Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ALUMNO:
DOCENTE:
Perú
2020
Introducción:
Las medidas cautelares por tanto conceden una tutela jurídica inmediata a quien
la solicita si cumple con requisitos de ofrecer contra cautela fundamentándolo su
petitorio, señalando la forma como se debe llevar a cabo e indicando, si fuera el
caso, los bienes sobre los que debe recaer el caso, los bienes sobre los que debe
recaer la medida, así Como el monto de su afectación.
Desarrollo:
1.- Antecedentes:
Las medidas cautelares suspensivas se habían regulado por ley en materia de procesos
de amparo, que se desarrollaron a partir de 1983 permitiéndose que los jueces civiles
puedan dictar la suspensión de cualquier acto o resolución violatoria de garantías
constitucionales previstas ya en la novísima Constitución d 1979 dando lugar a que
cuando se pretendió nacionalizar o estatizar al sistema bancario y financiero del país en
el primer gobierno del Presidente García Pérez, los jueces de Lima principalmente,
prácticamente dicten medidas cautelares , impidieron la aplicación de tal voluntad
política de entonces, dispuesta por legislación que nunca pudo concluirse.
Las medidas cautelares no sólo las aplican los jueces y otras autoridades que por leyes
tienen competencia para ello. La cautela como su nombre lo indica es atributo de todo
sujeto cauteloso para llevar a cabo cualquier negocio, así como la contra cautela es
propia de todo vendedor, prestamista o acreedor en general como lo destacó y anticipó
el maestro Couture en los años anteriores a su fallecimiento.
El acreedor sensato cuando vende, arrienda, otorga un muto se cuida de pedir garantías
contra cautelares que le aseguren el pago de sus acreencias, valiéndose de institutos
jurídicos de larguísima data como la prenda, y la hipoteca tratándose de derechos reales
o utilizando fianza o aval en obligaciones de tipo personal. De allí que cautela y contra
cautela se enlazan de modo esencial. Las coordinaciones que el mundo moderno ha
traído, permiten sofisticaciones y que precisamente la tecnología actual está a nuestro
alcance
Sin embargo, cuando ya no es el propio acreedor el que las aplica frente a su deudor,
sino es un “tercero” un Juez quien debe conferirlas, se produce todo un mundo
complicado que ni las normas, ni muchos los jueces tienen comportamiento inadecuados
en múltiples casos, a tal punto que, el actual “Presidente de la Corte Suprema de nuestro
país, hace un llamado a los jueces en el caso de Panamericana Televisión en la Capital
de la República y otros similares.
En nuestro país se elaboran ponencias de modo serio sobre este epígrafe, como o el que
sirve de base a este trabajo presentado por Nelson Ramírez Jiménez (8) que destacó la
frecuencia de malicia y temeridad en cuanto medidas cautelares se refiere, pues siendo
noble la Institución deviene en innoble su uso señalando como posibles causas:
En el Art. 613, porque es un tercero “el Juez” quien debe graduar y otorgar o no la
solicitud cautelar
Con relación al Art. 630, relacionado con la vigencia de la medida en caso se declare
infundada la demanda en la sentencia de Primera instancia, la medida cautelar queda
cancelada de pleno derecho, aunque haya apelación; acotando que:
1.- el mismo criterio debiera aplicarse cuando es el órgano revisor quien declara
infundada la demanda.
Conforme precisa el artículo 635° del Código Procesal Civil, todos los actos relativos a
la obtención de una medida cautelar, conforman un proceso autónomo para que se
forme cuaderno especial.
Esta autonomía es esencial ordenar mejor el proceso y para una tramitación más rápida,
evitando el entorpecimiento mutuo de ambos procesos, garantizar además la reserva de
los actos procesales necesarios para el dictado oportuno de la medida
independientemente de la demanda principal[2].
Queda claro que las medidas cautelares tienen por características ser instrumentales,
provisionales, mutables o flexibles, destinadas a asegurar preventivamente los
eventuales resultados que recién cobraran consistencia cuando se resuelve en tal sentido
la pretensión principal, todo lo cual requiere pasar por un trayecto.
Se debe, además, dictar inaudita parte, es decir, sin audiencia del afectado, para así
evitar la posible frustración por parte del demandado. Sin embargo, esto último viene
siendo discutido por quienes consideran que ello puede resultar arbitrario y perjudicial,
planteando por ello la postura tendiente a que, previo al dictado de la misma, se conceda
audiencia al futuro ejecutado y se garantice el derecho de defensa y el debido proceso.
