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Atapuerca y el inicio del Paleolítico medio en Europa

Article · January 2004

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Xose-Pedro Rodriguez-Alvarez
Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social
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Resumen
Desde el punto de vista de la tecnología el inicio del Paleolítico medio se caracterizó por la apari-
ción del Modo técnico 3. La aparición de este Modo técnico tuvo lugar en Europa hace alrededor
de 300 ka. El paso del Modo 2 al Modo 3 fue un proceso gradual de cambio tecnológico, de ma-
nera que la aparición del Modo 3 no implicó la desaparición del Modo 2. Durante el Pleistoceno
medio final coexistieron en Europa grupos que practicaban un Modo 3 inicial y grupos que conti-
nuaban utilizando una tecnología de Modo 2. El registro arqueológico de los niveles superiores del
yacimiento de Gran Dolina puede contribuir a conocer mejor el proceso de transición entre estos
dos Modos técnicos. En otros yacimientos europeos, como Orgnac 3 y La Micoque 3, se observa
un fenómeno similar. Para algunos investigadores las semejanzas entre el Modo 2 y el Modo 3 a
nivel conceptual son más signficativas que las diferencias, y por lo tanto piensan que no es con-
veniente marcar límites entre estos dos Modos técnicos. En realidad, el Modo 3 no implicó la apa-
rición de grandes innovaciones técnicas, sino que se caracterizó por la mayor utilización de algu-
nos métodos de talla ya identificados en conjuntos del Modo 2. En este sentido, destaca la pro-
gresiva generalización de métodos de producción de Bases Positivas con predeterminación de su
morfología final. También hay una tendencia hacia una mayor estandarización en el tamaño y la
morfología de los artefactos. La novedad tecnológica más significativa a nivel conceptual fue la
aparición de los instrumentos compuestos (artefactos enmangados). No obstante, la tecnología
lítica de Modo 3 es solamente un aspecto del Paleolítico medio. La tímida aparición de una serie
de elementos como el control del fuego, la utilización de un lenguaje articulado, las manifesta-
ciones simbólicas relacionadas con la muerte, señalan un incremento de la complejidad en el
comportamiento humano hace entre 400 y 300 ka. En ese momento se gestó el origen el Paleolí-
tico medio. Uno de esos elementos fue el cambio tecnológico que se manifiestó en la transición
del Modo 2 al Modo 3. Por lo tanto, este cambio tecnológico es un aspecto que forma parte de un
proceso global de creciente complejidad en el comportamiento humano.

Palabras clave: Modo 3, Estandarización, Predeterminación, Complejidad, cambio tecnológico,


Gran Dolina.

Abstract
From a technological point of view, the appearing of technical Mode 3 characterized the beginning
of the Middle Paleolithic. The appearing of Mode 3 in Europe took place around 300 ky ago. The
transition from Mode 2 to Mode 3 was a gradual process of technological change. The appearing of
Mode 3 did not implicate the disappearance of Mode 2. The archeological record of the upper levels
of Gran Dolina site (Atapuerca) can contribute to better knowing the transitional process among the
Mode 2 and the Mode 3. At another European sites, like Orgnac 3 and La Micoque 3, a similar
phenomenon is observed. For some researchers the resemblances among the Mode 2 and the Mode
3 are more significative, at a conceptual level, than the differences. Therefore they think that it is not
convenient to mark limits among these two technical Modes. In reality, Mode 3 did not implicate the
appearing of major technical innovations, rather it was characterized for the greater utilization of
some methods of knapping already identified in groups of Mode 2. Stand out the progressive
generalization of methods of flake production with predetermination of the final morphology. Also
there are a tendency toward a greater standardization in the size and the morphologies of the
artifacts. The more significant technological innovation, at a conceptual level, was the apparition of
composite instruments (hafted artifacts). Nevertheless, Mode 3 lithic technology is only an aspect of
the Middle Paleolithic. The timid appearance of a series of elements like the control of fire, the
utilization of articulate speech, symbolic manifestations related with the death, indicates an
increment of complexity in the human behavior between 400 and 300 ky ago. At that moment the
origin of the Middle Palaeolithic was gestated. One of those elements was the technological change,
observable in the transition from Mode 2 to the Mode 3. Therefore, this technological change is an
aspect of a global process of increasing complexity in the human behavior.

Key words: Mode 3, Standardization, Predetermination, Complexity, Technological change, Gran


Dolina.
417

Atapuerca y el inicio del Paleolítico medio en Europa

Xosé Pedro Rodríguez*

«Una excavación sistemática, en una o dos docenas de años, podría convertir Pleistoceno medio? ¿Son los cambios tecnológicos de esta
Atapuerca en el sitio más documentado del Pleistoceno medio, por la abun- época una faceta más de la creciente complejidad del com-
dancia de fósiles y de niveles de ocupación (…). Podrá tenerse, en algunos portamiento humano?
años, una documentación casi única en Europa y en el mundo sobre esta épo-
ca del desarrollo de la humanidad».
(Aguirre, 1983: 75 y 77) ¿Musteriense o Modo 3?
Conceptos como “Musteriense”, “Modo 3” y “Paleolítico me-
dio” son utilizados con frecuencia como sinónimos. En reali-
Introducción dad sus significados son diferentes. El concepto “Paleolítico
¿Cuándo y cómo apareció el Paleolítico medio en Europa? El medio” debería referirse no solo a la industria lítica sino a to-
primer paso para responder a esta pregunta es definir, desde da una serie de elementos que conforman un determinado
el punto de vista tecnológico, el Paleolítico medio e intentar periodo de la evolución cultural y biológica de los humanos.
diferenciarlo del Paleolítico inferior. Teóricamente una vez de- Los conceptos “Musteriense” y “Modo 3” están directamente
finidos estos conceptos podremos explicar el proceso de relacionados con la tecnología.
cambio que dio lugar a la aparición de la tecnología del Pale- El término “Musteriense” fue creado por Gabriel de Mortillet
olítico medio. Todos los momentos de cambio son interesan- para definir la industria lítica del abrigo superior de Le Mous-
tes. A veces el cambio implica ruptura, en otras ocasiones se tier (Dordoña, Francia) (Mortillet, 1872). Con el desarrollo de
materializa de forma progresiva, como una transición. ¿Qué la investigación y el descubrimiento de yacimientos con instru-
mecanismos articularon el cambio tecnológico entre el Paleo- mentos similares a los de Le Moustier, el concepto fue aplica-
lítico inferior y el Paleolítico medio en Europa? ¿Realmente do a conjuntos líticos de toda Europa y del Próximo Oriente.
hubo un cambio conceptual profundo en los Sistemas de Algo más de un siglo después de que Mortillet utilizara por pri-
Producción Lítica a finales del Pleistoceno medio, o quizás mera vez este concepto, François Bordes, uno de los arqueo-
solamente un progresivo aumento de la variabilidad y de la lógos que mejor conocía el “Musteriense”, llegó a la conclu-
complejidad operativa? ¿La tecnología lítica puede explicar sión de que en realidad el “Musteriense” no existe «...the
por sí misma la aparición de una nueva fase en la evolución Mousterian does not exist, even in Western Europe. What ex-
cultural de los homínidos que habitaban Europa a finales del ist is a very wide range of variation in a series of assemblages
that are called Mousterian for convenience, but may represent
different cultures and/or (up to a point) different activities»
*Área de Prehistòria. Universitat Rovira i Virgili. Pl. Imperial Tarraco, 1. 43005
(Bordes, 1977: 38). Según Bordes, como máximo podemos
Tarragona. xpra@astor.urv.es hablar de un estadio Musteriense de evolución de la industria
418 Miscelánea en homenaje a Emiliano Aguirre. Arqueología

