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CHARLA N° 08

ROPAS PROTECTORAS
En cada una de estas charlas de 5 minutos hay generalmente un aspecto relacionado con
la prevención de accidentes que trato de recalcarles. Si logramos implantar en nuestra
mente algunas de estas ideas y dejar que influyan sobre nuestro modo de actuar,
reduciremos a un mínimo, donde trabajemos, el número de lesiones incapacitantes. Hoy
quiero hablarles sobre la ropa protectora y los equipos que se diseñan para nuestro uso
personal. Empezaré por decirles que el no usarlos, o el abusar de ellos, es una de la s
razones por la que los trabajadores siguen sufriendo toda clase de lesiones incapacitantes
que podrían evitarse sencillamente siguiendo unas reglas básicas. Aunque no podamos
decir que estos accidentes son debido totalmente al descuido, esta afirmación se acerca
mucho a la realidad. A veces, sin embargo, son consecuencia directa de la ignorancia. Es
una forma de descuido que condenaríamos seguramente si lo viéramos en cualquier
persona, pero no lo hacemos cuando lo vemos en nosotros mismos. Si cualquiera de
nosotros tuviera que salir a caminar en medio de una tormenta de una noche fría de
invierno, nos abrigaríamos con la ropa más apropiada. Nos prepararíamos para esa
situación. Aquí, en nuestros departamentos, diariamente nos enfrentamos a muchos
peligros y sin embargo no usamos la ropa adecuada para protegernos. Todos ustedes
conocen su trabajo y saben lo que necesitan para protegerse en el desempeño del
mismo. Todos saben que en trabajos donde hay partículas voladoras es necesario
protegerse con anteojos protectores. Donde se manejan objetos pesados es necesario
llevar zapatos con punteras de acero. Un soldador eléctrico tiene que llevar un casco
equipado con un vidrio oscuro para proteger sus ojos de las luces cegadoras y de las
chispas de los arcos eléctricos, si quiere evitar las lesiones en las que incurren los
trabajadores que no llevan la protección necesaria. Nuestra ropa protectora puede ser
simplemente guantes para proteger nuestras manos, botas de goma, un traje de amianto
un cinturón de seguridad o cualquier otro de los muchos equipos de protección que
existen, depende de la necesidad. Supongamos que hiciéramos un inventario de todas las
protecciones que habitualmente llevan los trabajadores que realmente las necesitan.
¿Cuántos de ustedes pensarían que esa ropa protectora es peligrosa? Seguramente
ninguno, y en cambio muchos de ustedes actúan como si así lo fuera, y trabajan sin
valerse de la protección que ofrecen. Yo no estoy aquí representando a un fabricante de
ropa de protección o tratando de venderles nada. Estoy aquí simplemente para decirles
que paga el estar preparados. Paga porque las estadísticas demuestran que los
trabajadores que llevan habitualmente protección sufren muchas menos lesiones que los
que no la llevan. Sabemos que cuando una regla dicta que en un trabajo se lleven
anteojos de protección, ese requerimiento es para nuestra protección y para la protección
del departamento. En cambio nos olvidamos muchas veces y dejamos los anteojos en el
armario o descansando sobre nuestra frente y no sobre nuestros ojos. El hecho de que no
les insista continuamente en que los usen, no es una señal de que no se los aconsejo.
Simplemente lo hago porque no quiero estar encima de ustedes continuamente y quiero
dejarles a su propia iniciativa. Nosotros—los supervisores—asumimos, muchas veces,
erróneamente, que el interés en su protección les conducirá a protegerse con los equipos
que necesitan. Quiero pedirles que cada uno de ustedes piense detenidamente sobre los
riesgos a que se exponen diariamente. A continuación repasen los artículos de que
disponen y vean si no hay algo, alguna ropa, algún equipo protector, que podría estar
usando para protegerse contra ese peligro. Y para terminar, y como resumen, quiero que
recuerden siempre este eslogan: Usen la ropa protectora— no abusen de ella. Puede
salvarles un ojo, un pie o incluso la vida.

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