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LÍMITES A LA CAPACIDAD POR RAZÓN DE LA EDAD.

.la edad de la persona y su significación.

Ya hemos visto en el tema anterior que la plena capacidad de obrar se


obtiene con la mayoría de edad, por ello la edad es tenida en cuenta por el
derecho civil porque asocia este dato objetivo a la capacidad para realizar
determinados actos y negocios. Así distinguimos entre dos estados civiles, el
del mayor y el del menor de edad.

. Mayoría y minoría de edad.

.- Computo.

Los ordenamientos jurídicos optan entre dos sistemas, bien establecerla de


momento a momento, es decir teniendo en cuenta la hora del nacimiento, o
contrariamente contar por entero el día de nacimiento cualquiera que sea la
hora de éste. Este sistema se llama de computación civil y es el que recoge el
Artículo
315 del código civil.

.La mayoría de edad.

Estado de plena independencia de la persona y adquisición de la plena


capacidad de obrar. Llegada la mayoría de edad se extingue automáticamente
la patria potestad o, en su defecto, la tutela, a que está sometido todo menor.

El Art. 322 refiere que el mayor de edad es capaz para todos los actos de la
vida, salvo las excepciones establecidas en casos especiales. La regla general es
la capacidad y la incapacidad debe probarse y ser declarada. Una excepción es
la de no poder adoptar hasta ser mayor de 25 años.

. La minoría de edad.

.- Regla general.

No existe un precepto que regule de manera general la capacidad de los


menores. Podríamos afirmar que, en general, no tienen capacidad de obrar y
están sujetos a la patria potestad o a la tutela, en su caso.
En su día se explicaba la patria potestad ejercida como el menor desde los
aspectos de sumisión y dependencia. Hoy entendemos que dicha dependencia
está guiada por el supremo interés del menor, digno de la más especial
protección, por lo que el ejercicio de la patria potestad confluye como derecho
deber, incardinado en las responsabilidades inherentes a la paternidad. El
menor es una persona en formación, obviamente que precisa la tutela de sus
padres o tutores para los actos jurídicos o comerciales, pero que a la vez es
tutelado en sus derechos de la personalidad, que alcanzan ya no solo a
obligaciones para con los hijos de carácter patrimonial (sustento, alimento,
dotación de educación…) sino al adecuado respeto de sus derechos de la
personalidad (derecho de comunicar con sus padres/ madres, familia extensa, a
una formación integral…).
Así disponen los siguientes preceptos:

Art. 39.3 C.E. “Los padres deben prestar asistencia de todo orden a los hijos
habidos dentro o fuera del matrimonio, durante su minoría de edad y en los
demás casos que legalmente proceda”
Artículo 110 Código Civil: “El padre y la madre, aunque no ostenten la patria
potestad, están obligados a velar por los hijos menores y a prestarles alimentos”
Artículo 154: Los hijos no emancipados están bajo la potestad del padre y de la
madre. La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de
acuerdo con su personalidad, y comprende los siguientes deberes y facultades:
1. Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y
procurarles una formación integral.
2. Representarlos y administrar sus bienes (…).

Esta regla general de incapacidad, no quiere decir que para ciertos actos, y
llegada una determinada edad, la ley no le otorgue capacidad para realizar
algunos actos.

De modo general, aunque la ley no lo exprese, reiteramos que el menor puede


realizar aquellos actos para los que tengan el suficiente juicio y no estén
prohibidos en la norma.

. Aspectos concretos.

