Está en la página 1de 8

FACULTAD DE PSICOLOGÍA - UNR

PSICOANÁLISIS II - 2020

TRABAJO INTEGRADOR DE CONTENIDOS

Nombre y apellido: Antonella Catalina Rollan

Legajo: R-5733/9

Correo electrónico: antonellarollan@gmail.com

Número de teléfono: 3465 - 405420

Materia: Psicoanálisis II

Fecha de presentación del trabajo: del 26/10/2020 al 2/10/2020

Comisión de Trabajos Prácticos del AV 2020: Comisión 01 – lunes 8:00 hs.

Docente a cargo de la CTP: Soledad Duggan


1. ¿A qué nos referimos con “síntoma” en psicoanálisis? Desarrolle el concepto
poniendo el eje en el “sentido inconsciente” y la “satisfacción pulsional” en el
mismo.

El síntoma es una cuestión sumamente relevante para la clínica psicoanalítica, es a


lo que nos referimos cuando hablamos del “sin-sentido” que perturba el confort y el
placer de la vida. Freud viene a decirnos que este malestar en realidad si tiene un
sentido cifrado, inconsciente, que puede ser descifrado a medida que avanza la
experiencia de un análisis, y se articula con experiencias y significaciones, en
relación con los acontecimientos más particulares del sujeto.
El síntoma, además presenta otra cualidad particular: la sexualidad infantil participa
en el proceso de formación de síntomas y es motivo de represión, por lo inadmisibles
que resultan estos deseos sexuales infantiles al conjunto de representaciones
propias del yo y del ideal. De este modo, los síntomas indican un retorno de lo
reprimido.
La tarea del análisis desde esta perspectiva, es una tarea de desciframiento. Al ser
interpretado, al serle transmitido su sentido, el síntoma desaparece. Esto se logra a
través de las claves del inconsciente que transmite el paciente, que se refieren a
traumas, angustias y acontecimientos de la infancia, que las condiciones de
posibilidad de los síntomas, en sus diferentes expresiones: neurosis, perversiones y
psicosis.
El síntoma no resulta placentero para el yo, sino que es algo que molesta y perturba.
También resulta propio del síntoma su carácter repetitivo. A todo esto, el yo quiere
resolver el síntoma, pero se termina reconociendo impotente en esa lucha. La
mayoría de las veces no hace más que acomodar su funcionamiento al síntoma.
Además del trabajo inconsciente, en la formación de los síntomas participan las
pulsiones parciales, sexuales.
En la formación del síntoma, el yo crea una barrera y rechaza la realidad, la energía
libidinal se topa con esta barrera y ya no puede pasar, entonces regresa al
inconsciente y se crea la fijación dentro de una de las organizaciones ya superadas,
o en un objeto que resigno antes. Estas fijaciones se dan en las prácticas y vivencias
de la sexualidad infantil, en los afanes parciales y en los objetos resignados de la
niñez. Así la escapatoria de la libido es posibilitada por la existencia de estas
fijaciones. Hay casos en que todo el peso de la acusación de síntomas recae en las
vivencias sexuales de la infancia, hay otros en que el acento recae sobre los
conflictos posteriores. Los síntomas crean un sustituto para la satisfacción frustrada
por medio de una regresión a la libido a épocas anteriores.
El síntoma presenta dos dimensiones: Por un lado, tiene un sentido inconsciente, es
un mensaje cifrado al que es posible restituirle su sentido verdadero. Por otro lado,
constituye una satisfacción pulsional sustitutiva que se repite, luego de haber
quedado fijado una satisfacción y un modo de defensa que resulta inútil. Todo
síntoma expresa una realización de deseo inconsciente y, al mismo tiempo, una
satisfacción pulsional, que implica siempre al cuerpo.

2. ¿Cuál es la definición de “narcisismo” que Freud establece en 1914?


Fundamente, ubique su diferenciación con la psiquiatría de la época y las
consecuencias que se producen a partir de pensar al “Yo” como una unidad.

