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ANÁLISIS JURISPRUDENCIAL SENTENCIA No.

Presentado por:

MARÍA DANIELA URBANO MUÑOZ

Presentado a:

DOCTOR JORGE ANTONIO CASTILLO RÚGELES

UNIVERSIDAD DEL CAUCA

ESPECIALIZACIÓN DERECHO DE FAMILIA


COHORTE SIETE

POPAYÁN
2019
ANÁLISIS JURISPRUDENCIAL SENTENCIA No. 1

1) IDENTIFICACIÓN

 Corporación: Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Civil.


 Número de Sentencia o radicación: Expediente 7145.
 Fecha: 19 de mayo de 2004.
 Magistrado Ponente: César Julio Valencia Copete.
 Parte demandante: Felipe Samir Olarte Vélez.
 Parte demandada: Beatriz Eugenia Escobar Vélez, Carlos Ignacio Escobar Vélez y la
Sociedad ESCOBAR VELÉZ Y COMPAÑÍAS S. en C.

2) TEMAS PRINCIPALES: Simulación de actos jurídicos, vigencia del artículo 1781 numerales 3 y 4,
Ley 28 de 1932, bienes sociales, haber relativo, interés jurídico.

3) HECHOS RELEVANTES
La sociedad demandada fue constituida mediante escritura pública número 692 de 24 de marzo de
1981 con un capital social de $1´235.394, dividido en cuotas de $1,oo cada una, que fueron
distribuidas entre los socios.

La demandada Beatriz Vélez de Escobar contaba con $50.000 cuotas y Carlos Ignacio, la suma de
$169.342.

El día 22 de mayo de 1982 entre el demandante y la demandada Beatriz Eugenia Escobar se celebró
matrimonio por los ritos católicos, el cual fue registrado en la Notaría 4ª de Manizales.

Posterior al matrimonio, la demandada ofreció en venta las cuotas que tenía en la sociedad
demandada, quedando esto plasmado en acta No. 3, registrada en la Cámara de Comercio el 5 de
mayo de 1983, y mediante escritura pública número 858 de 9 de mayo del mismo año, de la Notaría 1ª
de Manizales.

Se celebró una venta de las cuotas de la sociedad entre los demandados por la suma de $169.342, lo
cual se considera una suma irrisoria, dado que, de acuerdo con el análisis de un contador, el valor real
de las cuotas vendidas en libros era de $3´860.600.

El 31 de enero de 1985 la demandada Beatriz Eugenia presentó demanda de separación de bienes


contra el aquí demandante, proceso en que en segunda instancia se decretó la separación de bienes
entre los cónyuges, trámite en el que no fue inventariado bien alguno, por lo que la adjudicación fue de
$0,oo para cada uno de los cónyuges.

Posteriormente, por escritura pública No. 2015 del 12 de octubre de 1988, el demandado vendió a la
demandada 1´135.715 cuotas de interés social, equivalente al 50% de las que él tenía en la sociedad
Escobar Vélez y Compañía S. en C., por el presunto precio de $1´186.978, siendo el valor en libros la
suma de $26´802.815.

Considera la parte demandante que, al formarse la sociedad conyugal Olarte-Escobar, los derechos
que la demandada Beatriz Eugenia tenía en Escobar Vélez y Compañía S. en C. entraron a formar
parte de aquélla, pues se asimilan a bienes muebles.

El demandante con su acción judicial incoada, pretendió que se declarar simuladas todas las
actuaciones realizadas entre los demandados en relación con la presunta venta y compra de las
cuotas de la sociedad, pretensión a la cual se opusieron los demandados, manifestando que estos
actos no fueron simulados, que el demandante dispuso de bienes sociales para pagar deudas
personales; y que en el proceso de separación tampoco objetó el inventario, la partición, ni adujo tales
simulaciones; de igual forma, presentaron la excepción de prescripción, la demandada Beatriz Eugenia
Escobar Vélez formuló demanda de reconvención con el objeto de que se declarara que Felipe Samir
Olarte Vélez estaba obligado a recompensar a la sociedad conyugal el valor de los bienes sociales que
enajenó para pagar sus deudas personales, los que estimó en la suma de $25´000.000 o lo que resulte
probado dentro del proceso.

4) RESEÑA DE LOS FALLOS DE INSTANCIA


 Primera Instancia: El a-quo dictó sentencia absolutoria tanto respecto de la demanda principal
como de la de reconvención.
 Segunda Instancia: el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales decidió confirmarlo,
modificando únicamente lo relativo a la condena en costas, fundamentando tal en que ni antes
(artículo 1781 numerales 3 y 4) ni después de la entrada en vigencia de la Ley 28 de 1932, los
bienes muebles que tuviera la cónyuge al momento de ajustar el vínculo matrimonial han tenido la
calidad de bienes sociales.

