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Causa nº 669/2013 (Otros). Resolución nº 24512 of Corte


Suprema, Sala Primera (Civil) of January 30, 2014

Resolution Date: January 30, 2014

Movimiento: RECHAZADAS CASACIÓN FORMA Y FONDO

Rol de Ingreso: 669/2013

Rol de Ingreso en Cortes de Apelación: 261-2012 - C.A. de Chillan

Rol de Ingreso en Primer Instancia: C-41916-2011 - JUZGADO DE LETRAS Y GARANTIA


DE BULNES

Issuing Organization: Sala Primera (Civil)

Id. vLex VLEX-489019442

Link: https://2019.vlex.com/#vid/paredes-ortega-merino-daniela-patricia-489019442

Summary

COMPRAVENTA. NULIDAD. La lesión enorme, como vicio que hace posible la rescisión, con
los especiales efectos que ésta acarrea, ha sido prevista por el legislador a propósito de la
compraventa de bienes raíces y, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 1889 del Código
Civil, ella concurre cuando el precio que recibe el vendedor es inferior a la mitad del justo precio
de la cosa que se vende. Se desestima la casación.

Text

Content
PRIMERO
SEGUNDO
TERCERO
CUARTO
QUINTO
SEXTO
SÉPTIMO
OCTAVO
NOVENO
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DÉCIMO
UNDÉCIMO
DUODÉCIMO
DECIMOTERCERO
DECIMOCUARTO
DECIMOQUINTO
DECIMOSEXTO
DECIMOSÉPTIMO
DECIMOCTAVO
DECIMONOVENO
VIGÉSIMO
VIGÉSIMO PRIMERO
VIGÉSIMO SEGUNDO
VIGÉSIMO TERCERO
VIGÉSIMO CUARTO
VIGÉSIMO QUINTO
VIGÉSIMO SEXTO
VIGÉSIMO SÉPTIMO
VIGÉSIMO OCTAVO
VIGÉSIMO NOVENO
TRIGÉSIMO
TRIGÉSIMO PRIMERO
TRIGÉSIMO SEGUNDO
TRIGÉSIMO TERCERO
TRIGÉSIMO CUARTO
TRIGÉSIMO QUINTO
TRIGÉSIMO SEXTO
TRIGÉSIMO SÉPTIMO
TRIGÉSIMO OCTAVO
TRIGÉSIMO NOVENO
CUADRAGÉSIMO
CUADRAGÉSIMO SEGUNDO
CUADRAGÉSIMO TERCERO
CUADRAGÉSIMO CUARTO

Sentencia citada en: 2 sentencias, 2 artículos doctrinales

Santiago, treinta de enero de dos mil catorce.

VISTO:

En estos autos Rol 41.916-2011, seguidos ante el Juzgado Civil de B., compareció don Paulo
De La Fuente Paredes, abogado, en representación de doña M.D.P.O., quien dedujo demanda
en juicio ordinario por lesión enorme en contra de D.M.P. y solicitó declarar la nulidad del
contrato de compraventa que singulariza, dejándolo nulo de nulidad absoluta para todos los
efectos legales, ordenando la cancelación de la inscripción de dicha compraventa en el
Conservador pertinente, con costas.
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Fundamentando su pretensión, señala que su representada con fecha 18 de agosto de 2010, en


atención a su calidad de madre de la demandada y la confianza que en ésta tenía, suscribió una
escritura pública de compraventa, en virtud de la cual vendió la totalidad de la única propiedad
que posee, un inmueble ubicado en el Fundo La Esmeralda, comuna de Quillón, Lote N° 5, que
hoy se encuentra inscrito a nombre de la contraria.

Refiere que la actora procedió a firmar dicho instrumento, apenas sabiendo leer y escribir.
Explica que la intención real de dicha transacción fue "regalarle en vida" un pedazo de tierra a
su hija, específicamente 5.000 m² del total de 6,729 hectáreas, no obstante, mediante engaños y
sin pagar el valor real de la propiedad, la demandada obtuvo la firma de esta compraventa por la
suma de $10.000.000.

Afirma que el valor real de la propiedad, sólo por el terreno, asciende a $58.732.800, a lo que
debe añadirse la casa habitación, por lo que el justo precio no es inferior a $100.000.000, sin
considerar las demás construcciones que han efectuado otros familiares de la demandante en el
mismo predio, lo que aumenta considerablemente el valor del mismo.

Lo anotado pone de manifiesto -dice- la procedencia de la acción de lesión enorme, solicitando


de este modo se rescinda el contrato y se declare la nulidad del mismo, toda vez que la
demandada pagó a la vendedora menos de la mitad del justo precio del valor real o comercial
de la propiedad .

La parte demandada contestó la demanda interpuesta en su contra, solicitando su íntegro


rechazo. Reconoce la celebración del contrato de compraventa y la circunstancia de haberse
pactado el precio en la suma de $10.000.000, monto que de acuerdo a la escritura pertinente, la
vendedora recibió a su entera satisfacción y conformidad.

Seguidamente, alega la improcedencia de la demanda por esgrimir argumentaciones


contradictorias, desde que, primeramente, sustenta su pretensión en la existencia de un engaño,
lo que debió llevarla a accionar por nulidad absoluta del contrato. Enseguida, el libelo parece
sostener que se trataría de un contrato simulado, distinto a una compraventa, de manera que la
demanda se encuentra mal planteada, en la medida que la lesión enorme sólo tiene cabida en
los contratos de compraventa. Por otro lado, si el contrato es simulado, no puede pretender la
contraria beneficiarse de su propio dolo. Por último, se dice por la actora que su intención fue
realizar una donación, sin explicar a título de qué recibió $10.000.000.

Lo dicho, pone de manifiesto, que la demanda contiene una serie de contradicciones en los
hechos y en el derecho, en la medida que se pretende que por efecto de la lesión enorme se
tenga como consecuencia la declaración de nulidad absoluta del contrato.

Sostiene la demandada que la contraria no tiene legitimación activa para demandar, puesto que
deriva de sus propios dichos que el contrato de compraventa no fue tal, sino uno simulado, ya
que se trató de una donación. Luego, no puede pretender demandar de lesión enorme, toda vez
que tal institución sólo es aplicable al contrato de compraventa.

Por otro lado, advierte que el precio pagado por la propiedad corresponde al comercial al
momento de la compraventa. Haciendo presente que no puede perderse de vista que el avalúo
fiscal de la misma asciende a $3.559.929, de manera que no resulta acorde postular un valor
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comercial como aquel indicado en la demanda, debiendo considerarse, además, que la casa
habitación que la contraria tasa en $100.000.000, de ser efectiva esa circunstancia, no existía al
tiempo de la compra del inmueble.

Por último, asevera que su parte pagó a la demandante, además del monto consignado en la
escritura pública, $7.550.000, suma que deberá imputarse a cualquier pago que pudiera estimar
el tribunal.

