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§ 11. Los órganos estatales de la perse~hción penal


A. El ministerio público penal

truir a los funcionarios inferiores, o de sustituirlos o de requerirles la devolución de los Por supuesto, cualquiera de las conclusiones anteriores se minimi-
asuntos que, en principio, les fueron encomendados. A pesar de que esa ley declama el za si el Derecho penal del país, a contrario de aquello que hoy sucede,
principio jerárquico (art. 1, IV), su texto le concede, en verdad, escasa imp~rtancia (po- no parte de la base de la persecución penal pública, como tarea del Es-
der de control y disciplinario limitados), y contiene reservas o limitaciones que evitan tado, sino, antes bien, de la reacción de los propios ciudadanos frente
el ejercicio natura~ de ese poder en todas las jerarquías o en cierto modo (ver, por ej.,
arts. 15, 33, TI, d, f, y,¡;, 38, a, y 42, a).
a la infracción, sean vfctin1as o actores populares (ciudadanos o aso-
ciaciones intern1edias). En ese caso, la existencia de funcionarios pú-
Por lo contrario, abundan los ejen1plos de organizaciones nJonocrá- blicos que se ocupan de la persecución penal, casi sie1npre dependien-
ticas, verticales, confornJe al esquema tradicional en la adnJinistra- tes ra con1unidad de vecinos -y no del Estado central- y organiza-
ción, tanto en la literatura jurídica, que no conoce otro tipo de organi- dos por ella, sólo representa, con1o la existencia de un servicio jurídko
zación, con1o en las leyes vigentes de diferentes países, que, sin embar- conTLfnitario, el auxilio necesario para aquellos que no poseen la capa-
go, a pesar de partir de este esquema, han sido excesivamente parcas cidad socio-econón1ica de acudir ante los estrados judiciales a defen-
o no han logrado in1ponerse y desarrollarsei6s. En estas organizacio- der su interés, esto es, un servicio de apoyo para lograr acercarnos a la
nes adquieren especial importancia las reglas relativas a las instruccio- igualdad de oportunidades frente a la ley, según sucede con los diver-
nes jerárquicas y al deber correlativo de obediencia a esas instruccio- sos sistemas de asistencia jurídica y técnica (defensa técnica) obliga-
nes, incluidas allí las facultades de sustitución y devolución. toria para el in1putado, a fin de lograr cierto equilibrio de fuerzas en-
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tre la acusación y la defensa en el procedimiento penal1 .
Con el objetivo de lograr cierta eficiencia en el funcionamiento de las fiscalías pe-
nales, resulta imprescindible, a mi juicio, someter a reglas jurídicas la organización je- 3. Función y tarea del ministerio público fiscal en el
rárquica del ministerio público fiscal y las facultades de instruir, ele sustituir v de de- procedimiento penal
volución, en fin, dictar el estatuto del ministerio público. Tales reglas deberían ~ontem­
plar ciertas formas democráticas de solución de los conflictos internos, más aún si se a) La función y la tarea actuales
adopta un esquema general respetuoso del principio ele legalidad. Ese estatuto legal,
con sus características de complejidad y compleción, si bien ya no representa más ~na Hen1os discutido los principios que rigen la posición institucional y
deuda legislativa cid orden jurídico federal argentino -característica compartida, se- la organización del n1inisterio público fiscal, pero, al encarar el próxi-
gún parece, también en el Derecho comparado, por la dificultad para hallar soluciones nlo ten1a, esa discusión aparece, de alguna n1anera, con1o excesiva y
a principios reguladores que funcionan prácticamente como opuestos contradicto-
con falta de sentido real: aquello que discutimos con un esfuerzo sin-
rios-, todavía puede ser afirmada, en general, en el orden provincial. El estatuto legal
debe contener, también, la organización básica del ministerio público fiscal y las reglas gular de fundan1entación y de elementos históricos no se corresponde
relativas al nombramiento, promoción y remoción de los funcionarios que lo integran con el papel desteñido y, en cierta n1anera, minúsculo, que nuestro or-
(ley nacional no 24.946 [Organización del Ministerio Público nacional], Cap. 1, art;.2 y denanJiento jurídico positivo le reserva al protagonista principal de es-
3, Y Cap. 2, arts. S y ss.), y a la disciplina del servicio (idem, arts. 1, IV, y 16 y ce.), qu~ te parágrafo, la fiscalía, en el procedin1iento penal. Nuestra tradición
aseguren o garanticen la independencia natural de los criterios de solución ele los ca-
sos que utiliza el ministerio público fiscal frente a los demás poderes del Estado y sus
hispánica, influida sin duda por la legislación francesa del siglo XIX,
decisiones coyunturales, así como la manera de solución de los cont1ictos que eve~tual­ no sitúa al fiscal con1o un protagonista de primer orden del procedi-
mente se susciten con las políticas desarrolladas por el Poder Ejecutivo y por el Poder nJiento penal, en su papel de actor (acusador). Todo lo contrario: la le-
Legislativo (idem, 1, II: independencia total de los demás poderes). gislación procesal penal, todavía bajo fuerte influencia inquisitiva, en
gran 1nedida, no confía en él, desplazándolo a un papel secundario.

165 _CL Rec!ztsstellzmg der Staatsamvdlte, cit., ps. 273 y ss., y Staatsamvaltsclzafi
SCIIl'viiDT,
~ls .lustzzbelzi.5rd~cit., ps. 629 y ss.; RoxiN, Reclztsstellwzg zmd Zulamfisau(gaben, cit., II, p.
-'86, v IV, ps. 381 y ss.; el problema político de la ubicación institucional, ligado a la regla de
166 BoviNO, Alberto, La víctima como sujeto público y el Estado como sujeto si11 derechos,
objetividad, y la tensión entre el principio de legalidad y la organización vertical han si;.io las
en "Lecciones v Ensavos", Ed. Facultad de Derecho-UBA, Buenos Aires, 1994, n" .59, ps. 19 Y
razo~1e~ de esta omisión. Ésta es, por lo demás, la tendencia legislativa hoy imperante en la
ss., presenta un esquema que parte de esta estrategia política.
Republlca Argentina: Constitución Ciudad de Buenos Aires, 124 y 12.5.

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Son los jueces quienes, tanto durante el procedin1iento prelin1inar de torios anteriores a las decisiones). Es por ello que rige la afirmación
investigación, con1o durante el juicio, donzinan el procedimiento. La acerca de que, en este sistema -y nunca más apropiadamente que en
influencia inquisitiva perdura a través de un tribunal inquisidor~ el juez. él-, fiscales y jueces sólo se distinguen formaln1ente, según el valor que
de instrucción, an1.o y señor de ese período procesal -y, lmnentable- la ley procesal atribuye a sus actos, pues ambos cumplen una misión
men te, a través de sus actas, tan1bién de los períodos siguientes, sobre 1naterial idéntica, cada uno desde su particular punto de vista.
todo del juicio público, aun sin intervenir en él, al n1enos de cuerpo
presente-, y de una manera de juzgar tan sólo lejanmnente cotnpara- En cierta manera, a nosotros también nos ha traicionado la necesidad histórica, hi-
ble a una disputa entre contradictores, de frente a quienes deben juz- pócrita hasta cierto punto, de dar explicaciones altisonantes y complejas sobre el oficio,
para justificar una tarea pobre y sin demasiados matices, en fin, un papel procesal esca-
gar sus hipótesis: ele esa in1agen se aparta considerable1nente nledian- samente protagónico y secundario. Ni tan siquiera los códigos más modernos, que apor-
te la concesión de poderes a los jueces del tribunal investigador y del tan para la fiscalía, ele ordinario, todo el papel de investigación del caso, en conjunto con
tribunal juzgador, revelados en la encuesta inquisitiva que precede al la policía, según sucede en las provincias de Córdoba y Tucumán, han podido, despren-
juicio y, ya en él, no sólo en la dirección del debate167, tarea que es pro- derse del todo de ideas y mecanismos que proceden de aquella concepción política.
pia de los jueces, sino, aden1ás, en la concesión ele variadas facultades
de investigación directa, tarea sin duda excepcional para el concepto I. La investigación prelilninar. A contrario de lo que sucede en las le-
de "juez", facultades -y hasta deberes- que se expresan ntediante lapo- gislaciones 1nodernas, la tarea de preparar la acción pública, entendi-
sibilidad que tienen de incorporar prueba de oficio al debatel68 o de in- da antes bien como preparación de la acusación, con1o preparación
corporar a él una serie casi ilin1itada ele actas de la instrucciónl69, in- de la den1anda de justicia penal o del enjuiciamiento del autor proba-
cluso reabriendo el debate ya concluido, cuando lo juzgan necesa- ble de un delito o de quien de otra manera participó probablen1ente
rio 170, por una parte, y en la incorporación de los n1edios de prueba en él, no es cun1plida en nuestro Derecho procesal penal, por regla ge-
regulares, ofrecidos por acusador y acusado171, o en los interrogato- neral, por aquél a quien se rotula co1no titular de la acción penal pú-
rios necesarios para ello, que dominan los jueces, por la otra172. Más b1ica173, sino que la ley reputa con1petente para ello, básicamente, a
un funcionario judicial, denon1inado juez. ele instrucción. A lo su1no,
allá aún, hasta la propia acusación, base del enjuician1iento, puede
el fiscal tiene el poder o la facultad de abrir la investigación ante un
provenir, n1ateriahnente, de la decisión de los jueces, según lo dispone
juez, de requerí rla 174 , pero no le compete, de ordinario, realizarla 175.
hoy el CPP Nación, 348, II.
Por excepción, algunos códigos pern1itieron desde antaño ]a llamada
La tarea y función de la fiscalía, in1posible de ignorar con1o intervi-
instrucción sumaria o citación directa a juicio para la investigación
niente en el procedin1iento penal en la época actual, si se acepta la per-
del caso y la preparación por la fiscalía de la decisión de sobreseer al
secución penal estatal, ha quedado reducida, a contrario de aquello
in1putado o llevarlo a juicio 176, y, n1ás modernamente, los nuevos Có-
que supone la partición de tareas entre él y la judicatura, al control de
digos de Córdoba y de Tucu1nán para los cuaJes la investigación penal
la actividad de los jueces n1ediante los n1ecanisn1os del procedin1iento
(sobre todo los recursos y, consecuenten1ente, los dictán1enes obliga-