lítica. Un estadio definido por Bordes y sus seguidores desde La definición del Modo 3
un punto de vista puramente tipológico, relegando la tecnolo- Abundan las definiciones puramente tipológicas para carac-
gía a un segundo plano. terizar la industria lítica del Paleolítico medio. Según François
En 1969 Grahame Clark propuso un nuevo sistema para Bordes el componente principal del “estadio Musteriense”
ordenar el desarrollo de la tecnología paleolítica (Clark, son las lascas (que pueden ser Levallois o no serlo), mientras
1969). El modelo de Clark se basa en la definición de cinco que las láminas son escasas. Estas lascas pueden haber sido
modos técnicos, que se fueron sucediendo a lo largo del Pa- retocadas para fabricar raederas, muescas y denticulados.
leolítico. El sistema de Clark lleva ímplicita la idea de que hu- Estos tres tipos de objetos, en proporciones variables, consti-
bo un progreso tecnológico a lo largo del tiempo. Una de las tuyen la mayor parte de los instrumentos retocados de estos
ventajas de este sistema es su carácter generalista y sintéti- conjuntos. Siguiendo con la definición de Bordes, las puntas,
co. Sin embargo, esta ventaja puede llegar a ser un inconve- tanto de tipo “Musteriense” como de tipo Levallois, pueden
niente (Díez, 1999). Precisamente uno de los aspectos más ser importantes, pero son un componente secundario, hasta
criticados del sistema de Clark es su simplicidad. Según el punto de que en algunos complejos musterienses no apa-
Gamble reducir la tecnología del paleolítico a cinco modos recen. Los instrumentos de tipo Paleolítico superior también
técnicos es una abstracción demasiado simple (Gamble, desempeñan un papel secundario. A estos artefactos habría
2001). También se ha criticado la visión lineal de la evolución que añadir algún tipo específico de elemento que permitiría
de la tecnología lítica que podría estar implícita en el modelo individualizar determinados conjuntos. Por ejemplo, la presen-
de Clark (Bar-Yosef y Belfer-Cohen, 2001). Es evidente que cia de bifaces permitiría hablar de un “Musteriense de tradi-
en determinadas épocas coexisten Modos técnicos diferen- ción achelense” o de un “Micoquiense” (Bordes, 1977: 39).
tes en diversas regiones del Viejo Mundo, e incluso en las Leyendo esta definición, resulta evidente la predilección de
mismas zonas geográficas. No hay una evolución lineal de los Bordes por la tipología frente a la tecnología. Los únicos ele-
Modos técnicos. La aparición de un nuevo Modo técnico no mentos tecnológicos que se toman en cuenta son los relacio-
implica necesariamente la desaparación del anterior. Los Mo- nados con el Método Levallois. La tipología y los objetos reto-
dos técnicos no aparecen sincrónicamente en África, Europa cados siguen teniendo mucho peso en definiones más
y Asia. Así, por ejemplo cuando en Áfríca apareció el Modo 2, recientes. Por ejemplo, según Porat et alii el Paleolítico medio
hace alrededor de 1,6-1,5 ma. Europa todavía no estaba po- inicial de Próximo Oriente se distingue del Paleolítico inferior
blada. Este Modo apareció en Europa hace 0,6-0,5 ma., es final por la ausencia de bifaces y por la menor frecuencia de
decir un millón de años más tarde que en África. Sin embar- lascas retocadas en relación con las no retocadas (Porat et
go, esto no invalida el modelo de Clark, porque el concepto alii, 2002: 108).
de evolución tecnológica sigue siendo válido, siempre y cuan- Uno de los problemas de estas definiciones tipológicas es
do tengamos en cuenta que la evolución tecnológica no es el papel hegemónico que se concede a una parte del registro
unívoca, sino que se produce a ritmos diferentes. En líneas lítico: los objetos retocados y determinados tipos de lascas.
generales, cuando un determinado grupo humano alcanza un Tradicionalmente los objetos retocados han sido considera-
estadio tecnológico más evolucionado que el que poseía an- dos como los “instrumentos”, razón por la cual han adquirido
tes ya no hay marcha atrás. un papel muy importante. Sin embargo, puede que algunos
El sistema de Clark es progresivo, ya que cada nuevo Mo- de estos objetos no fueran utilizados, o no lo fueran por las
do técnico surge a partir del anterior. Nuevos elementos tec- zonas retocadas, cuya morfología sirve de base para la clasifi-
nológicos son integrados en el conocimiento anterior. Preci- cación tipológica. Según Hayden muchos pueblos subactua-
samente son estos nuevos elementos los que marcan las les que tallaban la piedra no tenían una idea normativa de la
diferencias con respecto a los Modos anteriores. El problema morfología final que querían conseguir. No hay una morfología
consiste en poder determinar qué incorporaciones técnicas final de objeto retocado que deba ser seguida como modelo.
son lo suficientemente significativas como para hablar de la La cuestión es determinar qué tipo de materia prima y qué ti-
aparición de un nuevo Modo técnico. En el caso de la apari- po de modificación del borde es necesario para conseguir el
ción del Modo 3, resulta difícil identificar rasgos técnicos ver- objetivo que se persigue al utilizar la herramienta. Por tanto,
daderamente innovadores. Como veremos enseguida, quizás el proceso de configuración de las herramientas es relativa-
sería mejor hablar de un progresivo incremento en la utiliza- mente flexible y la morfología final no depende tanto de un
ción de determinados métodos técnicos ya conocidos por los modelo morfológico preconcebido, como de la búsqueda de
homínidos que tallaban herramientas del Modo 2. un determinado tipo de filo, potencialmente eficaz para con-
El esquema de Clark es imperfecto. No obstante, es más seguir el objetivo propuesto. Es decir que jerarquiza el poten-
adecuado hablar de Modo técnico 3 que de “Musteriense” pa- cial del filo por encima de la morfología del borde en donde
ra referirnos a la industria lítica del Paleolítico medio. Para po- se ha configurado dicho filo (Hayden, 1989: 8).
der establecer el momento en que se inició esta tecnología, el En los sistemas tipológicos tradicionales, los procesos de
primer paso es definir sus características fundamentales. configuración de las herramientas y las estrategias de pro-
X . P. RODRÍG U E Z / Atapuerca y el inicio del Paleolítico medio en Europa 419

ducción de Bases Positivas (lascas, según la terminología esquema operativo. Siguiendo los planteamientos propuestos
tradicional) no merecen mucha atención. Lo realmente impor- por Geneste, en todo conjunto industrial hay un esquema
tante es el resultado final, el “instrumento” acabado. En con- operativo y un esquema conceptual. El esquema conceptual
secuencia, esta clase de definiciones ofrecen una visión ses- corresponde a los fundamentos del Sistema Técnico de Pro-
gada de la realidad tecnológica, ya que prescinden de un ducción: es aquello que en el Sistema se mantiene más o
elevado número de objetos a los que no se concede signfica- menos invariable, ya que está fijado por la tradición (Geneste,
do ”cultural” (Bisson, 2000). Por otra parte, la clasificación ti- 1991; Rodríguez, 1997). Ese esquema, esos conceptos que
pológica basada casi exclusivamente en la morfología de los subyacen, son los que “guian” la producción. Pero hay toda
objetos retocados tiene un elevado grado de subjetividad, tal una serie de factores externos que influyen en mayor o menor
y como han demostrado diversos estudios comparativos (Bis- medida en la puesta en práctica de estos modelos psico-téc-
son, 2000: 11-12). nicos. Se trata de elementos externos que se combinan con
Ante la inoperancia de las definiciones puramente tipológi- los internos de la estructura de manera funcional, para gene-
cas, apoyadas en la morfología de los objetos configurados, rar una producción final que puede por tanto ser polimorfa,
se impone la utilización de criterios tecnológicos, que poco a aunque su sustrato conceptual sea único. De esta manera, el
poco han ido añadiéndose a los tipológicos. Hay dos con- esquema operativo es el resultado de la puesta en práctica
ceptos que abundan en la mayoría de las definiciones de la del esquema conceptual, bajo la influencia de los factores ex-
industria de Modo 3: predeterminación y estandarización ternos (como por ejemplo la disponibilidad de materia prima)
(Moncel, 1995; Rolland, 1986). Para muchos investigadores (Rodríguez, 1997).
el Modo 3 se caracteriza por una industria básicamente dedi- Sería interesante poder incidir en los rasgos propios de la
cada a la producción de Bases Positivas con dimensiones y esfera del esquema conceptual. A este esquema pertenecen
morfologías relativamente estandarizadas, obtenidas me- los modelos mentales de herramientas que se manifiestan en
diante la explotación de Bases Negativas de Explotación estructuras morfopotenciales específicas (Vergès, 2003). En
(núcleos) preparadas para tal fin. Las dos estrategias de ex- realidad, los modelos mentales de herramientas consisten en
plotación o métodos de producción más habituales son el la asociación de elementos morfopotenciales activos (los filos
Levallois y el Discoide. Estos dos métodos fueron cada vez que son utilizables) y pasivos (las partes de la herramienta
más utilizados, aunque no necesariamente están presentes que no serán uilizadas directamente). Los rasgos de las uni-
en los tecnocomplejos catalogados como Modo 3. Las Ba- dades activas y pasivas y la relación estructural entre ambas
ses Positivas obtenidas mediante estas y otras estrategias definen el modelo de herramienta (Vergès, 2003).
suelen tener un tamaño menor que las del Modo 2. Según La combinación del estudio de los modelos mentales de
Ambrose los instrumentos de gran formato con filos aptos herramientas y de los sistemas de explotación debe permitir-
para cortar (“Large Cutting Tools”), habituales en el Modo 2, nos caracterizar los Modos técnicos, más allá de la tipología.
fueron sustituidos por instrumentos más pequeños, fabrica- Según Vergès para que verdaderamente podamos hablar de
dos a partir de núcleos Levallois y centrípetos (Ambrose, un cambio de Modo técnico debería tener lugar la introduc-
2001: 1751). ción de un nuevo modelo mental de herramienta, netamente
El predominio de las cadenas operativas que tienen como diferente a los anteriores (Vergès, 2003: 513). ¿Qué innova-
objetivo la producción de Bases Positivas va acompañado por ción conceptual vinculada al Modo 3 podríamos esgrimir co-
una menor representatividad de las estrategias encaminadas a mo completamente novedosa? Los Métodos de explotación
la configuración directa de instrumentos sobre grandes sopor- con predeterminación y estandarización de los productos fi-
tes (Temas Operativos Técnicos Directos). Por lo tanto, los nales aparecieron en el Modo 2. Sin embargo, la aparición de
cantos tallados tienen un peso mucho menor que en el Modo las herramientas compuestas y de los enmangamientos cons-
2. En las industrias de Modo 3 hay un descenso en el número tituyen innovaciones técnicas que entran en la órbita del es-
de bifaces y en general de grandes instrumentos configura- quema conceptual, y que supusieron un salto cualitativo en el
dos, hasta llegar en algunos casos a su desaparición. desarrollo de la tecnología.
La producción estandarizada de Bases Positivas hace que Teóricamente para establecer en qué momento apareció el
muchas veces sea innecesario el retoque. Así pues, el reto- Modo 3 en Europa sólo tenemos que determinar cuándo apa-
que no es tan significativo como en el Paleolítico inferior recieron los elementos característicos de este modo técnico.
(Moncel, 1995). Cuando hay retoque, las morfologías resul- Esta es una tarea compleja, por una razón muy simple: la ma-
tantes son muy estandarizadas (generalmente con predomi- yor parte de los rasgos que hemos mencionado como pro-
nio de las raederas). pios del Modo 3 ya estaban presentes en el Modo 2. Así, por
La disponibilidad de materia prima y la función de las ocu- ejemplo, la puesta en práctica de sistemas de explotación de
paciones pueden condicionar la presencia de alguno de es- núcleos que implican la producción estandarizada de Bases
tos rasgos en un determinado conjunto lítico. Ello es debido a Positivas con una morfología predeterminada (como el Méto-
que la mayoría de estos rasgos entran dentro de la esfera del do Levallois), se ha identificado en conjuntos que pertenecen
420 Miscelánea en homenaje a Emiliano Aguirre. Arqueología