En el primer otrosí, dedujo demanda reconvencional de indemnización de perjuicios por


incumplimiento de contrato.

Por sentencia de fecha trece de abril de dos mil doce, que se lee a foja 97, la señora juez titular
del tribunal referido en el primer apartado de esta expositiva, rechazó tanto la demanda principal
como la reconvencional, en ambos casos sin costas.

La demandante apeló de este fallo, adhiriéndose la demandada a ese recurso y, una sala de la
Corte de Apelaciones de Chillán, por resolución de veinticuatro de diciembre de dos mil doce,
rolante a fojas 182 vuelta, lo revocó en aquella parte que rechazó la demanda principal y, en su
lugar decidió que ésta queda acogida, declarando nulo el contrato de compraventa en cuestión,
ordenando, por consiguiente, cancelar la inscripción de dominio a nombre de doña D.P.M.P., sin
costas. Asimismo, confirmó la referida sentencia en lo demás apelado.

En contra de esta última determinación, la parte demandada dedujo recursos de casación en la


forma y en el fondo.

Se ordenó traer los autos en relación.

CONSIDERANDO:

EN CUANTO AL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA:

PRIMERO
Que el recurrente, denuncia que en el fallo impugnado los sentenciadores han incurrido en las
causales de nulidad formal previstas en el artículo 768 Nros. 4°, 5° y 7° del
Código de Procedimiento Civil, la segunda en relación con lo preceptuado en el numeral 4° del
artículo 170 del mismo cuerpo de leyes;

SEGUNDO
Que en relación a la primera causal de nulidad formal esgrimida, esto es, en haber sido dada -la
sentencia- ultra petita, sostiene el arbitrio que la parte contraria no objetó ni solicitó al tribunal de
alzada algún pronunciamiento sobre la eficacia jurídica de los recibos de dinero agregados por
su parte desde fojas 52 a 57, mediante los cuales comprobó el pago total de $17.550.000, lo que
a su juicio, permite aseverar que ambos litigantes se encontraban contestes en tal circunstancia.
Luego, al no existir discusión al respecto, la Corte de Apelaciones carecía de competencia en tal

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extremo, y por ende, no podía declarar la ineficacia de dichos instrumentos;

TERCERO
Que a continuación, se enarbola el vicio contenido en el numeral 5° de artículo 768 del
Código de Procedimiento Civil en relación con el artículo 170 N° 4 de la misma codificación,
toda vez que el fallo cuestionado omitió las consideraciones de hecho en que las partes estaban
de acuerdo, siendo la principal, el reconocimiento de los recibos de dinero ya mencionados;

CUARTO
Que finalmente observa que la sentencia de segundo grado contiene tiene decisiones
contradictorias, incurriendo en la causal de casación formal que contempla el artículo 768 N° 7
del Código de Procedimiento Civil, puesto que los jueces del mérito deciden acoger la demanda
de lesión enorme, de conformidad a lo preceptuado en el artículo 1888 del Código Civil, y
declarar respecto de sus efectos que el contrato es nulo. Sin embargo, olvidan que el efecto
propio de esta acción se encuentra consagrado en el artículo 1890 del último cuerpo de leyes
citado, cual es, la opción que se le da al comprador de consentir en la rescisión, o completar el
justo precio con una deducción de una décima parte;

QUINTO
Que en primer término, debe decirse que el cuarto numeral del artículo 768 del
Código de Procedimiento Civil estatuye la ultra petita como uno de los vicios formales que
pueden afectar a una sentencia, trayendo aparejada la nulidad de ésta. El citado defecto
contempla dos formas de materialización, la primera de las cuales consiste en otorgar más de lo
pedido, que es propiamente la ultra petita, mientras que la segunda se produce al extenderse el
fallo a puntos no sometidos a la decisión del Tribunal, hipótesis que se ha denominado extra
petita;

SEXTO
Que de conformidad con el mérito de lo reseñado en lo expositivo de esta sentencia, la
competencia del tribunal en el caso de marras -otorgada por las partes a través de los escritos
de discusión- decía relación con la pretensión de la actora, dirigida a obtener se rescindiera el
contrato de compraventa en cuestión, por adolecer del vicio de lesión enorme. Por su parte, la
demandada al contestar la demanda, exigió que ésta se rechazara, argumentando,
primeramente, diversas contradicciones que a su juicio contiene el libelo pretensor. En seguida,
sostuvo la falta de legitimación de la demandante para accionar, para después alegar la
inexistencia del fundamento de la acción, en atención al valor comercial de la propiedad al
tiempo de la celebración del contrato y aquello que su parte pagó por la misma, lo que a su
entender implica que no existe la desproporción que hace procedente el vicio alegado.

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El fallo de segundo grado decidió revocar la sentencia en alzada, lo que implicó, en definitiva,
que la demanda principal quedara íntegramente acogida, contrariamente a lo que había
decidido el juez a quo;

SÉPTIMO
Que del tenor del libelo de casación, en lo que se refiere a esta causal, se desprende que la
demandada sostiene que el vicio se configura al haberse extendido la Corte de Apelaciones a
puntos no sometidos a su decisión, puesto que la actora a través de su recurso de apelación en
caso alguno cuestionó el valor probatorio de aquellos comprobantes de pago acompañados por
la demandada al proceso, cuyo mérito desvirtúa los presupuestos fundamentales de la acción.
De este modo, al concluir el sentenciador que en el caso en estudio las partes incurrieron en
lesión enorme y, con ello acoger la demanda, sobre la base de desconocer la eficacia de tales
recibos, resulta prístino que se ha pronunciado sobre un asunto que no formó parte de la litis;

OCTAVO
Que esta Corte ha resuelto en reiteradas oportunidades que el vicio de ultra petita a que se
refiere el numeral 4° del artículo 768 del Código de Procedimiento Civil se produce cuando la
sentencia, apartándose de los términos en que las partes situaron la controversia por medio de
sus respectivas acciones y excepciones, altera el contenido de éstas, cambiando de objeto o
modificando su causa de pedir; también cuando la sentencia otorga más de lo pedido por las
partes en sus respectivos escritos que fijan la competencia del tribunal o cuando se emite un
pronunciamiento en relación a materias que no fueron sometidas a la decisión del mismo;

NOVENO
Que, en atención al asunto traído a colación por el arbitrio, es necesario recordar, que entre los
principios rectores del proceso -constituidos por ciertas ideas centrales referidas a su
estructuración y que deben tomarse en cuenta tanto por el juez al tramitar y decidir las
controversias sometidas a su conocimiento como por el legislador al sancionar las leyes- figura
el de la congruencia, que sustancialmente se refiere a la conformidad que ha de existir entre la
sentencia expedida por el órgano jurisdiccional y las pretensiones que las partes han expuesto
oportuna y formalmente en sus escritos fundamentales agregados al proceso; se plasma en el
brocárdico “ne eat iudex ultra petitia partium” y guarda estrecha vinculación con otro principio
formativo del proceso: el dispositivo.