Para los actos jurídicos precisan la asistencia de sus padres y tutores, si bien
podrán:

- otorgar testamento si tienen más de catorce años (Art. 663), con


excepción del ológrafo- testamento hecho del puño y letra del testador-
( Art. 688). Si tienen más de 16 pueden ser testigos en los testamento
otorgados en caso de epidemia.
- Los menores pueden adquirir la posesión (Art. 443) y el dominio sobre
los frutos de sus bienes y todo lo que adquieran con su trabajo o su
industria (Art. 165 del código civil). Cuando tienen 16 pueden
administrar los bienes adquiridos con su trabajo e industria (Art.164) y
consentir la enajenación de los bienes a los que se refiere el Art. 166 del
código civil.
- Pueden aceptar donaciones puras ( Art. 625 y 626 del código civil)
- En los derechos personales, y esencialmente en aquellas decisiones que le
afecten debe ser oído siempre, y ser tenida en cuenta su opinión cuando
es mayor de doce años. Así debe consentir la adopción cuando es mayor
de doce años, y cuando es menor ha de ser oído por el Juez (Art- 177 del
código civil y Ley orgánica 1/1996). También debe consentir la
emancipación paterna si tiene más de 16 años o solicitar la habilitación
legal (Art. 317 y 321 del código civil).
- El menor puede contraer matrimonio si tiene más de catorce años y es
dispensado por el Juez (Art. 48 del código civil). En el expediente serán
oídos sus representantes. Puede otorgar capitulaciones matrimoniales si
bien con la asistencia de sus representantes legales, salvo que pacte el
régimen de separación de bienes o el de participación en ganancias ( Art.
1329 del código civil)
- Tiene derecho a ser oído en los procesos de separación, divorcio o
nulidad, en cuanto a las decisiones que afecten a su guarda y custodia,
cualquiera que sea su edad (ley orgánica 1/ 12996, Art. 9), y en todo caso
siempre que sea mayor de 12 años o tuviere el suficiente juicio (770, 777
de la LEC y 92 y 105 del código civil).

En la práctica dicha audiencia suele ofrecer mucha polémica debido


a la perniciosa influencia que, en ocasiones, realiza la judicialización de la
problemática familiar sobre los niños, que se ven inmersos en una disputa entre
los padres ante los Tribunales y presionados sobre ello. Se suele realizar la
audiencia reservada si tiene edad suficiente para entender acreditado que tiene
suficiente juicio, y en procesos más conflictivos y en todo caso cuando el niño es
muy pequeño, es recomendable que la audiencia se canalice a través de los
profesionales de los equipos psicosociales dependientes del Instituto Médico
Forense o de los equipos de Menores. Y ello porque se trata de oír al menor,
pero en un ambiente adecuado, con asistencia de profesionales cualificados, y
tratar, de alguna manera, de sustraerlo a las influencias del conflicto entre sus
padres. Lo que es un derecho del menor, poder decir y opinar con qué
progenitor quiere estar en caso de ruptura, se convierte en un arma arrojadiza
entre ambos progenitores y el menor se encuentra en una situación de extrema
presión. Cuando el menor tiene el suficiente juicio, y a salvo problemas
determinados de aptitud en los progenitores, ha de entenderse que su opinión
debe ser relevante, sin perjuicio del fin de la protección del interés supremo del
menor. Con los menores adolescentes, o cuando llega la adolescencia, se maneja
como criterio su cercanía a la autodeterminación. Pero no es menos cierto que
todos los días en los tribunales vemos situaciones cambiantes de los menores,
que aprovechan el conflicto de custodia, para sus propios intereses como
adolescentes (Me quiero ir con quien me deja salir más tarde, o me regaña
menos), Lo que ocasiona constantes cambios de guarda, cuando los padres
acceden a los deseos del menor, o contrariamente, constante judicialización del
conflicto que aprovechan los progenitores. De todas formas, como
comprenderéis, salvo situaciones muy excepcionales, no es procedente ni útil
obligar a un joven de 16 años a estar con quien no quiere.

El menor puede adoptar del Juez las medidas adecuadas para asegurar
la prestación de alimentos o sus futuras necesidades, así como el Juez debe
adoptar tras su audiencia las medidas necesarias para apartarle de un peligro o
evitarle perjuicios (Art. 158 del c. civil).
Este artículo otorga al Juez la posibilidad de adoptar medidas de
urgencia, incluido el cambio de guardia, cuando se producen situaciones
perjudiciales para el menor.

