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Muchos cultivos autóctonos americanos que aparentemente se habían expandido

resultaron ser especies relacionadas o incluso variedades genéticamente distintas


de la misma especie.

Aclimatadas por separado en Mesoamérica, América del Sur y el este de Estados


Unidos. Entre amarantos, judías, quenopodiáceas, chiles, algodones,
cucurbitáceas y tabacos, las especies estrechamente relacionadas entre sí se
sustituyen unas a otras en la geografía.

África y América son por ello las dos masas continentales en cuyos ejes
predomina la orientación norte-sur con el resultado de difusión lenta.

Entre estos otros ejemplos, tenemos el intercambio de cultivos a paso de tortuga


entre el valle del Indo paquistaní e India meridional.

La lenta expansión de la producción alimentaria de China meridional hacia Malasia


peninsular, y la falta de alcance de la producción de los trópicos de Indonesia y
Nueva Guinea en tiempos prehistóricos, Por ello, las actividades agrícolas tuvieron
que esperar la llegada desde la lejana Europa, en barcos europeos, de cultivos
adaptados a las suaves condiciones climáticas y la corta estación de crecimiento
de Europa.

Las barreras topográficas y ecológicas, mucho más pronunciadas en unos


continentes que en otros, fueron importantes obstáculos regionales a la difusión.
Por ejemplo, la difusión de cultivos entre el sureste y el suroeste de Estados
Unidos fue muy lenta y selectiva a pesar de que ambas regiones están a la misma
latitud. Así, el desarrollo inicial de la producción alimentaria en China se produjo
con independencia del que tuvo lugar a la misma latitud en el Creciente Fértil,
haciendo que surgieran cultivos totalmente distintos. No obstante, incluso esas
barreras que se interponen entre China y Eurasia occidental fueron superadas por
lo menos en parte durante el segundo milenio a.C., en que el trigo, la cebada y los
caballos de Asia occidental alcanzaron China.

Las ruedas más primitivas formaban parte de carros tirados por bueyes que se
utilizaban en el transporte de productos agrícolas. Las primeras escrituras eran
exclusivas de élites sostenidas por agricultores productores de alimentos, y
servían a diversos fines de sociedades económicas y socialmente complejas
basadas en la producción de alimentos (efectos como la propaganda real, los
inventarios de mercaderías y los registros burocráticos)

La difusión más veloz de la agricultura eurasiática, en comparación con la de las


agriculturas de la América indígena y del África subsahariana, desempeñó un
papel (como se explicará en la sección siguiente de este libro) en la difusión más
rápida de escrituras, metalurgias, tecnologías e imperios eurasiáticos.

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