa gran contraccién de la demanda, que sumié a la economia mundial en una profunda depresién en los primeros afios treinta; y esto, y también, sin duda, la evidencia general disponible sobre las fluctuaciones observadas en fa historia, ha llevado a centrar la atencién, durante muchos afios, en la demanda: se pensaba que los impactos actuantes por el lado de la demanda dominaban absolutamente sobre fos que operaban por el lado de la oferta en cuanto generadores de fluctuaciones y que, en consecuencia, !a politica de estabilizacién habia de entenderse, basicamente, como una politica de regulacién de ta demanda. Asi, aunque el encarecimiento del precio del petréleo es un caso obvio de impacto por el lado de ta oferta, la inercia del pasado ha Ilevado, con frecuencia, a interpretar los problemas fesultantes y proponer su tratamiento como si se tratara de fenémenos habituales de demanda. £1 punto significative esté en que las prescripciones que se siguen de una y otra interpretacién son completamente distintas. El encarecimiento del petrdleo genera unos efectos inmedia- tos y directos sobre las economias de los paises importadores de crudos: sube el precio de un factor importante de la produccién, se deteriora la balanza comercial y, para un volumen de produccién final dado, se reduce la renta real disponible para retribuir el trabajo ye! capital nacionales. Se trata de un proceso de redistribucidn de rentas en la esfera internacional, instrumen- tado a través de las variaciones en las relaciones reales de intercambio y cuya importancia relativa para cada pais importador vendré determinada, para una elevacién dada del precio de los crudos, por su grado de dependencia respecto del petrdleo importado. Pero el volumen inicial de produccién final y el correspon- diente nivel de empleo no se mantendran. Hay para ello buenas fazones, tanto por el lado de ta oferta como por e! de la demanda. Por el lado de {a oferta, la cantidad de produccién final ‘Es decir, en timmi- Ofrecida por las empresas, dada una elevacidn del precio real (4) nos del producto final. de Ja energia, se reducira para cada pivel del salario real. Habria un descenso de los costes reales del trabajo capaz de mantener la oferta de producto y !a demanda de trabajo iniciales: pero si el descenso registrado es insuficiente o si —como ha sucedido generalmente en las economias tras los impactos energéticos— el coste real del trabajo se eleva, la cantidad de producto final ofrecida por las empresas, tras e! encarecimiento de la energia, se reducira y la preduccién final y el empleo iniciales sdio se mantendran si la demanda agregada de la economia aumenia, en términos reales, respecto de su situacién inicial Nada hace esperar, sin embargo, ese aumento de la demanda agregada en términos reales; todo Ileva a prever, por e} contrario, un descenso de ésta, tanto en su componente externo como en su componente interior. En su componente externo, porque los paises exportadores de energia no procederan a gastar integramente la totalidad de las transferencias de renta recibidas; y aunque los paises importada- res podrian tomar préstamos de los excedentarios para mantener sus niveles iniciales de gasto real, existe un buen nimero de consideraciones y de factores depresivos que, como en seguida veremos, tienden @ asegurar un descenso en la demanda mundial de bienes y servicios y en el comercio mundial tras el impacto de un encarecimiento intenso de la energia. £n cuanto al componente interior de la demanda, su comportamiento dependerd de los resultados de la tension entre el trabajo y el capital nacionales —condicionados por la politica econdmica— en su esfuerzo por eludir la participacién en el descenso de la renta real disponible que se ha producido. Esa tensién se waduciré en una espiral costes-precios cuya intensidad y duracién dependeran de la fuerza y rapidez de respuesta de las partes y de la disposicién de las autoridades a financiarla; y cuanto mayor sea, en ese conflicto, e! éxito de las pretensiones de los trabajadores respecto al mantenimiento y la mejora del salario real, tanto mas descenderdn el tipo de rendimiento sobre los bienes de capital, los beneficios de las’ empresas en términos reales y, con ellos, la demanda de inversiin —-afectada, ademas, por el alza del tipo de interés real sobre Jos fondos de préstamo resultante de la mayor apreciacién del riesgo, el descenso del ahorro y las tensiones monetarias—. La descripcidn del proceso puede seguir con el debilitamiento de la demanda de consumo como consecuencia del aumento del desempleo y de la reduccién en el valor real neto de la riqueza de los consumidores; puede examinarse el efecto compensador —automatico 0 no— de un aumento de las transferencias publicas (seguro de desempleo, etc.) y sus consecuencias para la demanda privada y el déficit exterior, etc. No es éste el lugar a para hacerlo (5). Lo que importa ahora es destacar cémo se explica, en modelos inspirados en la «sintesis neoclasican, el estancamiento con inflacién que ha tendido a seguir a los 5 He tratado el tema con més detalle en mi aio 1981. y 56 encarecimientos de! petréleo y cuales son los mecanismos de ajuste que. se siguen de esa explicacién. Tras fa pérdida inicial de renta real, la falta de un descenso suficiente de los salarios