- En materia contractual, si tuviere suficiente juicio, el menor debe prestar


consentimiento en los contratos que le obliguen a realizar prestaciones
profesionales (Art. 162 del código civil). Para celebrar contratos, ha de ser
asistido de sus representantes legales (padres y tutores No pueden,
pues por si mismo, aunque cuente con el consentimiento de sus
representantes legales, tomar dinero a préstamo, gravar o enajenar
bienes inmuebles o establecimientos mercantiles o industriales u objetos
de extraordinario valor, pues requieren dichos actos, por su
transcendencia económica, ser complementados con la autorización
Judicial.

Los contratos realizados por los menores sin la asistencia de sus


padres y tutores no son nulos de pleno derecho (nulidad absoluta,
insubsanable, imprescriptible y no sanable), sino anulables (nulidad relativa,
sometida a plazo de caducidad de cuatro años y sanable porque puede
confirmarse). Los contratos celebrados por menores o incapaces podrán ser
anulados por sus representantes legales. Las personas capaces que contrataron
no podrán alegar la incapacidad de aquellos con quienes han contratado (Art.
1302 del código civil). La acción da anulabilidad está sometida al plazo de
caducidad de cuatro años. Ello quiere decir que ha de ejercitarse en dicho plazo,
no se interrumpe (por ejemplo, mediante una reclamación extrajudicial), como
ocurre con los plazos de prescripción. El plazo empezará a correr, para los
menores, una vez alcanzada la mayoría de edad (Art. 1301). Por su especial
protección, si bien la regla general es que declarada la nulidad ambas partes
han de restituirse recíprocamente las cosas que hubieren sido materia de
contrato, con sus frutos y el precio con sus intereses, el menor o incapaz no está
obligado a restituir sino en cuanto se enriqueció con la cosa o el precio (1304 del
código civil).

Los contratos celebrados por los menores pueden ser sanados


mediante la confirmación, cuando lleguen a su mayoría de edad. La
Jurisprudencia ha entendido que el consentimiento resulta así aplazado, siendo
un consentimiento hacia tiempo futuro y admitiendo la posibilidad de
confirmación.

El pago realizado por un menor o incapaz se tiene por válido en la


medida que se hubiere convertido en su utilidad (Art. 1163 del código civil).

.- En cuanto a los derechos de la personalidad, el menor es titular de los


derechos fundamentales reconocidos en la constitución y tratados
internacionales (sentido de la propia carta magna y ley orgánica 1/1996). Entre
muchas Sentencias, el Tribunal Constitucional ha expresado, a modo de
ejemplo en la STC 141/2000 “desde la perspectiva del Art. 16 CE los menores
de edad son titulares plenos de Sus derechos fundamentales (...) sin que el
ejercicio de los mismos (...) se abandonen por entero a lo que al respecto puedan
decidir aquéllos que tengan atribuida su guarda y custodia o, como en este
caso, su patria potestad, cuya incidencia sobre el disfrute del menor de sus
derechos fundamentales se modulará en función de la madurez del niño y los
distintos estadios en que la legislación gradúa su capacidad de obrar”.

El Art. 3 de la Ley Orgánica 1/1996 hace una primera remisión a los derechos
reconocidos directamente en la Constitución, así como en los distintos
instrumentos internacionales vigentes. Igualmente, de conformidad con el Art.
10 de la Constitución, los derechos de los menores en España deben ser
interpretados y aplicados de acuerdo con los tratados internacionales vigentes.
Una remisión, por tanto, a ordenamientos y organismos superiores, cuyas
normas son plenamente aplicables a todos los menores de edad en territorio
español.

