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OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA

Magistrado ponente

SL3303-2020
Radicación n.° 72730
Acta 033

Estudiado, discutido y aprobado en sala virtual

Bogotá, DC, ocho (8) de septiembre de dos mil veinte


(2020).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


MATILDE VILLADA FERNÁNDEZ contra la sentencia
proferida por la Sala Laboral de Descongestión del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Medellín, el 30 de julio de
2015, en el proceso que instauró contra POSITIVA
COMPAÑÍA DE SEGUROS SA, hoy UNIDAD
ADMINISTRATIVA ESPECIAL DE GESTIÓN PENSIONAL Y
CONTRIBUCIONES PARAFISCALES UGPP, al cual se
vinculó a MARÍA DEL CARMEN QUIÑONES DE FRANCO
como litisconsorte necesaria por pasiva.

Se acepta el impedimento presentado por el


magistrado Giovanni Francisco Rodríguez Jiménez, de

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conformidad con lo dispuesto en el num. 2 del art. 141 del


CGP.

Se reconoce personería para actuar dentro del proceso


de la referencia a la abogada Karina Vence Peláez, titular de
la cédula de ciudadanía 42.403.532 y de la tarjeta
profesional 81.621 del Consejo Superior de la Judicatura,
en los términos del poder otorgado por la Unidad
Administrativa Especial de Gestión Pensional y
Contribuciones Parafiscales de la Protección Social - UGPP,
que aparece a folio 68 del cuaderno de casación.

I. ANTECEDENTES

Matilde Villada Fernández demandó a Positiva


Compañía de Seguros SA, pretendiendo que se le condenara
al reconocimiento y pago de la pensión de sobrevivientes
con ocasión del fallecimiento de su hijo Jesús Gersaín
Villada, a partir del 21 de noviembre de 2003, la indexación
de las condenas y las costas.

Como sustento de sus pretensiones adujo que su hijo,


con quien convivió incluidos los últimos cinco años de vida,
de quien dependía económicamente y no tuvo esposa,
compañera permanente ni hijos, falleció en un accidente de
trabajo el 21 de noviembre de 2003, mientras laboraba para
Creación Inmobiliaria SA; que es una anciana pues, al
momento de presentar la demanda tenía 93 años y es
analfabeta; que a pesar de que intentó tramitar la pensión
de sobrevivientes, se le hacía muy dificultoso hacerlo, por lo

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que «CARMENZA QUIÑONES», vecina de confianza y amiga


de toda la vida, se ofreció a gestionar la misma ante
Positiva; que la citada señora aprovechando la confianza
depositada en ella, orquestó el fraude para reclamar la
prestación como compañera permanente del asegurado; y,
que inició «solicitud de investigación» ante la entidad, quien
le comunicó que la pensión se le concedió a «CARMENZA
QUIÑONES».

Positiva Compañía de Seguros SA al dar respuesta a la


demanda se opuso a las pretensiones. En cuanto a los
hechos, aceptó la «solicitud de investigación» elevada por la
señora Villada Fernández, a quien se le negó la pensión de
sobrevivientes, la cual le fue concedida a María del Carmen
Quiñones de Franco, quien acreditó los requisitos para
acceder a la misma.

Propuso como excepciones las que denominó


inexistencia de la obligación, falta de causa jurídica,
enriquecimiento sin justa causa y prescripción.

Igualmente solicitó vincular al proceso a María del


Carmen Quiñones de Franco, como litisconsorte necesario
por pasiva, a lo cual se accedió por el Juzgado Tercero
Laboral del Circuito de Medellín, a través de auto del 16 de
agosto de 2011.

La citada señora al dar respuesta a la demanda se


opuso a las pretensiones. En lo referente a los hechos

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aceptó el reconocimiento de la pensión de sobrevivientes


causada por el deceso de Jesús Gersaín Villada.

