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La temperancia, que es uno de los ocho pilares básicos de la salud, nos dice que
debemos abstenernos por completo de todo lo que perjudica nuestra salud.
EL ALCOHOL nunca ha sido un alimento; es cierto que proporciona calorías, pero son
totalmente “vacías” porque no hay ningún otro factor alimenticio que las acompaña. Lo
peor es que, en el proceso que el organismo debe realizar para asimilar el alcohol,
literalmente se está “cocinando” el hígado a largo plazo y, finalmente, resultará
con una cirrosis que conducirá a la muerte. También daña el músculo cardíaco, y lo
más precioso que tenemos los seres humanos: nuestro cerebro. Por el efecto
vasoconstrictor del alcohol, se van destruyendo las neuronas del sistema nervioso
por falta de oxigenación.
Siendo que estas células son irremplazables, equivale a decir que uno se
embrutece un poco más, cada vez que bebe el alcohol.
El alcohol es una maldición de la sociedad y de nuestro cuerpo.
El TABACO es el enemigo público numero uno del aire puro, que es uno de los ocho
pilares del edificio de la salud. El tabaco destruye el sistema respiratorio: cáncer en
la boca, laringe, esófago y pulmón, y enfisema pulmonar son algunos de los
resultados más comunes.
Los caramelos, las gaseosas, los pasteles, las chocolatinas y todos los productos
alimenticios que contienen azúcares refinados, son un veneno para nuestros cuerpos.
Conviene recalcar que el uso de grasa animal es otra de las amenazas más serias para la
salud.
Hay una serie de productos que contienen grasas saturadas que son de origen animal:
Consume grasas vegetales, que sean prensadas en frio, como aceite de olivas,
nueces, almendras, ajonjolí, maní, aceite de coco; nunca las eleves a grandes
temperaturas.
“Que tu alimento sea tu medicina”.