173 CPP Nación, 5 y 65; CPP Mendoza, 6 y 62; CPP Salta, 6 y 61; CPP Catamarca, 5 v 43;
167 CPP Nación, 370 y concordantes. CPP Sgo. del Estero, 7; CPP La Rioja, 9 y 69; CPP La Pampa, 6 y 57; CPP Corrientes, 5 ~· 64;
CPP Entre Ríos, 6 y 63; CPP Chaco, 6 y 59. -
l68 CPP Nación, 357 y 388. 174 CPP Nación, 188; CPP Mencloza, 197; CPP Salta, 196; CPP La Pampa, 180, I; CPP Co-
l69 CPP Nación, 391 y 39L rlientes, 194; CPP Entre Ríos, 194; CPP Chaco, 182, I.
l70 CPP Nación, 397. 175 CPP Nación, 26 y 27.
171 CPP Nación, 356. 176 Originaron esta corriente legislativa, que no fue aceptada inmediatamente: CPP Cór-
172 CPP Nación, 375, 378, I, 383, 384 y 389: cf., críticamente, BoviNO, Alberto, El debate, doba (1939), 62, 311 y ss.; CPP Mendoza (1950), 62, 371 y ss.; CPP Costa Rica (1973), 39, 169
en MAIER, Julio B. J. (comp.), El11Uel'o CPP de la Nación. Análisis crítico, Ed. Del Puerto, Bue- V 40 l. Hoy nuestro CPP Nación, arts. 196, I, y 353 bis, dominado por la coyuntura política v
nos Aires, 1993, ps . 167 v ss., en especial V, ps. 189 y siguientes. desordenadamente, comienza a alinearse en esta corriente. -

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preparatoria, en n1anos del fiscal, constituye la regla177 y la jurisdiccio- mán, según vimos), esa modificación no ha trascendido más allá de lo formal, pues la
fuerza ele la cultura inquisitiva, de !ajusticia de gabinete, con sus actos registrados, re-
nal, reahzada por un juez de instrucción, Ia excepción178. En tal senti-
presenta una valla considerablemente vigorosa para un cambio real que vaya bastante
do, nuestro Derecho procesal penal positivo se adapta mayoritaria- más allá del cambio de denominación, esto es, de un problema semántico acerca de có-
mente al esquema decin1onónico instituido por la legislación napoleó- 182
mo denmninarnos al instructor. Recienternente, la Provincia de Buenos Aires , con
nica en Francia, verdadero con1promiso político entre el régin1en alguna desprolijidad, ha conferido a la fiscalía la facultad de investigar el caso y prepa-
antiguo (ancien réginze) y el regreso al enjuiciamiento acusatorio y pú- rar su requerimiento, pero, precisamente a raíz de ello, y de lo brusco que resultó el
cambio pm·a sus costumbres judiciales, trascendieron al ámbito público poco menos
blico -vía Derecho anglosajón- que pretendía el Ilun1inisn1o en la Ina-
que re~1~as de poder entre la judicatura y las fiscalías. .. , .
terial79, acuerdo según el cual el antiguo inquisidor sobrevive, funda- La historia del procedimiento preparatorio en manos de la hscaha comienza entre
n1en taln1ente, en la institución del juez instructor. nosotros, corno es sabido, con el primer Código que transformó realrnente el enjuicia-
miento penal, el CPP Córdoba (1939). Él deriva del estado de la legislación procesal pe-
Sólo por excepción, según advertimos, esa investigación preliminar le fue confiada nal europeo-continental tal corno, en las postrimerías del siglo XIX, ernergió de la le-
por nuestro Derecho positivo a los funcionarios del ministerio público fiscal, con el au- gislación napoleónica, receptora, en buena parte, de las ideas revolucionarias Y tam-
xilio natural de la Policía, decisión que todavía en época reciente provocó escozor en bién de aquellas que la revolución pretendió, en principio, transformar; la legislación
algunos de nuestros publicistas en la materia 180. En ese sentido, nuestro Derecho po- francesa Fue, por tanto, la creadora del compromiso político entre la inquisición Y la re-
sitivo marcha, en más o en menos, a contrapelo de la evolución universal en el siglo XX, fonTla. Tal recepción se produce a través de la fuente jurídica principal, la legislación
acentuada en las últimas décadas, y de su intención de aproximar el procedimiento pe- cordobesa. Sus proyectistas tomaron estructuralmente los códigos italianos de 191.3 Y
nal, con rnayor vigor, a los requerimientos del Estado de Derecho, en especial a la rea- 1930, este últirno con modificaciones sustanciales debido al Estado fascista, pero de in-
lización del principio acusatorio, para preservar la imparcialidad de quienes deciden, dudable versación jurídica; am.bos códigos representaron cabalm.ente el final del siglo
los jueces que integran los tribunales181. XIX en la materia, con las prirneras rnodiHcaciones introducidas en nuestro siglo. Se-
Pero aún en los casos ele leyes procesales penales argentinas de mayor trascenden- gún sus fuentes, el Código para la Provincia de Córdoba instituyó a la llamada instruc-
cia conforme a la concepción universal (las de las provincias de Córdoba y de Tucu- ción fonnal (también llamada, en doctrina, instrucción jurisdiccional), a cargo de un
juez de instrucción, como una regla para la preparación de la acusación. Pero también
i)ermitió, por excepción, para los delitos leves o los graves de investigación sencilla, la
llamada instrucción sumaria (también llarnada, en doctrina, citación directa Y procedi-
miento fiscal preparatorio o a cargo del ministerio público), realizado por los funciona-
rios de la hscalía, con una serie de reglas correctoras del sistema, referidas sobre todo
a la extensión temporal de la investigación y a la situación real del irnputado en el pro-
177 En ambos, art 301, II. El CPP Costa Rica, 62, I, y 274 y ss. encomienda a la fiscalía cedimiento (detención prolongada). Esa estructura principal fue seguida por los Códi-
toda la preparación de la acción pública, sin excepciones. ~os de Mendoza ( 1950) -proyectado por uno de los autores del Proyecto para Córdo-
178 CPP Córdoba, 340; CPP Tucumán, 340. ba- y de Salta, aunque este último, con el correr del tiempo y a raíz de un episodio po-
179 Ver esta obra, lítico coyuntural, fue modificado por un gobierno de {acto, que colocó a la instmcción
t. I, § 5, ps. 353 y ss.; FEUERBACH, Paul Johann Anselm, Belraclztungen
surnada, sin modificar sus 1·eglas, bajo la competencia del mismo juez de instrucción,
liber dos (;esclnvomen Geric!zt, Ed. Philipp Krüll (Universitatsbuchhandler), Lanclshut
(RFA), 1813; FEUERBACU, Anselm Ritter von (mismo autor), BetracÍltzmgen iiber die Offen- 3 cuvo car~o estaba la instrucción jurisdiccional, con lo cual destruía la característica
tliclzkeil uml !vllimlliclzkót der Gerec!ztigkeitspflege, Ed. Georg Frieclrich Heyer, Gie!~en (RFA), prin~:ipal clel procedimiento especi;:¡l: la preparación de la acusación por el mismo acu-
1821; y Ueber die Gericlztsver(assw1g zmd das gericlztliche Ve1{ahren Frankreichs, i11sbesomle- sador. El CPP Córdoba (1939) todavía influyó en la misma provincia que regía, cuan-
rer Bez.ielzwzg auf die Oef(entliclzkeit zmd J'vtamlliclzkeit der Gereclztigkeitspflege, Ed. Georg do decidió corregir algunos defectos prácticos después de treinta años de vigencia de
Fl"iedrich Heyer, Giesscn (RFA), 1825. la le2:islación procesal penal originaria, y, para ello, sancionó un nuevo Código (1970)
180 CL en AA.VV., Estudios sobre el Provecto de CPP Nación 1986, Ecl. Depalma, Buenos que ~ropuso para la citación directa la tarea de preparación de la acusación en los jui-
Aires, 1988, las opiniones de CASANOVAS, Jorge, El procedimiento preparatorio en el Provee/o. cios correccionales (delitos leves juzgados por un juez correccional, unipersonal). De
La cuestión COIJstiluciomzl v el propósito unificador, ps. 29 y ss.; HoRTEL, Edumdo C., Ácerca allí que los códigos de Corrientes y Entre Ríos siguieron el rnismo camino,_ aunque, por
de la investigaciórz preliminar en manos del ministerio público fiscal, ps. 79 y ss.; LEVENE (h.), una razón ele or~anización del ministerio público fiscal, la institución no fue puesta en
Ricardo, El Provee/o de CPP Nación f/·e11te a las necesidades de la gran re(omza procesal pemzl funciones desde~ el comienzo de la vigencia del Código de Entre Ríos, que encon1endó
que mzhelamo•;, p. 11.5.
181 CL los nuevos CPP de Portugal (1988) e Italia (1989), que ya no conocen al juez de
ius/mccióu. Cf. fEZER, Gerhard, S/r(zf/Jroz.e(Jrecht (2" ed.), Ed. C. H. Beck, München, 1995, 2,
ps. 16 y ss.; GUARJGLIA, Fabricio 0., La investigación preliminar en el nuevo CPP Nación: ins-
trucción jurisdiccional vs. i11vestigación fiscal preparatoria, en AA.W., El ministerio público
e11 el proceso penal, 2, ps. 209 y siguientes; también, ÁLVAREZ, El principio acusatorio: garan-
¡{a de imparcia!idacl, ciL, ps. 413 y siguientes. 182 CPP Pcia. de Buenos Aires, 56. I, y 266 y siguientes.