Afirmó que es la única beneficiaria de la prestación, en


condición de compañera permanente del causante, por
haber convivido con él por espacio de 21 años, quien para el
momento de iniciar la misma, era soltero y no tenía hijos; y,
que la demandante siempre vivió con su hija Eliza Villada,
quien era la persona encargada de velar económicamente
por ella.

Como medios exceptivos formuló los que denominó


buena fe, prescripción, e imposibilidad de condena en
costas.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Noveno Laboral de Descongestión del


Circuito de Medellín mediante sentencia del 31 de agosto de
2012, absolvió a Positiva Compañía de Seguros SA de las
pretensiones formuladas por la demandante y la
litisconsorte necesaria por pasiva, y las condenó a pagar las
costas.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral de Descongestión del Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Medellín a través de
sentencia del 30 de julio de 2015, al resolver el recurso de
apelación interpuesto por la demandante y del grado

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jurisdiccional de consulta a favor de la litisconsorte


necesaria por pasiva, revocó la providencia de primer grado
en cuanto absolvió a Positiva Compañía de Seguros SA de
continuar pagándole la pensión a la señora Quiñones de
Franco, en su lugar la condenó a hacerlo en los términos de
la Resolución n.° 000956 del 23 de noviembre de 2003; y, la
confirmó en lo demás.

Señaló que el problema jurídico se orientaba a


determinar si Matilde Villada Fernández en calidad de
madre de Jesús Gersaín Villada, acredita el requisito de la
dependencia económica para ser beneficiaria de la pensión
de sobrevivientes, o si, por el contrario, aquel derecho le
asiste a su compañera permanente.

Indicó que al interior del plenario quedó acreditado


que Jesús Gersaín Villada falleció el 21 de noviembre de
2003 como consecuencia de un accidente de trabajo; y, que
dejó causada la pensión de sobrevivientes a sus eventuales
beneficiarios.

Afirmó que de conformidad con el art. 16 del CST, la


norma encargada de regular el asunto es la vigente al
momento del deceso del asegurado, como lo ha considerado
la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de
Justicia, por lo que, al haber fallecido el causante con
ocasión de un accidente laboral, el 21 de noviembre de
2003, la aplicable es la Ley 776 de 2002.

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Dijo que a su vez el art. 47 de la Ley 100 de 1993


modificado por el 13 de la Ley 797 de 2003, consagra
quiénes son beneficiarios de la pensión de sobrevivientes.

Expresó que respecto de la compañera permanente se


requiere la existencia de vida marital con el causante al
momento de la muerte, y que dicha convivencia hubiese
perdurado más de 5 años con anterioridad a su deceso; y de
los padres, acreditar la dependencia económica, y que no
existan beneficiarios con mejor derecho, esto es, a falta de
cónyuge o compañera permanente, e hijos con derecho.

Se adentró inicialmente en el análisis de las


pretensiones de la litisconsorte María del Carmen Quiñones
de Franco, toda vez que de resultar prósperas en su calidad
de compañera permanente, quedaría excluida la madre del
causante.

Se refirió al objeto de la pensión de sobrevivientes;


para ello relacionó la sentencia CSJ SL, 10 jul. 2012, rad.
49787, y la de la Corte Constitucional CC C-1035-2008.

Valoró los testimonios de Santiago González


Saldarriaga, Norma Raquel Álvarez de Sarria, María
Consuelo Gómez Pineda y Luz Elena Bustamante de
Monsalve, arrimados por María del Carmen Quiñones de
Franco; hizo unas precisiones teóricas en torno a la prueba
testimonial; referenció los arts. 217 del CPC, 60 y 61 del
CPTSS, y consideró que en el presente evento, analizadas
las declaraciones aportadas, se concluye que no se

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evidencia en parte alguna un interés encaminado a


favorecer a la señora Quiñones de Franco, que los muestre
como sospechosos, restándole credibilidad a sus dichos, ya
que aparecen como espontáneos y coherentes entre sí.