al Modo 2. Según algunos autores la técnica de retoque bi- Ante esta situación hay dos opciones: 1) Podemos hablar
facial para configurar bifaces podría ser el antecedente del de un Modo 3, pero siempre teniendo en cuenta que su apa-
Método Levallois (Leroi-Gourhan et alii, 1987: 26-27). En los ricicón fue gradual, y por tanto asumiendo que será difícil es-
yacimientos de Tabun (nivel Ed, adscrito al Acheleo-Yabru- tablecer de forma diáfana su límite cronológico inicial; 2) Al
diense) y Ma’ayan Barukh (con industria clasificada como no haber rasgos completamente novedosos desde el punto
Achelense final), han sido identificados bifaces que fueron de vista conceptual, y por tanto ante la imposibilidad de dife-
transformados en núcleos con una extracción preferente, lo renciar con total claridad estos dos Modos técnicos, lo mejor
que implica una relación conceptual con el Método Levallois es no hacer una distinción entre ambos y hablar de un único
(DeBono y Goren-Inbar, 2001). El análisis preliminar del ma- Modo técnico que se desarrolló gradualmente y cuya variabi-
terial del yacimiento de Gesher Benot Ya’aqov indica que el lidad fue creciente.
Método Levallois pudo ser utilizado hace alrededor de
800,000 años (Goren-Inbar et alii, 2000). En Europa en el
yacimiento de Cagny-la-Garenne hay bifaces que se fractura- ¿Existe el Modo 3?
ron durante su manufactura y luego fueron modificados para Las evidencias arqueológicas indican que la aparición del
poder extraer Bases Positivas preferenciales alargadas (Tuf- Modo 3 fue gradual. ¿Hasta qué punto la mayor utilización de
freau, 1995). Los conjuntos achelenses del Norte de Francia métodos de talla con predeterminación y la mayor estandari-
también han proporcionado las evidencias más antiguas de zación en los formatos y las configuraciones de los instru-
utilización del Método Levallois en Europa. Probablemente la mentos sobre Base Positiva son elementos suficientes como
evidencia más antigua es el hallazgo de dos núcleos Levallois hablar de un nuevo Modo técnico? La dificultad para estable-
en el yacimiento de la calle Marcellin Berthelot, en Saint- cer con claridad las diferencias entre los momentos finales
Acheul, atribuido al Estadio Isotópico 14 (EI 14) (entre hace del Modo 2 y el inicio del Modo 3 ha llevado a algunos auto-
568 y 528 ka) (Tuffreau, 1995). La talla Levallois también ha res a plantear que estos dos Modos podrían integrarse en
sido documentada en diversos niveles del yacimiento de una única fase tecnológica. Desde este punto de vista, y a
Cagny-la-Garenne II, con dataciones de 443±53 (por Reso- nivel de esquema conceptual, son más significativas las simi-
nancia Paramagnética Electrónica, RPE) y 448±68 (por RPE litudes entre el Modo 2 y el Modo 3 que las diferencias. En
y U/Th) (Bahain et alii, 2001; Lamotte y Tuffreau, 2001). lugar de hablar del inicio de un nuevo Modo técnico tendría-
Por tanto, este tipo de estrategia no es exclusiva del Modo mos que hablar de una creciente variabilidad dentro de las in-
3, y no es suficiente su presencia para definir un determinia- dustrias del Pleistoceno medio final y del Pleistoceno supe-
do conjunto como perteneciente al Modo 3. Más que una in- rior inicial. De hecho, ya hemos comentado antes que el
novación hubo una generalización y una intensificación del método Levallois, presentado con frecuencia como caracte-
uso de estas estrategias. Algo similar ocurre con otros ele- rístico del Modo 3, apareció por primera vez en industrias líti-
mentos técnicos que se han utilizado para caracterizar el Mo- cas de Modo 2. En palabras de Bar-Yosef «...the separation
do 3: son elementos que aparecieron durante el Modo 2 y between the Middle and the Lower Palaeolithic was never
cuyo uso se generalizó durante el Modo 3. En sentido estric- established as a major dividing line...» (Bar-Yosef, 1998:
to es difícil hablar de innovaciones técnicas en los momentos 234). En esta línea, Boëda relaciona los Sistemas de Produc-
iniciales del Modo 3, lo que sin duda contribuye a hacer más ción del Modo 2 y del Modo 3 (Boëda, 1991). Otros investi-
difícil la delimitación del proceso de aparición de este nuevo gadores también plantean la posibilidad de englobar en un
Modo técnico. No es extraño que haya elementos de Modos solo grupo estas industrias, con la intención de establer una
técnicos anteriores que persistan, a modo de sustrato técni- clara diferencia con respecto a la tecnología del Paleolítico
co que puede aflorar en cualquier momento. Así se explica superior (Gamble, 1990). De esta manera se pretende fijar
que en determinados conjuntos del Modo 3 aparezcan ele- una clara frontera tecnológica, infravalorando las industrias
mentos del Modo 2, como por ejemplo bifaces. anteriores al Paleolítico superior (Díez, 1999).
Por tanto, muchos de los rasgos presentados como pro- En sintonía con la interpretación tecnológica de investiga-
pios del Modo 3 no son nuevos. No se puede hablar de gran- dores como Boëda, en el contexto del Sistema Lógico Analí-
des innovaciones tecnológicas, pero sí de una intensificación tico (SLA) se ha planteado un modelo muy elemental de pe-
en el uso de determinados sistemas de producción que impli- riodización de la tecnología paleolítica, desde la perspectiva
can predeterminación y mayor estandarización. Además, la global de una evolución continua y dinámica. Esta periodiza-
aparición en Europa durante el último tercio del Pleistoceno ción establece tres grandes fases tecnológicas: Biomorfofun-
medio de industrias que muestran muchos de los rasgos ca- cional, Biomorfotécnica y Biomorfopotencial. Según el SLA la
racterísticos del Modo 3, no implica la desaparición del Modo relación entre los elementos morfotécnico, funcional y poten-
2. Lo cierto es que durante el final del Pleistoceno coexisten cial explican el cambio y la transformación morfológica de los
industrias adscritas a un Modo 3 inicial e industrias que per- instrumentos líticos (Carbonell, 1987, 1990; Carbonell et alii,
tenecen al Modo 2. 1997, 1992). El elemento morfotécnico es la materialización
X . P. RODRÍG U E Z / Atapuerca y el inicio del Paleolítico medio en Europa 421