reales —descenso que no se ha producido en casi ningin pals industrial— determina una reduccién de la oferta y una contrac- cin de la demanda, en términos agregados, y conduce a una caida de fa produccién final, la renta real y el empleo. Desde una perspectiva dindmica, la economfa, con la distribucion de renta fesultante, registrar bajas tasas de crecimiento real, ritmos insuficientes de acumulacién de capital y altas tasas de paro compatibles con la persistencia de un proceso inflacionista. No hay duda de que, tras los proceses complejos puestos en marcha por un encarecimiento intenso de la energia, una parte del paro registrado en los paises importadores de crudos tendra su origen en una insuficiencia de demanda, es decir, sera paro keynesiano. Pero 1o que hay que subrayar es que, tras un impacto por ef lado de la oferta de esas caracteristicas, otra parte del paro acumulado —y una parte probablemente dominante en {os paises que hayan experimentado mayores aumentos en los costes teales del trabajo— sera paro neoclasico, es decir, paro que sélo podré reducitse —si se prescinde de la improbable posibilidad de mejorar la relacién real de intercambio sin que se resienta la balanza de pagos— a través de una reduccién de los costes reales del trabajo. Probablemente habré un margen —dificil de determinar— para reducir el paro mediante una expansidn de la demanda; pero si la desviacién alcista de los costes reales del trabajo ha sido muy importante, el margen de actuacidn sera reducido y peligroso en la medida que pueda entorpecer el ajuste basico requerido para que el pais deje de acumular paro. Estas conclusiones de politica econémica no suponen el abandono de una tradicién keynesiana; se limitan simplemente a reflejar el hecho crucial de que las condiciones generadas tras el enca- recimiento de la energia no responden a aquellas para las que Keynes prescribia una actuacién expansiva sobre la demanda agregada. 6 No todos los males recientes de las economias industriales han tenido, sin embargo, su origen en perturbaciones generadas por el lado de fa oferta. La etapa final de la década de los sesenta y los primeros afios setenta registraron una notoria inestabilidad que hay que imputar predominantemente a la demanda; y adn después de 1974, la persistencia de altas tasas coexistentes de paro e inflacién han supuesto un desafio —especialmente televante en paises donde los impactos de oferta han sido relativamente menores— que no ha encontrado respuesta adecua- da en las polfticas convencionales de regulacién de la demanda. En definitiva, los hechos han puesto en entredicho ta efectividad de las politicas de estabilizacién de ta demanda derivadas de los modelos inspirados en la usintesis neoclasicay y las dudas y las triticas han afectado a la fundamentacién teérica de esas politicas. El ataque a {as politicas convencionales de estabilizacién se ha desplegado en dos etapas: fa primera se centra en el monatarismo de Friedman, cuyos origenes remontan a los primeros afios de Ja posguerra, pero que sélo adquiere una influencia creciente desde mediados de la década de los sesenta a medida que las politicas discrecionales de demanda acumulaban decep- ciones y fracasos (6); la segunda etapa, ligada a !a hipdtesis de las expectativas racionales, se desarrolla con el paso de los afos setenta y responde a unas pretensiones tedricas mayores que la anterior —hasta el punto de que hay quien habla de la aparicién de una «nueva macroeconomian—. El monetarismo de Friedman es un ataque a las politicas discrecionales de estabilizacién que aspiraban a explotar, median- te actuaciones monetarias y fiscales dgiles y coordinadas, las posibilidades de intercambio entre inflacién y paro aparentemente ofrecidas por las «curvas de Phillips», y que pretendian elegir, en Consecuencia, aquella combinacién de tasas de paro e inflacién que se juzgara preferible, La posicién de Friedman puede resu- Mirse en los puntos siguientes: a) Las politicas de estabilizacion son menos necesarias de lo que habitualmente se pretende, por dos razones: primera, porque !a inestabilidad inherente al sector privado no es muy grande, y, segunda, porque los impactos generados en dicho sector encuentran, cuando se producen, importantes mecanismos que amortiguan automaticamente su impontancia sin necesidad de actuaciones compensadoras del sector pdblico. __ 6) Los impulsos monetarios superan ampliamente a los impulsos fiseales en cuanto a la importancia y la persistencia de sus efectos sobre la economia. En consecuencia, la politica monetaria offece armas mas potentes que la politica fiscal a las actuaciones de regulacién de la demanda agregada. c) En todo caso, si la politica monetaria puede ejercer, a través de sus impulsos, efectos importantes sobre una serie de magnitudes reales de la economia en el coro plazo, no puede mantener permanentemente esas variables reales a niveles prede- terminados por los deseos de las autoridades. El ejemplo mas destacado de esto lo ofrece la tasa de paro. EI capital productivo © De hecho, Ia ver- sion det monetarismo de Friedman que vamos a presentar agui sblo Gs completa en 1957, cuanio Friedman pro- nuncia su discurso inau- gural ante la A. E. A., ublicado bajo et titulo

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