El principio dispositivo –ha dicho P.C.- impone la regla de que son las partes,
exclusivamente, quienes determinan el thema decidendum, pues el juez debe limitar
su pronunciamiento tan sólo a lo que ha sido pedido por aquéllas. A las partes
incumbe, en otras palabras, fijar el alcance y contenido de la tutela jurídica,
incurriendo en incongruencia el juez que, al fallar, se aparta de las cuestiones
incluidas en la pretensión del actor y la oposición del demandado

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(citado por A.E.C.B.. Principios procesales. MAVE editor. Corrientes. Argentina. Año 2003.
Página 42);

DÉCIMO
Que esta regla directriz del procedimiento encuentra expresión normativa en el artículo 160 del
Código de Procedimiento Civil, de acuerdo con el cual, las sentencias deben pronunciarse
conforme al mérito del proceso y no pueden extenderse a puntos que no hayan sido
expresamente sometidos a juicio por las partes, salvo en cuanto las leyes manden o permitan a
los tribunales proceder de oficio.

El precepto, así transcrito, como lo ha señalado la jurisprudencia de este Tribunal, constituye


una norma ordinatoria litis, en cuanto entraña una regla general del procedimiento, que no sirve
de base para decidir la controversia sometida a la decisión del juez; razón por la cual, su
vulneración no permite fundar un recurso de casación en el fondo; y tampoco da pábulo para
cimentar en ella un arbitrio de nulidad formal, por no encuadrar en alguna de las causales
previstas taxativamente al efecto en el artículo 768 del Código de Procedimiento Civil; sin
perjuicio de la estrecha vinculación que guarda con el vicio de ultra petita allí contemplado,
según luego se ha de expresar;

UNDÉCIMO
Que el principio procesal, a que se ha venido haciendo mención, tiende a “frenar a todo trance
cualquier eventual exceso de la autoridad del oficio”, otorgando garantía de seguridad y certeza
a las partes; y se vulnera con la incongruencia que, en su faz objetiva –desde la perspectiva de
nuestro ordenamiento procesal civil- se presenta bajo dos modalidades: ultra petita, cuando se
otorga más de lo pedido por las partes, circunstancia que puede darse tanto respecto de la
pretensión del demandante como de la oposición del demandado; y extra petita, cuando se
concede algo que no ha sido impetrado, extendiéndose el pronunciamiento a cuestiones que no
fueron sometidas a la decisión del tribunal;

DUODÉCIMO
Que la incongruencia, manifestada en los dos supuestos recién aludidos, se encuentra
configurada como vicio de casación en la forma por el artículo 768 N° 4 del
Código de Procedimiento Civil, según el cual, la sentencia incurre en semejante defecto cuando
ha sido dada “ultra petita, esto es, otorgando más de lo pedido por las partes o extendiéndola a
puntos no sometidos a la decisión del tribunal, sin perjuicio de la facultad que éste tenga para
fallar de oficio en los casos determinados por la ley”.

Tanto la doctrina como la jurisprudencia están acordes en señalar que la causal de nulidad en
mención ofrece cobertura también a la hipótesis en que la sentencia varía la causa de pedir
aducida por las partes como fundamento de sus pretensiones.

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Así, se ha dicho que “las sentencias de los tribunales, so pena de incurrir en este vicio, deben
guardar conformidad, sin embargo, con la causa de pedir, por ser la que particularmente
determina la condición jurídica de las acciones o excepciones alegadas, de manera que falla
ultra petita, a pesar de que en lo resolutivo se limite estrictamente a acoger la acción deducida y
rechazar las excepciones opuestas, la sentencia que en lo considerativo se funda para ello en la
existencia de un hecho o antecedente jurídico distinto del alegado por las partes (C.A.S..
Tratado Práctico de Derecho Procesal Civil Chileno. Volumen Tres. Escuela Tipográfica
Salesiana. Concepción. Año 1966. Página 202).

La causa de pedir es la que particularmente determina la condición jurídica de las


acciones o excepciones alegadas y, por consiguiente, aceptar o desechar una
excepción por una causa de pedir distinta de la invocada importa resolver una
excepción diversa de la sometida a juicio por las partes y fallar, por tanto, ultra petita,
salvo los casos en que la ley autoriza para proceder de oficio

(Repertorio de Legislación y Jurisprudencia Chilena. Código de Procedimiento Civil. Tomo IV.


Editorial Jurídica de Chile. Año 1983. Página 41);

DECIMOTERCERO
Que, de conformidad a lo razonado en los párrafos que preceden, la sentencia congruente sólo
responde a la exigencia de validez de la misma y a ningún otro aspecto relacionado con la
justicia o verdad representada en la decisión jurisdiccional;

DECIMOCUARTO
Que establecido el marco jurídico que alumbra el problema sometido al conocimiento y
resolución de esta Corte, corresponde en el contexto de las impugnaciones efectuadas por el
recurrente, determinar si en la especie, en el fallo objetado existe un desajuste entre lo resuelto
y los términos en que las partes formularon sus pretensiones.

Ahora bien, el análisis de la congruencia se resuelve en definitiva en una comparación de dos


extremos: las pretensiones de las partes y la resolución del juzgador;

DECIMOQUINTO
Que, acotado lo anterior y analizado el texto de la demanda, contestación, y dúplica -la réplica
se tuvo por evacuada en rebeldía del actor- así como del recurso de apelación deducido en
contra del fallo de primer grado, no se constata que la sentencia atacada mediante este remedio
procesal haya incurrido en la causal denunciada, toda vez que de su lectura se puede constatar
que ésta no contiene pronunciamiento alguno que pudiera corresponder a una alegación no
formulada o prestación no solicitada, por cuanto los sentenciadores se limitaron a decidir sobre
la procedencia de la acción intentada, para lo que necesariamente debieron abocarse al estudio
de los requisitos de admisibilidad de la misma.
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Es así como el fallo de alzada, fundamentando el acogimiento de lo pretendido como acción


principal, en relación con la materia en la que incide el presente recurso, concluyó en los
considerandos 2º, 3º y 4º que resulta procedente sostener que la demandante al celebrar el
contrato de compraventa en cuestión sufrió lesión enorme, en atención a que consta en el
mismo que el precio recibido es inferior a la mitad del justo precio de la cosa vendida, sin que a
este respecto logre enervar lo concluido, el mérito de los comprobantes aparejados al proceso
por la demandada, en atención a lo preceptuado en el artículo 1.700 del Código Civil,
careciendo por lo tanto, esos documentos de todo valor probatorio;

DECIMOSEXTO
Que, en esta línea argumentativa, debe anotarse que corresponde a los tribunales de justicia
abocados al conocimiento de determinadas materias, analizar, en cada caso, si se cumplen o no
los requisitos de procedencia de la acción, más cuando el quid de la disputa se ha centrado en
la concurrencia de los presupuestos que sustentan la pretensión del actor, tanto que incluso tal
labor es menester llevarla a cabo, aún cuando ello no haya sido objetado por el sujeto pasivo de
la misma, pues forma parte de su labor jurisdiccional, sin que por ello pueda entenderse que se
ha obrado ultra petita, pues, como se señaló, actúan dentro de la órbita de las facultades que les
son propias.