1. Derechos al honor, a la intimidad y a la propia imagen (Art. 4 de la Ley


1/1996)

“1. Los menores tienen derecho al honor, a la intimidad personal


y familiar y a la propia imagen. Este derecho comprende también
la inviolabilidad del domicilio familiar y de la correspondencia,
así como del secreto de las comunicaciones.
2. La difusión de información o la utilización de imágenes o
nombre de los menores en los medios de comunicación que
puedan implicar una intromisión ilegítima en su intimidad,
honra o reputación, o que sea contraria a sus intereses,
determinará la intervención del Ministerio Fiscal, que instará de
inmediato las medidas cautelares y de protección previstas en la
Ley y solicitará las indemnizaciones que correspondan por los
perjuicios causados.
3. Se considera intromisión ilegítima en el derecho al honor, a la
intimidad personal y familiar y a la propia imagen del menor,
cualquier utilización de su imagen o su nombre en los medios de
comunicación que pueda implicar menoscabo de su honra o
reputación, o que sea contraria a sus intereses incluso si consta el
consentimiento del menor o de sus representantes legales.
4. Sin perjuicio de las acciones de las que sean titulares los
representantes legales del menor, corresponde en todo caso al
Ministerio Fiscal su ejercicio, que podrá actuar de oficio o a
instancia del propio menor o de cualquier persona interesada,
física, jurídica o entidad pública.
5. Los padres o tutores y los poderes públicos respetarán estos
derechos y los protegerán frente a posibles ataques de terceros”.

2. Derecho a la información (Art. 5 de la Ley 1/1996)


Este derecho se encuentra vinculado al desarrollo personal de los
menores de edad, a su adecuada formación educativa e
intelectual, en un marco de veracidad, pluralidad y respeto a los
principios enunciados en el ordenamiento y en la propia Ley.
También se comprende en este precepto el derecho de los menores
a acceder en condiciones de igualdad a los diferentes servicios
culturales.

3. Derecho a la libertad ideológica (Art. 6 de la Ley 1/1996)

Los menores gozan del derecho de libertad ideológica, de


conciencia y de religión sin más límites que los derechos de los
demás y en un marco que contribuya a su desarrollo integral
como persona.

4. Derechos de participación, asociación y reunión (Art. 7 de la Ley 1/1996)

La garantía de estos derechos fundamentales homologa la


situación de los menores de edad en estos ámbitos al marco
constitucional existente, de manera que la integración de los
menores sea plena en todos los ámbitos de la vida social y política.

5. Derecho de libertad de expresión (Art. 8 de la Ley 1/1996)

“1. Los menores gozan del derecho a la libertad de expresión en


los términos constitucionalmente previstos. Esta libertad de
expresión tiene también su límite en la protección de la intimidad
y la imagen del propio menor recogida en el artículo 4 de esta
Ley.
2. En especial, el derecho a la libertad de expresión de los menores
se extiende:
a) A la publicación y difusión de sus opiniones.
b) A la edición y producción de medios de difusión.
c) Al acceso a las ayudas que las Administraciones públicas
establezcan con tal fin.
3. El ejercicio de este derecho podrá estar sujeto a las restricciones
que prevea la Ley para garantizar el respeto de los derechos de los
demás o la protección de la seguridad, salud, moral u orden
público”.

En resumen, la Ley Orgánica 1/1996, de Protección Jurídica del Menor ha


servido para homologar, en clave de derechos fundamentales, la situación de
los menores de edad con respecto al marco de derechos básicos que se regulan y
reconocen en esta Ley y en el marco constitucional.