Expuso que, con la Ley en mención, se logró otorgarle plena capacidad jurídica a la mujer para
administrar y disponer de los bienes adquiridos antes y en vigencia del lazo conyugal y, por lo mismo,
a su disolución, entendiendo que la masa social es integrada con los rendimientos de los bienes no
sociales, que asumen el carácter de gananciales por disposición del numeral 2º de la Ley mencionada.
En relación con la declaratoria de simulación de la primera venta, expuso que de acuerdo a la Ley 28
de 1932, la demandada Beatriz Eugenia Escobar Vélez se encontraba legitimada para disponer del
bien propio, antes de disolverse la sociedad conyugal y que no le asistía al actor el interés jurídico para
atacar por simulación un acto realizado sobre bien NO SOCIAL.

Que el único interés jurídico que el demandante tiene es para obtener en el trámite liquidatario la
inclusión como activo de los gananciales, el rendimiento del bien no común, para lo cual no tenía que
proceder por vía de la simulación, pues no era éste sino su utilidad el objeto de liquidación, sentido en
el que no procedió el demandante.

Frente a la segunda simulación alegada por el demandante, consideró que debido a que, como los
bienes comprometidos en la presunta simulación, la demandada los adquirió después de encontrarse
disuelta la sociedad conyugal, ellos no formaban parte del haber social sino de su patrimonio propio,
porque al disolverse el vínculo, los consortes quedaron sometidos al régimen de separación total de
bienes, al que es ajeno el concepto de gananciales.

5) DEMANDA DE CASACIÓN:
La parte demandante, quien funge como único recurrente formuló un solo cargo frente a la sentencia
del Tribunal, exponiendo que en dicho fallo se había infringido directamente con lo consagrado en los
artículos 1 y 4 de la Ley 28 de 1932, y 180, 1766, 1781, numeral 4º, 1821, 1830 y 1832 del Código
Civil, al considerar que dicha ley había modificado los ordinales 3º y 4º del artículo 1781 del Código
Civil, de donde colige que hoy por hoy los bienes a que aluden esos ordinales no integran el llamado
haber relativo.

Indica el demandante, que el Tribunal se aparta de igual manera de lo expuesto por la Corte en fallo de
21 de junio de 1984, en el que se concluyó que las cuotas o partes de interés que uno de los
cónyuges tenga desde antes de su matrimonio entran a formar parte del haber relativo de la
sociedad conyugal.

Refiere que el quebrantamiento alegado del artículo 1781 numeral 4 del código civil, se vislumbra al no
tener como parte del haber conyugal las cuotas que la demandada tenía en la sociedad demandada, al
ser estas bienes muebles, transgrediendo por esta vía el artículo 1766 ibídem y los artículos
1821,1830 1831 del código civil, al desconocer el derecho que le confiere al actor de discutir la
simulación de esa venta.
6) PROBLEMA(S) JURÍDICO(S)

 ¿La Sala Civil – Familia del Tribunal Superior de Distrito Judicial de Manizales, en sentencia de
22 de septiembre de 1997, dentro del proceso de referencia, infringió directamente con las
estipulaciones consagradas en los artículos 1 y 4 de la Ley 28 de 1932, y los artículos 180,
1766, 1781, numeral 4º, 1821, 1830 y 1832 del Código Civil, al no darles una interpretación
adecuada, tomando como derogadas algunas de éstas disposiciones legales?
 ¿De acuerdo al régimen de la sociedad conyugal, tiene el demandante el interés jurídico para
deprecar la simulación de los actos jurídicos contenidos en las escrituras públicas números 858
del 9 de mayo de 1983 y 2015 del 12 de octubre de 1998?

7) OBITER DICTA: La Corte Constitucional argumenta su fallo tomando como referencia sus
pronunciamientos previos, citando el del 20 de octubre de 1937 en los que se ha señalado que
antes de la vigencia de la Ley 28 de 1932 la sociedad conyugal se caracterizaba, entre otros
factores, por el hecho de que era el marido quien ostentaba la representación de la mujer y tenía el
poder de administración y disposición de los bienes propios de su cónyuge, sino también de
aquellos con los que ella llegaba al vínculo marital y que entraban a formar parte de la comunidad.

Expone que al entrar en vigencia dicha Ley, se determinó que la esposa tendría la libre administración
y disposición del patrimonio propio, así como de las especies que hubiere aportado al matrimonio o
adquirido dentro de su duración que formaran el haber social, y que igual sucedía en el caso del
hombre.

Señala que la Ley 28 de 1932, no se debe entender como derogatoria sino como modificatoria del
inventario que el Código Civil reglaba referente a los bienes que componían el haber conyugal, y que
por ello los activos, como los referidos en los numerales 3º y 4º del artículo 1781 de esa codificación,
ya no debían estimarse para conformar el acervo social; por el contrario, se entiende que hacen parte
del conjunto ganancial.

Indica del mismo modo, que en tal sentencia se hace referencia al ordinal 4 del artículo 1781, donde se
consagra que también componen el haber de la sociedad las especies muebles que cualquiera de los
cónyuges aportare al patrimonio, o durante él adquiriere, quedando obligada la sociedad a restituir su
valor según el que tuvieron a tiempo del aporte o de la adquisición.