Luego, no se constata que la sentencia atacada mediante este remedio procesal haya incurrido
en la causal hecha valer, pues se limitó a revocar el fallo de primer grado, haciendo uso de sus
facultades legales al analizar los supuestos procesales de la acción propuesta, es decir, su
procedencia o improcedencia, y para esto, como es sabido, no era necesario que las partes le
otorgaran una competencia específica al efecto, toda vez que ésta se desprende de la sola
postulación formulada por aquéllas, porque ante una acción determinada el juez está en la
obligación jurídica de establecer si resulta o no procesalmente admisible, aunque nada digan al
respecto los litigantes, y sin que esto implique en caso alguno romper con los principios de
pasividad y dispositivo propios del procedimiento civil contencioso.

En este sentido, no es posible compartir las argumentaciones expuestas por el recurrente en


relación con esta materia, puesto que la competencia de los jueces del mérito, expresamente
conferida por las partes, decía justamente relación con la concurrencia de la desproporción que
la ley contempla entre lo pagado como precio por el comprador y aquel que en concepto del
legislador correspondía, tal como textualmente argumenta la propia actora en su libelo
pretensor, lo que por lo demás, fue controvertido por la demandada. Luego, el tribunal en
correspondencia con el fundamento de la acción, concluyó que se encontraba demostrada la
existencia de dicha desproporción en la convención aludida, de modo que la sancionó con la
nulidad de la misma, conclusión que no logró ser desvirtuada con la prueba de la demandada.
Ello no resulta ajeno a la labor jurisdiccional, por cuanto el tribunal debe analizar
necesariamente los requisitos que sustentan la pretensión y la prueba rendida en apoyo de una
y otra tesitura para tal efecto.

A ello ha de sumarse la circunstancia que las reflexiones del fallo que concitan los reparos de la
recurrente, al contrario de lo sostenido por ésta, objetivamente examinadas, revelan conexión y
armonía con el tema sometido a su conocimiento, destinadas a asentar que su actividad
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jurisdiccional sólo encuentra limitación en los hechos que las partes les presentan como
sustento de sus acciones, pues no pueden alterarlos, pero debe comprobar si estas acciones
resultan jurídicamente procedentes del modo que se las planteó, sin que ello importe extender
sus consideraciones a cuestiones no debatidas;

DECIMOSÉPTIMO
Que, de consiguiente, cuando la sentencia impugnada resuelve el litigio de la manera en que lo
hizo, lejos de alterar el contenido de la acción ejercida, se limita a dar aplicación a los efectos
propios que se derivan de la misma, como consecuencia del análisis de los basamentos de
hecho que el actor expresara en su demanda y los vertidos por el demandado en su
contestación, de forma que la decisión contempló los puntos que fueron precisamente sometidos
a su conocimiento y decisión, no existiendo la incongruencia que se ha hecho valer como vicio
de casación formal, puesto que la decisión que ahora se impugna, no resulta más que una
consecuencia de la declaración solicitada, en cuya fijación sólo podía estarse a los
antecedentes que arrojaba el mérito del proceso, al cual el sentenciador debe ceñirse, conforme
lo ordena el artículo 160 del Código de Procedimiento Civil;

DECIMOCTAVO
Que, con facilidad resulta advertible, los argumentos traídos a colación por el recurso para
fundamentar el vicio de ultra petita, bajo ninguna de las modalidades descritas en los
basamentos anteprecedentes, son idóneos para configurarlo;

DECIMONOVENO
Que respecto al segundo vicio de nulidad de forma que sirve al recurrente para fundar su
arbitrio, debe tenerse presente que de conformidad a lo dispuesto en el número 5 del
artículo 768 del Código de Procedimiento Civil, es causal de casación en la forma haber sido
pronunciada la sentencia con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados en el artículo
170.

El Código de Procedimiento Civil, en sus artículos 169, 170 y 171, regula la forma de las
sentencias y, con arreglo a lo preceptuado en el artículo 170 en comento -en lo que interesa al
presente recurso-, las sentencias de segunda instancia que revoquen en su parte dispositiva las
de otros tribunales, contendrán: “4°. Las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de
fundamento a la sentencia”.

A su turno, el artículo 5° transitorio de la Ley Nº 3.390, de 15 de julio de 1918, dispuso: "La


Corte Suprema establecerá, por medio de un auto acordado, la forma en que deben ser
redactadas las sentencias definitivas para dar cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 170 y
785 del Código de Procedimiento Civil", ante lo cual este Tribunal dictó el Auto Acordado sobre
la forma de las sentencias, de fecha 30 de septiembre de 1920, expresando que las definitivas
de primera o de única instancia y las que revoquen o modifiquen las de otros tribunales,
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contendrán: "5°. Las consideraciones de hecho que sirvan de fundamento al fallo. Se


establecerán con precisión los hechos sobre que versa la cuestión que deba fallarse, con
distinción de los que hayan sido aceptados o reconocidos por las partes y de aquellos respecto
de los cuales haya versado la discusión; 6º. En seguida, si no hubiere discusión acerca de la
procedencia legal de la prueba, los hechos que se encuentren justificados con arreglo a la ley y
los fundamentos que sirvan para estimarlos comprobados, haciéndose, en caso necesario, la
apreciación correspondiente de la prueba de autos conforme a las reglas legales; 8°.
Establecidos los hechos, las consideraciones de derecho aplicables al caso...”;

VIGÉSIMO
Que en la perspectiva anotada, la demandada reclama el desconocimiento por parte de los
sentenciadores de la circunstancia de encontrarse reconocida por ambos litigantes la validez de
los comprobantes de pago, cuyo mérito enervaba la acción de lesión enorme. Empero, en lo
atinente al arbitrio invocado, o sea, la falta de consideraciones de hecho o de derecho, a que se
refiere el numeral quinto del artículo 768, en relación con el artículo 170 Nro. 4, ambos del
Código de Procedimiento Civil, procede tener presente que, como reiteradamente lo ha
sostenido esta Corte, aquel vicio sólo concurre cuando la sentencia carece de las
consideraciones fácticas o jurídicas que le sirven de sustento, pero no tiene lugar cuando
aquéllas existen, pero no se ajustan a la tesis postulada por la reclamante, cual es la situación
de autos.