Coligió que en el proceso quedó demostrado que María


del Carmen Quiñones de Franco convivió de manera
efectiva con Jesús Gersaín Villada, en calidad de
compañera permanente, por espacio de más de 21 años,
conformando un verdadero núcleo familiar, con vocación de
ayuda mutua, socorro y solidaridad, siendo los testigos
claros y contundentes en señalar, que la relación de la
pareja Quiñones - Villada se desarrolló siempre de manera
pública en el barrio Manrique, sin que mediara separación
alguna entre ellos durante los períodos referidos por los
testigos, superando con ello el tiempo exigido por la ley para
acceder a la prestación inicialmente reconocida por Positiva
Compañía de Seguros SA.

Destacó el conocimiento directo y de primera mano


que tenía cada uno de los deponentes en cuanto a las
situaciones particulares del entorno familiar de la señora
Quiñones de Franco, y los hechos narrados, lo cual coligió,
se deriva de las relaciones propias de vecindad presentes
entre cada uno de ellos y la mencionada pareja.

Luego expresó:

Ahora, no comparte esta Judicatura los argumentos expuestos por


el a-quo para negar la calidad de beneficiaria de la prestación ya
reconocida por la entidad accionada, a la señora QUIÑONES en su
calidad de compañera permanente, por las siguientes razones:

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 No es cierto que los testigos traídos por esta parte al proceso


manifestaran desconocer la existencia de la señora MATILDE
VILLADA FERNÁNDEZ madre del causante, por el contrario,
indicaron conocerla, unos al momento en que se llevaron las
honras fúnebres del causante y otros con antelación a ese
momento. No obstante, lo anterior, el hecho de no conocer de la
existencia de la misma, no tiene la entidad suficiente para
desconocer per-se el hecho de la convivencia aludida.
 Tampoco es cierto que los testigos negarán (sic) la existencia de
una relación matrimonial anterior por parte de la señora
QUIÑONEZ (sic), por el contrario, en razón al tiempo que
afirmaron conocer la (sic) señora (21 años como máximo), no
tenían porque (sic) conocer dicha relación, que según concluyó
el a-quo en las consideraciones de la sentencia, había
terminado hacía treinta años. Sin embargo nótese que los
testigos manifestaron, que la pareja QUIÑONES-VILLADA no
procreo (sic) hijos, pero todos sabían que la interviniente tenía
hijos de una relación anterior, indicando algunos de ellos que
éste (sic), que era con un señor llamado LUIS ALFONSO quien
al momento de las declaraciones estaba vivo, de lo cual se
evidencia que no tenían ánimo de ocultar o tergiversar los
hechos narrados, ya que solo podían dar cuenta de lo que
realmente sabían.
 Tampoco tiene fuerza suficiente para contrarrestar la
convivencia aquí establecida, la solicitud obrante a folio 93 del
plenario, según la cual la interviniente indicó que la muerte del
señor VILLADA había ocurrido en el (sic) 21 de noviembre del
año 2004, cuando el deceso en realidad había ocurrido el
mismo día y mes pero del año 2003, puesto que de un análisis
de la investigación administrativa adelantada por la ARP del
Seguro Social en su conjunto (fl. 145-175), es evidente que
todas las declaraciones rendidas en dicha investigación, se
recopilaron antes del 30 de julio de 2004, incluida la rendida
por la señora MARÍA DEL CARMEN QUIÑONES DE FRANCO
(fls. 175), de lo cual se desprende que lo ocurrido fue un lapsus
o error involuntario, puesto que, para la fecha de la declaración,
era evidente que el causante ya había fallecido.

Concluyó que lo expuesto era suficiente para declarar


la existencia del derecho a favor de María del Carmen
Quiñones de Franco, en calidad de compañera permanente
del asegurado, lo que excluye la posibilidad de que Matilde
Villada Fernández, madre del mismo, acceda a la pensión
de sobrevivientes, según lo establece el art. 47 de la Ley 100

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de 1993 modificado por el 13 de la Ley 797 de 2003, por


existir una beneficiaria con mejor derecho.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la demandante, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la recurrente que la Corte case la sentencia


atacada, para que, en sede de instancia, revoque
parcialmente la de primer grado, y en su lugar acceda a las
pretensiones del libelo introductorio.