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en un comienzo esta tarea a sus jueces. Pero ese mismo Código tuvo repercusión inter- Por último, el CPP de la Provincia de Buenos Aires refmmó su vetusto procedimien-
nacional y, por esta razón, el sistema costarricense de 1973 coincide con él y acepta la to judicial en rnateria penal y, al hacerlo, siguió los pasos de las provincias de Córdoba
citación directa como método de preparación de la acción pública en los delitos leves y de Tucumán (v del Proyecto nacional 1986) y, aunque con ciertas incoherencias, pu-
(correccionales); el nuevo CPP Costa Rica, ya en vigor (1998), ha traslado todo el peso so en manos de la fiscalía la investigación penal preparatoria187.
de la investigación cumplida durante el período preliminar, para preparar la acción pú-
blica, al ministerio público fiscal, con el control de los jueces para aquellos actos que Según lo explicado, se puede concluir que, entre nosotros, la heren-
1·ep1·esentan una injerencia en los derechos fundamentales de los ciudadanos o un an-
cia inquisitiva espaüola -todavía hoy vigente en Espaüa- persiste: nues-
ticipo de prueba para el debate, fundado en la urgencia provocada por la eventual pér-
dida del elemento probatorio.
tra regla general concede la investigación preparatoria a un inquisidor
Los demás códigos provinciales, receptores del sistema procesal penal que inaugu- judicial, eljuez de instrucción, por intern1edio de un procedimiento es-
ró entt·e nosotros la Pl'Ovincia de Córdoba, no aceptaron la institución de la llamada ci- trictan1ente forn1alizado, y adn1ite sólo por excepción la preparación de
tación directa: pusieron la preparación de la acusación en manos del juez de instruc- la acción pública por su titular específico, declamado por la ley, el mi-
ción, con un procedimiento formalizado y por registros, sin excepciones, a semejanza
nisterio público, excepción que debe ser con1prendida en dos sentidos
de la legislación que derogaban.
Por fin, las Provincias de Córdoba y de Tucumán ( 1991) extendieron la citación di- diferentes: son escasas las leyes procesales que conceden esta investiga-
recta y le dieron el carácter de regla general-con alguna excepción, sin sentido-, según ción al n1inisterio público fiscal y, entre ellas, algunas, a su vez, sólo por
lo había propuesto antes el Proyecto de CPP Nación (1986) y como lo proponen hoy va- excepción (delitos leves o de investigación sencilla) o cuando, según
dos códigos procesales penales de la misma cantera, int1uenciados por el proyecto CPP
una cláusula legal estrictamente discrecional, el juez de instrucción de-
Modelo para lberoamérica. Con diferencia de matices, el procedimiento preparatorio
en manos del ministerio público fiscal pasó a ser en ellos la regla, pues abandonó su ca- cide delegar en el fiscal la investigación prelin1inar del caso.
ráctel· excepcional. Esa regla se c01npleta, jurídica y polítican1ente, con otra pertene-
El nuevo CPP Nación (sancionado en 1991 y con vigencia desde 199 3) constituye, ciente al debate público, que, valida del prestigio indudable de un in-
en el capítulo, una muestra de ambas tendencias: en principio, dominó el proyecto, que quisidor judicial, declan1ado imparcial a pesar ele la experiencia y de
luego se convirtió en ley, la idea decimonónica de encomendar a un juez de instrucción
la tarea de preparar la acusación, concediéndole la investigación previa. A la hora de
su propia tarea, permite incorporar al debate, con una cláusula abier-
su discusión parlamentaria se le agregó, incluso por iniciativa del Ministerio de Justi- ta, casi sin lín1ites, las actas de la instrucción preliminar, obtenidas sin
cia, una cláusula que permitía a ese juez, libremente, por la mera expresión de su vo- control alguno de ]a defensa, por un n1étoclo no contradictorio y, en
luntad y en cualquier caso, delegar la investigación en los funcionarios del ministerio ocasiones, con vigencia del secreto instructoriol88. Ésta -la incorpora-
público físcal183, v una sección que regula esa delegación 184, autorización que, por su-
puesto, el juez puede revocar en cualquier rnomento 185. La iniciativa ha perrnitido con-
ción de actas de la instrucción durante al debate-, precisan1ente, es la
servar el poder del juez de instrucción y tornar posible en ciertos casos, dejados a la ab- verdadera razón de ser política del mantenimiento de un inquisidor ju-
soluta discreción de ese juez, un procedimiento presuntamente más ágil de colección clicial: con ello se pretende incorporar al fundan1ento de la sentencia
de rastros para fundar la acusación o determinar el sobreseimiento. Por último, una re- actos que no han pasado por el tan1iz contradictorio de la defensa, ni
forma a este mismo código admitió la instrucción sumaria -o citación directa-, en rna-
por la posibilidad de que la inforn1ación se produzca en presencia del
nos de la fiscalía, czwmlo l/IW persona lza_va sido sorprendida en flagrancia de wz delito
de acción pública·'' el juez. considerare prima fácie que no procederá la prisión preverztiva in1putado, para concederles la oportunidad de que ellos conozcan e in-
del inz¡mtado I 86, esto es, para los casos penales cuya irnputación resulta de investiga- terroguen a quienes incorporan esa inforrrtación189.
ción sencilla y se calcula por anticipado una pena que, por alguna razón, se presume
leve o, al menos, desproporcionada para fundar el encarcelamiento preventivo!'

187 Nuevo CPP Pcia. de Buenos AiJ·es, que reemplazó al texto ele la ley provincial no 3.589,
que databa de 1915, por ley provincial no 11.922 y sus modificatorias: eL, para aquello que
aquí interesa, Libro 1, Título 4, Capítulo 1, y Libro 2.
l 88 CPP Nación, 391 y 392.

183 CPP Nación, 196. 189 El TEDH (Tribunal Europeo sobre Derechos Humanos) ha aclarado en sus senten-
cias suficientemente la irregularidad ele esta información como fundamento de la sentencia,
184 CPP Nación, 209 y siguientes. conforme al estatuto fundamental ele un Estado de Derecho: "Unterpentingen vs. Austria",
185 CPP Nación, 214, I. serie A, n" 11 O, 1986; "Kostovsky vs. Países Bajos", Serie A, n" 166, 1989; "Winclisch vs. Aus-
186 CPP Nación, 353 bis, reforma de la ley nacional no 24.826 (publicada el 19/6/1997). tt·ia", n" 186, 1990; "Ludí vs. Suiza", Serie A, n" 2 38, 1992.

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Con ello, nuestra legislación procesal penal se coloca en una posi- duda necesaria, no es suficiente y registra además, en la ley positiva,
dón de atraso respecto de la legislación universal en el ámbito de in-
ciertas excepciones que, en principio, son, al menos, cuestionables.
fluencia histórican1ente correspondiente, sin incorporar razones de
peso para provocar el can1bio del sistema hacia un enjuician1iento n1ás En prime1·lugar, no es sólo la acusación fiscal o el requerimiento de elevación ajui-
acusatorio, por ende, más adaptado al Estado de Derecho, y Inás efi- cio el acto que fija el objeto intangible del debate, que, precisamente, tiene por fin es-
ciente, argu1nentos que exan1inaren1os 1nás adelante, en el punto b. La pecífico conocer, discutir y decidir acerca de la hipótesis ele hecho concreta, precisa y
circunslmzciada que le expone la acusación, sino que, además, los códigos argentinos
pdncipal y n1ás pesada tarea del n1inisterio público fiscal, la prepara-
colocan también en ese lugar y con los mismos efectos al auto de elevación a juicio,
ción de su propia demanda ele justicia -la acusación que requiere el existe, esto es, a la decisión del juez del procedimiento intermedio -regular-
juicio público o el pedido ele sobresein1iento-, resulta así, por regla, al- mente el juez de instrucción o el tribunal de apelaciones de ese período procesal- que
go n1enos que desconocida para nuestras leyes procesales penales. rcsuelw la oposición de la defensa a la acusación, con el objeto de que no se celebre el
juicio, por vía de una excepción o de la instancia de sobreseimiento 194 . Con ello, la acu-
sación ha perdido su carácter de exclusividad en el gobierno del objeto del juicio, ama-
II. El procedimiento intermedio. dentro de este esquen1a, la acu- nos de la decisión de un tribunal que puede modificada y agregar ciertas circunstan-
sación o el requerimiento de citación a es un acto que, en princi- cias no contenidas en el requerimiento fiscal, que agravan el rnismo hecho punible (la
pio, corresponde a la con1petencia 1ninísterio público fiscal o, lne- relaci(m parental en el homicidio, por ejernplo) o lo transforman en su significado ju-
jor dicho, del acusador19ü. Se trata, sin rídico (dolo en lugar ele imprudencia, por ejernplo). La excepción está constituida por
los nuevos CPP de Córdoba y de Tucumán, que sólo n1encionan como referente a la
tan te, pues, n1edian te ese di ctaJnen, el acu:sauur
acusación fiscal y sólo leen, en la apertura del debate, la acusación195.
n1aterial del .iuicio y de la sentencia191. En segundo lugar, el CPP Nación, 348, Il, ha introducido un nuevo método para so-
so, cuando se produce una an1pliadón lucionar la disputa entre el ministerio público fiscal, que opina que el imputado no de-
pues ese acto representa una facultad be ser llevado a juicio y, por ende, requiere el sobreseimiento, y el juez, que estima que
fiscal 192. Con ello se logra la base no es el caso de sobreseer, sino, precisamente, de decidir la solución opuesta, abrir el
juicio. Cualquiera que sea la opinión del otro acusador eventual, en los delitos de ac-
rior que postula la exigencia ele un
ción pública, esto es, la opinión del querellante particular, la ley involucra en la dispu-
minos negativos, no sospechado de ta al tdbunal de apelaciones instructorias, quien decide el conflicto entre el fiscal y el
ciar el debate y dictar la sentencial93. Pero juez de instrucción y, en su caso, si "entiende que corresponde elevar la causa a juicio",
así lo decide, aparta al fiscal interviniente e instruye al fiscal que continuará el proce-
dimiento. Aunque la ley nada expresa, parece conveniente interpretarla en el sentido de
que, formalmente, el fiscal reemplazante produce la acusación, conforme a las instruc-
ciones del tlibunal de apelación. Con ello, empero, sea por vía indirecta, según la solu-
ción arriba adoptada, o sea por vía directa, si el tribunal ele apelaciones dicta el auto ele

°
19
CPP Nación, 346 y 347; CPP Córdoba, 354 y 355; CPP Tucumün, 354 v 355; CPP
doza, 362; CPP Salta, 358; CPP Catamarca, 309; CPP La Rioja, 373; CPP Sgo~ del Estero, 240:
elevación a juicio, lo cierto es que la ley ha colocado la función de acusar, in extrelllis,

CPP La Pampa, 316; CPP Jujuv, 322 y 323; CPP Cmri~ntes, 355 v 357; CPP Entre Ríos, 35 i:
CPP Chaco, 329; CPP Costa Rica, 303. .
191
CPP Nación, 401 y 381, IV; CPP Córdoba, 410 388, V; CPP Tucum<ln, ídem; CPP
Mencloza, 434 y 413; CPP Salta, 430 y 409; CPP Catamarcr~, 359; CPP Suo. dd Estero. 347·
CPP La Pampa, 370 y 350; CPP Jujuy 395 y; CPP CurTientes, 427 y 406; CPP Entre Ríos, 40S Un caso extremo y extraii.o está representado por la República de Chile y su antiguo có-
y 387; CPP Chaco, 384 y 364; CPP Costa Rica, 365, L digo de procedimientos penales, hoy reemplazado parcialmente (por regiones): según su ley
192 procesal investiga el juez penal (supresión ele la fiscalía) quien, al final del denominado su-
Ver los mtículos citados en segundo término en la nota anterior (191), salvo d CPP
Costa Rica, 347, que permite que el querellante particular, que obra al bdo de la fiscal.ía, am" 1/lllrio, formula la acusación e, inclusive, trata esa acusación, en el denominado plenario, su-
plíe también su acusación. puestamente contradictorio, pero al cual se incorpora la encuesta escrita y reservada del su-
193 Cf. MAIER, Julio R J., ¿Es posible todav(o la realización del mario, v dicta sentencia a continuación.
co de uu Estado de Derecho?, en AA.VV., Nuevas (ormulaciones etz 194 CPP Nación, 401, l; CPP Mendoza, 434, I; CPP Salta, 430, I; CPP Catamarca, 359, I;
menaje a Claus Roxin, Facultad de Derecho y Ciencias ;,o,cuue:s, CPP Sgo. del Estero, 347; CPP La Pampa, 370, I; CPP Jujuy, 39.5, 1; CPP Corrientes, 427, I;
Córdoba, Ed. Marcos Lemer/La Lectura, Cór~loba (RA), 2U01, CPP Entre Ríos, 408, I; CPP Chaco, 384, l.
cias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y de! Tribunal. Constitucional de Es¡xll''ia. 195 CPP Córdoba, 410 v .382; CPP Tucuman, idem; del mismo modo, CPP Costa Rica,
en la nota 139 ele este parágrafo, ps. 345 y s. (también obra . e 1, 7, 3, IH, ps. · ·
siguientes). 365, I, no menciona al auto de apertura del juicio (arts. 321 y 322), que tampoco lee en la aper-
tura delju.icio (art. 34n