En efecto, el rigor de una impugnación de esta naturaleza, hace que el lenguaje en que ella se
formula haya de traducir fielmente el fondo de la crítica. Así, la palabra “ausencia" significa
inexistencia, no estar, no ser; faltar. Es un substantivo de significación radical. Hay o no hay. Se
está o no se está. Luego, a pesar de lo radical del cuestionamiento que corresponde, al tenor de
la normativa que apoya la causal de nulidad que se impetra, es lo cierto, que el propugnante se
alza contra aquellos hechos asentados por el juzgador y que sirvieron de sostén para la
decisión que en definitiva acogió la demanda principal. Entonces, acepta que la resolución
contiene razonamientos.

No considerar no es lo mismo que considerar de manera insatisfactoria a los intereses de una


parte. Que una parte discrepe de la justificación que el tribunal da a su veredicto, no basta para
desconocerlo o anularlo. La rigurosidad de que necesariamente se rodean las nulidades
procesales pasa, indefectiblemente, por la consistente y precisa imputación de yerros descritos
por la ley como graves y trascendentes, debida y claramente fundados y razonados;

VIGÉSIMO PRIMERO
Que, pese a los esfuerzos argumentativos de quien recurre, lo cierto es que el fallo opugnado
cumple satisfactoriamente con todas las condiciones exigidas por el citado artículo 170. Ello,
toda vez que en la sentencia que se revisa es posible constatar que se establecen los hechos
relevantes de la causa, que mantiene y hace suyo el tribunal de alzada en las razones del a quo,
en las que se describe la prueba rendida; así como también consta de su lectura la enunciación,
análisis particular y conclusiones que se derivan de la prueba apareja a los autos, lo que llevó al
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juzgador a determinar los presupuestos fácticos de relevancia decisiva, que le permitieron


extraer premisas para construir y asentar los hechos de la causa que el fallo hilvana, y que
llevan a tener por concurrentes los presupuestos de la acción de lesión enorme y,
seguidamente, colegir el acogimiento de la demanda principal;

VIGÉSIMO SEGUNDO
Que desde la perspectiva anotada, lo que se extraña por el recurrente, es la ponderación de una
cierta manera de las pruebas rendidas en el proceso y, que a su entender, hubieran llevado a
los sentenciadores a dar por asentados los hechos en los que precisamente se construye su
defensa.

Sin embargo, resulta que el fallo impugnado contiene las motivaciones que eran exigibles,
desde que luego de un lógico análisis en la construcción de la resolución en examen, han
culminado decidiendo de la manera propuesta. Sentado lo anterior, aparece que el mayor
análisis que pretende la reclamante sólo dice relación con las argumentaciones y conclusiones
que conforman el planeamiento que ella ha postulado, lo que importa, consecuencialmente, que
sus alegaciones constituyen más bien una crítica -tanto a las motivaciones contenidas en el fallo
como, igualmente, respecto a la forma como se valoró la prueba aportada- y no propiamente una
fundamentación dirigida a comprobar y demostrar una o más inadvertencias;

VIGÉSIMO TERCERO
Que asimismo, debe apuntarse que cuando un litigante estima que la sentencia definitiva no ha
dado por establecidos determinados hechos que, a su juicio, se encuentran acreditados, debe
estar en situación de precisar los medios probatorios que avalan su parecer y de explicar cómo
éstos han sido omitidos o insuficientemente aplicados, regla ésta que no hace abstracción de
los hechos que el crítico estima justificados. Esto supondría, por lo demás, una alegación de
carácter substantivo que apuntara a las reglas reguladoras de la prueba, reclamación que ha de
incluirse a través de una nulidad sustantiva;

VIGÉSIMO CUARTO
Que, como es obvio, cuestión diversa es que los recurrentes discuerden de las motivaciones
que llevaron a dar acogida a la demanda de autos, por entenderlas descaminadas o contrarias
al mérito de los antecedentes o, incluso, al estatuto normativo que debía guiar la solución de la
controversia. Empero, en las condiciones descritas, no cabe sino concluir que los defectos de
forma denunciados no aparecen reflejados en el fallo que examina, razón por la que en este
acápite su recurso también habrá de ser desestimado;

VIGÉSIMO QUINTO
Que, según se dijo, el recurso de casación formal tiene aún un último apoyo, encaminado a
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Que, según se dijo, el recurso de casación formal tiene aún un último apoyo, encaminado a
reprochar a los jueces de segunda instancia el contener el fallo decisiones contradictorias.
Empero, tal vicio no se observa de modo alguno, desde que existe una única decisión, en virtud
de la cual los sentenciadores de la instancia revocaron la sentencia de primer grado que
rechazó la demanda principal de lesión enorme, declarando la nulidad de la misma, ordenando
consecuencialmente, la cancelación de la inscripción a nombre de la demandada. Por otro lado,
desestimó la demanda reconvencional de indemnización de perjuicios.

Esta Corte ha señalado invariablemente que las decisiones contradictorias suponen la


existencia de, a lo menos, dos decisiones que pugnan entre sí, que no pueden cumplirse al
mismo tiempo, porque interfiere una con otra. En otras palabras, contradictorias son aquellas
proposiciones en las que una afirma lo que niega la otra, pero no pueden ser al mismo tiempo
ambas verdaderas o ambas falsas, lo que como se dijo, no se verifica en la especie;

VIGÉSIMO SEXTO
Que no puede dejar de hacerse presente que los sentenciadores han fundado su determinación,
justificando, además, debidamente los motivos que han tenido en consideración para ello, lo
que conduce a concluir que la determinación a la cual se ha arribado no sólo no es
contradictoria, sino que, además, resulta ser el corolario del lógico y pertinente razonamiento
judicial efectuado por los magistrados del grado;

VIGÉSIMO SÉPTIMO
Que como consecuencia de lo expresado precedentemente, el recurso de casación en la forma,
en ninguno de sus extremos puede prosperar;

EN CUANTO AL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO:

VIGÉSIMO OCTAVO
Que la nulidad sustancial que se postula se endereza en la vulneración que, en entender de
quien recurre, se produjo en el fallo cuestionado de los artículos 1889 y 1890 del Código Civil;
346 N° 3 del Código de Procedimiento Civil y 19 al 24 del primer cuerpo de leyes citado.

En efecto, explica el arbitrio que en el proceso se encuentran asentados como hechos de la


causa, los siguientes: a) El justo precio de la cosa al momento del contrato es de $32.384.615;
b) Su parte pagó $ 17.550.000, que corresponden a $10.000.000 al momento de la firma de la
escritura y $7.550.000 en recibos de dinero firmados por la contraria, que no fueron objetados,
por lo que deben tenerse por reconocidos; c) La compradora pagó más de la mitad del precio de
la cosa, por lo que no existe lesión enorme en los términos que estatuyen los artículos 1888 y
siguientes del Código Civil.