Sobre todos este aspecto hemos de incidir en una Sentencia, no exenta


de polémica, del Tribunal Constitucional, en un supuesto de un menor que
llegó a fallecer por negarse a una transfusión sanguínea por razones religiosas,
transfusión a la que se negaban sus padres al profesar la misma religión. La
relevancia de la decisión del Tribunal Constitucional no es tanto en cuanto al
fondo, amparo y consecuente absolución de una condena penal a los padres
ratificada por el Tribunal Supremo, pues podrían argumentarse razones, por
ejemplo, que pudo forzarse mediante la solicitud de tutela judicial por el
personal médico, o que en este caso no eran los padres los que imponían la
ausencia de transfusión, aunque se negaban a intentar convencer a su hijo, sino
que el niño se negaba totalmente a la misma, sino en lo declarado en referencia
al discernimiento del menor en ejercicio de su libertad religiosa. Por un lado, el
menor también rechazó física y vehementemente la transfusión. Por otro, los
padres se negaron a convencer a su hijo para que, tal como sugerían los
facultativos, se dejara transfundir.
Juan Ferreiro Galguera (Catedrático de derecho eclesiástico de la
Facultad de Derecho de A Coruña) en un estudio sobre esta Sentencia, plantea
las cuestiones fundamentales que dicha Sentencia introduce:
a- La posibilidad del estado de imponer a un menor tratamiento médico contra
su voluntad. ¿Qué hubiera ocurrido si los médicos con la intención de salvar la
vida del menor, le hubieran practicado la transfusión contra su voluntad (por
ejemplo, sedándolo sin que se diera cuenta).
Esto es, ¿Qué prevalecería en ese hipotético caso, el deber de los poderes
públicos (subrogados momentáneamente en el papel de garantes) de salvar la
vida del menor o el derecho a la integridad física o a la libertad religiosa del
adolescente?
La sentencia evitó dar una respuesta a esa hipotética confrontación entre la
Libertad religiosa y la integridad física del menor y los derechos del Estado en
tanto que garante. No sólo porque los hechos habían trastocado ese
planteamiento (cuando le aplicaron la transfusión, el menor ya estaba en coma),
sino, sobre todo, porque el amparo se había solicitado respecto al derecho
fundamental a la libertad religiosa de los padres y no respecto a la integridad
física o la libertad religiosa del menor.
No obstante, la sentencia indagó sobre el grado de capacidad de
autodeterminación del menor y subrayó que el ordenamiento jurídico reconocía
varios supuestos en los que la decisión de un menor con suficiente juicio tenía
relevancia jurídica
En suma, el Tribunal Constitucional reconoce que el menor es titular del
derecho fundamental a la libertad religiosa y del derecho fundamental a su
integridad física en virtud del cual puede “oponerse a la injerencia ajena sobre
su propio cuerpo.
Pero, como hemos indicado, nada dice sobre el posible conflicto de este derecho
con los deberes de la patria potestad que asume transitoriamente el Estado en
casos como el de autos.
B) La segunda cuestión de interés jurídico se refiere a la aplicación concreta del
Principio de concordancia práctica, que al contrario que la anterior, sí fue
expresamente planteada. Obviamente está relacionada con el grado de sacrificio
que se ha de aplicar al derecho fundamental que, tras el ser previamente
sopesados, ha resultado postergado.
Se discute en la sentencia si los padres tenían la obligación de intentar
convencer a su hijo para que recibiera la transfusión de sangre, aunque esa
acción fuera contraria a sus convicciones..
El Tribunal se manifiesta que ese sacrificio no es admisible porque implica una
Vulneración del contenido esencial de la libertad religiosa. Obligar a una
persona actuar en contra de sus convicciones “contradice en su propio núcleo el
derecho a la libertad religiosa”.
Pero en este caso, si es cierto, se dan como connotaciones que dicha decisión no
fue adoptada por los médicos directamente hasta el momento del coma, o por la
autoridad judicial, y que en este supuesto la transfusión no garantizaría la
consecución del fin perseguido, esto es, la salvación de la vida del menor.
En este sentido, en el caso de autos, dice el Tribunal, que el sacrificio
jurídicamente exigible, esto es, la merma legítima del derecho fundamental a la
libertad religiosa, supone tan sólo la asunción por parte de los padres de la
decisión del Estado de subrogarse momentánea y puntualmente en la
titularidad de la patria potestad sobre su hijo y de las consecuencias que ello
conlleve. Al acatar la autorización del juez que ordena la transfusión (decisión
Dirigida a la salvaguarda de la vida del menor) los padres actuaban conforme a
Derecho.