368
369
A. El ministerio público penal § 11. Los órganos estatales de la persecución penal

en las manos de un tribunal de justicia. Tal solución es hoy no sólo cuestionable polí- presenta en forma dilemática, de modo que no existe forma pura de resolver normati-
ticamente, sino, incluso, desde el punto de vista del Derecho positivo, dada la defini- vamente el cont1icto sin sacrificar, al menos parcialmente, alguna de las máximas en
ción constitucional del ministerio público y, por ende, de la fiscalía, cómo organismo juego: o se prefiere que los jueces, en caso de conflicto, impongan a la fiscalía su opi-
ele decisión autónomo, no dependiente ele las autoridades del Poder Judicial (CN, nión sobre el caso, en el sentido de que corresponde acusar y abrir el juicio, o, por lo
120)196. Adviértase que la misma solución corresponde, según la regla referida, cuan- contrario, se prefiere que la fiscalía, también en el caso contlictivo, imponga al tribu-
do el querellante particular estima que la causa debe ser remitida a juicio, cualquiera nal del procedimiento intermedio su opinión acerca ele sobreseer la imputación. En
que sea la opinión del juez de instrucción. ambos casos, la decisión material de abrir el juicio o sobreseer le corresponde al oficio
Esta solución introduce una modificación sustancial a la tradicional en los códigos estatal que, según la ley, impone su opinión, pues el hecho de conservar los papeles en
argentinos, consistente en resolver el conflicto por la vía interna del ministerio público el procedimiento, obligando a la fiscalía a acusar, por decisión del tribunal, o a este úl-
fis~al (superior jerárquico), obligado a pronunciarse sobre el rechazo del juez de ins- timo a sobreseer, por decisión ele la fiscalía, sólo importa una formalidad que nada
trucción al pedido de sobreseimiento formulado por el agente fiscal: el superior jerár- oculta. La decisión que favorece al principio ne procedat iudex ex officio importa, en
quico, que prefiere acusar y remitir la causa a juicio, provoca la sustitución del fiscal verdad, debilitar el principio de legalidad por intermedio de la destrucción ele su con-
del caso, por quien logra la acusación según el fundamento proporcionado por el dic- trol jurisdiccional previo, de modo tal que implica el más amplio reconocimiento polí-
tamen ele su superior; caso contrario, la anomalía consiste en que la decisión de sobre- tico posible del principio de oportunidad para la fiscalía, en cuya órbita interna se de-
seer el procedimiento en favor del imputado corresponde a la fiscalía, que, por opinión sarrolla, únicamente, ese control, con valor decisivo en el procedimiento. Así lo prevé,
coincidente de dos fiscales -o ele uno solo, en el juicio correccional- obliga al juez a dic- por ejemplo, ele manera absoluta, sólo para el juicio correccional, el nuevo CPP Córdo-
tar, de manera puramente formal, el sobreseimiento 197 . El Proyecto de CPP Nación, ba (1991), 414, III, que veda al juez la condena, si el fiscal no la requiere, e, inclusive,
que inclusive sancionó en primer término la Cámara de Senadores de la Nación, fiel a el condenar a una pena más grave que la requerida por la fiscalía en su informe al fi-
su antecedente inmediato, el CPP La Pampa, no solucionaba este problema y contenía nal del debate. La decisión contraria, en cambio, importa, a la par ele un estricto con-
una auténtica laguna, fTente a la cual cualquier solución era posible, inclusive aquella trol ele legalidad de las decisiones de la fiscalía por parte de los tribunales, un cierto me-
de proceder a la elevación a juicio sin acusación de la fiscalía, hipótesis que no resul- nosprecio para la defensa del imputado, que termina por resistir una hipótesis confor-
taba ser la más descabellada fT·ente a las reglas que ese proyecto contenía. mada e imputada sólo por los tribunales de justicia, sin la intervención persecutoria de
Sin duela, no resulta sencillo resolver mediante reglas este caso general del proce- acusador alguno o, mejor dicho, con su intervención rneramente formal, aspecto que
dimiento, pues, para los países que aceptan el valor del principio de legalidad, aplicado genera gran confusión acerca de los papeles que juegan en el procedimiento penal los
a la persecución penal, el dilema se presenta en forma de: "el control de la legalidad de diferentes oficios estatales 199. Se puede evitar parcialmente, sin embargo, esta visión
los actos de la Fiscalía por los tribunales de justicia vs. la máxima que impone que no que se expresa sólo "en blanco y negro" y admitir diversas tonalidades ele grises. Por de
hay juicio sin acusación -de la fiscalía y extraña al tribunal- que lo determine y encau- pronto, no es totalmente cierto que, si se decide la cuestión en el ámbito de la fiscalía,
se" 198. Dado el momento procesal en el que nos hallamos, el caso general a resolver se con valor para el procedimiento, desaparezca el control judicial de legalidad, pues tan-
to por el sistema sancionatorio disciplinario del ministerio público, como a través del
hecho punible que supone cierto apartamiento del principio del art. 71 del CP (d. CP,
274), tal control, aunque externo al procedimiento en sí mismo, se supone existente; só-
lo se debe aclarar que, agotada la vía para obtener la decisión en la fiscalfa, la solución
procesal parece incuestionable. Del otro lado, tampoco es del todo cierto que el control
jurisdiccional de los tribunales ele justicia durante el procedimiento provoque una rup-
196 Ver este par8grafo, A, 2, b, XI, ps. 349 y ss.; y cf. también la literatura jurídica citada
tura atroz de la i711parcialidad, pues esta solución supone que los jueces que decidieron
en la nota 33 de este parágrafo, ps. 303 y siguiente.
la necesidad de imputar penal mente están excluidos para integrar el cuerpo ele decisión
197 CPP Córdoba [1970], 364; CPP Mendoza, 371; CPP Salta, 367; CPP La Rioja, 382; CPP
que juzgará esa imputación. Pero esta solución, a juzgar por la recepción que ha teni-
Catamarca, 316; CPP Sgo. del Estero, 249; CPP Corrientes, 363; CPP Entre Ríos, 357; CPP
Chaco, 336; CPP Costa Rica (1973), 347; regla conservada en los nuevos CPP Córdoba, 35:', do en la literatura jurídica -aquí múltiplemente citada-, parece hoy impracticable pa~
CPP Tucum8n, 359 v CPP Costa Rica, 302, II y III, con un procedimiento algo m8s cómple1o ra nosotros de frente al nuevo art. 120 de la CN (reforma 1994). Existen, por supuesto,
~·para cuando la ví¿tima no ha hecho uso ele su derecho de querellar. Sin ~mbargo, si _J;:~ ;íc- posibilidades intermedias, si se acepta el papel protagónico de la víctima en el proce-
tima 0 sus sustitutos, constituidos en querellante particular, acusan y reqmeren la r~m1sron a dimiento penal por delito de acción pública. Así, el CPP Costa Rica, por ejemplo, per-
juicio, y el juicio se al)! e con sustento único en la querella particul~r, la sol~Ici~n.clel ~~ Cos-
ta Rica, 319, TI, y 321, II, es otra: transformación práctica en acc1ón de eJerciCIO pnvado, al
parecer otm cas~ distinto a los regulados por el art. 20, pues no respeta sus concl~ciones Yope-
¡a automáticamente frente a una siluación procesal dada, que detalla la regla citada.

198 cf. VÉLEZ MARICONDE, DPP, cit., t. II, §IV, n" 3 y ss., ps. 211 y ss., en cuanto a este úl-
timo principio, dedvado de las prohibiciones que, en forma de máxima, rezan: _ne erocedat
iudex e.\: oflicio 0 ne77lo iudex sine actore; más allá de ello, sobre el problema en s1 m1smo, e~. 199 Éste sería el argumento casi oculto de las decisiones de nuestra Corte Suprema en
ÁLVAREZ, Alejandro E., El control jurisdiccional de los requerinzie11tos acusatorios o conclz/Sl- los casos "Tmifeiio", "García" v otros, llamados a modificar los cliterios que utiliza el CPP
l'OS del ministerio público, en MAIER (comp.), El nuevo CPP de la Nación. A11álisis critico, cit., Nación para resolver estos conflictos o aquellos que había impuesto la jurisprudencia de la
ps. 153 y siguientes. CNCP, criterio hoy vacilante (ver nota 34 de este parágrafo, p. 304).

370 371
§ 11. Los órganos estatales de la persecución penal
A. El ministerio público penal

mite, en este caso, que la víctima requiera y prosiga eljuicio (arts. 319, II, y 321) y, pa- den incorporarse en la audiencia, acerca de la corrección, necesidad y
ra ello, ella es informada convenientemente (art. .300). El CPP Chubut, 203, permite que conveniencia ele llevar a cabo el juicio púbHco o, por lo contrario, de
la fiscalía sobresea el procedimiento, con noticia al ofendido (art. 186, inc. 1)200, quien clausurar la persecución penal, introduciría can1bios de in1portancia
está facultado JIOr la ley para obtener el control jerárquico interno de la decisión (arts. en el procedimiento penal y podría lograr cierto protagonismo esen-
186, inc. 5, 187, I, y 207) e, incluso, para impugnarjudicialmente ante la corte de casa-
cial en el órgano que, por declan1ación de la propia ley, cumple la fun-
ción -Tribunal Superior provincial- la decisión del superior jerárquico en el servicio
(art. 187, Il). ción de acusador.

