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La genealogía de la crisis
Desde 2014 la caída del valor internacional de los commodities provocó en una
reducción del flujo de ingresos públicos y de la tasa de ganancia de la poderosa
burguesía agroindustrial vinculada al comercio exterior. Al estar dolarizada, la falta
de divisas tensiona rápidamente la economía y encarece las mercancías producidas
dentro del país en relación a sus similares producidos en otros países que, en un
contexto de crisis similar a la que atraviesa el Ecuador, devalúan su moneda. La
dolarización es a su vez, una camisa de fuerza para los empresarios a la hora de
reducir sus costos de producción. En estas condiciones, la principal herramienta de
intervención del Estado en la economía (y el centro de la disputa respecto a qué sector
carga con la crisis) es la política fiscal y el manejo del gasto público.
A inicios de octubre de 2019 el decreto 883 de Moreno eliminó los subsidios a los
combustibles y redujo del salario real del conjunto de trabajadores públicos como
parte de un amplio programa de despidos en el Estado que comenzó a fines de 2018.
Esto provocó el inmediato llamamiento a paro y paralización de vías de los gremios
de taxis y transportes de pasajeros (con un acatamiento de más de 85%), lo cual fue
catalizador para la protesta callejera. La CONAIE, previendo el carácter del decreto y
en rechazo a un conjunto de medidas parciales previas había definido la convocatoria
a levantamiento para el 15 de octubre, aunque el devenir de los hechos obligó a
adelantarse y orientar a sus bases la preparación inmediata de acciones, en una
declaración conjunta con el Frente Unitario de Trabajadores. El correísmo, debilitado
y deslegitimado – recordemos que Moreno llega a la presidencia como candidato
oficial de Alianza País, promovido por el mismo Correa – intenta colocarse como
conducción de la oposición anti-neoliberal, sin embargo estos intentos son marginales.
El escenario a futuro está abierto, pero determinado por lo que seguirán siendo
iniciativas permanentes desde arriba por articular las políticas de ajuste en confluencia
con un deterioro creciente de la economía, que seguramente será caldo de cultivo de
nuevas movilizaciones. Esto confluirá con situación en el campo electoral que se ha
reconfigurado diametralmente como resultado de la rebelión de octubre, y donde la
derecha socialcristiana ya no hegemoniza las opciones electorales, el correísmo sigue
manteniendo un voto duro, y ha surgido una expectativa social en relación a una
candidatura posible del movimiento indígena.