[Nietzsche] escribe a Peter Gast el 15 de enero de 1888 [exactamente un año antes de caer en la locura]:

«Jamás me ha parecido la vida tan difícil. No sé acomodarme ya a ninguna especie de realidad. Cuando
no logro olvidarlas, me destrozan... Hay NOCHES en que no puedo ya más, de angustia. ¡Y queda tanto
por hacer! –todo, puede decirse–. Fuerza es, pues, mantenerse en pie. Estos días la música me procura
sensaciones que no había conocido nunca. Me desembaraza, me desembriaga, de mí mismo; parece
como si me considerase a mí mismo desde muy alto, como si me 'sintiese' desde muy alto; de este modo
me hace más fuerte, y por lo regular, después de cada velada musical (he oído cuatro veces 'Carmen'),
tengo una mañana llena de ideas enérgicas y de hallazgos. Es una cosa admirable. Es como si me hubiese
bañado en un elemento 'más natural'. La vida sin música es simplemente un error, una fatiga y un
destierro».