Según se observa, el papel de la fiscalía durante este n1omento del liL pl juicio. Evite1nos pensar en la hipótesis -n1ás que descabella-
procedin1iento tan1bién resulta, de una u otra 1nanera, en1pobrecido, da- de un juicio sin acusación; pero aún más, evitemos pensar en la hi-
pese a su in1portancia capital para el desarrollo de un procedin1iento pótesis de una acusación forn1al, obtenida por la vía de la obediencia
que desea una asin1ilación formal n1ás vigorosa al proceso penal de a los tribunales de justicia, cuando ellos son los que obligan a la fisca-
corte acusatorio. Ese papel resulta aún n1ás desn1ejorado con solucio- lía a acusar. Pensen1os, entonces, en un fiscal dispuesto a defender su
nes con1o ]as del CPP Nación, 348, II, que colocan, en caso de conflic- acusación en el debate y a realizar esfuerzos para lograr una condena.
to, la decisión final sobre la apertura del juicio público en manos de Tan1bién en este caso toda la estructura de realización del juicio públi-
los tribunales de justicia. Por lo den1ás, el procedin1iento intern1edio, co, en nuestro Derecho positivo, decolora la actuación de la fiscalía, en
por sí n1isn1o, carece de una importancia general para la ley argentina, hon1enaje a los poderes del tribunal, y la relega, junto a la defensa, a
pues sólo se abre, facultativan1ente, por decisión de la defensa, cuan- un papel secundario. Según nuestras leyes, son los jueces que integran
do resuelve objetar ]a acusación e intentar in1pedi1~ de ese n1odo, el jui- el tribunal de juicio quienes don1inan -dejando de lado las facultades
cio público, y su decisión final-apertura del juicio o clausura de la per- de dirección y disciplina, propias ele ellos-, también, este período del
secución penal (sobresein1iento)-; además, la decisión de ese período proceclin1iento penal, confonne a la distribución de las facultades pa-
del procedin1iento sólo se funda en los registros labrados por el juez de ra obrar en él.
instrucción, sin posibilidad alguna de ofrecer prueba, de n1anera vin- Nuestro juicio público no es, originaria e histórican1ente, ni siquie-
culante para el instructm~ dentro de él y, con1o si ello fuera poco, tal ra desde el punto ele vista formal, un período claramente acusatorio
período procesal es, regularn1ente, presidido y decidido por el juez ins- del procedimiento, en el cual el acusador o los acusadores y la tarea
tructm~ que in1puso el procesan1iento. En cambio, cuando la actividad defensiva dominen la presentación del caso ante los jueces, a senlejan-
defensiva desiste de ejercer la facultad, ]a acusación determina, direc- za de aquello que se titula proceso de partes (en el Derecho anglosajón:
tanJente, la pron1oción del juicio público, situación procesa] que la adversaria!). Por lo contrario, su reglamentación se aleja considerable-
práctica reproduce de ordinario, pues, estratégican1ente, no parece nJente de ese n1oclelo. El peso de la tarea de realizar el juicio público
convenir a la defensa, de ordinario, la afirn1ación judicial renovada, recae sobre el cuerpo de decisión judicial, unipersonal o colegiado,
cercana al juicio, de la in1putación penal, casi segura si, con1o regulan que va a decidir por sentencia sobre la acusación; acusador y defensor
la n1ayoría de los códigos procesales penales, el artículo es decidido están colocados allí antes bien para controlar la legitin1idad de la acti-
por el n1isn1o juez que dictó el procesan1iento. Aún más, en el procedi- vidad que cun1plen los jueces, que con1o protagonistas principales del
miento por citación directa, para los códigos que lo autorizan, el pro- juicio. Por de pronto, ellos no dominan la presentación del caso y, por
cedinJiento inten11edio, práctican1ente, desaparece. ello, tan1poco la estrategia a seguir para lograr una decisión favorable
Cualquiera que sea la solución que se adopte para el dile1na expues- al interés concreto que defienden en éJ201. Si bien a la acusación y a la
to en el texto, un procedinziento intennedio obligatorio, que consista en
un debate, en forn1a de audiencia prelilninar, en el cual todos los inter-
vinientes discutan, inclusive de la n1ano de medios de prueba que pue-

201 El CPP Buenos Aires, 354, II, intenta corregir este defecto de partida, de una manera
que no me convence: supdme la lectura ele la acusación, requerimiento aprobado judicial-
mente para la promoción del juicio público --esto es, en verdad, aquello que no me c<:mven-
ce-, y lo suplanta por la exposición sintética y oral de los planteos del acusador Y el defensor.
200 CL su definición en CPP Chubut, 185.

373
372
A. El ministerio público penal § 11. Los ót·ganos estatales de la persecución penal

defensa les corresponde, en prinCipiO, la facultad de ofrecer prueba de prueba (testigos y peritos) y la incorporación de otros n1edios de
para el juicio202, aun con ciertas linlitaciones, las facultades del tribu- prueba en el debate depende, en un grado elevado, de los jueces que in-
nal de incorporar prueba de oficio, incluso como forma de suplir la tegran el tribunal sentenciador: ellos interrogan al in1putado y a los ór-
omisión de la fiscalía, son amplísimas, antes del debate, al prepararlo, ganos de prueba durante el debate, según la ley2os, e incorporan la
durante el curso del debate y, también, durante la deliberación de la prueba restante206. Según se observa, quien representa a la fiscalía en
sentencia, con reapertura del debate 203 . De esta n1anera, la estrategia la audiencia del debate -la misn1a afirmación es válida para el impu-
final respecto de la influencia sobre la decisión (táctica procesal) y la tado y su defensor-, lejos de ser un protagonista principal de la incor-
presentación del caso ante los jueces no pertenece al acusador, ni tan1- poración del n1aterial que los jueces utilizarán en la sentencia para de-
poco a quien se defiende, sino que, antes bien, queda, por principio, en cidir, sólo desen1peña un papel secundario. Ese papel, básican1ente,
n1anos de los propios jueces del caso -al proceder de oficio sinlilT!itar- consiste en un control de la actividad de los jueces, bien por amplia-
se a escuchar y decidir-, quienes, n1ás que moderadores (poder de di- ción de las preguntas dirigidas al in1putado o a los órganos de prueba
rección y disciplina de la audiencia) de una disputa y árbitros (jueces) durante el interrogatorio respectivo, con la venia de] presidente del tri-
de una decisión, resultan convertidos, a través de estas facultades ex- bunal, bien por solicitud para que quien preside la audiencia o el tri-
tra-decisorias, en protagonistas principales del conflicto y de su solu- bunal (cuerpo de decisión) ejerza las facultades que le concede la ley
ción. He alli, en la pura forn1a y estructura de una institución base del para incorporar prueba a] debate. El control de las partes se acentúa,
procedimiento acusatorio, el juicio público, la supervivencia de los en casos que signifiquen apartamiento de reglas que legitin1an el de-
postulados básicos de la inquisición y la razón pdncipal del titulo que bate con1o tal, n1ediante el poder de protesta (recurso de reposición) y
prefiero dar a este tipo de enjuician1iento: procedin1iento inquisitivo
la posibilidad de recurrir en casación la sentencia desfavorable. Basta
reformado. De esta tendencia se apartan los nuevos CPP Córdoba, CPP
presenciar un debate realizado según estas reglas, para advertir ele qué
Tucun1án y CPP Buenos Aires204, que, según dijinws, procuran, osten-
modo se decolora el papel que cun1ple el acusador -tan1bién el del in1-
siblenlent~, acercarse, aun cuando sólo forn1almente, al modelo del
putado y su defensor- y cón1o se agiganta la tarea y el poder que in-
proceso de partes.
cunlbe a los jueces en el procedin1iento. En este aspecto representan
Aquí, sin en1bargo, no finaliza esta caracterización del juicio y de
tan1bién una excepción las nuevas leyes procesales penales de las pro-
los papeles que en él cun1plen los intervinientes, en especial, la fisca-
vindas de Córdoba, Tucun1án y Buenos Aires. Han desapareddo de su
lia. Sin agotar el catálogo de facultades que acreditan esa caracteriza-
texto las facultades excepcionales concedidas a los jueces del debate y
ción, se puede observar tan1bién que el interrogatorio de los órganos
la sentencia y, en su lugar; han adquirido un papel más protagónico el
representante de la fiscalía, por una parte, y el defensm~ por la otra207.

202 CPP N8 ción, 355; CPP Mencloz<1, 387; CPP S<1lta, 383; CPP, La Rioja, 386; CPP Sgo.
del Estem, 306; CPP Catamarca, 318; CPP La Pampa, 324; CPP Corrientes, 381; CPP Entre 205 CPP Nación, 378, 384, I, y 389; CPP Mendoza, 410, 416 y 418; CPP Salta, 406, 412 y
Ríos, 361; CPP Chaco, 339; CPP Córdoba y Tucumán, 363; CPP Costa Rica, 304. 418; CPP La Rioja, 409,415 y 421; CPP Catamarca, 338,344 y 347; CPP Sgo. del Estero, 326,
203 CPP Nación, 356, II, 357, I, 387, 388 y 397; CPP Mendoza, 388, 389, 419 y CPP 332 y 338; CPP Jujuy, 374, 379 y 385; CPP La Pampa, 347, 353 y 358; CPP Corrientes, 403,
Salta, 384,385,415 y 426; CPP La Rioja, 387,388,418 y 431; CPP Catamarca, 319,321,346 41 O v 413; CPP Entre Ríos, 384, 390 y 396; CPP Chaco, 361, 36 7 y 372.
v 355; CPP Sgo. del Estero, 307, 308, 335 -no admite la reapertura del debate-; CPP La Pam- 206 CPP Nación, 382 y 385; CPP Mencloza, 413 y 414; CPP Salta, 410 y 413; CPP La Rio-
pa, 325, 326, 357 y 366; CPP Jujuy, 382 y 392; CPP Corrientes, 382, 383, 417 y 423; CPP En- ja, 413 v 416; CPP Catamarca, 342 y 345; CPP Sgo. del Estem, 330 v 333; CPP Jujuy, 377 y
tre Ríos, 362, 363, 393 y 404; CPP Chaco, 340, 341, 371 y 380; CPP Costa Rica, 320, 327, 355, 380; CPP La Pampa, 351 y 354; CPP Corrientes, 407 y 412; CPP Entre Ríos, 388 y 392; CPP
362. Chaco, 365 y 368.
204 CPP Córdoba, 362, 363, 365 y 400; CPP Tucumán, idem; CPP Pcia. de Buenos Aires, 207 Respecto del interrogatorio ele órganos de prueba: CPP Córdoba, 393 y 396; CPP Tu-
por inexistencia ele reglas que permitan al tribunal decidir de oficio una instrucción suple- cumán, idenz; CPP Pcia. de Buenos Aires, 360 y 364. El CPP Costa Rica, 351 y 352, también
mentaria (art. 338), la incorporación ele nuevos medios ele prueba al debate (art. 363) orea- varía las características de los interrogatorios durante el debate de manera de tornarlos más
brir el debate una vez concluido para ello (art. 371). pa1 ecidos al procedimiento de partes.

374 375
A. El ministerio público penal § 11. Los órganos estatales de la persecución penal

El verdadero papel de acusador de la fiscalía -y tan1hién el que fjnitiva sólo es revisable -por la vía de la casación (cmnprendida en
cumplen los den1ás intervinientes en el procedin1iento- asoma en to- ella todos los den1ás recursos que denon1inan1os extraordinarios, por
dos los códigos, con1o no podía ser racionaln1ente de otra manera, en los límites a su objeto) y, en su caso, de la revisión- cuando alguno de
la cUscusión final, durante los inforn1es previos a la clausura del deba- los afectados por ella la recurre y en la n1edida del recurso interpues-
te208: allí, casi con1o auténticas partes de un procedin1iento, los inter- to. De allí que los interesados -entre ellos la fiscalía que n1anifiesta el
vinientes en el debate revelan su interés verdadero en el caso e inten- interés del Estado en la persecución penal- gobiernen este período
tan fundar su requerin1iento en el contenido concreto de los actos del eventual del procedin1iento penal. La razón de que así esté previsto, en
debate y en la ley penal, para influir sobre la decisión de los jueces. Pe- confhi de la regla que gobierna, según hen1os visto, los períodos ante-
ro es absolutan1ente cierto, tan1bién, que la solución jurídica exigida riores del procedin1iento, parece residü~ en la satisfacción plena del or-
allí por esas partes, tan1poco lin1ita, por regla general, las facultades denamiento jurídico con la reahzación del proceso de conociJniento,
del tri bunaJ209. hasta arribar a la sentencia de n1érito, como exponente del juicio pre-
vio, exigido por el Estado de Derecho para fundar formalmente una
IV Los recursos. En las in1pugnaciones de decisiones jurisdicciona- decisión penal sobre e] caso; e] resto -las in1pugnaciones contra la de-
les 1·ecobra valor, con todo su alcance, el principio dispositivo, emana- cisión- pertenece a los afectados, pues nuestro Derecho positivo no co-
do, sin duda, del respeto por la auton01nía de decisión o de voluntad de noce, por regla general, la impugnación nzinisterio legis, en ninguna de
las personas interesadas o, n1ejor dicho, afectadas por la solución del sus forn1as211. En el capítulo de los recursos, por lo tanto, el procedi-
caso contenida en esas decisiones210. Especffican1ente, ]a sentencia de- n1iento penal alcanza el punto máximo de sen1ejanza con el proceso de
partes.