Conforme a lo previamente reseñado, la recurrente denuncia la conculcación de lo preceptuado


en el artículo 1889 de la codificación sustantiva, en la medida que el fallo opugnado concluye

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que su parte no pagó más de la mitad del justo precio, no obstante se encuentra demostrado en
el juicio que enteró $17.550.000, esto es, más de la mitad del valor que le era exigible, lo que
hace inconcurrente el instituto de la lesión enorme.

Seguidamente, en lo que toca a la vulneración de lo dispuesto en el artículo 1890 del


Código Civil, refiere que la sentencia de segundo grado, al hacer lugar a la demanda principal,
declaró la nulidad del contrato de compraventa celebrado el 18 de agosto de 2010. Sin
embargo, el efecto propio de dicha declaración de acuerdo a la norma precitada no es otro que
conferir la opción al comprador de consentir en la rescisión o completar el justo precio con una
deducción de una décima parte.

Por último, el arbitrio denuncia la transgresión del numeral 3° del artículo 346 del
Código de Procedimiento Civil, al concluir el fallo objetado que carecen de toda eficacia jurídica
los recibos de dinero aparejados de fojas 52 a 57, no obstante que a través de ellos su parte
demostró que pagó la suma total de $17.550.000, debiendo tenerse especialmente presente que
tales documentos fueron reconocidos como verdaderos por las partes, es decir, a su respecto no
existió discusión;

VIGÉSIMO NOVENO
Que para un mejor entendimiento de las razones que a continuación se dirán, es útil dejar
consignado que los sentenciadores determinaron como hechos de la causa, los que siguen:

a. Con fecha 18 de agosto de 2012, doña M.D.P.O. vendió, cedió y enajenó a doña D.P.M.P.,
quien compró y aceptó para sí, el inmueble materia de la litis, de una superficie de 6,729
hectáreas;

b. El precio de compraventa pactado por los comparecientes fue de $10.000.000 que se pagó
de contado y que la parte vendedora declara haberlo recibido a su entera satisfacción y
conformidad, dando por pagado el precio;

c. A la fecha del contrato de compraventa celebrado entre ambas partes relativo al predio en
cuestión, el justo precio era de $32.384.615;

TRIGÉSIMO
Que sobre el sustrato fáctico recién pormenorizado, el fallo recurrido revocó el de primer grado
en los términos ya expuestos. Para decidir así, los jueces del mérito sostuvieron que, en la
especie, el vendedor, esto es, la demandante, al celebrar el contrato de compraventa sub-lite, ha
sufrido lesión enorme, toda vez que consta del mencionado contrato que el precio recibido es
inferior a la mitad del justo precio de la cosa que se vendió.

Por otro lado, advierten que de acuerdo a lo preceptuado en el artículo 1.700 del Código Civil,
dado que se demostró que el precio de compraventa estipulado por los contratantes fue de
$10.000.000, carecen de toda eficacia jurídica los recibos de dinero de fojas 52 a fojas 57,
mediante los cuales la parte demandada pretendió probar que además del precio pactado,
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también entregó a la demandante la suma de $7.550.000, más cuando es posible observar en


uno de ellos una discordancia sobre su monto;

TRIGÉSIMO PRIMERO
Que la cita de las disposiciones legales denunciadas por el recurrente, expuestas en el motivo
vigésimo octavo y los argumentos esgrimidos en apoyo de sus afirmaciones en tal sentido,
tienen por objeto sustentar, en lo medular, que en la especie no concurren los presupuestos de
procedencia de la acción, desde que con la prueba documental rendida por la demandada se
demostró que no existe la desproporción que el legislador requiere y, en seguida, que el
comprador, ante la verificación de la lesión enorme, cuenta con el derecho a completar el precio
de la cosa, opción omitida por el tribunal de alzada y, siendo todo ello así, la demanda debió ser
desestimada;

TRIGÉSIMO SEGUNDO
Que lo reseñado en los fundamentos que preceden pone de manifiesto que el primer postulado
de nulidad dirigido contra la sentencia que se ataca en el recurso, estriba en la inobservancia de
las normas probatorias que, correctamente aplicadas, habría llevado a los jueces del fondo a
tener por inconcurrente la desproporción dineraria que da pábulo al instituto de que se trata,
siendo procedente, entonces, el rechazo de la acción de lesión enorme;

TRIGÉSIMO TERCERO
Que con frecuencia esta Corte se ve en la necesidad de recordar que, tanto la doctrina como la
jurisprudencia, concuerdan en caracterizar al recurso de casación en el fondo como un medio de
impugnación de índole extraordinaria, que no constituye instancia jurisdiccional, pues no tiene
por finalidad propia revisar las cuestiones de hecho del pleito ya tramitado, sino antes que ello,
se trata de un recurso de derecho, dado que su resolución debe limitarse en forma exclusiva a
examinar la correcta o incorrecta aplicación de la ley en la sentencia que se trata de invalidar,
respetando los hechos que vienen dados en el fallo, que habrán sido fijados soberanamente por
los jueces sentenciadores. En ese sentido, por disposición de la ley, el examen y consideración
de tales hechos y de todos los presupuestos fácticos previos en que se apoya la decisión que se
revisa, escapan al conocimiento del tribunal de casación.

Como se sabe, esa limitación a la actividad judicial de esta Corte se encuentra legalmente
contemplada en el artículo 785 del Código de Procedimiento del ramo, en cuanto dispone que la
Corte Suprema, al invalidar una sentencia por casación en el fondo, dictará acto continuo y sin
nueva vista, pero separadamente, la sentencia que zanje el asunto que haya sido objeto del
recurso, de la manera que crea conforme a la ley y al mérito de los hechos, tal como se han
dado por establecidos en el fallo recurrido.

Sin embargo, en forma excepcional, es posible conseguir la alteración de los hechos asentados
por los tribunales de instancia en caso que la infracción de ley que se denuncia en el recurso
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responda a la conculcación de una o más normas reguladoras de la prueba, más no respecto de


alguna de aquéllas que reglan la apreciación de las probanzas que se hubiesen rendido, cuya
aplicación es facultad privativa del juzgador;

TRIGÉSIMO CUARTO
Que esas denominadas leyes reguladoras de la prueba constituyen normas básicas que limitan
las facultades privativas de los sentenciadores al momento de valorar las probanzas allegadas
al juicio; su infracción se produce, sustancialmente, cuando se invierte el peso de la prueba;
cuando se rechaza un medio probatorio que la ley autoriza; cuando se acepta uno que ley
descarta o, cuando se altera el valor probatorio que el legislador asigna a los diversos medios
de prueba. En la medida que los jueces del fondo respeten estas reglas elementales de
juzgamiento, son soberanos para apreciar la prueba y, en consecuencia, sus decisiones no son
susceptibles de ser revisadas por la vía de la casación, tanto en cuanto se basen en la
justipreciación de los diversos elementos de convicción.