Los menores pueden, por si solos, solicitar la alteración del orden de


apellidos, dado el carácter personalísimo del derecho, y en este sentido se
pronunció afirmativamente la Dirección General de Registros y Notariado en
Resolución de 22 de abril de 1995, en un caso de reconocimiento paterno de
filiación extramatrimonial de un menor de 16 años emancipado.

Los menores han de consentir , aunque deban estar asistidos de su


representante legal, para modificar la vecindad civil, adquirir la nacionalidad
por opción o carta de naturaleza si tiene más de catorce años.

Pueden otorgar reconocimiento de filiación en los términos establecidos en


los arts. 121 y 124.

No, pueden, por el contrario, dada su limitación de capacidad, ser


representantes de los autsentes o tutores o curadores, ni albaceas, ni aceptar
herencias por si mismo ni pedir la partición de la herencia, ni la división de una
cosa común, ni de una sociedad. No pueden ser administradores de una
sociedad.

RESPONSABILIDAD DEL MENOR DE EDAD.

El menor responde contractualmente de las obligaciones asumidas. Ya


hemos visto que anulado el contrato, no deberá restituir sino en cuanto se
enriqueció. Responde de los daños y perjuicios causados por los bienes que
integran su patrimonio-animales, industrias...- y también de los hechos ilícitos
penales si son mayores de catorce años, y ello sin perjuicio de la
responsabilidad de los padres y tutores.
RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES Y TUTORES

          Los padres son responsables de los daños causados por los hijos que se
encuentran bajo su guarda. El fundamento de esta responsabilidad se centra en
la culpa in vigilando o en la culpa in educando. ( Vigilancia y cuidado del
menor o responsabilidad por la educación). Se trata de una responsabilidad 
casi objetiva, pues ni los padres pueden vigilar al menor todo el tiempo, ni
puede predicarse sino de este modo una culpa in educando ( pues los mejores
sistemas educativos no son infalibles). El código civil presume iuris tantum que
dicha culpa  in vigilando o in educando se produce.

         En supuestos de divorcio o separación la responsabilidad in vigilando


corresponde al progenitor custodio. Esta afirmación encuentra matices en las
acciones ejercitadas por el tercero contra ambos, pero no puede encontrar
ninguno en las que procedan entre los cónyuges si ambos fueran condenados
por culpa in vigilando.
   
          La acción del perjudicado es directa contra los padres.

           En igual sentido se predica dicha responsabilidad de los tutores, o


instituciones que detenten la guarda ex lege del menor.

           En cuanto a la responsabilidad por delito o Evidentemente el primer


responsable civilmente, es el menor responsable del hecho delictivo.
Lógicamente han de tratarse de menores entre 14 y 18 años, que son los
destinatarios naturales de la LORPM y a los que propiamente denomina
menores. Menores emancipados.

Los menores emancipados suponen un límite a la denominada


solidaridad que puede llevar a exonerar la responsabilidad civil al tercero, salvo
los casos de emancipación tácita por vía del Art. 319, ya que este tipo de
emancipación puede ser revocada en cualquier tiempo. Por tanto en los casos de
menores emancipados, ellos serán los únicos responsables.

Guardadores en sentido amplio. Los representantes legales.

Se trata de terceros por vínculo jurídico de parentesco legal, de hecho o


educativo. Se establece en la ley un orden de solidaridad en cascada, pero que
no es excluyente.

Llama la atención la previsión contenida en el Art 61, 3 Ley: “Cuando


éstos no hubieran favorecido la conducta del menor con dolo o negligencia
grave, su responsabilidad podrá ser moderada por el Juez según los casos”. Ya
que en estos casos estamos más bien próximos a la responsabilidad criminal por
inducción, cooperación necesaria o complicidad, que a la responsabilidad civil a
la que aquí nos venimos refiriendo, ya que si hubieran favorecido la conducta
del menor también responderán civilmente pero ante la jurisdicción penal de
adultos.
En cuanto a la posibilidad de moderación cabe por el Juez de Menores, quien
podrá moderar la responsabilidad civil de los representantes legales, pero no
excluir totalmente dicha responsabilidad.