Con tal propósito formuló un cargo, por la causal


primera de casación, frente al cual se presentó replica por
parte de María del Carmen Quiñones de Franco.

VI. CARGO ÚNICO

Acusa la sentencia impugnada de ser violatoria de la


ley sustancial, por la vía indirecta, en la modalidad de
aplicación indebida de los artículos 1 y 11 de la Ley 776 de
2002, y 46 y 47 de la Ley 100 de 1993, estos últimos
modificados por los 12 y 13 de la Ley 797 de 2003,
respectivamente «POR ERROR DE HECHO EN LA FALTA Y
MALA APRECIACIÓN DE LA PRUEBA TESTIMONIAL
única prueba fundantes (sic) de la sentencia de
segunda instancia».

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Sostiene que es evidente el «error de hecho» en que


incurrió la sentencia de segunda instancia, porque no fue
apreciada, valorada y cotejada la prueba testimonial
arrimada de su parte.

Acto seguido expresa:

El error de dar por probado que la señora MARIA DEL CARMEN


QUIÑONES DE FRANCO, le merece el derecho a la pensión de
sobreviviente por la muerte del señor JESÚS GERSAIN
VILLADA. El error de hecho de dar credibilidad a unas pruebas
testimoniales arrimadas por la señora QUIÑONES DE FRANCO,
llenas de contradicciones y donde se evidencia que no se dice
toda la verdad acerca de la convivencia y dependencia
económica por parte de la señora QUIÑONES DE FRANCO con
respecto al señor JESÚS GERSAIN VILLADA.

Realiza críticas en torno a las declaraciones de


Santiago González Saldarriaga, Norma Raquel Álvarez de
Sarria, María Consuelo Gómez Pineda y Luz Elena
Bustamante de Monsalve, arrimadas por la señora
Quiñones de Franco, quienes, en su sentir, trataron de
ocultar el estado civil de la litisconsorte, y desconocerla a
ella.

Advierte que otro «error de hecho» se da en la


declaración rendida por la propia señora Quiñones de
Franco, quien olvidó la fecha de la muerte de Jesús Gersaín
Villada.

Insiste en que hubo una indebida valoración de los


testigos de la señora Quiñones de Franco; para el efecto

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realiza un análisis respecto de cada uno, concluyendo que


son contradictorios y carentes de veracidad.

Luego manifiesta:

Por todo lo anterior, se ve palpable el error de hecho en la


apreciación de la prueba arrimada por la señora QUIÑONES DE
FRANCO, pues el Tribunal Superior De (sic) Medellín, fallador
de segunda instancia dio por probado que la señora QUIÑONES
DE FRANCO era la beneficiaria del derecho a la pensión de
sobreviviente sin estarlo, porque no apreció la prueba arrimada
por la parte demandante testigos que si fueron creíbles en su
momento de la declaración porque manifestaron conocer tanto
a la demandante MATILDE VILLADA como a la demandada
QUIÑONES DE FRANCO. Que manifestaron que entre el señor
GERSAIN VILLADA y la señora QUIÑONES DE FRANCO existió
una gran amistad que la señora QUIÑONES DE FRANCO, era
muy allegada a la familia del señor GERSAIN VILLADA que
siempre fueron vecinos.

Por último, relaciona las declaraciones de María


Eunice Toro Cano y Esperanza Toro Lenis, arrimadas de su
parte; y concluye, que el ad quem incurrió en el error de no
apreciar aquellas, y por ello no dio por probado, estándolo,
que le asistía derecho a la pensión de sobrevivientes, y no, a
la señora Quiñones de Franco.