Freud establece que el narcisismo no sería una perversión, sino el complemento


libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación, de la que
justificadamente se le atribuye una dosis a todo ser vivo. Es decir, es un estado
universal y originario, necesario para el desarrollo sexual de las personas.
La psiquiatría de la época, a diferencia de Freud, consideraba al narcisismo como una
perversión que absorbe toda la vida sexual de la persona. Lo define como la conducta
por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de
un objeto sexual.
Mediante la observación psicoanalítica, Freud pudo ver que rasgos aislados de esa
conducta aparecen en muchas personas aquejadas por otras perturbaciones, por eso se
llega a la conjetura de que el narcisismo podía reclamar su sitio dentro del desarrollo
regular del hombre.
Cuando se gesta el cuerpo unificado, y se piensa al yo como una unidad, se constituye
el yo ideal, gracias a esto es que una persona puede investir objetos, es decir colocar su
libido en objetos del mundo exterior, antes de ceder la libido a los objetos, el yo debe ser
primero investido de libido.
Para esto es necesario que se agregue al autoerotismo inicial, una nueva acción
psíquica, esto es la sobreestimación del niño por parte de los padres, que pasa a ser
“Su Majestad el bebé”. Esta sobreestimación parental es una reproducción del
narcisismo de los padres, ya abandonado por los mismos. Introduce entonces, el
concepto de narcisismo primario, que hace referencia a este proceso de libidinización
por parte de un otro, gracias al cual se constituye el yo.
Cuando el sujeto nace está en un estado de inmadurez prolongada, necesitamos de otro
para mantenernos con vida, y esto no sólo es relacionado a una necesidad biológica,
sino que esos otros encargados de los primeros cuidados, en el mejor de los casos, nos
tratarán de forma amorosa, nos brindarán su amor, este es un proceso de libidinización,
nos están invistiendo con su libido. Este proceso posibilita la vivencia de satisfacción y
se constituye el aparato psíquico, aparecen las pulsiones sexuales que nacen
apuntalándose en las biológicas. Aparece además el deseo, fundamental para investir
objetos. El narcisismo primario es, entonces, el puntapié inicial para que se constituya
ese yo que no está desde el inicio, para que el niño se reconozca en una imagen
especular como una persona humana.

3. “La sombra del objeto ha recaído sobre el yo”. A partir de la cita elabore
cuestiones conceptuales en relación a la melancolía.

Cuando Freud dice: "La sombra del objeto ha caído sobre el yo" se refiere a que en la
melancolía hay una ligadura libidinal a un objeto que, debido a una afrenta real con el
objeto, o un desengaño por parte del objeto amado, se produjo un sacudimiento ese
vínculo. En otro caso, lo que hubiera sido normal es que la libido se quitara de ese
objeto y se ponga en otro, pero lo que sucede, es que se cancela la relación libidinal con
este objeto, y en vez de ponerse en otro es vuelta sobre el yo, el yo se identifica con el
objeto, toma características del objeto. Entonces esta identificación con el objeto permite
continuar de alguna manera el vínculo libidinal con este objeto, pero ahora dentro del yo
que se ha identificado con él. En ese punto, lo que sucede es que el conflicto con el ser
amado pasa a ser ahora un conflicto entre la parte crítica del yo y la parte del yo
alterada por identificación.
Para que esto sea posible, tiene que haber al mismo tiempo una fijación al objeto de
amor, y también escasa resistencia de la investidura de objeto. Freud va a decir que la
elección de objeto de la melancolía está hecha sobre una base narcisista, y que si ésta
encuentra dificultades en el camino entonces puede regresar al yo de donde partió, y
que mediante esta identificación narcisista con el objeto perdura, reemplaza de alguna
manera el objeto la investidura de objeto amorosa.
La pérdida de objeto, es una situación privilegiada para que salga la luz la ambivalencia
con el objeto de amor, es decir los sentimientos de amor y odio. Va a decir que siempre
que haya una predisposición a la ambivalencia, se va a exteriorizar en forma de
autoreproches, es decir, la persona se va a comportar como si la pérdida del objeto
fuera su culpa. Estos sentimientos de amor y odio, tienen cada uno su lugar dentro del
cuadro melancólico, va a decir que el amor se refugia en la identificación con el objeto y
que el odio se ensaña con éste objeto sustituto, es decir, con la parte del yo alterada por
identificación, denigrándola, insultándola, y dirigiendo su agresión al yo, que en realidad
sería dirigida al objeto, y así permite de alguna manera liberar algo de esa agresión
reprimida.
Freud explica lo que sucede a un nivel tópico, la representación cosa inconsciente es
abandonada por la libido de a poco, y que el conflicto entre amor y odio libra batalla en
el inconsciente, el amor busca mantener la ligadura libidinal con el objeto, mientras que
el odio busca desatar la libido del objeto. Algo parecido sucede con el duelo, pero a un
nivel consciente. Entonces va a decir que el desenlace típico de la melancolía es que se
retira la libido del objeto y vuelve sobre el yo, y gracias a esto, el amor se sustrae de
cancelar su vínculo con el objeto mediante la huida al interior del yo, entonces luego de
esta regresión el proceso puede devenir consciente, y en vez de ser un vínculo de amor
y odio con el objeto lo que sucede es que es un conflicto entre una parte del yo y su
instancia crítica.

4. En 1920, Freud afirma que el “principio del placer” no gobierna la totalidad de


la vida anímica. ¿Cómo llega a esta conclusión y cuáles son las consecuencias
que esto tiene en la teoría y práctica psicoanalítica?