de una técnica determinada que da forma al instrumento. El herramientas compuestas pudo influir en la evolución del ló-
elemento funcional consiste en establecer cómo y para qué bulo frontal (Ambrose, 2001: 1752). De ser así, hay que pre-
fue utilizado un determinado instrumento. El elemento morfo- guntarse ¿cuándo tenemos constancia de la existencia de
potencial es la capacidad teórica de intervención sobre la herramientas compuestas? Se ha documentado la aparición
materia de una determinada estructura morfotécnica. Para de Bases Positivas con dorsos (“backed tool technology”),
evaluar las diferentes potencialidades de intervención sobre configurados para ser enmangados y formar instrumentos
la materia se han establecido unos modelos geométricos compuestos, en Twin Rivers (Zambia) y Kalambo Falls (Zam-
(diedro, triedro, semitriedro, pirámide) a los que se asocia la bia), en la industria denominada “Lupemban”, a inicios de la
estructura de las aristas de los objetos (Airvaux, 1987, 1994). “Middle Stone Age”, en torno a los 300 ka. Según Barham
Cada uno de estos modelos geométricos tiene un potencial «...the use of composite tool technology (with backed inserts)
determinado, más o menos adecuado para efectuar diferen- emerged about 300 ka. Backed tool technology involves a
tes actividades. Siguiendo este modelo, los procesos tecno- degree of planning and problem solving in the preparation of
lógicos pueden explicarse a partir de la relación que se esta- hafts and binders that is usually associated with behaviourally
blece entre estos tres elementos, y del peso específico que modern humans» (Barham, 2002: 601). En Europa el estudio
adquiere cada uno de ellos. Durante el periodo Biomorfofun- de las huellas de uso de herramientas procedentes del nivel
cional, que se extiende entre hace 2,5 y 1,6 millones de años, TD10 de Gran Dolina (Sierra de Atapuerca) ha permitido in-
el factor funcional jerarquiza la producción de herramientas. ferir la existencia de enmangamientos, hace algo más de 300
El periodo Biomorfotécnico comenzó en África hace 1,6 mi- ka (Márquez et alii, 2001). También hay indicios claros de en-
llones de años y se prolongó hasta mediados del Pleistoceno mangamientos en la superficie de diversas raederas del nivel
superior. Durante este periodo el elemento morfotécnico tuvo IIA de Biache-Saint-Vaast (Francia), con una antigüedad de
un mayor peso, que se manifiesta en la producción estandari- 175±13 ka (Beyries, 1988). En el Pleistoceno superior hay
zada de morfologías complejas. Por último el periodo Biomor- evidencias claras de enmangamiento y de residuos para en-
fopotencial comenzó con la aparición de las industrias tradi- mangar en Umm el Tlel (Siria) con una cronología de ca. 50
cionalmente adscritas al Modo 4 (correspondientes al ka (Boëda et alii, 1996, 1999), así como en Quneitra (Israel)
Paleolítico superior) y se caracteriza por la obtención de he- hace 54 ka (Friedman et alii, 1995).
rramientas en las que se maximiza la capacidad potencial de
intervención sobre la materia. Buena muestra de ello es la
aparición de instrumentos cuya configuración refleja un mo- ¿Cuándo apareció el Modo 3?
delo geométrico semitriédrico (las tradicionales “puntas de Algunos investigadores adoptan la cronología de entre 250 y
dorso”) que permite una máxima penetración en la materia. 200 ka (Estadio Isotópico 7, EI 7) para el inicio la tecnología
Este sencillo esquema incluye los Modos 2 y 3 de Clark den- del Paleolítico medio (Stringer y Gamble, 1993). Sin embar-
tro del Periodo Biomorfotécnico. go, algunas evidencias permiten retrasar el inicio hasta los
¿Hay innovaciones técnicas de suficiente peso como para 300 ka (EI 8). La datación del nivel 10 superior de Gran Doli-
poder afirmar sin ambigüedad que nos encontramos ante un na (Atapuerca), alrededor de los 300 ka, coloca este yaci-
nuevo Modo técnico? No es fácil contestar a esta cuestión, miento entre las evidencias más antiguas del Modo 3 en Eu-
pero uno de los elementos que podría ir en esta línea es la ropa. Hay otros conjuntos europeos de antigüedad semejante
aparición de herramientas compuestas, artefactos líticos en- con tecnología de Modo 3.
mangados. La introducción de este tipo de herramientas im- Según Marie-Hélène Moncel el registro lítico de Orgnac 3
plica un nuevo concepto de herramienta, desconocido hasta (Ardèche, Francia) es una prueba de la existencia de indus-
ahora. Pero ¿es suficiente está innovación para, sumada a los trias de tipo Paleolítico medio hace alrededor de 300 ka
rasgos anteriores, hablar de un nuevo Modo técnico? Ambro- (Moncel, 1989). Orgnac 3 es una antigua dolina hundida,
se establece un paralelismo entre el salto cualitativo que su- con 7 metros de potencia estratigráfica. Se han identificado
pone la aparición de instrumentos compuestos y la aparición 10 niveles arqueológicos que se situan en los 4 metros supe-
de un lenguaje similar al actual: «Speech and composite tool riores del relleno (Moncel, 1989, 1995, 1996; Moncel y
manufacture involve sequences of nonrepetitive fine motor Combier, 1992). Las ocupaciones humanas tuvieron lugar en-
control and both are controlled by adjacent areas of the interior tre los 350 y los 300 Ka (Falguères et alii, 1988; Khatib,
left frontal lobe (...). If composite tool manufacture and 1994; Shen, 1985). Tradicionalmente los niveles arqueológi-
grammatical language coevolved ~300 ka then Neanderthals cos de Orgnac 3 se han agrupado en cuatro conjuntos
and modern humans could speak» (Ambrose, 2001: 1751). (Combier, 1967): los niveles 5a, 5b, 6 y 7 se han catalogado
Según Ambrose la adquisición y modificación de cada com- como Achelense superior I; los niveles 4a y 4b como Ache-
ponente de un instrumento compuesto implica secuencias de lense superior II; los niveles 2 y 3 como Achelense superior
acciones planificadas, que pueden ser llevadas a cabo en di- III; y el nivel 1 como “Premusteriense”. En total se han recu-
ferenes momentos y lugares. La complejidad que implican las perado en torno a 50.000 artefactos (sin contar las piezas de
422 Miscelánea en homenaje a Emiliano Aguirre. Arqueología

menos de 20 mm). Las materias primas son mayoritariamente (Val-de-Marne, Francia) con 183±23 (U-Th sobre hueso) y las
de origen local con predominio del sílex (con porcentajes que de la secuencia de Bau de l’Aubesier (Vaucluse, Francia) con
superan el 90%). Según Moncel (1989) en la mayoría de los diversas dataciones (TL) comprendidas entre 169±17 y
niveles de Orgnac 3 se han identificado cuatro cadenas ope- 191±15 ka (Jaubert, 2001).
rativas (Temas Operativos Técnicos): cadena operativa de ta- En Maastricht-Belvédère (Holanda) la industria lítica en
lla no-Levallois; cadena operativa de talla Levallois; cadena contexto primario, con talla levallois bien caracterizada, ha si-
operativa para la configuración de bifaces; y cadena operati- do atribuida a un Paleolítico medio antiguo. El nivel principal
va para la realización de instrumentos sobre canto (Tema con el conjunto arqueológico más antiguo, aparecido en de-
Operativo Técnico Directo). Estas cadenas operativas coexis- pósitos fluviales del río Maas, ha sido datado por termolumi-
ten en los niveles 5b a 1, mientras que en los niveles 6 y 7 la niscencia aplicada a sílex quemados en 250±22 ka. (Bosins-
cadena operativa Levallois no ha sido reconocida. Entre el 85 ki, 2001; Roebroeks et alii, 1992).
y 90% de los objetos de todos los niveles están vinculados a En Europa central el nivel 20a de Achenhein (Alemania)
las cadenas operativas de talla Levallois y no-Levallois. La ta- cuenta con industria lítica que ha sido asignada al Paleolítico
lla Levallois va adquiriendo una preponderancia cada vez ma- medio (Bosinski, 2001). Entre el nivel 20a y el 19 se obser-
yor de base a techo de la secuencia, sustituyendo a la no Le- va un aumento de los rasgos de Modo 3, de forma que en el
vallois. Las cadenas de producción de bifaces y de cantos nivel 19 hay numeras lascas y núcleos Levallois. Según Bo-
tallados están escasamente representadas, hasta el punto de sinski el nivel 20a de Achenheim debe situarse a comienzos
que los bifaces desaparecen casi por completo en las capas de una fase fría que coincidiría con el Estadio Isotópioco 8
2 y 1. De base a techo hay un continuo aumento de las rae- (301-242 ka) (Bosinski, 2001). También correspondería al EI
deras, y una tendencia a una estandarización progresiva a 8 el yacimiento al aire libre de Markkleeberg (Leipzig, Alema-
medida que se generaliza la utilización del método Levallois. nia), con más de 100,000 artefactos, entre los cuales hay ta-
En consecuencia, los niveles de Orgnac 3 mostrarían sucesi- lla levallois. En el yacimiento en travertino de Ehringsdorf
vas etapas de la evolución de una industria de Paleolítico me- (Alemania), datado entre los 250 y los 200 ka (EI 7), la in-
dio con escasos bifaces, que progresivamente se enriquece dustria cuenta con talla Levallois. Este yacimiento contiene
en ‘raederas’ y se estandariza para convertirse, en los niveles una serie de puntas bifaciales cuidadosamente configuradas
1 y 2, en una industria “Musteriense”, plenamente de Paleolíti- y raederas.
co medio con talla Levallois. En el registro de Orgnac 3 pue- En La Cotte de Saint Brelade (Jersey, Channel Island, Gran
de observarse una progresiva consolidación de una tecnolo- Bretaña) el Modo 3 ya estaba firmemente establecido hace
gía de Modo 3, entre hace 350 y 300 ka. alrededor de 200 ka (dataciones sobre seis sílex quemados
En La Micoque (Dordogne, Francia) también hay eviden- de las capas C-D arrojaron una edad de 238±35 ka) (Callow
cias muy antiguas de industria lítica de Modo 3. Los niveles y Cornford, 1986). También puede encuadrarse en el Modo 3
arqueológicos 3 y 4 proporcionaron una abundante industria, la industria de Pontnewydd Cave (North Wales, Gran Breta-
compuesta sobre todo por Bases Positivas (lascas), que re- ña), en posición derivada, entre los sedimentos de colada es-
presenta una forma arcaica de “Musteriense”, que incluye tratificados en el interior de una cueva. Entre el registro lítico
raederas y denticulados (Debenath et alii, 1989). Sin embar- de Pontnewydd se han econtrado bifaces, talla Levallois y
go, la nivel 5 (algo más reciente) contiene bifaces, algunos de raederas como componentes más destacados (Green,
ellos de tipo achelense. Los niveles con “Musteriense arcai- 1984). Un núcleo de sílex quemado proporcionó una data-
co” de La Micoque (niveles 3 y 4) tienen más de 300 ka. Se- ción de 200 Ka. (James, 1989: 8). Según Green la ocupa-
gún Falguères todas las dataciones efectuadas sobre mate- ción de esta cueva debe situarse en torno a los 225 Ka (Gre-
riales del nivel arqueológico 5 (capa J) superan los 320 ka, y en, 1988: 223).
las de los niveles 3 y 4 (capas E-H) tendrían entre 320 y 350 En Biache-Saint-Vaast (Pas-de-Calais, Francia), en depósi-
ka (Falguères et alii, 1997). Estas dataciones podrían encajar tos fluviales de la terraza inferior del río Scarpe, apareció nu-
con las interpretaciones geológicas de La Micoque, que indi- merosa industria de Paleolítico medio y una amplia fauna,
can que las capas E-H se depositaron durante un periodo frío además de restos humanos (Tuffreau y Sommé, 1988). Des-
y semiárido, atribuido al Estadio Isotópico 10 (334-364 ka) de un punto de vista meramente tipológico la industria lítica
por Texier y Bertran (Texier y Bertran, 1993). ha sido catalogada como “Musteriense Charentiense de tipo
Entre las dataciones más antiguas para el Modo 3 europeo Ferrassie”. El análisis tecnológico permite a Boëda defender
se hallan las obtenidas en el yacimiento de Bosses (Lamag- el predominio del método Levallois recurrente unipolar (Boë-
delaine, Lot, Francia). La secuencia de Bosses ha proporcio- da, 1988). Hay una datación por termoluminiscencia de sílex
nado seis fechas de TL obtenidas a partir del análisis de sílex quemado que dió un resultado de 175±13 (Huxtable y Ait-
quemados. Estas fechas se encuentran entre los 217±24 y ken, 1988). Merece la pena destacar las huellas correspon-
los 345±41. La edad media es de 291,3 ka (Jaubert, 2001). dientes a enmangamientos descubiertas en la superficie de
Algo menos antiguas son las dataciones de Maisons-Alfort diversas raederas del nivel IIA (Beyries, 1988).
X . P. RODRÍG U E Z / Atapuerca y el inicio del Paleolítico medio en Europa 423