VII. RÉPLICA

María del Carmen Quiñones de Franco sostiene que el


recurso se fundamenta en las pruebas del proceso,
específicamente la testimonial, la cual no es apta para
fundar un cargo en casación, como lo consagró el art. 7 de
la Ley 16 de 1969, y lo ha reiterado la Sala de Casación
Laboral de la Corte Suprema de Justicia en sus decisiones,
sin que se pueda subsanar de oficio una falencia de tal

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naturaleza, ni siquiera en vigencia del art. 51 del Decreto


2651 de 1991, llevado a legislación permanente por el 162
de la Ley 446 de 1998, toda vez que el carácter rogado y
rigorista del recurso lo impide.

Además se relacionan al inicio y al final del desarrollo


del cargo, unos errores de hecho, sin advertir cuáles son los
que sirven de apoyo al ataque, y de los dos primeros que se
relacionan, el segundo no es técnicamente un yerro fáctico
con carácter de ostensible; igualmente se observa una
contradicción, dado que algunas veces alude a una
indebida apreciación de la prueba testimonial, y otras, a la
falta de valoración de ella, lo que -independientemente de
que esa prueba sirva para fundar un cargo en casación
laboral- vulnera el principio de contradicción, según el cual,
una cosa no puede ser y no ser a la misma vez.

Tampoco existe una acusación sobre una prueba


calificada que le permita a la Corte, por la vía indirecta,
abordar el estudio de los testimonios.

VIII. CONSIDERACIONES

El Tribunal fundó su decisión, en que María del


Carmen Quiñones de Franco acreditó su condición de
beneficiaria de la pensión de sobrevivientes causada por la
muerte de Jesús Gersaín Villada, en calidad de compañera
permanente, en virtud de una convivencia que tuvo lugar
por espacio de más de veintiún años, conformando un
verdadero núcleo familiar, con vocación de ayuda, socorro y

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solidaridad, sin que hubiere mediado separación alguna;


sentado ello, coligió que la existencia de la compañera
excluía la posibilidad de que Matilde Villada Fernández, en
calidad de madre del causante, accediera a la prestación, en
los términos del art. 47 de la Ley 100 de 1993 modificado
por el 13 de la Ley 797 de 2003, por existir una beneficiaria
con mejor derecho.

Establecido lo anterior, el problema jurídico que debe


abordar la Sala se contrae a determinar si acertó o no el ad
quem al concluir la condición de beneficiaria de la pensión
de sobrevivientes, de la señora Quiñones de Franco.

De entrada se advierte, como lo puso de presente la


réplica, que el embate planteado contiene errores técnicos
que hacen inviable su éxito.

El recurso extraordinario de casación se orienta a


enjuiciar la sentencia para establecer si, al dictarla, el
Tribunal observó las preceptivas jurídicas que, como parte
del sistema normativo propio, estaba obligado a aplicar
para solucionar rectamente el conflicto, mantener el imperio
e integridad del ordenamiento jurídico y proteger los
derechos constitucionales de las partes. En el recurso de
casación se confrontan, directa o indirectamente, las
normas pertinentes al caso y la sentencia, no los
argumentos de quienes actuaron en las instancias.

Con el fin de cumplir esa pluralidad de objetivos del


recurso, la demanda de casación no puede plantearse

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aduciendo razones, a lo sumo admisibles en un alegato de


instancia en el cual es posible argüirlas libremente; por lo
dicho, ésta debe reunir, no solo los requisitos meramente
formales que permiten su admisión, sino que requiere de un
planteamiento y desarrollo lógicos, que se muestren acordes
con lo propuesto por quien hace valer el recurso, el cual,
por la seriedad de los fines que persigue, exige que el censor
cumpla cabalmente con la carga de demostrar la ilegalidad
de la sentencia acusada.

Acusa la recurrente la sentencia, de ser violatoria por


la vía indirecta en la modalidad de aplicación indebida de
los arts. 1 y 11 de la Ley 776 de 2002, y 47 de la Ley 100 de
1993 modificado por el 13 de la Ley 797 de 2003.

