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Después de eso se desató una oleada de reacciones muy variadas que iban desde
las alabanzas hasta el odio. La gran mayoría de ellas eran expresiones de criterios
muy subjetivos y muchas veces algo superficiales. Incluso muchas de las opiniones
vertidas al respecto parecían girar mucho más en torno de la valoración de Pedro
Lemebel como figura, escritor y persona, que en torno de la película y mucho menos
de la novela.
¿Dónde están lxs viejxs rancixs?: La ausencia del humor que narra la política
La película de Sepúlveda, excluye a los personajes de Pinochet y Lucía (también a
Gonzalo). Pues sí, la novela presenta a la pareja dictatorial de una forma realista y
satírica, resaltando principalmente problemas y discusiones muy humanas de su
ámbito doméstico. Con esta exclusión se desdibuja, entre otras cosas, el sentido del
humor propio de la poética-política de la escritura de Lemebel.
Ese episodio funciona como una venganza literaria a través de la ucronía, al puro
estilo de Quentin Tarantino en Inglourious Basterds, en la escena en la que se
quema y mata a toda la cupula Nazi dentro de un cine. Mientras que Lemebel hace
que un solitario y desagradable niño Pinochet se coma una torta llena de bichos;
Sepúlveda se pierde la oportunidad de llevar al cine esa revancha estética y política.
Del mismo modo funcionan muchas otras escenas que tampoco están presentes en
la película como la intervención de un cadete gay que atiende a Pinochet en su casa
campestre en el Cajón del Maipo, o también la imagen de Lucía veraneando en Viña
del Mar con un traje de baño amarillo que su esposo había comprado en Falabella y
que según ella le hacía ver como la abeja Maya (comentario que provoca una risa
escondida y vanal en Pinochet).
Sin este juego de dobles, la estructura narrativa de la película termina siendo lineal y
poco compleja. Esta es una posible causa de que el resultado del guión sea una
(casi típica) película de amor carente de ritmo y acción. Si bien Lembel concebía a
su novela como una especie de “novela rosa”, también es cierto que no era una
historia tan simple como la planteada en la película.
Por otro lado, la supresión de los sueños (como aquel premonitorio donde Pinochet
vaticina su muerte) y de los recuerdos (como el testimonio de un abuso sexual que
sufrió La Loca del Frente por parte de su padre ebrio, o el mismo cumpleaños del
niño Pinochet) también contribuye a la linealidad negativa de la estructura narrativa.
Estos momentos eran propicios para incluir recursos típicos del lenguaje
cinematográfico como el flashback u otro tipo de saltos temporales. El director
desperdició un par de buenas oportunidades en este sentido.