8. Juez competente
Sobre la competencia del juez que dicta la medida cautelar fuera de proceso, resulta
interesante leer el comentario que realiza Rivas al respecto:
El artículo 608 del CPC no significa sino atribuir al juez el poder jurídico de dictar tales
medidas, pero no que por su sola adopción puede fijarse definitivamente la
competencia, alterándose la regla fundamental prevista al efecto. No obstante, ello, el
artículo 608 tiene otro significado, ya que sirve para posibilitar que aun siendo
incompetente, en caso de urgencia o de necesidad, el magistrado requerido puede dictar
la medida cautelar sin perjuicio de la ulterior radicación ante el juez competente. En
todo caso tendrá la posibilidad de declarar su incompetencia oficiosamente, de acuerdo
a los términos del artículo 35 y la parte afectada, la de cuestionarla oportunamente al
saber de la medida trabada.
Es importante que el juez que conozca del proceso principal sea el que también
conduzca el procedimiento cautelar. Si bien el trámite de ambos no lo vincula, ya que
existe como hemos visto una autonomía, quién más que el juez que conoce del proceso
principal para que tenga todos los elementos necesarios a fin de otorgar o no la medida
cautelar solicitada en base a los hechos acontecidos en el proceso principal. Le permite
tener una mejor visión del comportamiento de las partes en el proceso y la necesidad en
el dictado de la tutela cautelar.
9. Oportunidad
Respecto de la oportunidad en que puede operar la medida cautelar, esta puede ser
solicitada y concedida antes del proceso o con posterioridad al inicio este. En el primer
supuesto, esta medida está sujeta a la condición de formular su pretensión dirimente
ante la jurisdicción dentro de los diez días posteriores a la ejecución (artículo 636 del
CPC). Igual exigencia corre para el caso de medidas cautelares dictadas antes del inicio
del procedimiento arbitral.
El citado artículo 636 del CPC establece claramente en primer lugar la materialización
de la ejecución de la medida dictada y, en segundo lugar, la presentación de la demanda
dentro de los diez días posteriores a dicho acto (ejecución). Se deberá tener en cuenta
aquí si la pretensión principal resulta ser materia conciliable o no a fin de poder exigir el
requisito de la conciliación.
10. Finalidad
Como señala el artículo 611 de CPC, el juez dictará la medida cautelar en la forma
solicitada, o la que considere adecuada atendiendo a la naturaleza de la pretensión
principal, puesto que es él quien está dotado de facultades orientadas a hacer realidad la
tutela efectiva.
Esto permite decir que si el objeto de la medida de no innovar tiene como finalidad
asegurar la pretensión dineraria, ella no resulta adecuada, porque perfectamente puede
recurrirse para tales fines a las medidas propias de una futura ejecución forzada. El
aseguramiento de un bien, con el solo objetivo de la posterior ejecución forzada, no
conlleva a la necesidad de la inmutabilidad del bien o de la cosa, ya que incluso pueden
ser sustituidos por otros bienes en cuanto puedan responder a la eventual y posterior
ejecución.
La cancelación de una medida cautelar es en realidad uno de los supuestos que conllevan a su
extinción. Profundiza sobre este punto Monroy Palacios, quien sostiene: “Cuando hablamos de
extinción del proceso hacemos referencia a aquellos supuestos en los cuales se levanta una
medida cautelar por razones ajenas al interés de las partes o a la voluntad del órgano
jurisdiccional. Se trata de la configuración de situaciones procesales que tornan inútil la
continuación de la vigencia de una medida cautelar”. En nuestro ordenamiento jurídico, la
cancelación de la medida cautelar está regulada en el artículo 630 del Código Procesal Civil.
Este dispositivo legal señala: “Si la sentencia en primera instancia declara infundada la
demanda, la medida cautelar queda cancelada, aunque aquella hubiere sido impugnada. Sin
embargo, a pedido del solicitante el Juez podrá mantener la vigencia de la medida hasta su
revisión por la instancia superior, siempre que se ofrezca contracautela de naturaleza real o
fianza solidaria” (énfasis agregado). La norma puede generar ciertas interrogantes que,
creemos, deben ser aclaradas a la brevedad para un adecuado funcionamiento del instituto
cautelar. Estas interrogantes no son de ahora. Así, cabe preguntarse: ¿podría operar la
cancelación de la medida cautelar cuando la demanda es declarada improcedente? O, ¿en qué
momento debe entenderse que queda cancelada la medida cautelar? Consideramos que
resulta importante analizar estos temas para ayudar a uniformizar criterios y despejar algunas
dudas que siempre flotan en el aire, razón por la cual esbozamos nuestras opiniones en torno
a estos puntos; siempre bajo la premisa de que la medida cautelar es instrumental al proceso y
a los intereses de los justiciables, como fue apuntado por Chiovenda.
Conclusiones:
Las fórmulas cautelares especiales de amparo contra el despido, resultaran eficaces para las
situaciones concretas a que se refieren, aplicadas fuera del contexto de la remisión al C.P.C.