Se viola la ley sustancial de alcance nacional por la vía


indirecta, cuando el sentenciador estima erróneamente, o
deja de contemplar algún medio de prueba. Tal proceder lo
conducirá a incurrir en errores de hecho o de derecho,
consistentes ambos, en tener por probado dentro del
proceso algo que realmente no lo está, o, en no tener por
acreditado lo que realmente sí lo está; los primeros pueden
cometerse, de conformidad con lo normado en el artículo 7
de la Ley 16 de 1969 modificatorio del 23 de la Ley 16 de
1968, solo respecto de las pruebas calificadas, las cuales
son, la confesión judicial, la inspección judicial o el
documento auténtico, y los segundos, sobre las pruebas
solemnes.

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El error de hecho tiene lugar cuando la inferencia


realizada por el fallador no encuentra un sustento plausible
en la prueba examinada, o es el resultado de la omisión de
una regular y oportunamente arrimada al proceso.

Por ello ha dicho la Corte, que cuando la acusación se


enderece formalmente por la vía indirecta, le corresponde al
censor cumplir los siguientes requisitos elementales:
precisar los errores fácticos, que deben ser evidentes;
mencionar cuáles elementos de convicción no fueron
apreciados por el juzgador y en cuáles cometió errónea
estimación, demostrando en qué consistió ésta última;
explicar cómo la falta o la defectuosa valoración probatoria,
lo condujo a los desatinos con esa calidad, y determinar en
forma clara lo que la prueba en verdad acredita. Dicho en
otras palabras, cuando de error de hecho se trata, es deber
del impugnante en primer lugar precisar o determinar los
yerros, y posteriormente demostrar la ostensible
contradicción entre el defecto valorativo de la prueba y la
realidad procesal, sirviéndose para ello de las pruebas que
considere dejadas de valorar o erróneamente apreciadas
(sentencia CSJ SL, 23 mar. 2001, rad. 15148).

Es decir, en los cargos ha debido quedar claro qué es


lo que la prueba hábil en casación acredita, cuál es el
mérito que le reconoce la ley, y cuál hubiese sido la decisión
del juzgador si la hubiera apreciado; aspectos que no tuvo
en cuenta la recurrente.

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El ataque menciona entre los errores de hecho, el de


«dar credibilidad a unas pruebas testimoniales arrimadas
por la señora QUIÑONES DE FRANCO, llenas de
contradicciones y donde se evidencia que no se dice toda la
verdad acerca de la convivencia y dependencia económica
por parte de la señora QUIÑONES DE FRANCO con respecto
al señor JESÚS GERSAIN VILLADA», lo cual se constituye en
un juicio de valor, y no configura un yerro fáctico.

Lo que evidencia la censora en general, es una


inconformidad frente a la valoración realizada por el juez
plural en torno a la prueba testimonial arrimada por María
del Carmen Quiñones de Franco, la cual no es prueba
calificada para fundar un cargo en casación, pues la Sala
de forma reiterada y pacífica ha indicado, que los únicos
medios de prueba que cuentan con aptitud para estructurar
un yerro fáctico ostensible, son la confesión judicial, el
documento auténtico y la inspección judicial, tal como lo
expresó en la sentencia CSJ SL10560-2017, en la que se
dijo lo siguiente:

El artículo 7 de la Ley 16 de 1969, que modificó el 23 de la Ley


16 de 1960, establece que el error de hecho será motivo de
casación laboral, siempre y cuando provenga de «falta de
apreciación o apreciación errónea de un documento auténtico,
de una confesión judicial o de una inspección ocular», hoy
judicial, es decir, de pruebas que la jurisprudencia ha
denominado como «calificadas». Lo que significa que, respecto
de otras, no es posible realizar un estudio de fondo, a menos
que se demuestre un error protuberante proveniente de alguna
prueba apta en casación.