Freud pensaba que todos los procesos anímicos estaban regidos por el principio del
placer, que lo que buscaba era alejarse del displacer para buscar el placer, pero
entonces todos los resultados de los procesos anímicos deberían ser placenteros, y
vemos que no es así ya que hay algunas situaciones que observa Freud que
contradicen al principio del placer. Tal es el caso de los sueños de ex combatientes de la
primera guerra mundial, que soñaban una y otra vez con ciertas vivencias traumáticas
que les sucedieron allí, y se despertaban de esos sueños con renovado terror. También,
el niño, que juega a hacer desaparecer (la mayoría de las veces) y aparecer un carretel
atado con un piolín, tirándolo por encima de la cuna brinda un ejemplo para esta
cuestión. Freud dice que el niño simboliza con este juego la partida de la madre, hecho
que para él es displacentero y traumático, entonces resulta extraño que lo repita en el
juego. Otro caso es lo que Freud llama compulsión de repetición en la transferencia. Lo
que le llama la atención es que, en este caso los pacientes repiten algo que nunca pudo
ser vivenciado de forma placentera
Llega a la conclusión de que hay algo que está “más allá del principio del placer”, es
decir, que no se percibió de forma placentera, ni siquiera cuando el niño era un perverso
polimorfo. A él le llama la atención que el sujeto repita, y le aparezca un displacer
consciente que ni siquiera devenga de un placer inconsciente.
Como consecuencia de las observaciones de Freud, el principio del placer queda
destronado por la compulsión a la repetición, como si fuera un mecanismo que tiene la
función de elaborar ciertos traumas. El trauma tiene que ver con los estímulos que
perforan la barrera anti estímulo, como en estos está presente el factor sorpresa, no le
da tiempo a la persona a preparase para responder, por eso todos estos estímulos
ingresan de lleno al aparato. Sucede que, una vez que toda esta energía traumática
ingresa, se moviliza en el cuerpo. El principio de placer queda postergado, abolido,
porque el objetivo del aparato es transformar esa energía móvil mediante la repetición y
preparándola para su tramitación, es decir para que entre bajo el imperio del principio
del placer y que pueda ser descargada placenteramente, en ese sentido esta
compulsión de repetición que es displacentera, es un acto preparatorio para entrar en el
principio del placer, es decir que está más allá de este pero a su vez tiende a preparar el
trauma, elaborarlo para que este puede ser descargado mediante el principio del placer.

5. Desarrolle la elaboración freudiana del Ideal del Yo desde una doble vertiente:
como recuperación de satisfacciones narcisistas y como producto de las
identificaciones edípicas.

Freud plantea que en el adulto “normal” se encuentra “amortiguada” la omnipotencia


que una vez tuvo. La pulsión sexual encuentra un freno a la pura satisfacción a
través de la represión, la cual parte del yo. Es decir, una parte del yo se ha levantado
contra él mismo. Se constituye un Ideal, el cual se está constantemente midiendo
con el yo actual. Este ideal del yo es “lo que quiero alcanzar en el futuro”, “lo que
quiero llegar a ser”.

La represión da nacimiento al ideal del yo, instala una separación, una “herida
narcisista” que nos distancia del yo ideal. Sobre este ideal del yo, que ahora posee
todas las perfecciones valiosas, recae el narcisismo primario de la infancia, se va a
transferir la libido yoica del yo al ideal del yo. El hombre se muestra incapaz de
renunciar a la satisfacción de la que una vez gozó, y proyecta frente a sí como su
ideal al sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en la que él fue su propio
ideal.
Además, en el ideal del yo, el niño por la mediación de la ley paterna y de la
represión, se suelta de las identificaciones totales o absolutas del “universo materno”
que priman en el yo ideal. En el ideal del yo, queda prohibida la vinculación
incestuosa para buscar identificarse en forma parcial, a los ideales que transmite la
civilización. Ya no se “funde” en la imagen de otro absoluto, sino que se adquiere
solamente un rasgo del otro, una parte del mismo.

Tanto el niño como la niña van a buscar como ideal del yo, ciertos rasgos o marcas
que le han sido transmitidas.
Bibliografía

- Bertholet, R., (2019). Freud y la clínica del síntoma. En Psicoanálisis en la


universidad. Volumen 2 (N°3). Rosario, Argentina. UNR Editora.

- Freud, S., (1916/17). Conferencia 23: modos de formación de síntomas. Bs. As.,
Argentina. Amorrortu.

- Freud, S., (1914). Introducción al narcisismo. Bs. As., Argentina. Amorrortu.

- Freud, S., (1917). Duelo y melancolía. Bs. As., Argentina. Amorrortu.

- Freud, S., (1920). Más allá del principio del placer. Bs. As., Argentina. Amorrortu.

También podría gustarte