En la Península Ibérica los niveles inferiores de la cueva de tico del fuego. Destacan los restos de hogares y estructuras
Lezetxiki (Mondragón, Guipúzcoa) han proporcionado indus- de combustión descubiertos en los niveles II y IV. Según Fer-
tria lítica que ha sido clasificada como Paleolítico medio (Al- nández-Peris los niveles superiores tienen paralelos con in-
tuna, 1990; Baldeón, 1993). Las dataciones obtenidas en di- dustrias como las de Micoque 3, Baume Bonne D, Arago (ni-
versos niveles han planteado algunas dudas, en primer lugar veles superiores) y Cuesta de la Bajada (Fernández-Peris et
porque no todas son coherentes entre sí, y en segundo lugar alii, 2000).
porque para algunos investigadores son más antiguas de lo El yacimiento de Cuesta de la Bajada (Teruel) ha propor-
esperado. Baldeón (Baldeón, 1993: 16) sitúa el nivel VII en- cionado fauna e industria lítica en un medio fluvial. La fecha
tre los 250 y los 120 ka y señala semejanzas con la industria mínima para las ocupaciones de este yacimiento es de
de Orgnac 3. Según esta autora el nivel VI se sitúa entre los 137,9±10,07 ka (TL). Las características de la industria están
127 y los 115 ka. (Riss-Würm, o Eem), y el nivel V en una fa- condicionadas por la materia prima disponible en el entorno
se antigua del periodo Würm. Estos tres niveles tienen indus- inmediato (Santonja et alii, 2000). Fundamentalmente se utili-
tria clasificada como “Musteriense”. La fauna de los niveles zan pequeños nódulos de caliza silicificada, lo que propicia la
VIII (solamente con un canto tallado) y VII presenta algunos aparición de una industria de pequeño formato. Entre los ar-
rasgos arcaicos que podrían confirmar las dataciones absolu- tefactos hay núcleos poliédricos, discoides y Levallois. Sin
tas más antiguas (Altuna, 1990). En este sentido, quizas las embago, las herramientas de gran formato son muy escasas.
dataciones con una coherencia mayor son las de ESR, con Entre las Bases Negativas de 2ª Generación de Configura-
un resultado de 140±17 para el nivel V, 234±32 para el VI y ción (instrumentos configurados sobre lascas), las raederas
225±40 para el VII. La ligera incoherencia entre las datacio- de varios tipos están en equilibrio con los denticulados.
nes de los niveles VI y VII puede deberse a que están muy En Porzuna (Ciudad Real) hay diversos conjuntos arqueoló-
próximos en el tiempo. gicos en superficie. El Modo 3 de esta zona ha sido definido
En el litoral mediterráneo de la Península Ibérica la cueva como un “Musteriense de Tradición Achelense”, a tenor de
de Bolomor (Tavernes de la Valldigna, Valencia) presenta una los datos procedentes sobre todo del yacimiento de La Sola-
secuencia estratigráfica de unos 8 metros de potencia, con na de los Monteros. La similitud de las industrias “musterien-
numerosos niveles con fauna e industria lítica (Fernández-Pe- ses” con las achelenses lleva a pensar que existió una contui-
ris et alii, 1994, 2000). Hasta el momento, la mayor parte del dad entre ambas. Las industrias achelenses de Modo 2
material arqueológico se ha recuperado en los niveles de la serían el fondo común a partir del cual se desarrolló el Modo
Unidad superior (Unidad A, niveles I-IV). El nivel II (Unidad A) 3 (Ciudad Serrano, 2000). La continuidad entre el final del
ha sido datado en 121±18 Ka (TL), el nivel XIIIa (Unidad C) Modo 2 y el inicio del Modo 3 también se aprecia en los yaci-
en 152±23 Ka (TL), y el nivel XIV (base de la Unidad D) en mientos de las terrazas fluviales del Bajo Guadalquivir (Caro
233±35 y 225±34 Ka (ambas por TL). Por último la base de Gómez, 2000). Aquí también hay que hablar de una transi-
la secuencia (nivel XVIIa) cuenta con una datación por race- ción hacia el Modo 3 con un importante peso del sustrato
mización (aminoácidos) de esmalte dentario de 525±125 ka achelense, vinculado a las terrazas fluviales (Vallespí Pérez,
(Fernández-Peris et alii, 2000). La industria de la Unidad A es 1988; 1992, 1994).
de pequeño formato, mientras que la de las unidades inferio- El proceso de transición al Modo 3 también podría estar
res presenta un mayor alargamiento y carenado. Parece ha- presente en Solana del Zamborino. En este yacimiento al ai-
ber una explotación que llega casi al agotamiento del sílex, re libre se recuperaron numerosos restos líticos (cuarcita, sí-
debido posiblemente a que las fuentes de abastecimiento no lex y cuarzo) y faunísticos (sobre todo équidos y bóvidos)
debían ser abundantes y/o accesibles. Según Fernández Pe- (Botella et alii, 1975). La abundancia de industria lítica y la
ris, desde el punto de vista tipológico en la industria de las presencia de huesos quemados y con señales de descarna-
unidades inferiores predominan los denticulados, mientras ción apoyan la hipótesis de una importante intervención an-
que en los niveles superiores hay un dominio de las raederas trópica (Díez, 1992). Según Vega Toscano (Vega Toscano,
(Fernández-Peris et alii, 2000). En ambas unidades están au- 1989: 337) hay rasgos tecnotipológicos suficientes para
sentes los bifaces, sin embargo, en los niveles inferiores hay considerar esta serie como Paleolítico medio, aunque es ne-
presencia de instrumentos de formato mayor que en los su- cesario recurrir a la presencia de hendedores y bifaces para
periores (tallados con caliza). La industria de la Unidad A ha clasificar a la Solana como “Achelense avanzado” y no como
sido definida como “de técnica no Levallois, no laminar y no “Musteriense de Tradición Achelense”, porque los elementos
facetada”, con ausencia de bifaces y una tipometría de esca- tipológicos que se han dado a conocer no son suficientes
sas dimensiones, que puede hallar su explicación en la difi- por sí solos para zanjar dicha atribución. La cronología se si-
cultad para conseguir materia prima silícea (Fernández-Peris túa a finales del Pleistoceno medio, en los Estadios 7 ó 6.
et alii, 2000: 90). Se trataría de un conjunto “Premusterien- En el Noreste de la Península Ibérica el problema es la ca-
se” o plenamente “Musteriense”. A partir del nivel XII (ca. 150 rencia de buenas referencias cronológicas que nos permitan
ka) se observan evidencias de la utilización y control sistemá- situar conjuntos como los de Nerets (Talarn, Lleida) o Cau del
424 Miscelánea en homenaje a Emiliano Aguirre. Arqueología