Así las cosas, la comprobación procesal de la verdad de los hechos controvertidos en un juicio
corresponde hacerla en la forma dispuesta por el legislador del ramo, motivo por el cual, ha de
resolverse si, de acuerdo a lo apuntado con antelación, puede atribuirse el carácter de
regulatorias de la prueba a los preceptos indicados en el libelo de casación y, en ese caso, si
han sido conculcadas como el recurrente pretende;

TRIGÉSIMO QUINTO
Que en la línea propuesta, el recurso argumenta una eventual contravención al artículo 346 del
Código de Procedimiento Civil. Sobre él se dirá que, tanto la doctrina como la jurisprudencia
uniforme de esta Corte Suprema, han sostenido que contempla las hipótesis en que debe
tenerse por reconocido un documento privado, de manera que deba otorgársele mérito de
instrumento público al tenor del artículo 1702 del Código Civil. Cobra aplicación entonces,
cuando el documento proviene de la parte contra la cual se hace valer, esto es, cuando emana
de quien aparece o se reputa haberlo firmado o extendido, pues sólo esta persona está en
condiciones de saber a ciencia cierta si es falso o falto de integridad y, por ende, de objetarlo, o
consentir en su reconocimiento, sea expresa o tácitamente.

Pues bien, resulta fundamental precisar que la norma en cuestión no reviste el carácter que el
recurrente pretende asignarle, toda vez que, como se ha visto, se limita a contemplar las
situaciones en que los instrumentos privados se tendrán por reconocidos en juicio. Como puede
apreciarse, tampoco otorga parámetros rigurosos a los que los jueces tengan el deber de echar
mano al momento de valorar la prueba que se haya rendido en el pleito, sino que sólo consagra
uno de los casos en que, de acuerdo a la ley, debe tenerse por reconocido un instrumento
privado. En otras palabras, el precepto señala, tanto una de las formas de reconocimiento de los
instrumentos privados, como el modo de acompañarlos en juicio, pero nada dice del valor o
mérito probatorio que, una vez reconocidos, deban los jueces otorgarles. Y es esto último lo que
la recurrente estima que los sentenciadores han efectuado incorrectamente;

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TRIGÉSIMO SEXTO
Que, bajo las circunstancias anotadas, al tiempo que se hace evidente la inexistencia de una
transgresión a las leyes que rigen la prueba, se devela que las conculcaciones que se acusan
en el libelo del casación persiguen desvirtuar, por medio del afincamiento de nuevos hechos, el
supuesto fáctico fundamental asentado por los jueces del grado, esto es, que fue constatada la
desproporción de precios consustancial a la figura de la lesión enorme.

Este momento hace propicio reiterar una de las directrices en que esta Corte a menudo insiste, y
es que la regla general dicta que la actividad de valoración o ponderación de las probanzas y,
tras ella, la fijación de los hechos del proceso, quedan agotadas en cada uno de los grados de
conocimiento y fallo del juicio, a menos que los jueces de la instancia -al fijarlos- hayan
desatendido las pautas objetivas del sistema de la prueba legal o tarifada o las razones lógicas,
científicas, técnicas o de experiencia, en cuya virtud ha correspondido asignarles valor y
determinar su eficacia. Debido a que, como ya se ha expuesto, los antecedentes involucrados
en el alegato de casación de la demandada no ha dejado de manifiesto que una desatención
como la referida haya tenido lugar, no queda sino entender que la sentencia impugnada no
quebrantó los preceptos que rigen la prueba en conformidad con los cuales este tribunal de
casación hubiera podido variar los hechos que vienen determinados en la litis y, por esa vía,
revertir la decisión de acoger la demanda de rescisión;

TRIGÉSIMO SÉPTIMO
Que en seguida, corresponde abocarse a despejar el segundo postulado de invalidación,
referido a las consecuencias jurídicas que es dable desprender ante la constatación de un caso
de lesión enorme, respecto del comprador contra quien se pronuncia la rescisión y, más
específicamente, la incidencia de ella dentro de los contornos del asunto sub judice;

TRIGÉSIMO OCTAVO
Que, ahora bien, para abordar el ámbito del reproche de casación que resta, resulta propicio
recordar que el petitorio de la demanda de fojas 3, se circunscribe a la sanción de nulidad con
base en la lesión enorme invocada por fundamento.

La lesión enorme, como vicio que hace posible la rescisión, con los especiales efectos que ésta
acarrea, ha sido prevista por el legislador a propósito de la compraventa de bienes raíces y, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 1889 del Código Civil, ella concurre -para lo que
interesa a lo planteado por la demandada en el presente caso- cuando el precio que recibe el
vendedor es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que se vende.

De acuerdo a la citada disposición, la figura sustantiva en referencia está ordenada a poner


remedio al quebrantamiento de la conmutatividad del negocio, expresado en el ostensible
desequilibrio entre las ventajas obtenidas por cada una de las partes, poniendo a resguardo a
aquel contratante que, por lo general, presenta una mayor debilidad relativa.
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En lo atinente a lo manifestado, esta Corte Suprema ha resuelto “El justo precio se refiere al
tiempo de celebración del contrato y se entiende en general por justo precio el valor venal o de
mercado del bien raíz. En nuestro Derecho no puede concluirse que el justo precio es el valor
intrínseco de lo vendido, si no el valor real que la cosa tiene en el momento del contrato, que no
es otro que el que regula la oferta y la demanda en relación con la valorización actual del dinero
y con el interés por la adquisición de los terceros.” (Fallos del Mes N° 274, página 381).

Además, para la procedencia de la rescisión por lesión enorme, amén de justificarse la


efectividad de la desproporción que ésta supone, precisa la confluencia de otros requisitos, a
saber: a) que la venta admita la rescisión por este motivo; b) que la acción se ejerza en tiempo y
c) que la cosa vendida no haya perecido en manos del comprador o haya sido enajenada por
éste;

TRIGÉSIMO NOVENO
Que al ejercer la acción rescisoria por lesión enorme, el único efecto jurídico que el demandante
puede impetrar es la rescisión y, a consecuencia de ella, la devolución de la cosa o del precio.

Pero la rescisión en referencia tiene una interesante modalidad, que tiene por objeto hacer
subsistir el contrato mediante el restablecimiento del equilibrio de las prestaciones y, en tal
sentido, pronunciada la rescisión nace para el contratante demandado el derecho de enervarla.
En efecto, la ley le otorga al demandado, ya sea éste el comprador o el vendedor, la facultad de
optar por evitar la rescisión y hacer subsistir el contrato.