Tutores.

El Art. 229 Código Civil obliga a promover la constitución de la tutela,


desde el momento en que conocieran el hecho que la motivare, a los parientes
llamados a ella, y la persona bajo cuya guardia se encuentre el menor , “que si
no lo hicieran, serán responsables solidarios de las indemnizaciones y perjuicios
causados”. Si bien debe descartarse la responsabilidad del tutor que lo sea
exclusivamente de los bienes del tutelado.

Entidades públicas. Menores en desamparo.

En los casos de menores tutelados conforme a lo dispuesto en el Art. 172


Código Civil por las Entidades Públicas de Protección de Menores, serán éstas
las responsables civiles de los hechos delictivos cometidos por los menores. Sin
embargo ello no excluye en principio la responsabilidad de los padres, aunque
la asunción de la tutela atribuida a la entidad pública lleve consigo la
suspensión de la patria potestad o tutela ordinaria, ya que la responsabilidad
civil contenida en la LORPM es objetiva y fundada en el riesgo.

En apoyo de esta tesis, de la responsabilidad de los padres  no obstante


también la responsabilidad de la entidad pública de protección está
precisamente en que la declaración de desamparo que motiva la asunción de la
tutela vendrá precedida en gran número de supuestos por el incumplimiento o
inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes. En
estos casos, junto con el menor responderán los padres y la entidad pública por
este orden.

También responderán civilmente ante la jurisdicción de menores, en los


supuestos de asunción de la guarda de menores infractores por la entidad
pública, Art. 172, 2 Código Civil, por lo que podrá demandarse tanto a los
padres como a la entidad pública, pues esta guarda se constituye a solicitud de
los padres y no implica la suspensión de la patria potestad.

Conviene advertir que la posibilidad de demandar a la entidad pública


se realizará ante el propio Juzgado de menores, y no habrá que acudir a la
jurisdicción contencioso-administrativa.

Acogimiento legal.

En los casos de menores acogidos legalmente por otra familia serán


responsables civiles los padres, la entidad pública y los acogedores, por este
orden.

Guardadores de hecho.
Mayores problemas plantea la posibilidad de demandar a los
guardadores de hecho de un menor, sobre todo en los casos de inexistencia de
parentesco entre ellos, y que voluntariamente asumen una obligación que
implica hacer un bien a la sociedad. Sin embargo el tenor literal de la ley los
incluye como responsables solidarios.

RESPONSABILIDAD CIVIL DE LOS EDUCADORES.

         Señala igualmente el Art. 1903 del código civil que Las personas o
entidades que sean titulares de un Centro docente de enseñanza no superior
responderán por los daños y perjuicios que causen sus alumnos menores de
edad durante los períodos de tiempo en que los mismos se hallen bajo el control
o vigilancia del profesorado del Centro, desarrollando actividades escolares o
extraescolares y complementarias.
            La responsabilidad radica en el incumplimiento de la obligación de
custodia, que se presume cuando el menor causa daños a terceros y en este
sentido desplaza la responsabilidad de los padres o del tutor hacia el centro
durante el tiempo que se halle desarrollando las actividades escolares o
extraescolares, y en consecuencia bajo su control y vigilancia. En el ámbito
penal, se discute la posibilidad de encauzar estos supuestos interpretando que
en estos casos el centro docente habría de ser considerado como guardador, y
por tanto cabría fundamentar su responsabilidad por la vía del Art. 61, 3
LORPM.

EL MENOR EMANCIPADO.

La emancipación significa salida de la patria potestad. En sentido técnico


la emancipación es un negocio jurídico de derecho de familia que tiene como
efecto otorgar al menor el estado civil de emancipado. Este estado es más
amplio que la minoría de edad, porque habilita, en principio, al menor a regir
su persona y bienes como si fuera mayor de edad ( Art. 325 del código civil). Sin
embargo existen limitaciones, porque no es una plena mayoría de edad.