Duc de Torroella (Torroella de Montgrí, Girona). Estos yaci- yacimientos de la Formación Kapthurin (Kenya) la transición
mientos presentan rasgos que anuncian el Modo 3, como por hacia la MSA tuvo lugar antes de hace 285 ka (Tryon y
ejemplo la creciente presencia de talla predeterminada de ti- McBrearty, 2002).
po Levallois, con estandarización de los productos (Rodrí- En Oriente Próximo, contamos con dataciones absolutas
guez y Lozano, 1999). Sin embargo, persiste la configuración de dos yacimientos con industria lítica que corresponde al
de instrumentos sobre canto, característica del Modo 2 del Paleolítico medio antiguo, Tabun y Hayonim. Basándose en
Noreste. Esta pervivencia se manifiesta sobre todo en la pre- la industria de la Unidad X de Tabun, Jelinek propuso una
sencia de unifaciales uniangulares (“picos”), frente al escaso transición entre el Acheleo-Yabrudiense y el Musteriense (Je-
número de bifaces y hendedores (Rodríguez, 1997). linek, 1982a, 1982b). A lo largo de esta unidad se incre-
En la Meseta los procesos de cambio y transformación ha- menta la frecuencia de productos Levallois y van decrecien-
cia el Modo 3 tendrían lugar entre los últimos momentos del do los elementos Acheleo-Yabrudienses. Esto, según
Pleistoceno medio y el inicio del superior (Díez, 1999). De Bar-Yosef, sería el resultado de una lenta y acumulativa mez-
ser válidas estas estimaciones cronológicas, el proceso de cla entre industrias antiguas y nuevas en un área de la cueva
transición se observa antes en conjuntos como la parte supe- (Bar-Yosef, 1994: 254). Mercier y Valladas ofrecen algunas
rior de Gran Dolina (Atapuerca) y Lezetxiki que en los medios interesantes dataciones de TL para la secuencia estratigráfi-
fluviales de la Meseta, que muestran una cronología más tar- ca de Tabun (Mercier y Valladas, 1998). Las dataciones de
día para este proceso (por ejemplo, La Maya 1). No hay por- las ocho unidades principales reconocidas por Jelinek van
qué descartar una coexistencia entre industrias que ya se en- de 331±30 para la Unidad XIII, hasta 171±17 pata la Uni-
cuadran en el Modo 3 e industrias que todavía conservan dad I. Las Unidades XIII, XII y XI tendrían industria de tipo
rasgos de Modo 2. Podríamos hablar de una evolución tecno- Acheleo-Yabrudiense y Amudiense (la XI), mientras que las
lógica en mosaico, no unilineal. Así, hace ca 250 ka podría unidades X a I serían Musterienses. En este sentido, la data-
haber industria lítica con rasgos de Modo 3 coexistiendo con ción de la Unidad X (Capas Ea-D de Garrod) es de 270±22
industrias que todavía se encuadran en el Modo 2. Sin em- ka. Sin embargo, estas dataciones son bastante más anti-
bargo, hay que tener en cuenta que las referencias cronológi- guas que las obtenidas por Grün y Stringer aplicando ESR.
cas de los yacimientos al aire libre de la Meseta (muchos de La combinación de ESR y U-series sobre un diente del nivel
ellos en superficie) no son comparables a las dataciones ab- D ha proporcionado una fecha de 143 +41/-28 ka (Grün y
solutas de yacimientos como Gran Dolina o Bolomor. En este Stringer, 2000). En Hayonim tampoco coinciden las datacio-
sentido, tal y como señala Díez (1999), las amplias series es- nes de TL y ESR. Se ha obtenido una datación de ca. 215
tratigráficas de yacimientos como Gran Dolina y Bolomor ka para la parte inferior del nivel F, con una industria similar a
(con dataciones absolutas, fauna e industria lítica en asocia- la del nivel D de Tabun, y también situada por encima de un
ción) deben servir de referencia para conocer el proceso que nivel Acheleo-Yabrudiense (Meignen et alii, 2001). En opi-
da lugar a la aparición del Modo 3. nión de Porat et alii la transición del Paleolítico inferior final
Fuera de Europa la aparición del Modo 3 también se puede al Paleolítico medio inicial tuvo lugar durante el Estadio Iso-
situar entre los 300 y los 200 ka. En África la transición del tópico 7 (247-183 ka), más concretamente entorno a los
Paleolítico inferior al Paleolítico medio/Middle Stone Age 215 ka. Estos autores se basan en las dataciones de ESR
(MSA) tuvo lugar entre hace 300 y 200 ka (Clark, 1999). En de Tabun (descartando las más antiguas obtenidas por TL) y
Gademotta (Etiopía) la industria de MSA está datada en en las TL de Hayonim, así como en las procedentes de yaci-
235±5 ka (Clark, 1989) y en Malewa Gorge (Kenya), en 240 mientos con industria lítica del Paleolítico inferior final, como
ka (Clark, 1988). Sin embargo, las dataciones de Gademotta Holon y Yabrud. Según Porat et alii «the transition from the
son conflictivas, ya que hay otra fecha de 180 ka (Ar/Ar). En Lower Paleolithic to the Middle Paleolithic was a punctua-
Twin Rivers (Zambia) hay una datación de 230 +35/ -28 ka ted and rapid event» (Porat et alii, 2002: 108). No obstante,
para industria adscrita a la MSA (Barham y Smart, 1996). En como ya hemos indicado antes, el problema reside en esta-
este yacimiento se ha obtenido una datación de 265 ka para blecer claramente los criterios para diferenciar entre Paleolí-
el Bloque A con industria de tipo “Lupemban” perteneciente tico inferior final y el Paleolítico medio inicial. Con frecuencia
a la Middle Stone Age (Barham, 2002). Uno de los compo- estos criterios se apoyan únicamente en la tipología de los
nentes de esta industria son Bases Positivas con un dorso objetos retocados y en su proporción con respecto al resto
preparado para su enmangamiento, lo que implica la fabrica- de artefactos, olvidando las características de las estrategias
ción de instrumentos compuestos. Según Barham este fenó- de talla para la producción de Bases Positivas (lascas), que
meno podría haberse iniciado hace alrededor de 300 ka, responden a esquemas conceptuales. Sin embargo, si el
coincidiendo con el inicio de la Middle Stone Age (Barham, Acheleo-Yabrudiense pertenece al Paleolítico medio, como
2002). En Sudáfrica el yacimiento al aire libre de Florisbad ha ha defendido Jelinek (Jelinek, 1981), el Próximo Oriente tam-
proporcionado un conjunto lítico también adscrito a la MSA bién muestra una transición del Paleolítico inferior al medio
con una datación de 279±47 ka (Kuman et alii, 1999). En los hace entre 350 y 300 ka.
X . P. RODRÍG U E Z / Atapuerca y el inicio del Paleolítico medio en Europa 425

La contribución de Atapuerca nos a 6 individuos, que han sido asignados a una nueva espe-
Los yacimientos de Atapuerca (Burgos) pueden aportar datos cie: Homo antecessor (Bermúdez de Castro et alii, 1997;
muy relevantes para conocer cómo se produjo la aparición del Carbonell et alii, 1995). La mayoría de los restos humanos tie-
Modo 3. La información necesaria para saber qué ocurrió en nen claras marcas de corte y fracturas antrópicas, que indican
Atapuerca durante el último tercio del Pleistoceno medio la existencia de canibalismo (Fernández-Jalvo et alii, 1996,
(350-130 ka) procede básicamente de tres yacimientos: El 1999). En el nivel TD7 se ha encontrado una Base Positiva de
Complejo Galería-Zarpazos, los niveles superiores de Sima cuarzo y abundante fauna. TD10 es la unidad litoestratigráfica
del Elefante y los niveles superiores de Gran Dolina. El estudio que ha proporcionado más restos arqueológicos, tanto indus-
de los materiales encontrados en el Complejo Galería-Zarpa- tria lítica como fauna. En publicaciones anteriores se hace re-
zos ha permitido conocer la tecnología y algunas de las estra- ferencia al hallazgo de material arqueológico en la base de la
tegias de subsistencia de los homínidos que ocuparon esta unidad geológica TD11. Sin embargo, el estudio detallado de
cueva hace entre 200 000 y 350 000 años (Carbonell et alii, la estratigrafía de Gran Dolina ha llevado a Pérez-González a
1999a). La tecnología de todas las ocupaciones de este considerar que los depósitos que antiguamente fueron descri-
Complejo pertenece al Modo 2 (Carbonell et alii, 1999b; Ollé, tos como la base de TD11, en realidad forman parte del techo
2003). La excavación de la parte superior de Sima del Elefan- de la unidad TD10 (Pérez-González et alii, 2001). Como con-
te todavía se encuentra en una fase inicial y los materiales líti- secuencia, los materiales arqueológicos descubiertos en es-
cos no han sido estudiados (Rosas et alii, 2001). En cuanto a tos depósitos, y que en trabajos anteriores han sido adscritos
los niveles superiores de Gran Dolina, hasta el momento solo a la base de TD11, deben ser considerados como pertene-
podemos hablar de rasgos generales, ya que está pendiente cientes a la parte superior de la unidad TD10. A partir de este
la finalización de la excavación de este paquete y el consi- momento denominaremos a este nivel arqueológico como
guiente estudio global de la industria lítica. Hasta la excava- TD10 superior (y no TD11 como hasta ahora, para evitar con-
ción de 2002 se habían recuperado más de 13500 artefac- fusiones). En consecuencia, el paquete TD11, tal y como es
tos, lo que permite afirmar que los niveles arqueológicos del definido por Pérez-González, es estéril desde el punto de vista
paquete litoestratigráfico de TD10 desempeñarán un papel arqueológico. La excavación del nivel arqueológico TD10 su-
importante en la problemática del inicio del Modo 3 en Euro- perior se desarrolló entre los años 1984-87 y 1996-98. La su-
pa. Por ello merece la pena hacer una referencia más detalla- perficie excavada fue de alrededor de 85 m2. Por debajo de
da a estos niveles. TD10 sup han aparecido otros niveles arqueológicos que tam-
El yacimiento de Gran Dolina tiene una secuencia estrati- bién se encuadran en la unidad geológica TD10 y que todavía
gráfica de 18 metros, dividida en 11 niveles geológicos, nu- no han sido analizados en profundidad, ya que su excavación
merados de base a techo. En el nivel 7 se ha localizado la in- no ha finalizado.
versión magnética Matuyama-Brunhes, por tanto los niveles Se han efectuado dataciones (U series y ESR) sobre dien-
inferiores se depositaron durante el pleistoceno inferior final, tes de ungulados encontrados en los niveles arqueológicos
mientras que los niveles superiores pertenecen al Pleistoceno del techo de TD10 (Falguères et alii, 1999). Las dataciones
medio (Parés y Pérez-González, 1999). Las unidades litoestra- del techo del nivel arqueológico TD10 son 337±51 ka,
tigráficas TD1 y TD2 están formadas por depósitos de interior, 379±57 y 418±63, con una edad media de 372±33 ka. Para
mientras que los niveles TD3/4 a TD11 son depósitos exterio- el nivel arqueológico TD10 superior las dataciones son
res que contienen escasos elementos del interior del karst. 308±46 ka, 332±50 ka y 390±59 ka, con una edad media
Sin embargo, determinadas unidades (TD7, TD9 y TD11) pre- de 337±29 ka. La superposición de alguna datación de TD10
sentan espacios temporales con influencia exterior limitada. y de TD10 sup sugiere una rápida sedimentación, que se co-
En algunas unidades, como por ejemplo TD10, la caida de rrelacionaría con los estadios isotópicos 9 a 11. Estas data-
bloques del techo y de las paredes de la cavidad tuvo un pa- ciones son coherentes con la antigüedad que se puede inferir
pel importante (Pérez-González et alii, 2001). a partir del estudio de los micromamíferos (Cuenca-Bescós et
Los niveles geológicos TD4, TD5, TD6, TD7 y TD10 contie- alii, 1994, 1998).
nen artefactos líticos y fauna. Concretamente, en el nivel TD4 Se ha realizado el análisis de una muestra de 881 artefac-
se recuperaron artefactos líticos y fauna con una cronología tos líticos procedentes de TD10 superior (a los que habría
de alrededor de 900 ka (Carbonell y Rodríguez, 1994; Rodrí- que sumar medio centenar de piezas recuperadas durante la
guez, 1997). En el nivel TD5 también se ha recuperado fauna campaña de 1998) (Obregón, 1998; Rodríguez, 1997). Las
y escasa industria lítica. En el nivel geológico TD6, la excava- materias primas utilizadas son sílex (66,5%), cuarcita (20%),
ción de una superficie de 6m2 del nivel arqueológico denomi- arenisca (12,3%), cuarzo (0,9%), y caliza (0,3%). La zona de
nado “estrato Aurora” ha permitido localizar fósiles humanos captación de estos materiales se sitúa en el entorno inmediato
junto a industria lítica (adscrita al Modo 1) y fauna, con una an- del yacimiento, a una distancia de menos de 2 kilómetros.
tigüedad de 800 ka (Carbonell et alii, 1999c). Los 92 fósiles La presencia de morfotipos característicos del Modo 2 es
humanos identificados hasta el momento corresponden al me- muy poco representativa en el nivel TD10 sup. Los instrumen-
426 Miscelánea en homenaje a Emiliano Aguirre. Arqueología