Puede ser observado como cuerpo extraño a este principio, la facultad de recurrir
sin interés real u objetivo, conforme al contenido de la sentencia. El principio de obje-
208 CPP Nación, 402; CPP Córdoba, 402; CPP Mendoza, 426; CPP Salta, 422; CPP La Rio- tividad, que gobierna entre nosotros la tarea de la fiscalía, tiene su resonancia o corre-
ja, 42.5; CPP Catamarca, 350; CPP Sgo, del Estero, 352; CPP Jujuy, .390; CPP La Pampa, 362; lato, en rnateria de recursos, cuando se permite que ella se sienta afectada por la deci-
CPP Corrientes, 419; CPP Entre Ríos, 400; CPP Chaco, 376; CPP Tucumán y Córdoba, 402; sión, si esa decisión perjudica al imputado, esto es, que la fiscalía se vea afectada por
CPP Costa Rica, 3.56 y 357, un interés ajeno o, simplemente, establecido por la ley, razón por la cual la ley le con-
209 CPP Nación, 401, I; CPP Córdoba, 41 O; CPP Mendoza, 434; CPP Catamarca, 351; CPP cede la facultad de "recurrir inclusive a favor del imputado" 212 . La referencia a lapo-
Sgo. del Estero, 347; CPP La Pampa, 370; CPP Jujuy, 395; CPP Corrientes, 427; CPP Entre sibilidad de recurrir el capítulo civil de la sentencia penal, que en algunos códigos pro-
Ríos, 408; CPP Chaco, 384; CPP Tucumán y Córdoba, 410; CPP Costa Rica, 365 (ver, sin em- vinciales acompai1a a la facultad ele recurrir a favor del imputado, no sólo es incorrec-
bargo, en este último Código, art. 346). Hasta qué punto la limitación es importante ya load- ta, sino, además, extrernamente confusa.
vierte NOÑEZ, CPP Córdoba anotado, art. 414, n" 2, p. 393. Cf., sin embargo, las sentencias de
la CSN va mencionadas supra (nota 34 de este parágrafo, p. 304) y también MAIER, y LANGER,
Acusación y sentencia, cit., ps. 617 y ss. -comentario a esas sentencias-. La CSN nunca deci-
dió este punto por unanimidad de todos sus miembros; últimamente ha puesto en tela de jui-
cio e, incluso, revertido la línea jurisprudencia! que, sintéticamente, impedía condenar sin el
requerimiento respectivo de la fiscalía en los informes finales del debate: en "Cáceres, Mar-
Un H.", Fallos, L 320, p. 1891, y, luego, en "Fiscal c/Fernández, Pedro" (F.18.XXXV), Fallos, 211 La reunión de oficio del tribunal de casación en pleno (ley nacional n" 24.050, arl.
t. 324, p. 425, no obtuvo mayoría el criterio contrario al resumido antes hasta que, en "Mar- 1O) constituye -incluido allí el particular recurso de casación que le sigue (art. 11)- un cuer-
cilese, Pedro Julio y otros/homicidio calificado" -causa no 15,888/98, resuelta el15/08/2002-, po extnul.o ~lentro de la reforma aprobada, autoritario sin duda y conservador del régimen
el juez FAYT cambia su criterio por el de la entonces minoría y la CSN consigue así regresar introducido desde antiguo en la justicia federal: cf. dDE LA RúA, Fernando, El recurso de ca-
enteramente sobre sus pasos. Contamos con un comentario de este último fallo, de PEREYRA, sación en el Derecho positivo argentino [El recurso de casación], 2" parte, sección tercera, ps.
Pablo R, Modelo acusatorio v persecución estatal. Sobre los aciertos y desaciertos en la dis¡m- 517 v ss.; del mismo autor, La casació11 penal, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1994, V, ps, 289 v
ta por La relevancia de las conclusiones del ministerio público flscal, en "Nueva Doctrina Pe- ss.; D'ÁLBORA, CPP Nación anotado, cit., ps, 496 y s,; PALACIO, Lino E., Los recursos en el pro-
nal", cit., 2002/A, ps. 189-207. ceso penal, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998, Cap, X, no 55, p, 180; similar, en razón
21 O CPP Nación, 432, II, 443 y 44.5; CPP Córdoba, 443, II, 4.54 y 456; CPP Mendoza, 485, de las necesarias características del procedimiento, su brevedad y su rapidez, el art. 1O, II,
de la lev nacional no 23,098 (habeas co1pus).
49 l y 493; CPP Salla, 478, 484 y 486; CPP La Rioja, 477, 482 y 484; CPP Catamarca, 393, .397
y 399; CPP Sgo. del Estero, 390, 391 y 395; CPP Jujuy, 432 y 433; CPP La Pampa, 405, 415 y 212 CPP Nación, 433; CPP Córdoba, 444; CPP Tucumán, 444; CPP Mendoza, 485; CPP
41 7; CPP Corrientes, 469, 479 y 481; CPP Entre Ríos, 454, 464 y 466; CPP Chaco, 411, 421 y Salta, 478; CPP La Rioja, 477; CPP Catamarca, 393; CPP Sgo. del Estero, 390; CPP Jujuy, 432;
423; CPP Tucumún y Córdoba, 443, II, 454 y 4.56; CPP Costa Rica, 422, II, 424, 430 y 431. CPP La Pampa, 406; CPP Corrientes, 470; CPP Entre Ríos, 455; CPP Chaco, 412.

376 377
§ 11. Los órganos estatales de la persecución penal
A. El ministerio público penal

Complejo es resolver el enigma acerca de si esta facultad, derivada de la ley pro-


ejecución 2 1S, a contrario de lo que se prevé en otros derechos positivos,
cesal penal y ligada al debet· ele objetividad, preside la actuación de la fiscalía, en el según los cuales el ejecutor natural es el n1inisterio público fiscal, sin
sentido de transformarse en un deber funcional de sus agentes; más conflictiva aún es perjuicio de las decisiones -in1portantes- que pertenecen a los tribu-
la relación ele esta solución con la descripción de conductas típicas que penalizan el nales216. Pero la fiscalía interviene necesariamente en los J1an1ados in-
proceder de los fiscales: CP, 249, 271 y 272. Aunque para dilucidar el terna sería con-
cidentes de ejecución, forrrm según la cual se dirime a las cuestiones
veniente un estudio monográfico, la regla observa la redacción típica de un texto que
consigna una facultad y, por lo contrario, no refiere, textualrnente, a la concreción de principales de la ejecución penal, planteadas por él, por el condenado
un debcL Son imaginables, sin embargo, multitud ele casos que demuestran, por una o por su defensor ante el juez competente para darles solución217.
parte, lo inconveniente que resulta, en variadas ocasiones, afirmar este deber de ob-
jetividad general en cabeza de la fiscalía, sin pasar por el tamiz del exarnen ele la ver- VI. Auxilio a la víctilna: la acción civil. Algunos códigos argentinos,
dadera parte a la que se pretende auxiliar, el imputado y, especialmente, su defensor
siguiendo el ejemplo del CPP Córdoba (1939), le encomiendan a la fis-
(por ejemplo: ofrecimiento de prueba cuyo resultado exacto se desconoce o cuya va-
loración no se puede anticipar [¿circunstancias para la medición de la pena?]213), y, calfa ejercer, al n1isn1o tien1po que la acción penal, la acdón civil en re-
por la otra, casos en los cuales la afirmación de un deber de lealtad, consistente en no presentación de la víctin1a, ya cuando ella se la delegue, o bien cuan-
ocultar información al imputado y su defensa, representa el prirner deber a cumplir, do se trate de un incapaz sin representación218. Aden1ás, algunos códi-
al menos antes de, en casos excepcionales -defensa ligera o, al menos, lábil-, ejerci- gos le conceden tan1bién a la fiscalía la representación del Estado,
tar la facultad de recurrir en favor del imputado. Por lo demás, se ha señalado la es-
cuando él resulta titular del derecho reparatorio219. Sin perjuicio de la
qui~ofí-enia funcional a la que conduce la atribución a un mismo órgano de la función
de perseguir penalmente al imputado y, al mismo tiempo, la ele defenderlo o favore- discusión, de lege (erenda, acerca del papel de la fiscalía para la conser-
cerJo21 4. vación y representación de los derechos de ]as víctirnas220, no parece
una solución posible, ni inteligente en nuestro Derecho positivo, con-
V. La ejecución pe11al. La ejecución del dispositivo de la sentencia, forme a ]as características estudiadas que gobiernan la persecución
en especial, de las penas, no representa, entre nosotros, una tarea de penal pública, concederle a la fjscalía la representacjón de esos intere-
la fiscalía, sino, antes bien, de los tribunales que la dictan o del juez. de

215 CPP Nación, 490; CPP Córdoba, 500; CPP Tucumán, 500; CPP Mendoza, 534 y 540;
CPP Salta, 530 y 531; CPP La Rioja, 524 y 525; CPP Catamarca, 461; CPP Sgo. del Es ter~, 445
y 447; CPP Jujuy, 478,479 y 480; CPP La Pampa, 461; CPP Corrientes, 525; CPP Entre Ríos,
508; CPP Chnco, 467; CPP Costa Rica, 453.
213 Supóngase, por ejemplo, que, a contrario de aquello que sucede en el Derecho posi-
216 Ver OPP (RFA), § 451; cf. RoxiN, DPP, cit.,§ 56, B, I, ps. 502 y siguiente.
tivo actual (CP, 24 v leves modificatorias), el encarcelamiento preventivo sea desvalorado en
1elación a la pena pri~ativa de libertad-1/2 día de prisión preventiva por 1 día de pena de 217 CPP Nación, 491; CPP Córdoba, 502; CPP Tucumán, 502; CPP Mendoza, 541; CPP
ptisión-, caso en el cual el recurso del fiscal "en favor del imputado" detenido, al evitar que Salta, 532; CPP La Rioja, 526; CPP Catamarca, 444; CPP Sgo. del Estero, 448; CPP Jujuy, 481;
la sentencia quede firme, que el condenado comience a cumplil· la pena y así prolongar su CPP, La Pampa, 462; CPP Corrientes, 527; CPP Entre Ríos, 509; CPP Chaco, 468; CPP Costa
encarcelamiento procesal, ¡·edundaría, de hecho, si no triunfa el recurso, en un perjuicio pa- Rica, 454, 457 y 458, II, c.
ra el condenado. 2 18 CPP Córdoba [1939], 15; CPP Mencloza, 15; CPP Sgo. del Estero, 11; CPP La Pampa,