Por ende, como el cargo formulado por la vía indirecta


en la modalidad de aplicación indebida, no fue soportado en

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una prueba hábil en casación, resulta inane para derruir la


decisión recurrida.

Como se ha dicho por la Sala, la naturaleza


extraordinaria del recurso de casación impone, a quien opta
por este medio de impugnación, el despliegue de un
ejercicio dialéctico dirigido puntualmente a socavar los
verdaderos pilares de la sentencia gravada, porque si no se
hace en debida forma, la providencia permanecerá
incólume, revestida de la presunción de acierto y legalidad.

Aunado a lo anterior, cabe recordar que la libertad de


apreciación con que cuentan los jueces de instancia,
conforme a lo dispuesto en el artículo 61 del CPTSS, en
ejercicio de las facultades propias de las reglas de la sana
crítica, por sí sola, no tiene la virtud de constituir un yerro
fáctico evidente capaz de derruir la decisión, y, por
consiguiente, tal entendimiento es razonado y coherente. Al
respecto en la sentencia CSJ SL18578-2016, se expresó
que:

[…] en virtud de lo dispuesto por el artículo 61 del Código


Procesal Laboral, en los juicios del trabajo los jueces gozan de
libertad para apreciar las pruebas, por lo que si bien el artículo
60 ibídem les impone la obligación de analizar todas las
allegadas en tiempo, están facultados para darle preferencia a
cualquiera de ellas sin sujeción a tarifa legal alguna, salvo
cuando la ley exija determinada solemnidad ad sustantiam
actus, pues en tal caso “no se podrá admitir su prueba por otro
medio”, tal y como expresamente lo establece la primera de las
citadas normas.

Al respecto, resulta pertinente traer a colación lo afirmado en


sentencia de 27 de abril de 1977, inédita, que fue ratificado por
la Sala, entre otras, en sentencia de 5 de noviembre de 1998
(Radicación 11.111).

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"El artículo 61 del Código de Procedimiento Laboral les concede


a los falladores de instancia la potestad de apreciar libremente
las pruebas aducidas al juicio, para formar su convencimiento
acerca de los hechos debatidos con base en aquellas que los
persuadan mejor sobre cuál es la verdad real y no simplemente
formal que resulte del proceso. Todo ello, claro está, sin dejar de
lado los principios científicos relativos a la crítica de la prueba,
las circunstancias relevantes del litigio y el examen de la
conducta de las partes durante su desarrollo.
"Pueden, pues, los jueces de las instancias al evaluar las
pruebas fundar su decisión en lo que resulte de algunas de
ellas en forma prevalente o excluyente de lo que surja de otras,
sin que el simple hecho de esa escogencia permita predicar en
contra de lo resuelto así la existencia de errores por falta de
apreciación probatoria y, menos aún, con la vehemencia
necesaria para que esos errores tengan eficacia en el recurso
extraordinario de casación como fuente del quebranto indirecto
que conduzca a dejar sin efecto la decisión que así estuviera
viciada.

"La eficiencia de tales errores en la evaluación probatoria para


que lleven a la necesidad jurídica de casar un fallo no depende
pues simplemente de que se le haya concedido mayor fuerza de
persuasión a unas pruebas con respecto de otras sino de que,
aun de las mismas pruebas acogidas por el sentenciador o de
otras que no tuvo en cuenta, surja con evidencia incontrastable
que la verdad real del proceso es radicalmente distinta de la que
creyó establecer dicho sentenciador, con extravío en su criterio
acerca del verdadero e inequívoco contenido de las pruebas que
evaluó o dejó de analizar por defectuosa persuasión que sea
configurante de lo que la ley llama el error de hecho".