tos configurados sobre canto (BN1GC) son muy escasos, y pa. Muchos elementos característicos del Modo 3 ya estaban
ninguno de ellos sobrepasa los 100 mm. Los 4 artefactos presentes en los tecnocomplejos de Modo 2. El ejemplo más
identificados son unifaciales, con extracciones que ocupan evidente es la talla con predeterminación de los productos fi-
menos del 50% de su superficie, y que dan lugar a filos con- nales, especialmente el Método Levallois. Este método apare-
vexos. Por el contrario, domina la configuración de artefactos ce en registros de hace alrededor de 500 ka adscritos al Mo-
sobre Bases Positivas de tamaño medio y pequeño, con pre- do 2. Sin embargo, parece evidente que la talla con
dominio de raederas (filos diedros continuos) y denticulados. predeterminación de los productos (tanto de tipo Levallois co-
Por otro lado, las estrategias puestas en práctica para la pro- mo Discoide) se generalizó con el Modo 3. Paralelamente au-
ducción de Bases Positivas son preferentemente centrípetas, mentó la estandarización en el formato y la morfología de las
y entre ellas destacan las que implican una preparación espe- Bases Positivas y de las BN2GC (lascas retocadas). A tenor
cífica del núcleo, con el objetivo de producir Bases Positivas de lo dicho, podría pensarse que el Modo 3 no incorporó
con morfologías estandarizadas. La morfología de algunas BP grandes innovaciones tecnológicas, sino que consistió en un
confirma la existencia de este método de producción. La iden- incremento de algunos rasgos que habían aparecido tímida-
tificación de 9 remontajes indica la realización de actividades mente en el Modo 2. El paso gradual del Modo 2 al Modo 3
tanto de producción como de configuración (Obregón, 1998). hace más difícil definir con nitidez una frontera entre estos dos
En TD10 sup se han encontrado objetos representativos de Modos. Desde una pespectiva rígida solo deberíamos hablar
las diversas fases de la cadena operativa tallados con diver- de un nuevo Modo técnico cuando se produjeran cambios
sas materias primas, incluidos restos de talla. Los rasgos de la tecnológicos significativos, es decir cambios que afectaran al
industria de TD10 superior hacen pensar que nos encontra- esquema conceptual. Siguiendo esta línea, podríamos llegar a
mos ante un conjunto más próximo al Modo 3 que al Modo 2, defender la no existencia del Modo 3. En este sentido podría-
propio de un Paleolítico medio antiguo. La datación del nivel mos hablar de un Modo 2 que se fue haciendo progresiva-
10 sup de Gran Dolina, alrededor de los 300 ka, coloca este mente más complejo y cuya variabilidad se incrementó a partir
yacimiento entre las evidencias más antiguas del Modo 3 en del Pleistoceno medio final. Según los planteamientos del Sis-
Europa. tema Lógico Analítico el Modo 2 y el Modo 3 se incluyen en el
El estudio del material procedente del resto de niveles ar- Periodo Morfotécnico. Desde un punto de vista más flexible
queológicos de TD10 todavía está pendiente. Hasta el mo- podemos afirmar que el Modo 3 se inició en Europa hace alre-
mento solo se han efectuado análisis parciales, que incluyen dedor de 300 ka. A esa época corresponden algunos regis-
una pequeña parte del registro lítico (Rodríguez, 1997; Ver- tros europeos (como Gran Dolina TD10 superior, Orgnac 3 o
gès, 1996), que ya suma más de 13500 efectivos (hasta las La Micoque 3) en los que se identifican rasgos técnicos pro-
intervenciones del año 2002). Los primeros indicios apuntan a gresivos que implican una tendencia clara hacia una mayor
una industria que muestra rasgos próximos al Modo 3, aunque premeditación en la producción de Bases Positivas, y hacia
menos evidentes que en TD10 superior, ya que aparecen di- una mayor estandarización en el tamaño y la morfología de las
versos elementos del sustrato tecnológico del Modo 2 (Car- Bases Positivas. Al mismo tiempo desciende la presencia de
bonell et alii, 2001). El estudio mediante Microscopio Electró- algunos de los morfotipos característicos del Modo 2, particu-
nico de Barrido de huellas de uso observables en la superficie larmente bifaces y hendedores. También desciende o desapa-
de artefactos de TD10 indica la realización de trabajo sobre rece la configuración de instrumentos directamente sobre
piel para su conservación y su utilización final (Márquez et alii, cantos (Temas Operativos Directos). ¿Pero hay realmente in-
2001). En este tipo de tareas se utilizaron raederas y raspado- novaciones técnicas que impliquen cambios significativos a ni-
res. Concretamente, en un raspador de sílex se ha documen- vel conceptual? Puede que la innovación más significativa sea
tado la utilización de abrasivos durante el trabajo de la piel. la elaboración de instrumentos compuestos. La fabricación de
Este mismo objeto presenta pruebas claras de enmangamien- estas herramientas implica la yuxtaposición de dos o más ob-
to (Márquez et alii, 2001: 295). jetos. En África se han identificado instrumentos compuestos
El registro lítico de los niveles arqueológicos de la Unidad en yacimientos datados en torno a los 300 ka. En Europa hay
TD10 de Gran Dolina señala la aparición del Modo 3 entre ha- indicios fiables de enmangamientos en Gran Dolina (nivel
ce 300 y 350 ka. Esta cronología convierte a TD10 en una de TD10) hace poco más de 300 ka y en Biache-Saint-Vaast
las primeras evidencias de este Modo técnico en Europa. El (Francia), hace 175 ka.
estudio de todo el material lítico de la Unidad TD10 permitirá Durante el Pleistoceno medio final europeo no tuvo lugar
conocer el proceso de transición del Modo 2 al Modo 3. una evolución unilineal de la tecnología. Mientras en algunos
enclaves ya se observa la aparición del Modo 3 en otros luga-
res se continúa fabricando una industria que encaja en el Mo-
Conclusiones do 2. Por lo tanto, hay coexistencia de Modo 2 y Modo 3, lo
Desde un punto de vista estrictamente tecnológico, no resulta que nos lleva a hablar de un proceso de desarrollo tecnológi-
fácil determinar en qué momento se inició el Modo 3 en Euro- co en mosaico, caracterizado por una notable variabilidad.
X . P. RODRÍG U E Z / Atapuerca y el inicio del Paleolítico medio en Europa 427