La emancipación, como regla general, extingue la patria potestad y la


tutela, y la consecuente responsabilidad de los padres o tutores por los actos de
los menores, aunque para ciertos actos el emancipado necesite de la asistencia
de estos( actos de contenido patrimonial de entidad económica).

CAUSAS DE EMANCIPACIÓN

El menor de edad puede adquirir la condición de emancipado cuando:

 CONCESIÓN POR QUIENES EJERZAN LA PATRIA POTESTAD ( Art.


317 del código civil)

Se le concede este beneficio por las personas que ostentan sobre él la


patria potestad. Deben consentir ambos progenitores y han de efectuarla
conjuntamente, o al menos uno con el expreso consentimiento del otro. Es
nula la concesión por quien haya sido privado de la patria potestad. En caso
de discrepancia, decidirá el Juez, después de oír a ambos y al hijo. En
defecto, ausencia, incapacidad o imposibilidad de l uno de los padres, la
decisión puede ser adoptada por el progenitor capaz. En estos casos, es
necesario que el menor haya cumplido los 16 años de edad y que esté
conforme con que le sea concedida la emancipación. Se otorga mediante
Escritura Pública ante Notario y debe ser inscrita en el Registro Civil .Una
vez concedida, la emancipación no puede ser revocada. Se considera que el
hijo está emancipado cuando siendo mayor de 16 años y con consentimiento
de sus padres, vive de forma independiente.

 MATRIMONIO
 CONCESIÓN JUDICIAL: ( 314 y 320 del código civil) El Juez concede la
emancipación cuando lo solicite el menor que ya cuente con más de 16
años de edad, en los siguientes casos:

Quien ejerce la patria potestad se ha casado otra vez o convive de hecho con
otra persona.

Cuando los padres vivan separados.

Cuando concurra alguna causa que entorpezca gravemente el ejercicio de la


patria potestad.

En los casos en los que el menor está sujeto a tutela alcanza la emancipación por
la concesión judicial del “beneficio de la mayor edad”. En este supuesto el
menor de 16 años lo solicita al Juez, es oído el Ministerio Fiscal y el tutor, y
decide sobre la emancipación del menor sometido a tutela.

- EMANCIPACIÓN POR VIDA INDEPENDIENTE. Dice el Art. 319: Se


reputará para todos los efectos como emancipado al hijo mayor de
dieciséis años que con el consentimiento de los padres viviere
independientemente de éstos. Los padres podrán revocar este
consentimiento

Es un supuesto de independencia económica del menor respeto a


sus padres. El consentimiento de los progenitores puede ser tácito.

Esta situación ha de entenderse se produce sin infracción de los


deberes inherentes a la patria potestad( abandono de los padres de sus deberes
con el menor), y la vida independiente y dicha emancipación es conveniente a
los intereses del menor. Esta situación es revocable, pero siempre que concurran
causas que lo justifiquen en interés del menor.
CAPACIDAD DEL MENOR EMANCIPADO.

La emancipación permite al menor regir tanto su persona como sus bienes como
si fuese mayor de edad, pero necesitará el consentimiento de sus padres o tutor
para:

 Pedir préstamos, gravar o vender bienes inmuebles, establecimientos


mercantiles o industriales.
 Disponer de bienes de extraordinario valor (como joyas). Ser defensor de
los bienes de un desaparecido o representante del declarado ausente.
Otorgar testamento ‘ológrafo’ (de puño y letra).
 Aceptar por sí mismo una herencia sin beneficio de inventario (ya que no
puede disponer libremente de sus bienes).
 Pedir la partición de una herencia, ni repartir con los demás coherederos.
 Tampoco podrá ser tutor o curador, ya que su capacidad de obrar no es
completa.

En el caso de los emancipados por matrimonio, para realizar todas estas


actuaciones, si su cónyuge es mayor de edad, bastará con que ambos consientan
.Si los dos son menores, necesitarán el consentimiento de los padres o quienes
ostenten la representación de ambos.

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