Está en la página 1de 3

El fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de los 19

comerciantes

En pleno siglo veintiuno, treinta años después del espeluznante crimen, el caso sigue en la
impunidad, los familiares siguen sin conocer la realidad y las autoridades nacionales no
han cumplido en su totalidad lo ordenado por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, que en su sentencia del cinco de julio del dos mil cuatro, declaró como
responsable internacionalmente a Colombia como estado por la masacre de estos
comerciantes.

Para resumir rápidamente la nefasta historia, bastará con decir que a principios del mes
de octubre en el año mil novecientos ochenta y siete, Álvaro Pacheco, Gerson Rodríguez,
Israel Quintero, Ángel Barrera, Antonio Flórez, Víctor Sánchez, Alirio Chaparro, Álvaro
Camargo, Gilberto Ortiz, Reinaldo Corzo,Luis Jáuregui, Luis Sauza, Rubén Pineda, Carlos
Ratiga, Juan Bautista, Alberto Gómez y Huber Pérez, se dirigieron hacia medellín desde
Cúcuta con una carga de mercancías para vender. El 6 de octubre, fueron requisados por
militares en Puerto Araujo mientras iban en camino. Al rato fueron retenidos por
miembros del grupo paramilitar de Puerto Boyacá, muy cerca a una finca, propiedad del
jefe paramilitar de la región, un sujeto de nombre Henry Pérez, y ubicada cerca de
Cimitarra. Esa misma noche, todos los diecisiete comerciantes, fueron torturados y
asesinados brutal e inmisericordemente, sus cuerpos fueron desmembrados,
descuartizados y lanzados a las aguas de un caño que desemboca en el río Magdalena. A
los quince días, los comerciantes Juan Montero y José Ferney fueron a buscarlos y
sufrieron el mismo destino, siendo detenidos por los mismos miembros paramilitares
comandados por Henry Pérez. Cuando fueron detenidos por miembros del mismo grupo
paramilitar.

La sentencia de la CIDDHH fue contundente el cinco de julio del año dos mil cuatro,
concluyendo que “en la época de los hechos de este caso, el referido grupo paramilitar
que operaba en la región del Magdalena Medio, actuaba con la colaboración y apoyo de
diversas autoridades militares de los Batallones de dicha zona. Los paramilitares contaron
con el apoyo de los altos mandos militares en los actos que antecedieron a la detención
de las presuntas víctimas y en la comisión de los delitos en perjuicio de estas.”

El caso apenas llegó a la detención y condena de algunos paramilitares, pero ninguno de


los altos rangos militares implicados, como siempre suele suceder, resultó ni implicado ni
condenado. Quienes lcanzaron a recibir orden de detención preventiva fueron el general
Farouk Diaz, y el teniente coronel Hernando Navas Rubio. Además, el mayor retirado
Óscar de Jesús Echandía y el sargento también retirado Otoniel Hernández, fueron
finalmente condenados.

La justicia ha condenado por el caso de los diecinueve comerciantes a Alonso de Jesús


Baquero, a Marceliano Panesso, así como a Wilson de Jesús Pérez, y también a Nelson
Lesmes, entre otros. En el caso del General Yanine y del Teniente Coronel Navas, las
investigaciones se acabaron a causa de sus fallecimientos. Respecto a los demás militares,
aún no hay juicio, y mucho menos condenas, inclusive si la Corte Suprema de Justicia
ordenó en el año dos mil ocho, reabrir la investigación. Treinta años después del crimen y
siete años después de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el
caso permanece en la impunidad más descarada posible, demostrando que ni siquiera las
instancias internacionales pueden derrotar la profunda corrupción en casi todas las
naciones del mundo. Los familiares continúan esperando que se haga justicia y se
encuentre la verdad. Como parte de las medidas de reparación decretadas en la sentencia
de la CIDDHH, se ordenó la edificación de un monumento erigido por el Estado en
memoria de las víctimas, y parece ser que esto es lo único que sí se ha cumplido del todo.
El monumento fue terminado por el artista Juan Areaza en el 2011. La obra a realizar para
erigir el monumento, así como la instalación en la ciudad de Bucaramanga, no estaba
adelantada a causa de los clásicos obstáculos que pone el estado antes de cumplir con su
obligación. La obra fue movilizada de Bogotá a Bucaramanga por militares en la tercera
semana, sin consulta a los familiares y el artista como ordenaba la Corte Interamericana.
Inicialmente las autoridades se negaron a proporcionar información, después de distintas
gestiones ante el Estado se estableció que el monumento se encontrara en la Brigada V
del Ejército, lo que generó en su momento una profunda indignación y temor en los
familiares de los 19 comerciantes, pues el hecho de que esta obra estubiera situada, así
sea transitoriamente, en las bases de la Brigada V, a la cual estaban vinculados varios de
los criminales y victimarios del pavoroso crimen, constituyendo un insulto a la memoria de
las víctimas y a la dignidad de sus familiares.

Este caso de violación de derechos humanos quedará por siempre adscrito a la historia
violenta y a la vez corrupta de nuestra nación, historia que parece no conocer límites ni
vacilaciones de ningún tipo y a su vez representa un eco casi ininteligible de la eterna
lucha social que vivimos y nos condena repetir una y otra vez nuestras mismas desgracias
de antaño, ahora renovadas en una sociedad más grande y por lo tanto más disfuncional.

También podría gustarte