Refiere igualmente el pronunciamiento de ésta Corporación en sentencia de 1 de abril de 1968, en la


que se estudió un asunto semejante y en donde se expuso que en la legislación colombiana todos los
bienes muebles aportados por los esposos al tiempo de contraer matrimonio, como también los
adquiridos posteriormente por éstos a cualquier título antes de la disolución de la sociedad, ingresan a
ésta.

En relación a la simulación de actos jurídicos, la Corte lo define como todo acuerdo mediante el cual
los contratantes deliberadamente emiten una declaración de voluntad disconforme con la realidad o
con el verdadero querer de los mismos, o bien como lo define Francisco Ferrara, negocio simulado es
el que tiene apariencia contraria a la realidad, bien porque es distinto de como aparece o ya por cuanto
en verdad no existe. Siendo la prueba indiciaria la más adecuada y utilizada para decretar toda
simulación alegada.

8) RATIO DECIDENDI: Considera la Corte que el fallador incurrió en un error de interpretación del
artículo 1º de la Ley 28 de 1932 al no dar aplicación al numeral 4º del artículo 1781 del Código
Civil, pues, sin embargo de que el primero era el pertinente a la situación que requería el asunto, lo
entendió en forma que no consulta su verdadero sentido, y el segundo, porque hizo caso omiso de
lo que el precepto dispone y por tanto no lo hizo actuar al tenerlo por derogado, siendo que se halla
vigente y era la norma aplicable en orden a definir la controversia, dada la naturaleza del derecho
involucrado.

Advierte la Corporación que las normas concernientes a la simulación no fueron quebrantadas, ya que
el Tribunal dio efectiva interpretación y aplicación de las mismas, sin embargo, con las pruebas
aportadas por el demandante al plenario, no se logró probar la simulación de los actos jurídicos
alegada.

Finalmente, consideró la Corte que dado a que el error de interpretación cometido por el Tribunal no
basta para cambiar el sentido del fallo, es decir, cambiar la decisión tomada por aquel, da lugar a que
el cargo fracase, en razón a que si se prescinde de aquel razonamiento errado del sentenciador, que
en líneas anteriores se dejó evidenciado, en todo caso las determinaciones que incorpora la parte
resolutiva del fallo serían las mismas, es decir, desestimatorias de las pretensiones del demandante,
puesto que a idéntica solución ha de arribar la Corporación al estudiar en el fondo los hechos que
sirven de sustento a la acción deprecada, toda vez que no encuentra en el plenario prueba fehaciente
de la simulación endilgada.

9) DECISIÓN: La Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, decidió NO CASAR la


sentencia de 22 de septiembre de 1997, dictada por la Sala Civil-Familia del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Manizales.
10) SALVAMENTO DE VOTO: El Magistrado que salvó el voto expone que no se encuentra de
acuerdo con lo planteado por la mayoría de la Sala, al considerar como intrascendente el error
cometido por el Tribunal.
Argumenta, que la Corte en sentencia sustitutiva, debió darle la importancia e impacto debido al
error cometido por el Tribunal, mediante la cual no sólo se debían analizar los argumentos
planteado por el Tribunal en fallo de instancia y por lo alegado por el recurrente, sino también se
debía proceder al estudio de otros elementos existentes dentro del plenario que se opusieran a la
aspiración litigiosa.

11) CRITERIO PERSONAL: Por una parte estoy de acuerdo con lo expuesto por la Corte al considerar
que efectivamente existió un error interpretativo por parte del Tribunal, al tomar como derogada la
normatividad aplicable al caso en estudio, la cual siempre estuvo vigente, sólo que según expone
la Corte, fue modificada por la Ley 28 de 1932.

Por otra parte, comparto la posición expuesta en el salvamento de voto, ya que considero que en
ninguno de los fallos se estudió de fondo la simulación de los actos, siendo esta la pretensión
principal del demandante, lo cual considero debió hacer la Corte mediante sentencia sustitutiva así
el fallo fuera similar al no encontrarse efectivamente demostrada la simulación alegada.

En mi criterio, al caso podría llegarse a aplicar también la disposición del artículo 873 del código de
comercio, el cual determina que cuando la prestación de una de las partes se prueba sea irrisoria,
no habrá contrato conmutativo, es decir que no se genera obligaciones y cargas contractuales
equivalentes y reciprocas entre las partes, de lo que se colige que el contrato como tal, genera
efectos jurídicos que podían tenerse como una cesión de derechos, sin que ello implique una
simulación.

Por lo antes expuesto, considero que la primera venta es válida ya que las cuotas, al ser adquiridas
por la demandada antes del matrimonio, no hacen parte de la sociedad conyugal, estando la
disposición del bien a cargo de la cónyuge aportante y siendo únicamente la capitalización de las
cuotas lo que hacía parte del conjunto de gananciales, de acuerdo a la modificación realizada por
la Ley 28 de 1932 al numeral 4 del artículo 1781 del Código Civil.

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