214 Cf. BoviNO, Ingeniería de la verdad, cit; y del mismo autor, La persecución penal pú- 16, 2"; CPP Chaco, 18; CPP Costa Rica, 39 (pero con ln importante diferencia que no enco-
blico en el Derecho anglosajón, cit., p. 78, quien une la aspiración a la neutralidad u objetivi- mienda el ejercicio a la fiscalia penal, sino a un abogado de una oficina ele defensa civil ele
dad en la tarea de la fiscalía, considerada por él como una ficción peligrosa -al pm'lt~de se- las víctimas, adscripta al ministerio público general).
tl.alar que una ficción idéntica fundó la aparición de la Inquisición-, con la cuestión de la ubi- 219 CPP Mendoza, 15, 1"; CPP La Pampa, 16, 1"; CPP Sgo. del Estero, 11, 3", Hoy, en el
cación institucional del ministerio público, un error político histórico de nuestros sistemas orden nacional, esa delegación legal está, por principio, prohibida (lev nacional no 24.946
penales, en tanto apartan esta función -la de seguridad COilllÍ71, que contiene la política de [Orgánica del 1\llinisterio Público], art. 27; en Costa Rica interviene la Procuradlllia General
persecución penal- ele quien debe procurada inmediatamente, el Poder· Ejecutivo o la admi- ele la República (oficio similar a la Procuración del Tesoro en el Estado federal argentino o
nistmción ele un Estado, o mediatamente, el Poder Legislativo mediante el control pr·esu- las fiscalías de Estado en las provincias), incluso cuando se trata ele delitos que afectan inte-
puestario ele todas las activklades ele la administración pública, para conceder esa atribución reses colectivos o difusos.
nl Poder Judicial, dentro del cual se ubica al ministerio público fiscal antes bien pm· conve- 220 Cf. BoviNO, La vícli111a como sujeto público y el Estado como sujeto sin dereclzos, cit.,
niencia ele sus agentes, pero en desmedro ele la hmción que ellos cumplen, o desembocar en plantea una reorganización interesante de los órganos de persecución penal estatales desde
la creación ele un órgano extrapoder, con la pretensión de lograr así nutonomía funcional, que el punto de vista ele un papel predominante en auxilio ele las víctimas.
arriesga un "autisnzo institucional de consecuencias imprevisibles" (destacado nuestro).

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378
¡
;

A. El ministerio público penal § 11. Los órganos estatales de la persecrldón penal

ses en caso alguno. El principio de objetividad, que gobierna la activi- Italia v Portugal, ubicados en esa línea política: en la legislación posi-
dad del n1inisterio púhUco fiscal, y aun el principio de legalidad, cons- tiva a;gentina, tributarios de esa tendencia, son, nuevan1ente, el CPP
pirarán contra la correcta defensa de los intereses de las víctin1as v Córdoba [199 J], cuyo proyecto sirvió de n1odelo al CPP Tucun1án, san-
111ás aún, plantearán problen1as de deslealtad profesional (prevaricat~~ cionado el n1jsn1o año y algo n1ás tenue en sus postulados reforn1istas,
profesional) y una colisión de deberes indudable para el funcionario y el n1isn1o CPP Nación que, aunque desordenadamente, mediante re-
de la fiscalía que, al n1isn1o tien1po, deba procurar la verdad histórica tazos, se inclina sin prisa pero sin pausa hacia esa realidad jurídica
objetiva del caso y la correcta aplicación de la ley penal, por una par- n1oderna.
te, y defender el derecho restitutorio o reparatorio de la víctin1a de un
delito, mediante la acción civil ex delito, por la otra. Por ello es prefe- La reforma principal se ubica en el período preliminar del procedimiento penal, en
la llam<.1,da instrucción preparatoria. Hoy la responsabilidad por la investigación del h~­
rible, entre nosotros, cuando se organiza y concibe al n1inisterio públi- cho punible y la tarea ele preparación de la acusación -o, inversamente, del requen-
co fiscal con1o acusador penal en los delitos de acción pública, confor- miento que clausura la persecución penal- corresponde a la fiscalía. Se ha dicho, por
nle a aquellos principios, delegar la acción civil en otro funcionario ello, que el ministerio público fiscal (la fiscalía) es el amo o el se11or de la investigación
que no esté vinculado al desarrollo de la persecución penal221. 0
del procedimiento preliminar y que su tarea en el procedimiento reconoce allí su cen-
tro de gravedad223; aquí se centra, sin duda, modernamente, su t~rea más pesada y,
b) La jerarquización de la tarea de la fiscalía también, la más importante, pues ella es la que más le perrnitirá influir sobre el proce-
dimient0224. Ello sümifica también la desaparición del juez de instrucción, antiguo in-
L Según ya lo advertimos, la segunda mitad del siglo XX, en nues- quisidor cuya conse:·vación postuló la reforma del siglo XIX 225 . En ese sentido evolu-
tra Jnateria, en nuestro orden cultural y en los llamados delitos de ac- cionó, a lo largo del siglo XX, cada vez con mayor vigor, la legislación alemana, hasta
arribar a la tesis antes citada. En el mismo sentido se pronuncian hoy la legislación pro-
ción pública, se caracteriza, en gran Jnedida, por rescatar el papel de
cesal penal italiana y portuguesa, en sus nuevos códigos procesales penales. Entre no-
actor que le corresponde al n1inisterio púbHco por intermedio de la fzs- sotros, según ya se advirtió, así lo postulan los nuevos códigos de las provincias de Cór-
calía: un sinnún1ero de facultades que antes correspondían a los jue- doba y ele~ Tu~umán (1991 ), que extendieron la citación directa -procedimiento prepa-
ces, o no existían, son hoy, en la mayoría de los países, aun sin varia- ratorio de la fiscalía- a todos los casos, con una sola excepción (privilegio
constitucional del imputado) y, según se puede observar, no tardarán en pronunciarse
ciones de principio sustanciales para la persecución penal, patrin1onio
las leyes por venir (ver Proyecto Santa Fe [1993]): uno de los indicios que conduce a esa
de la actividad de la fiscalía en el procedimiento penal. Pioneros de es- conclusi(m está representado por la cláusula abierta del CPP Nación, 196, modo que
ta transferencia fueron, entre nosotros, el Proyecto CPP Nación halló el legislador nacional (Cámara de Diputados) para atemperar los efectos nocivos
de la posi~ión político-procesal del Proyecto que se convirtió en código federal
226
(1986), que, bajo la notoria influencia de la transforn1ación habida en . El
la OPP de la RFA, cuhninada en 1975 con la supresión total de la ins- nuevo CPP Costa Rica ha partido de la transformación apuntada, siguiendo al CPP Mo-

trucción jurisdiccionaf222, precede, inclusive, a los nuevos códigos de delo para Iberoamérica. . ,
Uno de los efectos que se procura mediante esta solución es dotar de una base JUn-
dica, desde el comienzo de la persecución penal, a los actos de investigación que cum-
ple la policía, a la par de constituir a la fiscalía en el garante inmediato, por su activi-
dad de control, de que los procedim.ientos policiales se ajusten a las reglas básicas del

221 CPP Salta, 15, para la defensa del Estado; CPP Catamarca, 12; CPP Entre Ríos, 16;
CPP Chaco, 17, para la defensa del Estado; CPP Córdoba (1991), 25 (para la defensa de la
víctima). Conforme a los principios estudiados, que gobiernan entre nosotms la actuación 223 RoXIN, DPP, cit., ps. 53 y 58; BEULKE, Werner, Straf/Hoz.epreclzt, Ecl. C. F. Müller, Heil-
de la fiscalía, un mismo oficio -y, conforme a nuestra organización tradicional, un mismo delberg, 1994, § 5, l, 1, ps. 31 y siguiente.
funcionario- debería, en plincipio, bregar en algunos casos por el sobreseimiento o la abso-
224 Cf. ROXIN, DPP, cit.,§ 37, p. 326.
lución y, al mismo tiempo, por la condena civil, situación que, si bien jurídicamente no es
225 Para apreciar esta verdad, cf. su ubicación y funciones históricas en FENT~NES, Emi-
imposible de ser pensada, plantea problemas evidentes de defensa de intereses contrapues-
tos; de la misma manera, un buen acuerdo reparatorio para la víctima, para el cual sea con- que, La policía judicial. Teorfa y realidad, Ed. Biblioteca Policial (PFA), Buenos A1res, 1968,
dición la renuncia al ejercicio de la acción penal, es impensable para la fiscalía. n" 6, ps. 38 y siguientes.
222 Se trata de la Primera Ley para la reforma del Derecho procesal penal (LStVRG), pe- 226 Ve 1·Jnfónne del Dictw1ze11 de ma_voría e Infómze del Dictamen de minoría de la H. Cú-
mara ele Diputados, al sancionar el código vigente, e Informe del Ministro de Justicia, propo-
ro la transformación comienza ya en la época del nacional-socialismo (cf. PETERS, StrafjJro-
::.eP, ciL, § 12, I, 2, p. 62). niendo reformas al Proyecto en el Senado de la Nación.