Pues bien, en nuestra legislación, el inciso 1° del artículo 1890 del Código Civil reconoce al
comprador contra quien se pronuncia la rescisión por lesión enorme, a su arbitrio, el derecho
alternativo de restituir la propiedad, conformándose con la rescisión del contrato, o de sanear la
venta, completando el justo precio de la cosa vendida, con deducción de una décima parte.

Es importante señalar que la expresión “a su arbitrio” empleada por la disposición legal aludida,
indica que la facultad de aceptar o evitar la rescisión únicamente se concede al demandado, el
demandante no puede pedir sino la rescisión del contrato;

CUADRAGÉSIMO
Que concatenado con el raciocinio que precede, debe apuntarse que ha sido una materia muy
discutida determinar el momento en que el demandado, en un juicio como el de la especie,
puede optar entre consentir en la rescisión o completar el justo precio, con la deducción del
caso, toda vez que la ley no indica cuál es dicha oportunidad, habiendo algunos -la mayoría-
que afirman que tal derecho solamente se podrá hacer valer una vez que se pronuncia la
rescisión, es decir, una vez firme la sentencia que la acoge, y otros -la minoría-, que sostienen
que corresponderá al juez salvar este vacío fijando un plazo prudencial para el mismo si el
demandado lo solicitó de modo subsidiario antes de la sentencia, al dictar ésta;

CUADRÁGESIMO PRIMERO: Que en este punto de reflexión, se hace menester volver a

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mencionar aquello que ya se dijo en lo expositivo del presente fallo y a propósito del recurso de
nulidad formal, en el sentido que, al ejercitar su acción rescisoria la actora, concretamente, pidió
declarar la nulidad del contrato de compraventa celebrado entre las partes con fecha 18 de
agosto de 2010, por existir a su respecto lesión enorme. A su vez, la demandada, al contestar,
se resistió a la pretensión anulatoria de la contraria, a través de una doble argumentación: la
primera, mediante el capítulo de esgrimir errores en su fundamentación -sin deducir la
correspondiente excepción dilatoria- para seguidamente, sostener que no concurre la
desigualdad en las prestaciones que hace admisible la acción de marras. Luego, no realizó
solicitud alguna en cuanto a los efectos de la rescisión de contrato impetrada, puesto que, a su
entender, esta solicitud era improcedente, en la medida que pagó en total una suma superior a
la consignada en el contrato que se pretende anular, circunstancia que hacia desvanecer la
pretensión de la vendedora. Ahora bien, al enarbolar su demanda reconvencional, requirió
únicamente la indemnización de perjuicios que a su entender derivaba del incumplimiento
contractual de la demandante principal.

De este modo, entonces, al zanjar el pleito mediante el acogimiento de la demanda, esto es,
declarando rescindido el contrato con la subsecuente cancelación de la inscripción a nombre de
la demandada, por concluir los sentenciadores que se incurrió en la celebración del contrato en
cuestión en el vicio de lesión enorme respecto del vendedor, resulta evidente que éstos se
ajustaron a resolver lo que fue exclusivamente materia de la controversia, según se dejó
anotado, observando en ello el principio de la congruencia que han de guardar en el recto
desempeño de la actividad procesal, circunscribiendo su decisión a la misma;

CUADRAGÉSIMO SEGUNDO
Que, sin perjuicio de lo anterior, cabe tener en cuenta que, ante el silencio de la ley, en torno al
momento hasta el cual puede ejercitarse el derecho que consagra el artículo 1890 del Código de
Bello, la doctrina ha expresado mayoritariamente que debe admitirse que el comprador pueda
usar el derecho hasta el momento de la ejecución de la sentencia que ordena la restitución del
inmueble (autores citados en Memoria de A.A.V., “La Lesión Enorme ante la Jurisprudencia”,
Escuela de Derecho Universidad de Concepción, año 1996, página 61).

A su vez, sobre lo mismo, la Jurisprudencia ha resuelto: “Por consiguiente la rescisión por lesión
enorme solo producirá sus efectos propios si el comprador consiente en ella, quedándole a
salvo su derecho de completar el precio de la cosa vendida mediante la manifestación de su
oposición al cumplimiento del fallo declarativo de la rescisión, en su etapa de ejecución”
(Revista Derecho Y Jurisprudencia, N° 1, año 2003, Tomo C, Enero-Junio de 2003, Sección
Segunda, página 25).

Pues bien, declarada como ha sido la rescisión del contrato celebrado entre quienes ahora
litigan entre sí, se ha impuesto la necesidad de que el vencido opte en los términos que dispone
la ley. Empero, como se ha visto, el fallo que se impugna no lo ha ordenado -con arreglo a lo
peticionado formalmente por las partes-. Por consiguiente, la determinación que el demandado
echa de menos, en atención a los términos en que se planteó la litis, cabe entender diferida para
ventilarse en la sede que corresponda, bajo el impulso procesal de aquél a quien incumba que
se lleve a cabo la respectiva elección;

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CUADRAGÉSIMO TERCERO
Que, con lo antedicho, sólo queda concluir que el basamento del recurso de nulidad de fondo
del demandado no entraña, en propiedad, el error preceptivo que lo sustenta, sino que apunta al
tipo de alegaciones relativas a los derechos que asisten a las partes en el contexto de la
declaración requerida que, eventualmente, se dispondrán en conformidad con las normas que
las rigen por el tribunal que, en su oportunidad, concierna;

CUADRAGÉSIMO CUARTO
Que, en consecuencia, las reflexiones que anteceden conducen, por fuerza, a sostener que la
sentencia impugnada por vía de casación en el fondo no ha conculcado, de la manera en que el
recurrente pretende, las disposiciones legales citadas en el libelo de casación, razón que hace
ineludible concluir que el recurso deducido debe ser desestimado.

Y de conformidad, además, a lo dispuesto en los artículos 764, 766 y 767 del


Código de Procedimiento Civil, se rechazan sin costas los recursos de casación en la forma y en
el fondo deducidos, respectivamente, en lo principal y primer otrosí de la presentación de fojas
189, por el abogado don Gerardo Neira Carrasco, en representación de la demandada principal,
contra la sentencia de veinticuatro de diciembre de dos mil doce, escrita a fojas 182 vta.

Regístrese y devuélvase, conjuntamente con su agregado.

Redacción a cargo del Ministro señor Guillermo Silva G.

ROL N° 669-13

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros Sres. Nibaldo Segura P.,
Juan Araya E., Guillermo Silva G., Sra. Rosa Maggi D. y Abogado Integrante Sr. Raúl Lecaros Z.

No firman los Ministros Sres. Segura y Araya, no obstante haber concurrido ambos a la vista del
recurso y acuerdo del fallo, por estar con permiso el primero y haber cesado en sus funciones el
segundo.

Autorizado por la Ministra de fe de esta Corte Suprema.

En Santiago, a treinta de enero de dos mil catorce, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la
resolución precedente.

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