Hasta ahora hemos hablado de aspectos relacionados con Otro elemento que pudo contribuir a incrementar la com-
la tecnología, pero ¿es suficiente la tecnología para definir el plejidad de los homínidos del Pleistoceno inferior final fue la
Paleolítico medio y separarlo claramente del inferior? Hablar aparición del lenguaje (Carbonell et alii, 2000). Aiello y Dun-
de Paleolítico medio implica mucho más que hablar solamen- bar han propuesto que el tamaño craneal de los humanos de
te de tecnología, y por tanto de Modo 3. Hay otros criterios hace ca. 250 ka se encontraba en un umbral (Aiello y Dunbar,
que pueden permitirnos hablar de un Paleolítico medio dife- 1993). El coste impuesto por cráneos de más de 1000 cc
renciado del Paleolítico inferior. Se trata de elementos que no pudo influir en una aceleración de las estrategias tecnológi-
pertenecen a la esfera de la tecnología lítica, pero que deno- cas. La flexibilidad y la eficacia de la tecnología de Modo 3
tan un comportamiento más complejo a partir de hace alrede- pudo haber sido una respuesta a esta necesidad. Los grupos
dor de 400-300 ka (Carbonell et alii, 2000, 2002). humanos estarían compuestos por más miembros y la necesi-
La aparición de la tecnología del fuego es uno de estos dad de una comunicación efectiva para poder manterner la
elementos. Se trata de un avance tecnológico que permitió cohesión del grupo podría haber propiciado el desarrollo del
transformar diversos materiales (incluidos los alimentos), lenguaje «By the later part of the Middle Pleistocene (about
aportó calor y luz y sobre todo se convirtió en un factor de 250 000 years ago), group would have become so large
cohesión e identidad de los grupos humanos (Ramos Muñoz, that language with a significant social information content
1999). El fuego fue un elemento de articulación del espacio would have been essential» (Aiello y Dunbar, 1993: 190). El
en donde desarrollaban sus actividades los humanos (Carbo- modelo de Aiello y Dunbar incide en el contexto social de la
nell et alii, 2000). aparición del lenguaje, en su función social y como elemento
Una de las evidencias más antiguas de control del fuego que contribuyó a mejorar la capacidad de intervención sobre
en Europa procede del yacimiento de Menez-Dregan 1 (Bre- el medio. No todos los investigadores están de acuerdo en
taña, Francia) (Monnier et alii, 1994). En el techo del nivel 5c este punto, para algunos hay que esperar a la llegada de los
de Menez-Dregan 1 se han identificado estructuras de com- humanos anatómicamente modernos para poder hablar de un
bustión. Hay dataciones para el nivel 5e (por debajo del ante- lenguaje articulado comparable al actual. En la Sierra de Ata-
rior) de 369±47, 396±45 y 275±52 ka. En el nivel 9 (que po- puerca se están desarrollando investigaciones sobre este te-
dría estar próximo a los 500 ka) también se menciona la ma y los datos preliminares podrían indicar que los homínidos
existencia de una estructura de combustión. Sin embargo, la de la Sima de los Huesos ya utilizaban hace más de 400 ka
industria lítica de este yacimiento ha sido clasificada como el lenguaje para comunicarse (Carbonell et alii, 2000).
Paleolítico inferior, dentro de un conjunto denominado “Co- Desde un punto de vista tecnológico destaca la perfección
lombaniense”, caracterizado por la presencia de instrumentos en la configuración de instrumenos fabricados con madera.
sobre canto, escasos bifaces, e instrumentos sobre lascas de Cada vez son más numerosas las evidencias de este tipo de
sílex y cuarzo, particularmente denticulados y muescas (Mon- objetos procedentes de diversos yacimientos europeos, co-
nier et alii, 1994). mo Clacton-on-Sea, Bilzingsleben, Kärlich Seeufer o, espe-
También se ha planteado un uso del fuego en los yacimien- cialmente, Schöningen. Todos ellos datados entre los 300 y
tos centroeuropeos de Vértészöllös y Bilzingsleben. Vértés- los 400 ka.
zöllös probablemente se encuadra en el EI 7 (242-186 ka) Otro factor que puede indicar un aumento de la compleji-
(Kretzoi y Dobosi, 1990). Mania sitúa Bilzingsleben en el Es- dad durante el último tercio del Pleistoceno medio es el inicio
tadio 11, en un momento con clima templado y relativamente de algún tipo de actividad funeraria. Se ha planteado la hipó-
seco, entre 350-400 Ka (Mania, 1995). Precisamente en Bil- tesis de una deposición intencional de cadáveres humanos
zingsleben las asociaciones de artefactos y de estructuras en la Sima de los Huesos de la Sierra de Atapuerca, hace
particularizadas demuestran una división del suelo de hábitat más de 400 ka. (Carbonell et alii, 1998). La acumulación in-
en diferentes zonas de actividad (Mania, 1995; Mania et alii, usualmente numerosa de 28 individuos está acompañada de
1999). un único instrumento lítico, un bifaz de cuarcita, para el que
En la cueva de Bolomor (Valencia) a partir del estrato XII se ha propuesto una hipotética significación simbólica (Car-
(ca. 150 ka) todos los niveles muestran pruebas claras de uti- bonell et alii, 2003).
lización y control sistemático del fuego (Fernández-Peris et La especie humana que en Europa protagonizó estos cam-
alii, 2000). También hay evidencias de hogares en el yacimien- bios hace alrededor de 400-300 ka es Homo heidelbergen-
to al aire libre de de San Quirce de Rio Pisuerga (Palencia), sis. Esta especie evolucionó durante el Pleistoceno medio fi-
perteneciente al Pleistoceno medio central, con una numerosa nal hasta dar lugar a la aparición de Homo neandertalensis.
industria lítica que contiene escasos bifaces y hendedores Podría suponerse que la evolución tecnocultural corrió para-
(Arnáiz, 1990). lela a la evolución biológica durante esta fase final del Pleis-
Probablemente el inicio del control sistemático del fuego tu- toceno medio (Foley y Lahr, 1997). En cualquier caso hay
vo lugar durante el Paleolítico inferior final, pero fue asentán- que ser muy cautos a la hora de relacionar una especie con
dose paulatinamente a partir del inicio del Paleolítico medio. un determinado Modo tecnológico.
428 Miscelánea en homenaje a Emiliano Aguirre. Arqueología

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to se gestó el origen el Paleolítico medio. Uno de esos ele- — (1998): “Early colonizations and cultural continuities in the Lower Palaeolithic
mentos es un cambio tecnológico que se manifestó en la of Western Asia”. In M.D. P E T R AG L I A A N D R. K O R I S E T TA R (Eds.): Early
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desaparición del Modo 2. No se produjo una evolución tec- B AR -YOSE F, O. AN D B E LFE R -C OH E N , A. (2001): “From Africa to Eurasia -early
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De esta forma, mientras en algunos yacimientos ya aparecían B E R MÚDE Z DE C ASTRO , J.M.; A R SUAGA , J.L.; C AR B ON E LL , E.; R OSAS , A.;
rasgos del Modo 3 en otros lugares se seguía poniendo en M A R T I N E Z , I. A N D M O S Q U E R A , M. (1997): “A hominid from the lower
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el Modo 3 se fue imponiendo. Este cambio tecnológico es un B EYR I E S , S. (1988): “Étude tracéologique des racloirs du Niveau IIA”. En A.
aspecto que forma parte de un proceso global de creciente T U FFR EAU ET J. S OM MÉ (Eds.): Le gisement paléolithique moyen de Biache-
complejidad en el comportamiento humano. Gracias a su Saint-Vaast (Pas-de-Calais). Volume I, Stratigraphie, environment, etudes
archéologiques (1ère partie): 215-230. Paris, Société Préhistorique Fraçaise.
desarrollo tecnocultural, los humanos del Pleistoceno medio
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archéologiques (1 ère partie): 185-214. Paris, Societé Préhistorique
Agradecimientos
Française.
Debo agraceder a Emiliano Aguirre el haberme dado, a través de Eudald Car-
— (1991): “Approche de la variabilité des systèmes de production lithique des
bonell, la oportunidad de participar por primera vez en 1989 en las excavaciones
industries du Paléolithique inférieur et moyen: chronique d’une variabilité
de la Sierra de Atapuerca. Como investigador del equipo de Atapuerca, agradez-
attendue”. Techniques et culture, 17-18: 37-79.
co al profesor Aguirre su capacidad para iniciar un proyecto de investigación
cuando no era nada fácil preveer la importancia que llegarían a alcanzar los —; C ON NAN , J.; D ESSORT, D.; M U H ESE N , S.; M E RCI E R , N.; VALLADAS , H. AN D
yacimientos de Atapuerca. Una parte importante de este texto es fruto del inter- T ISNÉRAT, N. (1996): “Bitumen as a hafting material on Middle Palaeolithic
cambio de ideas con diversos compañeros del equipo de investigación de Ata- artefacts”. Nature, 380: 336-338.
puerca, particularmente Eudald Carbonell, Andreu Ollé, Josep Maria Vergès, —; G E N ESTE , J.M.; G R IGG O , C.; M E RCI E R , N.; M U H ESE N , S.; R EYSS , J.L.;
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