380 381
A. El ministerio público penal § 11. Los órganos estatales de la persecución penal

Estado de Derecbo227, todo ello sin perjuicio del control mediato que corresponde a los. 2. Acuerdos con el imputado y su defensa para transformar la per-
jueces en el procedimiento, sobre todo cuando se trata de injerencias estatales en el ám-
secución penal n1aterialn1ente, cuando se procura una solución distin-
bito de derechos básicos (libertades) ele los individuos. A pesar ele que la tarea prelimi-
nar de investigación cambió c.le manos, se conoce que, en una gran medida, el éxito de ta a la penal para el caso (suspensión del procedimiento a prueba: CP,
una investigación penal está confiada, al menos en los delitos tradicionales (convencio- 76 bis y ss.) o tan sólo un consenso sobre la pena a cun1pHr231, o bien
nales, según se los denomina), a la labor de los funcionarios policiales, sobre quienes fon11almente, para llevar a cabo un procedinzierzto sinzpliflcado232.
recae el grueso de la tarea investigativa o la ejecución de medidas con ese fin. Por ello,
se ha caracterizado al ministerio público fiscal, también, como una cabeza sin (que ca- 3. Auxilio a la víctima del delito, n1ediante las posibilidades de
rece de) manos228. Los funcionarios policiales son o deben ser, efectivan1ente, los prin- transformar la persecución penal, hasta prescindir de ella, en favor de
cipales auxiliares ele la fiscalía, sometidos a sus mandatos e instrucciones, al menos en la adopción de un sisten1a distinto que repose sobre la reparación del
la tarea procesal que les toca llevar a cabo. A ellos les corresponderá el grueso de las in- daño (hoy llanmdo tercera vía del Derecho penal)233. Desde el punto de
vestigaciones Climinales, sobre todo en los delitos "de calle", esto es, cumplidos en la
vía pública o en lugares de acceso público, y en aquellos que representan el ejercicio de vista del Derecho procesal penal ello se traduce en el ingreso de la ten-
la violencia física. Es por ello que las relaciones entre fiscalia y policía son hoy objeto tativa de conciliación autor-víctinza al procedin1iento penaJ234.
de estudio monográfico229. Es posible e imaginable que todo lo contrario suceda en los
delitos no tradicionales (llamados no convencionales) o, cuando menos, en algunos de
III. Una configuración formal distinta de la estructura del juicio, es-
ellos, por ej., en el ámbito de la criminalidad económica230, en cuya investigación el
ministerio público, por intermedio de sus fiscales, es quien lleva a cabo, principalmen- pecialnlente del debate, que reduzca el protagonismo y señorío de los
te, la tarea de investigarlos (instruirlos) directamente. jueces sobre el con tenido n1aterial del procedin1iento, para aislar sus
facultades de decidir en la sentencia, con el objetivo de remarcar su
II. En orden de in1portancia, respecto de la modifJcación de la fun- inzparcialidad, se traduce, inmediatan1ente, en la adquisición por par-
ción que se espera desarrolle el n1inisterio público fiscal, cabe agluti- te de la fiscalía de un papel protagónico y principal en él, en conjunto
nar una sede de posibilidades, antes inexistentes durante la vigencia con otros participantes en el procedin1iento235. La fiscalía se deberá
extrema del principio de legalidad, facultades que se refieren, de ma- ocupar de la presentación de su caso y no sólo n1ecliante la interposi-
nera genérica, a las relaciones de la fiscalía con las demás personas ción de ]a acusación, sino, adernás, a través del ofTecin1iento de prue-
protagonistas del procedirrliento penal y a la expresión de su voluntad
como detern1inante de la ausencia o transformación de la persecución
penaL En apretada síntesis, ellas son las siguientes:
1. Aplicación del principio de oportunidad, para prescindir de la
persecución penal o tan sólo de la persecución penal pública en cier- 231 Pategiame11to sulla pena, CPP Italia, 444 y siguientes. Cf. CoRso, Piermaria, El mwvo
tos casos que determina la ley, que le concede facultades específicas Coclice di Procedura Pena le ( 4" ed.), Ecl. La Tribuna, Piacenza, 1995, con jurisprudencia, ps.
para ello. 1134 y siguientes. Entre nosotros ya ha tomado carta de ciudadanía el procedimierzto o jui-
cio abrel'iado (CPP Nación, 431 bis; CPP Pcia. de Buenos Aires, 395 y ss.; CPP Córdoba, 415),
que no sólo implica un acuerdo sobre el rito, sino, también, sobre la pena, y que posee dife-
rente alcance según la ley procesal penal en la cual se inserta (al respecto, sobre la compe-
tencia legislativa federal o local, DE LA ROA, Jorge, Un agravio f'edeml, en "La Ley", Buenos
Aires, t. 1997/D, ps. 1198 y siguientes). Para un estudio del instituto -que ha suscitado enOt·-
mes criticas- en el Derecho argentino y comparado, cf. MAIER, Julio B. J. y BoviNO, Alberto
227 RoxrN, Rechtsstellung und Zukwzftsaufgaben, cit., ps. 385 y 388.
(comps.), El procedimiento abreviado, Ed. Del Puerto, Buenos Aires, 2001.
228 Expresión que corresponde a Eduard KERN: cf. RoxrN, DPP, cit.,§ 10, B, I,pJ7.
232 Cf MAIER, Julio B. J., J..!Jecanisnzos de simplificación del procedimiento penal, Consi-
229 GOssEL, Kad-Heinz, Reflexiones sobre la situación del ministerio público en el proce- glio Nazionale delle Ricerche, Roma, 1991, v. 3, ps. 325 y ss.; CPP Italia, 438 y ss. (Pategio-
dimiento penal de wz Estado de Derecho y sobre sus relaciones con la policía [Reflexiones], en
mento su! rifo). Cf. CoRSO, Il nLW1'0 Coclice di Procedura Pena/e, cit., ps. 1107 y siguientes.
"Doctrina Penal", cit, 1981, ps. 621 y ss.; AMBOS, Kai, Control de la policía por el f[scal versus
dominio policial de la instrucción, en "Tribunales ele Justicia", n" 3, Madrid, marzo 2002, ps. 233 Cf. RoxrN, Strafi·echt AT, cit., t. I, § 3, III, ps. 67 y ss.; MAIER, Julio B. J., El ingreso de
15 y siguientes. lo reparación del dm1o como tercem 1'(a al Derecho penal argentino, en BINDER, Alberto M. y
230 Cf. RoxrN, Reclztsstellwzg zmd Zukzmftsaufgaben, cit., p. 388 y ss.; MAIER, Julio B. J., M,\IER, Julio B. J. (comps.). El Derecho penal hov. Homenaje al Pro¡: David Baigú11, Ed. Del
Delincuencia socio-económica v refomza procesal penal, en "Doctrina Penal", cit., 1989, ps. Puerto, Buenos Ailes, 1996, § I, ps. 27 y siguientes.
S 14 y ss.; PASTOR, Daniel R.,¿ Es conveniente la aplicación del proceso penal "convencional" a 234 Cf., p01 ej., CPP Costa Rica, 30, j y k, y 36.
los delitos "no convencionales"?, en MAIER, Julio B. J. (comp.), Delitos no convencionales, Ed. 235 BoviNO, Alberto, El juicio y la CN, en MAIER (comp.), El 1llle1'0 CPP Nación. Análisis
Del Puerto, Buenos Aires, 1994, ps. 269 y siguientes. educo, cit., II y ss., ps. 172 y siguientes.

382 383
§ 11. Los órganos estatales de la persecu~Íón penal
A. El ministerio público penal

jurídican1ente, de modo inmediato, ese servicio. Los tribunales cum-


ba que veriGque su hipótesis o la verdad acerca de los elementos que
.plirán, así, un papel n1ás in1parcial respecto de la ejecución penal, de-
ella contiene y de la incorporación de esa prueba en el debate; a ella le
dicados a decidir aquellos casos de conflicto entre el condenado Y el
corresponderá, tan1bién, un acentuado papel de contradictor de la de-
ejecutor de la condena, comprometido sólo con la observancia de las
fensa, en la exposición e incorporación de los medios de prueba pro-
realas de un Estado de Derecho durante el ctunplimiento de la conde-
pios y ajenos. - b -
na, y no con1pron1etido, en cmnbio, con la eficacia o eficiencia de la
IV. La participación protagónica de la fiscalía en los recursos, par- ejecución de la pena según sus fines.
ticularnlente en aquellos interpuestos contra la sentencia, ya ha sido
e) Conclusión
estudiada bajo el cristal de las garantías del in1putado en un-Estado de
La fLu1ción que hoy, en nuestro Derecho positivo, le corresponde a
Derecho 236 . A contrario de la idea que domina el nuevo procedin1ien-
to penal, consistente en conceder mayores facultades y responsabilida- la fiscalía en el procedin1iento penal no la sitúa co1no una protagonis-
des a la fiscalía, la única reforma posible en n1ateria de recursos con- ta de primera in1portancia en él, ni la responsabiliza por la eficiencia
siste en una disn1h1ución de sus facultades en este periodo: si los re- del procedin1iento en cuanto realizador de las normas penales, a pesar
cursos son considerados, por vía de principio, una garantía para el de la altisonante proclan1ación legal acerca de la titularidad de la ac-
in1putado en un procedimiento penal, según establecen las convencio- ción penal pública237 y de los esfuerzos político-doctrinarios por defi-
nes sobre derechos hun1anos (Pacto de Derechos Civiles y Políticos de nir su posición externa como independiente de los demás poderes del
la ONU, 14, no .5; Convención Am.ericana de Derechos Hunzanos, 8, no 2, Estado (CN, 120), incluso n1ediante una organización del oficio pre-
lz), se sigue de ello que la ley debería negar a la fiscalía la facultad de suntanJente con1patible con ese paradign1a (ley nacional no 24.946
recurrir la sentencia absolutoria o la condenatoria benigna, y, de esta [Organiz.ación dellvlinisterio Público federal]). Ella cumple, confor:n~
manera, sólo poseerá una instancia, el procedin1iento con1ún, para lo- a sus facultades, n1ás una función de control posterior sobre la actlvl-
grar la condena pretendida del acusado (inadn1isibilidad del recurso dad de los jueces, que, según se predica, una tarea propian1ente acti-
del acusador contra la sentencia de absolución o de condena, cuando va, provoc~nte de esa actividad; y, consecuenteJnente, los tribunales
se procura una decisión n1ás desfavorable para el acusado [refonnatio cun1plen, en grado n1eno1~ una actividad caracterizada no sólo por el
in peius]). La tesis se corresponde con una noción estricta del ne bis in control de la acción de la fiscalía, para ajustarla a la ley y, f·undamen-
idem, de difícj] realización, por lo discutida, en ]a reforma actual del taln1ente, a la particular óptica política del Estado de Derecho, co1no
procedin1iento, que resulta n1ás natural para el sisten1a que emplea el de ordinario se describe abstractan1ente su función, sino que, en gra-
juicio por jurados. Una extensión a todo el procedimiento penal de es- do n1ayor, su función consiste en una tarea activa y creadora respecto
ta concepción no resulta difícil y redundará en cierta abreviación de su del ca~o planteado, conforme a las facultades reales que les concede la
duración y en cierta sünplificación de su con1plejidad. ley procesal penal.
V. Según sucede ya en la investigación preliminar, y de la n1isma
La existencia de un juez inquisidor, que reúne el material para requerir el juicio pú-
n1anera a con1o sucede en el Derecho privado, conviene que el ejecu- blico del imputado (acusación) o el sohreseimiento de la persecución penal ~o.ntra él,
tor natural de las sentencias de los jueces sea la fiscalía. De tal Inane- las facultades del tribunal (cuerpo de decisión) para incorporar prueba de oficw a ese
ra, a sen1ejanza de aquello que ocurre con la policía en el proceso de juicio y hasta la de obligar al fiscal a provocarlo, y, por último, el encargo de ejecutar
conocin1iento, el servicio de prisiones o penitenciario será auxiliar di- sus propias sentencias, constituyen las pruebas principales.de ese.1:1odo.de ser del pro-
cedimiento penal actual. Tanto es así, que la jurisprudencia, cas1 mvanablemente, en
recto de la fiscalía para llevar a cabo la ejecución penal y él controlará

23 6 Ver esta ob1·a, L 1, § 6, E, 4, ps. 632 y ss., y H, ps. 70.5 y siguientes. 2.37 CPP Nación, 5.

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