Corresponde es los juzgadores de instancia la facultad de


establecer el supuesto de hecho al que debe aplicarse la ley, y
de allí que el mentado artículo 61 del Código Procesal Laboral
les haya otorgado la facultad de apreciar libremente las
pruebas, lo que hace que resulte inmodificable la valoración
probatoria del Tribunal mientras ella no lo lleve a decidir contra
le evidencia de los hechos en la forma como fueron probados en
la (sic) proceso.
Por eso, dada la presunción de acierto y legalidad que ampara
la sentencia acusada, la Corte, en tanto actúa como tribunal de
casación, tiene el deber legal de considerar que el juez de
segunda instancia, a quien, se repite, compete la función de
establecer el supuesto fáctico al que debe aplicar la norma legal,
cumplió con esa función y, por tanto, acertó en la
determinación de los hechos relevantes del pleito, por no haber
desvirtuado el recurrente esa presunción.

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Es oportuno señalar, que el recurso de casación no le


otorga competencia a la Corte para juzgar el pleito, a fin de
resolver a cuál de los litigantes le asiste la razón, pues tal
como lo ha expresado insistentemente esta sala, aquel no es
una tercera instancia, por lo tanto, no es procedente
presentarlo en forma de alegatos, toda vez que debe
sujetarse a las mínimas formalidades previstas para su
estimación y deben acreditarse con suficiencia los yerros
que se imputan a la decisión; en similares términos se
pronunció esta corporación en la sentencia CSJ SL12326-
2017, con criterio que se acompasa a este asunto, en la
cual precisó:
 
Como lo ha expresado la Sala y se reitera, el recurso
extraordinario de casación, no es una tercera instancia, ni
admite argumentos en forma de alegatos de instancia; en
sentencia CSJ SL4281-2017, se precisó:
 
Reitera, una vez más, la Corte que el recurso de casación no es
una tercera instancia, en la que el impugnante puede exponer
libremente las inconformidades en la forma que mejor
considere.
 
Por el contrario, adoctrinado está que el recurrente debe ceñirse
a las exigencias formales y de técnica, legales y
jurisprudenciales, en procura de hacer procedente el estudio de
fondo de las inconformidades, en la medida en que son los
jueces de instancia los que tienen competencia para dirimir los
conflictos entre las partes, asignando el derecho sustancial a
quien demuestre estar asistido del mismo. Al juez de la
casación, le compete ejercer un control de legalidad sobre la
decisión de segundo grado, siempre que el escrito con el que se
sustenta el recurso extraordinario, satisfaga las exigencias
previstas en el artículo 90 del Código Procesal del Trabajo, las
cuales no constituyen un culto a la formalidad, en tanto son
parte esencial de un debido proceso preexistente y conocido por
las partes, según los términos del artículo 29 de la Constitución
Política.
Se ha dicho con profusión que, en esta sede, se enfrentan la
sentencia gravada y la parte que aspira a su quiebre, bajo el
derrotero que el impugnante trace a la Corte, dado el conocido
carácter rogado y dispositivo de este especial medio de
impugnación.

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Radicación n.° 72730

Lo expuesto conlleva a la desestimación del cargo.

Costas en el recurso extraordinario a cargo de la


recurrente, y a favor de la opositora. Como agencias en
derecho se fija la suma de cuatro millones doscientos
cuarenta mil pesos ($4.240.000), valor que se incluirá en la
liquidación que haga el juez de primera instancia, con
arreglo a lo dispuesto en el artículo 366 del Código General
del Proceso.

IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia dictada el treinta (30) de julio de dos mil
quince (2015) por la Sala Laboral de Descongestión del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín, dentro
del proceso ordinario laboral seguido por MATILDE
VILLADA FERNÁNDEZ en contra de POSITIVA COMPAÑÍA
DE SEGUROS SA, hoy UNIDAD ADMINISTRATIVA
ESPECIAL DE GESTIÓN PENSIONAL Y
CONTRIBUCIONES PARAFISCALES UGPP, al cual se
vinculó a MARÍA DEL CARMEN QUIÑONES DE FRANCO
como litisconsorte necesaria por pasiva.

Costas como se expresó en la parte motiva.

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Radicación n.° 72730

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

ANA MARÍA MUÑOZ SEGURA

OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA

GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ


Impedido

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